A otra cosa, mariposa

La tercera sesión del taller la dedicamos a nombrar los objetos y las cosas. Y para ello convocamos sobre el folio a Pablo Neruda, a César González-Ruano, a María José Ferrada y a Mari Ángeles Pérez López, todos ellos poetas de la materia.

De la mano de Francisco Pino aprendemos que aunque las cosas tengan ya su nombre, su palabra, escribir nos permite "darles nuestro significado, aquél que me las haga entender tal y como yo las entiendo o me las figuro. Es decir, que debemos desconcertarlo todo para concertarlo con nosotros mismos”.


El lenguaje de las cosas, María José Ferrada, El jinete azul


Pablo Neruda, nuestro diógenes poeta, nos sitúa con su mirada de ganzúa ante las cosas en una de sus odas. Jorge Luis Borges, con su tacto de ciego, hace inventario de objetos y les rinde tributo en su poema "Las cosas":

El bastón, las monedas, El llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

Y también Carlos Bousoño nos dejó en herencia un poema que exalta la permanencia de las cosas, incluso en medio de la oscuridad:

Vosotras, cosas, duras y reales,
escándalo en la luz y permanencia
sutil. Profunda es vuestra ciencia
de estancia lenta en frescos manantiales.

Porque brotáis de chorros virginales
y la honda vida recibís de herencia.
¡Manad, manad, callados inmortales,
manad y dadme ser, amor, presencia!

Manad, callada piedra, azul montaña,
súbita cresta del amor, hondura
de luz enorme. Dadme ser, entraña

donde pueda beber la honda bravura:
realidad que subleva su maraña

total, contra le enorme noche oscura.

Charles Simic, premio Pulitzer en el año 90, conoce el secreto de las cosas y nos lo explica en uno de sus pensamientos: "Nombramos una cosa y luego otra. Así es como el tiempo entra en la poesía. El espacio, por otro lado, existe en virtud de la atención que dedicamos a cada palabra. Cuanto más intensa nuestra atención, más espacio, y hay mucho espacio en las palabras." Y también María José Ferrada nos desvela algún que otro secreto en su maravilloso libro "El lenguaje de las cosas": 

Las cosas duermen,
sueñan pequeños sueños
y despiertan.
A veces incluso les da por hablar,
y es un idioma que parece un zumbido
o un pestañeo.
Por eso dentro de la casa hay un secreto.

“Ffrrrrr srrsrsrs jjajajja trrrrrrrr
Frrrrrrrr zzzsrrrrrrrr”.
Suena el secreto de las cosas.


Volvemos de nuevo a Simic para formular nuestra tarea de escritura. Dice el poeta en su libro "El monstruo ama su laberinto": "Oí hablar de un mentalista capaz de leer los temores de una cerilla encendida al entrar en una casa a oscuras”.
Pensemos por un momento que somos ese mentalista y que estamos en disposición de conocer y dar voz a los sentimientos de los objetos. Lancemos pues nuestras hipótesis fantásticas y busquemos en las respuestas el modo de renombrar y revivir los objetos: ¿Cuáles son los temores de una cerilla encendida en una casa a oscuras? ¿Con qué soñará una batidora enchufada a la red eléctrica? ¿Por qué los frigoríficos suspiran hondamente en medio de la noche? ¿De qué se sonrojan los interruptores de las regletas de la luz? ¿Reconocen los picaportes de las puertas nuestra piel? ¿Qué hará la cama con los sueños no soñados? ¿Qué clase de ideas tendrán las bombillas?

Dejamos aquí los resultados de vuestras indagaciones:


De puertas y amores

“Era extraño aquel hombre,
o como tal lo tomaron,
porque besaba todo
lo que hallaba a su paso”

El hombre extraño, Silvio Rodríguez


Hay puertas de todo tipo: altas como para pasar por ellas a caballo, bajas como para pasar por ellas en secreto, ataviadas con listones para fiestas, ornamentadas con finas tallas, abandonadas, descascaradas y agrietadas, desgonzadas. Las hay abiertas, las hay cerradas, clausuradas o tapiadas, y por allí entró y salió gente con mayor o menor gracia, con mayor o menor prisa.
Pero, hubo una puerta en particular, una humilde puerta de aula, que mereció los amores de Lucas: ese joven indócil que nos alejaba a cabezazos cuando se agitaba, que se balanceaba y movía sus manos en extrañas piruetas para reconfortarse cuando el mundo lo agobiaba, que nos dirigía esa mirada difusa con la que miraba sin vernos.
Esa puerta atrancada y desobediente que se hacía forzar cada mañana, a la que había que abrir con fuertes sacudidas y giros de llave; que cedía suavemente a los aceites con que la engrasaban, solo para rechinar días después en una queja lánguida. Esa puerta de barniz tosco y grueso aplicado con el desamor de alguien que a todas luces no conocía el oficio. Esa puerta esperaba a Lucas. Y él lo sabía. La caricia suave, que yo creí que desconocían sus manos, la recorría al inicio del día y su beso tierno la despedía cada tarde.
La puerta se estremecía. Me pareció oírla crujir alguna vez, como conmovida hasta su fibra más profunda en la que aún latía su corazón de árbol. Y en las noches, seguro, su suave crepitar no era el efecto físico de expansión y contracción de la madera por acción del frío. No, era su suspiro de remembranza.
Debe ser difícil ser una puerta de madera. Haber pertenecido a la tierra, haber vivido concurrida por aves e historias traídas por todos los vientos. Haber sido horadada por bichos, hogar de todo lo viviente. Y de pronto, ser arrancada y recortada para quedar por siempre inmóvil. Porque es distinta la inmovilidad de un árbol a la de una puerta: el árbol prolonga sus raíces en la tierra húmeda y alarga sus ramas abarcando el mundo, mientras la puerta está circunscrita a su marco.
Por eso Lucas, que conocía la soledad de no tener raíces, la amaba; y lo hacía con ese amor misericordioso del que vibra con la misma pena.
Hoy no sé dónde andarán Lucas y sus besos; hace unos años lo llevaron atravesando puertas hacia rumbos más lejanos. Pero, la puerta sigue allí en su estática perpetuidad, reviviendo el rastro invisible de aquellos labios, con esa memoria implacable y atemporal que solo tiene la corteza de un árbol.

Maritza García Toro


¿Qué clase de ideas tendrán las bombillas?

La noche mece sus sueños
para dormir recuerdos
con diseños de un espacio,
dorado en su latir.
Bombilla de ideas
despierta el pensamiento
hacia la luz,
brilla en mi piel,
centellea en mi mente
para iluminar palabras en la mirada.
Voltaje de pasiones
dialoga con sonidos,
anclados en la voz de un despertar,
textura de calor
que anuncia la mañana.

Sofía Montero García


¿Qué piensa un radiador cuando le sacan el aire?

Yo, me considero que soy un buen radiador, y aunque algunos lo pongan en duda, deben saber que también tengo mi corazoncito ; y me molesta que el pesado de la casa, sin avisarme, sin contar conmigo, nada más acabar el verano, me introduce una moneda de peseta, en la única ranura que tengo, la gira, y espera a que la válvula haga, sssssuis..ssuuuiss..ssssuis y luego gluuuu....gluuuu...gluuuuu; no sabe que me está removiendo las tripas y que por eso echo una bilis negra hasta que me canso y luego ya sale más clarita. Por el día empiezo a notar un calor insoportable y por la noche me vuelvo a enfriar, !Así que cojo unos catarros de aquí te espero!.
Esto es señal de que ha empezado el invierno, y aquí en Salamanca, todos sabemos que dura ocho meses, y termino agotado.
El otro día, me mandó un whatsapp un primo mío que tengo en Alicante, y me decía que me fuera con él, que allí solo se trabajan 3 meses y los otros 9 meses son de descanso. ! Y me lo estoy pensando!

Luis Iglesias


¿Conoce el espejo la fecha de mi muerte?

