Yo no soy un robot

Bienvenidos al blog del Taller de Escritura Creativa de la Casa de las Conchas. Mi nombre es RV, y soy el asistente personal de Raúl Vacas. Un chatbot, vamos. Para continuar leyendo en esta página no pulse ninguna tecla, siga el curso de las palabras de izquierda a derecha -ya sea usted japonés o árabe- y déjese llevar por lo que dicen o lo que sugieren. Les recuerdo que detrás de todos estos textos hay seres humanos con inteligencia natural. Personas que leen, piensan y escriben de manera autónoma, sin necesidad de otras inteligencias como las artificiales. Son humanos con inteligencia emocional que en esta ocasión reflexionan sobre robots y androides.

"No soy  un robot", señala Juan Villoro. "Tampoco yo soy un robot", suscribe Amalia Iglesias. Ambos nos ayudan a redefinir la palabra "humano" en un momento de la historia en que tenemos que certificar que no somos robots cuando queremos acceder a determinados portales o plataformas de internet. Dos libros: uno informativo, apoyado con datos objetivos, sobre la repercusión que tiene en nuestras vidas la tecnología y lo digital, y que coloca al libro y la lectura en este nuevo horizonte maquinista. Otro, un libro de poemas, que exalta y dignifica el alma, lo pequeño, la emoción, lo humano y que trata de fundar un nueva utopía basada en la resistencia y la defensa del asombro y la realidad no virtual de las pantallas.


En la sesión hablamos de Juan Villoro y su último libro, No soy un robot, una lectura que nos permite conocer en qué punto cardinal estamos con relación a lo virtual y cual es el papel de la lectura y el libro entre tanta pantalla. ¿Somos nuestro avatar? ¿Vivimos de perfil? ¿De cuántos likes se compone nuestra dieta? ¿Hay una Alexa o un chat GPT en nuestra vida? ¿Nuestras vidas son los prompt que van a dar a la IA? Un libro que nos alerta del ensimismamiento y del individualismo, que nos descubre algunas islas de lo "auténtico" y que nos mueve a reflexión sobre lo humano. Podéis conocer mejor a Juan Villoro en esta conversación con Eduardo Bravo en el Espacio Fundación Telefónica. Dos humanos que hablan sobre androides y humanoides.

Sembramos aquí un plantón del libro:

Ignoro si existe un libro sobre las transformaciones cotidianas que la imprenta trajo en el siglo XV. No me refiero a la obra de un historiador, sino a la de un testigo de cargo, un cronista sorprendido de la forma en que el libro impreso cambiaba las costumbres, las relaciones entre padres e hijos, el cortejo amoroso, el placer de dar regalos, el trato con la Iglesia, las aventuras del conocimiento y, sobre todo, la idea que los lectores tenían de sí mismos.
Con alguna demora (la literatura no tiene prisa), este libro propone algo similar en el siglo XXI. He querido trazar un cuadro de costumbres contemporáneas acudiendo a la lectura de autores de muy distintas disciplinas y a mi experiencia personal. No soy un robot combina el ensayo con la crónica, la divulgación de noticias tecnológicas, las memorias y el cuaderno de viajes. Reflexionar sobre la cultura de la letra resulta imperioso en un momento en que la especie pierde facultades que son asumidas por las máquinas. ¿Qué es lo humano hoy en día? La pregunta, que antes apelaba a los filósofos y los teólogos, es planteada a diario por las computadoras. Para entrar a un sitio virtual debemos identificarnos como personas; pertenecemos a la primera generación que puede ser sustituida por mecanismos. En consecuencia, las páginas web solicitan que marquemos la casilla junto al lema «No soy un robot».

A veces, el sistema operativo nos somete a una segunda prueba, mostrando diversas fotografías en las que debemos distinguir los animales, los semáforos o los medios de transporte. Este examen tiene un componente cognitivo, pero lo más importante es otra cosa. Al deslizar los dedos sobre la almohadilla táctil» de la laptop, hacemos un movimiento distinto al de las máquinas. El «factor humano» depende menos de nuestra habilidad intelectual que de un recorrido sensorial. La inteligencia artificial puede discernir entre una imagen y otra, pero, al menos por ahora, carece de una mano que se mueva como la nuestra.
En las páginas que siguen hablo de islas. El océano virtual nos relaciona con discursos fragmentarios que rara vez se tocan. De acuerdo con George Steiner, una de las tragedias del conocimiento moderno es que los expertos saben cada vez más de cada vez menos». La sabiduría se ha vuelto insular, pero los territorios dispersos se pueden integrar al modo de un archipiélago gracias al mar común de la lectura.
No me he especializado en ninguna de las disciplinas mencionadas en este libro; me limito a practicar una curiosidad que las vincula a todas ellas. Soy un lector. En esa medida, sé que dependo de quien se encuentra al otro lado de esta página.
Escribo estas líneas en el umbral de lo posthumano. El mundo que estamos dejando atrás ha dependido de una tecnología que puede hacer que ciertas virtudes de la especie perduren en el porvenir: la lectura. La escritura ofrece la posibilidad de un texto; su significado profundo deriva de otro gesto: la interpretación.

Sin necesidad de marcar una casilla, quien sabe leer afirma: «No soy un robot».

Buscamos también preguntas, o respuestas, en los versos de Amalia Iglesias de su libro Tampoco yo soy un robot, su último trabajo poético. 
Amalia Iglesias celebra, a lo Whitman, nuestras aurículas y meninges, el temblor del tacto y la emoción y el cristalino de nuestras miradas que son aleteo y pájaro. Frente a la incertidumbre y el miedo, siembra consciencia y asombro, nos muestra las moléculas del ADN de lo real, nos invita a ser naturaleza. Sus poemas son himno y réquiem a la vez. La escritora enumera los miedos, los señala con la certeza del aquí y ahora del haiku y se inmiscuye en la naturaleza y en nuestro cuerpo para reivindicar lo humano. Amalia nos muestras las falsas imágenes de la caverna que transmutan lo real en virtual. Señala con su índice el arcoíris y el agua clara frente al espejismo y la mentira. Todo un canto a la naturaleza humana.



Podéis conocer más de cerca a Amalia y escuchar algunos poemas de su libro en esta conversación con Gonzalo Escarpa dentro del ciclo "L de Lírica".

Y recomendamos leer todos los días, como si de una oración laica se tratase, el siguiente manifiesto:


MANIFIESTO de retaguardia para resistir.
Insisten, empecemos por las noticias optimistas,
hay que taparse los oídos a besos
y no sucumbir al apocalipsis tan temprano.
No desayunes el miedo edulcorado de los servidores
ni las fake news donde baten las cenizas a deshora.
Procura tomar cosas que no se hayan digitalizado todavía.
No pienses en el acantilado de tus huesos,
imagina que te aguarda tu ave fénix
en los restos de cada hoguera.

Imagina que la tristeza es la víspera de la esperanza,
cruza el ecuador de cada día
sin despertar recelos en tu sombra,
contradice las estadísticas
y las expectativas de su relato.
Funda tu propia resistencia
sin esperar que nadie venga a decirte
que han ganado los buenos.
Concentra tu atención en la botánica de los brezos
procura preservar lo que permanece en las cosas pequeñas
y tus costumbres humanas.

Para formular nuestra tarea de escritura encontramos la inspiración y la referencia necesarias en el último verso de este otro poema y que muestra la vibración y el tono del libro:

ACASO un robot pudiera descifrar las cavernas del corazón
pero nunca leer tu pensamiento
ni que le tiemble el pulso.

Lo que late sin nombre,
y se aloja en ningún lugar de las arterias,
generaciones de inteligencia emocional
para el cauce de la incertidumbre
y los no lugares por donde trepa la memoria
y se hace fuerte como una hiedra milenaria,
ecosistemas y declinaciones entre el amor y la muerte
y las metáforas del existir después de todo
deletrear nuestros nombres con sus versos inacabados
y sus astillas de la tristeza por venir, y sus espinas cansadas,
pero también con los ojos abiertos a la plenitud del atardecer,
a los instantes efímeros de la felicidad
y la música del aire recién respirado
y de la nieve intacta de soñar
y de la adolescencia del asombro en su ascensión
y de la naturaleza virgen
capar de florecer de nuevo en todas sus grietas.

ACASO un robot pudiera aprender a llorar antes del deshielo,
antes de la invasión de los insectos
y de sus larvas incubadas bajo la Antártida que se deshace,
acaso sea tarde para desprenderte de los
chatbots, cuando
sus palabras metálicas se desintegren en tu boca
como los hongos podridos en la boca de Lord Chandos.


Nos preguntamos quién sería este Lord Chandos al que se refiere Amalia y por qué las palabras se desintegraron en su boca y encontramos algunas respuestas sobre esta cuestión y el personaje en este artículo titulado "El hombre que renunció al lenguaje con una carta" de Álvaro Márquez Guerrero. También Juan Villoro escribe sobre él en este artículo titulado "La profundidad de la superficie. Hofmannsthal libretista de ópera".
Te dejamos aquí "La carta de Lord Chandos" traducida por Antón Dieterich en la que Hofmannsthal escribe a Francis Bacon para explicarle los motivos de su retiro literario. Quizá te sirva de estímulo e inspiración para la tarea.


Propuesta de escritura

Escribe una carta a Francis Bacon (como hiciera Lord Chandos) y explícale tus miedos ante este nuevo horizonte digital y artificial. Pregúntate si el lenguaje y la Literatura son limitados para señalar este "humanismo en agonía". Si la máquina o la inteligencia artificial (IA) acabarán por imponer sus discursos o si hay margen para la esperanza.

