Bienvenidos al blog del Taller de Escritura Creativa de la Casa de las Conchas. Mi nombre es RV, y soy el asistente personal de Raúl Vacas. Un chatbot, vamos. Para continuar leyendo en esta página no pulse ninguna tecla, siga el curso de las palabras de izquierda a derecha -ya sea usted japonés o árabe- y déjese llevar por lo que dicen o lo que sugieren. Les recuerdo que detrás de todos estos textos hay seres humanos con inteligencia natural. Personas que leen, piensan y escriben de manera autónoma, sin necesidad de otras inteligencias como las artificiales. Son humanos con inteligencia emocional que en esta ocasión reflexionan sobre robots y androides.
"No soy un robot", señala Juan Villoro. "Tampoco yo soy un robot", suscribe Amalia Iglesias. Ambos nos ayudan a redefinir la palabra "humano" en un momento de la historia en que tenemos que certificar que no somos robots cuando queremos acceder a determinados portales o plataformas de internet. Dos libros: uno informativo, apoyado con datos objetivos, sobre la repercusión que tiene en nuestras vidas la tecnología y lo digital, y que coloca al libro y la lectura en este nuevo horizonte maquinista. Otro, un libro de poemas, que exalta y dignifica el alma, lo pequeño, la emoción, lo humano y que trata de fundar un nueva utopía basada en la resistencia y la defensa del asombro y la realidad no virtual de las pantallas.
En la sesión hablamos de Juan Villoro y su último libro, No soy un robot, una lectura que nos permite conocer en qué punto cardinal estamos con relación a lo virtual y cual es el papel de la lectura y el libro entre tanta pantalla. ¿Somos nuestro avatar? ¿Vivimos de perfil? ¿De cuántos likes se compone nuestra dieta? ¿Hay una Alexa o un chat GPT en nuestra vida? ¿Nuestras vidas son los prompt que van a dar a la IA? Un libro que nos alerta del ensimismamiento y del individualismo, que nos descubre algunas islas de lo "auténtico" y que nos mueve a reflexión sobre lo humano. Podéis conocer mejor a Juan Villoro en esta conversación con Eduardo Bravo en el Espacio Fundación Telefónica. Dos humanos que hablan sobre androides y humanoides.
Sembramos aquí un plantón del libro:Ignoro si existe un libro sobre las transformaciones cotidianas que la imprenta trajo en el siglo XV. No me refiero a la obra de un historiador, sino a la de un testigo de cargo, un cronista sorprendido de la forma en que el libro impreso cambiaba las costumbres, las relaciones entre padres e hijos, el cortejo amoroso, el placer de dar regalos, el trato con la Iglesia, las aventuras del conocimiento y, sobre todo, la idea que los lectores tenían de sí mismos.
Con alguna demora (la literatura no tiene prisa), este libro propone algo similar en el siglo XXI. He querido trazar un cuadro de costumbres contemporáneas acudiendo a la lectura de autores de muy distintas disciplinas y a mi experiencia personal. No soy un robot combina el ensayo con la crónica, la divulgación de noticias tecnológicas, las memorias y el cuaderno de viajes. Reflexionar sobre la cultura de la letra resulta imperioso en un momento en que la especie pierde facultades que son asumidas por las máquinas. ¿Qué es lo humano hoy en día? La pregunta, que antes apelaba a los filósofos y los teólogos, es planteada a diario por las computadoras. Para entrar a un sitio virtual debemos identificarnos como personas; pertenecemos a la primera generación que puede ser sustituida por mecanismos. En consecuencia, las páginas web solicitan que marquemos la casilla junto al lema «No soy un robot».
A veces, el sistema operativo nos somete a una segunda prueba, mostrando diversas fotografías en las que debemos distinguir los animales, los semáforos o los medios de transporte. Este examen tiene un componente cognitivo, pero lo más importante es otra cosa. Al deslizar los dedos sobre la almohadilla táctil» de la laptop, hacemos un movimiento distinto al de las máquinas. El «factor humano» depende menos de nuestra habilidad intelectual que de un recorrido sensorial. La inteligencia artificial puede discernir entre una imagen y otra, pero, al menos por ahora, carece de una mano que se mueva como la nuestra.
