El hombre que boxea

La sesión de esta semana nos tuvo hora y media contra las cuerdas. Menos mal que sonó la campana y salimos del último round indemnes.
Boxeo y literatura guardan una estrecha relación. No sólo por la admiración que este deporte suscitó en escritores como Ignacio Aldecoa, Francisco de Ayala o Julio Cortázar sino porque también fueron muchos los escritores que practicaron el box como Lord Byron, Arthur Cravan o Ernest Hemingway.


© García de Marina. Pincha en la imagen para ampliar

Destacamos en este breve repertorio de nombres a dos mujeres, la escritora Joyce Carol Oates, quien escribió uno de los mejores ensayos sobre boxeo: Del boxeo (On Boxing, 1987), traducido por José Arconada y editado en Tusquets. Señala la autora que el boxeo es el único deporte donde no se conjuga el verbo "jugar". Se juega al fútbol, al golf, al tenis pero no se juega a boxear. La otra mujer es Stella Díaz Varín, "La Colorina", una poeta definida como "la Bukowski chilena" o "la primera poeta punk de la historia". Stella no dudaba en soltar sus puños a cualquiera que se intentara sobrepasar con ella. Tuvo una relación con Nicanor Parra, quien le dedicó uno de sus grandes poemas "La víbora" y también con Alejandro Jodoroswki quien da cuenta de su relación con ella en la película "Poesía sin fin". 

Hay dos excelentes artículos que tienden puentes entre el boxeo y la literatura. En uno de ellos, titulado "De su puño y letra: boxeo y literatura" podemos leer lo siguiente:

El ring es un espacio de paz. Los boxeadores suben a la lona para respetarse y los golpes, en la medida de lo posible, se esquivan; pero si llegan, si el contacto se produce, se encajan. La derrota es otro modo de alcanzar la dignidad y de bajarse del ring. Esta premisa une a la vida con el boxeo en una metáfora recíproca que enuncia lo que una y otro significan. La violencia, inherente al ser humano, es un medio de expresión de la vida, pero no del ring.

El otro artículo, titulado "La saga de los escritores boxeadores", se centra en una serie de escritores que practicaron el box como Arthur Cravan quien se enfrentó a Jack Johnson en un combate lleno de polémica en la plaza de toros Monumental de Barcelona en 1916. Recomendamos la película de Isaki Lacuesta "Cravan contra Cravan" para conocer más a fondo a este escritor boxeador. Dejamos aquí la réplica del cartel que anunció dicho combate




Compartimos algunos textos como el "Epitafio de un boxeador", de Ignacio Aldecoa, un gran amante del boxeo:

Pasaban las nubes de tormenta con su gorgojo tronador dentro; pasaban sobre el cementerio, agrio y cuaresmal de luz morada. Altos cipreses, hemiciclos mortuorios, taxis en la avenida, un fulgor diamantino en los lejos del sudoeste, urdimbres de coronas pudriéndose, colgado como trapos viejos de las ventanas de los muertos y de las cruces de los panteones.
Los acompañantes formaban un grupo friolero contemplando el trabajo de los enterradores. Eran pocos y se hablaban en voz baja.
Abrieron el ataúd antes de meterlo en el nicho. Las monjas del hospital no habían logrado cruzar piadosamente las manos del excampeón, que conservaba la guardia cambiada con el brazo derecho caído según su estilo. Eso le quedaba. Todo lo demás fue miseria hasta su muerte, y la Federación pagó el entierro.
Un periodista joven tuvo que ser reconvenido por su director. Había escrito: «Cuando abrieron la caja, el excampeón parecía totalmente K.O.».
Los muertos deben ser respetados, pero era un buen epitafio.

Otro gran cuento de Aldecoa es el titulado "La ley del péndulo":

Bajaban los sacos con un cabrestante. La escotilla portaba un cielo azul de verano, inhóspito como una gran sala vacía. En la bodega los estibadores, formando corro, abrían cancha al redón descendente. Urgidos por el capataz se abalanzaban sobre los sacos y los apilaban ordenada y rápidamente.
–Saco… estribor… arriba… Iuú…
Sentían el polvillo del trigo en los pulmones y carraspeaban de vez en cuando. Las manos se endurecían en la faena, se musculaban y tomaban fuerza.
–Saco… babor… arriba… Iuú…
Al ocaso entraba el segundo turno. En el ocaso, antes de que las luces del barco feriaran el trabajo, los estibadores miraban al cielo acuario como si fueran a emerger hacia el infinito.
Los estibadores se prestaban los chalecos de cuero y andrajos. Se despedían.
–¿Te entrenas?
–¿Te parece poco entrenamiento este?
–A ver lo que haces en el próximo…
–Lo que se pueda.
–A ver cuándo empiezas a ganar dinero y dejas esto.
–En seguida.
En el gimnasio penduleaba el saco de entrenamiento. El boxeador obedecía la voz del capataz.
–Saco… izquierda… derecha… arriba… abajo… Sigue… Para…
En los barcos y en los gimnasios se iba aprendiendo a vivir: fuerza, velocidad, pegada… Un poco más lejos el dinero… y entretanto de saco a saco como única esperanza.

Un compañero del taller nos recomendó la canción de Víctor Manuel "Boxea con tu sombra":


Y otro nos recomendó la película "Dioses y perros" de David Marqués.
Cerramos este paseo por el ring con el poema de Ana Istarú titulado "El hombre que boxea":

El ser confeccionado
tan primorosamente:
el pómulo de plomo,
los raudos ligamentos,
arduos nervios violáceos,
iracundas arterias,
(estos son sus azules
crucigramas sanguíneos),
los fémures espléndidos
que al amor indicaban
su inclinación perfecta,
todo lo diseñado
bailaba con la muerte.
Un hombre cancelando
su pacto con la rosa.
La cruda, indetallable,
la sobria, parca muerte
quiso su occipital,
el cardo de su lengua.
Se desnudó. Sorbía
sus glóbulos de vidrio,
la redecilla intacta
del sudor anisado.
El hombre que boxea
trajo el hígado estrecho.
La muerte lo tocaba,
lo ama, lo quería
violentar con su verde
mariposa astillada.
(No te quiebres, marino,
sobre tu cuadrilátero).
Pero la muerta muerte
hurgaba entre sus sienes.
El hombre que boxea
se raja: son dos hombres
cancelando aterrados
su pacto con la aurora.
Los que miran al hombre
ven su radiografía.
Los que miran al hombre
no miran, no lo miran.
Todos vienen a verla,
a sentir su saliva,
su lengua gangrenada
lamiéndoles la nuca,
su teta de carbón.
A la muerte, la muerte.
Pagan blandos boletos.
Se acomodan. Se besan.
Esperan el punzón,
el huevo de la córnea
partido como un ascua.
Pagan por esos toreros
degollantes, que jueguen
a trepanar un casco
de cal, su calavera,
los cuentos de sus cráneos.
El hombre que boxea
pide disculpas, cae,
quiere un tropel de cuernos
que acuda a sus nudillos.
Pero la muerte sube
con dedos paralelos,
no apunta, no corrige,
no teme al pararrayos,
hace rotar el agua
de su boca a su boca,
es beso irremediable.
Y el hombre que boxea
pide disculpas, cae,
ya muerto hacia la muerte,
abandona su casa,
su cuerpo, la memoria,
es adiós infinito.
El hombre cancelando
su pacto con la historia.

Y hacemos una mención especial a un acontecimiento que tuvo lugar en el año 2008 en Salamanca: el "I Campeonato Mundial de Poetas Pesados" en el que se intercambiaron golpes los poetas David Moreno, Ben Clark, Gonzalo Escarpa y Víctor Pérez y que dio mucho que hablar en la ciudad. 


Propuesta de escritura

Ricardo Piglia afirmó en un artículo que sería interesante escribir un relato que centrara su atención en la esposa, la madre o la hija de un boxeador. Y nosotros, que somos muy aplicados, le hacemos caso y lo escribimos.


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora


Contra las cuerdas

–¡Te van a matar… o algo peor! –digo con el abatimiento de las frases gastadas. Él calla mientras un carrusel de imágenes gira enloquecido en mi cerebro. Veo luces rojas de ambulancia, una camilla de hospital, su rostro ensangrentado entre salpicaduras de barro, la boca torcida dejando caer un hilo de saliva. Me estremezco y aprieto los ojos intentando borrar esa pesadilla. Niega con la cabeza.
–Déjalo ya. No necesitamos el dinero de las apuestas –imploro derramando lágrimas de resignación y derrota.
–¡Imposible! ¡Aunque estos combates clandestinos acaben moliendo cada uno de mis huesos! No puedo. Necesito golpear para sacarme esta rabia que me quema –dice y vuelve a su obstinado mutismo.
Yo sé que su furia va contra el padre borracho, la madre cobarde, aquella escuela inhóspita... el mundo que siempre le pareció una «puta mierda».
Me siento transparente en el silencio que sobreviene.
–Tienes a tu hijo..., estoy yo –añado con voz insegura.
–¡No! –Es su última palabra.
El recuerdo se me borra cuando se vuelve hacia mí mirándome con la misma pasión de siempre y pregunta:
–¿Sabes cuántos huesos tiene una mano?
Sonrío cuando toma la mía, arrugada y llena de manchas, entre las suyas.
­–¡Veintisiete! ¡Y todos duelen!... Lo sé, llevas repitiéndomelo cincuenta años.

Pepe Lorenzo
Grupo B


“Groggy”

