Escribir para niños

Hoy, durante la sesión, hemos sido niños por un rato. Hemos recobrado el asombro, la ilusión y la curiosidad y hemos mirado a nuestro alrededor con el único propósito del disfrute. Gracias a Frederick hemos conocido el valor y la importancia de las palabras, los colores y el sol, tan necesarios como el trigo, el maíz y las nueces que los ratones necesitan para pasar el invierno (puedes ver y escuchar el cuento en este vídeo grabado por Ismael Marcos. Ya lo dijo en su día Federico García Lorca en su alocución a sus paisanos de Fuentevaqueros en la inauguración de la Biblioteca de su pueblo natal: "No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos.". Desconozco si Nuccio Ordine leyó en su día el libro de Leo Lionni pero la esencia del ratón Frederick está en su ensayo "La utilidad de lo inútil" donde nos recuerda como son considerados inútiles los saberes humanísticos y, más aún los que no traen consigo un aparente beneficio.

Pero también aprendimos con Selma el significado de la palabra "felicidad". Jutta Bauer, su autora, nos cuenta el día a día de la oveja Selma. Y entendimos que la soledad elegida puede ser una pequeña isla en la que rememorar la amistad o disfrutar de la vida. Sepo y Sapo, dos entrañables personajes de Arnold Lobel, nos lo mostraron.
Disfrutamos con Caperu, la experta en lobos, de la mano de Roald Dahl y Cuentos en verso para niños perversos. Un libro al que al ingenio y el humor de Dahl hay que sumar la excelente traducción de Miguel Azaola.
El lado oscuro nos lo sirvió en bandeja de plata Edwar Gorey con Los pequeños macabros, un catálogo de la "a" a la "z" sobre formas de morir. Tim Burton se considera hijo de este autor que se maneja en el humor negro como pez abisal en lo oscuro. Aquí puedes ver a sus niños macabros en una versión animada.
Gianni Rodari nos enseñó que un error puede convertirse en una historia, o incluso en un libro como El libro de los errores. Como escritores nos interesa la gramática convencional pero también la Gramática de la fantasía.
Antonio Rubio, maestro de maestros y notable poeta, nos acercó a la tradición con sus Versos Vegetales, un libro que no puede faltar en una buena biblioteca. En otro de sus libros nos explica que son los cuentos fórmula y cual es su mecanismo de relojería: "Son pequeños cofres de rico contenido y fácil apertura. Para abrirlos se precisa tan sólo siete pequeñas llaves, siete llaves de cuento". Te invitamos a asomarte a las primeras páginas del libro 7 llaves de cuento, de Antonio Rubio publicado por Kalandraka. Puedes descargar la introducción que verás en la página.
María José Ferrada es una de las voces más sobresalientes en la literatura infantil y juvenil. Ya disfrutamos en el taller su álbum ilustrado Mexique. En esta ocasión hablamos de Niños, un libro dedicado a treinta cuatro niños: treinta y dos de ellos fueron ejecutados por la dictadura chilena y otros dos, desaparecidos. Dice Micaela Chirif en la reseña que hace en la revista Babar: "El libro, con enorme delicadeza, evita narrar las terribles historias de la muerte o desaparición de cada uno de estos chicos. Y si calla al respecto, no lo hace por evadir el espanto y la tristeza sino porque intenta arrancarlos de su condición de víctimas y devolverlos a la feliz normalidad que les fue negada: la observación de las hormigas, la celebración de un cumpleaños, el ocio que permite que la imaginación vague libre y  convierte las nubes en animales blancos."
¿Quién no recuerda a Gloria Fuertes en sus intervenciones en La cometa blanca? La gata chundarata y muchos otros cuentos y poemas formaron parte de nuestra educación literaria y nuestro descubrimiento del pareado y la rima. La oca loca fue el libro que llevamos a la sesión. Puedes descargar y leer una  selección de poemas de ese libro en este enlace.
Y no podía faltar en nuestro decálogo de autores María de la Luz Uribe y su Cuenta que te cuento. Aquí tienes uno de sus poemas más conocidos, "El rey de papel" en la voz de Elena Montes.
Somos conscientes de que faltan muchos grandes nombres en esta selección. Algunos de ellos: Tomi Ungerer, Astrid Lindgren, Maurice Sendak, Erice Carle, María Elena Walsh, Elsa Bornemann, Wolf Erlbruch, Úrsula Wolfel, Jimmy Liao, Suzy Lee, Lewis Carroll, Hans Traxler o Shaun Tan por citar solo algunos. Es tan grande el listado de autores internacionales y de nuestro país que no pondríamos fin a esta entrada de blog.
En la sesión recomendamos la colección Leo, Río, Canto de la editorial salmantina La Guarida. Cinco libros para primeros lectores que toman como referencia canciones de nuestra tradición reescritas por David Hernández Sevillano, ilustradas por Ximena García y cantadas por Chloé Bird. Otra gran editorial salmantina de LIJ es Lóguez con un gran catálogo de publicaciones.


Propuesta de escritura

Recreamos en el taller la propuesta del libro Mi pequeña fábrica de cuentos. Cada participante escribió su historia en cuatro partes pero después hicimos algunos cambios. A partir de esta nueva historia resultante el objetivo era ampliar el cuento. ¿Es una historia que se pueda contar al estilo Roal Dahl, al estilo Gorey o quizá como lo harían Arnol Lobel o Gloria Fuertes?


Y estas son algunas de las tareas recibidas hasta ahora:

Un capitán pirata en un volcán disfruta un cigarrillo

No había naufragado su navío. Peor. La tripulación se había amotinado, al enterarse de que descendía de un guardacostas nada conocido, ni con ningún acto heroico. Eso era indiferente. Su sangre era sucia, pertenecer aunque fuera después de tres siglos a una familia con un agente de la ley y el orden marino era lo suficientemente grave. ¿Y si un día se equivocaba y pagaba la factura de la luz y todo? Porque ya se sabe, nunca podrían fiarse de alguien con un posible instinto legal. Incluso el contramaestre, que era de su pueblo, y con el que iba a robar huevos de gallina a la granja del viejo Eulogio de pequeño, se había puesto en su contra. De hecho, pensaba que nuestro capitán enviaba parte de sus botines a la ONG “Salvemos a los guacamayos uruguayos”. Claro, un buen acto no era digno de un buen pirata. Ser bueno es ser mal pirata, y eso no tiene cabida en un gran barco corsario como “El Avestruz”. El nombre lo habían elegido por sorteo, eligiendo un papelito. La verdad es que no deberían habérselo puesto una noche de “Jueves sin Ron” , porque de todos es sabido que sobrios los piratas no tienen las ideas claras. Pero no sería valiente echarse para atrás en algo tan serio, con lo cual se quedo con el nombre de un pájaro que ni nada ni vuela. Un ave como esa, la avestruz, cuyo acto más conocido era de cobardía. Ellos tan valientes, que atacaban hasta de noche, cuando no se ve nada. Tal vez, por eso una vez apresaron a su propio timonel. Un poco más y se van contra un iceberg. Pero alguien había visto Titanic, y esas cosas, en su bajel no sucedían.
No encontraban donde dejar al peligroso (por lo de su sangre sucia, con un 2% de posible bondad en vena) capitán, hasta que a lo lejos divisó una isla talla “XS”. No había árboles, con lo cual nuestro protagonista no tendría opción de montarse una piragua con la cual huir rumbo a Jamaica, que quedaba a eso de dos horas y media de avión. Tampoco había carretera, así que ni a “dedo” se lo llevaría nadie. Tren tampoco. Todos sabemos que de una isla por carretera o por ferrocarril se escapa. Pero no se fiaban. ¿Y si pillaba alguien fondos de la Unión Europea? Mejor no arriesgarse.
En la pequeña isla había un riachuelo y una tomatera. Así que no caería sobre su conciencia haber dejado a su hasta ahora jefe morir de hambre o sed. Ya está. Entraron a discutir si deberían dejarle acceso a internet. Eso sí que era matarlo. Decidieron que le podían regalar una pequeña televisión con Netflix… ¡Pirateado, nada de internet! Los detalles técnicos se lo dejaron al becario. Llevaba ya 10 años en la tripulación, dentro de 5 podría empezar a participar en los botines. Dominaba francés, griego, italiano, alemán, serbocroata, inglés y algún dialecto birmano. Pero no catalán, con lo cual era dudoso interpreté en el área de influencia europea. Le iban a dar una oportunidad con el castuo. Al fin y al cabo, a Extremadura era tan fácil llegar por tren como por barco…
Con el riachuelo tenía asegurada la electricidad. Paneles solares pasaron de poner. Todos sabemos que las renovables son susceptibles a producir apagones. Luz no le iban a dejar, pero Netflix sí, como hemos dicho. Claro, tenían un problema. La cuenta se la piratearon a un señor de Mataró, con lo cual la configuración por parte del becario era chunga.
Viendo que todo quedaba ya más o menos claro, como, a pesar de piratas de la peor calaña, es decir lo mejor entre bucaneros, le concedieron al desdichado capitán una última voluntad.
Claro, antes de valorar nada, se les presentaba un pequeño dilema… Solo había uno pero… ¿sería peligroso el gran volcán del centro de la isla? En caso de erupción la situación podía ponerse chunga, ya que el centro era crucial. La tomatera quedaba en el Norte, y el riachuelo en el Sur. El tema de la energía geotérmica para ponerle Netflix no lo habían tenido en cuenta porque el becario era receloso de todo lo que fuese un poco caliente.
Consultaron al Instituto Volcánico de los Mares del Sur. Daban erupciones para dentro de dos mil trescientos cuarenta y dos años, aproximadamente. El capitán ya tenía quinientos. Tanto no iba a durar.
Quedaba lo de la última voluntad… El capitán solo tenia una. La típica de cualquier reo a muerte. Pero él tenía concedido el derecho a vivir. El contramaestre dijo que daba igual, que tenía derecho. Así que el pirata pidió un bocadillo de chipirones. Le metieron una colleja. Todos, el primero él, eran veganos. ¿Acaso hasta en eso les había engañado? ¿No era además del descendiente de un guardacostas un peligroso sapiens omnívoro? Castigado sin Netflix, ale. El becario protestó ¿Acababa de desbloquear los puertos del enrutador del navegador de la pichiristuflástica trócola para esto? El contramaestre se comprometió a compensarle con un día de vacaciones dentro de dos años.
Entonces fue cuando el timonel dijo que Jones, el capitán se llamaba así, pero se había acabado lo de capitán así que era Jones, a secas, fumaba desde los tres años. Nadie se acordaba puesto que lo había dejado al embarcarse por primera vez con Jack Sparrow, cuando los piratas tenían honor, y no te dejaban sin cocos en una isla tamaño “XS”. Así que, le dieron un trujas, dos besos cada marinero (le tenían cariño, pero era peligroso no abandonarle así) y adiós muy buenas.
Jones, de profesión capitán pirata licenciado con deshonor, sube a lo alto del volcán y, mientras su amado “El Avestruz” se aleja, un cigarrillo negro disfruta… Mientras sonríe, dejando ver su colmillo de oro, puesto que acaba de ver un bote, con sus remos y todo detrás de una roca. Bien, tiene tiempo para fumar y disfrutar, antes de huir de ese islote XS, y ponerle un correo electrónico desde un ciber a su primo segundo, Jones, capitán de la Marina Imperial, con la carta de navegación memorizada de los próximos dos años del navío. Efectivamente, Jones, el ex-pirata no era de fiar. Era una agente doble del Gobierno de Su Graciosa Majestad.

