Salvajes

En la sesión de ayer, día de Carnaval, nos pusimos el disfraza de salvajes para hablar de niños y niñas criados en el medio natural por animales.
Tomamos como referencia el maravilloso álbum "Salvaje" del Emily Hughes donde se cuenta cómo una niña criada entre osos, zorros y cuervos es descubierta por animales humanos y llevada a la ciudad. La niña no entiende ni se siente feliz entre ellos así que decide escapar. "No se puede domar algo tan felizmente salvaje" nos dice la autora al final de la historia.
Un libro que nos invita a reflexionar sobre nuestra escala de valores, sobre la importancia del contacto con la naturaleza, sobre la tolerancia, la educación, el amor a la libertad, los derechos del niño, la opresión.
Dejamos aquí un artículo sobre dicho libro.


Pero también hablamos del niño Víctor de Aveyron que François Truffaut llevó al cine con el título de "El pequeño salvaje" y de Kaspar Hauser cuya historia también fue llevada al cine por Werner Herzog`s.
Pero centramos nuestro interés en Marcos Rodríguez Pantoja cuya historia se refleja en el libro "El Salvaje" de Antoni García Llorca y en la película "Entre lobos" de Gerardo Olivares. También hay un documental titulado "Marcos, el lobo solitario" que cuenta su historia.
Gabriel Janer Manila, Catedrático de Antropología de la Educación y escritor, realizó su tesis doctoral sobre este caso "El niño salvaje de Sierra Morena".
En programa de televisión "Versión española" proyectó la película y tras ella tuvo lugar un coloquio con sus protagonistas.




Propuesta de escritura

Imagina que eres un niño salvaje arrancado de la naturaleza. ¿Qué le contarías a los lobos, osos, cuervos y zorros sobre el animal humano si tuvieses la posibilidad de comunicarte por escrito a través de una carta? 


Consejos de amigo

La curiosidad mató mi libertad salvaje. Quise averiguar qué había en el bosque gris de cielo gris. Si en aquel bosque gris de cielo gris había ríos y lagos. Si era frío o caliente. Si entre sus inmensos árboles grises el viento también era libre de soplar a su antojo. Si las hojas de esos árboles, centelleantes como los reflejos del sol en el claro del arroyo, tupían la tierra alguna vez o permanecían siempre en sus compactas ramas cenicientas. Si los vapores de la noche impregnaban de humedad esa misma tierra y si los rayos del sol la quemaban como hacían con el abrasador camino que se aleja de mi bosque en dirección a ese otro bosque. Y quise averiguar qué criaturas habitaban el bosque gris. Si serían las mismas que las de mi bosque u otras distintas. Si habría lobos, osos, serpientes, pájaros, ciervos y otros amigos, tal como en mi bosque. Si podría trabar amistad con tales criaturas… Y ahora, habituado al mundo al que debí pertenecer alguna vez, y al que he regresado luego que la Naturaleza imprimiera en mi ser tantas pautas de vida salvaje, me habitúo a este otro tipo de libertad, propiamente humana, pero al que no sé si algún día me acostumbraré del todo.
Pero a vosotros, mis queridos amigos del bosque, os daré algunos consejos:
Querido amigo lobo: Aléjate del bosque gris, donde no te querrán sino dócil y obediente. Donde no podrás cazar y solo podrás comer lo que te den, cuando te lo den y como te lo den. Donde te pondrán una correa y tu libertad llegará hasta donde llegue la cinta de esa correa. Donde te pondrán un bozal para que no muestres tu fiereza y donde no podrás aullar mientras se recorta tu silueta en lo alto del risco de tu propiedad.
Querido amigo oso: Aléjate del bosque gris, donde no te querrán más que para convertirte en un trofeo de caza, exhibido para júbilo de las criaturas de este bosque a la puerta de alguna guarida al pie de un árbol gris, de ramas luminosas y raíces rocosas. O te apresarán y será tu casa un mundo más pequeño que el que alcanza tu vista cuando ni siquiera has salido de tu cueva invernal. Y donde compartirás ese mundo comprimido con otros desgraciados de tu misma especie, junto a criaturas que jamás has visto, separados por hileras de ramas altas y duras, imposibles de franquear.
Querida amiga serpiente: Aléjate del bosque gris, donde tienes fama de maldita y de rastrera, insulto grueso en boca del que quiere herir con saña. Donde, a lo más, servirás de divertimento en una hura de paredes de agua sólida, sin escapatoria alguna. Donde comerás algún que otro roedor sin necesidad de hacer uso de todas esas virtudes silenciosas que llevas tan a gala. O donde harán de tu piel a modo como de abrigo con que cubrirse esas extremidades de las que tú careces.
Querido amigo pájaro: aléjate del bosque gris, donde solo te querrán encerrado en el nido más frío, más triste y más diminuto que imaginar pudieras. Donde tus alas no podrán ya desplegarse y no tendrás otro entretenimiento que balancearte sobre una fina madera. Donde trinarás, sí, pero tu trino no viajará con el viento para perderse en los recovecos de nuestro bosque.
Querido amigo ciervo: aléjate del bosque gris, donde desean tu cabeza altiva y tu cornamenta imponente para adornar sus guaridas y darse importancia. Donde tu piel, sobre el frío suelo de sus moradas, será hollada por sus pies desnudos, para deleitarse al tacto de tanta suavidad. Donde, con suerte, acabarás a la vera del oso, en el mismo mundo comprimido e infra animal, afrontando el mismo sinsentido vital, el mismo agobio y la misma amargura por la libertad perdida.
No os canso más, amigos todos del bosque. Solamente me queda rogaros que hagáis porque corra mi voz, la voz animal que aún llevo en el alma, de un extremo a otro de los confines de vuestra casa: nos os acerquéis al bosque gris si queréis seguir siendo libres.

Óscar Martín
Grupo A


Queridos amigos salvajes

Polifemo, hombre que me recogió cuando mis padres me abandonaron en el valle. El me enseño a conoceros, saber vuestros nombres, me dijo que siempre me protegeríais ¡¡Así fue¡¡.cuando Polifemo murió. Vosotros fuisteis mi familia, aprendí amar la naturaleza a cuidarla viví en plena libertad. Cuando tenía hambre cuando el sueño me vencía me dormía mirando la inmensidad de las estrellas.
Me recogieron unos hombres, no entendía que decían .algo como educar a este niño salvaje. Llegue aúna gran ciudad, llena de ruidos. Me impusieron un montón de normas. Conocí un reloj que marcaban las horas para comer, dormir levantarte…..Es duro adaptarte a esta rigidices de normas. Nunca se preocuparon de saber cómo me sentía, que quería. Según ellos habían logrado dominarme.
Dentro de mi ser sentía la necesidad de volver a mi libertad, volver estar otra vez co vosotros, volver a ver las estrellas con su luz, correr por el valle. Sin horarios que me digan cuando tengo que comer o dormir. Volver a escuchar esos sonidos tan familiares.
Siempre os llevare en mi pensamiento.

Josefa Redondo
Grupo A


El Bosque s/n

Queridos hermanos zorros,

Si pudierais leer estas palabras me gustaría que, además, llegarais a entender el mensaje que subyace en ellas. Sé que es un código de comunicación que no conocéis, pero realmente su fundamento no dista tanto del que hemos utilizado para entendernos cuando estábamos juntos y agrupábamos signos auditivos, olfativos, posicionales o corporales. Las diferencias son el medio: una cartulina – ya sé que desconocéis el uso positivo del papel-, y la forma: unos garabatos –también ignoráis las letras- que se juntan y se alejan de diferentes maneras, pero nunca de forma aleatoria: cada unión tiene su lógica y cada separación su significado. Igual que nuestros roces, olisqueos, alzamientos de cabeza o bajadas de cerviz, pero en grafos creados por la humanidad para agilizar las relaciones personales, haciendo llegar las palabras a otros lugares distintos de donde fueron pensadas, pronunciadas o, en este caso, escritas.
Alejarme del bosque no ha sido gratificante. He descubierto un mundo nuevo, distinto, extraño y, ajeno, con el que no me siento identificado, ni querido, ni amparado. Todo lo contrario a cuando vivía con vosotros en plena naturaleza, en nuestra pequeña comunidad animal simple, pero firme, fuerte, protectora…
Mi necesidad de conectar con vosotros, sea de la forma que sea, me ha llevado a este absurdo: a enviaros una postal. ¿Qué dirección le pondré? ¿A quién la dirigiré? Me parece imposible que un cartero entregue una misiva a: ”Mis queridos hermanos zorros, el bosque s/n. 0000 La Tierra”
Por eso pienso que no tiene sentido esta acción por mi parte, porque, en el caso improbable de que llegara esta postal a vuestras manos, no seréis capaces de saber lo que tenéis entre ellas, ni de entender lo que dice. Aunque… al encontrar este objeto extraño en medio del bosque, a los pies de un alcornoque o a la entrada de la hura, creo que me reconoceréis en ella, que evocaréis al humano que formó parte de vuestra camada, aunque sólo sea por haber contribuido a la contaminación del campo con otro papel más.
Espero que me recordéis como yo a vosotros: como hermanos.