La ex mujer del boxeador le arrea un tremendo “uppercut” antes de que éste se entere de que ha sonado la campana. Woody Allen se tambalea y Mía Farrow se le acerca diciéndole a voces: ¡te voy a dar yo a ti tocamientos, cabrón!
Pero recapitulemos. La idea de que Woody y Mía resolvieran sus contenciosos con los puños se le ocurrió a José Luis Rodríguez Zapatero durante un viaje que hizo a Estados Unidos para promover el diálogo de civilizaciones. En concreto estaba en una mesa ecuménica que tenía lugar en el Madison Square Garden, acompañado de varios representantes de diferentes culturas, razas y tradiciones, más un coro de Hare Krishnas. En realidad, lo que dijo Zapatero fue exactamente lo contrario: -una llamada al diálogo siempre será preferible a que, por poner un ejemplo, Woody Allen y Mia Farrow resuelvan sus diferencias en un ring, aunque sea en este marco incomparable. Periodistas y espectadores lo interpretaron como quisieron, y quisieron ver a los dos protagonistas -Mia y Woody- zanjando de una vez por todas sus controversias en un duelo, como antiguamente, en una especie de justa medieval, una ordalía, un juicio de Dios definitivo e irrevocable sobre la guerra de sexos.
Mia Farrow cogió el guante -valga la expresión- a la primera, apoyada de inmediato y a los cuatro vientos por el movimiento “Me Too”, convencidas como estaban de la esencial superioridad de la mujer sobre el hombre, siendo el hombre en este caso el alfeñique de Woody Allen.
Al principio Woody no estaba muy por la labor, y su primera intención era rehusar el combate como un absoluto despropósito. Pero entonces, la mujer del boxeador -Soon Yi, la actual mujer de Woody Allen- le advirtió de que si se negaba iba a dar la razón a todos los que pensaban que era un abusador de niñas y un pederasta sin entrañas, lo que la implicaba a ella misma, Soon Yi, hija adoptiva de Mía Farrow y menor de edad cuando conoció a Woody Allen, que se convirtió en su padre adoptivo, y, pocos años después, en su marido. -Van a decir que a mí también me violaste, Woody, que soy otra víctima tuya, que estoy traumatizada y tengo síndrome de Estocolmo. No lo podemos permitir. Hazlo por mí, cariño, si total, va a ser una pantomima, un espectáculo, ya sabes cómo las gastamos aquí en los Usa, qué te voy a contar.
Y así fue como nuestro boxeador -en definitiva, un hombre del “show business”- aceptó finalmente el combate.
Y recibió el primer sopapo, por ahí íbamos antes del resumen. Y algunos otros más, incluso los que él se propinaba braceando sin orden ni concierto; fuego amigo, habría dicho él mismo si se hubiera enterado de lo que pasaba.
Pero no acabemos tan pronto, detengámonos en algunos personajes significativos.
Por ejemplo, Donald Trump, quien a través de su holding de empresas lanzó una campaña llegando a monopolizar las apuestas. Él mismo hizo la primera jugándose una importante cantidad por la victoria de nuestro boxeador. Su lema: “Make Men Great Again”. Por si acaso, siguiendo su instinto de ganador, ordenó a un testaferro que multiplicara la apuesta, pero en este caso a favor de Mia.
Otros actores en conflicto fueron los hijos -adoptivos o naturales, reconocidos o desconocidos- de la pareja; algunos casinos de las Vegas -El Caesars Palace se ofreció como sede del evento-; la Asociación Nacional del Rifle, cuya participación se rechazó porque exigían acudir al combate con todas sus armas, como si fueran a la guerra el día del Juicio Final, o el propio Zuckerberg, que en su concienciación política censuró en las redes las voces críticas contra este nuevo Match del Siglo.
En fin, volvamos a la pelea. Woddy Allen está perdido, y en una reacción desesperada se abraza al árbitro en un “clinch” de supervivencia. Justo en ese instante el puño de Mía propina un “jab” demoledor en el rostro del “referee” provocándole un ko fulminante. El dictamen del tribunal es inapelable: Woody Allen ha ganado el combate por descalificación.
Naturalmente esta decisión provoca las protestas del movimiento “Me Too”, que denuncia el tongo y acusa al heteropatriarcado arbitral, y de los seguidores de Trump, quien no se resigna a perder la fortuna que había apostado bajo cuerda -bajo las doce cuerdas- por Mía Farrow. Un nuevo asalto -éste, fuera del ring, al Capitolio- está en marcha, al que se suman movimientos antidiscriminatorios de todo tipo. Supremacistas e Igualitaristas unidos contra el Sistema. Un sin dios.
Pero en ese momento aparecen Mia Farrow y Soon Yi, quienes “Deus ex Máchina”, aceptan el veredicto en aras de la Paz y el Amor, con una frase que pasará a la Historia: El futuro será solidario o no será.
El viejo Woody está intentando escribir un guion sobre su experiencia en el cuadrilátero. De momento sólo tiene el título: “Groggy”.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


El Pantera

En el atardecer moribundo de la ciudad mi padre me acompaña al gimnasio, cuna de sus sueños frustrados, para que yo encuentre entre las doce cuerdas su revancha de macho quebrado por un gancho directo al mentón. Entrené duro fortaleciendo las piernas con la danza de la comba, agrandando los bíceps con intercambios de golpes para desplazar el saco de boxeo que se balancea como un gigante ebrio, definiendo los deltoides, dorsales y pectorales a base de marear los punching balls. Mi padre suspira satisfecho viendo como me he convertido en un púgil fuerte para golpear y ágil para esquivar. Me llaman “el Pantera” y también “el Bailarina”, nombres que visten bien para un físico musculado y grácil, de movimientos elegantes y bellos. Me ha gustado venir al gimnasio, entrenar y ver a los otros chicos tensar sus músculos y sudar por el ejercicio. Me he enfrentado a varios de ellos y aunque los haya tumbado siguen siendo mis colegas y algo más que amigos.

Hoy es mi primer combate semiprofesional, lo que entusiasma a mi padre y yo me congratulo, pero a la vez siento un gran vacío ya que, aunque todo este mundo me gusta y espero anhelante el momento en que se apaguen las luces, los gladiadores entremos en envueltos en gritos y oropeles, se oficie la ceremonia de las presentaciones y llegue el momento en que solo quede iluminado el recinto de la verdad, cada instante siento con más fuerza que mi vocación real es ser la chica del cuadrilátero que anuncia los asaltos.

Manuel Medarde
Grupo A


El noble deporte

—¿Qué a quién subiría yo a un ring? Esa es una pregunta trampa, mi amigo, depende de quién estuviera en el otro rincón. ¿Que es un político de derechas pongo por caso, calzón azul naturalmente?, pues a uno de la zurda, y calzón rojo. ¿Que es de la izquierda el que aguarda?, pues a la inversa, no sé si me explico.

—Hombre, muy estético, pero eso ¿qué arreglaría?

—Así sin más, no mucho la verdad. Habría que regular, se me ocurre, la duración del combate, que bien podría ser a cincuenta y cinco asaltos. Los cincuenta y cuatro primeros de tres minutos cada uno, y el último sin límite de tiempo, hasta que madurasen los dos y bajaran del cuadrilátero prometiendo ser buenos.

—Ya, pero se nos ha pedido centrar atención en la esposa, la madre o la hija del boxeador.

—¡Ah!, perdón, se me ha ido el santo al cielo, pensé que se había dicho en la esposa, la madre o la hija de los que están por fuera de las doce cuerdas. Ahora mismo lo borro y…

—No, no, dejé usted, si así puede valer. ¿A ochenta y cuántos asaltos dijo el combate?

Pascual Martín
Grupo B


Recuerdos de mi madre

Ella había conseguido un reclinatorio no sé de dónde. Lo utilizaba para sus rezos ocasionales y siempre que yo tenía un combate.
En su habitación tenía una imagen de la Virgen del Pilar, siempre iluminada con una tenue lucecita. Era muy tenue para no molestar a mi padre en su sueño, a la vez que iluminaba lo suficiente para que el hombre no tropezarse al levantarse, cuando lo hacía alguna noche.
Siempre llevaba en su bolso una" baraja" de estampas de santos, entre las que destacaba san Judas Tadeo, santo por el que sentía una especial devoción.
Un día se enteró por casualidad, que el santo patrón de los boxeadores era San Ubaldo, un obispo de gran fortaleza física que destacaba por separar a los que estaban peleando; yo personalmente le hubiese nombrado patrono de los árbitros, pero doctores tiene la Santa Madre Iglesia.
Mi madre siguió con su antiguo santoral, y no se le ocurrió incorporar al nuevo.
Cada vez que combatía, ella se recluía en su habitación y se arrodillaba en el reclinatorio delante de la Virgen del Pilar. El reclinatorio lo tenía almohadillado, pues padecía una bursitis en cada una de sus rodillas; esta enfermedad fue etiquetada como " la enfermedad de las beatas", pues era frecuente en mujeres que pasaban mucho tiempo de rodillas.
Mi madre nunca vio ninguno de mis combates, ni siquiera los que televisaron, tampoco le importaba si había ganado o perdido, solo quería saber si yo me encontraba bien, si no había salido muy malparado, lesionado o herido.
Nunca quiso que me dedicara al boxeo. Ahora que estoy retirado, es una mujer feliz. Disfruta con mi presencia, y aunque estoy un poco" zumbado" por tantos golpes recibidos en la cabeza, ella me mira, me acaricia, y me besa con ternura.
Cada noche se arrodilla ante la Virgen y le da gracias porque estoy vivo, yo en compensación a lo que la hice sufrir, la visito y la abrazo todos los días.

José Luis Fonseca
Grupo A


Golpes y caricias 

Algunas veces la vida,
se pone sus guantes de boxeo
y contigo, en medio del ring,
comienza un desigual combate.

La campana anuncia el primer asalto.
Recibo un tremendo derechazo
que deja maltrecho mi pómulo izquierdo.
Intento recuperarme y seguir su baile
pero ella es muy astuta, sabe defenderse bien.
Se muestra infranqueable.

En el segundo asalto, ataca por la izquierda.
Las piernas apenas me sostienen, casi voy al suelo.
Pido tiempo muerto,
que aprovecho para recuperar el aliento
e intentar buscar su lado débil,
pero no lo encuentro.

En el tercer asalto,
me lleva hacia las cuerdas
y me golpea, sin tregua.
Mi labio está partido
y mi ceja derecha, abierta.

La sangre resbala por mi cara,
la cabeza me da vueltas.
Suena la campana tres veces.
Combate suspendido
por desigualdad de fuerzas.

Me bajan del cuadrilátero
y al otro lado de las cuerdas,
los llorosos ojos de mi madre
me embargan de un amor infinito.
Con la cabeza apoyada en su regazo
y llenándome de caricias, me dice muy bajito:

-¡Te ha golpeado mucho la vida, hija mía!
pero has de seguir adelante
combate tras, combate.
Igual que hice yo y antes, mi madre.
Verás como llegará el día,
en que seas tú quien gane,
tan desigual combate.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Un segundo

Aquel sábado Javi se tendría que haber levantado a las diez. Sin embargo, cuando apareció en el salón eran las once y veinte. Venía cantando una canción de Sabina, no recuerdo cuál. Ambos estábamos muy alegres. Ese día era muy especial para los dos, sobre todo para él.

Cada día que tenía combate lo pasaba muy serio y concentrado. Todo era mecánico. No dejaba nada a la improvisación. Hacía pocas cosas y siempre eran las mismas: se levantaba a las diez, desayunaba cuatro tostadas repletas de mantequilla y mermelada, tomaba dos cafés con leche, iba al lavabo durante veinte minutos, salía solo a pasear durante una hora y al volver a casa se daba un baño.

Apenas hablaba conmigo mientras comíamos los macarrones a la carbonara. Tampoco sonreía ni miraba su móvil. Se echaba una siesta en la cama de dos horas y cuando se levantaba preparaba su bolsa. Se despedía de mí y yo le deseaba suerte. Salía de casa, se subía al coche de su entrenador y se iban al lugar donde peleaba.

Sin embargo, aquel sábado fue totalmente diferente. No hizo nada de lo que había hecho infinidad de veces, sino todo lo contrario. Parecía más un día de descanso que el día de su último combate. Se retiraba. Me lo había comunicado la noche anterior, justo cuando nos metíamos en la cama.

Estaba relajado, creativo, divertido, cariñoso. Derrochaba optimismo y alegría. Hablaba mucho. Me pidió que le acompañara durante todo el día, incluso, antes y durante el combate. Le daba igual perder, pues iba a ganar una nueva vida. Se dedicaría a la docencia en geografía e historia. Había estudiado para ello y pronto comenzaría a cursar un máster de profesorado.

Yo estaba encantada. Habíamos hablado la noche anterior de todo esto e, incluso, de tener hijos. Tenía treinta y cuatro años, y él treinta y seis. Sin embargo, no contábamos con lo que iba a ocurrir a partir de las ocho de la tarde.

Lo acompañé durante todo el día, tal y como me pidió. Llevaba más de tres años sin ir a verlo pelear. No podía soportarlo. Esperaba en casa a que volviera o a que me llamara su entrenador para que fuera al hospital. Ese día accedí, porque él deseaba que participara de su último día como boxeador.

Pude disfrutar mucho de los momentos previos al combate. Fue algo muy especial. Me pareció que quizá estaba demasiado relajado. Se lo dije y me comentó que ese combate lo dedicaba especialmente para mí, por haber aguantado y sufrido tanto durante los quince años que llevábamos como pareja. Al parecer era un combate fácil.

