Homenaje a Sofía Montero

Ayer por la mañana despedimos a Sofia Montero, una mujer luchadora que ha sabido sumar años a la vida, a pesar de su enfermedad, y una poeta entregada a su oficio en cuerpo y alma.
Escribió para niños y para adultos. Las palabras fueron para ella su manera de involucrarse en la vida y en las entrañas de una ciudad que la apoyó en su trabajo en estos últimos años.
Son muchos los momentos compartidos con ella en el Taller de Escritura Creativa de la Casa de las Conchas. Allí estuvo desde que se puso en marcha, hace casi veinte años, y únicamente faltó durante algunas temporadas. Siempre cumplió con las tareas y dejó tras de sí centenares de textos que nos recordarán su esencia y su presencia. Se manejaba muy bien con el soneto y el romance. Llevaba la música dentro, disciplina que enseñó y transmitió a sus alumnos en sus años de maestra en el Colegio Maristas. Con unos poemas en las manos y una guitarra era feliz. Y con sus guantes de luces con que recitaba sus textos en muchos de los micros abiertos de la ciudad. Algunos de sus libros se los costeó ella misma. Otros los publicó con diferentes editoriales y con el apoyo de algunas instituciones.
Sofía tenía alma de niña. Era una mujer entregada a los demás y a la vida. Con todo se atrevía, siempre movida por la ilusión y las ganas de aprender y compartir. Le gustaba llevar los labios rojos y una vestimenta multicolor que la hacía tan llamativa como única. En ocasiones su afán de volar hacía que se desdoblara en dos actos que coincidían en un mismo día y a la misma hora. Hoy la definieron muy bien en el funeral con cinco palabras que forman el acróstico de su nombre: S de soñadora, O de observadora, F de franqueza, I de inocencia y A de amor.
Siempre fue muy generosa con su presencia y su participación en muchos de los actos culturales de la ciudad. Conmigo siempre fue exquisita y en más de una ocasión me pidió que la acompañase en la presentación de algunos de sus libros.
Gracias por todo lo que nos diste. Gracias por tu vitalidad y tu energía. Vuela alto. Tus alas fueron siempre la poesía y tus ganas de vivir y sentir. Te echaremos de menos.


Dejamos aquí como recuerdo algunos de los textos que escribió para el Taller de Escritura Creativa de la Casa de las Conchas


Sonidos de una vida

El músico recita una canción
y canta con arpegios de laúd,
cargados de frescor y de salud,
unidos a una ciega sensación.

El ritmo le conduce a la ilusión
de no llegar a ver la senectud,
pues siente que la vida es finitud,
muriendo con un baile de pasión.

La historia, siempre viva en cada humano,
se canta con alegre juventud;
más tarde, cuando escucha el ciudadano

sonidos de dolor y de inquietud,
abraza el amor entre sus manos,
melódico sabor a plenitud.


Onírica paz

Preciosas libélulas
descansan simpáticas,
se posan fantásticas
con alas monásticas
en mágicos pétalos
de flores sarcásticas.
En gélida tarde,
de místico olor,
melódicos sueños
de angélica voz
son mi único aliento
de intrépido amor.
Álamos perennes,
llenos de frescor,
lunáticos viven
con verde pasión .


Siluetas de algodón

“Estar en las nubes”
para sentir su llanto
de lluvia en el cristal,
sus blancas siluetas,
viajeras del azul,
su rojo atardecer
en un cielo misterioso.
Vuelos de algodón
se tiñen de gris,
humedecen mi piel,
bañan mis sentimientos,
preñados de agua
en la nebulosa faz de la tierra.


Todo y nada en mi recuerdo
Jugando a imitar el soneto de José Hierro “Vida”

Pensamiento, que surge de la nada,
se forma en el presente como un todo,
revive en el silencio, sobre todo,
para olvidar el mundo de la nada.

Viva en la realidad, no encuentro nada,
caminando en el tiempo veo todo:
amistad, ilusión y, sobre todo,
ideas que aún resurgen de la nada.

El sentir lo que vivo como un todo
olvida la mirada hacia la nada
que muere cuando todo es siempre un todo.

El tiempo hace posible que la nada
se acerque a adivinar lo que es un todo,
perdiendo la ilusión de ser ya nada.


Sueños de mantequilla
Nana

Se desvanecen
para dormir al niño
que se despierte.

Con mis lindas canciones
yo le acurruco
para quitarle el miedo
con mis susurros.

Una nana le canto
junto al oído
y sus ojos grandotes
sueñan tranquilos.

Este niño chiquito
duerme en su cuna
con su cara de cielo
de estrella y luna.