Maxi Moreno
Grupo B


Transcripción de la grabación sonora realizada por el guarda forestal Don Rómulo Lupo. Él mismo se ocupó de que fuera escuchada por una manada de lobos, la misma que crio al niño salvaje aparecido recientemente en la sierra de Gata.

Padre lobo, hermanos:

Pocas lunas pasarán antes de que me escape de este pestilente lugar. Vosotros me lo advertisteis, parezco un hombre, pero no lo soy. Soy un lobo y los hombres no quieren comprenderlo. Me eluden el contacto. Siempre que intento saludar como nosotros hacemos, restregándome contra ellos y entrechocando los morros, me rechazan violentamente.
Se ofenden con mucha facilidad y nunca están dispuestos al juego.
Y se separan para dormir, yo que nunca había dormido solo.
No soporto el olor de esta madriguera de donde me dejan salir pocas veces y siempre atado. El padre humano se enfurece cuando, nada más despuntar el día, me asomo a la ventana y ladro para advertirles que es hora de salir a la vida. Si me bufan, aunque les responda con un gruñido de sumisión, ellos se aterrorizan y me encierran. ¡Ni siquiera sé muy bien quién manda!
¡Y quieren impedirme usar las manos para comer esa bazofia con que se alimentan! Yo espero carne, aún palpitante, y me la entregan en trozos endurecidos y combinados con hierbas. ¡Cómo si tuviera necesidad de purgarme!
No puedo soportar más este encierro fétido donde nada huele como debiera. Ni siquiera los cachorros humanos, ni el pobre gato incluso.
Aguardadme que, a la menor ocasión, huiré. Correré y correré hasta nuestro cubil, allá, en lo más remoto del bosque. Y oleré vuestro hermoso pelaje hasta embriagarme y retozaré entre vosotros y aullaré con toda la fuerza de mis pulmones para que la tierra sepa que, de nuevo, soy libre y feliz.

Lobo

Pepe Lorenzo 
Grupo B


Niño salvaje a compañeros del bosque

Queridos antiguos compañeros:

Llevo varios meses encarcelado. La mayor parte del día entre cuatro paredes, el resto entre edificios altos y pisando un suelo duro y maloliente.
Me han vestido y calzado con prendas que desconocía; estoy rodeado de objetos extraños que no sirven para nada, pero que ellos valoran mucho.
Me relaciono con animales de mi especie que me hablan en un idioma que no entiendo, en cambio entiendo mejor a los perros que encuentro por la calle.
Me encuentro raro, incómodo, rodeado de seres parecidos a mí, pero en el fondo tan distintos. Con vosotros, diferentes, éramos mucho más parecidos.
La mayor diferencia que encuentro, es lo sencillo que resultaba vivir en el bosque, las pocas normas que teníamos que cumplir; en cambio aquí todo es muy complicado. Hay normas para todo.
Otra de las cosas que más añoro, es respirar aire puro. Los primeros días me sentía ahogar al percibir la entrada en mis pulmones de multitud de partículas extrañas. Aunque ahora ya me siento mejor, no termino de adaptarme a respirar aire sucio.
También los olores son distintos; aquí los intentan ocultar, en cambio para nosotros son fundamentales y nos orientan de la presencia de otros animales.
De momento procuro hacer lo que me dicen, me porto bien según sus normas; pero en cuanto se descuiden, me escaparé, y volveré a reunirme con vosotros.

Os quiere y no os olvida:

Niño salvaje.

José Luis Juan Fonseca
Grupo A


El telegrama

Me arrancasteis de mi mundo. STOP. Con las mejores intenciones. STOP. Intentasteis insertarme en otro extraño. STOP. Supe encontrar mis huidas. STOP. Aunque todavía imberbe. STOP. Mi mundo iba siempre conmigo. STOP. Alcancé la madurez. STOP. Escapé a tierras lejanas e ignotas. STOP. Descubrí la magia de lo nuevo y desconocido. STOP. La suerte siempre inseparable compañera de periplos. STOP. Me obsequió persona s y lugares seductores, maravillosos. STOP. Increíbles. STOP. Todos juntos moldearon mi espíritu. STOP. La suerte vive pegada a mi piel. STOP. Vuelvo al lugar sagrado al que pertenezco. STOP. Gracias mil e infinitas. STOP. Encontré la felicidad. STOP. Prima hermana de la suerte. STOP. Sabéis dónde encontrarme. STOP. ABRAZOS PARA TODOS. STOP

MªNieves-C. Martín Magdalena
Grupo B


Salvy

Encargan en el taller, queridos amigos lobos, osos, cuervos y zorros, que os escriba una carta. Los humanos son (me resisto a decir “somos”) así. ¿Cómo voy a escribir una carta si no sé escribir? ¿cómo podríais leerla si no sabéis leer?
Es como si a uno de esos “humanos” les pidieran que oliesen la primavera, o que viesen el aire del bosque, o se alimentaran de lo nuestro, o que tocasen el cielo como las golondrinas, o que oyesen como oye el hermano búho. Así que me comunico con vosotros como sabemos, en el lenguaje de nuestro mundo, que a lo mejor ellos ni saben que existe (ni el lenguaje ni el mundo).
Os diré lo primero que me llaman Salvy, no sé a qué viene eso. Y luego, que ayer me llevaron a un sitio con más niños como yo y al otro lado de unas barras de hierro había... había... no puedo seguir contando, que me da mucha pena. ZOO ponía en unas letras así de grandes a la entrada, que esas letras me las sé.
Ahora quieren que me aprenda otras, veintinueve me han dicho en total, más que dedos tiene un mono, que es a lo que más se parecen estos animales sin pelo como yo, pero ellos en feo. Y luego pedirán, me imagino, que las letras las junte y las desjunte y las ponga cualquiera sabe de qué manera, que el otro día vi a uno que se quedaba mirando arriba muy raro y la vista perdida; poeta o algo así, dijeron que se llamaba.
¡Ah!, pero tengo una buena noticia que daros. Nos han dicho que mañana nos llevan de excursión. Una excursión es que nos sacan fuera de estas casas tan estrechas y tan duras y que ni se ve el cielo ni nada. En la excursión, me ha dado por pensar, lo mismo no acercan a donde estáis vosotros. Y como sea así, pienso echarme una carrera, que ellos seguro que no me alcanzan y estaremos juntos ya para siempre. Sé que no os gustaré al principio, pero no importa, el olor que llevo a mí también me parece asqueroso, pero se pasa enseguida, es de una cosa que ellos llaman jabón.
Os quiero mucho. Bueno, me voy a la cama (aquí se duerme en una cosa muy rara que llaman cama), para eso de la excursión nos van a despertar pronto, tengo entendido.

Pascual Martín
Grupo B


Miedo

Es lo que he sentido nada más llegar a mi nuevo cubil. Está divido en varias estancias, con muebles de todo tipo. Los humanos duermen en algo que llaman colchón, demasiado blanco para mí. Por la noche paso frío, sin el calor de mis hermanos ni el aliento de mamá loba. Al amanecer se levantan, y se rocían con agua que sale de la pared. Echo de menos nuestros baños, en nuestro río, jugando, mientras nuestra protectora la zorra vigilaba a que no apareciesen esos animales con los que ahora vivo. He visto que algunos de estos seres visten , pieles. Se las han robado a animales como nosotros. Ellos las necesitaban para vivir. Ellos y ellas para presumir, y demostrar que tienen más dinero que el resto. Es curioso lo del dinero. Hay dinero de metal, monedas. A eso le veo sentido, sí. Son piezas. Lo que me parece absurdo es el valor que le dan a unos papeles. El dinero en pedazos de plástico es el que más vale. Lo llevan en el bolsillo, y con ellos parece que pueden comprar lo que quieran. Esto de comprar y vender se me escapa. Nuestro intercambio de cosas, que aquí dicen trueque y hablan de él como si hubiese transcurrido tantos años que ya nadie lo recuerda
Sus leyes son extrañas, vienen en papeles cosidos y pegados muy grandes. No creo que sean más justas que las leyes del bosque y la selva, pero sí más enrevesadas. Hay algo que escapa a mi comprensión: el pecado. Resulta que un grupo de estos animales dirigen reuniones en lo que la gente repiten las mismas palabras continuamente en bajito. Hablan de un Dios que nos quiere a todos. A mí no creo que me quiera. No nos conocemos. ¿Habéis visto a ese Dios en el bosque? No, ¿verdad?. Yo tampoco.
Se comunican con cosas parecidas a piedras con retratos que no dejan de cambiar en pedazos de metal y cristal. También ven algo que es el cine, en internet. Eso de internet es raro. Tienen redes sociales. No sé qué diantre es eso. Nuestra sociedad en la selva no necesitaba redes, y sabíamos los lenguajes de los demás animales y los árboles
Llevo aquí dos lunas y me siento solo. Una noche me escaparé, estad atentos. A la próxima luna llena, en el primer árbol del camino. Aquí a los animales los enjaulan, los atan y les mutilan. Tengo miedo, ya os lo he dicho, y mi quiero volver con vosotros, mi familia y amigos.
Nos vemos en el camino, a la luna llena. Hasta entonces pensad en mí, como yo pienso en vosotros.