Javi Martín
Grupo C


En una lejana cueva
estaba una caracola
durmiéndose con la luna
refugiándose en su sombra.
Está tan lejos de casa
que a veces se siente rota
y muriéndose de pena
llora, llora, llora, llora.
Ha llorado tanto, tanto
que sus lágrimas desbordan
y un océano salado
ha crecido entre las rocas.
Un caballito de mar
se la encuentra triste y sola
y sentándose a su lado
le canta una alegre copla.
—No llores más dulce niña
que tu tristeza me ahoga,
deja que seque tus ojos
y te cuide a todas horas.
La caracola le mira
y le pregunta curiosa:
—¿De dónde sales muchacho
y qué haces en esta costa?
Si esta cueva está perdida
y este mar no tiene olas;
es un lago artificial
que he llenado gota a gota
con mi pena en el destierro
y angustia de muchas horas.
—No quiero el mar, ni el paisaje,
que esas cosas no me importan,
quiero bañarme en tus ojos
que son los que me provocan
y quedarme aquí contigo
a salvo de las derrotas.
Y allí viven desde entonces
compartiendo noches locas
en esa lejana cueva
caballito y caracola.

Aurora Zarco
Grupo B


El dromedario Macario

En la ducha un dromedario
que llamaremos Macario
llora y llora
a toda hora
porque está seca la fuente
y es que no hay agua corriente.
Es un desierto desierto,
aquí no hay mar, río o puerto,
sintiéndose solitario,
el cheposo de Macario.
Pero es listo el dromedario
se le enciende la bombilla
y un cubo de agua pilla
llenándolo con su llanto
mientras tanto.
Tiene además buena estrella
porque viene una camella
que enamora al buen Macario,
¡es ella, es ella, es ella!
y le hace este comentario:
-bebe del cubo mi bella
que es agua dulce, mi estrella,
el amor en su porfía
este milagro ha obrado
llenándome de alegría,
ya no estoy desconsolado.
Y va acabando la historia
que conserva esta memoria,
Dromedario y Camella,
ella y él, o él y ella,
buena pareja han formado,
de luna de miel se han ido
a un oasis conocido,
y con el tiempo han tenido
dos hijos, muy buena prole,
¡Ole ole ole ole!,
que la camella ha parido,
un varón al que han llamado
Camedario
y a la segunda han nombrado
Dromemella
¡es tan bella la doncella!
Y este asunto jorobado
ha pasado a ser comedia,
porque tiene Camedario
y lo mismo Dromemella,
cada uno: ¡joroba y media!

Ignacio Aparicio
Grupo A


El abuelo Gregorio

El abuelo Gregorio no era de cantar. Pero un día conoció a unos señores que formaban parte de un coro. Se los encontró cuando paseaba por la orilla del rio. Estaban ensayando, sacando sus voces a pleno pulmón. Le pareció una extravagancia que personas mayores entonasen sus trinos en plena calle. Como no estaba acostumbrado a tales demostraciones públicas, no le pareció nada bien que le estuviesen molestando con semejantes gorgoritos. Él había ido al parque a estar en silencio a escuchar el rumor del agua y no los alaridos de unos Pavarotti cualquiera.
El abuelo Gregorio tampoco era de contemporizar. Por eso les increpó al pasar por su lado: “Estáis espantado a los pájaros — les dijo de forma abrupta—, su sonido es mejor que el vuestro”.
La coral, por su parte, se lo tomó a risa y le dio la razón. “Que acertado está usted amigo —dijeron casi al unísono—, por eso ensayamos y ensayamos a ver si conseguimos hacerlo medianamente bien”.
A las primeras palabras entre ellos siguieron otras más amables y se repitieron en muchas ocasiones. Un día el barítono no pudo acudir a la cita por su afección de garganta. Aún no sé cómo, pero le convencieron para que hiciese de suplente, puesto que ya conocían su voz grave y profunda. Hoy, en la orilla del rio, el abuelo Gregorio canta con los amigos.

M. Maximina Moreno
Grupo B


La aventura del topo Maroto

Hacía rato que reinaba la calma. Las paredes del túnel ya no vibraban y el olor a humanos estaba desvaneciéndose. Tal vez había llegado el momento de arriesgarse a romper la pared y entrar en la biblioteca. Maroto lo tenía todo preparado; el abuelo Matías le había dejado su potente lupa, Cintia le había recortado la melena a mordisquitos y mamá Luisa le había prestado su bolsa de la compra.
Rascó con todas sus fuerzas, el polvillo rojo y blanco que caía le confirmó que ya estaba agujereando la pared. Tímidamente, asomó el hocico.
-Perfecto- se dijo-, no hay humanos en la sala.
El olor a libros asaltó su hocico. Era un aroma profundo y denso, guardado en su memoria desde que el abuelo Matías le enseño su tesoro, un libro que había encontrado en el huerto del señor Andrés, medio tapado por una frondosa mata de tomates.
Maroto no podía perder tiempo. Necesitaba encontrar, antes de que amaneciese, una explicación a lo que le atormentaba. Estaba harto de su larga melena, siempre enredándose entre las raíces. Y lo peor era lo que pesaba, le hacía quedar atrás en todas las expediciones para abrir nuevos túneles.
Nadie sabía por qué le crecía y crecía el pelo en su cabeza. Desde el mismo momento de su nacimiento, su madre había notado que era especial. Notó como sus ojitos se movían incesantes bajo la membrana transparente que los cubría, como levantaba el hociquillo con un interés que nunca había visto a otros topitos recién nacidos. Y luego esa cosa asombrosa que empezó a crecer y crecer en su pequeña cabeza, unos pelillos negros muy raros que destacaban en su piel rosada.
Mamá Luisa esperaba que fuese una rareza de las que ocurren al nacer y luego desaparecen. Pero no. A Maroto el suave y aterciopelado pelaje paardo, propio de los topos, le fue cubriendo todo el cuerpo, y los pelillos de la cabeza se convirtieron en una hermosa melena negra muy favorecedora.
Toda la comunidad iba a visitar a la familia. Mamá Luisa estaba orgullosa de ser tan famosa. Sin embargo, a medida que pasaron los meses y Maroto se convirtió en un apuesto adolescente, las cosas fueron cambiando. Su melena era un inconveniente, la tierra se quedaba entre sus cabellos, y con frecuencia había que cortarla cuando se enredaba con las raíces. Sus amigos empezaron a llamarle el Tardón, y Maroto sufría porque, aunque era el más rápido en detectar las lombrices más sabrosas, nunca llegaba a tiempo para cazarlas.
Después de mucho cavilar, se decidió a hablar con el abuelo Matías, el más sabio de toda la comunidad, el Castaño. Matías era el único que sabía interpretar el significado de esos dibujos tan raros del libro que encontró en el huerto del señor Andrés.
-Abuelo Matías, vengo a exponerle mi caso. Nadie sabe por qué a mí me crece una melena. Y ello no me disgustaría si no fuese por lo que me pesa y se me enreda.
-Conozco tu caso, Maroto y he pensado mucho en ello. Tengo un plan -le dijo el abuelo Matías-. No lejos de nuestro castaño hay un edificio, que se llama Casa de las Conchas, lleno de libros. Como sabes, esa cosa que me encontré olvidada en el huerto del señor Andrés. Allí seguro que podrás encontrar la solución a tu problema.
-¡Ay, qué alegría, abuelo Matías! Estoy dispuesto a hacer lo que sea -dijo Maroto.
-Pues vas a tener que hacer mucho, jovenzuelo. Primero tendrás que aprender a leer, algo que a mí me ha costado mucho tiempo, pero que a ti te será más fácil por lo listo que he visto que eres. Luego tendrás que hacer un túnel hasta la biblioteca de la Casa de las Conchas y, por fin, encontrar algún libro que de alguna solución a tu problema.
-Sí, sí, no me importan las dificultades. No creo que sea más duro que soportar el peso de tanta tierra enredada en mi melena.
Enseguida se corrió la voz en la comunidad, y muchos se ofrecieron a ayudar a Maroto en su aventura. En poco tiempo consiguieron abrir el túnel hasta la Casa de las Conchas. Ahí, el abuelo Matías dijo que había que dejar que Maroto cumpliese solo su propósito. Confiaba mucho en él, y no se equivocó cuando le dijo que aprendería rápido a leer.
Y allí estaba él ahora. Traspasada la pared, Maroto se encontró en una sala inmensa llena de estanterías con libros a rebosar. Buscó entre los libros que describían la vida de los topos, en los de roedores y animales bajo tierra, incluso en los de rarezas de la naturaleza. Recorrió pasillos y pasillos, pero nada, no encontraba ningún libro que pudiese ayudarle.
Ya amanecía, notaba el olor del día que se acercaba. Tendría que irse antes de que llegasen los humanos.
Y de pronto, cuando ya iba de camino al túnel, lo vio: Peinados en la antigua Roma. Su corazón empezó a palpitar con velocidad. Su cuerpo era puro temblor. Maroto sacó la lupa. Sí, ahí estaba la solución, ese moño trenzado sobre la cabeza.
-¿Cómo no se me había ocurrido antes? -pensó-.
No había tiempo que perder. Tiró los libros del primer estante para hacer una escalera, y con sus fuertes patas delanteras, cogió el libro, lo metió en la bolsa de la compra de mamá Luisa y corrió todo lo que pudo hasta el túnel. Alguien estaba entrando en la biblioteca.
Con mucho esfuerzo consiguió arrastrar la bolsa de mamá Luisa, con su preciada conquista, hasta el ancho túnel al que daban las madrigueras, la plaza en la que solían reunirse para compartir las alegrías y las penas las familias de la comunidad El castaño.
Cuando llegó estaba vacía. La noche había sido ajetreada no sólo para él; todo el mundo se había ido a descansar.
Maroto estaba desfallecido. Respiraba con dificultad y le dolían hasta los bigotes del hocico. Se tumbó, y rápido, se quedó dormido.
Cuando despertó estaba rodeado. Topos de todas las edades se habían reunido y miraban extasiados el libro que Maroto había traído. Mama Luisa no cabía en sí de orgullo, se acercó a Maroto y le frotó el hociquillo con el suyo.
-Maroto, ¡qué valiente has sido!, ¡lo has conseguido! -dijo mamá Luisa.
El abuelo Matías se hizo paso entre los demás topos.
-Vamos a ver qué dice ese libro. Vaya, vaya. Así que un moño. Y nada menos que un moño romano. La verdad es que es una buena solución. Abramos el libro para conocer cómo hacer ese precioso moño.
Y levantó el libro para que toda la comunidad pudiese ver el moño trenzado de la portada. Las paletas de todas las patas delanteras sonaron como nunca. Algunos jóvenes empezaron a cuchichear; les estaban entrando ganas de visitar aquel asombroso lugar llamado Casa de las Conchas. Y miraron al abuelo Matías. Él sabía que pronto le pedirían que les enseñase a leer. Una amplia sonrisa se dibujó bajo su viejo hocico.