Y estas son las tareas recibidas hasta ahora:



A Rafael

Querido amigo, respondo a tu carta que hace meses recibí y a tu llamada de ayer que quedó grabada en mi contestador pero que, por falta de tiempo, no pude contestar. Te explicaré un poco lo que es mi vida de ahora. No me quejo de que sea ni mejor ni peor que antes pero sí que es muy distinta.
Llevo meses sin salir de mi habitación. Me siento un hikikomori y la verdad es que me gusta pues, aunque te parezca mentira, es allí donde me siento realmente libre. Tengo a mi alcance todo lo que me gusta y me hace feliz. El día se queda corto para hacer todo lo que quiero.
Mi vida gira alrededor del ordenador que me acompaña en mis alegrías y también en mis muchas y largas crisis existenciales. Estoy inmerso en un intensivo programa de domótica y no puedo perder ni un segundo para aprender todo sobre ella. Luego subo videos a YouTube para mostrar mis habilidades culinarias las cuales deben gustar, pues tengo muchos seguidores.
Más tarde, me pongo con el curso gratuito de Duolingo. A ver si subo de nivel con mi alemán, que falta me hace. A mediodía tengo Zoom con mi jefe para comentarle sí he conseguido los objetivos que me había marcado. Mientras tomo un tentempié, miro si los resultados de mis inversiones en las criptos que a día de hoy, no me están dando las ganancias que esperaba.
No creas que me siento solo pues tengo a mis asistentes virtuales que me acompañan, resuelven todas mis dudas y contestan a mis múltiples preguntas. La verdad es que estoy encantado con Siri. Es mucho más versátil que Alexa pero no me desprendo de ninguna de las dos.
En estos últimos tiempos ha entrado con fuerza la Inteligencia Artificial que es el último grito en las nuevas tecnologías. El Chat GPT es una revolución en todos los órdenes y evoluciona a la velocidad de la luz.
Mientras te escribía estas líneas, me ha llegado una notificación de Pepper, el robot humanoide que vive con mi madre para paliar su soledad. Me ha comunicado el repentino fallecimiento de ella. Todos estos años tecnológicos, han consumido mi tiempo scrolleando y olvidando lo más importante. Me despido pues debo salir sin dilación de mi mundo virtual y enfrentarme a la realidad.
Te mando un fuerte abrazo, amigo mío.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Estimado señor Bacon:

Después de varios meses de observación sistemática he llegado a una serie de conclusiones que voy a tratar de organizar y depurar en este escrito. ¿Y a quién enviárselas mejor que al maestro del empirismo, el apóstol del método científico y, además, mi respetado maestro?
Quisiera no ser pesimista, pero adonde quiera que dirijo la mirada encuentro motivos sobrados para el desánimo y razones para los más oscuros temores.
Que la Tierra, nuestro planeta, tienes sus días contados no se le escapaba ya a los sabios de la antigüedad. Saber que estos días son ya tan escasos estremece a los pocos en estos albores del siglo XX somos conscientes de ello.
¡Basta! Disculpe mi amado maestro que los más negros augurios lastren mi discurso. No quiero escribir aquí impresiones sino hechos incontrovertibles y que sea usted, en última instancia, quien valore la certeza de mis juicios.
Basta con ser medianamente observador para percatarse de que una población humana que crece de modo exponencial —se duplica cada treinta y cinco años aproximadamente— supone la mayor plaga que ha vivido el planeta y, como todas las plagas, amenaza con agotar sus recursos.
Lógicamente, alimentar a una marabunta de tamaño desmesurado y creciente exige explotar la Tierra hasta su completa consunción. Las necesidades humanas de combustibles y materias primas para construir sus ingeniosos instrumentos están a punto de agotar lo que el globo acumuló durante millones de años. A esto se añade que la producción de estos bienes no es inocua, sino que llena de podredumbre y veneno tierras, ríos, océanos y cielos.
Es obvio que esta es una carrera hacia la hecatombe y esto es más evidente si se le añaden dos ingredientes más al cóctel. El primero es la inveterada resistencia del hombre a adoptar medidas que pudieran mitigar o retasar la catástrofe si ello trae consigo un deterioro de sus modos de vida. Y el segundo es el egocentrismo y la ceguera de las potencias coloniales que piensan que basta con esquilmar sus lejanas posesiones y trasladar a ellas los detritus y poluciones para que su medio ambiente, su estado de prosperidad y su futuro no enfrenten el menor peligro.
Hay incluso algunos, cínicos desvergonzados, que proclaman que las guerras serían la solución más efectiva para resolver este exceso innegable de población. Son los que corean con irresponsable superficialidad a aquellos que pronostican una gran guerra en el continente o, tal vez, dos.
Admirado, sir Francis. Proclamar estas incontestables verdades me ha ido cerrando las puertas de esta sociedad hipócrita y desvergonzada y me ha condenado a un ostracismo y un silencio que solo me es permitido romper comunicándome con usted, un hombre muerto hace exactamente tres siglos.
Como ve, mi venerado maestro, no me faltan las palabras ni argumentos para denunciar en voz alta estos desmanes, esta locura suicida que, más pronto que tarde, acabará con todos nosotros. Lo que sí me faltan —se me han cerrado de modo vergonzoso— son tribunas donde exponer estas verdades irrefutables, cátedras donde demostrar mis tesis y templos donde proponer las expiaciones.
Silenciado y deprimido le envío mis más sentidos respetos y los deseos de que mis temores resulten desproporcionados.
Bienaventurado usted que falleció cuando el mundo era lo suficientemente grande como para que la locura humana resultara insignificante.

Lord Pepe Lorenzo
Grupo B


Querido Francis Bacon:

Me dijo a ti para hablar de un tema que me preocupa mucho y creo que es importante tratar: el peligro que supone la IA.
El desarrollo de sistemas de IA es cada vez más sofisticado y considero que es crucial pararse a pensar en los peligros potenciales que conlleva esta tecnología.
Soy la primera en reconocer que estos avances suponen una revolución en campos tan diversos como la medicina, la educación incluso en la seguridad pero también incluye riesgos que no podemos ignorar.
La IA podría reemplazar en un corto periodo de tiempo a millones de trabajadores lo que podría desencadenar una crisis mundial económica y social sin precedentes.
Se podría utilizar para manipular sistemas críticos poniendo en peligro la seguridad y la privacidad de las personas.
Si se pierde el control de las máquinas estas podrían tomar decisiones que pongan en peligro a toda la humanidad.
Personalmente me da mucho miedo pensar que cualquiera tenga acceso a esta tecnología en una máquina que actualmente todos y todas llevamos en el bolsillo porque si bien es cierto que nos ayuda y nos facilita la vida, en manos malintencionadas se podría hacer un daño irreversible.
Cada vez con más frecuencia ponemos nuestro día a día en manos de máquinas sin saber el riesgo que corremos al cofiar nuestros datos personales ni donde llegan ni con qué intención los distribuyen después, porque, si bien es cierto, que ninguna máquina tendría razón de ser sin el factor humano que hay detrás, programándola y haciéndola funcionar, también es verdad que no siempre ese factor humano tiene buenas intenciones.
Otro tema de preocupación es pensar que el ser humano cada vez tiene más de máquina, estamos perdiendo a pasos agigantados la empatía, la solidaridad, la compasión. La comunicación cara a cara se está perdiendo y confiamos en aplicaciones que pueden enviar mensajes instantáneos a cientos de contactos y a la vez sentirnos cada vez más solos.
Me pregunto si estamos perdiendo nuestra humanidad en este avance hacia el futuro.
Atentamente.

Aurora Zarco
Grupo B


Carta dirigida a Sir Francis Bacon

Estimado señor: aunque podría ir dirigida a su pariente, el Fraile Roger:
Hoy me encuentro en el siglo XXI, con un peligro a las puertas. Vosotros os enfrentasteis en vuestras épocas a una situación parecida; el primero fue prácticamente el padre del método científico: nos enseñó que había que valorar los casos específicos, y teníamos que olvidarnos de nuestros ídolos o prejuicios; que él clasificaba como los de la Tribu, los del Mercado, los del Teatro, y los del Antro.
Siguiendo su método, desarrollamos la ciencia y la tecnología que conocemos y manejamos.
Hoy nos enfrentamos a un peligro mucho mayor: la Robótica y la Inteligencia Artificial. Seguro que si estuvieseis entre nosotros algunas ideas se os ocurrirían para luchar contra ellos.
El que os escribe no es un robot: primero escribe, luego lee, y a continuación interpreta, “ergo”, no es un robot.
Una vez aclarada la situación, creo haber encontrado la solución: todo consiste en poder elegir. Aquí está la clave; si conseguimos no dejarnos llevar por la corriente, tendremos la llave. ¿Habremos vencido a la inteligencia artificial?, puede que sí, puede que no, pero al menos caminaremos a su lado, con la posibilidad de acercarnos y/ o alejarnos de ella a voluntad. Que no nos atrape, que no nos encadene, que no nos arrastre: esa es la solución.
Sin más se despide atentamente su seguro servidor:
Uno que no quiere ser un Robot.
Posdata: si se os ocurre alguna otra solución, que seguro que sí, espero halléis la forma de enviárnosla desde el “más allá”, a los que todavía estamos en el “más acá”, cada vez más “entontecidos”.

José Luis Fonseca
Grupo A


Carta al pasado

Mi ilustre Sir Francis Bacon:

Escribo desde el futuro, donde todavía están vigentes tus profundas reflexiones del entendimiento humano, honda preocupación la que percibo a mi alrededor teniendo como muestra la indolencia, apatía, impasibilidad, inercia con que se miran las injusticias, los abusos y el dolor ajeno.
Miramos sin ver, oímos sin escuchar, no queremos obrar para paliar ese sufrimiento de lo que solamente nos llega, a través de las tecnologías y las pantallas.
La humanización ha desaparecido salvo para algunos valientes y utópicos que a su alrededor y no más lejos tratan de dejar un mundo mejor a través de sus obras.
Solamente desde el respeto a los demás, la responsabilidad desde la infancia, honestidad y sinceridad en nuestro núcleo familiar, amor como expresión emocional para reforzar los lazos y fomentar la autoestima, afecto, solidaridad dentro y fuera de la familia para fomentar el compromiso social, perseverancia y esfuerzo como eslabón del éxito, la justicia, tratando a todos por igual, gratitud y agradecimiento, tolerancia y humildad, palabras que todos conocemos pero pocos los tienen presentes cuando se enfrentan día a día con múltiples situaciones que pueden ser intolerables y que asumimos sin pestañear.
Cuando tenemos a nuestro alrededor un problema, sabemos que lleva ahí mucho tiempo pero no actuamos con la diligencia debida y casi siempre nos pilla sin prepararnos.
Todo esto me inquieta, que echamos la culpa a nuestros jóvenes y somos nosotros los que los hemos criado y educado, la autocrítica no se practica, la educación no se corrige y los problemas nunca se solucionaron solos.
La brecha generacional existe pero hay herramientas para aprovecharse de la generación pasada, de sus conocimientos, y empatizar con escucha activa para comunicarse con la nueva generación y los avances tecnológicos.
El catastrofismo no se puede imponer, y como dice el refrán…
A grandes males, grandes remedios

Carmen Lazcano
Grupo B


Sol de invierno

Eres el querido y deseado,
eres ese amigo bienvenido,
eres la vida del ser ya consumido,
eres luz del dolor desconsolado.