Javier Martín Caamaño
Grupo A


Amiga avestruz

Vivo en un lugar mucho más frío que la noche del desierto. Y aunque el espacio está saturado de cosas absurdas, ellos, los que me retienen, le otorgan una vida que no tienen, y realzan mucho su presencia. Nada puedo tocar, temen que dañe esos cadáveres, que impiden mi paso ligero, en busca de una huida, impulso que no me abandona mientras tengo los ojos abiertos.
He aprendido rápidamente lo que significa NO. Lo oigo a cada instante acompañado de sacudidas de cabeza, ojos de horror y boca de águila. NO puedo evitar los baños debajo de un chorro con una piedra resbaladiza que le quita el olor a mi piel. NO puedo, después, salir desnudo, sin secarme el agua que absorbe poco a poco mi cuerpo. NO puedo elegir usar telas ligeras para andar por ese espacio que llaman casa, y mucho menos en la calle, especie de congregación de personas (como yo), que no se miran, que no se tocan, como si estuvieran solas o ausentes. NO puedo comer con las manos, sino con utensilios ridículos que semejan armas miniaturas para cazar. (No puedo tampoco acallar la risa cuando los uso para comer un animal muerto, que se sirve sin amenaza alguna). NO puedo seguir saboreando en mi boca lo que he devorado, porque me obligan a lavarla con una pasta ardiente que elimina todo rastro de placer. NO puedo dormir donde quiero sino en un objeto que llaman cama, tan blando que parece que flotara sobre un abismo mientras sueño. NO puedo regresar donde tú estás, porque dicen que no soy una animal. Pero veo que tampoco soy persona.
Les he dicho a ellos, que tú eres mi mejor amiga. Que de ti aprendí a caminar y correr muy rápido y ligero. Por cierto tus patas encogerían si estuvieras aquí, estoy en espacios diminutos y cerrados, donde no se puede ver el horizonte del atardecer.
Cuando todos duermen, tomo una manta y me meto debajo de la cama. Allí siento como si tus alas me volvieran a tocar. Como si estuviera enterrado en la arena para resguardarme de un peligro que no tiene forma, ni garras, ni fauces, pero que muerde y duele intensamente.

Carmen Elena Ochoa
Grupo A


Niños salvajes

Ayer estuvimos de marcha por los Arribes, y me perdí. Llegó la noche. Y nadie me buscaba, encontré un refugio y entre, los numerosos ruidos de la noche, distintos y desconocidos para mi, me estaban asustando. En unos minutos apareció un perro y 2 cachorros, me sentí de pronto tranquilo y seguro. Tenía restos de comida en mi mochila y compartí con ellos restos de un bocadillo que no comí al mediodía. Logre dormirme abrazando a un cachorro. Y soñé, que vivía con ellos y cazaba por las sierras de la zona y les protegía yo a ellos para que no dejarán de vivir en libertad. Amaneció un día de sol claro y viento frío. Uno de los cachorros estaba inquieto. Yo le acariciaba e intentaba calmarle, pero sus brincos y piruetas, no cesaba. Les empecé a hablar, eran muchas las cosas que quería decirles. De pronto se tumbaron y el inquieto cachorro quedó tranquilo y quieto. Yo les decía:
Amigos no dejéis que os capturen, seguir viviendo por aquí, si os llevan a la Ciudad os convertirán en perros domiciliarios y eso será terrible para vosotros. A los humanos ahora les gusta tener mascotas,pero no saben cuidar bien a los niños que tienen. No perdáis vuestra libertad. Vivir como vosotros lo hacéis y en este lugar es lo más. Dejarme ser vuestro amigo. ¿Nos protegemos los tres?

Pepa Agustín González 
Grupo B


Salvaje
(Carta de una niña criada por animales cuando vuelve a la civilización)

Querido Oso:

Oso escribirte esta carta(imaginando que tu pudieras leerla) para que tu y la pandi del bosque tengáis noticias sobre mi estadía en la llamada civilización urbana y de paso, como autoreflexión para enfrentar algunas de los tópicos sobre la bondad o maldad de una u otra organización. En el bosque matamos para comer y sobrevivir y poder criar nuestras camadas. Lobos y ciervos no andan juntos por cuestiones obvias. Todo aquí es peor que en el bosque, la gente no tiene que matar ella directamente para comer, también cuidan mucho de sus camadas,pero la educación no solo la hacen los padres , tienen un sistema de clases en las que les imparten otro tipo de conocimientos. Hay lucha para ver qué tipo de conocimientos prevalecen,( dicen que para el futuro de las camadas, pero yo creo que es para perpetuarse en su posiciòn de quien decidirá lo que ellos quieren que se haga).Bastante parecido al bosque pero más sofisticado . Aquí hay tipos de personas como allí de animales, pero con la diferencia de que ellos no lo saben(se lo ocultan al educarlos) y esto permite que lobos pastoreen rebaños de ovejas, zorros guarden gallineros y osos que regenten granjas acuáticas de salmones. Otra diferencia es que perros y gatos pueden estar juntos(¡¡menuda memez!!!). Tienen un sistema de sonidos por el que asignan a cada objeto, cosa o situación, un nombre y van uniéndolos, para comunicarse, bien con la boca,como nosotros, o bien con la mano. Prácticamente no utilizan su olfato, ¡¡así les va!! Aquí las noticias no se dan por gritos, aullidos o rugidos, las dan en papel escrito que llaman Periódico o en una caja en la que meten gente pequeña, con o sin color, que relatan las cosas.Serían capaces de matarse por obtener el poder de las cajas. Así me he enterado que, a una niña como yo, la crio un puma( increíble¡¡, un felino en la cumbre de la cadena depredadora, cuidando de que su propia comida sobreviva). Son muy peculiares pero también violentos, como nosotros. No se matan directamente para comerse, pero si poco a poco haciendo cosas para otros, les guste o no, con lo que en realidad no son libres para vivir (lo que es una de las formas de morir) Para que no haya peleas entre clanes( al igual que nosotros), escriben quién es en cada caso el jefe de manada que tiene razón(sentencia) y a eso lo llaman aplicar la Ley. Pero a diferencia de nosotros manipulan la Ley. Por eso es importante cumplir la Ley para unos y para otros ignorarla, para su mejor provecho. Aquí hay(y esto es una gran diferencia con el sistema del bosque) osos, lobos, águilas y otros diversos depredadores, “QUE NO CAZAN”. Les reclaman a otros una parte de lo que ellos han cazado, pretextando supuestos repartos y mejoras(la idea es buena aplicada correctamente).Pero todos terminan luchando para ver quién se queda con el reparto y lo peor es que se sabe que al final el reparto solo será para ellos y sus camadas.Los que consiguen un tiempo de reparto, se dedican a hartarse de él (ellos y sus familias y amigos) y tratan de seguir con el reparto, por los medios que sean y cuando más se afianzan, buscan otros pretextos para pedir una mayor cuota a los que cazan y sin haber hecho lo que prometieron que se haría con el reparto. A esto lo llaman Política Económica. En realidad para ellos es el meollo de sus desvelos En resumen Oso, aquí como en el bosque, la ley es la misma. El fuerte putea al débil. 
Un abrazo y dale recuerdos a la”pandi” de parte de, Salvaje.

Carlos Garcia Riesco
Grupo A


Carta

Querida familia:

Aquí todo es muy raro. No entiendo muchas cosas y al mismo tiempo me paso el día recibiendo explicaciones. Aunque la mayor ironía de esta situación, es que me imponen que les entienda (a veces incluso lo intento) pero ellos no hacen el esfuerzo de entenderme a mí, especialmente cuando les digo que os echo de menos. No creo que sea un sentimiento tan difícil de comprender...Y a pesar de todo ello, la salvaje soy yo. Espero que nos volvamos a ver pronto. Mientras tanto, os envidio mucho desde esta especie de "vida civilizada" que llaman, en la que han decidido renunciar a los placeres de la libertad y en su lugar, se rigen por una amarga opresión.

Alba Bermejo
Grupo A


Carta

Queridos amigos del bosque,
Es complicado describir con palabras lo que ocurre en la ciudad.
No comprendo como se usan los cubiertos, ni tampoco porque se utilizan para llevar la comida a la boca.
Tampoco comprendo la insistencia de los humanos en que se acuda a una escuela
donde se reunen mas niños como yo, que estan salvajes más que yo.
En consecuencia me cuesta mantener relaciones personales con ellos.
Con lo agusto que estaba yo con mis amigos del bosque.
Y mi vocabulario no es el adecuado, a veces, pienso que no me comprenden por mas que se explique.
Echo de menos el campo, el despertar rodeado de sonidos naturales y tan reales.
Y el sonido de la naturaleza.