Araceli Broncano Rodríguez
Grupo C

El odio

No es fácil hablar sobre el odio, un sentimiento que, por desgracia, practica mucha gente y que además lo exhibe en sus redes sociales.
Mucho más difícil aún fue hablar del libro que con dicho título, y después de una gran polémica, finalmente no publicó la editorial Anagrama. 
Luisgé Martín quiso emular a Emmanuel Carrére y su novela El adversario o a Truman Capote y su A sangre fríaambos libros publicados en la editorial Anagrama, pero su intento no vio la luz. 
Fueron muchos los lectores a los que la noticia de la posible publicación de un libro sobre José Bretón, les produjo un enorme desasosiego. Sobre todo a la que fue su pareja, Ruth, madre de los niños asesinados por él. También fueron muchas las librerías dispuestas a no vender la novela si finalmente se publicaba. Muchos lectores, escritores y bibliotecarios, incluso, estaban dispuestas a boicotear a la editorial y no volver a comprar un solo libro de su catálogo. Quizá fueron estas razones, las comerciales y las deontológicas, las que paralizaron la comercialización de El odio. Un libro que generó odios en el mundo editorial y que sembró vientos y tempestades entre quienes defendían la libertad de creación y expresión y quienes se acogían al derecho al honor y la intimidad de los niños asesinados y de la madre, a quien ni el escritor ni la editorial se dirigió en ningún momento para explicarle y advertirle de su publicación. 



Aunque legalmente el libro pudo publicarse, tras la interposición de una denuncia de Ruth y el dictamen de un juez, la editorial creyó conveniente no hacerlo. En la sesión analizamos los testimonios de muchas de las voces (escritores y periodistas, fundamentalmente) que se pronunciaron sobre la polémica. Muchos de esas opiniones fueron recogidas por Pablo R. Suanzes en su excelente blog Maven Trap. El objetivo: entender qué llevó a Luisgé Martín a hacer el libro. ¿Fue realmente el deseo de comprender los mecanismos del odio en un asesino? Su objeto de escritura se convirtió en obsesión y también el contacto con Bretón con el que intercambió más de sesenta cartas y algunas conversaciones telefónicas. Quería tener únicamente su testimonio y eso le llevó a no dar voz a la víctima y sí en cambio al asesino, sobre el que dictaba una condena de no tener ningún vínculo o contacto con Ruth. 
Recomendamos, por lo que nos atañe como escritores, el artículo de Elizabeth Duval titulado "La ética de reescribir vidas ajenas" publicado en Kaminker.
Conscientes del interés que siempre ha existido en nuestro país sobre la crónica negra y atentos a la cantidad de público que arrastra el denominado "true crime" tratamos de conocer un poco más este género y analizar, a partir de la opinión de un experto, donde situar los límites en la escritura. La ficción no nos causa problema, son muchos los libros que y proponen historias de crímenes, asesinatos y holocaustos -muchos movidos por el odio- pero cuando el relato se acerca a la realidad y la reproduce sin cierta reelaboración literaria todo resulta más complejo.
Recomendamos la entrevista a Carles Porta, el rey del "true crime" titulada "No hay guionista que pueda superar la realidad" publicada en el Huffpost.

Y sembramos aquí el poema "El odio", de Wisława Szymborskak, traducido por Abel Murcia y Gerardo Beltrán, que nos sirvió para ir entrando, como en el mar, en el corazón de la palabra odio y que sirve de inspiración para el propósito de escritura:

Miren qué buena condición sigue teniendo
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con qué ligereza vence los grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.
Es al mismo tiempo más viejo y más joven.
Él mismo crea las causas
que lo despiertan a la vida.
Si duerme, no es nunca un sueño eterno.
El insomnio no le quita la fuerza, se la da.

Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la línea de salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es arrancarse a correr.
Lo bueno y lo justo al principio.
Después ya agarra vuelo.
El odio. El odio.

Su rostro lo deforma un gesto
de éxtasis amoroso.

Ay, esos otros sentimientos,
debiluchos y torpes.
¿Desde cuando la hermandad
puede contar con multitudes?
¿Alguna vez la compasión
llegó primero a la meta?
¿Cuántos seguidores arrastra tras de si la incertidumbre?
Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo.

Talentoso, inteligente, muy trabajador.
¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto?
¿Cuántas páginas de la historia ha numerado?
¿Cuántas alfombras de gente ha extendido,
en cuántas plazas, en cuántos estadios?

No nos engañemos,
sabe crear belleza:
espléndidos resplandores en la negrura de la noche.
Estupendas humaredas en el amanecer rosado.
Difícil negarle patetismo a las ruinas
y cierto humor vulgar
a las columnas vigorosamente erectas entre ellas.

Es un maestro del contraste
entre el estruendo y el silencio,
entre la sangre roja y la blancura de la nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el motivo del torturador impecable
y su victima deshonrada.

En todo momento, listo para nuevas tareas.
Si tiene que esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
Y solamente él mira hacia el futuro
con confianza.



Propuesta de escritura

¿Te atreves, como hace Wislawa Szymborska, a definir el odio? Puedes hacerlo con un patrón lógico, a modo de breve reflexión o ensayo, o sirviéndote de metáforas, comparaciones y otros recursos literarios.


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Odio y religión

El odio con religión ha numerado algunas páginas de la historia.
El mero hecho de odiar no genera ningún daño más que al que odia, el odiado no siente nada, pero puede llegar a notar las consecuencias de este odio, como en el caso que revisamos a continuación.
Miguel Servet nació en Aragón, y fue el primero en escribir en el siglo XVI lo siguiente: “ninguna autoridad eclesiástica o civil tiene derecho a imponer sus creencias, ni a limitar la libertad de cada uno a tener y exponer las propias”.
Descubrió la circulación menor. Escribió un Tratado sobre la elaboración y acción de los jarabes.
William Harvey fue el de la circulación mayor, pero esto ya me está desviando del tema.
Además de la medicina. Le encantaba la teología. El muy iluso pensó que iban a aplicar con él aquel dogma que describo en las líneas anteriores. Desde que publicó:” De los errores acerca de la Trinidad”, fue perseguido a muerte por todas las religiones. Fue condenado a muerte por la Inquisición francesa, de la que afortunadamente logró escapar. Quiso refugiarse en Ginebra con los calvinistas, y este fue su gran error: fue condenado a muerte en la hoguera.
Camino del patíbulo, pidió que le cambiaran la muerte por el acero, porque aquel era un sufrimiento mucho menor. No solo no le hicieron caso, sino que pusieron leña húmeda para que la muerte fuese más lenta, y así prolongar su agonía, que llegó a ser de más de dos horas. A su lado, también quemaron la mayoría de sus obras. Para colmo, al lado de la hoguera, hubo aplausos por parte de algunos fanáticos.
Uno de los testigos de tan desgraciado acontecimiento., criticó la actitud de Calvino con la frase siguiente: “Hominen occidere non est doctrina tueri, sed est hominem occidere”. “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre”.
Cuando los genoveses mataron a Servet, no defendieron ninguna doctrina, lo que hicieron fue matar a un hombre.

José Luis Fonseca
Grupo A


El odio

El odio es un canasto donde ponemos la inquina
que tú y yo y los otros hemos ido erigiendo.
La urdimbre es de afrentas, desmanes, arrebatos,
luciérnagas oscuras, negras lágrimas.

Lo vemos también brotar como una planta,
en campos destinados a otros usos.
Un fertilizante diabólico lo abona
y convence al labrador de su cultivo.

Se deja deslizar, sombría serpiente verde,
infectando con su infamia el río de la vida,
de inmundicia letal, de horrenda enemistad,
de aversión feroz, sañuda.

Desbocado alazán de apocalipsis,
una vez suelta la rienda que lo ataba,
galopa destruyendo con ahínco la inocencia.
O el mal. A él le da igual. No hace distingos.

Se adapta con gran facilidad a nuestro ser.
¿Será que lo echábamos de menos?
¿Cómo, si no, le es tan sencillo acomodarse?
Ni demostrar elocuencia precisa para hacerlo.

Con gran facilidad convence
de que justo odiar, que incluso es necesario.
¿Cómo si no, podrás tú defenderte, te explica,
de la furia que, en tu contra, despliega el enemigo?

A veces, ni siquiera necesita la pasión para ofrecerse.
Le basta con adoptar la forma de común costumbre:
yo odio, tú odias, el me odia a mí,
que soy tan bueno. A mí, que no me lo merezco.

Cuando odio yo, es fecunda venganza
Cuando soy odiado, es la pura maldad
la que sojuzga al odioso ser que
me odia tanto, y que yo tanto aborrezco.

Carlos Coca Senande
Grupo A


El odio

Odio encendido,
odio apagado,
odio en las calles,
odio en las casas,
odio en las redes,
odio en los estadios.
El odio se amortigua
detrás de la ventana;
donde el amor se hace fuerte
y el desamor se tambalea.
Odio en los ojos
amor en los labios.
Nos queda la esperanza
a través de la palabra.

P.G.
Grupo C


El odio

Soy el odio,
aliento putrefacto
en el origen del caos.
Hedor que emana
de heridas abiertas
en las almas malditas.

Soplo con furia sobre el mundo.
Alzo la mano asesina.
Dirijo las armas
hacia la carne temblorosa,
certeras al grito sin esperanza.

Pueblo la Tierra
de cuerpos marcados
por el crimen primigenio,
roídos por la envidia fratricida.
Ya perdido el anhelo
de la mirada valiosa del padre.

Soy viento maligno.
Empujo,
en el mar incierto de la madre,
a los náufragos sin brújula.
Hay goce en la condición maldita.

Ciego a mis súbditos.
Sin ojos, los otros
son cuerpos sin rostro.
No hay nombres
para quienes no tienen voz.

Pero no abandono a mis hijos a su suerte.
Ilumino su vida
con cetros y brazos poderosos.
Así disfrazan su vacío,
mitigan el tormento
de la muerte acechante,
de la soledad completa.

