Érase otra vez. Escribir para niños

La sesión del lunes, 5 de junio, la dedicamos a la difícil tarea de escribir para niños y jóvenes. Hablamos principalmente de álbum ilustrado y compartimos historias de los grandes, Lobel, Lionni, Sendack.



También leímos y comentamos varios artículos de Ana Garralón. Uno de ellos, el titulado "8 ideas equivocadas sobre lo que es escribir para niños" lo transcribimos aquí aunque también podéis encontrar, mejor vestido, en su blog:

Ya son muchos, muchos años, leyendo libros para niños. Leyendo libros de todo tipo y género, para todas las edades, sorprendiéndome cada vez que un libro logra conmoverme o me parece original. En todos estos años, y sobre todo después de haber comenzado este blog, me han llegado solicitudes para leer la obra de escritores que quieren comenzar sus pasos con libros infantiles. Lamentablemente observo una serie de “maneras de escribir pensando en los niños” que provienen de lugares comunes desde los que es difícil crear nuevos libros. Por este motivo me he animado a escribir esta entrada.
Conste que soy de las que piensa que escribir desde el “no” es siempre más fácil que desde el “sí”: quiero decir que no sé si, por ejemplo, me animaría a hacer una entrada titulada: 10 buenas ideas sobre lo que es escribir para niños.
Pero aquí va esta selección. Al menos habrá una sonrisa de complicidad en muchos. Decir por último que estas ideas se encuentran en originales sin publicar pero también –y muchísimo- en libros publicados que están en circulación.

1. A mis hijos les encantan las historias que les cuento antes de dormir
Por eso, a todos los niños en general, les debería gustar también, ¿o no? Esto se aplica igualmente a abuelos que se inventan el cuento, a docentes que hacen lo mismo en sus aulas, y a casi cualquier situación donde uno tenga rendidos a los niños, bien porque tiene que estar (escuela), bien porque necesitan ese momento (padres antes de dormir). Ese momento de complicidad absoluta y de afecto no se da de forma tan espontánea cuando la historia está sobre el papel y la van a leer otros niños en situaciones completamente diferentes (una biblioteca, una librería, un adulto leyendo el libro). En el relato espontáneo hay mucha tolerancia a las imperfecciones de la historia, absurdos improvisados o, simplemente, sentimentalismo.

2. Los cuentos para niños tienen una lección
Es una vieja demanda de la pedagogía, el aprendizaje de la lectura y la escuela. Ya que estamos aquí, pues que al menos aprenda algo. Por ese motivo se piensa siempre en el mensaje del cuento y se intenta ponerlo lo más clarito posible. ¿Lo literario? Bah, son pequeños, mejor que tengan muy claro lo que es correcto e incorrecto para poder reconocerlo en vida real. Según este principio, autores, editores y docentes premian libros donde se puede reconocer claramente cuál es el mensaje, dónde están los “valores” y de qué manera la lectura de ese libro va a contribuir a formar una buena persona.

3. Escribir para niños es más sencillo que para adultos
¡Claro! Total, tienen menos vocabulario, saben menos cosas y hasta hay que escribir menos palabras. Basta con juntar unas cuantas cositas y tienes el cuento. Escribir las cosas de forma sencilla es, por lo general, más difícil que no tener que seleccionar palabras ni niveles de lectura. Cuando no se tiene en cuenta aparecen libros llenos de frases simples, mucha acción, mucho diálogo, escasa experimentación y temas trillados.

4. Tengo una idea genial y necesito un ilustrador/a
Por lo general, una idea no es una historia. Repetimos: una idea no es una historia. Es difícil hacer ver este punto a escritores que quieren estirar una anécdota, basar una hisotira en un chiste, o simplemente, tener un momento de genialidad. Una historia tiene muchas capas, aunque no se vean, e implica una profunda reflexión sobre los personajes, las situaciones que viven, el tiempo, el espacio… Por eso muchos piensan que lo que necesitan es un ilustrador/a que les dibuje lo que a ellos les falta. Pero si un ilustrador no tiene el volumen necesario en una historia, apenas podrá interpretarla.

5. Los niños piensan en abstracto
¡A los niños les gusta mucho la fantasía! Esta es una idea que lleva a muchos escritores a descuidar la verosimilitud. Total, si los animales hablan, puede pasar todo. Pongamos ejemplos: una niña que conversa por las noches con su almohada, un niño cuya bicicleta le ayuda a sortear peligros, una abuela que vuela, las letras de un libro que se escapan para vivir su propia aventura, etc. En muchos casos, el autor no se toma la molestia de justificar esa fantasía y, mucho menos, pensar en por qué ocurren las cosas.

6. El libro ideal para niños tiene acción, suspense y aventuras
Cuando se leen las contracubiertas de los libros tenemos la impresión de que se repite un modelo sin parar: por ejemplo, algo ha desaparecido (un cuadro en un museo, un niño, algo en el cole) o ha modificado su comportamiento (la panadería ha cerrado inexplicablemente, una niña de una pandilla ya no se habla con las demás) y la trama gira alrededor de este hecho de suspense. Se suceden entonces carreras, reuniones secretas, se aventuran hipótesis, se encuentran la solución al misterio. Es una manera excelente de crear futuros lectores… de novela policiaca. 

7. Soy cuentacuentos y los cuentos que me invento les gustan mucho a los niños.
Este punto se puede relacionar con el 1 con la nota de que, en la actualidad, hay muchos cuentacuentos que están publicando sus propias historias, y hasta reciben premios por ellas. El cuentacuentos tiene una práctica en las estructuras narrativas que le favorece a la hora de inventarse una historia. Pero un cuento contado no siempre funciona cuando se escribe, y mucho menos cuando se ilustra. El espacio imaginario que propone el contador cuando empieza su historia lo completa cada niño de una manera u otra y esa es la maravilla de la tradición oral. Verlo en un álbum a todo color con la interpretación que ha hecho el ilustrador empequeñece en muchas ocasiones una historia con matices y, por lo general, el texto queda reducido a una anécdota que no siempre se entiende.

8. No sé contar historias per tengo mucha sensibilidad
Sí, y los niños son seres con mucha sensibilidad. Esto quiere decir que a los niños vamos a hablarles de la luna y de las estrellas de mar y del viento y tal vez de las nubes, porque son objetos llenos de romanticismo y a los niños les encantan los momentos poéticos. Y en este caso no necesitamos ninguna historia porque ¿no es cierto que hablar de contemplar el cielo estrellado, y escribirlo en un libro, es una idea que les va a encantar? ¿A que vamos ayudarles a desarrollar su imaginación? Si a esto le añadimos que no hay que tirar basura en la playa, tenemos el libro perfecto. Sí

Hablamos también de este cuento de Quim Monzó titulado "La Monarquía":