Iria Costa
Grupo B


Carta de un salvaje adiestrado

Querida familia.
Ya llevo tanto tiempo viviendo sin vosotros, solo con los de 2 patas, que yo diría que me he acostumbrado. Sin embargo, os sigo echando de menos, a vosotros y a la vida que llevábamos juntos. Tampoco puedo quejarme de mi vida actual. Vivo con una de 2 patas, una mujer que me quiere mucho, me atiende muy bien en todo lo que yo necesito. Me compra la mejor comida, me lleva al veterinario cuando lo necesito, más bien cuando ella lo cree, aunque a mí no me haga falta. No me importa que me lleve, la verdad, porque  allí siempre me dan chucherías. Ella me las raciona un poco, porque no quiere que engorde, dice. Me cepilla a menudo, también me abraza y juega conmigo, es lo más parecido que tengo ahora una mamá.
Yo también hago lo que puedo por complacerla. Nos llevamos bien y  nos queremos. La verdad es que los de 2 patas que tengo cerca, se portan muy bien conmigo. Dice mi  compañera que bajo ningún concepto  toleraría lo contrario.
Pero tengo que deciros que son raros estos seres. Yo no entiendo por qué, por ejemplo, un día de sol en primavera, cuando la temperatura es todavía suave, la hierba huele muy bien y todo parece fantástico, están triste. A veces, les sale lluvia de los ojos. Otras, contraen la cara y gritan.
Una cosa que me sorprende es lo que hacen cuando se encuentra. A nosotros nos encanta juntarnos y es muy raro que no nos llevemos bien. Sobre todo nosotros, los labradores, hacemos buenas migas con todos. No buscamos bronca con los grandes, no nos molesta que nos ladren los pequeños, somos tranquilos y sociables. Pues estos de 2 patas hay veces que se ponen tensos cuando se encuentran, que se rehuyen, yo diría que hasta se miran mal.
Yo no sé si entiendo todas sus palabras, pero yo diría que a veces, no se entienden nada bien y no se quieren mucho.
A lo mejor me confundo en mi apreciación, yo solo soy un perro y no soy tan inteligente como ellos,  eso es al menos lo que me ha parecido escuchar  alguna vez, pero yo diría que viven muy preocupados por el pasado y por el futuro.
¿y esa manía que tienen de decir que solo nos falta hablar?
No se enteran de que hablamos con otro lenguaje. Sonreímos si estamos contentos. Movemos la cola cuando nos encontramos con alguien y lloramos cuando algo nos hace daño. También sabemos poner cara de “yo no he hecho nada” cuando sabemos que la hemos liado.

Ya me despido, os mando un montón de lametazos a todos.
Fdo.
Un perro adiestrado.

Teresa Sanz
Grupo B

Sesenta y cuatro caballos. Formas de narrar

La sesión del lunes pasado la dedicamos a la forma de narrar de Antonio Pereira. Nos asomamos, como por el ojo de una cerradura, al universo del escritor, uno de los grandes.
Cada cual eligió uno de los sesenta y cuatro caballos y galopamos juntos por el folio.



Sesenta y cuatro caballos
Antonio Pereira
Selección de Úrsula Rodríguez Hesles.
Prólogo de Juan Carlos Mestre.
Colección Calambur 20 años, 144 págs. 12,00 €


Antonio Pereira nombraba lo que importa, la condición de cuanto alegre hace causa con lo luminoso. A nadie que haya leído alguno de sus libros le habrá resultado indiferente la emoción compasiva con que subraya cada una de sus líneas la peripecia humana.

Juan Carlos Mestre

Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo, 1923 - León, 2009) se dio a conocer como poeta, aunque pronto le siguió su labor narradora; y de la simbiosis de ambas formas de escritura consiguió extractar con su inteligente humor y delicada socarronería cuentos y relatos, todos ellos poéticas piezas de cuidada expresión a la altura de los grandes narradores universales de lo breve. No en vano, cada vez es más frecuente que se reclame su figura entre aquellos lectores y creadores del microrrelato, que ven en su obra uno de sus solitarios precursores. Pereira es uno de esos artistas que, distante de posturas academicistas y casi sin proponérselo, dejó humildemente un legado cuyo radical magisterio consistió en descubrirnos la natural precisión semántica y emocional con la que nos hablan las palabras cuando éstas son el verdadero hogar de lo que se cuenta. Esta antología, que toma su título de uno de los poemas de Antonio Pereira, ofrece un selecto paseo por una obra urdida con un original y sutil talento poético-narrativo.

Como adelanto, les ofrecemos los poemas que abren y cierran la antología:

Sesenta y cuatro caballos

Los Pereira (o Pereyra) que salen en las enciclopedias heráldicas se nos hacen algo molestos a quienes somos sus parientes de la rama pobre, y es por lo tacaños y esa manera que tienen de saludar, como si diesen los buenos días desde encima de la montura.
Ellos descienden derechamente de don Gonzalo Pereira, pero poco se parecen al antepasado dadivoso.
Lo escribió Pedro de Bracelos: Que teniendo el don Gonzalo treinta y dos caballos, en un solo día regaló todos a distintas personas. La cosa huele a invención y adorno.
Pero sigue la Crónica con que en ese mismo día los volvió a comprar don Gonzalo, aquellos treinta y dos caballos, para así poder regalarlos a otras tantas personas de su estima, y entonces el caso se hace creíble, porque a los bebedores del anochecer nos resulta más fácil aceptar lo enorme que lo mediano.

Oración

Señor ya sabes mis cuidados con el butano y los grifos
todo lo cierro bien pero es difícil desentenderse
inspecciono la antena
las macetas con tantas criaturas que por debajo pasan
sufro mucho Señor
y aunque te agradezco no haberme hecho cirujano
ni conductor del autobús escolar
te pido que un ratito te quedes responsable
que aguantes todo esto mientras voy a un recado
y cualquier día no vuelvo.

Información tomada de la página de la editorial Calambur

El fabulador a domicilio

En nuestro pueblo se le tenía mucha consideración al fabulador a domicilio, la gente de fuera se extrañaba de que en una villa próspera existiera un oficio que parece de otros tiempos.
–Mamá –avisaba la niña–, es un hombre que dice que lo vienen persiguiendo y que si lo dejamos esconderse en casa.
–Pregúntale de dónde viene y quiénes lo siguen.
–Ya se lo pregunté –decía la niña, nada sorprendida–: de los Mazos y que son los de la francesada.
–Pues que pase.
El acuciado por los franceses vestía con modestia, pero iba el hombre de un limpio reciente y deliberado, como quien va de visita y no huyendo de nadie. Según sus noticias, una avanzadilla de los gabachos se había adelantado por las viñas de los frailes hasta tomar las fraguas, pero Santo Dios la que quedaba en Cacabelos. Cientos de cañones y no traían un general cualquiera, ¡Napoleón en persona!
La mamá y la niña –y por supuesto, el fabulador– jugaban al sobrentendido. El fabulador tenía un surtido de invenciones. De guerras y de la guerra civil, pero también de resucitados y aparecidos, de la Santa Inquisición.
Contaba una historia con mucho relieve y se quedaba a comer, otro estipendio no tenía.
Un día comió tres botillos de Molinaseca, que son más que terciados, y le dio un derrame cerebral. Esto fue en casa del dueño de las minas, la casa que le tocaba por turno, y en seguida vino el 112, y en el hospital le operaron la cabeza.
Salió cambiado, sin la paranoia dijeron los médicos, como si lo de este hombre fuesen locuras y no un oficio bien digno.
Siguieron llamándolo para algunas casas, sólo de vez en cuando, por caridad. Y él se estaba en un mutismo penoso, sólo hablaba para las cosas indispensables.
Hasta que se vio aparecer un claro de esperanza.
Lo llamaron de casa del veterinario, y al hilo de unas tajaditas de la matanza, de las que le mandan al facultativo para analizar, se arrancó de repente como si un golpe en la cabeza le hubiera encajado las capacidades antiguas. Con mucho detalle y en estilo más bien realista contó que por un ventanuco de la sacristía de Santa María la Real le cuadrar ver a don Ricardo y a la profesora de gimnasia prevaricando.
Los que creíamos en el fabulador sabíamos que jamás había contado nada que no fuera fantasía suya. Don Ricardo es un santo, las señorita de gimnasia es legal. Pero luego se supo que los neuros del hospital le tocaron al fabulado algún relé del mecanismo y ahora sólo cuenta historias verdaderas. Y eso en nuestro pueblo no le interesa a nadie.