En las páginas que siguen hablo de islas. El océano virtual nos relaciona con discursos fragmentarios que rara vez se tocan. De acuerdo con George Steiner, una de las tragedias del conocimiento moderno es que los expertos saben cada vez más de cada vez menos». La sabiduría se ha vuelto insular, pero los territorios dispersos se pueden integrar al modo de un archipiélago gracias al mar común de la lectura.
No me he especializado en ninguna de las disciplinas mencionadas en este libro; me limito a practicar una curiosidad que las vincula a todas ellas. Soy un lector. En esa medida, sé que dependo de quien se encuentra al otro lado de esta página.
Escribo estas líneas en el umbral de lo posthumano. El mundo que estamos dejando atrás ha dependido de una tecnología que puede hacer que ciertas virtudes de la especie perduren en el porvenir: la lectura. La escritura ofrece la posibilidad de un texto; su significado profundo deriva de otro gesto: la interpretación.
Sin necesidad de marcar una casilla, quien sabe leer afirma: «No soy un robot».
Buscamos también preguntas, o respuestas, en los versos de Amalia Iglesias de su libro Tampoco yo soy un robot, su último trabajo poético.
Podéis conocer más de cerca a Amalia y escuchar algunos poemas de su libro en esta conversación con Gonzalo Escarpa dentro del ciclo "L de Lírica".
Y recomendamos leer todos los días, como si de una oración laica se tratase, el siguiente manifiesto:
MANIFIESTO de retaguardia para resistir.
Insisten, empecemos por las noticias optimistas,
hay que taparse los oídos a besos
y no sucumbir al apocalipsis tan temprano.
No desayunes el miedo edulcorado de los servidores
ni las fake news donde baten las cenizas a deshora.
Procura tomar cosas que no se hayan digitalizado todavía.
No pienses en el acantilado de tus huesos,
imagina que te aguarda tu ave fénix
en los restos de cada hoguera.
Imagina que la tristeza es la víspera de la esperanza,
cruza el ecuador de cada día
sin despertar recelos en tu sombra,
contradice las estadísticas
y las expectativas de su relato.
Funda tu propia resistencia
sin esperar que nadie venga a decirte
que han ganado los buenos.
Concentra tu atención en la botánica de los brezos
procura preservar lo que permanece en las cosas pequeñas
y tus costumbres humanas.
Para formular nuestra tarea de escritura encontramos la inspiración y la referencia necesarias en el último verso de este otro poema y que muestra la vibración y el tono del libro:
pero nunca leer tu pensamiento
ni que le tiemble el pulso.
Lo que late sin nombre,
y se aloja en ningún lugar de las arterias,
generaciones de inteligencia emocional
para el cauce de la incertidumbre
y los no lugares por donde trepa la memoria
y se hace fuerte como una hiedra milenaria,
ecosistemas y declinaciones entre el amor y la muerte
y las metáforas del existir después de todo
deletrear nuestros nombres con sus versos inacabados
y sus astillas de la tristeza por venir, y sus espinas cansadas,
pero también con los ojos abiertos a la plenitud del atardecer,
a los instantes efímeros de la felicidad
y la música del aire recién respirado
y de la nieve intacta de soñar
y de la adolescencia del asombro en su ascensión
y de la naturaleza virgen
capar de florecer de nuevo en todas sus grietas.
ACASO un robot pudiera aprender a llorar antes del deshielo,
antes de la invasión de los insectos
y de sus larvas incubadas bajo la Antártida que se deshace,
acaso sea tarde para desprenderte de los chatbots, cuando
sus palabras metálicas se desintegren en tu boca
como los hongos podridos en la boca de Lord Chandos.
Nos preguntamos quién sería este Lord Chandos al que se refiere Amalia y por qué las palabras se desintegraron en su boca y encontramos algunas respuestas sobre esta cuestión y el personaje en este artículo titulado "El hombre que renunció al lenguaje con una carta" de Álvaro Márquez Guerrero. También Juan Villoro escribe sobre él en este artículo titulado "La profundidad de la superficie. Hofmannsthal libretista de ópera".