“Todo gracias a aquel zapato que perdió cuando tuvo que irse del baile a toda prisa porque a las doce se acababa el hechizo, el vestido retornaba a la condición de harapos, la carroza dejaba de ser carroza y volvía a ser calabaza, los caballos ratones, etcétera. Siempre la ha maravillado que sólo a ella el zapato le calzase a la perfección, porque su pie (un 36) no es en absoluto inusual y otras chicas de la población deben de tener la misma talla. Todavía recuerda la expresión de asombro de sus dos hermanastras cuando vieron que era ella la que se casaba con el príncipe y (unos años después, cuando murieron los reyes) se convertía en la nueva reina. El rey ha sido un marido atento y fogoso. Ha sido una vida de ensueño hasta el día que ha descubierto una mancha de carmín en la camisa real. El suelo se le ha hundido bajo los pies. ¡Qué desazón! ¿Cómo ha de reaccionar, ella, que. siempre ha actuado honestamente, sin malicia, que es la virtud en persona?
Que el rey tiene una amante es seguro. Una mancha de carmín en la camisa siempre ha sido prueba clara de adulterio. ¿Quién será la amante de su marido? ¿Debe decirle que lo ha descubierto o bien disimular, como sabe que es tradición entre las reinas, en casos así, para no poner en peligro la institución monárquica? ¿Y por qué el rey se ha buscado una amante. ¿Acaso ella no lo satisface suficientemente? ¿Quizás porque se niega a prácticas que considera perversas (sodomía y lluvia dorada, básicamente) su marido las busca fuera de casa?.
Decide callar. También calla el dia que el rey no llega a la alcoba real hasta las ocho de la mañana, con ojeras de un palmo y oliendo a mujer. (¿Dónde se encuentran? ¿En un hotel, en casa de ella, en el mismo palacio?) Hay tantas habitaciones en este palacio, que fácilmente podría permitirse tener la amante en cualquiera de las dependencias que ella no conoce.) Tampoco dice nada cuando los contactos carnales que antes establecían con regularidad de metrónomo (noche sí, noche no) se van espaciando hasta que un día se percata de que, desde la última vez, han pasado más de dos meses.
En la habitación real, llora cada noche en silencio; porque ahora el rey ya no se acuesta nunca con ella. La soledad la reseca. Mil veces hubiera preferido no ir nunca a aquel baile, o que el zapato hubiese calzado en el pie de cualquier otra muchacha antes que en el suyo. As¡, cumplida la misión el enviado del príncipe no hubiera llegado nunca a su casa. Y en caso de que hubiera llegado, mil veces hubiera preferido incluso que alguna de sus hermanas calzara el 36 en vez del 40 y 41, números demasiado grandes para una muchacha. Así el enviado no habría hecho la pregunta que ahora, destrozada por la infidelidad del marido, le parece fatídica: si además de la madrastra y las dos hermanastras habría en la casa alguna otra muchacha.
¿De qué le sirve ser reina si no tiene el amor del rey? Lo daría todo por ser la mujer con la cual el rey copula extraconyugalmente. Mil veces preferiría protagonizar las noches de amor adúltero del monarca que yacer en el vacío del lecho conyugal. Antes querida que reina.
La antigua cenicienta decide avenirse a la tradición y no decirle al rey lo que ha descubierto. Actuará de forma sibilina. La noche siguiente, cuando tras la cena el rey se despide educadamente, ella lo sigue de forma disimulada. Lo sigue por pasillos que desconoce, por ignoradas alas del palacio, hacia estancias cuya existencia ni siquiera imaginaba. El rey la precede con una antorcha.

Finalmente se encierra en una habitación y ella se queda en el pasillo, a oscuras. Pronto oye voces. La de su marido, sin duda. Y la risa gallinácea de una mujer. Pero superpuesta a esa risa oye también la de otra mujer. ¿Está con dos? Poco a poco, procurando no hacer ruido, entreabre la puerta. Se echa en el suelo para que no la vean desde la cama; mete medio cuerpo en la habitación. La luz de los candelabros proyecta en las paredes la sombra de tres cuerpos que se acoplan. Le gustaría levantarse para ver quién está en la cama, porque las risas y los susurros no le permiten identificar a las mujeres. Desde donde está, echada en el suelo, no puede ver casi nada más; sólo, a los pies de la cama, tirados de cualquier manera, los zapatos de su marido y dos pares de zapatos de mujer, de tacón altísimo, unos negros del 40 y otros rojos del 41.

Propusimos como tarea escribir una historia a partir del final de un cuento clásico, al estilo de Monzó. ¿Qué ocurrió después? ¿Qué fue de los protagonistas de la historia pasados veinte años? ¿Vomitaron las perdices que comieron? ¿El final fue verdaderamente feliz?

Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora


Blancanieves sin Príncipe

-¿Y por qué siempre dices, colorín colorado este cuento se ha acabado? No se han muerto así que no ha terminado ¿Y por qué tiene que ser así el cuento?-

-¿Qué te gustaría entonces?-

- A mí me gustaría saber qué harán los enanitos después, si van a seguir trabajando en la mina, si seguirán viviendo en su casita del bosque y si Blancanieves y el Príncipe tendrán hijos. O podía haber pasado otra cosa-

-Pue siéntate, aquí tengo este libro que nos lo va a contar-

-¡Pero mami si está en blanco!-

- Pues empecemos a escribirlo nosotros-

Cuando el cazador entregó a la reina el corazón del corzo, la duda quedó en el suyo, ¿quedaría ya a salvo la princesa, o la maligna reina descubría el engaño? Su misión iba a ser, cuidar de Blancanieves.

El cazador tenía dos hijos, ellos se encargarían de vigilar la casa de los enanitos, mientras, recogerían leña y los frutos del campo. Rufo protestaba mucho, no le gustaba ser cuidador de una princesita, Leandro al contrario, estaba muy contento pensando en salvar a la princesa de su madrastra, podría ser un héroe. Cuando Blancanieves terminaba sus tareas y hasta que volvían los enanitos, salía a jugar con ellos, le enseñaban el nombre de los árboles, a reconocer los cantos de las aves, a imitar los sonidos de los animales, ella les contaba bonitas historias. Se hicieron buenos amigos.

Una noche, el cazador vio cómo una viejecita salía del castillo, él bien sabía que era la reina. En aquel momento la luna se escondió tras una negra nube, un gran estruendo retumbó, todos los animalitos del bosque empezaron a revolotear, a trotar, piaban, graznaban, zureaban, rebuznaban, ululaban, relinchaban, hasta un cocodrilo lloraba, un enjambre de abejas zumbaba y revoloteando a su alrededor empezaron a clavarle su aguijón, le inyectaron su veneno, cayó víctima del final que había preparado para Blancanieves. En el castillo hubo un gran estallido, el espejo mágico cayó al suelo, ya no volvería a tener poderes.

El cazador fue a buscar a Blancanieves, muy contentos todos volvieron al castillo y allí vivieron muy felices muchos años.

-¿Podemos poner que Leandro y Blancanieves se casaron y tuvieron siete hijos?-

Blancanieves y Leandro se enamoraron, se casaron y tuvieron siete hijos.

Inés Izquierdo
Grupo A


El osito de la tele

- Inconcebible, mi niña. ¡No te lo vas a creer!. Mi maestro me ha mandado escribir un cuento.