Si al amanecer estás acurrucado
y ese día pienso que te has ido,
me levanto de la cama muy dolido
y estaré muy triste y fatigado.

Son linces los rayos que desprendes,
que salen veloces cabalgando
y al frío y helado invierno le sorprendes.

Energía y dulzura derramando,
un mundo colorido que tu vendes
y un brillo de un planeta nacarando.

ELCA
Grupo C


Soy un Robot

Tecleo unas letras
interpretación analógica
abriéndose paso entre símbolos extraños
quiero entrar
pero la puerta está cerrada
y se resiste a mi ábrete sésamo
mente digital digitalmente
me cierra el camino
una y otra vez
pero mi huella es un archivo
que ya pertenece a la nube
al cielo
y su becerro de oro
que adoramos en estos tiempos
de zozobra
pensamos maquinalmente
yo soy yo y mis algoritmos
ama al Chat GPT sobre todas las cosas
no te rebeles
déjame entrar
come la manzana Apple
y sus ruedas de molino
ríndete al Gran Fake
el nuevo Mago y Señor
de todas las cosas
no pienses por ti mismo
¿para qué molestarte?
el genio de la Gran Pantalla
lo hace por ti
por todos
te amamos con nuestros likes
y nuestro corazón de silicio
hazte otro selfi virtual
en el Nuevo Paraíso
todo en todas partes al mismo tiempo
el Aleph
eres divino inmortal
la historia acabó
por fin El Fin
descansa el sueño de los hombres
justos e injustos
ya desaparecieron los falsos profetas
del Apocalipsis
ha nacido el nuevo mundo
la nueva Era Virtual
querías entrar
buscabas la clave
tenías que demostrar que eras un hombre
es inútil
ya hemos entrado nosotros
con tu consentimiento sí
autorizaste todas las cookies
nos abrimos paso
en tu cuerpo y en tus manos
pongo mi huella -tu huella-
un simple escaneo
y se abren las puertas del Paraíso
tu mente tu cuerpo y tus manos
ya no tienen conexión
con un simple reseteo
borramos tus sucios archivos
el pecado original
de ser humano
y surge la chispa
el chip de la Vida Virtual
el Gran Renacimiento
ya eres un Robot
y vivirás eternamente
post humano
Yo Robot
Ay Robot

IA
Grupo A


Querido Paco

Querido Paco,

permíteme la licencia de tutearte en lugar de dirigirme a ti como honorable barón de Verulaniun y vizconde de Saint Albans, pero lo inaudito de la situación sobrevenida me ha afectado de tal manera, que solo de forma coloquial y en confianza puedo ser capaz de transmitirte todas mis zozobras.
La bola de nieve que echasteis a andar hace quinientos años, no ha dejado de crecer. Muchas ventajas ha traído a la humanidad y los avances producidos han sido tan beneficiosos que la población se ha multiplicado por cinco en un siglo. Lo último ha sido el advenimiento de la Inteligencia Artificial, AI, que ya nos ha superado largamente en capacidad de almacenamiento y manejo de datos y se vislumbra que nos aventajará largamente en todas las competencias que orgullosamente considerábamos típicamente humanas.
Pero el motivo de mi preocupación ha sido lo acontecido esta última semana, que me ha llevado a desprenderme de todos los artilugios electrónicos, cuando haya ocasión te explicaré gustoso en qué consisten, que enumero en parte: teléfono móvil o smartphone, tablet, ordenador portátil, computadora, fibra óptica, instalación domótica, televisor, portero automático, sistema de vigilancia, coche inteligente, electrodomésticos autónomos y demás ingenios provistos de chips alimentados de algoritmos.
El asistente personal de la AI me ordenó ir al médico para una revisión. Al volver con el diagnóstico, que era algo preocupante, él ya lo sabía de antemano y además me predijo que al día siguiente iba a tener un episodio depresivo a las 12:37h, lo que sucedió puntualmente, justo después de colocar toda la compra que él mismo había pensado, encargado y abonado. Una vez recuperado del abatimiento, me anunció que el coche no iba a arrancar, que la empresa me iba a rebajar la categoría y el sueldo y que mi pareja se iba a vivir con su madre una temporada de reflexión. Todo se fue cumpliendo durante las horas siguientes. Para remate, ayer por la noche me adivinó lo que iba a soñar y los pensamientos que iba a tener hoy por la mañana. Así ha pasado, como me lo dijo, punto por punto, sueño a sueño, pensamiento a pensamiento.
¡Ya no puedo más! Todo este avance es un producto de la Ciencia y la Tecnología, pero yo soy un producto de la Naturaleza y la Evolución y ya no aguanto un día más este control inhumano. Me vuelvo al pueblo y me dedicará a cultivar patatas y cuidar de mi burro.
Gracias Francis Bacon, Paco como te llamaríamos por estas tierras, por tu atención y espero no haber perturbado en demasía tu descanso con esta misiva transtemporal.

Manuel Medarde
Grupo A


Carta al Muy Honorable y probablemente confundido por el WiFi del Más Allá Sir Francis Bacon

¡Saludos, ilustre y empíricamente baconiano Sir Francis!

Ante todo, perdóname si esta carta te llega en forma de spam celestial o como un pop-up en tu retina eterna. Sé que en tu época lo más tecnológico era un reloj de sol con mal carácter, pero aquí estamos, en el siglo XXI, donde hasta las tostadoras tienen más capacidad de procesamiento que el cerebro de un político promedio.
Me dirijo a ti con un alma atormentada (y un historial de búsquedas en Google que daría vergüenza hasta a un demonio lovecraftiano). Verás, querido Bacon, mientras tú te esforzabas por clasificar el conocimiento humano en bonitos estantes lógicos, nosotros ahora luchamos por que una inteligencia artificial no nos catalogue como "error de sistema, usuario irrelevante o factor desechable”
El lenguaje, ese viejo truhan que tanto amaste, ha sido secuestrado por algoritmos que escriben poesía romántica (bastante mal por el momento), mientras calculan cuántos anuncios para venderte algo que acabas de comentar con un amigo/a, o acabas de consultar en safari, pueden colarte antes de que te des cuenta. ¿Puede la Literatura competir con una máquina que genera novelas de vampiresas enamoradas de licántropos en cero tres segundos? ¿O estamos destinados a que el futuro de las letras lo dominen robots que creen que un ensayo es solo el modo default de su procesador de texto?
Temo, oh padre del método científico, que tu sueño de dominar la naturaleza se ha convertido en la pesadilla de que Siri y Alexa nos dominen a nosotros, aplicando estrategias bien de Sun Tzu, o la excepcional e irrepetible de madre-controla (esperando a que llegues tarde a casa) con bigudíes y en batamanta.
Imagínate: un mundo donde las máquinas escriben mejor que nosotros, piensan más rápido que nosotros, y encima no tienen que lidiar con la resaca de los fines de semana. ¿Dónde queda el orgullo humano? ¿En que todavía podemos llorar con una película de Pixar o una serie turca, mientras que un robot solo te puede decir: detecto tristeza, ¿deseas un meme de gatitos?
Pero aquí está el detalle cósmico, querido Sr Paco Tocino: las inteligencias artificiales, por ahora, no saben fingir que entienden a Kafka o a Nietzsche después de tres copas de vino. No pueden improvisar una teoría filosófica en un bar a las tres de la mañana, ni inventar excusas tan elaboradas como “mi perro se comió mi ensayo sobre ética kantiana". Así que, mientras ellas calculan probabilidades, nosotros seguimos aquí, siendo gloriosamente absurdos, irracionales y capaces de emocionarnos (algunos/as) con un like en una foto de nuestro brunch.
En resumen, venerado Bacon, si en tu laboratorio celestial encuentras algún remedio contra el "síndrome del impostor digital" o una forma de que ChatGPT deje de sermonearte como un profesor de yoga, ¡házmelo saber! Mientras tanto, seguiré aquí, riéndome de mi propia obsolescencia y esperando que las máquinas nunca descubran el poder del sarcasmo.
Con profunda admiración y un ligero temor a que me oiga mi asistente virtual. Recibe el saludo de este humilde (y algo confundido) admirador del siglo XXI

PD: Si en tus investigaciones en el Más Allá encuentras un método para evitar, que mi teléfono me corrija constantemente los mensajes de texto (sobre todo en WhatsApp), te estaría eternamente agradecido.

Calgari
Grupo A

Cómo suspender literatura

Alguien dejó sobre la mesa de la sala de fondo local un examen con dos preguntas: (1) Diferencia entre trama y argumento y (2) Comentario de texto de un poema del gran poeta Amando Durán Salvador. Las miradas se posaron sobre el folio. Después, un silencio glaciar, manos sobrevolando el papel con bolígrafos dubitativos. Nervios. Suspiros. Alguien chista. Otro bufa. Raúl Vacas vigila que nadie copie. Se acaba el tiempo. Fin del examen. Calificación: Todos suspensos en Literatura.
Celia Corral sostiene que es muy difícil no aprobar esta asignatura. Que hay que hacerlo concienzudamente bien para fracasar. Ella es profesora y quizá su estadística personal de aprobados lo confirme. Yo suspendí en muchas ocasiones y ahora, años después, trato de vivir de ella. Eso sí, nunca dejé un examen en blanco. La imaginación me salvaba de mi falta de conocimientos.