Propuesta de escritura
Escribe una carta a Francis Bacon (como hiciera Lord Chandos) y explícale tus miedos ante este nuevo horizonte digital y artificial. Pregúntate si el lenguaje y la Literatura son limitados para señalar este "humanismo en agonía". Si la máquina o la inteligencia artificial (IA) acabarán por imponer sus discursos o si hay margen para la esperanza.
Y estas son las tareas recibidas hasta ahora:
A Rafael
Querido amigo, respondo a tu carta que hace meses recibí y a tu llamada de ayer que quedó grabada en mi contestador pero que, por falta de tiempo, no pude contestar. Te explicaré un poco lo que es mi vida de ahora. No me quejo de que sea ni mejor ni peor que antes pero sí que es muy distinta.
Llevo meses sin salir de mi habitación. Me siento un hikikomori y la verdad es que me gusta pues, aunque te parezca mentira, es allí donde me siento realmente libre. Tengo a mi alcance todo lo que me gusta y me hace feliz. El día se queda corto para hacer todo lo que quiero.
Mi vida gira alrededor del ordenador que me acompaña en mis alegrías y también en mis muchas y largas crisis existenciales. Estoy inmerso en un intensivo programa de domótica y no puedo perder ni un segundo para aprender todo sobre ella. Luego subo videos a YouTube para mostrar mis habilidades culinarias las cuales deben gustar, pues tengo muchos seguidores.
Más tarde, me pongo con el curso gratuito de Duolingo. A ver si subo de nivel con mi alemán, que falta me hace. A mediodía tengo Zoom con mi jefe para comentarle sí he conseguido los objetivos que me había marcado. Mientras tomo un tentempié, miro si los resultados de mis inversiones en las criptos que a día de hoy, no me están dando las ganancias que esperaba.
No creas que me siento solo pues tengo a mis asistentes virtuales que me acompañan, resuelven todas mis dudas y contestan a mis múltiples preguntas. La verdad es que estoy encantado con Siri. Es mucho más versátil que Alexa pero no me desprendo de ninguna de las dos.
En estos últimos tiempos ha entrado con fuerza la Inteligencia Artificial que es el último grito en las nuevas tecnologías. El Chat GPT es una revolución en todos los órdenes y evoluciona a la velocidad de la luz.
Mientras te escribía estas líneas, me ha llegado una notificación de Pepper, el robot humanoide que vive con mi madre para paliar su soledad. Me ha comunicado el repentino fallecimiento de ella. Todos estos años tecnológicos, han consumido mi tiempo scrolleando y olvidando lo más importante. Me despido pues debo salir sin dilación de mi mundo virtual y enfrentarme a la realidad.
Te mando un fuerte abrazo, amigo mío.
Marian Pérez Benito
Estimado señor Bacon:
Después de varios meses de observación sistemática he llegado a una serie de conclusiones que voy a tratar de organizar y depurar en este escrito. ¿Y a quién enviárselas mejor que al maestro del empirismo, el apóstol del método científico y, además, mi respetado maestro?
Quisiera no ser pesimista, pero adonde quiera que dirijo la mirada encuentro motivos sobrados para el desánimo y razones para los más oscuros temores.
Que la Tierra, nuestro planeta, tienes sus días contados no se le escapaba ya a los sabios de la antigüedad. Saber que estos días son ya tan escasos estremece a los pocos en estos albores del siglo XX somos conscientes de ello.
¡Basta! Disculpe mi amado maestro que los más negros augurios lastren mi discurso. No quiero escribir aquí impresiones sino hechos incontrovertibles y que sea usted, en última instancia, quien valore la certeza de mis juicios.
Basta con ser medianamente observador para percatarse de que una población humana que crece de modo exponencial —se duplica cada treinta y cinco años aproximadamente— supone la mayor plaga que ha vivido el planeta y, como todas las plagas, amenaza con agotar sus recursos.