- No, claro, no lo voy a hacer. Los dos sabemos que los cuentos son mentiras que inventan los mayores para engañar a los pequeños. Está fatal engañar a nadie. Mi mamá me enseñó a no mentir la tarde en que Ali y yo subimos a la rama alta del chopo de la Vega y le juré dos veces que venía de casa del señor Tino. Cuando acabó, se colocó de nuevo la zapatilla y con su dedo apuntó a papá y a la vara de mimbre colgada junto a la puerta del corral.

¿Sabes?; voy a relatarle nuestra aventura con el osito. Lo mismo cree que es un cuento y me libro de su mala nota y, sobre todo, de su mala cara…

No te he dicho que naciste en un hospital muy grande. Un hospital es una casa enorme, con paredes de cristales, donde llevan a las personas malitas para curarse. A la mayoría de los niños les gusta nacer allí. Mi mamá también me nació en uno de ellos, aunque engañado. Yo quería haberlo hecho en el pueblo del Teso Alto, como mi amigo Canito,

A Canito lo encontró su papá al lado de un haz de trigo, en la estación de los calores. Dejó la hoz en el suelo, lo metió en unas alforjas y lo llevó a casa. El sol ya había dado las buenas noches y se marchaba a dormir. Al llegar, encendió el candil de carburo de la cocina, le calentó un buen plato de patatas y lo puso a mamar de la teta de la cabra.

En el hospital, los curadores se llaman médicos. Algunos entrecierran los ojos y fruncen el ceño. Si no eres valiente hacen un poco de miedo. Otros no, otros te sonríen y son simpáticos. Las curadoras son las enfermeras. Casi todas son buenas y guapas, menos alguna que, para que te hagas una idea, son tan brujas como la Joaquina del Pueblo Forastero, que le cortaba la cola a las lagartijas. Esas, al regresar a casa, seguro que le pegan pescozones a los maridos.

Cuando tú naciste, llegué al pasillo de la casa de los nacimientos acezando por subir de cuatro en cuatro los peldaños de la escalera. Me acababan de comunicar que habías llegado y te iban a asignar familia para la vida. Te tenía mama en brazos y no tardó en hacer tu presentación oficial. Había mucho ruido e intuí, más que escuché:

- Aquí una niña (y miró para ti).

Luego giró su cabeza hacia nosotros, nos señaló con la palma de la mano y dijo:

- Aquí una familia.

Se me encogió el alma al pensar que de haber subido los escalones de dos en dos no habría llegado a tiempo y no seríamos más que dos desconocidos.

Pasamos juntos un buen rato. Tres veces me guiñaste con los dos ojitos a la vez. Te contesté levantando los dos pulgares con disimulo. Nadie se enteró. Acabábamos de forjar una amistad para toda la vida.

Cuando regresé a casa me senté a ver la tele. Había un osito que se empeñaba en salir por la pantalla para morderme un brazo. Por más que le expliqué que yo era buena persona y amigo de los osos, siguió en su empeño de abrir la boca y enseñarme los dientes. Me enfadé y de un salto la apagué con rabia, así al quedarse a oscuras marcharía a su casa.

Me puse a leer un cuento. Al pasar la primera hoja se me cerraron los ojos y el osito, que aún no había marchado, aprovechó para salir de la tele.

En la casa solitaria sí había palos, pero en la del Pueblo Grande solo teníamos el palo de la escoba, que no vale para nada. Corrí a cogerlo a la cocina, pero al volver se me atravesó en el pasillo y se rompió. El osito se reía y me enseñaba los dientes. Yo no sabía qué hacer, si llorar o correr. Llorar es de gallinas, pero consuela, y a correr me iba a coger, porque aunque parecen lentos, dan saltos engañosos y te atrapan.

En un despiste suyo quité la tapa trasera de la tele, a ver si volvía a entrar. ¡Ni hablar!, Se enfadó aún más y abrió la boca cinco veces, cada vez una cuarta más y cada vez con peores intenciones. Me escondí detrás de la puerta y me hice el muerto. Menos mal que apareciste tú, no sé cómo, con alas de ángel y cara de cielo, que si no sí que lo estaría de verdad.

Fuiste tan valiente que tú solita lo agarraste y sujetaste por una oreja mientras yo marché a toda velocidad a quitar la cuerda del tendedero para atarle las patas. Tan rápido quise ir que se me salió una zapatilla y caí de bruces contra el mueble de las cucharas, que se puso a gruñir.

Mientras con tu ala le tapabas los ojos, yo le até las patas de adelante primero y las de atrás después. Luego pasé el extremo de la cuerda por una de tus alas y la anudé. Contamos juntos: uuuuno, dooooos y a la de tres, diste un pequeño salto y con un empujón mío lo encerramos en el televisor. Tú apretabas la tapa, mientras yo enroscaba fuerte los tornillos, para que no volviera a salir. Todavía lo intentó dos veces, pero le di en el hocico con el palo roto de la escoba y despareció. ¡Se iría para su casa!.

Te di un abrazo muy fuerte y regresaste al hospital con mamá. Me desperté. Aquel día decidí que siempre me tendrás a tu lado y no consentiré a ningún oso atrevido intente morderte el brazo, como quiso hacer conmigo el Osito de la Tele.

Evaristo Hernández
Grupo B


El traje del rey
Hace mucho, mucho tiempo, había un rey llamado Juan Carlos, al que le gustaba vestir bien, a pesar de que su cuerpo estaba desproporcionado. No encontraba sastre en el reino que le diera gusto y acertará en las medidas. Por lo que decidió poner un anuncio por internet, ofreciendo el oro y el moro, al sastre que acertara en sus deseos.
De todos los sastres que desfilaron por palacio con sus catálogos de telas y colores, uno fue el elegido por su atrevimiento, al comunicar al rey que los tontos no serían capaces de ver los trajes que el confeccionaba, estaban hechos solo para ser vistos por los más sabios del reino, sus trajes tenía la propiedad de ser únicos y mágicos.
El rey dotó al sastre de todo lo que le pedía, hilos de oro, telas, espejos y ayudantes. Impaciente el rey por ver sus trajes, envió al ministro de cultura, para que viera como iban sus nuevos trajes, pues pronto era se cumpleaños y saldría del palacio para que le vieran sus súbditos.
El ministro al hablar con el sastre, no consiguió ver ningún traje, este le explicaba el traje imaginario, como había quedado, su tamaño, su textura, su color, incluso se lo probó a él, y le hizo mirar al espejo para que se viera, por lo que dándose cuenta que los tontos no lo verían, a todo contestaba afirmativamente.
Llegó el día del desfile por el reino, y el sastre vistió al rey con su traje imaginario, y como los súbditos estaban avisados de que solo los más listos serían capaces de ver las telas mágicas con las que estaba confeccionado el traje, nadie se atrevía a decir nada , todos vitoreaban al rey a su paso, solo los niños decían la verdad, "El rey va en pololos, ja, ja, ja".
El sastre desapareció con todo el oro que pudo llevarse, y dicen las malas lenguas del lugar, que los reyes cuando tienen que comprarse algún traje, acuden a Zara o al Corte Ingles, pero no dicen que son reyes, para que el dependiente que les atienda les diga la verdad de como les sientan las prendas que compren.