En el año 1984 el director de cine José María Martín Sarmiento realiza la película El filandón en el que se relatan distintas historias: Luis Mateo Díez narra "Los grajos del sochantre", Pedro Trapiello "Láncara", Antonio Pereira "Las peras de dios", José María Merino "El desertor" y Julio Llamazares "Retrato de bañista". Estos escritores, junto a otros como Juan Pedro Aparicio, son los responsables de la popularidad literaria del filandón y de su renacimiento:





Y estos son algunos de los trabajos de dicha sesión, cuya propuesta de escritura fue continuar el verso (y para ello cada cual elegía el género) del protagonista de uno de sus cuentos:


LENTA ES LA LUZ DEL AMANECER EN LOS AEROPUERTOS PROHIBIDOS

Una vez estaba en la taberna el poeta inspirado haciendo su papel de poeta inspirado. Todos los respetamos mucho en sus esperaras de la voz misteriosa, aunque nunca se le haya visto una página terminada. Vino un parrouqiano de la taberna con la alegría lúcida d elos primeros vasos, y fisgó el renglón que campeaba en la hoja:

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos.

El verso hermoso, todavía único, con que iba a arrancar el poema.
El parroquiano suspiró:
–Es un buen empiece, poeta. Pero ahora qué.



Melancolía de un amor imposible
Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos
de tu piel morena,
y una sola mi ansia de cristal en la sala de espera.
Las manos sobre el vidrio frío y el aliento dibujando su silueta,
mas no aterriza nunca el avión de mi dicha completa.
Lenta es la luz, y arde a fuego lento la pasión que me enerva.
Recortado al crepúsculo de un alba de inocencia,
aeroplano de amor, te siento volar cerca…
y tan lejos como vuela una quimera.

En los aeropuertos prohibidos de tu piel morena
aterrizan mis sueños sobre lágrimas nuevas,
que perdí ya las viejas entre los herrumbrosos quejidos
de un corazón acostumbrado
a esperar en vano,
a esperar con pena.
Allí será la flor que se marchita,
allí el melancólico suspiro
de un perdedor con trazas de poeta,
mendigo de una suerte siempre esquiva
que, oh infeliz, aspiró a aterrizarte
y a verte aterrizar,
pista con pista,
a la pálida luz de la luna llena.

Rápida es la luz del anochecer en los aeropuertos permitidos
de tu piel morena.
Y pasará fugaz,
mas no por mi rivera.

Óscar Martín
Grupo A


Lenta es la luz...

Llegó a la taberna el poeta de tan grande obra pensada y tan exigua florecida, y se le hizo sitio a la mesa de los ilustrados.

—Siéntate, poeta —invitó alguien con la torcida intención a que mueven los vasos insistidos— ¿Lograste superar el verso hermoso que te sabemos?

—Esquiva cual fémina suele mostrarse la musa —dejó caer el vate—, pero acaba por hacer fecundas las esperas lentas y confiadas cuando perseveras lo bastante.

Desplegó el sobado folio donde campeaba un solo renglón. Estiró el papel con esmero para girarlo poniendo abajo lo de arriba con flema deliberada. Lope Grau fisgó:

«Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos».

—Muy bien, pero ahora qué, poeta. Es lo de siempre.

—No, prosista; no has caído en la cuenta. Mi duda era cómo terminar y ahora tengo un final excelso. ¿Qué cuesta pergeñar los versos previos?

Pascual Martín
Grupo B


Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos,
esperando que aterrices para volver a abrazarte,
mientras me escondo para no ser descubierto
y para contarte mis instantes sin tu presencia.

Sin ti, agua limpia del océano,
transportado a los umbrales submarinos,
sucumbiría a los terrores,
a las intrigas, a los feroces enemigos,
al perfume de la compasión.

Por eso sigo esperando que mengüe lentamente
la luz del amanecer en estos aeropuertos
que prohiben mi ausencia,
mi quietud, mi amor por ti.

Jaume Castejón 
Grupo B


El Almacén de las Caras Bonitas. (Una cara para Blanca)

Abuela Carmen dio un suspiro profundo, se retiró a un rincón alejado y comenzó a rezar el rosario a la Virgen de los Dolores; Abu, en su incredulidad, no pudo contener la risa que se transformó en irresistible carcajada, y yo a punto estuve de desplomarme a causa de un mareo, que supe espantar a tiempo.

Había llegado mamá entusiasmada porque pronto iba a tener otra niña. Hay que ser despistada para olvidar elegirle cara. Cuando Abu dejó de reír, abuela Carmen acabó el rosario, y yo me recuperé, nos reunimos en busca de solución a tan gran desatino. Abuela Carmen propuso acatar la voluntad de Dios, quien en su sabiduría, concede a cada cual cuanto merece y le corresponde. Abu, tras el ataque de risa, entró en llanto inconsolable. En aquel estado, ninguna estaba capacitada para arreglar tan gran disparate. Me correspondía a mí encontrar la solución. Lo haría. No di explicaciones.

Nadia, la hija mayor del señor Belisario, me informó de la existencia de un almacén de caras en la Ciudad Lejana. Busqué en mapas viejos de cuando iba a escuela y logré situarla. Se hallaba a una distancia insalvable para cualquiera, pero no para mí y mi viejo Peugeot.

Antes aún de amanecer, cuando las estrellas seguían correteando por el cielo, crucé una enorme llanura donde luces de pequeñas aldeas iluminaban calles desiertas. Llegué a La Ciudad Lejana con los primeros rayos transponiendo la colina dorada que la cobijaba.

Un guardia panzón y bigotudo nos indicó el lugar del almacén. Se trataba de una enorme nave, casi infinita, a la que no se le adivinaba el final. Su interior estaba abarrotado de estanterías metálicas repletas de caras de niñas y niños. Las había de piel clara y pelo rubio, negras, de ojitos rasgados, de aspecto triste o sonriente, alguna pelirrojas, otras con mechones de colores. Cientos. Miles. Durante horas busqué la más parecida a la cara de mis sueños. Sí, las había bonitas, pero ninguna se le asemejaba, aunque recorrí atento los pasillos dos o tres veces. Me dispuse a marchar, pero antes recordé la pesadumbre que oprimía a la mamá de Paula por la fealdad de su hijita. Retorné y elegí una de piel morena y pelo negro ensortijado. Me sonrió agradecida. Llenaría sus vidas de felicidad para siempre. Me la guardaron en una caja, la envolvieron con papel dorado y adornaron con un lazo grande de colores. Pagué y emprendí camino de regreso. De nuevo la llanura, las estrellas en el cielo y las luces anaranjadas alumbrando calles vacías de pueblos muertos. En casa existía preocupación por mi tardanza y luego frustración, por regresar sin cara para nuestra niña.

Las tranquilicé al indicarles que sabía de la existencia de otro almacén, localizado en el Pueblo Grande, más allá de las montañas de las nieves permanentes. Alba se apuntó a hacerme compañía y aunque me resistí, acepté que no podría impedirlo.

Esta vez, aunque la distancia era menor, la carretera se hacía a tramos tortuosa, colgada de peligrosos barrancos. Alba se levantaba y aplaudía cuando se retorcía y enriscaba. El paisaje resultaba admirable, con las cascadas cayendo en el vacío y la espuma brotando al choque del agua contra el suelo.

Desde lejos se apreciaba el Pueblo Grande con mayor elegancia y señorío que La Ciudad Lejana. Ya en sus calles, por dos veces, estuve a punto de empotrarme contra un árbol y una farola, por embobarme mirando la majestuosidad de los edificios y la belleza de sus plazas. Preguntamos a una señora por el Almacén de las Caras Bonitas. Percibí una mirada hosca, y enfado en la respuesta.

- Aquí tenemos las caritas donde corresponde. Los almacenes son para escobas, estropajos o herraduras de caballo.- contestó.

Y sin más explicaciones, se giró y nos señaló un elegante edificio acristalado, con banderas en la puerta.

Se nos requirió una minuciosa acreditación y nos hicieron entrega de un folleto con las normas obligatorias de comportamiento en aquel edificio.

Tres horas pasamos dentro. Imposible decidirme por ninguna. Si una era bonita, la siguiente la superaba. Alba quería llevarse todas. De soslayo, acerté a ver una que resolvió mis dudas. Se hallaba casi oculta en la parte superior de una vitrina. Pedí una pequeña escalera para observarla de cerca y ya no pude separarme. Era rubita, de tez suave, delicada y blanca, con ojos marrones vivarachos. Los dientes los tenía ligeramente separados, lo que no sólo no la afeaban sino que le añadían un encanto difícil de describir. Esa era la que buscaba; ninguna otra. La señorita de la escalera me propuso con insistencia cambiarla por una de color café y leche, preciosa, pero ni mucho menos comparable. Luego por otra pícara y pelirroja. Así con siete. No desistí. Con visible enfado ordenó a otra señorita que nos la entregara. Delicadamente, la colocó en una caja, acolchada en su interior, la envolvió con papel de plata azulado y adornó con una cinta de terciopelo granate, donde destacaba un escudo de rosas y cadenas. Sin duda, había sido destinada a una princesa. Ya lo había sospechado yo. Entretanto, observé por la ventana cómo una señora gorda, vestida de negro y con pañuelo negro también a la cabeza, parecía vigilar nuestros movimientos. Tuve un mal presentimiento. Ya fuera, la señora gorda y fea se nos aproximó, bamboleando su corpachón flojo y grasiento, con la malsana intención de robárnosla. Le solté un manotazo y quedó arrodillada, aunque mi brazo se puso a dar gritos de dolor. Aproveché entonces para sujetar con más fuerza la caja y correr cuanto podía, con Alba agarrada de la mano. Tuvimos el tiempo justo de entrar al coche y cerrar las puertas, cuando se precipitó contra él, con un ruido sordo. Temí que nos lo hubiera aplastado, pero, como caballo de pura sangre que es, partió veloz y la dejó sentada en medio de la calle. Hasta bien alejados del Pueblo Grande permaneció el miedo apresado a mi camisa. El de Alba se escondió debajo del asiento delantero.