Lógicamente, alimentar a una marabunta de tamaño desmesurado y creciente exige explotar la Tierra hasta su completa consunción. Las necesidades humanas de combustibles y materias primas para construir sus ingeniosos instrumentos están a punto de agotar lo que el globo acumuló durante millones de años. A esto se añade que la producción de estos bienes no es inocua, sino que llena de podredumbre y veneno tierras, ríos, océanos y cielos.
Es obvio que esta es una carrera hacia la hecatombe y esto es más evidente si se le añaden dos ingredientes más al cóctel. El primero es la inveterada resistencia del hombre a adoptar medidas que pudieran mitigar o retasar la catástrofe si ello trae consigo un deterioro de sus modos de vida. Y el segundo es el egocentrismo y la ceguera de las potencias coloniales que piensan que basta con esquilmar sus lejanas posesiones y trasladar a ellas los detritus y poluciones para que su medio ambiente, su estado de prosperidad y su futuro no enfrenten el menor peligro.
Hay incluso algunos, cínicos desvergonzados, que proclaman que las guerras serían la solución más efectiva para resolver este exceso innegable de población. Son los que corean con irresponsable superficialidad a aquellos que pronostican una gran guerra en el continente o, tal vez, dos.
Admirado, sir Francis. Proclamar estas incontestables verdades me ha ido cerrando las puertas de esta sociedad hipócrita y desvergonzada y me ha condenado a un ostracismo y un silencio que solo me es permitido romper comunicándome con usted, un hombre muerto hace exactamente tres siglos.
Como ve, mi venerado maestro, no me faltan las palabras ni argumentos para denunciar en voz alta estos desmanes, esta locura suicida que, más pronto que tarde, acabará con todos nosotros. Lo que sí me faltan —se me han cerrado de modo vergonzoso— son tribunas donde exponer estas verdades irrefutables, cátedras donde demostrar mis tesis y templos donde proponer las expiaciones.
Silenciado y deprimido le envío mis más sentidos respetos y los deseos de que mis temores resulten desproporcionados.
Bienaventurado usted que falleció cuando el mundo era lo suficientemente grande como para que la locura humana resultara insignificante.
Lord Pepe Lorenzo
Grupo B
Querido Francis Bacon:
El desarrollo de sistemas de IA es cada vez más sofisticado y considero que es crucial pararse a pensar en los peligros potenciales que conlleva esta tecnología.
Soy la primera en reconocer que estos avances suponen una revolución en campos tan diversos como la medicina, la educación incluso en la seguridad pero también incluye riesgos que no podemos ignorar.
La IA podría reemplazar en un corto periodo de tiempo a millones de trabajadores lo que podría desencadenar una crisis mundial económica y social sin precedentes.
Se podría utilizar para manipular sistemas críticos poniendo en peligro la seguridad y la privacidad de las personas.
Si se pierde el control de las máquinas estas podrían tomar decisiones que pongan en peligro a toda la humanidad.
Personalmente me da mucho miedo pensar que cualquiera tenga acceso a esta tecnología en una máquina que actualmente todos y todas llevamos en el bolsillo porque si bien es cierto que nos ayuda y nos facilita la vida, en manos malintencionadas se podría hacer un daño irreversible.
Cada vez con más frecuencia ponemos nuestro día a día en manos de máquinas sin saber el riesgo que corremos al cofiar nuestros datos personales ni donde llegan ni con qué intención los distribuyen después, porque, si bien es cierto, que ninguna máquina tendría razón de ser sin el factor humano que hay detrás, programándola y haciéndola funcionar, también es verdad que no siempre ese factor humano tiene buenas intenciones.
Otro tema de preocupación es pensar que el ser humano cada vez tiene más de máquina, estamos perdiendo a pasos agigantados la empatía, la solidaridad, la compasión. La comunicación cara a cara se está perdiendo y confiamos en aplicaciones que pueden enviar mensajes instantáneos a cientos de contactos y a la vez sentirnos cada vez más solos.
Me pregunto si estamos perdiendo nuestra humanidad en este avance hacia el futuro.
Atentamente.