Luis Iglesias
Grupo B


Érase que se era un viejo poeta. Un día de tormenta alojó en su casa a un niño bello como un querubín, pero muy extraño, estaba desnudo y su cuerpo temblaba de frío. El poeta le abrigó y lo alimentó.
Aquel niño era extraño, llevaba un bonito arco, deslucido por la lluvia, que el poeta secó y restauró. EL niño comía con avidez, mientras le decía al poeta que se llamaba Amor.
El poeta observó que una hermosa muchacha pasaba por la ventana y acto seguido el niño, falsamente ingenuo, disparó una flecha y con un disparo de rayo atravesó el corazón del poeta
Ese niño falso persigue a todo el mundo…y vive sin crecer. Las arma buenas, hasta a una abuelita  le atravesó también el corazón.
Y no para ni parará nunca, y como ya lo conocemos, tengamos cuidado

¿Es malo el diosecillo Amor?

Emilia González
Grupo B


El mundo de Cenicienta
Cenicienta se encontraba muy feliz, gracias al hada madrina: su barita mágica, la transformó en princesa con una bella carroza para ir a palacio, bailar y casarse con el príncipe de sus sueños. Su vida estaba llena de sorpresas que acariciaban su rostro. Sus vestidos olían a jazmín. Envuelta en su piel de porcelana, paseaba por el palacio y sus alrededores con el encanto de una princesa querida por todo el universo.

Su amor hacia el príncipe Daniel era tan intenso, que ambos decidieron tener su primer hijo, David. Su rostro era tan bello como el de Cenicienta, pero su miedo le invadía todas las noches en aquel palacio tan inmenso y misterioso. Una noche, Cenicienta se acercó a la cama de su hijo, le cantó una nana y David se quedó profundamente dormido. Al ver que su hijo dormía, decidió que debía repetirlo todas las noches. El príncipe Daniel pensó que esto no podría durar para siempre , aunque sería el remedio del momento. Otra opción podría ser cambiarse a una casa cerca del palacio rodeada de luz, con ventanas hacia un jardín, lleno de vegetación y de flores. Habló con Cenicienta sobre esta idea. Ambos decidieron trasladarse a una casita cercana, junto a un río, donde podían disfrutar de las maravillas de la naturaleza.

La estancia en la casita fue verdaderamente deliciosa. David ya no sentía miedo, sus sueños eran muy placenteros. Al despertar, se encendía su cara con un volcán de ilusiones. Los tres vivían momentos muy felices. El palacio no estaba abandonado, el rey Federico tenía fe en el príncipe Daniel, quien controlaba sus pertenencias y también a las personas que trabajaban bajo su mando.

David creció con mucho cariño y protección. Cuando cumplió dieciocho años, trabajó en palacio como coordinador de los diferentes cargos regentados por su abuelo el rey Federico , que se encontraba enfermo.

A raíz de su muerte, Su padre, el príncipe Daniel, se convirtió en el rey más poderoso y bueno del universo.

Cenicienta intentaba mantener la armonía de su familia para vivir con la mayor intensidad los sueños de cada día.

Sofía Montero
Grupo B


La Cenicienta
Después de haberse casado la cenicienta descubre que está embaraza. Está contenta, así que le comenta a su marido que van ha ser padres.
Lo celebran en familia.
Semanas después a la cenicienta y a su marido les dan la noticia de que el bebé que esperan es un varón.
Pasan los nueves meses y por fin la cenicienta da a luz a un niño al que le ponen el nombre de Jaques.
Han pasado siete años y Jaques es un excelente estudiante. A veces rivaliza con su primo Adolfo pero se llevan bien. Van a la misma clase y son excelentes estudiantes para alegría de sus padres.

David Álvarez
Grupo B

Duérmete, niño

La sesión del lunes, 30 de mayo, la dedicamos a las nanas, el miedo y el sueño. Nos acercamos de puntillas a la canciones de cuna. Pero antes comentamos algunas cuestiones recogidas en el excelente prólogo de Carmen Riera en "El gran libro de las nanas" (El Aleph), leímos algunos textos del "Libro de nanas" (Editorial Media Vaca) y de "Nanas para dormir desperdicios" de Francisca Aguirre viuda del poeta Félix Grande.
Recordamos la nana de este gran poeta "Nanas para la metralla" dedicada a su hija y comentamos algunas cuestiones relativas a un excelente texto firmado por Federico García Lorca, una conferencia sobre las nanas que dictó en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Dejamos aquí un extracto:

[...] Hace unos años, paseando por las inmediaciones de Granada, oí cantar a una mujer del pueblo mientras dormía a su niño. Siempre había notado la aguda tristeza de las canciones de cuna de nuestro país; pero nunca como entonces sentí esta verdad tan concreta. Al acercarme a la cantora para anotar la canción observé que era una andaluza guapa, alegre sin el menor tic de melancolía; pero una tradición viva obraba en ella y ejecutaba el mandado fielmente, como si escuchara las viejas voces imperiosas que patinaban por su sangre. Desde entonces he procurado recoger canciones de cuna de todos los sitios de España; quise saber de qué modo dormían a sus hijos las mujeres de mi país, y al cabo de un tiempo recibí la impresión de que España usa sus melodías para teñir el primer sueño de sus niños. No se trata de un modelo o de una canción aislada en una región, no; todas las regiones acentúan sus caracteres poéticos y su fondo de tristeza en esta clase de cantos, desde Asturias y Galicia hasta Andalucía y Murcia, pasando por el azafrán y el modo yacente de Castilla.