Araceli Broncano Rodríguez
Grupo C


Odio

Esta es la era de la abominación, donde los dueños de la palabra esparcen el odio como fuego en trigal seco. Donde se desbordan los riachuelos de rabia arrasando la cordura y dejando sin raíces al árbol de la razón. Todo se impregna de un rencor ardiente que penetra en las venas y abrasa los corazones. Se incendia la sangre que inflama las lenguas de encono y, en cambio, deja los pechos ateridos de frío.
Convierten la animadversión en un polvo que las alas dispersan sobre el mar del miedo. La sal de la inquina se posa encima de los cuerpos. Su escozor los atormenta y los obliga a gritar, a estremecerse y a amedrentar a los pocos que supieron volar más allá de la ciega aversión.
¿Quién podría refrenar el aborrecimiento si ha colmado los más escondidos rincones del alma? ¿Habrá otra cura más que la calamidad? ¿Es posible apagar la furia? ¿Se puede sofocar la ira? ¿Quién será capaz de detener esta bola de nieve que crece sin descanso?
¡Socorro! Las llamas nos envuelven. ¡Socorro!

Pepe Lorenzo
Grupo B


Sin fisuras
Extracto del libro de autoayuda Tú, ¿de qué vas? de Patú la Tirria.

La celebrada autora nos presenta un ejemplo de: cómo vencer la timidez practicando la "extimidad".

Lo amé hasta el instante en el que di aquel paso.
Luego llegó el odio, caracoleando por los entresijos de mi alma con el desprecio propio, del que sabe que ostenta un poder oscuro y milenario; y me atrapó con su execrable espectáculo.
Fue tal la soberbia que exhibió, alardeando ante mí con la seguridad del que ya te cree su esclavo, y su comportamiento tan despreciable, que no pude evitar engrandecerlo al saberse la causa de mi aversión más profunda.
Aún hoy, cuando evoco la fobia que me suscita, no puedo por menos de sumergirme en mares arbolados de rencor y detestar con mal contenida rabia, la abominación sin fisuras que genera en cada bosón de mi conciencia atávica.
De él, tan solo recuerdo con gratitud, la intensidad de los buenos momentos en que lo sigo odiando.

Calgari
Grupo A


¿Quién sufre más el odiado o el odiador?

Duele el pecho,
la sangre se acelera, pero no consigue fluir;
se vuelve gorda, duele,
duele,
las venas no soportan tanta presión,
la cara se enrojece, el cabello se vuelve espino,
se crispan las manos, las piernas se entumecen…
La lengua se desata y escupe barbaridades.
Saliva, palabras;
no, qué digo,
esputos y exabruptos, acodados
al mismo lado del ring.

Acaso no se entera, Le ODIO…

La ODIO…

¿Por qué no opté por la indiferencia…?

Eva Hernández
Grupo A


Los Motores del Mundo

El dinero, el poder, el amor.
El amor, sí, ese amor que todo lo puede, que todo lo salva, que todo lo libra, que mueve montañas. El amor, el amor…Ese que, en un abrir y cerrar de ojos, se convierte en odio.
La creación artística, toda, incluida la literaria, está permeada de amor y de odio. Movida por una inclinación natural al bien, sí, pero también y de igual manera, al mal. Reflejo claro, fiel del alma, del corazón del que escribe; De sus amores, de sus odios, de sus pasiones y obsesiones. También, de la realidad que lo rodea, que lo permea.
El arte es retrato de la sociedad, de la civilización que lo acoge, que lo ha creado, cobijado en su lecho. Nada es gratuito a la hora de crear, nada es gratuito, ni azaroso, como en la política, como en la economía. Una obra artística, más allá de su calidad (Siempre dependiente del criterio subjetivo de quien la juzga) es producto de esa misma sociedad que la consume, es SU CREACIÓN, al más puro estilo de un Doctor Frankenstein con su criatura. Un padre, una madre, no puede negar a un hijo, ni viceversa, so pena de negarse, rechazarse a sí mismo.
La creación artística, la creación de la belleza en su acepción más pura, va más allá de la pregunta por la ética o la moral. Otros son los motores que la mueven. Otros, como esos que mueven al mundo;
EL AMOR, EL PODER, EL DINERO.
EL ODIO.

Esperanza García
Grupo A 


Odio casero

Para odiar debes estar dispuesto a sufrir.
El odio no se corresponde con un sentimiento tranquilo que uno desarrolla mientas recorre despacio caminos frecuentados por personas amables.
El rencor desgasta mucho, no permite descansos ni distracciones. Necesita mantenerse alerta frente los ataques que nos lanzan.
Actitudes, que para otros pasarían desapercibidas, no escapan al radar de quien está convencido de lo mucho que los otros lo ofenden. Una vez entrenado este escáner, se encuentran cada vez más y más individuos o grupos merecedores de aborrecimiento.
Además, las inquinas se refuerzan mutuamente. Nada motiva más que identificar a alguien que nos rechaza. Los enconos se multiplican por no decir que crecen exponencialmente. Nunca se llega a las manos puesto que los odiadores resultan cobardes también.
Pero no hace buena tarde para odiar y procuro no darme por enterado cuando alguien pretende ofenderme, trato de justificar sus actos.
Este buen hombre, que se me acaba de colar en la caja del super, tendrá más prisa que yo, pienso.
Aunque al salir compruebo que es un puto jubilado sin más que hacer el resto del día.
¡Señor, dame paciencia!

Enrique Martínez
Grupo C


Máquina de vapor

Lo sientes rugiendo en tus cavernas, te arenga con palabras de fuego y bilis. Puedes ver como una parte de tu humanidad se desprende para abalanzarse sobre el otro. Se violenta. Se sacude. Se golpea el pecho. Grita. Ruge. Brama. Luego, vuelve a sentarse en tu pecho.
Con una punzada, de lo que debería ser vergüenza, te das cuenta de que no te ha cambiado el semblante. La escena se repite en bucle con cada palabra pronunciada, con cada risa compartida, con cada gesto espontáneo. 
El odio es una máquina de vapor y la codicia es la hoguera que lo alimenta. Codicia por lo que no haces. Codicia por lo que no tienes. Codicia por lo que no eres. El odio te bautiza como su hijo y comparte contigo su herencia negra. El amor mueve montañas, pero el odio es quien las levanta
Ves en el espejo y en el fondo del reflejo encuentras eso que odias en el otro, eso que odias en ti.

Vanina Palomo
Grupo C

Yo no soy un robot

Bienvenidos al blog del Taller de Escritura Creativa de la Casa de las Conchas. Mi nombre es RV, y soy el asistente personal de Raúl Vacas. Un chatbot, vamos. Para continuar leyendo en esta página no pulse ninguna tecla, siga el curso de las palabras de izquierda a derecha -ya sea usted japonés o árabe- y déjese llevar por lo que dicen o lo que sugieren. Les recuerdo que detrás de todos estos textos hay seres humanos con inteligencia natural. Personas que leen, piensan y escriben de manera autónoma, sin necesidad de otras inteligencias como las artificiales. Son humanos con inteligencia emocional que en esta ocasión reflexionan sobre robots y androides.

"No soy  un robot", señala Juan Villoro. "Tampoco yo soy un robot", suscribe Amalia Iglesias. Ambos nos ayudan a redefinir la palabra "humano" en un momento de la historia en que tenemos que certificar que no somos robots cuando queremos acceder a determinados portales o plataformas de internet. Dos libros: uno informativo, apoyado con datos objetivos, sobre la repercusión que tiene en nuestras vidas la tecnología y lo digital, y que coloca al libro y la lectura en este nuevo horizonte maquinista. Otro, un libro de poemas, que exalta y dignifica el alma, lo pequeño, la emoción, lo humano y que trata de fundar un nueva utopía basada en la resistencia y la defensa del asombro y la realidad no virtual de las pantallas.


En la sesión hablamos de Juan Villoro y su último libro, No soy un robot, una lectura que nos permite conocer en qué punto cardinal estamos con relación a lo virtual y cual es el papel de la lectura y el libro entre tanta pantalla. ¿Somos nuestro avatar? ¿Vivimos de perfil? ¿De cuántos likes se compone nuestra dieta? ¿Hay una Alexa o un chat GPT en nuestra vida? ¿Nuestras vidas son los prompt que van a dar a la IA? Un libro que nos alerta del ensimismamiento y del individualismo, que nos descubre algunas islas de lo "auténtico" y que nos mueve a reflexión sobre lo humano. Podéis conocer mejor a Juan Villoro en esta conversación con Eduardo Bravo en el Espacio Fundación Telefónica. Dos humanos que hablan sobre androides y humanoides.

Sembramos aquí un plantón del libro:

Ignoro si existe un libro sobre las transformaciones cotidianas que la imprenta trajo en el siglo XV. No me refiero a la obra de un historiador, sino a la de un testigo de cargo, un cronista sorprendido de la forma en que el libro impreso cambiaba las costumbres, las relaciones entre padres e hijos, el cortejo amoroso, el placer de dar regalos, el trato con la Iglesia, las aventuras del conocimiento y, sobre todo, la idea que los lectores tenían de sí mismos.
Con alguna demora (la literatura no tiene prisa), este libro propone algo similar en el siglo XXI. He querido trazar un cuadro de costumbres contemporáneas acudiendo a la lectura de autores de muy distintas disciplinas y a mi experiencia personal. No soy un robot combina el ensayo con la crónica, la divulgación de noticias tecnológicas, las memorias y el cuaderno de viajes. Reflexionar sobre la cultura de la letra resulta imperioso en un momento en que la especie pierde facultades que son asumidas por las máquinas. ¿Qué es lo humano hoy en día? La pregunta, que antes apelaba a los filósofos y los teólogos, es planteada a diario por las computadoras. Para entrar a un sitio virtual debemos identificarnos como personas; pertenecemos a la primera generación que puede ser sustituida por mecanismos. En consecuencia, las páginas web solicitan que marquemos la casilla junto al lema «No soy un robot».

A veces, el sistema operativo nos somete a una segunda prueba, mostrando diversas fotografías en las que debemos distinguir los animales, los semáforos o los medios de transporte. Este examen tiene un componente cognitivo, pero lo más importante es otra cosa. Al deslizar los dedos sobre la almohadilla táctil» de la laptop, hacemos un movimiento distinto al de las máquinas. El «factor humano» depende menos de nuestra habilidad intelectual que de un recorrido sensorial. La inteligencia artificial puede discernir entre una imagen y otra, pero, al menos por ahora, carece de una mano que se mueva como la nuestra.
En las páginas que siguen hablo de islas. El océano virtual nos relaciona con discursos fragmentarios que rara vez se tocan. De acuerdo con George Steiner, una de las tragedias del conocimiento moderno es que los expertos saben cada vez más de cada vez menos». La sabiduría se ha vuelto insular, pero los territorios dispersos se pueden integrar al modo de un archipiélago gracias al mar común de la lectura.
No me he especializado en ninguna de las disciplinas mencionadas en este libro; me limito a practicar una curiosidad que las vincula a todas ellas. Soy un lector. En esa medida, sé que dependo de quien se encuentra al otro lado de esta página.
Escribo estas líneas en el umbral de lo posthumano. El mundo que estamos dejando atrás ha dependido de una tecnología que puede hacer que ciertas virtudes de la especie perduren en el porvenir: la lectura. La escritura ofrece la posibilidad de un texto; su significado profundo deriva de otro gesto: la interpretación.