Comenzó la pugna. Todo iba muy bien. Entre asalto y asalto me miraba y me sonreía. Se sentía orgulloso. Durante los cuatro primeros asaltos, Javi iba ganando por puntos a su contrincante. El arbitro abrió el quinto. Me había dicho que este sería su último asalto, pues en él derribaría a su contrario.

Su entrenador me dijo más tarde que cometió un grave error al perder de vista al otro púgil durante un segundo. Me había mirado a mí para decirme con sus ojos que había llegado el momento de dar por finalizada su carrera como boxeador.

Ese maldito segundo fue letal para sus aspiraciones como profesor. Un fuerte golpe le alcanzó la parte derecha de su cabeza y cayó desplomado sobre la lona. La cuenta atrás fue larguísima y muy angustiante. Javi no se levantaba, estaba inconsciente. Yo gritaba como loca a pocos metros de él. Tuvieron que llevarlo al hospital. Un derrame cerebral inundó de sangre parte de su cráneo.

Hace cuatro meses de ello y, a pesar de haber despertado del coma, ha perdido la movilidad de la parte izquierda de su cuerpo y no es capaz de crear frases con lógica y sentido. Los especialistas dicen que no lo hará nunca. Su sueño, nuestro sueño, se vio truncado.

Nunca pensé que un segundo pudiera determinar tan negativamente nuestra vida. No supe intuir que esto podría ocurrir. Si lo hubiera hecho, no habría ido a su último combate. El sentimiento de culpa habita en mi interior y pulula a su antojo entre mis pensamientos.

José Carlos Arroyo
Grupo C


AtasK.O.

"Ni tú, ni yo ni nadie golpea más fuerte que la vida" proclamó Rocky Balboa en una de sus escenas más recordadas, y calificar esta cita de verdad como un puño nunca estuvo más acertado. Pero recapitulemos.
Ahí estaba Moha, reflejándose ante el vidrio de uno de esos escaparates de tanatorio que nos venden la muerte y su quebranto, como si fuera el Barrio Rojo. Estaba plantado, inerte.
A priori, podría parecer que miraba absorto la caja que ocultaba el cuerpo de su padre, pero no, se estaba mirando a sí mismo a los ojos en el reflejo. Dentro de Mohamed se libraba una batalla, con muy pocas normas y demasiados golpes bajos.
En ella, las dos esquinas del ring tienen su banqueta ocupada. Calzón negro lleva el púgil Sentimiento; calzón rojo su adversaria: la Educación recibida.
No lo tomen a broma aunque sea una batalla con pocos focos y escasas cámaras. Normalmente las grandes veladas tienen boxeadores de mayor caché, pero en este cuadrilátero las hostias duelen diez veces más. Y suelen destrozarte de por vida.

Suena la campana; ambas figuras se dirigen al centro con la guardia alta. Sentimiento va más decidido, comienza lanzando directos para marcar la distancia; Educación se mantiene a la espera, esquivando cada jab con la elegancia de Mayweather. El público aguanta la respiración, todo el mundo piensa que el púgil de calzón negro va ganando, dada su iniciativa, pero de pronto recibe un inesperado crochet al mentón. Educación aprovechó medio segundo en el que el puño de Sentimiento se dirigía hacia ella, para superar la guardia y golpear la mandíbula de su oponente. Le siguió un potente gancho que hizo volar a Sentimiento. El gentío se puso en pie, entre gritos y aplausos, mirando como el cuerpo del luchador golpeado aterrizaba grogui en la lona.
Knock Out.

Se acabó el combate.

Podría parecer absurdo, pero el machismo tiene las raíces muy largas. En una sociedad en la que los varones son educados a golpe de "los niños no lloran", se asume que ciertos sentimientos son para débiles o, peor aún, para niñas.
Así nos encontramos con combates internos como el de Moha: quiere llorar, está completamente roto, pero no puede. Su bloqueo es tan grande que le resulta más fácil gritar furioso y patearlo todo (reacciones sí permitidas a los hombres de verdad, a los viriles) que simplemente llorar. Porque los hombres no lloran, y muchas veces la fuerza de lo cultural y lo educacional es tan potente que es capaz de noquear a nuestros sentimientos.

Edwing Vladimir
Grupo A


Moción de censura

Aquel 25 de mayo de 2018 pasará a la historia como uno de los combates más disputados en el palacio de Congresos de Madrid. En los carteles del evento dos protagonistas conocidos por todos los asistentes: a la izquierda, con calzón blanco, Pedro, 1,9 metros, eufórico; en el lado derecho, Mariano, 1,9 metros, calzón negro, un poco acojonado.
Las apuestas daban como favorito a Pedro 5 a 1, pero los seguidores de Mariano estaban seguros de la fuerza de su derecha y contaban con los árbitros, que los había elegido su entrenador. Además, sabían que si la cosa se ponía mal descalificarían a Pedro en cuanto sacara la izquierda alegando un golpe bajo. Aquí no hay VAR.
La mujer de Mariano le había mentalizado de que corriera por el ring todo lo que pudiera, dando vueltas alrededor de Pedro a ver si lo mareaba, para que, en cuanto se descuidara, le diera un derechazo en el hígado, que era su punto flojo.
Todos sabemos cómo acabó el combate: Mariano dejó el boxeo y todos sus seguidores pensaron que había habido tongo.

Luis Iglesias
Grupo B


Mi hijo fue boxeador

Mi hijo fue boxeador y yo nunca lo vi boxear. El no quiso. No sé si porque no quería que yo sufriera o porque él no quería compartir conmigo ese deporte que tanto lee apasionaba. Quizás temiera mis críticas, quizás pensara que perdería la concentración conmigo delante, quizás no quería que lo mirara con ojos de madre, su mamá, mi niño.
Alguna vez vino con heridas visibles. Bien se cuidaba él de que yo no averiguara otras. Y, luego, aquellos productos proteicos en polvos en envases cilíndricos negros enormes. ¡que desesperación! Si. Yo pensaba que se estaba maltratando por dentro y por fuera y él, sin embargo, creía que seguía las máximas de todo buen y noble deportista. No lo vi nunca competir, me dijeron que era bueno.
Ahora, en un cajón de mi casa que fue suya, de cuando en vez, me encuentro uno de sus calzones, blanco uno y otro rojo, minúsculos, bastante horteras, y pienso que no tuve nada que ver con su decisión de dejarlo. Y, que a estas alturas, ni me alegro de que lo haya dejado. Y pienso, bromeando conmigo misma, si tendría algo que ver con el abandono del muay thai (impronunciable para mí) aquella camiseta que le traje con sus símbolos tailandeses. Y busco en la wikipedia y encuentro:
“El muay thai (del tailandés: มวยไทย, RTGS: Muai Thai, AFI: [mūaj tʰāj]), conocido también como boxeo tailandés, o tradicionalmente como el arte de las ocho extremidades es un deporte de contacto de los más peligrosos que hay y por lo tanto se le considera un deporte extremo e ilegal en varios países del mundo”.
Punto. Era normal que tuviera miedo de que le pasara algo . Y, punto, lo ha dejado, menos mal.

Araceli Sebastián
Grupo C


Balada triste para oboe

Sonó el móvil, era mi prima preguntando por mi madre. En realidad quería saber qué había pasado. Le dije que nada todavía, que la llamaría cuando supiéramos que había decidido el comité médico y colgué.
¿Quién era? preguntó mi madre, me quede observando su ya habitual mirada perdida y se lo dije. Ella volvió al angustioso mutismo en el que se había encerrado desde que ocurrió lo de mi hermano.
En realidad se había convertido en un alma en pena que quería acompañar a su hijo, donde quiera que fuese. Era un ser atormentado con el espíritu a punto de evaporarse.
Cuando lo hospitalizaron yo me dediqué a suplirlo a la vez que trataba de evitar el hundimiento anímico de mi madre y el mío propio.
A veces, tenía que lidiar con la abrumadora pesadumbre del hombre que lo noqueo en el cuadrilátero hace ya tres años. Ambos eran boxeadores de cierto nivel que intentaron amañar una bolsa y el negocio salió mal.
En el quinto asalto un fortuito crochet de derecha impactó en la cabeza de mi hermano. .Ese único golpe acabó con los dos y nos arrastró a mi madre y a mi a un tártaro agónico.
El atribulado contrincante de mi hermano trataba de acompañarnos en el dolor , reiterando su impenitente mantra de culpabilidad e implorando nuestro perdón.
Pero la afrenta más clamorosa que padecíamos, estaba causada por el absoluto y despreciable desinterés mostrado por la joven esposa de mi hermano.
Cuando vislumbro que este, ya no podría pagar sus estúpidos y pueriles caprichos ni darle la atención sexual a la que estaba acostumbrada , comprendió que los días de vino y rosas habían acabado y dejó de aparecer por el hospital.
Esta pequeña zorra a la que siempre defendió mi madre con sus monsergas -”tratala bien y recuerda, que serà la que inculque en sus hijos amor u odio hacia nosotras” - me decía.
Afortunadamente esa desnortada y cretina criatura no llegó a transmitir nuestros genes a los sobrinos que nunca tuve.
Con una tenacidad digna de más noble causa, se dedicó a entregar su cuerpo a una interminable retahíla de depravados, que la compraban a veces por el miserable precio de una raya de coca.
Me estaban asfixiando mis propias cavilaciones y salí fuera del hospital para oxigenarme, e intentar librarme de la pesada carga de tanto pensamiento negativo. Si quería ayudar a mi madre en este trance, tendría que contemporizar con esa furcia.
Necesitaba desesperadamente un cigarrillo pero, antes de poderlo encender, apareció el siempre atribulado contrincante de mi hermano acompañado de mi “virtuosa” cuñada, que
tenia toda la pinta de venir directamente de una fiesta.
La dí dos besos y le pregunté qué tal le estaban yendo los cursos de animación sociocultural que tan ocupada la tenían, que si era por ello por lo que no venía al hospital.
Me dijo que estaba tratando de superar el accidente de mi hermano y que en realidad estaba en un grupo de hoponopono en el que la enseñaban a dejar fluir tus traumas, poder soltarlos y así lograr empoderarse de su vida. La niña sería una furcia, pero tonta, exactamente, no era.
Le comente que mi madre quería hablar con ella antes de que el comité médico llegara y entramos todos al hospital.
Ya en la habitación, mi madre, con la imperturbable lucidez de la desesperación, trató por todos los medios de hacerla cambiar el sentido afirmativo de su decisión.
Parecía tenerla convencida, cuando entró en la habitación el comité médico que, tras leernos una plomiza retahíla de documentos legales, nos comunicaron su decisión y le preguntaron a mi cuñada sobre la posibilidad de una oposición legal
Ciega y resacosa como estaba, no opuso reparos y con voz quebrada, esbozando un teatral sollozo, manifestó no poder soportar tanto dolor y se fue dejando que mi madre y yo, presenciáramos la desconexión de los soportes vitales , que mantenían la artificial vida de mi hermano.
Mientras se producía el tránsito, el involuntario primer verdugo de mi hermano, comenzó a llorar amargamente..
Sonó el móvil de nuevo... seguramente sería otra vez mi prima.

Calgari
Grupo A


Luis Miguel Dominguín y su esposa, Lucía Bosé.