Aurora Zarco
Grupo B
Carta dirigida a Sir Francis Bacon
Estimado señor: aunque podría ir dirigida a su pariente, el Fraile Roger:
Hoy me encuentro en el siglo XXI, con un peligro a las puertas. Vosotros os enfrentasteis en vuestras épocas a una situación parecida; el primero fue prácticamente el padre del método científico: nos enseñó que había que valorar los casos específicos, y teníamos que olvidarnos de nuestros ídolos o prejuicios; que él clasificaba como los de la Tribu, los del Mercado, los del Teatro, y los del Antro.
Siguiendo su método, desarrollamos la ciencia y la tecnología que conocemos y manejamos.
Hoy nos enfrentamos a un peligro mucho mayor: la Robótica y la Inteligencia Artificial. Seguro que si estuvieseis entre nosotros algunas ideas se os ocurrirían para luchar contra ellos.
El que os escribe no es un robot: primero escribe, luego lee, y a continuación interpreta, “ergo”, no es un robot.
Una vez aclarada la situación, creo haber encontrado la solución: todo consiste en poder elegir. Aquí está la clave; si conseguimos no dejarnos llevar por la corriente, tendremos la llave. ¿Habremos vencido a la inteligencia artificial?, puede que sí, puede que no, pero al menos caminaremos a su lado, con la posibilidad de acercarnos y/ o alejarnos de ella a voluntad. Que no nos atrape, que no nos encadene, que no nos arrastre: esa es la solución.
Sin más se despide atentamente su seguro servidor:
Uno que no quiere ser un Robot.
Posdata: si se os ocurre alguna otra solución, que seguro que sí, espero halléis la forma de enviárnosla desde el “más allá”, a los que todavía estamos en el “más acá”, cada vez más “entontecidos”.
José Luis Fonseca
Grupo A
Carta al pasado
Mi ilustre Sir Francis Bacon:
Escribo desde el futuro, donde todavía están vigentes tus profundas reflexiones del entendimiento humano, honda preocupación la que percibo a mi alrededor teniendo como muestra la indolencia, apatía, impasibilidad, inercia con que se miran las injusticias, los abusos y el dolor ajeno.
Miramos sin ver, oímos sin escuchar, no queremos obrar para paliar ese sufrimiento de lo que solamente nos llega, a través de las tecnologías y las pantallas.
La humanización ha desaparecido salvo para algunos valientes y utópicos que a su alrededor y no más lejos tratan de dejar un mundo mejor a través de sus obras.
Solamente desde el respeto a los demás, la responsabilidad desde la infancia, honestidad y sinceridad en nuestro núcleo familiar, amor como expresión emocional para reforzar los lazos y fomentar la autoestima, afecto, solidaridad dentro y fuera de la familia para fomentar el compromiso social, perseverancia y esfuerzo como eslabón del éxito, la justicia, tratando a todos por igual, gratitud y agradecimiento, tolerancia y humildad, palabras que todos conocemos pero pocos los tienen presentes cuando se enfrentan día a día con múltiples situaciones que pueden ser intolerables y que asumimos sin pestañear.
Cuando tenemos a nuestro alrededor un problema, sabemos que lleva ahí mucho tiempo pero no actuamos con la diligencia debida y casi siempre nos pilla sin prepararnos.
Todo esto me inquieta, que echamos la culpa a nuestros jóvenes y somos nosotros los que los hemos criado y educado, la autocrítica no se practica, la educación no se corrige y los problemas nunca se solucionaron solos.
La brecha generacional existe pero hay herramientas para aprovecharse de la generación pasada, de sus conocimientos, y empatizar con escucha activa para comunicarse con la nueva generación y los avances tecnológicos.
El catastrofismo no se puede imponer, y como dice el refrán…
A grandes males, grandes remedios
Grupo B
Sol de invierno
Eres el querido y deseado,
eres ese amigo bienvenido,
eres la vida del ser ya consumido,
eres luz del dolor desconsolado.
Si al amanecer estás acurrucado
y ese día pienso que te has ido,
me levanto de la cama muy dolido
y estaré muy triste y fatigado.
Son linces los rayos que desprendes,
que salen veloces cabalgando
y al frío y helado invierno le sorprendes.