Sin necesidad de marcar una casilla, quien sabe leer afirma: «No soy un robot».

Buscamos también preguntas, o respuestas, en los versos de Amalia Iglesias de su libro Tampoco yo soy un robot, su último trabajo poético. 
Amalia Iglesias celebra, a lo Whitman, nuestras aurículas y meninges, el temblor del tacto y la emoción y el cristalino de nuestras miradas que son aleteo y pájaro. Frente a la incertidumbre y el miedo, siembra consciencia y asombro, nos muestra las moléculas del ADN de lo real, nos invita a ser naturaleza. Sus poemas son himno y réquiem a la vez. La escritora enumera los miedos, los señala con la certeza del aquí y ahora del haiku y se inmiscuye en la naturaleza y en nuestro cuerpo para reivindicar lo humano. Amalia nos muestras las falsas imágenes de la caverna que transmutan lo real en virtual. Señala con su índice el arcoíris y el agua clara frente al espejismo y la mentira. Todo un canto a la naturaleza humana.



Podéis conocer más de cerca a Amalia y escuchar algunos poemas de su libro en esta conversación con Gonzalo Escarpa dentro del ciclo "L de Lírica".

Y recomendamos leer todos los días, como si de una oración laica se tratase, el siguiente manifiesto:


MANIFIESTO de retaguardia para resistir.
Insisten, empecemos por las noticias optimistas,
hay que taparse los oídos a besos
y no sucumbir al apocalipsis tan temprano.
No desayunes el miedo edulcorado de los servidores
ni las fake news donde baten las cenizas a deshora.
Procura tomar cosas que no se hayan digitalizado todavía.
No pienses en el acantilado de tus huesos,
imagina que te aguarda tu ave fénix
en los restos de cada hoguera.

Imagina que la tristeza es la víspera de la esperanza,
cruza el ecuador de cada día
sin despertar recelos en tu sombra,
contradice las estadísticas
y las expectativas de su relato.
Funda tu propia resistencia
sin esperar que nadie venga a decirte
que han ganado los buenos.
Concentra tu atención en la botánica de los brezos
procura preservar lo que permanece en las cosas pequeñas
y tus costumbres humanas.

Para formular nuestra tarea de escritura encontramos la inspiración y la referencia necesarias en el último verso de este otro poema y que muestra la vibración y el tono del libro:

ACASO un robot pudiera descifrar las cavernas del corazón
pero nunca leer tu pensamiento
ni que le tiemble el pulso.

Lo que late sin nombre,
y se aloja en ningún lugar de las arterias,
generaciones de inteligencia emocional
para el cauce de la incertidumbre
y los no lugares por donde trepa la memoria
y se hace fuerte como una hiedra milenaria,
ecosistemas y declinaciones entre el amor y la muerte
y las metáforas del existir después de todo
deletrear nuestros nombres con sus versos inacabados
y sus astillas de la tristeza por venir, y sus espinas cansadas,
pero también con los ojos abiertos a la plenitud del atardecer,
a los instantes efímeros de la felicidad
y la música del aire recién respirado
y de la nieve intacta de soñar
y de la adolescencia del asombro en su ascensión
y de la naturaleza virgen
capar de florecer de nuevo en todas sus grietas.

ACASO un robot pudiera aprender a llorar antes del deshielo,
antes de la invasión de los insectos
y de sus larvas incubadas bajo la Antártida que se deshace,
acaso sea tarde para desprenderte de los
chatbots, cuando
sus palabras metálicas se desintegren en tu boca
como los hongos podridos en la boca de Lord Chandos.


Nos preguntamos quién sería este Lord Chandos al que se refiere Amalia y por qué las palabras se desintegraron en su boca y encontramos algunas respuestas sobre esta cuestión y el personaje en este artículo titulado "El hombre que renunció al lenguaje con una carta" de Álvaro Márquez Guerrero. También Juan Villoro escribe sobre él en este artículo titulado "La profundidad de la superficie. Hofmannsthal libretista de ópera".
Te dejamos aquí "La carta de Lord Chandos" traducida por Antón Dieterich en la que Hofmannsthal escribe a Francis Bacon para explicarle los motivos de su retiro literario. Quizá te sirva de estímulo e inspiración para la tarea.


Propuesta de escritura

Escribe una carta a Francis Bacon (como hiciera Lord Chandos) y explícale tus miedos ante este nuevo horizonte digital y artificial. Pregúntate si el lenguaje y la Literatura son limitados para señalar este "humanismo en agonía". Si la máquina o la inteligencia artificial (IA) acabarán por imponer sus discursos o si hay margen para la esperanza.

Y estas son las tareas recibidas hasta ahora:



A Rafael

Querido amigo, respondo a tu carta que hace meses recibí y a tu llamada de ayer que quedó grabada en mi contestador pero que, por falta de tiempo, no pude contestar. Te explicaré un poco lo que es mi vida de ahora. No me quejo de que sea ni mejor ni peor que antes pero sí que es muy distinta.
Llevo meses sin salir de mi habitación. Me siento un hikikomori y la verdad es que me gusta pues, aunque te parezca mentira, es allí donde me siento realmente libre. Tengo a mi alcance todo lo que me gusta y me hace feliz. El día se queda corto para hacer todo lo que quiero.
Mi vida gira alrededor del ordenador que me acompaña en mis alegrías y también en mis muchas y largas crisis existenciales. Estoy inmerso en un intensivo programa de domótica y no puedo perder ni un segundo para aprender todo sobre ella. Luego subo videos a YouTube para mostrar mis habilidades culinarias las cuales deben gustar, pues tengo muchos seguidores.
Más tarde, me pongo con el curso gratuito de Duolingo. A ver si subo de nivel con mi alemán, que falta me hace. A mediodía tengo Zoom con mi jefe para comentarle sí he conseguido los objetivos que me había marcado. Mientras tomo un tentempié, miro si los resultados de mis inversiones en las criptos que a día de hoy, no me están dando las ganancias que esperaba.
No creas que me siento solo pues tengo a mis asistentes virtuales que me acompañan, resuelven todas mis dudas y contestan a mis múltiples preguntas. La verdad es que estoy encantado con Siri. Es mucho más versátil que Alexa pero no me desprendo de ninguna de las dos.
En estos últimos tiempos ha entrado con fuerza la Inteligencia Artificial que es el último grito en las nuevas tecnologías. El Chat GPT es una revolución en todos los órdenes y evoluciona a la velocidad de la luz.
Mientras te escribía estas líneas, me ha llegado una notificación de Pepper, el robot humanoide que vive con mi madre para paliar su soledad. Me ha comunicado el repentino fallecimiento de ella. Todos estos años tecnológicos, han consumido mi tiempo scrolleando y olvidando lo más importante. Me despido pues debo salir sin dilación de mi mundo virtual y enfrentarme a la realidad.
Te mando un fuerte abrazo, amigo mío.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Estimado señor Bacon:

Después de varios meses de observación sistemática he llegado a una serie de conclusiones que voy a tratar de organizar y depurar en este escrito. ¿Y a quién enviárselas mejor que al maestro del empirismo, el apóstol del método científico y, además, mi respetado maestro?
Quisiera no ser pesimista, pero adonde quiera que dirijo la mirada encuentro motivos sobrados para el desánimo y razones para los más oscuros temores.
Que la Tierra, nuestro planeta, tienes sus días contados no se le escapaba ya a los sabios de la antigüedad. Saber que estos días son ya tan escasos estremece a los pocos en estos albores del siglo XX somos conscientes de ello.
¡Basta! Disculpe mi amado maestro que los más negros augurios lastren mi discurso. No quiero escribir aquí impresiones sino hechos incontrovertibles y que sea usted, en última instancia, quien valore la certeza de mis juicios.
Basta con ser medianamente observador para percatarse de que una población humana que crece de modo exponencial —se duplica cada treinta y cinco años aproximadamente— supone la mayor plaga que ha vivido el planeta y, como todas las plagas, amenaza con agotar sus recursos.
Lógicamente, alimentar a una marabunta de tamaño desmesurado y creciente exige explotar la Tierra hasta su completa consunción. Las necesidades humanas de combustibles y materias primas para construir sus ingeniosos instrumentos están a punto de agotar lo que el globo acumuló durante millones de años. A esto se añade que la producción de estos bienes no es inocua, sino que llena de podredumbre y veneno tierras, ríos, océanos y cielos.
Es obvio que esta es una carrera hacia la hecatombe y esto es más evidente si se le añaden dos ingredientes más al cóctel. El primero es la inveterada resistencia del hombre a adoptar medidas que pudieran mitigar o retasar la catástrofe si ello trae consigo un deterioro de sus modos de vida. Y el segundo es el egocentrismo y la ceguera de las potencias coloniales que piensan que basta con esquilmar sus lejanas posesiones y trasladar a ellas los detritus y poluciones para que su medio ambiente, su estado de prosperidad y su futuro no enfrenten el menor peligro.
Hay incluso algunos, cínicos desvergonzados, que proclaman que las guerras serían la solución más efectiva para resolver este exceso innegable de población. Son los que corean con irresponsable superficialidad a aquellos que pronostican una gran guerra en el continente o, tal vez, dos.
Admirado, sir Francis. Proclamar estas incontestables verdades me ha ido cerrando las puertas de esta sociedad hipócrita y desvergonzada y me ha condenado a un ostracismo y un silencio que solo me es permitido romper comunicándome con usted, un hombre muerto hace exactamente tres siglos.
Como ve, mi venerado maestro, no me faltan las palabras ni argumentos para denunciar en voz alta estos desmanes, esta locura suicida que, más pronto que tarde, acabará con todos nosotros. Lo que sí me faltan —se me han cerrado de modo vergonzoso— son tribunas donde exponer estas verdades irrefutables, cátedras donde demostrar mis tesis y templos donde proponer las expiaciones.
Silenciado y deprimido le envío mis más sentidos respetos y los deseos de que mis temores resulten desproporcionados.
Bienaventurado usted que falleció cuando el mundo era lo suficientemente grande como para que la locura humana resultara insignificante.