Torero famoso, galán, enamoradizo, podía elegir las mujeres que deseaba. Cautivo y enamoró a Lucía Bosé. Ella le dio el sí quiero, el hizo su lidia acostumbrada y cambió de suertes cuando su pasión y enamoramiento pasó. Triunfaba en plazas de toros de España y lugares diferentes del mundo aficionado a la fiestas del toro bravo. Sabía lidiar reses,con enormes cuernos, si. Y adquirió la costumbre de ponérselos a su enamorada Lucía. Tanta actividad taurina, en los ruedos y en su vida familiar, llegaron las broncas, pitidos y malas palabras en el hogar. Sus hijos se refugiaban, no, en los chiqueros, buscaban lo mimos de la tata, personaje habitual y muy útil en los hogares de los señoritos famosos y burgueses. Estos tenían hijos, si. Pero los cuidaba La Tata. Si surgían problemas, era ella la que asumía una tarea vital, dar mimos y carantoñas que los padres, dejaban de hacer. Esta situación hizo que Lucía pasara a dormir en el coche aparcado frente a su domicilio, en esos años, si la mujer abandonaba el hogar, podía perder la custodia de los hijos.... Ella permaneció cerca de ellos, eran niños y desayunaba juntos cuando el padre salía del hogar..... No dormía en su cama. No abandonó su casa, quiso permanecer con sus retoños. Este combate no fue en un ring pero podría perfectamente haber sido posible tener ese espacio.
Cuantos sucesos pueden vivirse en y alrededor del ring. Con golpes y sin guantes de boxeo. Dejar KO al más débil, y fuera de combate, si no sabes bailar bien para esquivar los ataques del contrincante.

Pepa Agustín
Grupo B

En primera persona. Monólogo y soliloquio

Las sesiones de esta semana las hemos dedicado al monólogo interior y al fluir de la conciencia. Pero también al soliloquio. ¡Eh! ¿Hay alguien ahí? Será que como estoy solo, siento que nadie escucha mi voz y mi conciencia, como un farero.
Vimos algunas cuestiones teóricas sobre el monólogo. ¿Para qué sirve? ¿Cómo mostrar los pensamientos de nuestros personajes? y hablamos de la importancia de este recurso narrativo.
Para acercarnos al monólogo y conocer algunos ejemplos recomendamos el artículo "Los maestros del monólogo interior".




Abrimos boca con una aproximación al significado de monólogo interior. Edouard Dujardin, primero en emplear dicha técnica, lo define como: “el discurso sin auditor y no pronunciado, mediante el cual un personaje expresa sus pensamientos más íntimos, más cercanos al inconsciente, anteriores a cualquier organización lógica, es decir, un embrión, y para ello se vale de frases directas reducidas sintácticamente a lo indispensable, para dar así la impresión de lo magmático."

Uno de los monólogos interiores de libro es el de Molly Bloom en el Ulises de J. Joyce:

(…) me gustan las flores me gustaría tener toda la casa nadando en rosas Dios del cielo no hay nada como la naturaleza las montañas salvajes después el mar y las olas precipitándose luego el campo encantador con sembrados de avena y trigo y toda clase de cosas y toda la preciosa hacienda paseándose por ahí eso debe de ser bueno para el corazón de una ver ríos y flores de todas las formas y perfumes y colores brotando hasta las zanjas primaveras y violetas es la naturaleza en cuanto a los que dicen que no hay Dios no daría un chasquido de mis dos dedos por toda su ciencia por qué no van y crean algo yo a menudo se lo he dicho a ateos o como sea que se llamen y vayan y pongan en orden sus remiendos primero después van lanzando alaridos clamando por un sacerdote cuando se están muriendo y por qué por qué porque tienen miedo del infierno debido a su conciencia acusadora ah sí yo lo conozco bien quién fue la primera persona en el universo antes de que hubiera nadie que lo hizo todo quién ah ellos no saben ni yo tampoco así que ahí tienes podrían igualmente tratar de impedir al sol que saliera por la mañana el sol brilla para ti me dijo el día que estábamos acostados entre los rododendros sobre la puerta de Howth con el traje de tweed gris y sombrero de paja el día que conseguí que se me declarara si primero le pasé el pedacito de pastel que tenía en mi boca y era año bisiesto como ahora sí hace 16 años mi Dios después de ese beso largo casi me quedé sin aliento sí me dijo que yo era una flor de la montaña sí entonces somos flores todo el cuerpo de una mujer si ésa fue la única verdad que me dijo en su vida y el sol brilla para ti hoy sí por eso me gustaba porque vi que él entendía lo que era una mujer y yo sabía que siempre podría hacer de él lo que quisiera y le di todo el placer que pude llevándolo a que me pidiera el sí y primero yo no quería contestarle sólo miraba hacia el mar y hacia el cielo y estaba pensando en tantas cosas que él no sabía de Mulvey del señor Stanhope y de Hester y de papá y del viejo capitán Groves y de los marineros que juegan al todos los pájaros vuelan y al salto de cabra y al juego de los platos como lo llamaban en el muelle y el centinela frente a la casa del gobernador con la cosa alrededor de su casco blanco pobre diablo medio asado y las chicas españolas riendo con sus chales y sus peinetones y las griterías de los remates por la mañana los griegos y los judíos y los árabes y el diablo sabe quién más de todos los extremos de Europa y Duke Street y el mercado de aves todas cloqueando delante de lo de Larby Sharon y los pobres burros resbalando medio dormidos y los vagos tipos dormidos con las capas a la sombra en los escalones y las grandes ruedas de las carretas de toros y el viejo castillo de edad milenaria sí esos hermosos moros todos de blanco y con turbantes que son como reyes pidiéndole a una que se siente en su minúscula tienda y Ronda con las viejas ventanas de las posadas los ojos que espían ocultos detrás de las celosías para que su amante bese los barrotes de hierro y las tabernas de puertas entornadas en la noche y las castañuelas y la noche que perdimos el barco en Algeciras el guardia haciendo su ronda de sereno con su linterna y oh ese horroroso torrente profundo oh y el mar el mar carmesí a veces como el fuego y las gloriosas puestas de sol y las higueras en los jardines de la Alameda sí y todas las extrañas callejuelas y las casas rosadas y azules y amarillas y los jardines de rosas y de jazmines y de geranios y de cactos y Gibraltar cuando yo era chica y donde yo era una flor de la montaña sí cuando me puse la rosa en el cabello como hacían las chicas andaluzas o me pondré una colorada sí y cómo me besó bajo la pared morisca y yo pensé bueno tanto da él como otro y después le pedí con los ojos que me lo preguntara otra vez y después el me preguntó si yo quería sí para que dijera sí mi flor de la montaña y yo primero lo rodeé con mis brazos sí y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis senos todo perfume sí y su corazón golpeaba loco y sí yo dije quiero sí.

El director de teatro y dramaturgo José Sanchis Sinisterra hizo una adaptación teatral del monólogo de Molly Bloom. La tituló "La noche de Molly" y en ella podemos disfrutar la increíble actuación de Magüi Mira:





Y después pusimos algún ejemplo de soliloquio y de monólogo, como "El soliloquio del farero" de Luis Cernuda y un fragmento de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos:

Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma…
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en tí, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en tí los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en tí misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y ergido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aun cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.


***

“Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.

Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.”

Si quieres saber más sobre las técnicas narrativas en la novela Tiempo de silencio te recomendamos este artículo


Propuesta de escritura

Señala Cristina Sánchez-Andrade en el libro Escribir un árbol, plantar un hijo y tener un libro:
"... un ejercicio que hago bastante en los talleres es el siguiente, creo que te comenté algo de esto en otra ocasión: les pido a los alumnos que anoten en sus cuadernos una lista de defectos morales que rechazan de los demás: soberbia, hipocresía, egoísmo, mentira, etc. Esto es divertido porque, ¿quién no tiene su lista? A continuación, de toda esa lista, les pido que cojan el aspecto que más aborrecen o más repugnancia les provoca. De ahí sales un tipo de personaje deleznable, por ejemplo, el hipócrita, el abusador de niños, el inmobiliario que se lucra a costa de los demás, el político corrupto... Es importante el adjetivo "repugnante" porque no es lo mismo detestar a alguien que sentir repugnancia hacia él. Después tienen que escribir un texto desde ese personaje, de modo que le lector, oyendo sus argumentos, sienta empatía por él y hasta se convenza de su punto de vista [...]"
Y cómo somos valientes hemos decidido asumir este reto.

Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


La inmensidad del mar

No lo volveré hacer. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa… Yo sé que Tú me entiendes, eres el único que me conoces, me escuchas y me comprendes. Sabes que yo no soy malo, soy un buen cristiano. Tú has dirigido mis pasos con mano firme. Tú aguantaste mis llantos, me consolaste cuando aquello me sucedió, solo Tú, por eso te rezo cada día.
“Tocinillo de cielo”, me decía. “Mi tocinillo de cielo”, me susurraba al oído. Me llevó a ver el mar. La inmensidad del mar me sobrecogió. Fue la primera vez que las olas mojaron mis pequeños pies, la primera vez que sus manos acariciaron mi tierna carne. Después llegó el resto. No quiero recordarlo. No debo sufrir más.
Tú me ayudas cada día. Me envías esos niños para que los lleve por el buen camino. Cuando mis manos tocan esa carne ingenua no puedo parar. Soy un buen cristiano. Los trato con mucho cariño, con mucho amor, como Tú me enseñaste. Soy débil. No lo volveré hacer. Espero mi penitencia.
Hoy vuelven los niños a catequesis, les voy a enseñar el Evangelio de Lucas, capítulo 6: “… Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra”.

Tomás García Merino
Grupo B


Ahora mando yo

“…¡Que se jodan, que se jodan todos! ¿No han estado ellos y sus padres y sus abuelos chupándonos la sangre todo lo que han podido y más? ¿No me tocó a mí comer mierda de pequeño y eso cuando había algo de comer? Ninguna pena me dan. ¡Hale, corriendito, con el rabo entre las piernas! Y que no paren hasta cruzar la frontera, que el país está mejor sin ellos. ¡Qué gusto, aunque nos quedemos la mitad, o la mitad de la mitad! Si cuantos más se vayan mejor, así más para repartir. Y si todos los que quedamos pensamos igual, más fácil me lo ponen para hacer la revolución. ¡Ja!, me la suda, la revolución, pero ahora es lo que toca ¡La revolución! Ya comeremos después y si no comemos…, bueno, yo siempre comeré y los míos también, que ya es hora de que nos toque algo a los que nos han dado por el culo durante tanto tiempo. Así que, hale, que gimoteen, que lloren como mariconas mientras corren hasta la frontera, que se lo tienen todo bien merecido; que ahora la bota militar y la metralleta las tengo yo y no ellos, que no son más que basura. ¿No era eso lo que decían de mi papá? Tu papá es una basura y por eso es en la cárcel donde tiene que estar. Pues ahí tenéis a la basura dándoos ahora a vosotros por el culo. Y si os cogemos antes de llegar a la frontera y os violamos y os matamos, miel sobre hojuelas, que donde las dan las toman. Y que os sirva de escarmiento y así no volváis en vuestra puta vida porque ésta ya no es vuestra patria. Y que os quede clarito que aquí ahora mando yo…”