Si algo caracteriza a Celia Corral, además de su sensibilidad y lirismo, es un sentido del humor acetilsalicílico. Así lo demuestra en su última novela Cómo suspender literatura, un libro donde ejerce con maestría la sátira. No hay mejor arma que el humor para señalar la estupidez del ser humano, ya sea en el ámbito universitario o en el cultural: programas universitarios vacíos de contenido relevante, profesorado insuficientemente preparado, eméritos que cacarean desde hace siglos la misma lección, alumnos que no saben ni en qué materia se matricularon, poetas con aura y poetas laureados, aspirantes a escritores, escritores acreditados por el CCC, hipopótamos que hipotalaman.
Como si de una performance de los Torreznos se tratase, Celia despliega un muestrario de parodias a través de los personajes, lugares y contextos en los que se mueven los protagonistas de esta ópera bufa.
Dos estudiantes de Filología inventan la obra de un escritor al que bautizan como Amando Durán Salvador. Su ingenio es tal que consiguen acaparar la atención del gran público. Pronto una riada de fans aplauden la excelsitud del poeta. Es tanta la admiración y fervor que se despierta en torno a Amando que no les queda otra opción que atribuirle carne y hueso. Con motivo de una lectura en una importante Universidad del afamado poeta, los estudiantes acuden al primo de uno de ellos para que interprete al escritor. Que se llame Jaimito no augura nada bueno. Hasta aquí el argumento. La trama la buscan en sus páginas. No les defraudará. Nadie sale indemne en una crítica que revela, desde la ficción, la realidad en la que vivimos. ¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguir la fama, el éxito, unos líkes? ¿Qué importancia puede tener la obra frente al personaje y su imantada atracción? ¿Cómo comentar un texto literario siguiendo el dogma de Lázaro Carreter y Evaristo Correa? Un libro con tanto que subrayar y digno de que entre en el examen que merece la pausa y el disfrute.

Si quieres conocer más a fondo el libro es imprescindible la reseña de Ricardo Martínez Llorca en Zenda y si quieres conocer mejor a Celia no te pierdas la entrevista que le hace nuestro compañero Tomás García Merino (grupo B) y miembro de "Viernes 13" en Vive Radio. 
Dejamos aquí un fragmento del libro que nos sirvió para dictar la propuesta de escritura:

Pactamos con el comité organizador del recital unas normas muy estrictas. La actuación será solo la actuación, así lo hicimos constar en el contrato. Una lectura de doce textos literarios y punto. Amando Durán Salvador –Jaimito– llegará, leerá sus poemas y se largará. No habrá cenas ni lunch ni conversaciones de ningún tipo. No aceptará entrevistas. Es su primer acto en sociedad así que él pone las normas. […]

El plan es el siguiente: Jaimito, que ahora debe de estar aún tomándose su tiempo entre bambalinas, entrará al escenario, se colocará bajo el foco de luz, tomará el micrófono con profesionalidad, dará las gracias a la ciudad, a la universidad a las autoridades y al público y a continuación comenzará su lectura. Doce textos. Empezará con «Carne», de su primer libro de poesía, Alma; proseguirá con «Sol de invierno» y «Bajo la lluvia», de Sonetos de versos libres –les echamos mucho morro a los títulos, las cosas como son-; después pronunciará un pequeño discurso sobre su poética y leerá los poemas «Larga es la noche». «Elogio a la noche en vela» y «Hoy no me puedo dormir» de Insomnios –aquí no nos quedamos calvos–. Tras una breve pausa para hablar de su infancia tumultuosa, arrancará con la lectura de un párrafo -el único que nos ha dado tiempo a escribir- de En el diván de mi psiquiatra Christian. Por petición popular, leerá una página de Morir en libertad para volver a la poesía con «Sin residencia ni tierra» y «Un hombre pasa con un poema entre los labios» de Reescrituras, nuestro libro de parodias y homenajes, precuela de Cancionero y romancero de presencias. Terminará con dos poemas inéditos: «Aquí termina la función» y «Adiós». Al final, Amando –Jaimito– dará las gracias de nuevo, por el mismo orden, a la ciudad, a la universidad, a las autoridades y al público y hará una breve inclinación a modo de reverencia japonesa. El director del comité organizador subirá unos segundos para entregarle unas flores y una placa de la universidad y, cheque mediante, Jaimito desaparecerá. El coche oficial lo estará esperando en la puerta de atrás y lo volverá a llevar al aeropuerto, donde iremos a recogerlo después, tras un tiempo prudencial, le cambiaremos de ropa y de look, lo llevaremos a su casa y aquí no ha pasado nada, fin de la historia.


En la sesión hablamos también de dos grandes libros que parodian la literatura de manera magistral:
El libro de buen folgar de Manolus Abbat, Iulius Nepote y otros troveros del Mester de Goliardía y Las mil peores poesías en lengua castellana, de Jorge Llopis. 


Propuesta de escritura

¿Te animas a escribir alguno de los textos que leyó Amando Durán Salvador en la Universidad? Dos de ellos son sonetos, el resto poemas con verso libre. Puedes también escribir un párrafo sobre su infancia o una página de una de sus novelas. Ojo, no se trata de ninguna parodia. Piensa que te estás dirigiendo con tu texto a una ingente cantidad de admiradores. Lúcete. No hagas como hizo Amando en su poema "Gallinita, gallinita".

Estos son algunos de los textos recibidos hasta ahora:


Bajo la lluvia
(Soneto apócrifo de Amando Durán Salvador)

Bajo la lluvia eras como un sol,
luminosa belleza tan mojada,
eras diosa en el agua, oh mi hada,
húmeda y reluciente en arrebol.

En acuática luz, a tornasol,
con tu piel tan ardiente y empapada,
eras trampa de amor, una celada,
donde caer rendido y sin control.

Las gotas de la lluvia te adornaban,
abrazando tu cuerpo en un temblor
que mis ojos y manos adoraban,

y en un susurro a gritos reclamaban,
enredados de ansia y de amor,
el cuerpo que las aguas desnudaban.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Sol de invierno

Versos libres quisiera yo crear
imágenes de vuelo y transparencia,
un grito que resuene en la conciencia
de vivir sin consuelo y sin hogar.

Poemas de algún genio tutelar
que nazcan de la paz y la inocencia,
con palabras colmadas de presencia,
semillas que comienzan a brotar.

Voces de luz, imágenes hermosas,
esperanzado anoto en mi cuaderno.
Y busco unas verdades luminosas

que ataquen el cinismo posmoderno,
valientes, inspiradas, generosas,
para hacer de mis versos sol de invierno.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Larga es la noche

Larga es la noche acostado en la cama,
alargando suspiros y caricias,
disfrutando, goloso, las delicias,
aprovechando el calor de una dama.

La naturaleza a voces me llama,
olvidado del mundo y sus noticias,
inmerso en acciones nada ficticias,
cuando el cielo de colores se inflama .

Larga es la noche si no sale el sol,
si hace mucho frio, si no hay ningún bar.
No me he visto en otra en toda mi vida.

Lenta es la noche bebiendo alcohol,
viendo una aurora te puedes pasmar.
Larga es la noche en Svalbard vivida.


(La noche polar es algo que solo ocurre en Svalbard: es el periodo más oscuro del año, que va de mediados de noviembre a finales de enero. Durante esta época, a veces es incluso posible ver las espectaculares auroras boreales durante el día. Durante casi tres meses, el día y la noche se funden en una única y gélida oscuridad: la noche polar.)

Manuel Medarde
Grupo A


Para mi suegra el sol de invierno
Era los más parecido a mí.
Por eso, siempre me decía así:
Sales tarde y calientas poco, yerno.

Quise anotarlo en mi cuaderno
Como el buen proverbio sefardí
Que a ella siempre agradecí
Pues ha ayudado a mi buen gobierno.

Milagros, eterno descanso en paz
Te desea quien no fue abrasador
Mas tampoco un alivio tan fugaz.

Hoy tengo un yerno que es un primor
Sin necesidad de usar antifaz.
Y todo va muchísimo mejor.

Jaimito


Carne

Tú, destino para mis labios ciegos,
único consuelo para este invierno
culpable, intransigente, terco, fiero.
Amar cada tejido, poro y fibra,
rebeldes en la noche, de cansado
niño viejo, sentir temblar tus músculos
entre mis dedos, celebrar la vida.

Serás piel, carne animal, tal vez verso.

El viento abrasador entre mis dientes,
ningún tendón ni hueso se librará.
Repasaré los mapas de tus venas.
Amante, cortaré una libra de tu
cuerpo y no verteré tu mansa sangre.
Usaremos pócimas olvidadas.
Te abrazaré sin límites ni reglas.

Serás piel, carne animal, tal vez verso.

Tarde, será tarde para las lunas.
Una lágrima, su sabor a tiempo,
cubrirá tu sepultura de mármol
albo, cuando seas otra cosa, nieve,
ríos dolientes, tierras infecundas,
nubes repletas de pesados sueños,
espejo de tu polvo, amado polvo...

que antes fuera piel, carne animal, verbo.

Marisa Sánchez
Grupo C


La noche que no pude dormir

No fue una noche de juerga,
no fue una noche de amor,
ni tan siquiera una noche de dolor,
fue una noche de calor.
La recuerdo con pesar
y jamás la podré olvidar.
Tuve que abrir la puerta de la casa,
la puerta de la habitación,
y la ventana del dormitorio.
A pesar de todo no corría el aire,
ni una brizna.
Imposible dormir.
Asomado a la ventana,
Vi a gente sentada en un banco
al lado de la carretera,
con la esperanza
de que, al pasar un coche,
una ligera ráfaga de viento,
les procurará un mínimo alivio.
No dormí en toda la noche,
pues por mi habitación no pasó
ni un solo coche.
El trasnochar no me sirvió,
no pude leer,
el sudor me nublaba la vista.
No pude escribir,
resbalaba la pluma de mi mano,
tampoco pensaba mucho
pues solo deseaba
que el calor terminara.
Cuando el calor cesó,
de puro rendido,
me quedé dormido.

José Luis Fonseca
Grupo A


Insomnio

Tengo el alma, de amar, en carne viva.
aterida y expuesta al sol de invierno,
ajada cual las hojas de un cuaderno,
que ha sido abandonado a su deriva.

Bajo una lluvia pertinaz esquiva
el vil elogio del insomnio eterno,
que reaviva rescoldos de un infierno,
de noches en vela y mente cautiva.

Adiós, aquí se acaba la función
del hombre con un poema entre los labios,
sin tierra o residencia, en libertad.