Tardamos en llegar al Pueblo del Teso Alto, por las paradas que nos vimos obligados a hacer hasta expulsarlos. Se revolvían contra nosotros y nos atenazaban, hasta que con astucia logramos bajarlos en una cuneta y partimos sin darle la mínima posibilidad de alcance.

En el camino habíamos acordado engañar a Abu y a mamá, diciéndoles que tampoco habíamos encontrado la apropiada, así es que debería esperar aún un tiempo para nacer. Pero Alba no es de fiar. Al bajar, en un descuido, se apropio de la caja y de una carrera se plantó ante ellas y la abrió. Desde fuera se oían los gritos de alegría. Cuando vieron el escudo grabado en el lazo de la caja, las cubrió una sombra de preocupación . Las dos comenzaron la frase a la vez.

- ¿Y dónde encontramos ahora su corona?.

¡Anda!, si yo tampoco había caído en ese detalle. ¡Qué cabeza!. Aunque… si había Almacén de Caras Bonitas, ¿cómo no Almacén de Coronas de Princesa?. La conseguiría.

Evaristo Hernández 
Grupo B


Microrrelato en homenaje a Pereira

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos, pero Julia, la periodista más sutil y transparente, se fundió con un rayo del alba, madrugaba mucho para obtener información de primera hora, tan clara y cierta como la propia luz. Su rayo viajó certero e incidió en la ventanilla de uno de los aviones inmóviles, varados como aves gigantescas e inútiles y vio, sentados y pálidos, los sueños de aquel poeta inspirado, paralizados para siempre.

Emilia González
Grupo B


Perfumes en el aeropuerto

Lenta es la luz de amanecer
en los aeropuertos prohibidos,
lentos los pasos
recién levantados,
lenta la mirada del viejo
que piensa en su corto futuro,
lentos los despedidos abrazos.

Pasos y más pasos
van marcando los compases,
ritmo corto, ritmo lento,
ritmo allegro;
formas y colores,
remolino de emociones
perfuman el aeropuerto.
Latidos musicales
acompañan las pisadas,
huellas vertiginosas
de gentes apresuradas,
besos, abrazos,
incontenibles llantos,
marcan la jornada.

Poco a poco,
lentamente,
llega, del atardecer,
la luz dorada.

María Dolores Marcos
Grupo A


El príncipe Azul

Yo soy de los que piensan que estamos aquí por algo, debemos cumplir un objetivo, una misión, el destino nos conduce hacia el éxito, sobre todo a nosotros, los protagonistas de los cuentos. Nos piensan, nos diseñan y nos colocan en el sitio concreto en el momento adecuado. Aunque creo que en mi caso algo ha fallado, no es por quejarme, líbreme Dios. Soy todo un príncipe, tengo una botas del mejor cuero, una buenas calzas, un traje con bordados en oro, unos guantes fuertes para sujetar las riendas de mi corcel, una daga con piedras preciosas y una capa de suave terciopelo azul, de todo esto no tenemos queja alguna, ni yo ni mi caballo, por cierto, se llama Rayo. Pero no sé por qué motivo, no estamos donde debiéramos. Mi destino es estar cabalgando, por hermosos campos verdes, salpicados de castillos en busca de hermosas jóvenes víctimas de hechizos, conjuros o encantamientos. Esa es mi misión, besar a toda bella joven que encuentre por el camino para librarla de los hechizos. Ahora mismo, mi caballo y yo, o sea, Rayo y yo, estamos en una selva de Borneo, éste no es mi sitio, estoy, bueno estamos, mi caballo y yo, en un lugar que no nos corresponde, este escenario es ideal para otros protagonistas como, no sé, “Tarzán”, “Mowgli”, o incluso para “Dora la exploradora”. No me extraña que esto ocurra, nuestro creador tiene tantas cosas en la cabeza, y es tan desordenado, que seguro que ha mezclado algún folio suelto, y esto de la selva será de otro cuento, espero que pronto se dé cuenta del error y lo solucione.
Llevamos tres días en esta maldita selva, solo hay humedad, un montón de árboles, casi no veo ni el sol. No puedo montar mi caballo, me doy constantemente con las ramas en la cabeza. Veo muchos animales que no conozco, en otras ocasiones no me ha importado besar a sapos asquerosos, era parte de mi trabajo, pero a las serpientes que hay por aquí, ni me arrimo, y menos a esos lagartos enormes que hay en el río, de un bocado me arrancan la cabeza. En estos tres días no hemos comido apenas, solo alguna fruta y creo que nos ha sentado mal. Me suena el estómago continuamente y tengo sudores, cada vez estamos más débiles, no sé lo que aguantaremos, y no he visto ninguna joven hermosa para librarla del encantamiento. Me fallan las piernas, la vista se me nubla, creo que me voy a desmayar de un momento a otro, me parece ver unas figuras extrañas, pueden ser humanos, vienen hacia mí, tienen mucho pelo, no soy capaz de mantenerme despierto.

Algo me roza la cara, me cuesta levantar los párpados, estoy muy a gusto, seco, calentito, tengo plátanos cerca de mí, me como un par de ellos casi sin darme cuenta. No recuerdo nada, ¿me desmayé?, alguien me abrazó, claro eso era, alguien me cogió en brazos, una princesa, ¡oh sí!, la besé, la besé, tenía unos labios carnosos, muy sabrosos, ¿con bigote?

Me estaban acariciando la cabeza, que gustó, me giré y vi esa enorme cabeza, me miraba, me sonreía, me besó con fuerza, me ofreció un plátano y al cogerlo vi mi brazo peludo, color naranja, mis dedos eran negros, me toque la cara y tenía pelo por todas partes, era un orangután, mi salvador me abrazó con ternura, era mi príncipe azul, me había librado del hechizo. Y fuimos felices y comimos plátanos.

Tomás García
Grupo B


“Lenta es la luz”

Lenta es la luz del amanecer
en los aeropuertos prohibidos*,
los caminos transitan las fronteras del viento,
y el horizonte anuncia la danza del encuentro.
Lenta es la luz dorada de la tarde en tu sueño,
cuando cierras la puerta porque ya estamos dentro,
y cae tu pelo rosa en la fuente del tiempo
como una enredadera que nos ata al deseo.
Ya no cabe en el aire más perfume de labios,
-tú no mires -me dices-, tan sólo abre los ojos.
Pero no sabes nunca que volaron mis párpados,
porque lenta es la luz, si aterrizo en tu cuerpo.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A

*Antonio Pereira


El actor y la obra

El actor se subió al escenario. Había repasado la obra de teatro que iba a representar mas de cien veces, y nunca había olvidado ni una sola palabra. Era el día del estreno, y el público aplaudía a rabiar su salida al escenario, donde tantas veces había triunfado a lo largo de su dilatada carrera.
Pero ocurrió, lo que suele suceder raras veces en el directo; por primera vez en su vida, gesticulaba como si estuviera hablando, pero de su garganta no salía ni una sola palabra.
El director de la obra se percató al momento del problema surgido; ordenó bajar el telón, y acto seguido salio y pidió disculpas a los espectadores.
El título de la obra que se iba a representar, será difícil de olvidar para todos los asistentes, “Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras” de Miguel Hernández.

Luis Iglesias
Grupo B


Territorio clandestino

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos.
Más perezosa se hace, si cabe, la llegada de ese vuelo que me devolverá el alma.
Yo no debería estar aquí, en este territorio clandestino.
Pero casi nunca podemos elegir los escenarios y menos aún los tiempos.
Aquel espejismo deslumbrante desapareció como un fulgor, tal como había llegado.
Lastrándome con un poso de amargura quieta, infinita.
Acecho con impaciencia ese avión que ha de llevarme en volandas a tu encuentro.
Liberarme, así, de este enojoso secreto.