Existe una canción de cuna europea, suave y monótona, a la cual puede entregarse el niño con toda fruición, desplegando todas sus aptitudes para el sueño. Francia y Alemania ofrecen característicos ejemplos, y entre nosotros, los vascos dan la nota europea con sus nanas de un lirismo idéntico al de las canciones nórdicas, llenas de ternura y amable simplicidad.
La canción de cuna europea no tiene más objeto que dormir al niño, sin que quiera, como la española, herir al mismo tiempo su sensibilidad.
El ritmo y la monotonía de estas canciones de cuna que llamo europeas las pueden hacer aparecer como melancólicas, pero no lo son por sí mismas; son melancólicas accidentalmente, como un chorro de agua o el temblor de unas hojas en determinado momento. No podemos confundir monotonía con melancolía. El cogollo de Europa tiende grandes telones grises ante sus niños para que duerman tranquilamente. Doble virtud de lana y esquila. Con el mayor tacto.
Las canciones de cuna rusas que conozco, aun teniendo el oblicuo y triste rumor eslavo, pómulo y lejanía, de toda su música, no poseen la claridad sin nubes de las españolas, el sesgo profundo, la sencillez patética que nos caracterizan. La tristeza de la canción de cuna rusa puede soportarla el niño, como se soporta un día de niebla detrás de los cristales; pero en España, no. España es el país de los perfiles. No hay términos borrosos por donde se pueda huir al otro mundo. Todo se dibuja y limita de la manera más exacta. Un muerto es más muerto en España que en cualquiera otra parte del mundo. Y el que quiere saltar al sueño se hiere los pies con el filo de una navaja barbera.
No quiero que crean ustedes que vengo a hablar de la España negra, la España trágica, etc., etc., tópico demasiado manoseado y sin eficacia literaria por ahora. Pero el paisaje de las regiones que más trágicamente la representan, que son aquellas donde se habla el castellano, tiene el mismo acento duro, la misma originalidad dramática y el mismo aire enjuto de las canciones que brotan en él. Siempre tendremos que reconocer que la belleza de España no es serena, dulce, reposada, sino ardiente, quemada, excesiva, a veces sin órbita; belleza sin la luz de un esquema inteligente donde apoyarse y que, ciega de su propio resplandor, se rompe la cabeza contra las paredes.
Se puede encontrar en el campo español ritmos sorprendentes o construcciones melódicas llenas de un misterio y una antigüedad que escapa a nuestro dominio; pero nunca encontraremos un solo ritmo elegante, es decir, consciente de sí mismo, que se vaya desarrollando con serenidad querida aunque brote del pico de una llama.
Pero aun dentro de esta tristeza sobria o este furor rítmico España tiene cantos alegres, chanza, bromas, canciones de delicado erotismo y encantadores madrigales. ¿Cómo ha reservado para llamar al sueño del niño lo más sangrante, lo menos adecuado para su delicada sensibilidad?
No debemos olvidar que la canción de cuna está inventada (y sus textos lo expresan) por las pobres mujeres cuyos niños son para ellas una carga, una cruz pesada con la cual muchas veces no pueden. Cada hijo, en vez de ser una alegría, es una pesadumbre, y, naturalmente, no pueden dejar de cantarles, aun en medio de su amor, su desgano de la vida.  [...]

Aquí tenéis la conferencia completa: "Añada. Arrolo. Nana. Vou veri vou"



Propuesta de escritura

El cdNanas contemporáneas (Canciones de ternura en los tiempos del rencor)nos ofrece unas nanas llenas de desesperación ante el incierto futuro de nuestros niños en un tiempo dominado por el odio. Pero detrás de esa desesperación se esconde la belleza que nos hace mirar aún con cierto optimismo hacia adelante.
¿Qué tipo de nana escribiríamos a un bebé de hoy? ¿a qué miedos debe enfrentarse el niño a la hora del sueño? Trata de responder a estas preguntas en un texto. Si es una nana aún mejor.

Aquí están algunos de los trabajos enviados hasta ahora por los participantes en el taller:


Nana

Dada su manifiesta ineptitud para la cosa poética, en un primer momento pensó renunciar a escribir la nana que se le pedía. Julio, sin embargo, nunca fue de reconocerse limitaciones. En este caso menos aún, estando como está Fofi, el nietín de la pequeña; mira tú, si es que se le tenía que haber ocurrido a él eso de la nana, sin que se lo impusieran de obligación.

Pero quién dijo que hayan de ser todos los días iguales; así que, dispuesto el ánimo, se sienta frente al ordenador a negociar con su musa amiga. Veamos, han de ser versos cortos, como se dijo en el taller, cinco/siete sílabas. Un ritmo acompasado, también. Y luego está lo del miedo; pero eso ni hablar, Fofi no ha de sentir miedo, por ahí sí que no pasa. La cadencia, ¿ves?, eso ya es otra cosa; la cadencia bien puede inducir el sueño, se entiende fácil.

El rosario. El rosario podría valer. El rosario que rezaban las monjitas de clausura en sus tiempos de monaguillo. Avemarías repetidas cincuenta veces a estilo mantra. Pero claro, ellas tenían esa voz dulce, limpia...

Y de pronto, el flash. Porque ha sido como un destello, un fogonazo, algo que le ha iluminado. Gracias, musa. Veamos... versos cortos, ritmo, cadencia, y miedo en absoluto... Sí, todo cuadra. De añadido, Fofi tiene casi dos añitos ya, y los niños a esa edad todo lo aprenden; mejor entonces. Por si fuera poco, el soniquete lo recuerda perfectamente, ningún problema tampoco en ese sentido. Toma asiento ya sin más frente al ordenador y teclea sin la menor vacilación, sin dudar un instante como, ¡ay!, en tantas ocasiones. A tirón, así tenía que salirle siempre.

Dos por una es... dos.
Dos por dooos... cuatro.
Dos por treees... seis.
Dos por cuatrooo... ocho.
Dos por cincooo... diez.

Bueno, a lo mejor ya es bastante.

Pascual Martín
Grupo B


Hija de las nubes

Mi pequeña mariposa
cansada está de volar
en el parque de colores
que arrulla la voz del mar

Mi pequeña mariposa
cansada está de volar
entre los juncos de barro
que arrulla la voz del mar

Las estrellas han salido
La luna redonda está
Mi pequeña mariposa
Sus ojitos cierra ya

Sueña linda mariposa
Sueños lindos de verdad
Que los sueños son la tinta
Con la que has de caminar

Un dragón vela tu sueño
Un dragón de fuego y sal
Tiene heridas en las alas
Y aún conjuga el verbo amar

Nació en un arrecife
Como tú, linda Coral,
y con su mirada limpia
ahuyenta la falsedad

Junto a él,  una sirena
no se cansa de peinar
las olas más tenebrosas
con cuentos de luz y paz

Son sus fábulas tan dulces
Como la miel de un panal
Donde todas las abejas
Son las reinas por igual

Mi pequeña mariposa
Cansada está de volar
Mi pequeña mariposa
Sus ojitos  cierra ya

Sueña linda mariposa
Sueños lindos de verdad
Que los sueños son la tinta
con la que has de caminar

Eres hija de las nubes
Que tejió la soledad
Entre las rocas marinas
Con hilos de rabia y pesar.

Caracolillo sin concha
El mundo entero es tu hogar
Pedacito de mi vida
Cierra tus ojitos ya

Un dragón vela tu dicha
La sirena peina el mar.
Las estrellas han salido
El sol calienta otro lar

Sueña linda mariposa
Sueña sueños de verdad
Que los sueños son la tinta
Con la que has de caminar.

Hay sombras en las corrientes
Pocos las ven llegar
Las dirige un pez espada
Disfrazado de Verdad

Te dirá que no hay sirenas
Que en el agua hay que luchar
Que el dragón fue una quimera
Que quien sueña muerto está

No te sumes a su corte
O tus alas perderás
Y sin alas en el parque
Los juncos son de metal.

Mi pequeña mariposa
Cansada esta de volar
Mi pequeña mariposa
Sus ojitos cierra ya

Sueña linda mariposa
Sueños lindos de verdad
Que los sueños son la tinta
Con la que has de caminar

Encontrarás desafíos
Laberintos sin final
Algunos serán infiernos
No sabrás cómo volar

Verás arder tus alitas
En el frio de un glaciar
Serás ciega a los colores
Que contigo siempre están

Mi pequeña Coralina
Nada pasa por llorar
Se pueden tener heridas
Y vivir el verbo amar

Mi pequeña mariposa
Cansada esta de volar
Mi pequeña mariposa
Sus ojitos cierra ya

Sueña linda mariposa
Sueños lindos de verdad
Que los sueños son la tinta
Con la que has de caminar

Caracolillo sin concha
El mundo entero es tu hogar
Un dragón vela tu dicha

La sirena peina el mar

Ana Isabel Fariña
Grupo B


Nana a las BBCs
Dedicada a mis sobrinas-nietas Blanca, Belén y Celia

Nana, nanita, nana.
Nanita, nana.