Acabé malparando la emoción.
Descubrí con gurús pilas de agravios
entre mantras trufados de verdad,

Nunca hallé en los divanes solución,
ni en píldoras prescritas por los sabios.
Tan solo me acogió mi soledad

Calgari
Grupo A


Larga es la noche

Larga es la noche para mucha gente,
Hasta que el sol por el Este aparece de repente.
Personal sanitario, en pie y en vilo todo el día,
no duerme para salvarnos a deshora la vida.
El guardia de seguridad atento
Para que no invadan el terreno
Bombero alerta,
Por si el fuego o el agua nos despierta
Camionero en carretera,
hay que llenar de carne la nevera
Está despierta el empleado o la empleada de la limpieza
para que durante el día luzcan los edificios algo (solo algo) su belleza.
Está despierto el basurero
para que toda la basura esté en su cesto.
En pie está el policía.
para que todo llegue en orden al nuevo día.
De paso están de pie y en otras posturas los de alguna orgía.
Hay bares abiertos
incluso cuando toca dormir los hay despiertos.
Sin el locutor de la radio
el insomne estaría solidario.
Mucha más gente en la noche,
si me la dejo a alguien que me perdone
a troche y noche..

Javi Martín
Grupo A


Sol de invierno

Aquel domingo de enero
se vistió de primavera.

Los débiles y tibios rayos de sol
como hebras doradas,
tejían en el infinito tapiz azul
flores de colores y nubes de algodón.

Alimentado durante nueve lunas
de ilusiones, sueños e incertidumbres
el fruto del amor,
abría sus ojos a la luz.

Se fue el rocío que cubría la hierba del camino,
la escarcha que esculpía las ramas del olivo,
y las huellas de lluvia que el viento dejaba
en el opaco cristal.

Aquel veintidós de enero
volvió a renacer la esperanza,
reflejada en una intensa mirada
que logró deslumbrar al sol de invierno,
aquella radiante mañana.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Sol de invierno
Falso soneto

Se levanta convencido
qué se joda diciembre,
con su blanco lecho
y su viento del norte.

Si se da prisa, aturde
a la pálida y tonta luna
con obscena caricia la duerme.
¡Es tan confiada y pura!

Se cuela por el cristal,
franquea puertas y ventanas.
Sonríe la poeta arrebujada en su chal.G

Los árboles escupen escarchas,
cientos de versos emergen del barrizal.
Definitivamente, hoy no es un día más.

Eva Hernández
Grupo A


Un hombre pasa con un poema entre los labios”.

En esta tarde gris
golpea la lluvia en la ventana.
En la alameda,
desfilan paraguas solitarios.
A través del cristal
veo caer la tarde, plomiza,
silenciosa, sin alma.
En la lejanía , bajo los árboles,
un hombre pasa
con un poema entre los labios.

P.G.
Grupo C


Sol de invierno

Alguna vez me tumbo en el infierno,
me gusta acomodarme en su calor,
me olvido del olvido y del dolor
mientras suena de fondo “sol de invierno”.*

Lleno de garabatos mi cuaderno
ya no temo escribir algún error,
será que estoy haciéndome mayor
o que cagarla, al fin, me importa un cuerno.

Pues ya no me preocupa ser perfecta,
me da lo mismo hacer las cosas mal
y no quiero seguir la línea recta.

Hoy prefiero apostar por lo real
que encaja como un puzle y se conecta
con lo más primitivo y natural.

Aurora Zarco
Grupo B

*”Sol de invierno” (1992) canción de Extremoduro.


Larga es la noche

Larga es la noche para quien espera el día, con su carga de perplejidad.
La noche es larga antes de que el día acabe por llegar lento
abriéndose paso entre la luz tímida, incierta, precavida.
No es tu noche ni mi noche,
es la noche de todos,
la noche larga y llena de sombras, vacía de encuentros
y experta en soledades acuosas,
en verdades líquidas que no se atrapan de noche.
Larga es la noche
y viscosa
y mentirosa,
Nos deja mudos y huérfanos de realidades,
nos ahoga en su seno vacío de coherencia,
nos exprime la identidad si la tenemos
y nos deja solos, muy solos, en la tiniebla misma que es su esencia.
Larga noche larga,
ofréceme ya el día, para que su luz espante las sombras
y penetre por las rendijas estrechas del misterio.

Pilar Sánchez Barbero
Grupo C


Morir en libertad

Tuve que volver a leer la ficha de la sesión del martes pasado para estar seguro del título sobre el que había decidido que escribiría esta semana: “morir en libertad”.
Preciosa palabra: libertad. Al pronunciarla, al salir de la boca, sientes ansia en el pecho, frescura en la cabeza, energía en los brazos para abarcarla. La imagen es la de una mujer decidida, pintada por Delacroix en un cuadro hermoso, luminoso, que irradia esperanza: “la libertad guiando al pueblo”.
Sin embargo, por qué será, me pregunto, que la libertad aparece tantas veces unida a la muerte, como en el título de la página que Jaimito lee en el recital.
Había pensado escribir sobre la libertad de cada uno de nosotros para elegir el lugar y la forma de morir. Y no sobre el precio de la libertad, que, por desgracia, siempre es muy alto.
Hace poco un amigo me confesó que, en ocasiones, sentía pánico al pensar en no disponer de libertad para pasar los últimos años de su vida. Desde luego tenía claro que no quería dejarse arrastrar a una residencia. Lugar en el que, en la actualidad, concentran a las personas mayores, a los viejos, con la disculpa de que así están atendidos y controlados, ellos y sus enfermedades. Y allí, en esas residencias, que recuerdan los internados y la mili, hay un poco de casi todo aquello que se puede comprar, menos libertad.
Mejor, me dice, como en casa en ningún sitio. Aunque también me recordó aquello que escuchó a Sabina: “como fuera de casa, en ningún sitio”. Para mi amigo, morir en libertad será hacerlo en su casa. Pudiendo decidir si sale o no sale. Si va al cine o no y que película ir a ver. Si escribe hasta muy tarde; si apaga la luz o sigue leyendo. Si invita a sus amigos para hablar y discutir del último libro que ha leído, de cine o de la importancia de las matemáticas en la cocina tradicional.
Recuerda mi amigo los años de juventud en los que en ocasiones el grito alegre era “libertad o muerte”. Inconscientes, jóvenes, ilusionados, esperanzados. Ahora en este lugar en el que vivimos mi amigo y yo, tenemos, todavía, la suerte de poder elegir. Morir en libertad, igual que las flores en el campo.

Gabriel R.A.
Grupo C


Carne

Carne de mi carne, sangre de mi sangre, raza de mi raza…
Eras carne, eras piel, eras labios, brazos, piernas, pechos, muslos…
Eras vida para vivir, agua para beber, sed para calmar…
Eras un rizo de tus cabellos para enredarse en ellos. Boca para besar, cielo para tocar…
Eras todo eso, mariposa equivocada que atrapar en una red, alimento de zorros hambrientos, remanso de aguas cristalinas en mitad de los desiertos, furia viva para acallar otras furias, furias muertas, silenciadas.
Eras todo eso y no eras nada.
Eras carne, eras piel, eras labios.
Eras cuerpo.

Esperanza García
Grupo A

Pentavocalismo y monovocalismo

Ayer fuimos "aeiouistas", domadores de vocales. Menudo enjuague bucal el que hicimos en el taller. Mandamos todo a hacer gárgaras para jugar como hacen Marius Serra, o Perec o cualquier niño que descubre las posibilidades circenses del lenguaje y las palabras.
Hay una leyenda urbana que como Guadiana aparece y desaparece de forma cíclica en las redes sociales. Señala a Lucía Echevarría como responsable de unas declaraciones en una televisión en las que afirmaba que solo existe una palabra en nuestro idioma con las cinco vocales: murciélago. 
José Fernando Blanco Sánchez escribió una carta demostrando a Lucía que hay muchas palabras que contienen las cinco vocales. Escogió sólo algunas de las 42266 palabras que existen con estas características:

Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que “murciélago” es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco vocales.
Mi estimada señora, piense un poco y controle su “euforia“. Un “arquitecto” “escuálido“, llamado “Aurelio ” o “Eulalio“, dice que lo más “auténtico” es tener un ” abuelito” que lleve un traje “reticulado” y siga el “arquetipo” de aquel viejo ” reumático” y “repudiado“, que “consiguiera” en su tiempo, ser “esquilado” por un “comunicante“, que cometió “adulterio” con una “encubridora” cerca del ” estanquillo“, sin usar ” estimulador“.
Señora escritora, si el “peliagudo” “enunciado” de la “ecuación” la deja “irresoluta“, olvide su “menstruación” y piense de modo “jerárquico“.
No se atragante con esta “perturbación“, que no va con su “milonguera” y “meticulosa ” “educación“.
Y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de ignorancia!


Comenzamos la sesión cantando "Cuando Fernando VII usaba paletó" con todas las vocales y también probamos con alguna consonante como hace el grupo La Carraca. Bordaba el juego quien fuera capaz de añadir la frase colocando por orden todas las vocales: "Cande Firnondu Sáptémi osuba pelitó". Este juego heredado de padres a hijos era, sin entonces saberlo, nuestra contribución al panvocalismo y el pentavocalismo. 
Ya en la adolescencia había otro juego con el monovocalismo que se convertía en una obra. ¿Eres capaz de decir la frase "Mi moto Alpina derrapante" con la vocal "a"? Claro. Prueba ahora a decirlo con la "e". Y ahí estaba la trampa que suscitaba una sonrisa y quizá también una colleja.
¿Hay alguna palabra que comience, en diferentes idiomas, con distinta vocal? Sí. En catalán, la palabra "Inglaterra" comienza con "a" (Anglaterra), en inglés con "e" (England), en castellano con "i" (Inglaterra), en feroés con "o" (Ongland) y en swahili con "u" (Uingereza)


Este asunto de las palabras pentavocálicas viene de lejos, Màrius Serra, autor junto con Oriol Comas del juego "Verbalia", lo explica en su libro con el mismo nombre: (Verbalia. Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario):

Ya a principios del siglo XIV Dante Alighieri debía de enamorarse de esta conjunción vocálica, tal como demuestra el elogio del rarísimo verbo latino “auieo” que hace en su Convivio, una heterogénea miscelánea de textos eruditos que dejó inacabada. El amador de Beatriz adjudica a este verbo pentavocálico puro -tal vez emparentado con augeo- el sentido de “atar palabras”, lo analiza de modo sorprendente y lo ilustra con una cuerda que ata las cinco vocales en este orden: AUIEO. En 1939 el escritor italizano Alberto Savinio introduce el término “aeiouismo”. 

Las cinco vocales se pueden ordenar de 120 maneras diferentes. Tienes las secuencias de combinación en esta página.