Maxi Moreno
Grupo B


Nómada

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos y en los rincones inhóspitos de los mundos que conozco.
No encuentro calma en esos destinos que parecen abrazarme al llegar, pero que en definitiva no me consuelan.
La euforia de la búsqueda me sigue llevando a descubrir lugares recónditos que me asombran en un primer momento para después desdibujar mis sueños. Me apasiona arrastrar mis pies por asfaltos diferentes, oír ecos de pasos en callejones sin salida y risas lejanas. Caminar por senderos polvorientos con el cielo como telón de fondo. Me gustan las mesitas abatibles de los aviones y las turbulencias; los trenes y su traqueteo; los hoteles, los museos y los cafés…
Pero… ¿Adónde quedan todas las vivencias una vez vuelta a casa? Recuerdos irrepetibles, inquietantes, insólitos. Algunos lentamente van agonizando y mil imágenes en mi cabeza y mi corazón. Mías solo mías. Esas imágenes no me las quita nadie.
Es la lenta luz del amanecer en los aeropuertos la señal que me sigue empujando a vivir. Tal cual.

M. Pilar Sánchez
Grupo B


Error Imperdonable

–Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos del mundo de los poetas, donde solo a ellos les está permitido entrar. Es allí, donde las palabras se manifiestan con la esbeltez del lenguaje. Del mismo modo, querida mía, he de decirte que mi amor por ti, es tan fiel como esas estrellas blancas al domo eterno del cielo. –
Así versaba la bella Otilia rememorando las palabras del hacedor, puestas en boca de su amado, quien la había desterrado de su corazón para dar asilo a los sentimientos inmorales del odio y la venganza más oscuros. La joven, acuciada por el dolor de su amor truncado, solo deseaba morir. Ya nunca recibiría el agrado del cielo ante el ceremonial de sus esponsales, ni la bendición de su progenitor al haber sido éste, muerto a manos del hombre a quien tanto amaba desde su más tierna infancia. ¡Designio fatal!
La infeliz doncella con paso firme, fue adentrándose en las magnánimas profundidades del río. No volvería a pisar la tierra sagrada de sus ancestros que le fuera tan querida. Fue solo un instante, apenas unos segundos, antes de desaparecer bajo las aguas, cuando se volvió para decir: “Perdón Sir Williams. Quisiera saber si el hacedor se equivocó. Mi nombre ¿es Otilia u Ofelia?”

Pepita Sánchez
Grupo B


Resonancias metálicas

De la manera de casar una ferretería con el acto de cantar a voz en grito.
Desprecio las pequeñas ferreterías de barrio, ésas atiborradas de tesoros ocultos en una trastienda lóbrega. Suelen tener un cancerbero despiadado que se parapeta tras un mostrador surcado de siniestras hendiduras. Ha sido puesto allí para impedirte un conocimiento más táctil, olfativo y visual de los productos a la venta. Va vestido con una bata jalonada de manchurrones oscuros, que yo imagino, es sangre del último intrépido que quiso aventurarse en sus dominios infernales.
En cambio, y a pesar de que se me tilde de vulgar o, incluso, de algo más ofensivo, yo adoro los grandes almacenes de bricolaje. Acariciar la filosa rosca de un tirafondo, deslizar entre mis dedos, con rítmica armonía, los eslabones de una cadena, palpar la intrincada geometría de protuberancias y oquedades de un taco de plástico, aspirar el recio aroma de los lubricados engranajes, dejarse deslumbrar por sus brillos argentinos…
¿Me comprenden? Un solo metro de estantería me procura más deleite que el más libidinoso de los sueños.
Fermenta mi entusiasmo entre sus expositores e, irremediablemente, se va acumulando hasta explotar en un canto de júbilo. Comienzo con una melodía tarareada en sordina, pero cuando llego a la sección de electricidad, –subyugado por la infinita variedad de mecanismos, la tersura del cristal de las bombillas, la colorida languidez de los cables–, ya no puedo contenerme y me arranco con algún palo flamenco que acompaño con un sonoro zapateado.
Los clientes me miran con curiosidad, algunos con desdén, pero yo continúo mi canturreo y mi expedición sensorial mientras no se divise ningún polar azul con los emblemas de la empresa.
Me mata llegar al pasillo de las herramientas. ¿Qué divina mente ha podido ingeniar tal variedad de alicates, martillos, sierras, destornilladores y tenazas? ¿Quién puede adivinar siquiera el propósito preciso para el que han sido concebidos?
Cuando aquí llego, el frenesí me ofusca y me pongo a cantar a pleno pulmón algún aria de Verdi, quizás Rossini, o, si el delirio se desorbita, Wagner. Para entonces suele ya acompañarme un coro siseante de empleados que, al poco, seguramente insatisfechos de su actuación, reclaman la presencia de un tenor condecorado con chapas y galones y pertrechado con una porra.
Y me vuelvo a ver expulsado a la calle, desterrado al infierno cuando ya tocaba las puertas del paraíso: La sección de jardinería.

Pepe Lorenzo 
Grupo B


Hospital a la vera del río

Todo son ventajas. Abrimos la ventana y salen algunos microbios, pero a cambio entran todo tipo de insectos voladores y caminantes. Nos invaden y ambientan las habitaciones. Seguro que alguna lagartija o salamandra o culebrilla, también se atreverán a visitarnos. Nunca estaremos solos; se acabó la tristeza de la soledad.
Si el río crece y se desborda, inundará los sótanos y los limpiará; se llevará a todos los muertos y así desaparecerán todas las huellas de las malas praxis. ¿Dónde está el difunto? : el agua se lo llevó. Volveremos al agua y a la tierra, que es de donde procedemos.
Compartiremos espacio también con peces, patos y ratas de agua, además de reptiles e insectos que ya nos acompañan.
Hacerse uno con la naturaleza, nos dicen, y aquí estamos cumpliendo con puro ecologismo contrastado.

José Luis Juan Fonseca
Grupo A


15 de febrero de 2666

Noche cerrada en Heróica Nogales, frontera mexicano estadounidense. 1:30 horas de la madrugada. Se oye el ruido de los coyotes. Se oyen también motores a lo lejos. Los camellos se inquietan. La DEA se inquieta. La Migra se inquieta. Los coyotes se inquietan.

De nuevo, el ruido de motores, ahora más cerca, ahora más intenso. La carretera al fondo. Luces por todas partes. Sombras más oscuras que la noche se mueven furtivas. Un chivatazo y todos bajan del vehículo armados hasta los dientes.

Al fondo, dormido en el catre del camión, Remigio Hernández descansa mientras sus camellos pacen en la noche. Mañana tiene que transportarlos más allá de Sonora para una atracción hotelera que ofrece paseos por las dunas de las playas del Cabo San Lucas, al sur de Baja California. Quisiera, si dios lo permite, salir con la fresca hasta Topolobampo, donde cogerá el ferry que los lleve hasta la península.

Libertad Luengo
Grupo A


AEROPUERTOS PROHIBIDOS

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos. Lento pasa el tiempo que se vive sin consuelo. Ha sido difícil evitar la muerte entre los hangares, y correr de un lado a otro sin descanso. Nos hemos escondido de los enemigos con ayuda de los amigos. De alguna forma esto ha tenido un sentido ¿Lo tiene? El asunto es que la vida se enreda mucho más con la Esperanza, que siempre está haciendo falsas promesas en cuanto hace presencia. Y se hace presente con demasiada frecuencia. Si pudiéramos contabilizar las veces…Es compulsiva. Y cuando sucede lo que anuncia, de tantas cosas que anuncia, entonces se convierte en una especie de líder religioso que con la euforia obnubila los sentidos. La Esperanza es solo el último alijo atrapado en la Caja de Pandora, contrabando maligno para comprender o no lo inevitable. Sombra oculta de nuestros devenir. Como los aeropuertos prohibidos que nos atenazan al fango de la desgracia. Elpis se burla de nosotros, nos engaña y nos seduce para no dejarnos ver de lo que huimos…

Carmen Elena Ochoa
Grupo A


¿Por qué?
“Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos”

Desde aquel ventanuco miraba la luna, su caminar era lento, en algún momento le parecía inmóvil, que no iba a cruzar la loma, como si quisiera hacerse su cómplice, que quería que la luz no llegase. Cuando saliese el sol, cuando fuese el día, serían llevados al aeropuerto. Desde allí serían trasladados a su país de origen, donde la esperanza de una vida digna, una vida sin hambre, sin guerras, no iba a llegar. ¿Por qué no son aeropuertos prohibidos esos que no dejan que llegue la luz de un nuevo amanecer?

Inés Izquierdo
Grupo A


Gran sorpresa, y no buena, mis neuronas tienen perdidas en sus recubrimientos, y eso provoca cortocircuitos en las órdenes que da el cerebro.
Y son cortacircuitos que cada momento alteran una orden. Es decir que aprendes a vivir con cambios que no sabes ni cómo ni cuando te van a dejar en OF, por unos segundos, y gracias si son solo segundos. Siempre hay confianza en pedir que sean solo segundos. Pues de ser continuos esta sencilla actividad No sería posible. Son las sorpresas que a veces tiene el cuerpo humano.