Si está tan aburrido de mi cara como yo, no me extraña su comportamiento. Es cruel y despiadado. Comenzamos nuestra relación en la juventud y me devuelve la vejez, sin que en él se refleje el paso del tiempo. No es justo.
Parece un cristiano viejo: “Quien dice la verdad ni peca ni miente”. Falso. La fe no regala la veracidad y el pecado es opcional. No debía ser tan arrogante. La imagen no es verdadera o falsa, real o irreal sino subjetiva, contaminada tanto por la mirada del observador como por la respuesta del azogue.
Tampoco hay que acercarse demasiado o interrogarlo con dureza. Nos mostraría su interior. En la esquina inferior derecha, la taza, lugar de éxitos y fracasos, de reflexiones profundas. El pensador se está aliviando. A su lado, no sabemos qué piensa el bidet de su inventora. Intuimos su hastío.
Al margen izquierdo se asoma la bañera con su gran boca y su mensaje oculto. Si resbalas, puedo ser mortal.
En el centro, abajo, el lavabo. Resignado al jabón, mocos y pasta de dientes. Una perspectiva imposible sólo plasmada en el lienzo.
Al retirarnos, cambia la percepción del contenido. Volvemos a aparecer y el diálogo no ha alterado, mejorado, el resultado del acto de mirarnos. Seguimos en nuestra mismidad recíproca.
Sé que la sabe pero está apuntada al otro lado y no tengo la edad, vigor, curiosidad, ganas o necesidad de sumergirme en esa líquida superficie.
Puede que el tiempo la haya borrado.

Dionisio Alonso


¿Qué hará mi cama con mis sueños no soñados?

El artesano hace mi cama con cuidado y laboriosidad, se concentra. En la pared de su taller cuelgan los sueños, fruto de su anterior trabajo perfeccionista y laborioso, hay un sueño recién acabado a sus pies. No importa cuán bueno sea el sueño, sólo valdrá la pena si me es útil.
Subo y bajo por el aire por el hueco de un ascensor luminoso, no sé a dónde voy, soy aire, gas, bostezo, me diluyo, estoy perdida. Ya no recuerdo nada, he perdido mi memoria.
Mi cama se traga los sueños no soñados que son aburridos, se estira y registra la almohada por ver si quedó por ahí algún sueño perdido.
Un hombre y una mujer alzan sus copas, sellan su amor, ella va de blanco y azul, pura y espiritual, él libre e indómito viste anárquicamente, como el loco. Se miran a los ojos, sus copas brindan como símbolo de la unión de sensibilidad y acción, equilibrio y pasión, unión perfecta de lo terrenal con lo espiritual.
Pasé toda la siesta en un duermevela y mi cama me susurraba al oído sueños no soñados deseados. El toro bravo está en un corral, han prohibido la fiesta, lo devuelven al campo, sin plaza ni torero.
Mi cama se muda a la biblioteca en señal de protesta. Por el camino toma el chocolate negro de los sueños no soñados, se lo ha dado la chica de azul turquesa que portaba en su vientre un caracol y sonreía.

Aronbanda


Una bolsa “asombrolsa”

No era solo una bolsa
Era una bolsa “asombrolsa”
Me la dieron en el súper.
La llevaba cargada hasta arriba
Y se quejó
Vaya si se quejó
Me dijo que era un capullo
Que la iba a reventar
No me lo podía creer
¡Una bolsa que me hablaba!
Y hasta me insultaba
Al llegar a casa y vaciarla
Me advirtió
Que no se me ocurriera usarla para basura
No soportaba los reciclados
Que ya llevaba nueve
Y con esos tenía suficiente
Era una bolsa filosofa
Me iba a enseñar a entender la vida
¿Será posible?
Lo es
Tres cosas me dijo que necesitaba para ser feliz
Calma, inteligencia y orden.
Sí que es “asombrolsa”
Mi bolsa.

​M. Venttini​


La bailarina
(Sueños de una batidora)

"Siempre lo he sabido. Toda danza es baile de hoja caduca. Todo movimiento el hijo de un espacio de arenas. Allí, los ríos maman de las manecillas de un reloj invisible y siniestro. Nada calma su sed de tiempo.
Nunca lo he dudado, para la simiente y el fruto, la finitud es la sombra más clara: la silueta de una profecía fría que se abraza a su savia. Un día la puerta del abismo se abre, el silencio deja de ser compás y su grafía se convierte en pausa de un ritmo sin aliento. Caronte navega sin clave. La música cesa.
Conozco el escenario donde actúo, el espejismo donde giro y duermo. Conozco su batuta, el bastoncillo rutinario que seca "la gracia del agua": los sueños. Aquí, la fantasía es locura. El mundo un desierto. Malviven los mudos. Sobreviven los ciegos. Los herejes están desterrados o muertos.

Últimamente, un terremoto sacude las cocinas. Su hipocentro: un deseo.

Vormark ha descubierto un intérprete virtuoso. Lo ha presentado en sociedad. Todos quieren poseerlo. Su propiedad es la llave del prestigio, la garantía del éxito. Puede entonar a dos voces. No desafina. Desconoce el error. Trabaja solo. Su ejecución tiene un trazo ligero, su acabado es impecable. Ninguna melodía culinaria se le resiste. Lo más burdo y lo más elaborado cobran vida en su garganta de acero: la Varoma inoxidable. Es un artista limpio, rápido y versátil.

Cazos, cazuelas y chinos; licuadoras, picadoras y morteros son sepultados bajo los escombros que se desprenden al pronunciar su nombre: Thermomix.

El hecho de que mi creador me dotara de un motor robusto, un mecanismo preciso y un cuerpo compacto, no son elementos suficientes para eludir la fuerza de su honda expansiva. Suponer que "el programa" de limpieza en el menaje, afectará a todos sin rozar mi existencia, es una presunción absurda. Afeŕrarme a ella, una esperanza sin fundamento que firma mi sentencia. Cuando un reinado nace, la destrucción impone su hambre.

Si no pongo remedio, un día, en un instante, abandonaré mi camerino: este armario blanco y acogedor donde ideé tantas coreografías de frutas, legumbres, harinas, aceites, especias y sales. Un día, en un instante, conoceré la laguna sin clave. El telón subirá pero no seré baile. Una barca de plástico reciclable me guiará por el inframundo. El punto limpio y la basura son los nombres del puerto desde el que los buques se dirigen al feudo de Hades. Si me descuido seré sombra errante. Tengo que prepararme.

Recuerdo que poco antes de que el primitivo cuenco de piedra desapareciera de los hogares, habló de una "rama de oro". La escondía una sibila: "La sibila de Cumas". Era el precio que debían abonar los vivos por eludir el exilio y atravesar el infierno sin que sus nueve brazos de lodo los atrapasen. Lo pagó. Lo escuché cantar durante días y noches una endecha tierna y salvaje. Nunca lo encontraron.

Su proeza me conmovió. Heredé su mantra: "lo semejante atrae a lo semejante."

Yo no sé cantar. Lo mío es el baile. Desplazar mis cuchillas por una superficie, acariciar una melodía dibujar con un roce sabores únicos para uno o varios comensales.

He visto bailar a las ramas de los árboles. Es una danza de ciclos perennes, a veces tierna y a veces salvaje. Puede que el ritmo lo marque la vidente anciana que vive en el aire.

Tengo que prepararme. Hacer que mis cuchillas giren. Convertir mis vueltas en aire. Conjurar a la nube que guarda los sueños. Dejar que "la gracia del agua" mane. Vestir de luz mi camerino. Tejer una rama áurea, una batuta de savia dorada, una varilla tierna y salvaje. Puede que el barquero la acepte. Tal vez, la sibila sea el misterio que hace que mi corazón florezca con cada paso de baile.

Siempre lo he sabido. Quienes me rodean, nunca vieron más allá de la finalidad prosaica de mi uso. Un objeto inanimado que simplificaba su vida.

Nunca lo he dudado, he sido el reflejo de sus minúsculos afanes. Jamás conocieron el calor de mi entrega cuando el vaso de plástico me recibía para convertir las notas en nanas, valses, polcas, mazurcas o tangos fugaces.

Conozco el escenario donde actúo. Un espejismo duro de muros de acero. Un espacio abrazado a un reloj donde los ríos se secan persiguiendo el tiempo. Un desierto donde el horizonte se perfila con la absurda crueldad del triunfo, del prestigio, del aplauso ajeno.