Pero también hablamos de monovocalismo. Del refrán: «La mala llaga sana, la mala fama mata». De la canción "Efectos vocales" de Nach o de Javier Maroto y sus temas con palabras que solo contienen la vocal "a" o la vocal "e".
Hablamos de León Giego que hizo el mismo juego pero con la vocal "o" en "Ojo con los Orozco" y de Mamá Ladilla que juega con la "e" en su tema "En el vergel del Edén".
Nos reímos con Peli Almuedo y Rodolfo y Odón, dos hermanos gemelos que sólo hablan con la vocal "o"; con Clemente Pérez Meléndez, bedel que sólo habla con la vocal "e" y con Ana Tamara Sagasta Cañada que sólo habla con la vocal "a". 

Mostramos el libro "Cuentos de las cinco menos cuarto", cinco cuentos ilustrados en un sólo volumen, con imágenes de Inma Grau y textos de Oswaldo Felipe editado por Diego Pun.

Dejamos aquí, por último, una breve historia que recoge Márius Serra en Verbalia, un texto escrito por Josep María Albaigés con la vocal "i":

Id, viril Idris: dirigid, insistid, dividid, imprimid vil Iris; dirimid civil, difícil lid; infligid ministril crisis; fingid bilis, sífilis, tisis sin fin; vivid mil brindis, y… gris fin, dimitid. 


Propuesta de escritura

Escribe un texto donde incluir como mínimo 10 o 20 palabras pentavocálicas puras.
Los personajes para tu historia, junto con su apellido, oficio y lugar de procedencia puedes seleccionarlos de este listado:

-Nombres: Aurelio, Esculapio, Eufrasio, Eufronia, Eulalio, Eulogia, Eustasio, Eutropia, Gaudencio, Gualterio, Laudelino, Laurencio y Laurentino-
-Apellidos: Aguilero, Buenamigo, Buencamino, Anzorregui, Aróstegui, Figueroa, Fuensalido, Goizueta, Leguizamón, Mangueiro, Mirabueno, Nogueira y Salgueiro-
-Oficios: arquitecto, barquillero, borriquera, buscapleitos, butifarrero, esquilador, guitarrero, piragüero, porqueriza, quincallero, rosquillera, subdirectora y taquillero.
-Pueblos: Bustarviejo, Castilnuevo, Fuengirola, Galleguillos, Humilladero, Legutiano, Orihuela, Ortiguera, Porqueira, Puertomarín, Sorihuela. Valderrubio y Villoruela.

Y te facilitamos también una selección de palabras pentavocálicas. Pincha en el enlace para descargar el listado. Ojo, en ambos listados no todas son palabras pentavocálicas puras, deberás tener en cuenta estas consideraciones a la hora de seleccionarlas:

a) Condición fonética: las cinco vocales deben sonar al pronunciar la palabra, lo que excluiría términos como albaricoque, dominguera y arquitecto que incluyen la “u” como elemento de los dígrafos gu- o qu-.
b) No se admiten formas verbales como participios: denunciando o repudiando.
c) Tampoco plurales: auditores
c) Quedan fuera de consideración los diminutivos: abuelito, cuadernillo; 
d) No son válidos los nombres propios compuestos como Julio César o las uniones de nombre y apellido como Jesús Molina, Martín Lutero o Rubén Darío.

Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Eulalio Figueroa, buscapleitos de Sorihuela, republicano, como su bisabuelo, aguileño y larguirucho con los ojos color eucalipto e impetuosa personalidad, está en contra de lo que él considera la putrefacción del sistema y se ha lanzado a la reconquista de los valores perdidos y por eso llama a la sublevación.
Su quijotesca aventura promete ser resolutiva, pero su quebradizo plan, tiene más de eufórica estrategia que de auténtico combate.
Se le ha ocurrido la genial idea de obsequiar con una orquídea a todo aquel que siga su peliagudo proyecto.
Tal ocurrencia parece poco resolutiva y equívoca ya que en su cuadernillo aún no se ha apuntado nadie que quiera seguirle en tan neurótica misión.
Su batalla unipersonal provoca burlas y risas pero él mantiene el entusiasmo y expone su ocurrencia allí donde haya concurrencia de público ya sea en la cola del cine o en el vestuario de la piscina.
Ha denunciado al conductor de un autobús interurbano que lo echó en mitad del trayecto por lo que él considera una vulneración del derecho a la libertad de expresión.
“No le hago mal a nadie” ha declarado de malas maneras, mientras da esquinazo a este humilde tertuliano cuya única intención es informar.

Aurora Zarco
Grupo B


El baile de las 5 vocales

Mi amigo Laurentino Goizueta quiso emular a Esculapio a pesar de ser barquillero en Sorihuela.
Al ser un poco descuidado no tuvo precaución en la depuración de la leguminosa, y al emulsionar el resultado tras el centrifugado, la masa se llenó de anticuerpos blanquecinos que al inhalarlos le provocó una neumonía.
Su mujer que era algo neurótica, al ver el tono aceituno de su piel, de forma impetuosa le obligó a ir al hospital.
La actitud del médico fue resolutiva y al cabo de unas horas, Laurentino parecía haber resucitado.
El paciente quedó niquelado, y al volver al hogar tuvo la ocurrencia de obsequiar a su esposa Eulogia con una orquídea.

José Luis Fonseca
Grupo A


El cristal con que se miran las vocales

AEIOU
EIAUO
OUEIA
IOUAE
UAOEI

Graduación resultante:
Vidrio esférico D: -1,50
Vidrio esférico I: -3,50. Para cerca: -2

La óptica me entrega las nuevas gafas y veo peor que antes. Vuelvo al oculista, y el doctor Eulalio Mirabueno, arquetipo aceituno, aguileño, cuellilargo, barbiluengo y de gran corpulencia, demuestra que, con su piquito de oro, tiene más de Eulalio que de Mirabueno. Más que oftalmólogo parece un superlativo buscapleitos. Legutiano tenía que ser. Protesto, y todo se vuelve un griterío freudiano, una sublevación de paciente impaciente por su mala numeración. Le digo que parece un taquillero: F1, A4, y si no ve bien saque otra entrada; le digo que ha confundido el optómetro con el audímetro. Todo es un pandemónium, y cuando me llama ojituerta mi carácter sanguíneo se altera y a gritos comienzo a cuestionar su equívoca e informulable graduación, y sin llorisquear, resolutiva como soy, receta en mano, me largo de la consulta, dándole esquinazo en un zigzagueo ultraligero, me subo al interurbano, y me voy a tomar una copichuela y una buena degustación de foie (fuá), manutención que me va a subvencionar, con lo que me he ahorrado de la consulta, el quincallero de lentes ferruginosas de murciélago.

Ignacio Aparicio
Grupo A


El acuífero

Eulogia Salgueiro, subdirectora de la compañía de aguas de Puertomarín descolgó el teléfono. Al otro lado de la línea estaba Aurelio Figueroa, un buscapleitos de Valderrubio, el pueblo vecino con el que tenían un sinfín de litigios.
Esta vez la acusaba de encubridora, de tapar la contaminación ferruginosa del acuífero en su confluencia con la planta de depuración. Semejante Ocurrencia solo podía salir de él. Ella era una persona estudiosa que revisaba todos y cada uno de los documentos que llegaban a sus manos. No se rendía a ninguna persuasión externa ni a informaciones equívocas. Por lo tanto, estaba segura de que no existía ninguna vulneración de los códigos sanitarios, ni se habían descuidado los métodos de análisis del agua.
Era la duodécima llamada de Aurelio, que inmerso en su mundo de surrealismo pretendía cuestionar la gestión de la compañía por la nueva captación del riachuelo de Castilnuevo, cuyo cauce discurre por unas tierras de su bisabuelo Laudelino que, tras muchos años de querellas había heredado él.
Eulogia se limitaba a escuchar sin entrar a debatir ese tema ya enquistado. Harta de tanto tono superlativo y de escuchar su repetida queja unipersonal, optó por aplicar su característica más conocida y, de forma resolutiva, le colgó el teléfono, no sin antes recomendarle precaución.

29 palabras que contienen las cinco vocales: Eulogia, Salgueiro, subdirectora, Puertomarín, Aurelio, Figueroa, buscapleitos, Valderrubio, encubridora, ferruginosa, acuífero, confluencia, depuración, ocurrencia, estudiosa, persuasión, equívocas, vulneración, descuidado, duodécima, surrealismo, cuestionar, riachuelo, Castilnuevo, bisabuelo, Laudelino, enquistado, superlativo, unipersonal, resolutiva, precaución.

M. Maximina Moreno 
Grupo B


Informulable quijotesca surrealista ecuación, ni con ni sin hipotenusa

La cuestión era de un cariz cuando menos peliagudo, ni siquiera un tertuliano de Sálvame sabría como tratar superlativo tema. Aritméticamente no había ecuación que nos diera una solución inequívoca. Intentamos recurrir al catedrático Laurencio Salgueiro Soponcio, quien nos recomendó discutir el peliagudo asunto al bar Santa Ana, a escasos metros del Humilladero., donde dadas las horas vespertinas estaría allí bebiendo vino su colega Laurentino Buencamino, que además de arquitecto había sipo guitarrero en un grupo de música folk en su natal Orihuela,
Eufrasio y yo, junto a un buen picapleitos que frecuentaba una taberna cercana, ubicada en las porquerizas de un antiguo palacio, ahora centro de la antigua edad, donde es habitual mi abuelo Laurencio. Al final de bar en bar, pero lo freudiano del asunto lo requería, y tampoco era un camino especialmente desagradable. Copichuela en mano íbamos degustando zumo de uva fermentado. Eufrasio decía que se le iba a ir en caldos regulares la manutención de su amante Eulogia. Yo ya le dije, que ella sin ser una premiada rosquillera ganaba más que el, subdirectora de cine de mañana, taquillera de teatro de tarde.
Encontramos por fin al sabio, que sentó catequismo sobre las bondades del vino Toro sobre el de Las Arribes. Bueno, el informulable tema no tenía solución alguna, dijo. Así que a por otro pago, murciélago. Algo huerfanitos de conocimientos no supimos otra cosa que cometer una vulneración de nuestras costumbres. Googleamos la dichosa cuestión de forma concienzuda. Incluyendo el término “hipotenusa”, para darle más solera.” Error #4056 y medio” nos devolvió el buscador: El auténtico problema: la ecuación era informulable, con o sin logaritmo neperiano de “e “, el número univocálico por excelencia.
Por no lloriquear cogimos el interurbano hasta La Coruña, haciendo gala de nuestro irredento galleguismo. El viaje duró poco, no por la enumeración de los aconteceres surrealista del día., simplemente se pinchó un neumático. Volvimos como dos jóvenes autoestopistas, decidiendo no volver a reformulaciones abstractas ni, por si acaso, dar por determinadas cosas veredes…