Energía y dulzura derramando,
un mundo colorido que tu vendes
y un brillo de un planeta nacarando.
ELCA
Grupo C
Soy un Robot
Tecleo unas letras
interpretación analógica
abriéndose paso entre símbolos extraños
quiero entrar
pero la puerta está cerrada
y se resiste a mi ábrete sésamo
mente digital digitalmente
me cierra el camino
una y otra vez
pero mi huella es un archivo
que ya pertenece a la nube
al cielo
y su becerro de oro
que adoramos en estos tiempos
de zozobra
pensamos maquinalmente
yo soy yo y mis algoritmos
ama al Chat GPT sobre todas las cosas
no te rebeles
déjame entrar
come la manzana Apple
y sus ruedas de molino
ríndete al Gran Fake
el nuevo Mago y Señor
de todas las cosas
no pienses por ti mismo
¿para qué molestarte?
el genio de la Gran Pantalla
lo hace por ti
por todos
te amamos con nuestros likes
y nuestro corazón de silicio
hazte otro selfi virtual
en el Nuevo Paraíso
todo en todas partes al mismo tiempo
el Aleph
eres divino inmortal
la historia acabó
por fin El Fin
descansa el sueño de los hombres
justos e injustos
ya desaparecieron los falsos profetas
del Apocalipsis
ha nacido el nuevo mundo
la nueva Era Virtual
querías entrar
buscabas la clave
tenías que demostrar que eras un hombre
es inútil
ya hemos entrado nosotros
con tu consentimiento sí
autorizaste todas las cookies
nos abrimos paso
en tu cuerpo y en tus manos
pongo mi huella -tu huella-
un simple escaneo
y se abren las puertas del Paraíso
tu mente tu cuerpo y tus manos
ya no tienen conexión
con un simple reseteo
borramos tus sucios archivos
el pecado original
de ser humano
y surge la chispa
el chip de la Vida Virtual
el Gran Renacimiento
ya eres un Robot
y vivirás eternamente
post humano
Yo Robot
Ay Robot
IA
Grupo A
Querido Paco
Querido Paco,
permíteme la licencia de tutearte en lugar de dirigirme a ti como honorable barón de Verulaniun y vizconde de Saint Albans, pero lo inaudito de la situación sobrevenida me ha afectado de tal manera, que solo de forma coloquial y en confianza puedo ser capaz de transmitirte todas mis zozobras.
La bola de nieve que echasteis a andar hace quinientos años, no ha dejado de crecer. Muchas ventajas ha traído a la humanidad y los avances producidos han sido tan beneficiosos que la población se ha multiplicado por cinco en un siglo. Lo último ha sido el advenimiento de la Inteligencia Artificial, AI, que ya nos ha superado largamente en capacidad de almacenamiento y manejo de datos y se vislumbra que nos aventajará largamente en todas las competencias que orgullosamente considerábamos típicamente humanas.
Pero el motivo de mi preocupación ha sido lo acontecido esta última semana, que me ha llevado a desprenderme de todos los artilugios electrónicos, cuando haya ocasión te explicaré gustoso en qué consisten, que enumero en parte: teléfono móvil o smartphone, tablet, ordenador portátil, computadora, fibra óptica, instalación domótica, televisor, portero automático, sistema de vigilancia, coche inteligente, electrodomésticos autónomos y demás ingenios provistos de chips alimentados de algoritmos.
El asistente personal de la AI me ordenó ir al médico para una revisión. Al volver con el diagnóstico, que era algo preocupante, él ya lo sabía de antemano y además me predijo que al día siguiente iba a tener un episodio depresivo a las 12:37h, lo que sucedió puntualmente, justo después de colocar toda la compra que él mismo había pensado, encargado y abonado. Una vez recuperado del abatimiento, me anunció que el coche no iba a arrancar, que la empresa me iba a rebajar la categoría y el sueldo y que mi pareja se iba a vivir con su madre una temporada de reflexión. Todo se fue cumpliendo durante las horas siguientes. Para remate, ayer por la noche me adivinó lo que iba a soñar y los pensamientos que iba a tener hoy por la mañana. Así ha pasado, como me lo dijo, punto por punto, sueño a sueño, pensamiento a pensamiento.