Josefa Agustín González
Grupo B

Entrevista a Jaume Castejón

Compartimos aquí la entrevista que el Canal 8 le hizo a nuestro compañero Jaume Castejón en el programa "Magazine Salamanca":

¿Mau iz io? Lenguajes inventados

En la sesión del lunes pasado hablamos de lenguajes inventados. Así que convertimos la biblioteca en una suerte de Torre de Babel donde se confundían el gíglico, los nomeciclos y las farfanías de Julio Cortázar, Jardiel Poncela y Carmen Martín Gaite respectivamente.
También nos referimos al libro "Antisalmos" de Francisco Pino:

ANTISALMO 73

R’o ai duda ke rro de ariva
d’e vier’e avakko

ke rro de avakko
d’e vier’e ariva

ke ddodo ed’ ur’ kekkido
r’i devakko r’i er’d’ivva

rra rrur’a ed’dda ariva
devakko.


No hay duda que lo de arriba
se viene abajo

que lo de abajo
se viene arriba

que todo es un quejido
ni debajo ni encima

la luna está arriba
debajo


Hicimos hincapié en un fragmento de la película "Tiempo modernos" en la que Charlot canta una pieza musical sin sentido, con mezcla de varios idiomas, francés, italiano e inglés entre otros, y con el añadido de muchas palabras inventadas e inexistentes en ningún idioma. A este tipo de composiciones en los que se habla como suena el habla, pero no tiene ningún tipo de sentido ni traducción se les denomina Gibberish
Esta pieza musical es conocida como Charabia.




Recogemos aquí la letra:

Se bella giu satore
Je notre so cafore
Je notre si cavore
Je la tu la ti la twah

La spinash o la bouchon
Cigaretto Portabello
Si rakish spaghaletto
Ti la tu la ti la twah

Senora pilasina
Voulez-vous le taximeter?
Le zionta su la seata
Tu la tu la tu la wa

Sa montia si n'amora
La sontia so gravora
La zontcha con sora
Je la possa ti la twah

Je notre so lamina
Je notre so cosina
Je le se tro savita
Je la tossa vi la twah

Se motra so la sonta
Chi vossa l'otra volta
Li zoscha si catonta
Tra la la la la la la

La canción, según reconoció posteriormente Chaplin es una versión totalmente libre de Je cherche aprés Titine, canción que popularizó Lèo Daniderff.

Y nos referimos por último al libro "¿Mau iz io?" de Carson Ellis publicado en Barbara Fiore.



Un libro que reproduce el lenguaje de los insectos y le resulta muy divertido a los niños.



Propuesta de escritura

Escribe un poema o un breve relato en un idioma inventado




Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Himno de España

Plustra España, mil voces godonedas francian un furrián
que hisperjan rocafé.
Sustra España, Lepanto es la farduña de un latir grumial
que empuebla luchariel
Todos son rijos de un mismo crepor
y envistan un tapuro de espatanza igual.
Puña la espadia que cunda una arcadia
donde todos juntos pillaremos más.

Óscar Martín
Grupo A


Traducción texto de Rayuela

Apenas él relataba el poema, a ella se le agolpaba el recuerdo y caían en un sopor, en salvajes países en vivencias exasperantes. Cada vez que el procuraba reclamar las caricias se enredaba en un quejido quejumbroso y tenía que volverse de cara al lago oscuro sintiendo como poco a poco las anillas se enredaba, se iban entrelazando, atenaza dole hasta quedar tendido como un guiñapo de hombre al que le han dejado caer unas ramas de arbustos salvajes y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se descubrió los pecho consistiendo que él aproximara suavemente sus brazos.

Pepa Agustín
Grupo B


Apapachar

Esa noche en la que los rayos de un sol espléndido, e impregnada por la fragancia nauseabunda de las bombas fétidas de las vacas del lugar, Mari Bárbola y Nicolasito Pertusato zangoloteaban, bajo la jumera que les producía el ambiente que les rodeaba, todo daba vueltas a su alrededor, su zoncora se aceleraba. Un fuerte impulso llevó a Nicolasito a apapachar a Mari Bárbola, y, ella que era nefabilata, se dejaba querer. El hechizo lo rompió la aparición y rebuzno de Monín, el burdégano que había saltado la valla del cercado y estaban buscando. 

Inés Izquierdo Pérez


Etoi-te contigo
Canción “poe-tísica” para recitar con e-fusión, frene-sí y sentí-miento

E tule sote ma,
a dase po
ilu soma tena.

Esara entupe né,
¡Yaté, Yaté, Yaté!
Esara entupe né.

Ypa ya seca,
matana teva
¿E pomate i yoté?.
Natipo sepo ke.

Esara entupe né,
¡Yaté, Yaté, Yaté!
Esara entupe né.


Pagari, patiso le mi…,
Entonpe yaca, ¿yti?.

Esara entupe né,
¡Yaté, Yaté, Yaté!
Esara entupe né.


Rejula intepe
¡Yaté!
Etoi-te contigo.
¡YATÉ!

Maria Jose Arrojo
Grupo B


Caballito de mar

Sueña mi niña
ser caballito de mar
y quiere volar
Medusas, estrellas,
corales y coralinas
danzan si parar,
el caballito de mar
quiere volar.
Neptuno le dice:
- Este es tu lugar,
al otro lado del mar
morirás.
Acompañan su camino
peces de plata y cristal,
mi caballito de mar
quiere volar.

( Lenguaje Castellano).

Caballitordo de mardo

Sueña mi niñardo
ser caballitordo de mardo
y quiere bolardo.
Medusardos, estrellardos,
coralerdos y coralinardos
danzan sin parardor.
el caballitordo de mardo
quiere bolardo.
Neptunordo le dice:
- Este es tu lugardo,
al otro ladordo del mardo
morirás.
Acompañan su caminordo
pecerdos de platardo y cristalordo,
mi caballitordo de mardo
quiere bolardo.

( Lenguaje Samardó)
Todos los sustantivos terminan en “rdo” y los infinitivos de los verbos que terminen en “ar”.

María Dolores Marcos
Grupo A


No sé cómo decirte

No sé cómo decirte que te asdrubio,
que por ti sería capaz de costrinar,
que vivo sin vivir en mubio,
que lo importante es amaticar.

No sé cómo decirte que te amantio,
que el corazón se vuelve crico,
cuando pasas con porte pantio,
y cuando no, se vuelve amisco.

No sé cómo decirte que te aperco,
que mis labios esperan rozar tu restia
para descubrir el etéreo oserco,
para que nunca me llames amestia.

No sé cómo decirte que te jambogo,
que un susfián sería si lo gatabe;
no abinarda el mostronio por se cologo
ni epitarda el pansemo por ser amabe.

No sé cómo decieste que te amorto,
que para mistro, la poesesia eres tustro,
porque estrubio los vorsios más trustis este norto,
porque vorsio los trustis más estrubios este amustro.

Jaume Castejón
Grupo B

Jaume Castejón nos invita a un desafío: ¿Alguién es capaz de descifrar este texto?

49A R46U 15 01K94R 8142U,
49A 76Q 25J29Q 15 01K94R 5454U
F 49A 5489 15 01K94R R32U.


La fala

La Fala no es un lenguaje inventado por mí, si no que existe y se usa hoy en día.

Santiguati cuandu pasis deyantir da ermita y reda.
Que si sufris en tua casa
Cristu na cru por ti pena
y ninhun sufris en baldi.
Falali con fe y espera.

A Fala y la Sierra de Gata
http://www.euskadiz.com/a-fala-donosti-y-la-sierra-de-gata/

Nieves Martín
Grupo B


“Lamandamandalono”

Simu mugue mortur
A la bestia sufa;
Embrincar como loga
Avista usurpadora regunta,
O camisa babosa con libre patroñar,
Asusta insica el leupu calrecada
Otrora mística pisalcón.

Sinu mugue mortur
A la resuaxión mebrudante:
¡Avista! ¡Avista demamgrar!
¿Demambrunete?
¡No! ¡No! ¡Demangrar!
¡Majundre!
¡Ay!, ¡opacacidad absurda y patroña!
Ineparable bestia sufa
Sinu mugue mortur.

Ángela Mayor
Grupo B


Mauiz io?

Primaverament dormida en tus brazos.
Nuevament aun me quedo hasta tarde.
Enterament la espuma te arruya y océanos se harán en noches bravas.
Veraneament volvamos a pasar esos días de nuevo juntos en el río y riéndonos.
Otoñament pasamos los últimos días recogiendo setas del campo.
Inviernament me quedé dormida bajo la luz cálida de las llamas del fuego.
Avivando el último sentimiento hacia ti de nuevo.

Iria Costa
Grupo B

Resultados del II Certamen de Escritura Creativa Casa de las Conchas

16 puntos
Frío, de Marian Pérez Benito. Texto 18
Grupo B

15 puntos
1942, de Alfredo Pérez. Texto 2
Grupo B
Bajo un manto blanco, de Jorge Martín. Texto 14
Grupo B

11 puntos
El frío peor, de Esther Yubero. Texto 22
Grupo A

* * *

10 puntos
Frío interior, de Marian de Vicente. Texto 8
Grupo B

9 puntos
Reproches, de Pepe Lorenzo. Texto 6
Grupo B
Frío industrial, de Tomás García Merino. Texto 7
Grupo B