Javi Martín
Grupo A


El pentavocálico de Eulogia y Esculapio

Esculapio Buenamigo, oriundo de Castilnuevo, ejercía de barquillero en Fuengirola. Barbiluengo, rostro aguileño y aceituno, gran corpulencia y sentir republicano, aspectos heredados de su bisabuelo Gaudencio, constituía una confluencia de atributos que le hacían el arquetipo de hombre conquistable.
Eulogia Figueroa, menorquina, concienzuda trabajadora de una droguería de Puertomarín, era impetuosa, llena de entusiasmo y de espíritu viajero. Desde que una neumonía desahució a su abuelo Gaudencio, un aguerrido arquitecto que le dibujaba orquídeas, dándole esquinazo a la vida, ella tuvo la ocurrencia de viajar de forma consecutiva por el Sur. Sin mucha congruencia se dedicó a curiosear todo, probar degustaciones o copichuelas como una estudiosa, anotándolo en un cuadernillo que era un muestrario de educación. Con precaución dio esquinazo a un esquiador, un guineano, un cuidacoches y un refugiado que de forma quijotesca quisieron enamorarla sin persuasión.
Ambos se encontraron entre la concurrencia dominguera del paseo de los eucaliptos y en el autobús interurbano que les trasladaba a Humilladero. En la verbena junto al riachuelo Charcón, un dulzainero, un guitarrero y una cantante teutónica, con el vestuario niquelado, les hicieron bailar un auténtico, exhaustivo y estudiado tango. Se enamoraron junto al parquímetro.
Sin precaución él la siguió a O’ Barqueiro, trabajando de taquillero, en una subestación y en el marisqueo. Como no le gustaba anduvo meditabundo y quebradizo, hasta que se colocó de esquilador. Eulogia era resolutiva, llegando a ser subdirectora de un grupo con negocios de centrifugado, buñolerías, mosquiteras, leguminosas y neumáticos. Sus ingresos no eran escuálidos pero sin llegar a la opulencia, por lo que estando bien guarecidos para su manutención, se casaron. Fueron testigos Eufrasio Buencamino, Eulalio Mangueiro, Eutropia Nogueira y Eufronia Salgueiro, tertulianos del bar el Murciélago, situado en un punto neurálgico de Ortiguera, donde una equívoca instalación escultórica propia del surrealismo representaba un paquidermo blanquecino.
Eran ejemplo de galleguismo y su reputación de matrimonio superlativo era general, pero en la reproducción no conseguían un auténtico éxito de fecundación por la problemática menstruación. Esto les había perjudicado, produciendo una neurótica perturbación con paupérrimo y peliagudo resultado. Aunque intentaron una reconquista o refundación de su relación, todo quedó esquilmado por un adulterio, pulverizado sin posibilidad de ser resucitado y a pesar de no ser secundario en sus vidas, se fue por la hipotenusa sin una salida supletoria.
Al final, después de lloriquear un poco y estar algo desubicados, sus vidas no eran equívocas y sin dejarse sugestionar cada uno siguió su camino.

Manuel Medarde
Grupo A


La cuasinvención de la guitarra hipnótica
(versión pentavocálica Oulipiana)

Gaudencio Aureochsmeir Puertomarin, guitarrero de complexión escuálida, asociado a su célebre primo, el luthier Helmut Aureochsmeir, trabajaba en su taller subterráneo con maderas de eucalipto, a las que decoraba con incrustaciones semejantes a bellos atauriques y otros detalles arquitectónicos. Recibió el encargo del concejo de confeccionar, como parte de un muestrario de instrumentos, una guitarra eufónica.
Eulogia Anzorregui Legutiano, subdirectora de *Emulsionamientos Aróstegui & Anzorregui S.L.*, amiga íntima del alcalde Aurelio Fuensalido de Porqueira, arquitecto y regidor de la villa de Atentialmiocuore, que le propuso, entre otras cosas, trabajar en un novedoso proyecto de la municipalidad. Ella aceptó el encargo del ayuntamiento para supervisar la construcción de un instrumento capaz de sugestionar y reconquistar el entusiasmo de la irresoluta plantilla de trabajadores del consistorio. Eulogia, eufórica y plena de cuestionamientos ante la luminosa ocurrencia del cabildo y el estatuario porte de su primer edil, exhibió la superioridad de escalafón de su cometido en su primer encuentro con Gaudencio:
—¡Exijo la manufacturación de un instrumento con diseño aeronáutico que dé un resultado superlativo, en sentido terapéutico! —vociferó.
Antes de que Gaudencio pudiera objetar algo ante el surrealismo de la propuesta, apareció el Dr. Esculapio Buenamigo del Humilladero, médico del consistorio, hombre de talante jerárquico y humor cáustico que debía controlar, de modo autárquico, el aspecto científico del proyecto y vigilar las propuestas con la debida precaución.
La irrupción del galeno no sentó bien a la nada virtuosa Eulogia, que, engolada por su relación personal con Aurelio, admitió con precaución la presencia de Esculapio, para no hacer patente el hecho de la coincidencia de su nombramiento, con la concurrencia de un supuesto adulterio con el presidente del concejo.
Esculapio, que era hombre de ocurrencias, comenzó a desplegar un zigzagueo mental apriorístico, cuestionándolos a ambos, lo que descolocó al guitarrero y a la subdirectora, sobre todo al sugerirles que rellenaran un cuestionario sobre la evolutiva del proyecto y manifestó:
—Si el constructo resulta tener una manutención de carácter superlativo, y no sirve para la acentuación del arquetipo educativo previsto, certificaremos su defunción como éxito artístico.
Aquel ninguneamiento por parte del facultativo provocó, amén de la protesta, de los otros dos, la convicción de que el matasanos estaba bajo el influjo de algún alucinógeno. Por lo que ambos reaccionaron con una genuina gesticulación de discordancia, consistente en levantar el dedo anular de la mano y tras mostrarlo ante sus ojos, elevar el índice a la altura de la propia sien. Y así fue como Esculapio entendió que le estaban afeando el sentido agridulce, unipersonal y secundario de la propuesta.
A lo que el doctor, lejos de lloriquear, reaccionó con otra nueva ocurrencia y con voz sosegada pero resolutiva, exclamó:
—Si por el contrario evita, con su resonancia, la encubridora acción tertuliana a deshoras del café y su discusión equívoca sobre la adulteración del verso alejandrino, si se acompaña de dulzainero y tamboril, lo consideraremos curación oficial.
Gaudencio, desubicado y preso, no solo de la neurótica actitud de sus compañeros, si no de su propia perturbación debido al enquistado ambiente de trabajo, en un arrebato de culteranismo, impropio de su ascendencia teutónica, añadió al instrumento de cuerdas metalúrgicas otras de murciélago disecado.
Al sonar las primeras notas, la eurítmica simultánea del departamento municipal se tornó impetuosa; los funcionarios entraron en trance burocrático y comenzaron, de forma consecutiva, a archivar documentos, inmersos en un pandemónium con inequívocas muestras de ausentismo.
—Efectos secundarios indeseados —aseveró Eulogia—. Y añadió asumiendo su ultraligero liderazgo:--- Me veo adulterando las actas para evitar mi depuración.
—Perturbación poética —dictaminó Esculapio, recetando whisky edulcorado con veneno para el caso.
Gaudencio, auténtico artífice del caos, desahuciado ante la confluencia de la equívoca evolutiva de la jerarquía, cuestionado por la disposición neurótica del cabildo, sugestionado por su propia perturbación y convencido de la imposibilidad de que el concejo volviera a subvencionar alguna obra suya, se retiró a un terreno aurífero para cultivar orquídeas venenosas.
El universo municipal enmudeció, mostrando un entusiasmo algo enquistado y de tintes gubernativos, con la sublevación funcionarial y, para evitar cuestionamientos, guardó la guitarra en un almacén del ambulatorio, junto a otros adminículos del argumentario terapéutico.

Calgari
Grupo A


Entre acordes

Aurelio Figueroa, de profesión guitarrero, natural de Orihuela, paisano de Miguel Hernández, amante de la palabra hecha música, amigo de sus amigos, de la juerga y de la noche que la vive con entusiasmo viendo amanecer, envuelto en los acordes de su guitarra.
Buen tertuliano, y mejor gesticulador, siempre con una copichuela en la mano, mientras su guitarra descansa después de haber resucitado la mejor de las bulerías.
Entre el cante y la palabra transcurre la noche con un quebradizo lamento en forma de soleá.

P.G.
grupo C


Arquitectos del idioma

Aurelio Figueroa y Eufrasio Nogueira, de Legutiano (Álava) el uno, murciano de Orihuela el otro, barbiluengo el primero, cuellilargo el segundo, fundadores ambos y únicos miembros de la “Santa Cofradía de la meticulosa depuración de la Lengua”, se detuvieron frente al montón de porquería. Habían conseguido colarse en el área duodécima del basurero municipal.
-¿Escudriñamos este guarrerío?
-Dale, Legutiano, ya sabes que yo soy pro-suciedad -contestó Figueroa alardeando de la opulencia de su imaginativo lenguaje-. Recuerda nuestra consigna: “Nunca repudiamos la putrefacción”.
-Un lema excelso, megasucio, basuríneo y hasta diría, funerario. ¡Eres el arquetipo de los conquistadores del idioma. Tu talento es superlativo! -entonó con gesticulador entusiasmo Eufrasio.
-¡Calla, basta de adulaciones! Pareces un tertuliano televisivo.
Se mantuvieron un rato en silencio mientras cada uno escarbaba en una ladera del montículo. A pesar de lo sigiloso de su incursión, no tardó en escucharse una voz resolutiva. El guardia de seguridad los había descubierto.
-¡Figueroa, Nogueira, otra vez habéis vuelto a las andadas!
-Agente Ansorregui. Esto no es más que una inocente exhumación. Hemos de ganarnos la diaria manutención -comenzó a lloriquear el aguileño Legutiano.
-No disponen de licencia unipersonal que los acredite como ribuscadores , así que me veo en la impetuosa ubligación de ponerles una sanción y expulsarlios de las instalaciones —exclamó sacando un cuadernillo el guarda, que se consideraba a sí mismo un pionero de la lengua y que tenía a gala, permitirse vulneración tras vulneración de las reglas de la gramática.
-¡Esto es un pandemónium peliagudo, un atropello rufianesco, una injusta depuración! No nos deja más salida que la sublevación -se quejó amargamente el murciano.
A pesar de las amenazas, la pareja había comenzado a caminar sumisamente hacia la salida.
-Un auténtico desahucio que merecería la actuación de un picapleitos. Ni que este paquidermo custodiase un tesoro -murmuró entre dientes Figueroa.
-Venga, fuera. Se expulsionan de aquí irso facto. Vayan a tomarse una copichuela en el garito de Valderrubio que ya debe estar abierto —les sugirió el guarda mientras cerraba la ferruginosa valla a sus espaldas.
-Murciélago, taquímetro, sahumerio, jaguarizo —gritó gesticulando Eufrasio, cuando ya habían alcanzado el riachuelo y se consideraron a salvo.
-Burricegato, pisahuevos, culicebolla, ceñoviuda -remató el ocurrente Aurelio.