Óscar Martín
Grupo A


Expedientado

Mañana será la vista para decidir mi futuro pero de momento estoy expedientado en mi Facultad, condenado por mis colegas, todos los estudiantes, el personal de administración y servicios y apartado de mis funciones, con el sueldo suspendido y mi carrera en entredicho, no se puede estar peor sin merecerlo y me pregunto si se puede truncar una carrera académica ejemplar de la noche a la mañana, como el hacha del leñador puede cortar cualquier árbol yo me siento el árbol equivocado, tumbado por estar en un claro del bosque a la vista de las malditas redes sociales de los alumnos que me tomaron como chivo expiatorio de su malestar existencial y todo ello porque la suspendí con un cuatro y medio, como a otros muchos, cumpliendo con mi destino, porque nada tuvo que ver que después de múltiples insinuaciones, visitas a mi despacho a horas inadecuadas, roces, encontronazos extraacadémicos, cayera en la trampa y me insinuara, todo sucedió como era posible que pasara y acabé recibiendo de ella un rechazo denigrante, riéndose de mí como lo había hecho su madre varios lustros antes, ya que yo era el típico empollón huraño, solitario, inexperto con las chicas, del que muchos se reían, aunque ocasionalmente tuve alguna alegría como en la época en que la madre de ella se hizo asidua compañera del esquivo coleccionista de sobresalientes, que fue feliz, pero sin ser consciente de que grandes alegrías preludian grandes penas, que ingenuidad, sin percatarse del espejismo de aquellas semanas en que ella buscaba el aprobado que yo podía proporcionarle, pero que puso el único suspenso de mi carrera cuando nos pillaron copiando y yo cargué con el mochuelo y nunca tuvo una palabra, un gesto de consuelo o amistad, ni una merecida despedida, así me olvidó la madre de ella y yo no se lo perdoné ya que ningún hombre en sus cabales perdonaría una traición como aquella, y así apareció ella en mi clase, parecidas como dos gotas de agua, tuve un rechazo inicial, pero la actitud de la muchacha me hizo olvidar todos mis propósitos y lo torpe que es un hombre de mediana edad frente a una joven hermosa dispuesta a engatusarle, especialmente si es brillante e inteligente, si hay antecedentes que le hacen más arriesgada la aventura, aunque en esta ocasión yo tenía una posición de superioridad frente aquella alumna que me estaba buscando, yo me dejé enredar como un primerizo, encajar el golpe, comprender que no solo me había utilizado y me había rechazado como lo hizo su madre, si no que además lo consideraba una hazaña digna de mofa, que entonces me tocara corregir su examen fue una casualidad y que me pareciera claramente suspenso, bastante alejado de lo que cabía esperar de ella y que le pusiera la nota sin dudarlo, sin revisar la nota cuando muchos de sus compañeros con menos conocimientos aprobaban fácilmente, que error o que olvido mayúsculo, en este momento no soy capaz de discernir claramente como un animal acorralado por sus debilidades, estoy seguro de no haber querido suspenderla ni buscar una doble venganza, pero los hechos están en contra mía, las evidencias apuntan hacia mi expediente , no tengo un valedor, nunca fui amigo del Decano, ni los miembros del tribunal de reclamaciones y no tengo amigos en el claustro, los estudiantes me consideran una reliquia trasnochada y hoy estoy esperando en plena zozobra, con lo poco que me hubiera costado revisar el examen y si fuera necesario, con un pequeño empujón, mandar todos mis problemas a un aprobado.

Manuel Medarde
Grupo A


Excelentísimo señor

Ese cabrón que me hacía llegar a las diez todos los días que importaba lo que pensaramos los demás si a él le daba la gana y mi madre a hacer que rezaba y el majadero sin enterarse de la fama que tenía ese cura parecía una nenaza sobre todo con mis hermanas como las ayudaba a vestir las muñecas y encima militar militar de posguerra ni siquiera tuvo los huevos de ir a una la vergüenza que me daba cuando lo tenía que saludar en presencia de mis camaradas tuve que aprender a odiar todo lo que representaba para ganar prestigio en mi grupo y abrirme camino en fin pero me estoy perdiendo y tengo que tomar la decisión porque aquí todos van a lo suyo y yo empiezo a destacar por indeciso e incorrupto jajajajajajaja si supieran me gusta ir a lo mío estas cosas de muchos acaban sabiéndose ¡¡¡siempreeeee!!! el otro dia ya han empezado a verter en los medios afines que soy un de los más efectivos¡¡¡ me caguen todo!!! lo que me faltaba ya me dice mi mujer que soy bobo si ella supiera lo bien que se lo pasa”el bobo” con su sofisticadisima prima y es que la muy petarda esta mediodía derrochando y el otro medio comprometiéndome para hacer favores a sus amistades a algunas si que les haria yo toda clase de favores de momento me conformaré con las becarias del partido siii pero es que ya no es como antes la primísima me tiene embobado bueno deja ya las pajas mentales tío tengo que solucionar lo de estos extorsionistas de los casinos on line maldita sea la hora en que me metí en aquel sarao si no los favorezco publicaran las fotos y estan cerca las elecciones jajaajaaja me gustaria ver la cara que pondría mi mujer a ver que decía del bobo pero que va a decir si conmigo no da palo al agua¿ continuaría trincando de lo mio o se metería en algún programa de ex de famosos en TV? miedo me da, vhaa pero no da la talla es demasiado inteligente y vaga aun así brrrrr mejor no pensarlo en cuanto termine voy a llamar a su prima esa si que me entiende me equivoque de prima es que no doy una he tenido que aguantar desde niño cuando era uno de los diez más tontos de mi clase ¡¡¡que se jodan que se jodan y que se jodan!!! sin haber ido a la universidad ni dar un palo al agua tanto que me puteaban y ahora todos a pedirme favores son unos mierdas que poca dignidad después de tantos estudios y yo aquí de Ministro sin cartera pero Ministro me va a salir un herpes como no acabe por decidir si trago o no con esto de que trinquemos con los fondos de Bruselas y si no lo hago¿que va a ser de mis hijos? ¡¡que su madre los tiene tontos de puro consentidos!! y yo no tengo tiempo ni para verlos¿ pensaran de mi como yo de los míos?. Bueno definitivamente voy a tragar porque hay mucho en juego y es posible que si estorbo terminen liquidándome . Puta vida no me has dejado más camino que el de terminar de político… habrá que apechugar con ello.

Carlos García Riesco
Grupo A


El joya

El que espera desespera. Lo del vecino del cuarto fue como fue, yo bien sé, y a lo mejor no merece la pena traerlo a memoria aquí, ahora, mientras aguardo hecho un pasmarote. Asesinato se le ocurrió decir a la poli, pero hay muchas maneras de llamar a las cosas. Aparte de que si te pones a eso lo mismo había que averiguar cómo era el otro y a nadie se le ocurrió, el caso es colgarle muertos a Lucio Trona, “El Joya”, servidor.
Abusador de menores (no tan menores, diría yo). ¿Ves? otra manera tonta de nombrar; mejor le caería un término menos ofensivo, que parece que los buscan a propósito. Por no hablar de los merecimientos de la chavala, niña bien; seguro que más de uno y más de dos si hubieran podido con el pensamiento… Lo que dicen en mi pueblo, que si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría.
En cuanto a lo mío con la vieja de la residencia, cualquiera sabe qué nombre se le habría ocurrido a los gilipollas ponedores de nombres. De haber llegado a enterarse, claro. Estafa lo mismo. Pero ya tuve cuidado yo de que no faltase en su cuenta del banco para pagar el mes, que hasta el último se abonó religiosamente y eso que murió el veintidós. Ni un euro sobró; nada tenía que sobrar para que se lo gastaran las brujas de las sobrinas, que solo venían a verla por eso.
En lo de mentir buena gana de andar parando mientes, recordemos el dicho: las truchas y las mentiras cuanto mayores, mejores. Es verdad, son los grandes embusteros los que más provecho sacan en la vida, nada más hay que fijarse en los políticos prometiendo en campaña. De las falsedades no te enteras hasta después, cuando gobiernan, lo mismo me dalos de babor que los de estribor.
Difamar es un arte, en eso sí que todos estaremos de acuerdo. No te vas a poner, oye, a mirar a quién pueda tocarle la china, siete mil millones de personas que somos en el mundo. Tampoco se te ha de cargar la conciencia, que el buen nombre poco alimenta. Y está luego la gente que va por la vida luciendo famas que no le pertenecen, así que váyase lo uno por lo otro.
Cinco cargos me salen (me parece que “cargos” queda bien dicho),malo será que me tengan más en la lista. Cinco no deberían ser demasiados, que los capitales son siete según decía el catecismo. Los malos tragos que pasa uno mientras la espera, hay que jo… eso, no te vas a poner a decir tacos en un sitio como este. Yo nunca pensé que un juicio aquí fuera a ser tan parecido a los de abajo, en la Tierra. ¿Qué digo parecido?, peor, mucho peor esto, porque allí por lo menos te nombran abogado de oficio y aquí te las tienes que apañar tú solito.
A ver si me mandan pasar de una puñetera vez, debe ser que se lo anden estudiando. Lo mismo a esto es a lo que llaman Juicio Final, no sé; yo por si acaso lo pongo con mayúsculas.

Pascual Martín
Grupo B


Monólogo interior

Lo estaba pidiendo… tanta crueldad tantas humillaciones nunca un gesto de cariño ni una palmada de ánimo ni un juguete cuando era niño.
Los golpes e insultos a mamá… no podía soportarlos y huía a casa de la abuela nunca quería volver.
Me sacó del colegio… trece años… a la imprenta de Escobar aquel guarro de uñas negras y aliento de ajo… que no hay dinero decía el cabrón mientras mi madre lloraba en la cocina haciendo sopas de nada.
Ni un duro me prestó cuando quise abrir la librería y él de cacería a Toledo.
Murió mamá fue incapaz de comprar una corona… aquella roñosa lápida sin nombre.
Me tienes que pagar una renta exigió cuando me vine a cuidarlo… lo peor el desprecio… no has venido a atenderme es que no tienes dónde caerte muerto.
Se cayó… derrumbado en el comedor… el hilo de sangre… le agarré la cabeza y la golpeé contra el suelo… una dos tres hasta que dejó de rebullir… se lo tenía merecido.

Pepe Lorenzo
Grupo B


El abismo

Comienza un nuevo día que será como el de ayer y también como el de mañana. Sé lo que me espera cuando llegue a ese lugar que todos ellos, me hacen odiar y que se llama escuela.
Siempre lo mismo. Carlos el cabecilla, llega de los primeros y enseguida comienza a dar órdenes a unos pocos, a los que llama amigos que le obedecen sin rechistar. Imagino lo que les dice, pues acto seguido comienzan a insultarme, a ponerme la zancadilla y a soltar alguna que otra colleja seguida de risitas.
¡Como los odio! Quisiera que desaparecieran de la faz de la tierra y no volver a verlos nunca más. No puedo con todo esto. ¿No se darán cuenta de que tan solo soy un niño? Encima hoy, la profe me felicitará por haber sacado un diez en su asignatura pero eso no me alegra, pues menuda la que me espera a la salida.
Me gustaría contarle a ella cómo me siento y lo que hacen algunos compañeros conmigo pero no me atrevo. Si ellos se enterasen me llamarían acusica y después, no sé que me harían.
No veo salida, no puedo vivir con tanto miedo y no quiero llorar para que no me llamen cobarde y quejica. Pienso en mis padres y en mi hermana tan querida.
Mañana decidiré si voy o no a ese precipicio, por el que paso todos los días y me lleva al abismo.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Declaraciones ante el espejo

Me miro en el espejo, y me veo viejo.
Cuánto tiempo ha pasado, ¡qué injustamente he sido juzgado!. Yo que merecía el premio Nobel, sin embargo, estoy aquí desterrado y perseguido. Incluso me he librado milagrosamente de la cárcel.
Hace años comencé mis investigaciones. Ya en la Facultad me encantaba torturar a las ratas y las cobayas con las que hacíamos prácticas; las dejaba medio anestesiadas antes de quitarles el corazón o el cerebro y disfrutaba viendo cómo ser contraían y retorcían.
Después de terminar la carrera tuve la suerte de contar con todo el material humano que pude desear para mis ensayos. Pude disponer de niños y adultos de ambos sexos para practicar.
La humanidad me debe el que ahora sepamos cuántas horas puede durar un niño sumergido en agua fría antes de morir, cuánto dura un niño sin comer, cuánto dura sin beber. Lo mismo investigue con los adultos.
Algunos de mis experimentos están sin publicar, como pasó con aquellos a los que les cosí la uretra y duraron entre 8 y 10 días vivos. A otro grupo les cosí el ano, estos duraron más, alguno llego a los 20 días antes de reventar. Todos estos estudios son fundamentales para entender el funcionamiento del cuerpo humano.
Todos mis trabajos e investigaciones en pro de la humanidad, fueron mal pagados, por eso tuve que hacer ciertos trapicheos para obtener el dinero que justamente me correspondía. Me fui enriqueciendo cambiando los medicamentos por placebos, los antibióticos en inyectables por agua destilada; y posteriormente vendiendo en el mercado negro los productos válidos. A los prisioneros les ponía " agüita del río" en vena. En el fondo les hacía un favor pues morían antes y dejaban de sufrir.
Gracias a mi equipo fue descubierta una nueva enfermedad: la fibromialgia. Esta enfermedad la desarrollaron muchos de los presos a los que torturamos de forma continuada. Otro ¡gran hallazgo!.
Después de todo esto creo que merezco algo más que el destierro y la cárcel. Creo que soy un incomprendido.
Espero que algún día, cuando vuelvan a mandar los míos, me reincorpore a mi trabajo anterior y pueda continuar con mis grandes aportaciones a la humanidad.