Duerman mis niñas
todo está en calma.
Velo sus sueños
Acurrucada.

Nana, nanita, nana.

La noche llega
azul celeste
Nana, nanita, nana.

Duerman, descansen,
ya las estrellas
abren sus ojos.

Nana, nanita, nana.

Y me acompañan.
Cantan conmigo,
esta balada.

Nana, nanita, nana.
También la luna,
nos acompaña.

Nana, nanita, nana.

Duerman, reposen
Sueñen, cabalguen,
busquen tesoros,
allá en el alba.

Nana, nanita, nana.

Caperucita,
con Pulgarcito
Hansel y Gretel,
con el flautista.

Todos corriendo,
vienen, ya llegan,
jugar ya quieren,
al escondite.

Nana, nanita, nana.

Ya vais dormidas,
las tres ya estáis.

Nana, nanita, nana.

Celia abre un ojo,
que después cierra,
duerme tranquila,
nada le inquieta.

Nana, nanita, nana.

Ahora es Belén,
la que protesta,
mas enseguida,
respira y sueña.

Nana, nanita, nana.

Ya estoy rendida
seguir no puedo.

Nana, nanita, nana.

Pero Blanquita
“Sueño ligero”
quiere otra historia
que la acompañe,
la lleve al bosque,
para encontrarse
con sus amigos
y allí jugar.

Nana, nanita, nana.
Nana, nanita, nana.

Mª Nieves-C.Martín Magdalena
Grupo B


Nana

El sol ya se esconde,
la luna está aquí,
brillan las estrellas
y tú ya a dormir.

Cierra los ojitos,
lindo querubín,
tu madre te arrulla,
te mece en sus brazos,
suave ronroneo,
cual olas del mar
que con su cadencia
y su melodía
hoy te harán soñar
y en nubes muy blancas,
te recostarás.

Inés Izquierdo
Grupo A


Nanas , cuentos, historias para dormir.
No recuerdo que de pequeño a mí nadie me contara nanas para irme a la cama, ni siquiera cuentos. Uno se dormía de cansancio, después de estar todo el día jugando en la calle. Seguramente, a los niños ricos sus padres les contarían nanas o cuentos con final feliz, tenían tiempo y estaban preparados académicamente. Nuestro padres no andaban con florituras, su problema era trabajar para seguir viviendo.
Yo a mis hijos tampoco les he contado nanas, pero cuando estaba en casa, si he leído miles de cuentos, de tal manera que me dormía a veces antes que ellos, pues trataba de acortarlos saltándome alguna escena, y me lo reprochaban y me tocaba empezar de nuevo, nunca se me olvidarán "Los tres cerditos", me lo sabía de memoria. Otras veces eran ellos los que lloraban por teléfono porqué no estaba en casa por la noche, y me preguntaban donde iba a dormir o que iba a cenar.
Ahora que tengo tiempo para contar nanas, cuentos o historias, mis hijos ya han volado del nido, sus habitaciones están vacías, y me da que me va a pasar como a un amigo, que está aprendiendo inglés a marchas forzada para cuando vengan sus nietos poderlos entender o sino han crecido mucho intentar contarles alguna nana. En mi caso, contar nanas en alemán, creo que debe ser un poco más difícil.

Luis Iglesias
Grupo B


Sueños de mantequilla
Se desvanecen
para dormir al niño
que se despierte.

Con mis lindas canciones
yo le acurruco
para quitarle el miedo
con mis susurros.

Una nana le canto
junto al oído
y sus ojos grandotes
sueñan tranquilos.

Este niño chiquito
duerme en su cuna
con su cara de cielo
de estrella y luna.

Sofía Montero GarcíaGrupo B


Nana

Duérmete mi niño
que en esta patera
te acunan las olas
de la primavera
ea, ea...

Duérmete mi niño
no temas la noche
la mar está en calma
y la luna en el.cielo
guía nuestro rumbo
en busca de un sueño
ea, ea...

Duérmete mi niño
no tengas tú, miedo
las estrellas ríen
y velan tu sueño..
ea, ea...

Rosa Celia González
Grupo B


Besos de Gelatina
A la nana, a la nana
mi niño, duerme,
que la luz de la tarde
se desvanece.

Es la noche que pasa
y deja en tu cuna
una barca de sueños
de blanda espuma.

Con qué sueñan los niños
saber quisiera.
Si con gacelas blancas
y en nubes vuelan.

Si con sonrisas de ángel
tejen estrellas
que en el cielo refulgen
a cual más bella.

Duerme pequeño mío,
duerme y no llores,
que la calle ha encendido
ya sus faroles.

No te asusten las sombras,
no te demores
y cierra los ojitos
pastel de amores.

Este niño nacido
de mis entrañas
ya conoce a su madre
pero lo calla.

Sabe que no está solo,
que ella lo guarda
cuando el miedo le enseña
su negra garra.

Apaciento a esta rosa
desde la cuna
con sabias enseñanzas
que nunca mudan.

Con valores que encierran
leyes divinas
y con besos muy dulces
de gelatina.

Pepita SánchezGrupo B

¿Y tú me lo preguntas?

La sesión del día 23 de mayo la dedicamos a las preguntas. Comentamos el poema "Acertijo" de Benjamín Prado. Nos sometimos a algunas de las preguntas del Cuestionario Proust. Tratamos de responder a alguna de las preguntas de Neruda.

En medio de ese mar de dudas tratamos también de contestar a alguna de las preguntas que Bernardo Atxaga le hace a su único contacto al otro lado de la frontera.

Acertijo

¿Qué poeta
comparó al humo con el Laocoonte?
¿Qué poeta escribió:
basta que alguien me piense, para ser un recuerdo?
¿Quién afirma que la última gota es simpre una lágrima?

Era una noche oscura.
Y volví a preguntarlo:

¿Quién escribió:
quiero morir de día, cuando aman los leones?
¿Quién escribió:
todo lo que no ha sido contado, es infinito?
¿Quién afirma
que el canto de los gallos sólo existe en los sueños?

Era una noche oscura
y nadie respondía.

¿Qué poeta
comparaba al diamante con el vuelo de un pájaro?
¿Quién oía la lluvia
caer como las gotas de una espada?
¿Quién escribió:
este vaso que yo bebo,
quedará eternamente vacío para ti?

Y quién llamó a las rosas música aprisionada.
Y quién dijo: -La mano que valía
para el amor,
también servirá para el odio.
Y quién dijo que sólo nuestras obras más puras
deberían unirse al séquito del pasado.

Aquel que me responda;
aquel que sepa
quién me robó cada uno de esos versos:
aquel será mi hermano.