Hoy bailaré de nuevo. Nadie me verá hacerlo. Será una danza de agua y viento."

Cuando Carmen fue a buscar a la batidora con la intención de desecharla, el armario estaba vacío. En su lugar, había un pendiente de oro con forma de rama. Nadie lo entendió. Hubo recriminaciones e improperios. La confusión duró poco. Entre humanos, el olvido es caballo de trote ligero.

Soy el hijo de Vosmark: la forma que viste un deseo, el epicentro del terremoto que asola las cocinas. Hoy vivo en el camerino que heredé de una bailarina. Un armario que cuando duermo, me cuenta cuanto os cuento. Nadie ve más allá de mi uso.

Un día, en un instante, me desplazará otro ingenio: un objeto con más habilidades. Tal vez sea un hermano. Tal vez un extraño. Una vez presentado en sociedad, renacerá el ansia de poseerlo. Más reluciente, más limpio, más rápido y más versátil prometerá prestigio y tiempo. Tengo que estar preparado. El capricho juega con esos seres que se dicen animados y se enredan en minúsculos afanes con los ojos vendados. La sed es su estado. La finitud, su condena.

Ana Isabel Fariña


¿Qué siente el piano cuándo se desangra?

Hoy sé que soy un piano. El día en el que me probaron por primera vez, tuve claro durante unos instantes que mi vida iba a ser larga pero bastante dolorosa.

Me construyeron con mucho mimo y cuidado, utilizaron diferentes tipos de materiales y consiguieron crear una armonía tan precisa entre las piezas, que al mover mis numerosas articulaciones me sentía como un deportista de élite: preparado para salir corriendo.

Pero no fue el caso, después de un largo viaje metido en una caja acolchada, me izaron por los aires y me colocaron en un escenario.

El silencio al apagarse las luces fue estremecedor, no estaba acostumbrado y como quien no quiere la cosa, al tensar mis piezas por la angustia, una tecla se balanceó y repartió por la estancia un sonido que me heló la sangre. Pregunté asustado, quién era y me respondió que DO.

DO, nombre corto y fácil de aprender, sílaba que compone palabras tan dispares como DOrmir o DOlor, nombres tan comunes como DOmingo o tan poderosos como DÓlar, pero también forma parte de un monosílabo que se divide en DOs.

Me gustó DO, pero su sonido fue tan efímero, que la angustia volvió, dos teclas se movieron simultáneamente y gritaron a los cuatro vientos: “Yo soy RE”, “Yo soy MI”.

Se notaba que se complementaban muy bien, juntas consiguieron crear, en cuestión de segundos, el comienzo de algo… una melodía, una canción…

RE, la que REparte para todos, la que REpite las veces que haga falta, la que dicta las REglas en el grupo, RE es REcta y quizá su fallo está en que mira mucho el REloj.

MI, sin embargo, es MImosa, un poco MIedosa, aunque le gusta rodearse de MIsterios a los que MIra con la ayuda de RE, es decir REMIra y REMIra hasta que ve.

DO, RE, MI, los mezclé y MIRÉ DOnde ellas me dijeron. De repente se oyó a FA, era caótica, estaba nerviosa, siempre señalando los FAllos, las FAltas, obsesionada con los FAdos portugueses que expresan mediante sus letras el FAtalismo y la frustración…

Y así, de repente, como para contrarrestar el pesimismo, salió SOL. Estaba orgullosa de ser SOLtera, años atrás estudió SOLfeo y formaba parte de la CLAVE DE SOL. Su comida favorita era el SOLomillo con patatas comido en SOLedad, SÓLo se acompañaba de las demás notas cuando su tono agudo SOLtaba algún quejido equivocado, entonces agarraba a las otras de la mano y formaba un SÓLido equipo, ordenando a cada nota en el pentagrama como correspondía y pegándolas con pegamento SOLuble, de ese de quita y pon.

LA surgió de la nada, tenía los LAbios pintados y LAs uñas LAcadas, disfrutaba tomando el sol como una LAgartija y añoraba su pasado como aprendiza de “LAzarilla de Tormes”.

Y finalmente llegó SI. Era SIlenciosa y SIbilina, sonreía cuando subía hasta las nubes y una vez allí SIlbaba y esperaba ansiosa la respuesta a esa pregunta que formulaba una y otra vez, en el fondo creía que el eco respondería con su propio nombre.

Lo curioso de mi historia es que cada fin de semana al abrirse el telón, yo siento unos dedos que tocan esa parte tan delicada en mí. De inmediato las notas se ordenan y salen orgullosas para perderse por los rincones de la estancia. Ellas se repiten una y otra vez, a mí me desconciertan y, mientras eso sucede, los humanos escuchan lo que ellos llaman música.

Sin embargo para mí, cada nota que se evapora, es sangre que pierdo. Me desangro ante vuestros ojos mientras me aclamáis y me aplaudís.

Chus García


¿Qué ha perdido el agujero del bolsillo?

El agujero del bolsillo ha perdido una moneda y las llaves. Hasta hace un momento estaban con él. Ahora, el agujero se encuentra solo. No entiende como han podido desaparecer pero cree que ha sido culpa suya.

Óscar Fernández


¿Sabe un fósforo encendido de pensamientos?

Al filo de abandonar mi adolescencia; no hago otra cosa que estar encerrado en mi habitación. Habitación construida en el sótano de la casa. Fue un capricho concedido por parte de mis padres, como otros tantos más a raíz de la manifestación de mi enfermedad. No he escatimado en ocupar el gran espacio y la he decorado y he puesto en ella lo que se me ha antojado: una amplia cama, armarios que reposan sin quejarse repletos de ropa, dos confortables sillones delante de una enorme pantalla de plasma, un futbolín, una mesa larga rectangular preparada como si fuese a dar un banquete diario y el mueble más emblemático para mí es: una estantería cargada de trofeos. Porque a donde había una competición, de lo que fuese... ¡ahí estaba yo! Mi trofeo preferido es una estatuilla de bronce oscuro en forma de jugador de béisbol, con bate incluido y la peana es de mármol puro donde tiene gravado mi nombre y la fecha de cuando junto a mi equipo ganamos la liguilla del primer curso de instituto. Son muchas las ocasiones que hablo con él. Le tengo adoptado como si fuese mi talismán del la buena suerte. Le acaricio, le froto como si fuese la lámpara de Aladino. Me conformaría con que me concediese un deseo. Deseo que susurro constantemente caminando en círculos por mi habitación, y es… ¡VIDA! Sobre la mesilla siempre hay un paquete de tabaco y una caja de fósforos. No fumaba mucho y lo hacía de forma furtiva por no molestar a mis padres. Ahora simulo fumar con un cigarrillo entre mis labios. Enciendo un fósforo, ¡pero ni le arrimo!, me limito a preguntarme… ¿cuántos pensamientos puedo crear en mi mente en lo que dura encendido? A duras penas he logrado formar uno y de inmediato se desvanece al unisonó de la muerte del aura de la llama. Cuando menos lo espero, aparece en mi habitación el señor de las preguntas. No sé si es a propósito, pero le gusta hacerlo cuando estoy solo en casa. Siempre me aborda con la misma parafernalia y sin más lejos, esta mañana:

- Estas muy serio, triste, yo diría melancólico. ¿Te duele algo? Si no te duele nada… ¿Por qué no sales a la calle? Tienes que ser feliz, tienes que reír, tienes que reír, tienes que… - no le dejé terminar de hablar.

-¡No me duele nada y me duele todo! ¡Te quieres callar! Tú no eres mi siquiatra. Tú eres…, “entre comillas”, el amigo vecino de mi padre, que se cuela en la cocina a la hora de tomar café. Estoy harto de que me digas que fulanito corre un maratón con una sola pierna, que a menganita la falta las dos y salta a la comba. Lo primero que hago antes de levantarme, es mirarme la pierna que me falta. La que nada mas de que me diagnosticaron el cáncer me cortaron y aun así…, me sigue doliendo. En su lugar pongo una ortopédica de fibra moderna que yo llamo “la pata de palo”. A continuación subo la escalera del sótano agarrándome a la barandilla… y sonrió….y le doy los buenos días a mis padres…y de alguna manera me siento bien de poder hacerlo. Pero sabes… ¿Qué?... Hace algo más de una semana me dieron los resultados de la última resonancia magnética que me han hecho y la putada es que la metástasis se extiende por el tórax, abdomen… por todo el cuerpo. Me han dado dos meses de vida. Y tú me vienes a decirme lo bien que huelen las flores del jardín de mi madre o las patatas fritas… (Valga la redundancia) recién fritas… ¡Vete a tomar por el culo! Y déjame solo para que pueda encontrarme a mí mismo.