José Luis Fonseca


La chica del banco del parque

“ No encuentro la paz ni aquí, mi cabeza sigue traicionándome…Pienso negatividades en cuanto me descuido, maraña de ideas voltean y me asfixian el alma con violencia irracional…Él no me entiende, los psicos tampoco, los pájaros, los árboles, la yerba, el aire están fuera de mi espacio, no puedo disfrutarlos. Quisiera desaparecer subsumida por la tierra, que esto pare, dios o lo que seas…Me duele el estómago como si un bicho alimentara mi angustia, si lo he gestado yo, alguien me ha ayudado. Ellos pasan, en manada perruna, las mascotas casi se siegan los cuellos, los padecen, su estulticia es poderosa y muy cuerda, al parecer. Odio a estos, mis semejantes robóticos que nunca se equivocan…Son simples, yo debería ser simple e idiota, no pensar ni mal ni bien…Lo decía Iturrioz en el Libro de la Ciencia, los ideales se convierten en desgracia fácilmente. Estoy cansada, quiero moverme del banco, no puedo, la puta pastilla está haciendo de las suyas, imposible siquiera llorar…veo pasar al chico de ayer, que me mira con cierta complicidad, está muy delgado, quizá busque refugio en el parque, como yo, no aguantará su yo, quizá tenga en su cabeza el huracán de ideas verdugo. Si tuviera ganas, me acercaría a él con cualquier pretexto…quizá haya mucha gente con el yo torturado, fuera de quicio, pero hay rebaños organizados para rechazar a los que no entienden…Todo prejuicios sin juicio…Tengo frío, antes me gustaba la puesta de sol, ahora me lacera ese recuerdo…Alguien me ha ayudado a excavar mi pozo de angustia y miedo, pero sólo me darán más pastillas…¡Vete a yoga, respira, respira, respira!... el aire venenoso”.

Emilia González
Grupo B


Me resulta muy fácil el relato que hoy nos toca realizar para el taller de escritura; las personas deplorables por su conducta no son solo hipócritas, mentirosas, falsas, soberbias, aborrecibles. Son mucho más, son muy peligrosas, por eso, si se detectan, hay que denunciarlas para que hagan el menos daño posible a todas las personas con las que se relacionen. EL PROBLEMA, es cuando estas personas te las encuentras en el trabajo, y tienes que convivir con ellas, máxime cuando muchos son jefes y pueden influir en tu vida, porque tienen nombre y apellidos, y todos los conocen, pero nadie se atreve a decir nada. Algunos, si se ponen de su parte, ascienden, progresan en la empresa y ganan mucho dinero dejándose llevar, todo en detrimento de los responsables y trabajadores. !Ay, si pudiera hablar!

Luis Iglesias
Grupo B


Indefinido

La muy puta, muerta de hambre desagradecida. Llegó implorando un puesto de trabajo a sus 48 años. Divorciadas a esa edad y con hijos, están buscando hombre allá donde pisan. Cómo sonreía en la entrevista haciéndose la mojigata cuando le dije lo bien que estaba para su edad. Contratada al instante pero la llamé al día siguiente para tener la excusa de pedirle su número de móvil ya que en el currículum tenía puesto el fijo. En unos días se hizo con el puesto y yo le mandaba wasap a diario para decirle lo bien que lo hacía. Al mes me aventuré a pedirle quedar después del trabajo para tomar unas cervecitas. Sus negativas eran suaves, era normal con tanta casa y tanto hijo adolescente. Una noche le mandé un mensaje para ir el fin de semana a la sierra y ella muy cordialmente declinó mi oferta. Me mosqueé un poco y le dije entre jajajas que no iba a pedirle matrimonio y que éramos mayorcitos para poder acostarnos y saber separar trabajo de placer. Me respondió que su mama tenía un dicho que ella seguía a rajatabla ¨donde tengas la olla…¨ Me quedé de piedra con tanta soberbia y altivez. Al día siguiente ella apareció tan sonriente como siempre y yo la sentencié de inmediato. En mi empresa no hay lugar para la arrogancia y la altanería. ¡Trabaja para mí y me mira con esos aires de grandeza! Este mes de diciembre le va a tocar hacer horas como loca. Sus hijos van a tener que poner una foto suya en el árbol de navidad y en enero a la puta calle. A las mujeres de esta clase hay que enseñarle su sitio antes de que sete suban a la chepa.

Mamen Somar
Grupo C


Con mis pensamientos

Y yo estoy aquí, contemplando desde mi canchal favorito la lejanía, rodeado de mi soledad, de mi tristeza, y de tantos porqués. ¿Cómo he llegado a convertirme en el ser despreciable, al que mis convecinos rehúyen? Me recuerdo un niño tranquilo, soñador, en mi cabeza bullían ideas que subían y bajaban y que yo echaba fuera, no podía retenerlas ¿por qué?, ¿era un niño malo?, empezaron a llamarme el mentiroso, yo no quería pero ahí estaban mis fantasías, mis visiones, es como si viera lo que decía. Oigo la voz de mi madre que con el cuento de Pedro y el lobo quería que me diera cuenta que reírse a costa de los demás no era nada bueno, pero de nada sirvió, mis mentiras iban aumentando, que sí Juanín robaba chuches, que la María echaba agua en el tonel del vino, que Manu y Conchi habían estado en la tapia revolcados en el suelo, que había visto al sr. cura borracho, que Paco, el carnicero, mataba perros para hacer salchichas, se amontonan los recuerdos, me salían a chorro, la que me taladra es cuando fui al cuartel de la Guardia Civil. Al pueblo había llegado una familia de inmigrantes, se instalaron en una casa próxima a la mía, con Karin compartía juegos, quería ser su amigo. Un día descubrí que iba al nidal de la Sra. María, echaban la culpa a la raposa de la desaparición de los huevos, y no dije nada, ¿por qué? ¿Por qué no era mentira?, este es uno de los recuerdos, entre otros, que me llenaba de inquietud, de preguntas ¿Qué pasaba en mi cabeza? En la oscuridad de una noche observé al padre y tío hablando sigilosamente, oí palabras, atentado, bomba, autobús, el sargento me escuchó y tuvo que informar ¿Y si esta vez llegaba el lobo de verdad? Registros, interrogatorios, vigilancia en los autobuses, el pueblo lleno de guardias. Sí, habían recordado un atentado en su país. Aquel revuelo no me lo perdonaron, me consideraron peligroso y, aquí estoy, he oído hablar de mentirosos patológicos, ¿llegará una vacuna que me cure?

Inés Izquierdo Pérez
Grupo B


¿VERDAD?

Me abandono al vértigo de existir ese imprudente viaje hacia la nada y el todo y es imposible hacerlo siendo tú no se puede desde bien pequeña supe que había que mentir sin la mentira todo sería muy difícil y a mí me gustan las cosas fáciles. Alfonsita verdad que mamá te dijo el otro día que la vecina tenía buen gusto para decorar la casa? yo asentía con cara de inocencia y sinceridad viendo en el rictus de mi madre que si decía la verdad me quedaría sin merienda ella en casa había despotricado lo más grande de la reforma de la vecina hortera ordinaria chabacana eran algunos de los adjetivos que le había dedicado después mi madre a solas me acariciaba la cabeza y me da una chocolatina por haberle seguido la corriente así aprendí desde muy pequeña que la mentira me daba gratificaciones y la verdad castigos el aire frio se clava en mi cuerpo desnudo como agujas y así fui construyendo mi vida mentira sobre mentira como un gran castillo de naipes endeble pero cada vez más alto. Te gusta estudiar derecho? es la pasión de mi vida, te quiero y yo a ti también, tengamos hijos adoro a los niños, compramos un chalet a las afueras? claro odio vivir en el centro Y a fuerza de tantas mentiras me las llegué a creer hasta yo todos alababan mi trabajo como gran abogada de los casos que nadie quería era la misión de mi vida sacar de la cárcel asesinos violadores y ladrones todos tenemos derecho a una segunda oportunidad y quizás ellos tampoco eran así de verdad y los fines de semana a hornear bizcochos con mis hijos la madre perfecta ¡PUAJ! El agua helada abraza mis tobillos todo es una pantomima de la que ya no puedo salir me estoy asfixiando ya no sé qué es lo que me gusta de verdad y lo que no no distingo mi yo del yo mentiroso y uno de los dos tiene que morir ya no aguanto sus discusiones en mi cabeza ya no hay salida ni vuelta atrás solo puedo caminar hacia delante siento la humedad por las rodillas gélida pero reconfortante ya no toco el suelo me dejaré mecer por estas olas que sacuden mi cuerpo con violencia y que espero que se deshagan de una de las dos o de las dos y ser en este final inerte lo que soy un amasijo de vísceras carne y huesos sin verdades ni mentiras

Beatriz Gorjón
Grupo A


Se despertó la envidia

Todos los días la miraba al pasar siempre pensaba que podría ser la abuela que nunca pude tener ¡que tontería más grande! Sí existió la conocí en fotos no en persona, murió joven mi madre tendría ocho años una pena , a mí me gustaría tener una abuela como la que veo al pasar.

Yo no tengo culpa de nada, que mis padres fueran fantasmas en las tardes, ellos volvían a casa sí pero tarde, cansados y yo hacía lo que podía para pasar el rato o pasar ese mal rato meriendas solo, la tele me entretenía luego los deberes madre mía no se dejaban hacer se negaban ante mis ojos. Más tarde llegaba el momento de salir, buscar chicos para jugar, divertirme un ratito pero nada no tenía suerte todos se marchaban. Yo no tengo culpa de nada, de que alguno de mis compañeros de escuela se quedaran en casa al calor y cariño de sus familias, la verdad es que sentía envidia y mucha ¿ y yo qué podía hacer? Si yo no tengo culpa de nada.

Un día al volver del cole vi en el parque unos chicos, ellos al verme solo me invitaron a tirar unas canastas, no me lo podía creer por fin y ahí estuvimos un buen rato, más tarde me fui con ellos a un cobertizo viejo en el pueblo , allí nos contábamos historias, chistes. Plan perfecto todo solucionado las tardes llenas de risas, de buenos ratos, faltaba el cariño.