Lord Pepe Lorenzo
Grupo B


Querido Francis Bacon:

Me dijo a ti para hablar de un tema que me preocupa mucho y creo que es importante tratar: el peligro que supone la IA.
El desarrollo de sistemas de IA es cada vez más sofisticado y considero que es crucial pararse a pensar en los peligros potenciales que conlleva esta tecnología.
Soy la primera en reconocer que estos avances suponen una revolución en campos tan diversos como la medicina, la educación incluso en la seguridad pero también incluye riesgos que no podemos ignorar.
La IA podría reemplazar en un corto periodo de tiempo a millones de trabajadores lo que podría desencadenar una crisis mundial económica y social sin precedentes.
Se podría utilizar para manipular sistemas críticos poniendo en peligro la seguridad y la privacidad de las personas.
Si se pierde el control de las máquinas estas podrían tomar decisiones que pongan en peligro a toda la humanidad.
Personalmente me da mucho miedo pensar que cualquiera tenga acceso a esta tecnología en una máquina que actualmente todos y todas llevamos en el bolsillo porque si bien es cierto que nos ayuda y nos facilita la vida, en manos malintencionadas se podría hacer un daño irreversible.
Cada vez con más frecuencia ponemos nuestro día a día en manos de máquinas sin saber el riesgo que corremos al cofiar nuestros datos personales ni donde llegan ni con qué intención los distribuyen después, porque, si bien es cierto, que ninguna máquina tendría razón de ser sin el factor humano que hay detrás, programándola y haciéndola funcionar, también es verdad que no siempre ese factor humano tiene buenas intenciones.
Otro tema de preocupación es pensar que el ser humano cada vez tiene más de máquina, estamos perdiendo a pasos agigantados la empatía, la solidaridad, la compasión. La comunicación cara a cara se está perdiendo y confiamos en aplicaciones que pueden enviar mensajes instantáneos a cientos de contactos y a la vez sentirnos cada vez más solos.
Me pregunto si estamos perdiendo nuestra humanidad en este avance hacia el futuro.
Atentamente.

Aurora Zarco
Grupo B


Carta dirigida a Sir Francis Bacon

Estimado señor: aunque podría ir dirigida a su pariente, el Fraile Roger:
Hoy me encuentro en el siglo XXI, con un peligro a las puertas. Vosotros os enfrentasteis en vuestras épocas a una situación parecida; el primero fue prácticamente el padre del método científico: nos enseñó que había que valorar los casos específicos, y teníamos que olvidarnos de nuestros ídolos o prejuicios; que él clasificaba como los de la Tribu, los del Mercado, los del Teatro, y los del Antro.
Siguiendo su método, desarrollamos la ciencia y la tecnología que conocemos y manejamos.
Hoy nos enfrentamos a un peligro mucho mayor: la Robótica y la Inteligencia Artificial. Seguro que si estuvieseis entre nosotros algunas ideas se os ocurrirían para luchar contra ellos.
El que os escribe no es un robot: primero escribe, luego lee, y a continuación interpreta, “ergo”, no es un robot.
Una vez aclarada la situación, creo haber encontrado la solución: todo consiste en poder elegir. Aquí está la clave; si conseguimos no dejarnos llevar por la corriente, tendremos la llave. ¿Habremos vencido a la inteligencia artificial?, puede que sí, puede que no, pero al menos caminaremos a su lado, con la posibilidad de acercarnos y/ o alejarnos de ella a voluntad. Que no nos atrape, que no nos encadene, que no nos arrastre: esa es la solución.
Sin más se despide atentamente su seguro servidor:
Uno que no quiere ser un Robot.
Posdata: si se os ocurre alguna otra solución, que seguro que sí, espero halléis la forma de enviárnosla desde el “más allá”, a los que todavía estamos en el “más acá”, cada vez más “entontecidos”.

José Luis Fonseca
Grupo A


Carta al pasado

Mi ilustre Sir Francis Bacon:

Escribo desde el futuro, donde todavía están vigentes tus profundas reflexiones del entendimiento humano, honda preocupación la que percibo a mi alrededor teniendo como muestra la indolencia, apatía, impasibilidad, inercia con que se miran las injusticias, los abusos y el dolor ajeno.
Miramos sin ver, oímos sin escuchar, no queremos obrar para paliar ese sufrimiento de lo que solamente nos llega, a través de las tecnologías y las pantallas.
La humanización ha desaparecido salvo para algunos valientes y utópicos que a su alrededor y no más lejos tratan de dejar un mundo mejor a través de sus obras.
Solamente desde el respeto a los demás, la responsabilidad desde la infancia, honestidad y sinceridad en nuestro núcleo familiar, amor como expresión emocional para reforzar los lazos y fomentar la autoestima, afecto, solidaridad dentro y fuera de la familia para fomentar el compromiso social, perseverancia y esfuerzo como eslabón del éxito, la justicia, tratando a todos por igual, gratitud y agradecimiento, tolerancia y humildad, palabras que todos conocemos pero pocos los tienen presentes cuando se enfrentan día a día con múltiples situaciones que pueden ser intolerables y que asumimos sin pestañear.
Cuando tenemos a nuestro alrededor un problema, sabemos que lleva ahí mucho tiempo pero no actuamos con la diligencia debida y casi siempre nos pilla sin prepararnos.
Todo esto me inquieta, que echamos la culpa a nuestros jóvenes y somos nosotros los que los hemos criado y educado, la autocrítica no se practica, la educación no se corrige y los problemas nunca se solucionaron solos.
La brecha generacional existe pero hay herramientas para aprovecharse de la generación pasada, de sus conocimientos, y empatizar con escucha activa para comunicarse con la nueva generación y los avances tecnológicos.
El catastrofismo no se puede imponer, y como dice el refrán…
A grandes males, grandes remedios

Carmen Lazcano
Grupo B


Sol de invierno

Eres el querido y deseado,
eres ese amigo bienvenido,
eres la vida del ser ya consumido,
eres luz del dolor desconsolado.

Si al amanecer estás acurrucado
y ese día pienso que te has ido,
me levanto de la cama muy dolido
y estaré muy triste y fatigado.

Son linces los rayos que desprendes,
que salen veloces cabalgando
y al frío y helado invierno le sorprendes.

Energía y dulzura derramando,
un mundo colorido que tu vendes
y un brillo de un planeta nacarando.

ELCA
Grupo C


Soy un Robot

Tecleo unas letras
interpretación analógica
abriéndose paso entre símbolos extraños
quiero entrar
pero la puerta está cerrada
y se resiste a mi ábrete sésamo
mente digital digitalmente
me cierra el camino
una y otra vez
pero mi huella es un archivo
que ya pertenece a la nube
al cielo
y su becerro de oro
que adoramos en estos tiempos
de zozobra
pensamos maquinalmente
yo soy yo y mis algoritmos
ama al Chat GPT sobre todas las cosas
no te rebeles
déjame entrar
come la manzana Apple
y sus ruedas de molino
ríndete al Gran Fake
el nuevo Mago y Señor
de todas las cosas
no pienses por ti mismo
¿para qué molestarte?
el genio de la Gran Pantalla
lo hace por ti
por todos
te amamos con nuestros likes
y nuestro corazón de silicio
hazte otro selfi virtual
en el Nuevo Paraíso
todo en todas partes al mismo tiempo
el Aleph
eres divino inmortal
la historia acabó
por fin El Fin
descansa el sueño de los hombres
justos e injustos
ya desaparecieron los falsos profetas
del Apocalipsis
ha nacido el nuevo mundo
la nueva Era Virtual
querías entrar
buscabas la clave
tenías que demostrar que eras un hombre
es inútil
ya hemos entrado nosotros
con tu consentimiento sí
autorizaste todas las cookies
nos abrimos paso
en tu cuerpo y en tus manos
pongo mi huella -tu huella-
un simple escaneo
y se abren las puertas del Paraíso
tu mente tu cuerpo y tus manos
ya no tienen conexión
con un simple reseteo
borramos tus sucios archivos
el pecado original
de ser humano
y surge la chispa
el chip de la Vida Virtual
el Gran Renacimiento
ya eres un Robot
y vivirás eternamente
post humano
Yo Robot
Ay Robot

IA
Grupo A


Querido Paco

Querido Paco,

permíteme la licencia de tutearte en lugar de dirigirme a ti como honorable barón de Verulaniun y vizconde de Saint Albans, pero lo inaudito de la situación sobrevenida me ha afectado de tal manera, que solo de forma coloquial y en confianza puedo ser capaz de transmitirte todas mis zozobras.
La bola de nieve que echasteis a andar hace quinientos años, no ha dejado de crecer. Muchas ventajas ha traído a la humanidad y los avances producidos han sido tan beneficiosos que la población se ha multiplicado por cinco en un siglo. Lo último ha sido el advenimiento de la Inteligencia Artificial, AI, que ya nos ha superado largamente en capacidad de almacenamiento y manejo de datos y se vislumbra que nos aventajará largamente en todas las competencias que orgullosamente considerábamos típicamente humanas.
Pero el motivo de mi preocupación ha sido lo acontecido esta última semana, que me ha llevado a desprenderme de todos los artilugios electrónicos, cuando haya ocasión te explicaré gustoso en qué consisten, que enumero en parte: teléfono móvil o smartphone, tablet, ordenador portátil, computadora, fibra óptica, instalación domótica, televisor, portero automático, sistema de vigilancia, coche inteligente, electrodomésticos autónomos y demás ingenios provistos de chips alimentados de algoritmos.
El asistente personal de la AI me ordenó ir al médico para una revisión. Al volver con el diagnóstico, que era algo preocupante, él ya lo sabía de antemano y además me predijo que al día siguiente iba a tener un episodio depresivo a las 12:37h, lo que sucedió puntualmente, justo después de colocar toda la compra que él mismo había pensado, encargado y abonado. Una vez recuperado del abatimiento, me anunció que el coche no iba a arrancar, que la empresa me iba a rebajar la categoría y el sueldo y que mi pareja se iba a vivir con su madre una temporada de reflexión. Todo se fue cumpliendo durante las horas siguientes. Para remate, ayer por la noche me adivinó lo que iba a soñar y los pensamientos que iba a tener hoy por la mañana. Así ha pasado, como me lo dijo, punto por punto, sueño a sueño, pensamiento a pensamiento.
¡Ya no puedo más! Todo este avance es un producto de la Ciencia y la Tecnología, pero yo soy un producto de la Naturaleza y la Evolución y ya no aguanto un día más este control inhumano. Me vuelvo al pueblo y me dedicará a cultivar patatas y cuidar de mi burro.
Gracias Francis Bacon, Paco como te llamaríamos por estas tierras, por tu atención y espero no haber perturbado en demasía tu descanso con esta misiva transtemporal.

Manuel Medarde
Grupo A


Carta al Muy Honorable y probablemente confundido por el WiFi del Más Allá Sir Francis Bacon

¡Saludos, ilustre y empíricamente baconiano Sir Francis!