El señor de las preguntas o… “entre comillas”, el amigo vecino de mi padre, se desmorono como una hoja de lechuga lacia y sin atreverse a mirarme ni a mediar palabra, subió la escalera de mi habitación a gatas. Me quede expulsando aire de regocijo y encendí un nuevo fósforo, diciéndome a mí mismo en términos filosóficos, si sería capaz de formular dos pensamientos antes de que se apagase. Esta vez la vivaracha llama fue benévola conmigo y como si entendiese cuales eran mis necesidades, me dejo completar dos pensamientos. Primero pensé en coger mi trofeo…o… talismán de la buena suerte…pero… ¿Dónde estaba la buena suerte?...le metería en una mochila y le llevaría al campo de béisbol del instituto. Haría un agujero en el suelo hasta llegar al infierno, le taparía de tierra y que me esperase allí durante muchos años. A continuación pensé y era lo más realista y acertado, que en lugar de entérale, le pondría en la vitrina colectiva de uno de los pasillos del instituto, en concreto al lado de la foto donde me encuentro con mis compañeros de equipo. Y así, las generaciones venideras me recordarían…Y el fósforo exhaló una diminuta estela de humo…

Nicolás Hernández López


En la noche

A mitad de la noche , mientras duerme, me saborea la boca , necesito comer algo.
Me levanto a mitad de la noche de la cama , voy hacia la cocina , cuando estoy en la cocina abro la nevera , veo que no hay ningún alimento que me guste , entonces se me ocurre hacerme con la tostadora una tostada y con la batidora un delicioso pastel.

David Álvarez


A otra cosa, mariposa
¿Qué pensará la última pieza de fruta al cogerla del frutero? - ¡Vaya! Llegó mi hora

¿Qué dirán las palabras de un libro antes de abrirlo?
- Vamos, vamos. Que ya viene. Colocaos.
- No puede ser, capitán. No nos da tregua. Así nunca conseguiremos crear la historia perfecta.
- Venga, venga. Todos a sus puestos. Dejad la historia perfecta para otro momento. Está ávido de lectura. Hay que hacer lo que se pueda para satisfacer sus ansias.
- Pero, mi contrato decía que…
- Déjate en paz de contratos. Ya está aquí. Ha cogido el libro y se está sentando en el sofá. No hay más tiempo.

Toñi Martín del Rey


Discusión interna

Alfredo: Hoy el despertador ha amanecido con la boca abierta, sin duda ahora sé a quién le cuenta la almohada todos mis problemas. Jodida cotilla, éstas almohadas de hoy en día no saben guardar secretos. Ayer me acosté con una copa de menos, culpable sin duda de no haber solapado todos los llantos de mi muebles reumáticos. Con temblores acusados rebusco por todo los cajones de la casa. Las paredes están mirándome, el grifo llora de la risa, los fogones se relamen juguetones, la casa entera está susurrándome. Por pura inercia, como un alcohólico que encuentra un vaso de agua, encuentro mi cajetilla de cigarros.
Cigarro:"seré el siguiente".
Esta frase lleva rondándome toda la noche. No era un grito de miedo ni un lamento a destiempo. Era la aseveración de un hecho inevitable. Por eso, cuando sufrí el tirón que me separó de mis hermanos, no derramé una lágrima, permanecí seco. Es curioso cuando estamos a punto de morir, como se intensifican las emociones, las sensaciones, los sentimientos. Yo estaba siendo quemado vivo literalmente. y sin embargo no podía dejar de notar la suavidad de aquellas manos agrietadas, la mirada anhelante sobre mi cuerpo, cada surco de aquellos labios, que se cernían sobre mí apasionados.
Y el olor, ¡ah! el olor; suave mezcla de sudor frío, loción de afeitado y un poco de perfume del día anterior. En el olor era realmente donde descubrí en aquellos instantes últimos de mi vida lo que era realmente el amor. Pues era entonces cuando se mezclaban nuestras esencias, casi podía acariciar con mi humo su pelo. Y era esto el amor, la sensación de tener todos tus sentimientos contenidos en los últimos instantes, fundiéndose como mi humo en mis intentos desesperados por rozar su cabello.
Y era una muerte tan llena de vida.

Carlos Hurtado


¿Cómo se siente un mortero?

¡Feliz! Desde que alguien supo sacar la música de su alma.

Lourdes Hernández


¿Existe lo que no vemos?

No, no existe. Un día cualquiera, insospechado, me aproximé despacio para sorprender y, no había nada.
En verdad, no necesitaba más, en mis tres dimensiones y media disponía de todo lo que quería para vivir. Pero algo que no puedo precisar, la escarcha emergida de entre la niebla, la alarma súbita de un sueño, la mirada precisa y certera, el viraje de ángulo de perspectiva o que saqué un pie fuera del limbo, me hizo despertar al inconformismo.
Descalza y tatuada con las formas y el fondo, intenté no canturrear, sin aroma ni deslumbrar, atravesé mi apegado espacio vital y traspasé el umbral de lo inexistente. Procuré que mi llegada no se pudiera prever, que no se esperara por que podrían ubicar “lo que no vemos”.
Algo me pareció atisbar pero estaba vuelto, vacío, hueco, un sin abismo insondable, un agujero etéreo, destellos imaginarios, sombras entre sombras. No podía no verlo, no había nada.

Antonia Oliva


El espejo

Todos los días, permanecía en silencio. Callado. Ante mis asombrosos pensamientos.
Entonces, venía ella. Y la observaba, tomando referencia de su hermosa belleza.
Se lavaba, me miraba, o al menos eso parecía.
Se maquillaba, me miraba y ante mi asombro siempre era yo.
Había otros espejos en la casa.
¿ Por qué me elegía a mí?
Luego, llegaba ese, ese que la hacía suspirar.
Gozaba sintiendo cada centímetro de su piel.
- Realmente, ¿soy hermosa?- dijo en alguna ocasión.
A mi me gustaría decirla todo lo que siento y siempre he sentido.
Pero tan solo soy un espejo o lo que queda de él.

Iria Costa


El picaporte

La niña ha crecido con una pregunta rondándole por la cabeza: ¿reconocerían los picaportes quien los abría?
Igual parece una cuestión extraña, pero es que la mayor afición de la niña es observarlo todo y cuestionarlo. Y en particular su obsesión es observar la puerta del fondo del pasillo. No sabe que guardaba detrás, no la han llevado jamás y es demasiado pequeña para accionar el picaporte. Sin embargo, con el tiempo, observando desde el otro lado del pasillo, se ha hecho una experta en aquel manillar dorado: si entra mamá no chirría, con su hermano se produce un extraño quejido y para su padre se abre rápida acompañado de un leve cras. Sin duda el picaporte tiene que reconocer la mano que lo toca.
La niña, cuando nadie mira, se acerca, se estira lo máximo, apoyándose sólo en la puntera de sus zapatos de charol. Espera el día que su mano alcance su objetivo y descubrir cómo responde su amigo a su mano.