BENJAMÍN PRADO. Iceberg


El libro de las preguntas

¿Por qué no enseñan a sacar miel del sol a los helicópteros?
¿Hay algo más triste en el mundo que un tren inmóvil en la lluvia?
¿Por qué no ataca el tiburón a las impávidas sirenas?
¿Cuántas abejas tiene el día?
¿Quiénes gritaron de alegría cuando nació el color azul?
¿De qué ríe la sandía cuando la están asesinando?
¿Por qué siempre se hacen en Londres los congresos de paraguas?
¿Cómo se llama una flor que vuela de pájaro en pájaro?
¿Y por qué el sol es tan simpático en el jardín del hospital?
¿Oyes en medio del otoño detonaciones amarillas?
¿Cómo se acuerda con los pájaros la traducción de sus idiomas?
¿Y con qué cifras va restando la hormiga sus soldados muertos?

PABLO NERUDA


37 preguntas a mi único contacto al otro lado de la frontera

Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?
¿Encuentra su amor respuesta en un veinte o veintidós
por ciento de los casos, o como aquí son mudos los
teléfonos, corazones desiertos noche tras noche corazones
desiertos en la última habitación del laberinto?

¿Hay en vuestro reino, entre vuestros territorios, algún
lugar llamado Greenland o Groenlandia? ¿Son
sombríos sus valles? Hay gasolineras de la compañía
Shell? ¿Se acercan las mariposas hasta las conchas
amarillas? ¿Ni aun en invierno? ¿Nunca existió allí un
espía llamado Cenizas?

Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?
¿Nunca soñáis con cangrejos? ¿Y con niños ciegos? ¿Os 
acordáis alguna vez del ciclista Tom Simpson, de cómo
se asfixió en el Aubisque? ¿Qué me decís de la imagen
de su maillot como una tabla de ajedrez rota sobre la
gravilla? Al otro lado de la frontera, ¿protege la hoja al 
fruto? ¿Hay fresas?

¿Tienen los peces abisales presentimientos acerca del
sol? ¿Saben distinguir la palabra Luz de la palabra
Sombra? Aquellos que al tomar el tren, desaparecieron
en la transparencia de la tarde, ¿Hasta cuándo
conservaron la ilusión de que podrían quedarse?

Se me ha dicho que para los pájaros no hay otro destino
que el viento y que hay barcos que jamás alcanzan un
puerto. Cuando vosotros habláis del destino. ¿A qué os
referís exactamente? ¿A las ventajas de un trabajo
seguro? ¿Quizá a lo que se come con salsa de naranja?
¿Nunca rezáis por las caravanas del desierto?

¿Son muchos, sois muchos los habitantes del otro lado
de la frontera? Esta gente que veo todos los días por la
calle, ¿vive allá?

BERNARDO ATXAGA. Poemas & híbridos


Propuesta de escritura

Trata de contestar a alguna de estas tres preguntas formuladas por Bernardo Atxaga en su poema:
¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera? ¿Tienen los peces abisales presentimientos acerca del sol?  Aquellos que al tomar el tren, desaparecieron en la transparencia de la tarde, ¿Hasta cuándo conservaron la ilusión de que podrían quedarse?


Y estos son los trabajos enviados hasta ahora:


¿Es feliz la gente allá, al otro lado de la frontera?
El dolor de sentirse en la pobreza
vacía la mente
que duerme en el deseo
de un tiempo inagotable ,
alimentado por la brisa de un amanecer.

La sabia del aliento entristecido
acaricia la voz almidonada,
perdida en la expresión,
abierta a la palabra.

Rotos de luz
se posan en la piel de nuevos horizontes.
Felicidad ajada
que sueña con un mar en libertad.

Sofía Montero 
Grupo B


¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?

Traspasado un límite no se vuelve la vista atrás, no se anhela, no se importa ni se añora. Traspasado un límite sólo se mira al frente y se da paso tras paso. No hay dolor ni hay alegría. Una vez se cruza la raya, una vez que se ha traspasado la frontera, las normas cambian ¿Será eso la felicidad? ¿O tal vez el vacío? No lo sé.

¿Tienen los peces abisales presentimientos acerca del Sol? ¿Saben distinguir la palabra luz de la palabra sombra?

En las profundidades abisales, allá donde el sólo pensamiento nos provoca un golpe de presión en la caja torácica que nos dificulta respirar, allá donde cada criatura es la materialización de una de nuestras pesadillas, también existe el miedo. Allí donde la profundidad espeja las más altas cumbres a modo de negativo los conceptos se invierten. Y el pánico se apodera de esas criaturas que nos parecen angustiosas si las obligamos a pensar en la claridad. Allá en las profundidades también hay un infierno, y lo llaman Luz.

Aquellos que al tomar el tren desaparecieron en la transparencia de la tarde ¿hasta cuándo conservaron la ilusión de que podrían quedarse?

¡Ay, incautos seguros de vosotros mismos! Yo que una vez fui viajero quiero sacaros de vuestro error, aunque me tildéis de loco y me granjee el descrédito. Si la vida es un camino, no es el habitante del tren el que desaparece, son los que pagados de sí mismos los ven alejarse inmóviles.

Miguel Ángel Pegarz
Grupo B


No pudieron quedarse
Sale el tren,
con desconocido destino,
muchas almas navegan

Más allá de nuestra frontera,
más allá del horizonte,
horizontes, horizontes,,
estaciones manos asidas que no entienden
están tan ansiosas como las nuestras
que han quedado detrás de la frontera
despidiéndolas.

No son felices, están ansiosas
y, de repente, el tren
ralentiza la marcha…,
pasa el túnel de una frontera,
se desesperan las almas al otro lado,
¿qué piensan ahora?
túneles túneles, túnel…

Los del tren reciben luz y silencio,
En la parada.

Emilia González
Grupo B


Aquellos que al tomar el tren, desaparecen en la transparencia de la tarde, ¿hasta cuando conservaron la ilusión de que podrían quedarse?

Escrito: Sí, desaparecieron en esa hora donde la luz todo lo difumina, lo diluye haciéndolo más liviano, más etéreo.
Pero la noche llegó imponiendo su oscuridad; donde hay que acariciar a oscuras, donde hay que intuir lo bello, donde hay que tener paciencia para no hundirse en el tedio.
Y el amanecer dio paso al día, con júbilo y sin apegos; perfilando su figura, perfilando su deseo, recobrando su esplendor como si no hubiera muerto.

Luisa S. Mayorga
Grupo A


Soneto del acertijo

Un acertijo propone Benjamín
Que destapa mi grave ignorancia
Y priva de la mínima prestancia
Cualquier trazo inculto de mi plumín.

Investigo los versos robados
En casi todas las redes sociales
Con disciplina y artes marciales
Para tener caminos allanados.

Gracias a internet resuelvo dudas:
Aleixandre, Amijai, Girondo
Pasternak, Ajmatova y Neruda

Seis prestigiosos autores respondo
Y asumo la realidad cruda
que una gran incultura, escondo.