Ante todo, perdóname si esta carta te llega en forma de spam celestial o como un pop-up en tu retina eterna. Sé que en tu época lo más tecnológico era un reloj de sol con mal carácter, pero aquí estamos, en el siglo XXI, donde hasta las tostadoras tienen más capacidad de procesamiento que el cerebro de un político promedio.
Me dirijo a ti con un alma atormentada (y un historial de búsquedas en Google que daría vergüenza hasta a un demonio lovecraftiano). Verás, querido Bacon, mientras tú te esforzabas por clasificar el conocimiento humano en bonitos estantes lógicos, nosotros ahora luchamos por que una inteligencia artificial no nos catalogue como "error de sistema, usuario irrelevante o factor desechable”
El lenguaje, ese viejo truhan que tanto amaste, ha sido secuestrado por algoritmos que escriben poesía romántica (bastante mal por el momento), mientras calculan cuántos anuncios para venderte algo que acabas de comentar con un amigo/a, o acabas de consultar en safari, pueden colarte antes de que te des cuenta. ¿Puede la Literatura competir con una máquina que genera novelas de vampiresas enamoradas de licántropos en cero tres segundos? ¿O estamos destinados a que el futuro de las letras lo dominen robots que creen que un ensayo es solo el modo default de su procesador de texto?
Temo, oh padre del método científico, que tu sueño de dominar la naturaleza se ha convertido en la pesadilla de que Siri y Alexa nos dominen a nosotros, aplicando estrategias bien de Sun Tzu, o la excepcional e irrepetible de madre-controla (esperando a que llegues tarde a casa) con bigudíes y en batamanta.
Imagínate: un mundo donde las máquinas escriben mejor que nosotros, piensan más rápido que nosotros, y encima no tienen que lidiar con la resaca de los fines de semana. ¿Dónde queda el orgullo humano? ¿En que todavía podemos llorar con una película de Pixar o una serie turca, mientras que un robot solo te puede decir: detecto tristeza, ¿deseas un meme de gatitos?
Pero aquí está el detalle cósmico, querido Sr Paco Tocino: las inteligencias artificiales, por ahora, no saben fingir que entienden a Kafka o a Nietzsche después de tres copas de vino. No pueden improvisar una teoría filosófica en un bar a las tres de la mañana, ni inventar excusas tan elaboradas como “mi perro se comió mi ensayo sobre ética kantiana". Así que, mientras ellas calculan probabilidades, nosotros seguimos aquí, siendo gloriosamente absurdos, irracionales y capaces de emocionarnos (algunos/as) con un like en una foto de nuestro brunch.
En resumen, venerado Bacon, si en tu laboratorio celestial encuentras algún remedio contra el "síndrome del impostor digital" o una forma de que ChatGPT deje de sermonearte como un profesor de yoga, ¡házmelo saber! Mientras tanto, seguiré aquí, riéndome de mi propia obsolescencia y esperando que las máquinas nunca descubran el poder del sarcasmo.
Con profunda admiración y un ligero temor a que me oiga mi asistente virtual. Recibe el saludo de este humilde (y algo confundido) admirador del siglo XXI

PD: Si en tus investigaciones en el Más Allá encuentras un método para evitar, que mi teléfono me corrija constantemente los mensajes de texto (sobre todo en WhatsApp), te estaría eternamente agradecido.

Calgari
Grupo A

Cómo suspender literatura

Alguien dejó sobre la mesa de la sala de fondo local un examen con dos preguntas: (1) Diferencia entre trama y argumento y (2) Comentario de texto de un poema del gran poeta Amando Durán Salvador. Las miradas se posaron sobre el folio. Después, un silencio glaciar, manos sobrevolando el papel con bolígrafos dubitativos. Nervios. Suspiros. Alguien chista. Otro bufa. Raúl Vacas vigila que nadie copie. Se acaba el tiempo. Fin del examen. Calificación: Todos suspensos en Literatura.
Celia Corral sostiene que es muy difícil no aprobar esta asignatura. Que hay que hacerlo concienzudamente bien para fracasar. Ella es profesora y quizá su estadística personal de aprobados lo confirme. Yo suspendí en muchas ocasiones y ahora, años después, trato de vivir de ella. Eso sí, nunca dejé un examen en blanco. La imaginación me salvaba de mi falta de conocimientos.



Si algo caracteriza a Celia Corral, además de su sensibilidad y lirismo, es un sentido del humor acetilsalicílico. Así lo demuestra en su última novela Cómo suspender literatura, un libro donde ejerce con maestría la sátira. No hay mejor arma que el humor para señalar la estupidez del ser humano, ya sea en el ámbito universitario o en el cultural: programas universitarios vacíos de contenido relevante, profesorado insuficientemente preparado, eméritos que cacarean desde hace siglos la misma lección, alumnos que no saben ni en qué materia se matricularon, poetas con aura y poetas laureados, aspirantes a escritores, escritores acreditados por el CCC, hipopótamos que hipotalaman.
Como si de una performance de los Torreznos se tratase, Celia despliega un muestrario de parodias a través de los personajes, lugares y contextos en los que se mueven los protagonistas de esta ópera bufa.
Dos estudiantes de Filología inventan la obra de un escritor al que bautizan como Amando Durán Salvador. Su ingenio es tal que consiguen acaparar la atención del gran público. Pronto una riada de fans aplauden la excelsitud del poeta. Es tanta la admiración y fervor que se despierta en torno a Amando que no les queda otra opción que atribuirle carne y hueso. Con motivo de una lectura en una importante Universidad del afamado poeta, los estudiantes acuden al primo de uno de ellos para que interprete al escritor. Que se llame Jaimito no augura nada bueno. Hasta aquí el argumento. La trama la buscan en sus páginas. No les defraudará. Nadie sale indemne en una crítica que revela, desde la ficción, la realidad en la que vivimos. ¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguir la fama, el éxito, unos líkes? ¿Qué importancia puede tener la obra frente al personaje y su imantada atracción? ¿Cómo comentar un texto literario siguiendo el dogma de Lázaro Carreter y Evaristo Correa? Un libro con tanto que subrayar y digno de que entre en el examen que merece la pausa y el disfrute.

Si quieres conocer más a fondo el libro es imprescindible la reseña de Ricardo Martínez Llorca en Zenda y si quieres conocer mejor a Celia no te pierdas la entrevista que le hace nuestro compañero Tomás García Merino (grupo B) y miembro de "Viernes 13" en Vive Radio. 
Dejamos aquí un fragmento del libro que nos sirvió para dictar la propuesta de escritura:

Pactamos con el comité organizador del recital unas normas muy estrictas. La actuación será solo la actuación, así lo hicimos constar en el contrato. Una lectura de doce textos literarios y punto. Amando Durán Salvador –Jaimito– llegará, leerá sus poemas y se largará. No habrá cenas ni lunch ni conversaciones de ningún tipo. No aceptará entrevistas. Es su primer acto en sociedad así que él pone las normas. […]

El plan es el siguiente: Jaimito, que ahora debe de estar aún tomándose su tiempo entre bambalinas, entrará al escenario, se colocará bajo el foco de luz, tomará el micrófono con profesionalidad, dará las gracias a la ciudad, a la universidad a las autoridades y al público y a continuación comenzará su lectura. Doce textos. Empezará con «Carne», de su primer libro de poesía, Alma; proseguirá con «Sol de invierno» y «Bajo la lluvia», de Sonetos de versos libres –les echamos mucho morro a los títulos, las cosas como son-; después pronunciará un pequeño discurso sobre su poética y leerá los poemas «Larga es la noche». «Elogio a la noche en vela» y «Hoy no me puedo dormir» de Insomnios –aquí no nos quedamos calvos–. Tras una breve pausa para hablar de su infancia tumultuosa, arrancará con la lectura de un párrafo -el único que nos ha dado tiempo a escribir- de En el diván de mi psiquiatra Christian. Por petición popular, leerá una página de Morir en libertad para volver a la poesía con «Sin residencia ni tierra» y «Un hombre pasa con un poema entre los labios» de Reescrituras, nuestro libro de parodias y homenajes, precuela de Cancionero y romancero de presencias. Terminará con dos poemas inéditos: «Aquí termina la función» y «Adiós». Al final, Amando –Jaimito– dará las gracias de nuevo, por el mismo orden, a la ciudad, a la universidad, a las autoridades y al público y hará una breve inclinación a modo de reverencia japonesa. El director del comité organizador subirá unos segundos para entregarle unas flores y una placa de la universidad y, cheque mediante, Jaimito desaparecerá. El coche oficial lo estará esperando en la puerta de atrás y lo volverá a llevar al aeropuerto, donde iremos a recogerlo después, tras un tiempo prudencial, le cambiaremos de ropa y de look, lo llevaremos a su casa y aquí no ha pasado nada, fin de la historia.


En la sesión hablamos también de dos grandes libros que parodian la literatura de manera magistral:
El libro de buen folgar de Manolus Abbat, Iulius Nepote y otros troveros del Mester de Goliardía y Las mil peores poesías en lengua castellana, de Jorge Llopis. 


Propuesta de escritura

¿Te animas a escribir alguno de los textos que leyó Amando Durán Salvador en la Universidad? Dos de ellos son sonetos, el resto poemas con verso libre. Puedes también escribir un párrafo sobre su infancia o una página de una de sus novelas. Ojo, no se trata de ninguna parodia. Piensa que te estás dirigiendo con tu texto a una ingente cantidad de admiradores. Lúcete. No hagas como hizo Amando en su poema "Gallinita, gallinita".

Estos son algunos de los textos recibidos hasta ahora:


Bajo la lluvia
(Soneto apócrifo de Amando Durán Salvador)

Bajo la lluvia eras como un sol,
luminosa belleza tan mojada,
eras diosa en el agua, oh mi hada,
húmeda y reluciente en arrebol.

En acuática luz, a tornasol,
con tu piel tan ardiente y empapada,
eras trampa de amor, una celada,
donde caer rendido y sin control.

Las gotas de la lluvia te adornaban,
abrazando tu cuerpo en un temblor
que mis ojos y manos adoraban,

y en un susurro a gritos reclamaban,
enredados de ansia y de amor,
el cuerpo que las aguas desnudaban.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Sol de invierno

Versos libres quisiera yo crear
imágenes de vuelo y transparencia,
un grito que resuene en la conciencia
de vivir sin consuelo y sin hogar.

Poemas de algún genio tutelar
que nazcan de la paz y la inocencia,
con palabras colmadas de presencia,
semillas que comienzan a brotar.

Voces de luz, imágenes hermosas,
esperanzado anoto en mi cuaderno.
Y busco unas verdades luminosas

que ataquen el cinismo posmoderno,
valientes, inspiradas, generosas,
para hacer de mis versos sol de invierno.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Larga es la noche

Larga es la noche acostado en la cama,
alargando suspiros y caricias,
disfrutando, goloso, las delicias,
aprovechando el calor de una dama.

La naturaleza a voces me llama,
olvidado del mundo y sus noticias,
inmerso en acciones nada ficticias,
cuando el cielo de colores se inflama .