¡Ya no puedo más! Todo este avance es un producto de la Ciencia y la Tecnología, pero yo soy un producto de la Naturaleza y la Evolución y ya no aguanto un día más este control inhumano. Me vuelvo al pueblo y me dedicará a cultivar patatas y cuidar de mi burro.
Gracias Francis Bacon, Paco como te llamaríamos por estas tierras, por tu atención y espero no haber perturbado en demasía tu descanso con esta misiva transtemporal.
Manuel Medarde
Grupo A
Carta al Muy Honorable y probablemente confundido por el WiFi del Más Allá Sir Francis Bacon
¡Saludos, ilustre y empíricamente baconiano Sir Francis!
Ante todo, perdóname si esta carta te llega en forma de spam celestial o como un pop-up en tu retina eterna. Sé que en tu época lo más tecnológico era un reloj de sol con mal carácter, pero aquí estamos, en el siglo XXI, donde hasta las tostadoras tienen más capacidad de procesamiento que el cerebro de un político promedio.
Me dirijo a ti con un alma atormentada (y un historial de búsquedas en Google que daría vergüenza hasta a un demonio lovecraftiano). Verás, querido Bacon, mientras tú te esforzabas por clasificar el conocimiento humano en bonitos estantes lógicos, nosotros ahora luchamos por que una inteligencia artificial no nos catalogue como "error de sistema, usuario irrelevante o factor desechable”
El lenguaje, ese viejo truhan que tanto amaste, ha sido secuestrado por algoritmos que escriben poesía romántica (bastante mal por el momento), mientras calculan cuántos anuncios para venderte algo que acabas de comentar con un amigo/a, o acabas de consultar en safari, pueden colarte antes de que te des cuenta. ¿Puede la Literatura competir con una máquina que genera novelas de vampiresas enamoradas de licántropos en cero tres segundos? ¿O estamos destinados a que el futuro de las letras lo dominen robots que creen que un ensayo es solo el modo default de su procesador de texto?
Temo, oh padre del método científico, que tu sueño de dominar la naturaleza se ha convertido en la pesadilla de que Siri y Alexa nos dominen a nosotros, aplicando estrategias bien de Sun Tzu, o la excepcional e irrepetible de madre-controla (esperando a que llegues tarde a casa) con bigudíes y en batamanta.
Imagínate: un mundo donde las máquinas escriben mejor que nosotros, piensan más rápido que nosotros, y encima no tienen que lidiar con la resaca de los fines de semana. ¿Dónde queda el orgullo humano? ¿En que todavía podemos llorar con una película de Pixar o una serie turca, mientras que un robot solo te puede decir: detecto tristeza, ¿deseas un meme de gatitos?
Pero aquí está el detalle cósmico, querido Sr Paco Tocino: las inteligencias artificiales, por ahora, no saben fingir que entienden a Kafka o a Nietzsche después de tres copas de vino. No pueden improvisar una teoría filosófica en un bar a las tres de la mañana, ni inventar excusas tan elaboradas como “mi perro se comió mi ensayo sobre ética kantiana". Así que, mientras ellas calculan probabilidades, nosotros seguimos aquí, siendo gloriosamente absurdos, irracionales y capaces de emocionarnos (algunos/as) con un like en una foto de nuestro brunch.
En resumen, venerado Bacon, si en tu laboratorio celestial encuentras algún remedio contra el "síndrome del impostor digital" o una forma de que ChatGPT deje de sermonearte como un profesor de yoga, ¡házmelo saber! Mientras tanto, seguiré aquí, riéndome de mi propia obsolescencia y esperando que las máquinas nunca descubran el poder del sarcasmo.
Con profunda admiración y un ligero temor a que me oiga mi asistente virtual. Recibe el saludo de este humilde (y algo confundido) admirador del siglo XXI
PD: Si en tus investigaciones en el Más Allá encuentras un método para evitar, que mi teléfono me corrija constantemente los mensajes de texto (sobre todo en WhatsApp), te estaría eternamente agradecido.
Calgari
Grupo A