78 palabras y palabros con las cinco vocales.

Pepe Lorenzo
Grupo B


Eufonía

Esculapio Nogueira Aguilero, de apodo el aceituno, vecino de Sorihuela y de oficio esquilador, contrajo nupcias con Eutropia Goizueta Aróstegui, hija de Gaudencio Mirabueno Leguizamón, un emigrante republicano, de profesión quincallero y refugiado en el pueblo castellano antes citado.
Su vida matrimonial era demasiado monótona y pese a la impetuosa que resultó ser Eutropia, no consiguieron, a pesar del entusiasmo de ambos, tener descendencia.
Sus gustos eran muy distintos pues a ella le gustaba salir de noche para contemplar el vuelo de los murciélagos a la luz de las luciérnagas y él, para olvidar sus intensos dolores reumáticos, coleccionaba muestrarios de diferentes servicios funerarios que le llevaba de vez y en cuando Aurelio, el cartero.
Esculapio soñaba con viajar a Australia para aprender nuevas técnicas de esquile. Ella prefería curiosear por la ventana la vida de los demás y hacerse rosquillera profesional para vivir en la opulencia con las ganancias de sus originales y escultóricas roscas.
Pasaron los años y seguían en el pueblo alimentando sus freudianos sueños. Él esquilando cada verano, a la sombra de los eucaliptos y al frescor del riachuelo, a las afueras del pueblo, las ovejas propias y la de los vecinos. Ella pasando los días entre la ventana y la cocina, olisqueando las rosquillas, con forma de orquídeas, que moldeaba con mucha precaución para venderlas en las fiestas de los pueblos de alrededor.
Una neumonía acabó con ellos en el duro invierno del 52.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Espíritu Santo

Eufemiano Orihuela, conocido como Ufe Sinalmuerzo, nació en mil novecientos treinta y cuatro, año del XXXII Congreso Eucarístico, en la ciudad del murciélago en su escudo.
Hijo único de un metalúrgico republicano, cuyo fusilamiento fue conmutado por la pena de neumonía perpetua, y de una víctima de los aliados de la sublevación en el bombardeo de la calle Periodista Azzati, quedó al cuidado de sus bisabuelos, que se encargaron de su manutención y su educación. Ella, Enriqueta Buencamino, fue muy concienzuda en su catequismo y encargó supervisarlo a la superiora de la orden de Cristo Resucitado.
Hoy, lleno de entusiasmo, entre los sahumerios y los vestuarios cardenalicios de la ceremonia sucesoria ha elegido sin dudar el nombre para su pontificado:

Bonifacius decimus
Grupo C

Todo o nada

Esta semana retomamos la actividad del taller de escritura creativa, pero solo tuvimos sesión con el grupo C. La dedicamos a hablar de todo y de nada. Dicho así puede sonar extraño pero cuando tratamos de discernir con palabras ambos conceptos puede suceder todo o no suceder nada.
Después de leer y comentar brevemente el maravilloso álbum titulado ¿Nada? de Patrick Mc Donnell emulamos a su protagonista, el gatito Morro, y parte del taller le regaló de todo a la otra parte y éstos le devolvieron su nada más valiosa.




Tienes más información sobre este libro aquí.

Comentamos después algunos textos como "Sobre la nada" de Ángel Crespo:

La nada: ese inmenso cajón, alacena o lago del que Dios ha exiliado a todas las cosas; bosque en el que se escucha el balido de todos los pájaros habidos y por no haber.
Desgraciado de aquel que no tiene su nada, habrá de conformarse con lo que le den los demás, sacando de sus bolsillos o de sus terribles armarios; vivirá  como nuncio, como vicario, como ministro, pero jamás con soberanía, porque no tendrá nada.
La mía es el recuerdo, las escamas de los pescados que platean en los mares de medianoche –y del mediodía en que el sol nada–; la nada por crear.
O bien el largo olor a vida de la nada.

Y propusimos como tarea imitar el juego que el poeta José Hierro hizo con las palabras "todo" y "nada" en su soneto "Vida":

Después de todo, todo ha sido nada, 
a pesar de que un día lo fue todo. 
Después de nada, o después de todo 
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!». 
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!». 
Ahora sé que la nada lo era todo, 
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada. 
(Era ilusión lo que creía todo 
y que, en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada 
si más nada será, después de todo, 
después de tanto todo para nada.


Vimos algunas versiones de dicho soneto publicadas en el libro homenaje Todo y nada (Cuadernos del Episcopio, Aula de Poesía José Hierro) como el soneto firmado por Carlos Aganzo con el título "Todo o nada":



Quiso del ansia preso tomar todo,
beberse el mundo y no dejarse nada,
mas no logró saber apenas nada
más que dudar de todos y de todo.

Quiso jugarse el todo por el todo
y al final su ganancia no era nada
pues el que suma nada sobre nada
en su locura va perdiendo todo.

Quiso mirar y comprenderlo todo,
y más miraba más veía nada.
¿Cómo saber que al fin nada era todo?

Acabó así perdiéndose en la nada,
paso a paso lo fue entendiendo todo;
lo tuvo todo al fin, y tuvo nada.


O el soneto de Jorge Arco:

Ser cuanto somos y saber que todo
lo que Dios no consienta será nada.
Ser cuanto somos y saber que nada
habrá tras el dolor y el frío. Todo

será tan solo de un color. Pues todo
tendrá una luz tan blanca que ya nada
ni nadie dictarán su olvido: nada
que no sea el ciprés que enluta todo.

¿Pero dónde termina aquella nada,
pero dónde comienza el fugaz todo
que finge vida y que se llama nada?

Los años serán sombra; y cuando todo
se haga cristal, aliento roto, nada,
galopará la muerte sobre todo.


Propuesta de escritura

Escribe un texto, en verso o en prosa, en el que aparezcan las palabras “todo” y “nada” al menos cinco veces. Procura que el texto sea legible. Toma como ejemplo los trabajos de la ficha.


Y aquí están las tareas presentadas hasta ahora:

Todo nada

Todo es siempre,
Nada es nunca.
Pero nunca es nada siempre ,
nunca es todo a la vez.
Nada y Todo,
baile eterno,
lleno y vacío,
el todo lleno de nada,
la nada impregnada de todo
en simbiosis perfecta.
Y nosotros , intentando descifrar si es mejor Todo o Nada,
como si todo fuera posible…
cuando nada nos pertenece.

Pilar Sánchez Barbero
Grupo C
 
 
¿Quién soy yo que buscándolo todo

me quedé sin nada?
Yo, que no soy nada por quererlo todo,
que busco consuelo en tus ojos
y solo encuentro el reflejo de la nada.
Tú, para mí lo eres todo.
Yo, para ti no soy nada.
En mi silencio recurro a todo y,
recibo sombras, soledades, NADA.
Llegué a este mundo sin nada
dispuesto a realizar un largo viaje.
En mi maleta deposité todo lo necesario:
Alegrías, tristezas, sin sabores, éxitos;
luché por conseguirlo todo
y al llegar al final del viaje
tendré que abandonar mi maleta
para irme como llegué, sin NADA.

P.G.
Grupo C


Todo por la pasta, nada sale gratis

Todo se fue a la mierda. Nada le quedaba, nada tendrían en el futuro. Todo estaba en manos del siniestro y cabrón picapleitos del que nada les empezaba a extrañar. Ahora todo estaba claro. Allí estaba ese tipo contando todos los cuentos sin nada de verdad. Seguía sin aclararnos nada del accidente, todas las mentiras salían intactas de su boca. Exigía cobrar todo antes del juicio y, además, no devolvería nada si el pleito se perdía. Jodido picapleitos, siempre dispuesto a quedarse con todo. Nada de ética había en su cabezota, ni es su sebosa barriga.
Pero ella no estaba dispuesta a permitirle ese abuso, prefería perderlo todo, antes de que este aprendiz de leguleyo les dejara sin nada. Decidida, levantó la mano dispuesta a hablar.
–Es mejor que vayamos por nuestra cuenta antes de que lo perdamos todo, de que no consigamos nada 
–dijo bien alto, sacando todo lo que tenía dentro.
Nada dijeron los demás; sólo asentían, mientras todos se miraban entre sí. Al final, efectivamente, todo se torció esa tarde plagada de negros nubarrones. A la vez, nada importante perdieron, sólo al gordo abogado que quería todo su dinero. Por el contrario, se alejaron contentos pues ahora el futuro estaba en sus manos, nada estaba totalmente perdido, todo volvía a ser posible.

Gabriel Risco
Grupo C


Todo o nada, el juego eterno

Todo se rompió sin hacer ruido. Ocurrió sin darnos cuenta, sin apreciar nada extraño. Lo habías dado todo, decías con tristeza. Pero yo no quería renunciar a nada. Siempre había sido así: tus ojos veían sólo los extremos, todo o nada. Todo el tiempo, todo el dinero, todo el placer. Nada era suficiente, nada quería ya compartir contigo, nada querías si no era todo. Así nos quedamos sin nada después de tenerlo todo. ¿Todo? ¿Nada? Elegir todo el tiempo para tener la nada

Gabriel Risco
Grupo C