Larga es la noche si no sale el sol,
si hace mucho frio, si no hay ningún bar.
No me he visto en otra en toda mi vida.

Lenta es la noche bebiendo alcohol,
viendo una aurora te puedes pasmar.
Larga es la noche en Svalbard vivida.


(La noche polar es algo que solo ocurre en Svalbard: es el periodo más oscuro del año, que va de mediados de noviembre a finales de enero. Durante esta época, a veces es incluso posible ver las espectaculares auroras boreales durante el día. Durante casi tres meses, el día y la noche se funden en una única y gélida oscuridad: la noche polar.)

Manuel Medarde
Grupo A


Para mi suegra el sol de invierno
Era los más parecido a mí.
Por eso, siempre me decía así:
Sales tarde y calientas poco, yerno.

Quise anotarlo en mi cuaderno
Como el buen proverbio sefardí
Que a ella siempre agradecí
Pues ha ayudado a mi buen gobierno.

Milagros, eterno descanso en paz
Te desea quien no fue abrasador
Mas tampoco un alivio tan fugaz.

Hoy tengo un yerno que es un primor
Sin necesidad de usar antifaz.
Y todo va muchísimo mejor.

Jaimito


Carne

Tú, destino para mis labios ciegos,
único consuelo para este invierno
culpable, intransigente, terco, fiero.
Amar cada tejido, poro y fibra,
rebeldes en la noche, de cansado
niño viejo, sentir temblar tus músculos
entre mis dedos, celebrar la vida.

Serás piel, carne animal, tal vez verso.

El viento abrasador entre mis dientes,
ningún tendón ni hueso se librará.
Repasaré los mapas de tus venas.
Amante, cortaré una libra de tu
cuerpo y no verteré tu mansa sangre.
Usaremos pócimas olvidadas.
Te abrazaré sin límites ni reglas.

Serás piel, carne animal, tal vez verso.

Tarde, será tarde para las lunas.
Una lágrima, su sabor a tiempo,
cubrirá tu sepultura de mármol
albo, cuando seas otra cosa, nieve,
ríos dolientes, tierras infecundas,
nubes repletas de pesados sueños,
espejo de tu polvo, amado polvo...

que antes fuera piel, carne animal, verbo.

Marisa Sánchez
Grupo C


La noche que no pude dormir

No fue una noche de juerga,
no fue una noche de amor,
ni tan siquiera una noche de dolor,
fue una noche de calor.
La recuerdo con pesar
y jamás la podré olvidar.
Tuve que abrir la puerta de la casa,
la puerta de la habitación,
y la ventana del dormitorio.
A pesar de todo no corría el aire,
ni una brizna.
Imposible dormir.
Asomado a la ventana,
Vi a gente sentada en un banco
al lado de la carretera,
con la esperanza
de que, al pasar un coche,
una ligera ráfaga de viento,
les procurará un mínimo alivio.
No dormí en toda la noche,
pues por mi habitación no pasó
ni un solo coche.
El trasnochar no me sirvió,
no pude leer,
el sudor me nublaba la vista.
No pude escribir,
resbalaba la pluma de mi mano,
tampoco pensaba mucho
pues solo deseaba
que el calor terminara.
Cuando el calor cesó,
de puro rendido,
me quedé dormido.

José Luis Fonseca
Grupo A


Insomnio

Tengo el alma, de amar, en carne viva.
aterida y expuesta al sol de invierno,
ajada cual las hojas de un cuaderno,
que ha sido abandonado a su deriva.

Bajo una lluvia pertinaz esquiva
el vil elogio del insomnio eterno,
que reaviva rescoldos de un infierno,
de noches en vela y mente cautiva.

Adiós, aquí se acaba la función
del hombre con un poema entre los labios,
sin tierra o residencia, en libertad.

Acabé malparando la emoción.
Descubrí con gurús pilas de agravios
entre mantras trufados de verdad,

Nunca hallé en los divanes solución,
ni en píldoras prescritas por los sabios.
Tan solo me acogió mi soledad

Calgari
Grupo A


Larga es la noche

Larga es la noche para mucha gente,
Hasta que el sol por el Este aparece de repente.
Personal sanitario, en pie y en vilo todo el día,
no duerme para salvarnos a deshora la vida.
El guardia de seguridad atento
Para que no invadan el terreno
Bombero alerta,
Por si el fuego o el agua nos despierta
Camionero en carretera,
hay que llenar de carne la nevera
Está despierta el empleado o la empleada de la limpieza
para que durante el día luzcan los edificios algo (solo algo) su belleza.
Está despierto el basurero
para que toda la basura esté en su cesto.
En pie está el policía.
para que todo llegue en orden al nuevo día.
De paso están de pie y en otras posturas los de alguna orgía.
Hay bares abiertos
incluso cuando toca dormir los hay despiertos.
Sin el locutor de la radio
el insomne estaría solidario.
Mucha más gente en la noche,
si me la dejo a alguien que me perdone
a troche y noche..

Javi Martín
Grupo A


Sol de invierno

Aquel domingo de enero
se vistió de primavera.

Los débiles y tibios rayos de sol
como hebras doradas,
tejían en el infinito tapiz azul
flores de colores y nubes de algodón.

Alimentado durante nueve lunas
de ilusiones, sueños e incertidumbres
el fruto del amor,
abría sus ojos a la luz.

Se fue el rocío que cubría la hierba del camino,
la escarcha que esculpía las ramas del olivo,
y las huellas de lluvia que el viento dejaba
en el opaco cristal.

Aquel veintidós de enero
volvió a renacer la esperanza,
reflejada en una intensa mirada
que logró deslumbrar al sol de invierno,
aquella radiante mañana.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Sol de invierno
Falso soneto

Se levanta convencido
qué se joda diciembre,
con su blanco lecho
y su viento del norte.

Si se da prisa, aturde
a la pálida y tonta luna
con obscena caricia la duerme.
¡Es tan confiada y pura!

Se cuela por el cristal,
franquea puertas y ventanas.
Sonríe la poeta arrebujada en su chal.G

Los árboles escupen escarchas,
cientos de versos emergen del barrizal.
Definitivamente, hoy no es un día más.

Eva Hernández
Grupo A


Un hombre pasa con un poema entre los labios”.

En esta tarde gris
golpea la lluvia en la ventana.
En la alameda,
desfilan paraguas solitarios.
A través del cristal
veo caer la tarde, plomiza,
silenciosa, sin alma.
En la lejanía , bajo los árboles,
un hombre pasa
con un poema entre los labios.

P.G.
Grupo C


Sol de invierno

Alguna vez me tumbo en el infierno,
me gusta acomodarme en su calor,
me olvido del olvido y del dolor
mientras suena de fondo “sol de invierno”.*

Lleno de garabatos mi cuaderno
ya no temo escribir algún error,
será que estoy haciéndome mayor
o que cagarla, al fin, me importa un cuerno.

Pues ya no me preocupa ser perfecta,
me da lo mismo hacer las cosas mal
y no quiero seguir la línea recta.

Hoy prefiero apostar por lo real
que encaja como un puzle y se conecta
con lo más primitivo y natural.

Aurora Zarco
Grupo B

*”Sol de invierno” (1992) canción de Extremoduro.


Larga es la noche

Larga es la noche para quien espera el día, con su carga de perplejidad.
La noche es larga antes de que el día acabe por llegar lento
abriéndose paso entre la luz tímida, incierta, precavida.
No es tu noche ni mi noche,
es la noche de todos,
la noche larga y llena de sombras, vacía de encuentros
y experta en soledades acuosas,
en verdades líquidas que no se atrapan de noche.
Larga es la noche
y viscosa
y mentirosa,
Nos deja mudos y huérfanos de realidades,
nos ahoga en su seno vacío de coherencia,
nos exprime la identidad si la tenemos
y nos deja solos, muy solos, en la tiniebla misma que es su esencia.
Larga noche larga,
ofréceme ya el día, para que su luz espante las sombras
y penetre por las rendijas estrechas del misterio.

Pilar Sánchez Barbero
Grupo C


Morir en libertad

Tuve que volver a leer la ficha de la sesión del martes pasado para estar seguro del título sobre el que había decidido que escribiría esta semana: “morir en libertad”.
Preciosa palabra: libertad. Al pronunciarla, al salir de la boca, sientes ansia en el pecho, frescura en la cabeza, energía en los brazos para abarcarla. La imagen es la de una mujer decidida, pintada por Delacroix en un cuadro hermoso, luminoso, que irradia esperanza: “la libertad guiando al pueblo”.
Sin embargo, por qué será, me pregunto, que la libertad aparece tantas veces unida a la muerte, como en el título de la página que Jaimito lee en el recital.
Había pensado escribir sobre la libertad de cada uno de nosotros para elegir el lugar y la forma de morir. Y no sobre el precio de la libertad, que, por desgracia, siempre es muy alto.
Hace poco un amigo me confesó que, en ocasiones, sentía pánico al pensar en no disponer de libertad para pasar los últimos años de su vida. Desde luego tenía claro que no quería dejarse arrastrar a una residencia. Lugar en el que, en la actualidad, concentran a las personas mayores, a los viejos, con la disculpa de que así están atendidos y controlados, ellos y sus enfermedades. Y allí, en esas residencias, que recuerdan los internados y la mili, hay un poco de casi todo aquello que se puede comprar, menos libertad.
Mejor, me dice, como en casa en ningún sitio. Aunque también me recordó aquello que escuchó a Sabina: “como fuera de casa, en ningún sitio”. Para mi amigo, morir en libertad será hacerlo en su casa. Pudiendo decidir si sale o no sale. Si va al cine o no y que película ir a ver. Si escribe hasta muy tarde; si apaga la luz o sigue leyendo. Si invita a sus amigos para hablar y discutir del último libro que ha leído, de cine o de la importancia de las matemáticas en la cocina tradicional.
Recuerda mi amigo los años de juventud en los que en ocasiones el grito alegre era “libertad o muerte”. Inconscientes, jóvenes, ilusionados, esperanzados. Ahora en este lugar en el que vivimos mi amigo y yo, tenemos, todavía, la suerte de poder elegir. Morir en libertad, igual que las flores en el campo.

Gabriel R.A.
Grupo C


Carne

Carne de mi carne, sangre de mi sangre, raza de mi raza…
Eras carne, eras piel, eras labios, brazos, piernas, pechos, muslos…
Eras vida para vivir, agua para beber, sed para calmar…
Eras un rizo de tus cabellos para enredarse en ellos. Boca para besar, cielo para tocar…
Eras todo eso, mariposa equivocada que atrapar en una red, alimento de zorros hambrientos, remanso de aguas cristalinas en mitad de los desiertos, furia viva para acallar otras furias, furias muertas, silenciadas.
Eras todo eso y no eras nada.
Eras carne, eras piel, eras labios.
Eras cuerpo.

Esperanza García
Grupo A