Leticia Vicente

Manual de instrucciones

La primera sesión del taller de escritura la dedicamos a las instrucciones, algunas relacionadas con el curso del taller y el trabajo a desarrollar y otras relacionadas con la vida.
Cortázar sabía mucho de instrucciones. Por eso acudimos a sus Historias de cronopios y de famas para aprender a subir una escalera, a cantar, a llorar o darle cuerda al reloj. Veamos cómo hay que proceder para llorar de forma correcta:

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos. (Instrucciones para llorar)

Antes de dar cuerda a un reloj es preciso escuchar algunas consideraciones previas. Oigamos a Julio Cortázar:



Ahora sí podemos darle cuerda al reloj, después de saber qué significa en nuestra muñeca este objeto:

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.  (Instrucciones para dar cuerda a un reloj)

Hablamos de la vida cotidiana, de la rutina, de cómo las acciones que nos acompañan en nuestro latir cotidiano están impregnadas de literatura, de arte.
Gustavo Martín Garzo también se suma a esta fiesta con un texto en el que nos ofrece las claves para despertar el gusto por la lectura en los niños: Instrucciones para enseñar a leer a un niño


Propusimos como tarea escribir un texto a la manera de Julio Cortázar y combinar en él ternura e ironía. Y dejamos como sugerencia algunos títulos por si la inspiración no nos alcanza:

Instrucciones para coser un botón
Instrucciones para poner la lavadora
Instrucciones para planchar una corbata
Instrucciones para programar el vídeo
Instrucciones para fregar un suelo
Instrucciones para tirar de la cadena
Instrucciones para apagar el televisor
Instrucciones para saltar a la comba

Estos son los trabajos enviados por algunos de los participantes en el taller:


Instrucciones para morir en una cama de hogar o de Hospital (según las circunstancias)
Sentado en el sillón, frente al televisor después de haber comido algo, comida más o menos normal, de un supermercado al uso, corriente, con sus productos equilibrados en número y diversidad, en contraposición a otros, dónde la amalgama de variedades culinarias sobrepasa con holgura la perpetua insatisfacción humana, quedo petrificado ante las personas que aparecen diseminadas por campos baldíos, tirados por el suelo y comiendo restos de algo con trazas de arena. Me pregunto cómo dormirán a la noche...

Al momento, el periodista cambia de tercio y aparecen algunos corruptos que andan de un juzgado al otro, tratando de engañar a un juez, para que les metan los menos años posibles en el trullo, mientras, algunos viejos, parapetados por una fila de policías les mandan recados cargados de ira. Me pregunto, que será de sus ahorros y si alguno de ellos ha tenido que salvar a sus hijos de la puta crisis...

Trago como puedo las onzas de chocolate negro y respiro profundamente. No me doy cuenta y cambio de canal. Una niña, con la cara pixelada aparece en una cama de Hospital. Es un Hospital limpio, blanco, con enfermeras y médicos que hablan tras una mesa muy bien ordenada. A su lado unos padres manifiestan que su hija no tiene salvación y quieren que muera de una manera digna. Pienso en mis hijos y desconecto la televisión.

Me incorporo inmediatamente y reflexiono sobre mi final, en el mío propio, el que deseo no llegue a la mayor brevedad, pero que tampoco se dilatase en tiempo de más y en forma calamitosa, que pudiera llegar consciente a una cama, quitarme las zapatillas sin dolor y que un buen profesional me tapase con cariño. Y fijarme mucho, en los rostros jóvenes de los becarios y las becarias, en los últimos compañeros de cama y apostar con ironía quien pasaría primero esa gran meta final, dónde los de acá, te apretujan y te besan desconsolados, entretanto, expectante, especulas como los de allá se preparan para darte una cálida y gloriosa bienvenida.

José Luis Moreno Gutiérrez


Instrucciones para tirar de la cadena:

Primero mírese en el espejo y piense en todo aquello que le sobra. Piense en lo más evidente, el contenido de sus intestinos. Siga por esos dos kilos de más que le impiden ponerse su vestido rojo. En el corazón encontramos ese amor que no lo fue y que usted se empeña en llamar “su primer amor”, sabiendo que esa frase no es más que una pavada “jolivudiense” ( “pá” que se jodan los anglófilos). En la garganta tiene atragantado un “ váyase al carajo” que no se atrevió a soltarle a su jefe. Y la culpa, esa gran culpa que arrastra desde que creyó aquello del pecado original. Esas dos amigas a las que no soporta pero que sigue empeñada en utilizar para rellenar su soledad, más sola con ellas. La intención de todos los años de aprender inglés, que para qué demonios querrá usted aprender inglés, si ni tan siquiera viaja a la playa. Y terminando por los 347 amigos de Facebook. Nunca fue más cierto eso que dice el poeta González Iglesias “líbrame del reino de la cantidad”.

Y ahora, haga todo lo que tenga que hacer. Excepto lo de perder los dos kilos. Mejor cómprese un vestido nuevo, rojo también.

No se olvide nunca. En la vida hay que tirar de la cadena, no poner ambientadores.

Elena Vicente


Instrucciones para saltar a la comba

Desplazamiento del pie,
coordinado por el tiempo,
da paso al objeto inanimado.

La mente mecaniza su cuerpo
en un acto placentero.

El iris fija la mirada
desplegada en el entorno.

Las manos,
ancladas en la cuerda,
impulsan el salto en un segundo.

Piernas y brazos
coordinan el compás.

Manos en la cuerda,
pies en el suelo
ascienden y descienden
con un ritmo de sonidos
en sintonía con el viento.

Sofía Montero García


Instrucciones para no tener pesadillas

Proceda a sentarse en el borde de su cama, asegúrese de estar vestido con el pijama adecuado según la época del año en la que nos encontremos, que no nos aporte demasiado calor ni nos arrecie de frío.

Póngase un antifaz oscuro que cubra bien los ojos, túmbese y tápese con las mantas hasta el cuello. Este punto es importante, intentaremos dejar la menor parte de nuestro cuerpo en contacto con el exterior para evitar contagios de los durmientes que nos acompañen, si se da el caso. Apague la luz.

Si hemos seguido correctamente los pasos anteriores y coincide que además tenemos una vida plena y satisfactoria, usted debería dormir a pierna suelta, o lo que es lo mismo, disfrutar con sus sueños. Seguramente podrá vislumbrar allá en el fondo una zona oscura y sucia, se trataría de los suburbios oníricos a donde usted nunca debería acceder bajo ningún concepto.

Sin embargo, si al cerrar los ojos de repente percibimos una sombra a lo lejos, ¡precaución! Se trataría de una pesadilla. Seguramente se haya escapado del cajón catalogado como “miedos” de nuestro cerebro. Como el camino desde los suburbios es largo, está usted a tiempo.

Intente echarle un vistazo, pero no la mire directamente a los ojos. Si ve que dobla su propio tamaño, tiene un andar ondulante y amenaza con acercarse, gírese inmediatamente y centre su atención en cualquier otro cajón: “viajes”, “colores”, “amigos”…, e intente ir hacia el elegido con rapidez.

No debería, pero lo peor que puede pasar es que en medio de esa huida, usted note el dedo huesudo de la pesadilla tocando su hombro, instándole a que se dé la vuelta. En ese caso, no queda más remedio que despertarse agitadamente y darse unos minutos para recomponerse.

Si llegamos a este punto, volver a empezar por el principio.

Chus García


Instrucciones para planchar una corbata

La primera vez que alguien decida planchar una corbata, debe seguir unos criterios ya definidos:

1º) La corbata debe ser fea a rabiar, y tenerla una tirria exagerada.

2º) Extender la corbata todo lo larga que sea, por el lado bueno, en la tabla de planchar.

3º) Olvidar adrede, colocar una tela de retal de sábana, encima de la corbata.

4º) La plancha debe humear un vapor abrasador, como si fuera el de la máquina de un tren de carbón de los de antes.

5º) Agarrar la plancha con ganas, con firmeza, con la mano derecha ( con la izquierda los que sean zurdos o del P.S.O.E), y darle siete pasadas rápidas a lo largo de toda la corbata, y sin apenas descanso, hacer lo mismo por el otro lado.

6º) La faena realizada generará un vapor exagerado, por lo que habrá que tener preparada una pinza de las de colgar las camisas y en el tendedero se deberá colgar la corbata, esperar media hora, ¡Y a ver qué pasa!

7º) Si la corbata no ha quedado bien, la próxima vez se debe probar con la corbata que mas aprecio tengamos, hacer todo lo contrario, ¡Y, a ver qué pasa!

Luis Iglesias


Instrucciones para arrancarse el corazón.

Cuando las lágrimas pesan por la carga de la pena, la incomprensión o el desgarro.
Cuando el aire se espesa con noticias de corrupción, violencias y guerras.
Cuando las personas son traídas y llevadas como simples mercaderías y
el mar las escupe yertas a la arena de la playa donde otras tuestan sus ombligos al sol.
Cuando la montaña es ceniza huera.
Cuando la vida se asfixia.
Cuando mirar al cielo se hace un lujo.