Pero claro no fue tan fácil todo esto tenía un precio, mis nuevos amigos me obligaron de algún modo a colaborar con cosillas para poder mantener en pie la panda, los balones los bocatas, los licores y algunas drogas. Vale si nos poníamos un poco, a mí me sentaba muy bien estaba contento, alegre vamos que me comía el mundo no creo que sea tan malo. Yo no tengo culpa de nada de estar solo, de estar vacío por eso estos chicos hacían las veces de mi familia. Bueno el caso es que me puse las pilas para no defraudarles y trazar un plan para robar, como te digo roooobaaar, solo era quitar a los ricachones aquello que les sobra, tienen tanto.

El tiempo pasó y los niños que aquella ancianita entrañable cuidaba se hicieron mayores la pobre señora se quedó sola ¡ que pena! Ya no tenía a sus nietos ahora se aburriría por las tardes igual que lo sufrí yo , la verdad me dio tanta angustia que un día bien colocado de todo un poco me atreví me acerqué hasta ella. La anciana regaba su jardín yo me ofrecí ayudarla, como lo ves, sí hombre sí, un rato de charla de compañía. Yo no tengo culpa de nada. Agradecía todo con cariño y con el paso del tiempo conseguí su confianza me invitó a entrar en su casa, me daba café y yo tan feliz y mis amigos contentos porque decían que esa vieja tenía muchos objetos de valor, ya lo creo tantas cosas juntas unas tapaban a otras. Fue fácil pillar aquellas figuras que ni la dueña más audaz se daría cuenta de que no estaban. No pasa nada no lo necesita son reliquias quietas sin vida sin servicio, era fácil mangar.

Mi amor, mi cariño fue creciendo y este era mutuo, felices, felicísimos, teníamos muchas risas, lo necesitábamos los dos y mi panda contenta porque aquello funcionaba.

Queda claro que yo no tengo culpa de nada. Un día esta vieja zorra le fue con el cuento a sus hijos, desde luego este golpe me dolió muchísimo, no lo esperaba era difícil de entender. Una tarde quedamos para hablarlo, yo disimulé bien y claro negué todo no sabía nada y lo mejor fue que la anciana me defendió delante de sus hijos, yo no comprendía pero ella me repetía que seguramente fuera por necesidad, que era un chico muy bueno, estaba claro que su cariño hacia mí era tan grande que la confundía y decidieron darme otra oportunidad y esperaban que devolviera todo y si era necesidad que les pidiera ayuda y ya se vería como se gestionaba .

L a relación dejó de ser tan abierta tan sincera yo sentía que se alejaba, que fresca esta ahora con esas, todo el tiempo me vigilaba donde entraba donde subía o bajaba, pero estaba claro tenia que seguir choriceando objetos mi otro trocito de mi ser lo necesitaba, los chavales me dejarían al final. Una tarde de invierno ella enfermó un catarro malo decía, la fiebre la tenía cansada y estaba tumbada, para mi perfecto podría andar por la casa sin llevar escolta, eso si claro yo no tengo culpa de nada porque la ayudaba con sus pastillas, infusiones y demás zarandajas me entristecía verla tan apagada.

Cometí el mayor error fue una trampa, la vieja astuta me la jugó y me pilló con las manos en la masa, comenzó a chillar como loca los golpes que de daba con la silla me dolían más en el alma y a punto de llamar a la policía la pillé a tiempo, no lo podía consentir y pensé que la tendría que matar. Y sin más le aticé un buen golpe en la cabeza y cayó al suelo como una hoja que se seca y ya no la sujeta nada.

Triste muy triste, el alma partida, tan solo sin saber qué hacer dónde ir decidí irme para siempre , la envidia y el odio me perseguirían siempre era mejor simplemente dejar de existir y marchar con ella hacerle compañía.

Ana Isabel Diéguez
Grupo C


Incomprensible

¡Son las 12 y aún no me han llamado a declarar! Me citaron a las 10.30. ¡Qué desastre! Ya sabía yo que hoy perdía la mañana! Como si me sobrara el tiempo, que voy contra reloj con todos los informes que tengo que presentar en el trabajo. ¿Cómo puede ser tan mala? Con lo que yo he hecho por ella y no se le ocurre otra cosa que denunciarme por malos tratos, violencia de género o como se llame eso.
Aquel día perdí los nervios, eso es verdad. Tuve una bronca monumental con el jefe y tal como está todo, con las amenazas de cierres y reubicaciones, me vi con un pie en la calle.
¡Cómo se puso conmigo durante la cena! ¡qué pesada con la alimentación y el ejercicio! A mí me estallaba la cabeza. Cuando me preguntó por Luisa con esa ironía, con esa mala leche, como queriendo sacar de mentira verdad, no pude más y le solté un puñetazo y me fui. Así se lo diré a la jueza, que antes de escucharme, seguro que ya está de su parte.
Le diré que me explique si no es violencia lo que ella hace conmigo, que no me deja en paz con sus tonterías y que siempre me está buscando y claro, me encuentra.
También le voy a decir lo que pienso de lo que ésta pretende. Desde que va al gimnasio con ese grupo de separadas, divorciadas y otras mujeres que no tienen quién las mire, no tiene más que pájaros en la cabeza y parece que los hombres lo hacemos todo mal.
¡Si mi padre levantara la cabeza!

Teresa Sanz
Grupo B


El intercambiador

Creo que de alguna manera estoy aportando un beneficio a la sociedad, cuando era chiquillo a todo el mundo le estorbaba, no era nadie pero ahora, con estas vistas, en mi hamaca favorita me doy cuenta de que mi existencia e esta vida es necesaria, puede que haya personas que no lo entiendan pero no así mis clientes.

Me considero un intercambiador de vidas, cambio vidas que no valen nada por otras que valen mucho.

Existen muchos niños y niñas en este mundo sin esperanza alguna, abandonados por sus familias o por gobiernos opresores, niños con hambre y frío, sin una sola posibilidad de ser alguien de provecho, no serán felices nunca y solo aportaran más miseria y delincuencia, yo los libero de esa existencia anodina y sin futuro, los libro de una vida de desgracia y sufrimiento ofreciendo a través de ellos una nueva oportunidad de vida a otros niños que si que tienen posibilidades de realización y vida plena, con padres pudientes que les quieren y que les darán educación y felicidad y sobre todo pagaran gustosos y agradecidos por un órgano pequeñito para sus hijos.

Con todo lo que esos padres (que saben que los órganos no crecen en los árboles) me pagan, yo doy trabajo a muchas personas a las que tengo contratadas para mi servicio y de paso así alimento a sus familias, eso sin contar con todos los puestos de trabajo que proporciono indirectamente gracias a todo lo que consumo, coches, casas, barcos… nadie puede juzgarme, soy serio, no soy hipócrita, creo que soy genuino, estoy orgulloso de mi labor. Por eso duermo tan bien en mi colchón de plumón.

Esther Yubero
Grupo A.


Confusión de vida.

Y ahora Raúl nos dice que realicemos un escrito haciéndonos pasar por otra persona, si él supiera. La verdad es que mi vida no ha sido muy placentera, no he actuado correctamente, ¿o sí? Bueno, no sé ; en casa mi padre bebía mucho alcohol y nos pegaba buenas palizas a nosotros y a mi madre, igual por esto yo soy así, ¡aunque mira mi hermano es biólogo y tiene una vida muy normalizada!, pero ahora me siento bien ,”ninguno de estos que están a mi lado se percatan de quien soy “, la verdad es que ni yo lo sé, aquel día estaba bajo los efectos de las drogas y el cabrón aquel no me quería pagar, pues mira lo que le paso esa noche, no recuerdo quien me dio aquella pistola , igual la robe ,total la cosa es que la tenía entre mis manos y apreté ese gatillo , como me miraba antes de que sus sesos se estamparan contra aquella pared blanca , y luego esos dos que aparecieron allí ¿quién les mandaría entrar en ese momento ?,pues nada otro ¡pum!, no me preocupo apretar otra vez el gatillo y ya iban dos , la mujer chillaba y me miraba aterrorizada , decía - que me ahogo , soy asmática , pues no te preocupes que no tendrás problema , saque una navaja y le raje toda la garganta, “me está mirando la compi de al lado ,le guiño el ojo y ella me responde con una sonrisa “, salía la sangre a borbotones y ni me inmute cuando aquella mujer caía al suelo ,total otro muerto ¿quién les mando estar ahí? ;pero ahora ya estoy en situación de normalidad ,como me dice el sicólogo , aunque pensándolo bien ,¡nunca estuve mal! , fue un momento de locura y efecto de drogas , pero eso sí , me volví a cargar a otro en la cárcel ,me hacia la vida insoportable ¡menudo memo! ,y ahora ,aquí estoy sonriendo y hablando de escribir sobre una vida inventada ,todos estos que están a mi lado piensan que solo soy un abogado , pero no saben que comparten clases con un asesino o tal vez solo soy un justiciero.

Josefina Félix
Grupo A


La mentira

Es una persona que antes de llegar a ocupar su puesto actual, una nueva responsabilidad, era una buena persona y hacia bien su trabajo. Pasar a ejercer su nueva actividad y desde un despacho.! Que pena! Todo cambio, lo que sabe hacer, y muy bien es MENTIR.
Quizá antes también mentía, difícil saberlo, el pasado ya es historia. A fecha de hoy, miente cada vez que hace declaraciones referentes a su actividad. No se si será consciente del gran cambio que ha sufrido, como profesional y la repercusión que tienen sus mentiras en terceras personas.
Va, a ser cierto el dicho de :"El poder corrompe."

Josefina Agustín
Grupo B


Soliloquio al amanecer

¡Que frio hace! Joder aún es de noche mañana no puedo abrir tengo que llevar a la niña al instituto joder con la niña mimada es lo que está si no fuera por su madre que la tiene en palmitas y ya tiene 15 años y el culo bien gordo de vaguear todo el día en el sofá bueno mejor abro yo y luego me piro total me da lo mismo me voy a levantar a las 5 este Toby qué le pasará al perro ahora pobre animal está viejo pero no lo voy a mandar sacrificar cuesta una pasta si lo quiero pobre animal es torpe cuando no se come una seta pocha se clava algo pero bueno me hace compañía me costaría una pelas darle matarile más me cuesta la niña y la tengo que aguantar si no fuera por su madre la iba a buscar su abuela pero su madre se lo merece esta gorda no es ninguna lumbreras menudo culo tiene María está superdelgada entre lo que trabaja y lo que fuma me quiere a mí no importa la edad pero fuma mucho vaya dineral que quema a diario vaya ahora se pone rojo esto de los 30 por hora es una mierda pero como la convenzo de que no fume se está quemando y el padre de la niña que no da señales de vida ni de bolsillo qué cabrón qué vidorra se pega vaya el capullo de turno tanto coche y no sabe conducir como convencerla de que no fume es terca como una mula se está matando por qué se mata si me quiere no ve que me quedaría solo bueno y solas sus hijas porque su padre ni caso y yo bastante tengo con los míos aunque a los míos los eduqué muy bien y mira ahora están estudiando sin ningún problema bueno eso me dice su madre que frío hace abro y me voy a tomar un café luego cuando llegue Pepe salgo y llevo a Toby al veterinario no creo que haya nadie hoy total con dos personas ya era suficiente a lo mejor no viene Pepe menudo jeta está hecho y no le gusta madrugar pero bien luego me voy antes y nadie le dice nada claro que su madre es muy mayor pero bueno tiene mas hermanos abro y me piro a ver si encuentro sitio cerca que no se me olvide dar las luces del fondo y alzar las persianas ¡coño que frío!