Aprender en libertad

Educar con la sonrisa
es alimento importante
para que el niño trabaje
sin pérdida y adelante.

Aprendizaje feliz
debe ser bien orientado
por el profesor que sienta
su mensaje vivenciado.

El presente en una escuela
no debe ser olvidado.
Conocimientos de ayer
se viven actualizados.

El niño que va al colegio
debe estudiar sin reparo,
siempre que su pensamiento
permanezca liberado.


Mi último tren

Viajo en la mirada de un adiós,
barnizado de secretos.

Vacío la mente
de un tiempo destilado
en horas de un atardecer.

Despierta entre sonidos,
diseño el paisaje
en los cristales de un tren
que roba el sentimiento.

La tierra se pierde en mis pupilas,

Ilumina el destino
que yace en estaciones sin retorno.

Ahogo el sueño
para dormir mi último pensamiento.


La cita 
Aleluyas

Sale de casa corriendo
mi amiga, con gran estruendo.

Ve mucha gente en la calle,
pero no conoce a nadie.

Se para con alegría
al ver que yo aparecía.

Nos divertimos con ganas
y comemos dos manzanas.

Entramos en un café,
a mi me apetece un té.

La tarde nos acompaña,
ella se toma una caña.

Salimos hacia la calle,
ya no se ve casi nadie.

Caminamos en silencio,
unidas en pensamiento.

De repente, la palabra
protagoniza la charla.

Ya llega la despedida,
tengo que irme enseguida.

Pronto yo la citaré
para tomar un café.

Me lo he pasado genial
con mi amiga, es ideal.

La amistad es muy importante,
la vida sigue adelante.


La casa de mis sueños

Habito en las paredes que envuelven mis sentidos.
Desnudo mis recuerdos
para llenar de luz espacios de su estancia.
Puertas de carmín acarician mi piel
en la entrada del deseo.
Luces de neón disfrazan mi presencia,
pintada de silencios.
Alfombras de miel despeinan los rincones
con la inquietud del presente.
Techos de cristal, espejos de mi yo,
tatúan la mirada.
Imágenes ausentes descansan
en cojines de rojo atardecer,
bañados por la magia de un espacio intermitente.
Cortinas de cielo diseñan melodías en la casa de mis sueños,
nido de llanto y alegría envuelto en la imaginación.


Haikus urbanos

Un hombre piensa
en la calle vacía,
mientras camina.

Bajo el azul,
florecen los jardines
en la Avenida.

Rayos de sol
calientan el asfalto,
la piel se hidrata.

Pasos de cebra
controlan mis pisadas,
destaca el blanco.

Acera gris
despierta mi mirada
bajo mis pies.

Pequeñas calles,
vacías de sonido,
asfalto limpio.

Puerta nevada
enfría el interior,
piel abrigada.

Ciudad de luz
con cielos despejados,
sol en mi piel.

En carretera,
ausencia de peatones,
circulan coches.

Casas azules
Iluminan la calle,
cielo invisible.


Zorro tatuado

En su larga cola,
de piel de algodón,
pinto las palabras:
amigo del sol.
Su presencia llama
mucho mi atención.
Yo quiero sentir
su fuerza y mi amor,
para ver en él
un mundo mejor.
Deseo mirar
su gran hermosura;
su pelo, sus garras
me dan más frescura.
Tatúo su torso
de imágenes bellas;
las patas me piden
que pinte sus huellas.
Mascota atrevida
tengo en mi poder
tatuada de flores
la quiero tener.
¡Qué bonito queda
con su gran disfraz!
Animal de hierro,
cariño me da.


La mirada

Dos trenes son culpables de un amor.
Mi cuerpo ilumina tus pisadas.
Al tiempo que las horas son segundos,
tu piel permanece aprisionada.

El tren dice adiós en un instante
y yo pliego mi sed en tu nostalgia.
La vida se derrite entre los dos
dormida al calor de la distancia.

El cielo acompaña tu salida,
evoca la ausencia del mañana.
Mi boca de cristal surca tu pena,
ya lejos de unos labios amarrada.

Rota en el vagón de tu recuerdo,
el tiempo me despierta la esperanza
de soñar, perdida en un adiós,
tu imagen ,en el tren


Secretos rotos

Prendida en mi latir,
adivino palabras
que crujen en la imaginación.
El secreto se hace luz,
sensación de vivir entre mis venas.
Imagen de ideas camina con la mente
que roba mis sentidos.
Diálogo de sombras esconde mi silencio,
desnuda el gesto.
Oculta entre mis labios,
despejo el sentimiento
para beber sonidos de otra voz.

Sofía Montero