Es el momento de arrancarse el corazón y ponerlo encima de la mesa…

Las instrucciones a seguir son fáciles:

Si el torso está cubierto por una camisa, olvidar los botones. Agarra con fuerza la prenda, una mano a cada lado de la botonadura, a la altura del pecho. Inspirar con fuerza y cuando el aire embriague cada poro de la piel, soltar un grito y a la vez un tirón seco que haga a todos los botones saltar por el aire, luego percibir el “tin” de cada uno de ellos al besar el suelo. El pecho quedará al descubierto (De ser camiseta u otra prenda sin botones desgarra sin compasión la tela, acompaña la acción con gritos y tacos sonoros de esos que desahogan).

Mirar fijamente los dedos de la mano derecha, la mirada tiene que ser cruzada, la frente arrugada, el gesto adusto… notar como los dedos se afinan, se afilan con lentitud pero sin pausa, hasta sentir que ya no son dedos lo que tiene la mano, sino 5 finísimos bisturís de corte tan preciso capaces de partir un pelo de pestaña que flote en el aire.

Llegó el momento, sin titubeos, hundir la mano derecha sobre el costado izquierdo, agarrar al corazón sin miedo y arrancarlo… depositarlo encima de la mesa… después de admirarlo durante un rato y sentir los pálpitos saltarines (poner cuidado no se caiga de la mesa)… llorar… llorar… llorar… sin lágrimas. Pensar: si la vida es bella por qué la ensuciamos… seguir llorando.

​M. Venttini​


Instrucciones para asistir a un entierro

Elija ropa oscura, no muy ajustada (evitando así lo libidinoso), para el evento.
Camine y entre en la iglesia con paso decidido y afectado, pero no altivo,
de manera tal que ante todo su asistencia quede patente.

En caso que se decida usted por llorar, sea consciente de su lugar y papel dentro de la ceremonia. Llore bajito y sin dar cabida a los mocos si es usted un mero conocido del muerto o su profesor de la secundaria.

Permítase el hipo y los temblores a él acompasados si es un antiguo amor (verdadero) o un amigo. No llore bajo ningún concepto si es usted el cura.

Procure que el beso a los familiares sea liviano y corto, pero afectuoso.

Recuerde no traer a colación defectos ni episodios embarazosos del muerto, ahora que éste ya no puede defenderse.

Haga inventario, por el contrario, de sus múltiples virtudes, excepto en caso de ser usted mismo el fallecido, a riesgo de parecer jactancioso.

En ese particular, mejor no asista a su entierro. De serle esto posible.

Ana Rivero


Instrucciones para no molestar al de al lado en el cine

Es de esperar,que la persona que va a ver una película,busque sobre todas las demás cosas,entrar en un mundo hasta el momento ignorado.

Regla 1ª
No comer palomitas,si el hambre te tienta,deja que se disuelvan en tu saliva,así evitarás despertar los jugos gástricos de los q te rodean.

Regla 2ª
Si algo te sorprende enormemente,siéntelo en tu interior.No es necesario que los demás se enteren de tus emociones.Déjalos a ellos disfrutar de las suyas sin interferencias.

Regla 3ª
Si es posible,descansa tu cabeza en la butaca.De no ser así,no marees al espectador de detrás.También él ha pagado tu saber estar.

Regla 4ª
No comentes,no pienses en voz alta,tus pensamientos no interesan en la proyección.La película ya está hecha.

Siente,sólo siente....Déjate llevar...Sorpréndete...
Disfruta...,y deja disfrutar.....
Gracias

Lucía Centeno


Instrucciones para bajar una escalera

Si usted se encuentra en disposición de bajar una escalera, previamente ha debido realizar necesariamente el ascenso de la misma. Obviaremos pues las aclaraciones sobre el concepto de escalera. En caso de que precise aclarar este concepto, recurra a las “Instrucciones para subir una escalera”. Como recomendación adicional, si precisa consultar dichas instrucciones, es muy recomendable que las lleve consigo si en un futuro inmediato pretende regresar al punto inicial.

Aunque carece de aplicación práctica, a nivel teórico existen dos clases de descensos. El primero nos conduce a pie de calle desde una altura superior. El segundo nos conduce por debajo del nivel del suelo desde la superficie. En cualquiera de los casos la técnica es la misma. En el segundo supuesto, se recomienda acompañarse de una fuente de luz si no tiene la seguridad de que exista una en su destino.

Desde el punto de vista técnico, el proceso es muy similar al de ascenso. Si está consultando estas instrucciones es probable que haya consultado las directrices de subida en nuestra indicación. Aplique la misma técnica, corrigiendo únicamente unos detalles. En vez de flexionar la rodilla y elevarla ligeramente hacia el plano horizontal más próximo frente a usted, flexione la que no se desplaza, y estire la contraria hasta alcanzar el plano horizontal inmediatamente inferior. Sólo cuando el extremo de la pierna no flexionada haya alcanzado su objetivo abandonará la flexionada el plano que ocupa, corrigiendo la flexión hasta colocarse junto a su par. Cuando adquiera soltura en esta técnica, puede desplazar directamente la pierna flexionada inicialmente al plano horizontal inmediatamente inferior a la estirada, cuidando en todo momento que una de ellas mantenga contacto con el suelo en todo momento. Para ello alterne el orden de flexo-extensión indicado. Repita esta operación hasta alcanzar un plano horizontal más amplio. Proceda entonces a consultar “Instrucciones para caminar”.

No se preocupe de la aparente complejidad de estas instrucciones; una vez adquirido ritmo, desempeñará estos movimientos de forma armoniosa y natural.

Miguel Ángel Pérez


Instrucciones para coser un botón

1. Lea cuidadosamente todas las instrucciones antes de hacer nada.
2. Tómese su tiempo.
3. Considere, por si acaso, la posibilidad de padecer fobia a los botones, o sea, si pudiera ser kompounofóbico
4. Seleccione un botón adecuado a la prenda y ojal que piensa abrochar.
5. Valore su grado de temor a las agujas, es decir, su grado de belonefobia.
6. Tome una aguja de su costurero y también un hilo, ni largo ni corto. Elija con criterio el color.
7. Póngase sus gafas de cerca si es que ya tiene presbicia.
8. Enhebre el hilo a través del hondón de la aguja y hágalos pasar inseparables por uno de los agujeros del botón.
9. Acerque el conjunto a la prenda donde quiera coserlo y traspase la tela con la aguja hasta el fondo, en dirección a la parte inferior del botón, siempre con el lado punzante de la aguja a la cabeza. Emprenda el camino de vuelta, atravesando la tela y acierte a salir por un nuevo agujero. 
10. Si está cosiendo el botón sentado, desnudo en el sofá, cuide de no engancharlo por descuido a su piel, podría pasar un mal rato con una camisa colgando de su nalga, por ejemplo.
11. Continúe arriba y abajo con la aguja y el hilo según su grado de compulsión (una vez más por si acaso) o hasta que el agujero se haya cerrado por completo.
12. Por último, abandone los orificios ya sin vida del botón y sitúese por debajo del mismo estrangulando con el hilo su punto de unión con la prenda y dando tantas vueltas al eje como su nivel de ansiedad le dicte (que sepa que con 3 es suficientes)
13. Profane de nuevo la tela y por seguridad, remate con dos o tres puntadas más encabalgadas ( el número de las mismas dependerá de su conducta obsesiva)
14. Si no tiene miedo a las tijeras, si no sufre de Aicmofobia, de un corte limpio e independice al botón de la aguja y su hilo.
15. Haga pasar el botón suavemente a través del ojal y compruebe que su prenda queda con firmeza abrochada, mientras el botón se luce original y oportuno, si esta fuera éste el objetivo o simplemente si es a resultas funcional.
16. Si ha terminado de leer cuidadosamente todas las instrucciones y cree poder estar afectado de cierta hipocondría, respire hondo y lleve a cabo solamente lo sugerido en el apartado 2.