Araceli Sebastián
Grupo C


En la orilla

Sigo aquí, esperando, maldiciendo y acusando. Ellos lo han permitido, esto podía pasar, descender al abismo. Me asustan mis pensamientos, estoy aterrado. Por qué no denuncié, pero a mí, quién me creería, soy la porquería del sistema, el hijo imperfecto, basura humana. Y el, llegó a su vida, y jamás odié tanto. Pero ella, obsesionada con su presencia, era dependiente y humillada. Ausente de sus gritos y a merced de sus golpes. Justificaciones absurdas, noches en vela, aterrado entre visillos, transparencia total, dolor y náuseas.
Ahora te veo frente a mí, te miro y escupo tu cobardía.
Ellos vendrán, seré el asesino etiquetado, me acusarán de hijo especial, egocéntrico y malvado.
Tengo frío, demasiada escarcha. Este río pestilente refleja el infierno, mis desdichas y mis miedos.
El sonido del otoño en mis pisadas, lloro por el futuro, liberan el pasado, y el ahora... Cuánto tardarán en descubrirlo.

Guadalupe Sanchón
Grupo C


Monólogo 

Creerán que les hacen un favor. Cuanto antes sepan lo que se espera de ellas, menos problemas para todos. Sus padres han decidido que esta será su vida y yo he pagado muy bien el poco tiempo y el poco dinero que han empleado en su crianza. En esta parte del mundo las cosas son así desde siempre. Si se nace niña en una familia pobre no hay muchas formas de ayudar. Si además se es bonita, la salida es sencilla. Muchos hombres pagarán por sus cuerpos casi infantiles y sus habilidades de mujer. De nada sirve que retrasemos el encuentro con su destino. De nada sirve hacerles creer que su bienestar interesa a alguien. De nada sirve que les evitemos conocer los gustos más raros. Si se paga es preciso recibir lo que se desea.

Mi experiencia me dice que ser claro desde el principio simplifica las cosas. Yo estuve un año atormentada por la idea de tener que atender a viejos sucios o desdentados, o que me solicitaran para servicios especiales. Al final el catálogo de horrores también es limitado y una vez te amoldas a tu trabajo, intentas sacarle el mayor provecho. Algunas de las que estaban conmigo no dejaban de lamentarse, perdían sus fuerzas y dispersaban sus objetivos. Yo entendí perfectamente en que consistía este negocio y me dediqué a mejorar mi vida sin reparar en tonterías. No pensarán que estudié en la Universidad. Aprendí todo lo que sé en las habitaciones de una afamada casa pública de la parte baja de la ciudad cerca de la zona hotelera de moda en aquella época. Aprendí con quien es importante tener buenas relaciones para que todo el mundo te respete. Y también, claro , a quien debes evitar. Y lo más importante, respetar siempre la regla de oro, veas lo que veas, no debes comentar nada, la información que tengas es únicamente para ti. No es una regla fácil de seguir, al principio te involucras en la vida de otras chicas y su mala suerte te alcanza de lleno. Después aprendes a que sus problemas no te afecten, ni sus enfermedades ni su desesperación, tampoco, llegado el caso, su desaparación. La única persona que importa eres tú.

Que destino tuvieron las que confiaron en aquellos que iban a ayudarlas. Una vez consiguieron lo que necesitaban, las dejaron a la intemprerie sin preocuparse lo más mínimo de lo mucho que iba a llover.

No voy a cambiar mi decisión:

-Yeni pasa a la habitación 203.

Enrique Martínez
Grupo C


La chuleta

Joder con esta mujer, cada día cocina peor, vaya mierda de chuleta que ha hecho, parecía una suela de zapato, con lo que le habrá costado, bueno no, lo que me habrá costado, porque ella ahí tranquilamente en casa todo el día y encima siempre quejándose, en la fábrica tenía que estar como yo aguantando al gilipollas de mi jefe, llego a casa a las 3 ¡Desde las 6 de la mañana que salí! Lo menos que puedo esperar es tener la comida en el plato, pues no, tengo que esperar media hora por lo menos a que a ella le de la gana de ponerse a freír ¿qué habrá estado haciendo hasta entonces? Cotorrear con las vecinas o viendo una serie india o vete tú a saber qué. Liarse con otro, imposible, con esa cara y ese cuerpo a dónde va, quién va a quererla aparte de mí que por cierto no sé qué vi en ella, bueno sí dos buenas tetas tan tiesas y provocativas entonces, hoy me dan asco, me da asco ella, ni se peina, ni se cuida ni mucho menos se pinta o se pone tacones, siempre con ese chándal zarrapastroso lleno de harina y restos de huevo, pues sí, está mal lo que acabo de hacer, no debo dejar llevarme por esos arrebatos de furia, no debí tirarle el plato al suelo, sobre todo por la niña, la asusté, no debería hacer esto, pero joder es que llego hecho polvo del curro, tengo que esperar muerto de hambre ¿y para qué? Para comer una chuleta quemada que nos ha costado un ojo de la cara, dos horas de trabajo la puta chuleta, juro que intenté comérmela pero eso no se podía masticar y me dio tanta rabia, tanta rabia de no poder comer nada decente después de haber estado aguantando toda la mañana las burlas del cabrón de mi jefe y mis compañeros que le reían las gracias, eso era lo peor y llegar a mi casa y ver a ese guiñapo con su chándal sucio, el pelo grasiento y la chuleta joder qué manera de estropear una chuleta. Dos horas de burla, dos horas de humillaciones y ese era yo la chuleta quemada seca, sin jugo así estoy yo exprimido por todos y claro ella encima quejándose y quejándose y yo con las risas de mis compañeros en la cabeza y la chuleta quemada y una furia me recorrió por dentro y tiré el plato contra el suelo así sin pensarlo y le dije que a ver cuándo aprendía a cocinar y a estar presentable para cuando llegara y mi hija en la esquina lloraba y eso era lo que más me dolía porque ella no tiene culpa de nada.

Api Moreno
Grupo C


No debería haber venido

No debería haber venido. ¡Si ni siquiera está siendo interesante! Esto ha sido un error. Menos mal que le dije a la Isa que me iba a visitar a mamá, ¿te imaginas lo que me diría si no? Se lo tomaría a risa e iría a contárselo a mis compañeros. “¿Sabes lo que hizo ayer Pablo?” Lo peor es que tendría razón, sí la tendría, porque llevo aquí media hora pensando en si tengo que comprar tal o cual que si el proyecto de jardinería… ¡Encima solo! Aquí deberían estar todos, como yo, eso sí que sería emocionante, pero se están perdiendo las buenas costumbres. Solo quedo yo, solo, al pie del cañón, luchando… El resto estarán en el bar, calentitos. Calentitos como el sábado pasado, una más y nos echan. Bueno. Pero no, aquí estoy yo, solo, pasando frío. Como un hombre. La invitación lo decía muy claro, lo decía, que era para todos. Porque a mí en realidad esto me importa un carajo, es por ellos y porque es tradición y si lo decía la circular habrá que sacrificarse y hacerlo. Pero el resto no, no. Así va el país, claro. Si no nos ponemos de acuerdo entre… La chica del fondo me está mirando otra vez. Y yo tenía que haber mirado el móvil antes de salir de casa, ya me lo dice la Isa, para qué lo quieres si no lo sacas. No para la tía, no tiene ninguna vergüenza. ¿Y si publica el selfie? Pero no, no creo. Me prometió que no lo haría. No lo haría, ¿no? Pero y si lo hace. Ya lo veo, como siempre todas las culpas a mí, a mí cuando no he hecho nada, solo estaba siendo un hombre, y yendo a misa, y pensando en la compra, si a mí esto me da igual, y cuando llegue mañana… Sí que ha sido un error, lo ha sido. Bueno, ahora quieto, disimula, como si no pasara nada, como si no supieras ni quién eres ni dónde andas y el lunes ya veremos… Hombre sí, ahora hacen fotos a la bandera con el águila. Justo a esa, claro. Mañana en portada. Madre mía, Pablo. Espero que por lo menos haya un buen chuletón para cenar.

Eva Suárez Moreno
Grupo C


Yo maté a Lorca

Si, así fue como ocurrieron las cosas.
Yo no apreté el gatillo del fusil
que dejó a Federico inerte junto al paredón,
pero fui yo, solo yo, quien le delató.
La culpa la tuvo esa maldita envidia
que me corroía el alma y el corazón.
Nos conocíamos desde siempre,
vivíamos en el mismo pueblo
y acudíamos a la misma escuela.
Él era el mejor alumno, con diferencia
sobre todo en los poemas que escribía.
Eran tan hermosos que maravillaban a quienes los leían.
Nunca se lo dije, pero fue mi gran amor.
Sin embargo él en mí, nunca se fijó.
Pronto se marchó del pueblo,
escribió muchos libros
y se convirtió en un famoso escritor,
pero estalló la guerra y su sinrazón.
Comenzó la caza de escritores y poetas
se les consideraba muy peligrosos
por remover conciencias
y movilizar a la clase obrera.
Se hizo una lista negra
y su nombre, estaba en ella.
Que fácil fue ir al cuartel y delatarle
por agitador y revolucionario.
No me pidieron pruebas,
solo tuve que poner mi nombre en una cuartilla.
Se lo serví en bandeja.
Desde aquel día no he vuelto a ser la misma
dicen todos que desvarío,
por eso estoy en este centro,
desde el que escribo este relato,
rodeada de sus libros, que leo y releo
desde que me levanto hasta que me duermo.
Ya viene la enfermera a mi cuarto
con las pastillas y la jeringuilla en la mano
siempre dice lo mismo:
-Te ayudará a callar tus lamentos
y tu sueño será tranquilo.
Pero hasta que me duerma,
seguiré gritando con todas mis fuerzas
para que todo el mundo lo sepa,
que fui yo, y sólo yo,
quien mató a tan gran poeta.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Yo maté a Lorca

Yo soy quien dio el tiro de gracia a Federico García Lorca, para eso era el jefe del pelotón de
fusilamiento que le dejó inerte junto a ese muro gris y sangriento, a las afueras del pueblo.
Me llamo Juan García Martínez. No sé leer ni escribir porque a la escuela nunca fui. Mi madre
nunca me quiso y mi padre, tampoco. Los chicos de mi barrio me decían que era tonto y las
chicas me gritaban al pasar: “Feo, feo y tres veces feo”. Odiaba a todo el pueblo. Solo pensaba
en vengarme algún día, de un modo u otro, de todos ellos.
Mi oportunidad llegó al declararse la guerra y al tomar los militares mi pueblo no dudé ni un
segundo, en unirme a ellos. Me resultó muy fácil. Sólo tenía que hacer lo que ellos decían y
ordenaban, sin más. Muy pronto me hicieron jefe de un grupo de infelices que hacían todo lo que
yo les ordenaba.
Todo parecía ir bien pero desde ese día que abatí al poeta, mi vida no ha vuelto a ser la misma.
No puedo comer ni dormir, de repente lloro y al momento, rio. Me han metido en una celda
húmeda y fría, rodeado de todos los libros que escribió el poeta. No sé lo que dicen pero todas
las madrugadas escucho pasar, muy deprisa, las páginas de todos ellos y me gritan, muy
enfadadas: “¿Por qué, pero por qué mataste a nuestro creador Federico García Lorca aquella
triste madrugada?

Marian Pérez Benito
Grupo A