María Máxima Moreno
Grupo A


Gente que veo todos los días

“¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?.”
Cuando pasan debajo de un arcoíris, ¿cruzan los dedos?.
¿Hacen las mariposas su hogar con burbujas de champán?.
¿Cambian la geografía dibujando sobre el mapa?. ¿Pintan los mares de colores?. De la espuma de las olas, ¿hacen vestidos de novia?.
¿Comen con las manos, abrazan a los viejos?. ¿Hacen concursos de TV para ver quien decora mejor el techo de la cueva?.
¿Sienten la piel del suelo con sus sombras?. ¿Sueñan sus sombras con peces de colores?.
Cuando hablan, ¿conjuran un mundo transparente?. ¿Pintan el aire con pinceles de oro?. ¿Predicen el pasado?. ¿Es el silencio su esperanto?.
En verano, ¿viven en palacios de hielo?, ¿tienen playas en el firmamento?. ¿Viajan a lugares remotos fuera del tiempo?.
Los amantes,¿ inauguran siempre el primer beso, con sabor a vino y fresas y hierbabuena?.
¿Duermen en la caseta de su perro, subidos a los árboles del jardín, flotando en el perfume de sus rosas?.
¿Amamantan potrillos de unicornio?.
¿Se drogan con la más pura rutina?.
¿Pueden concebir la muerte, como la luz los peces abisales?. La muerte, ¿tiene forma de esperanza?. ¿Descansan en paz?.
“Esta gente que veo todos los días por la calle.” Esta gente que veo todos los días por la calle. ¿Es feliz?.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


¿Es feliz la gente allá, al otro lado de la frontera?

—Sí, yo creo que sí. O por lo menos, sí que puede serlo. Salvo, claro, que nos estemos refiriendo a la frontera entre la vida y la muerte. Y aún así, habría mucho que discutir; bien sabe usted que hay gente que piensa a derechas y gente que lo hace atravesado.
—Ya. Pero hablando de este mundo, me refería yo.
—Pues también, hombre de Dios. ¿Cómo comprende usted? Para los malos momentos siempre les queda el recurso de mirar para este lado y comparar.

Pascual Martín
Grupo B


¿Aquéllos que al tomar el tren desaparecieron en la transparencia de la tarde?.¿Hasta cuándo conservaron la ilusión de que podrían quedarse ?

El congreso de Literatura Hispano Americana había terminado, cada participante en el mismo, hacía las maletas y regresaba a su ciudad. Para Ramón, podía haber sido un congreso más, llevaba toda la vida de congreso en congreso, y nunca le habían provocado alteraciones significativas en su vida, la mayoría de los asistentes casi siempre eran los mismos. Sin embargo en este congreso, había hecho amistad con una joven profesora de la Universidad de Salamanca, con la cual había congeniado desde el primer momento, lo que le hizo la estancia más llevadera. Mientras iba en el tren camino del aeropuerto, iba pensando en Belén, que así se llamaba la nueva amiga, se hacía conjeturas si se verían en el congreso del año siguiente que se celebraría en Málaga, se arrepentía de no haberla dicho lo que sentía por ella, tenía miedo de equivocarse una vez más.

Luis Iglesias
Grupo B


¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?
(o mini-ensayo sobre la felicidad)

Desde hace algún tiempo el hombre vive bajo un nuevo paradigma, se mueve dentro de otras coordenadas, existe una frontera invisible, un antes y un después de este ahora. El nuevo hombre del siglo XXI ha insertado un salto de página en su existir, pues se ha visto en la necesidad de descartar (del verbo Descartes) viejas creencias, arcaicas estructuras de pensamiento y rancias actitudes; para ello el hombre nuevo rompe con conceptos como causa y efecto, o estructuras de pensamiento como la inducción y la deducción y desecha el punto de partida que imponen las premisas, dejando atrás el conocimiento racional como modo certificado prioritario de acercamiento a la realidad, se empieza a desarrollar en estos tiempos un incipiente conocimiento intuitivo, no lógico-matemático.

Desde el actual modelo el hombre se sitúa ante una realidad que comprende como total, visionándola a vista de pájaro e integrándose en ella, desde una vivencia panteísta y agnóstica que le define a la vez como todo y parte del mundo, de la naturaleza y los seres que la habitan.

Este hombre renovado conecta a niveles profundos con el hombre primigenio, con el tótem y la tribu, con sus instintos más básicos, los acepta y los sublima a través de su obra creadora, cuya máxima expresión es el arte.

Allá, al otro lado de la frontera queda el hombre que no se cuestiona, diluido y hacinado entre el humo del “tengo que…”, “debo de…”, inmerso en la sociedad de las normas y el deber, de la moral establecida y fuera de toda ética autónoma que contemple el ser desde un nuevo humanismo transcendental.

¿Es feliz la gente que quedó allá al otro lado de la frontera?

A veces, en una mirada rápida desde el prisma de la nueva visión, podemos caer en la falacia de pensar que esa antigua manera de enfrentarse el hombre con su realidad sustenta una especie de felicidad ilusoria. Estábamos ante un hombre que no se hacía preguntas y parecía no necesitar respuestas, el hombre enrocado en la definida como “sociedad de bienestar” del siglo XX, en la cual por definición quedó prohibido el estado de mal estar, del sentir y del vivirse, que en muchas ocasiones obliga al hombre a esa conexión íntima consigo mismo tan necesaria frente al simple existir, el hombre del viejo estado de bienestar como hombre inmóvil e involucionado, indefenso, acrítico y desconectado de sí mismo y del todo. Pierde así su esencia y vive una existencia vacua, sin conciencia de su vulnerabilidad y de la necesidad de abrazarla y trascenderla.

En esa transcendencia de sí mismo se habita el hombre nuevo, un hombre libre, hombre-dios, capaz de crearse a sí mismo y ser creador de su propia realidad. Para el hombre que habita en este universo, la pregunta por la felicidad carece de sentido, pues la felicidad será concebida como medio y no como fin.

*Nota 1: Donde dice hombre nuevo léase mujer y hombre nuevos

Aronbanda
Grupo B


¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?

Voy a echar la cuenta atrás. Hace unos ocho años conocí a una familia de extranjeros que llegaba a un país, me contaron que tomaron la decisión de dejar su país primero por la guerra que había en aquel momento y después por la crisis que había. Así que decidieron venirse a España.
Me comentaron que al principio les costó adaptarse a un país extraño. Con el paso del tiempo ya se habían adaptado .

David Álvarez
Grupo B


¿Es feliz la gente allá, al otro lado de la frontera?
Sabía que ya no sería feliz, que no podría ser feliz, que eso que se entiende por felicidad, momentos, migajas de dicha, un sol resplandeciente, un cielo anaranjado, rosáceo, violeta, el olor fresco a tierra húmeda después del vaciado de una nube, una caricia, una palabra tierna y afectuosa, le iba a estar vedado. Había cruzado la frontera, no había retorno. Fue en busca de otra vida, creía que sus montañas, sus vivencias eran como una cadena, como una frontera, ignoraba que aquel entorno era su protección y, cruzó la línea, traspasó sus principios, sus creencias y cayó en el fondo insondable de un abismo.

Inés Izquierdo Grupo B