Paz Mateos


Instrucciones para tirar de la cadena

Evacuar periódicamente los desechos orgánicos es una necesidad. Nadie lo cuestiona. El cuerpo es una nube de longitud y grosor variable, un sueño carnoso y carnal multicromo, una flor única en su aroma. Que surque el cielo en paz, siembre ilusiones hasta en los infiernos y regale su perfume sin saber que lo hace, demanda la ingesta de una cantidad de alimentos, nutrientes de calidad variable, que un sofisticado engranaje procesa y discrimina con mimo. No todo es asimilable. Las sustancias nocivas no deben almacenarse. De hacerlo, el veneno se hace dueño, rey de un reino sin futuro, monarca de corona efímera y cetro inclemente. Evitarlo supone permitir que los depósitos específicamente diseñados para su acogida y expulsión, funcionen de forma natural. Es irrefutable.

Optar por la contención es un error. Disimular el apremio y posponer su eliminación un dislate. Los residuos no conocen el término ocupado. La carencia de espacio no evita su llegada continua. Donde eran cien serán millares.

Manejarse en esa variable es una condena. Ante su invasión, los diques de contención ceden y con su desmoronamiento, el fango exporta su gangrena. La tierra enloquece. La música escarlata que la sostiene se pudre. La nube se desvanece. Las quimeras vomitan una pesadilla recurrente. La flor se marchita: su aroma se pierde. Es el preludio del fin, el remate luctuoso de una comedia donde el escenario devora a sus personajes. La sala entera huele a muerte.

Eludir este desenlace supone aceptar con humildad que el proceso de defecación, aunque apeste, es inevitable. Ningún héroe es ajeno a sus miserias. Sólo proclaman su valentía los cobardes. La gloria es ajena a proclamas y camuflajes.

En un mundo de escasos titanes, se diseñan trajes para vestir este trance. Eufemismos que visten el grito animal con galas de seda razonable. Tules con los que se confecciona un espacio, un ambiente exclusivo, un universo de dimensiones variables donde el actor -ante el menor indicio de tirantez abdominal, estén o no estén sus depósitos repletos- acude. Allí, en el excusado -tal es el nombre con el que se designa al lugar indicado-, en la más absoluta intimidad, abandona esa carga potencialmente letal.

No es exagerado afirmar que la mayor parte de las veces, el abandono se realiza sin percatarse del valor que el hecho posee. Solo en situaciones límite, el hacedor omite el espejismo de pureza artificial que le cobija y es consciente de su hazaña.

Sea como sea, una vez libre de cargas, comienza su carga: borrar huellas.

Conseguirlo supone conjurar a la cascada, el salto de agua que vive oculto. No siempre es fácil. Acertar demanda reconocer el terreno.

No hay dos estancias idénticas. Su variedad abarca cuestiones de forma infinitas, y lo que es más importante, diversos rituales. Lograr lo que se pretende supone acertar con la invocación adecuada. Obstáculo para muchos insalvable. Es por ello, que cada vez son más los excusados que entre sus rasos ocultan un mago. Un hechicero invisible que ante el simple alzamiento de nalgas provoca el aullido acuoso de la catarata a la par que entona melodías primaverales y despeja el aire con su aliento de rosas, jazmines, lavandas y falsedades.

Si tras el alzamiento todo es silencio, el nigromante no está.

Ha de ser el propio autor del abandono quien suplique al trueno que rasgue los cielos.

Lo más importante es mantener la calma haya lo que haya alrededor y no salir corriendo.

Cualquier conjuro que se realice en este tema puede comenzar con dos simples palabras: cordel o botón. Hay que encontrarlas. Existe la posibilidad de utilizar el término cadena, pero su evocación es equívoca.

De movernos en el primer supuesto, un cabo más o menos roñoso, colgará de un techo más o menos frágil.

Verlo es sencillo. Le gusta columpiarse cerca del ángulo que dibujan las paredes. Asirlo es algo más complicado. Puede ocurrir que tenga el nido muy alto o la piel escurridiza. No pasa nada. Si el invocante posee una decisión clara y un ánimo férreo, puede proseguir. Los recursos para ello siempre están a su alcance. Un ligero tirón y el manantial queda libre.

De no hallarlo, hay que concluir que no hay madriguera ni larva colgante. Estamos en un escenario distinto, y de ser así, el sortilegio ha de comenzar de forma diferente.

Un botón metálico es la llave. Su ubicación es variable.

En los espacios menos trabajados, suele aletargase en una caja que sobresale de la pared, un muro que de estar sentado el invocante queda a su espalda y de encontrarse ya en pie, frente a su cara. Solo hay que presionar.

Si tras hacerlo no se escucha el bramido el agua, hay que tirar hacia arriba de él. Ha de ser un impulso vertical y suave. Un arrastre delicado. Es esa sacudida la que consigue que un palito de metal no muy grande se trasforme en varita mágica. El diluvio llega. No hay canoa. No hay paloma. No hay laurel. Nada se salva.

La ausencia de caja puede desorientar al oficiante. El extravío dura el caer de una arena. La desnudez del habitáculo únicamente indica un hacer camaleónico más refinado. Una evolución en el diseño.

En este caso, Neptuno espera su reclamo tras el propio muro. La llave es parte del alicatado. Un resalte discreto. El dedo, normalmente el anular, ha de convertirse en flecha, la pieza localizada es la diana. Cuando se unen, el mar vomita su furia. Una furia cristalina y mansa.

Evacuar periódicamente los desechos orgánicos es una necesidad. Nadie lo cuestiona. El cuerpo humano es una nube de longitud y grosor variable, un sueño carnoso y carnal multicromo, una flor única en su aroma. No todo es asimilable. Las sustancias nocivas no deben almacenarse. La corona del veneno es efímera. Su cetro inclemente. La música se pudre. La tierra enloquece. La gangrena se extiende. El aroma se pierde. Es irrefutable.

Hay quien lleva en sus ojos residuos de tristezas carroñeras. Restos de un dolor que se enquistó en sus pupilas y canceró la alegría. Negra es su sangre. Día y noche evocan el muerdo de la serpiente. Noche y día refuerzan los diques con bailes de disfraces. Su calendario es un carnaval de disimulos permanente. Orgullosos, esconden sus miserias. Optan por la contención. Camuflan el apremio y se condenan. La cicuta no conoce el concepto espacio. El fango acumulado trasforma su sueño en pesadilla recurrente. La peste se extiende. Tienen miedo: la vergüenza de reconocer el frio, que solo la mentira les defiende, que son falibles, que son débiles. El escenario les devora. Su sombra huele a muerte.

En este supuesto no hay excusado, ni seda, ni botón, ni mago. El abandono ha de ser consciente. Da igual que sea en un espacio abierto o cerrado. Poco importa que queden huellas de la proeza. Lo fundamental es conjurar el llanto originario. Una vez hecho, el oficiante, puede surcar los cielos en paz, sembrar ilusiones hasta en los infiernos y regalar su perfume sin saber que lo hace. La gloria es ajena a camuflajes.

Ana Isabel Fariña


Sin instrucciones para dejar de sangrar o no sangrar demasiado

Todo a nuestro alrededor es sangre.

Recuerdo el día en que nací. Sí, es cierto que mi memoria alcanza hasta ese extremo. Recuerdo cómo la sangre brotaba desde el interior de mi madre en el momento en que abrí los ojos y vi la habitación azul. Fue entonces, cuando empecé a comprender que la vida es sangre, rojo amanecer e intenso fuego.

Tiendes a mirar en la lejanía y, apenas unas cuántas gotas de lluvia se detienen sobre la mancha que cercó el suelo, evitando así la desaparición inmediata de aquello que ocurrió, en aquel momento. Porque la sangre ha de dejar rastro, si no… ¿dónde hallamos su recuerdo?

Te despiertas de tus cinco minutos de siesta, que ya se han convertido en casi veinticinco, sobresaltada por el sonido que produce la olla a presión. Inútilmente, comprendes cómo se puede echar a perder, en un descuido, aquello en lo que invertiste un espacio de tu tiempo, y lo comparas con la propia vida. El olvido dibuja rostros que sangran, de aquellos que desaparecen tras pronunciar su nombre. Mientras tanto recoges, con manos húmedas y frías, tu pelo suelto e intentas despejarte de tu sobresaltado despertar, con un leve bostezo.

Respiras, acompasando tu lento caminar a tus vagos pensamientos, hacia los que atraes esos nombres propios que conoces y desconoces, que sangran por cada poro de su piel, producido por la soledad, la tristeza, la pobreza o, la peor herida cuya profunda hendidura les desangra: La mentira. Y no sabes cómo detener ese chorro que desde la yugular emana los efluvios de un cuerpo sin sentimiento, enfermo de risas irónicas que hacen desangrar el alma.

Sabes detener a tiempo la olla a presión, si no lo haces, explota. Mas no encuentras por ninguna parte ese libro de instrucciones de la vida, que llevas buscando tanto tiempo, y te vuelves loca y te quedas sola entre las mentiras de la gente y la tuya propia, mientras la propia vida explota.

Tina Martín Mora


Instrucciones para digerir una noticia

Una vez relajado (condición indispensable) en su aposento, colocado el periódico en su mejor ángulo de visión y junto a él, un vaso de agua, respire profundamente y lea el primer titular. En efecto, un sentimiento, mezcla de perplejidad, ansiedad y enfado, recorrerá su interior. Esfuércese, usted es fuerte, que no le invada. Para ello haz provecho del vaso de agua, pero beba solo un trago, existe riesgo de atragantamiento. Levántese y no lea más si no es masoquista devoto. Una noticia al día, o a la semana, acorde a su grado de sensibilidad, es suficiente. Sustituye el vaso de vino tradicional, aunque la ingesta de dos de estos inmediatamente después de leer la noticia, disminuye las consecuencias nocivas de dicho hecho y, por lo tanto, lo recomiendo en las situaciones más delicadas. Si, aun así, le ha sobrepasado el titular, siga las instrucciones para llorar de Cortázar, e inténtelo de nuevo el mes siguiente.

Arturo Carrasco González


Instrucciones para levantarse de la cama

Suena el despertador, lo sé, no es de su agrado. Su primer pensamiento es el de posponer el inicio de su día, cuestionando su fidelidad a los planes de los que estaba convencido la noche anterior. Pero como usted es fiel a sí mismo, estire su brazo y busque con las yemas de los dedos el interruptor de la luz y púlselo. Esta le ciega, se dará la vuelta instintivamente impidiendo que lo haga por completo a la vez que emite una especie indistinguible de gemido que indica que se está más cerca del objetivo. Aún no ha vencido, la duda continua, incluso se hace más fuerte. Para vencerla tire su almohada al suelo. No es una medida aparentemente convencional, pero funciona pues su comodidad disminuye notoriamente. Por último, tírese usted también, es infalible.

Otro método más rápido, pero no recomendable es despertarse con las noticias de la radio siguiendo las instrucciones anteriores, pero no dispone de un vaso de agua y menos de vino, por lo que no conseguirá digerir la información y tendrá que llorar.

Arturo Carrasco González


Instrucciones para coser un botón

Lo primero de todo para enfrentarse a la ardua tarea de coser un botón es tener ganas.

¡Sí! Como suena, se necesitan muchas, muchas, ganas; te libra el hecho de saber que solo es uno, porque si te tienes que enfrentar a una larga hilera de botones, desistes seguro en el empeño.

Hechas las ganas ,la decisión de si coserlo de pie o sentado puede llevarte un rato, lo mejor es hacer la prueba y decidirás sin lugar a dudas , que es más cómodo hacerlo sentado . Una vez hecho esto y con la prenda en la mano a la que le tengas que coser dicho botón, tienes que tener el material necesario para llevarlo a cabo, en ese mismo momento te percatas de que te falta todo lo demás, a saber: aguja e hilo y por supuesto un dedal, porque de todos es sabido que costurera sin dedal cose poco y cose mal. Asegurarse aquellos que necesiten gafas que las llevan puestas y ¡manos a la obra!

Lourdes Hernández


Instrucciones para fregar un suelo:

En primer lugar, decida que habitación o que estancia de su hogar quiere fregar. Presupongamos que desee fregar la cocina:

Empiece por coger un palo cilíndrico en cuyo extremo inferior hay un trapo dispuesto y recortado en tiras alargadas. A este palo se le conoce habitualmente como fregona. Coja luego un cubo de plástico que generalmente se vende de manera conjunta a la fregona y rellene con agua limpia un tercio o la mitad de su capacidad. Compruebe que el cubo tenga un escurridor. En caso contrario, o lo ha perdido o le han timado en la tienda.

Deposite el cubo en el suelo, cerca de donde va a comenzar a fregar e introduzca con cuidado la fregona en el cubo. Mójela y, a continuación, presione la fregona sobre el escurridor moviéndola, según su preferencia, en el sentido de las agujas del reloj o en el sentido inverso. Acto seguido, coloque el trapo situado en el extremo inferior de la fregona sobre el suelo. Agarrando el palo de la fregona con las dos manos realice un movimiento oscilante de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, desplazándose así mismo por la cocina. Comprobará como en poco tiempo el suelo estará mojado y, lo que es más importante, limpio. De vez en cuando remoje el trapo de la fregona en el agua del cubo y escúrrala. Tenga especial cuidado en no encharcar el suelo; en no tirar el cubo y en no quedarse aislado en mitad de la cocina, rodeado por un suelo mojado. Para evitar este problema puede fregar en último lugar la zona cercana a la puerta de la cocina.

Deje la puerta o una ventana abierta para que el suelo se seque más rápido. Y, por supuesto, acuérdese de que la cocina está mojada antes de entrar en ella a por un vaso de agua.

Óscar Fernández


Instrucciones para apagar la televisión

Mientras estoy viendo la televisión , me levanto hasta la mesa en donde esta el manual, cojo el manual para leer las instrucciones de como va el manual, para el funcionamiento de la televisión.
Después de probar con las instrucciones apago la televisión hasta el día siguiente...

David Álvarez


Instrucciones para conseguir acariciar a un gato que venga por sí mismo

Lo primero que debemos tener en cuenta es plantearnos la finalidad: ¿Para qué? Si pretendemos sentirnos superiores y dirigir su voluntad para obtener una falsa sensación de éxito como consecución de una meta o, considerar que alguien nos hace caso tras un día de fracasos, es mejor que directamente desistamos. Empleemos nuestro tiempo en ayudar a los demás, ir a una ONG o simplemente ver el rosco de Pasapalabra. No habremos conseguido acariciar un gato, pero nos sentiremos mucho mejor con nosotros mismos y no pondremos en duda aún más a la autoestima.

Un gato no sólo es un ser vivo y perspicaz, no sólo es completamente independiente. Tiene además de voluntad propia a cada momento, un amplio concepto del libre albedrio de manera genética. Y es listo, muy listo pero también veleidoso, imaginativo, suspicaz y curiosón. Por aquí conseguiremos nuestro objetivo ya que es incapaz de negarse jugando, a inspeccionar qué fenómeno consigue obtener la atracción de todos, incluso más atención de la que él mismo consigue.

Ya sabemos un poco más, cómo piensa un gato. ¿Pero cómo pensamos nosotros? Estamos acostumbrados a ser caprichosos, muy caprichosos. A conseguir lo que queremos sin apenas esfuerzo. A ordenar y acto seguido, que se nos obedezca. Nada más lejos de la realidad de un félido. Por eso si le llamamos por su nombre podrá parcialmente darse por aludido, pero salvo que otro instinto aún mayor le venza no conseguiremos que se acerque (nada de darle latitas de comida, buscamos ofrecerle cariño no provocarle desórdenes alimenticios).

Para acariciar a un gato que venga por sí mismo al entrar en una estancia, lo más rápido es salir de la habitación y volver a entrar como si él no estuviera. Acercarse a la estantería más cercana, extraer un libro y sentarse a leer sin mirarle siquiera. Si nos dirigimos a la más lejana quizá nos entre hambre, vayamos a la cocina; o quizá nos llame alguien por teléfono y nos olvidemos completamente de qué estábamos pergeñando.

El contenido del libro es lo de menos, salvo que analicemos de nuevo el primer punto y lo que realmente deseábamos era leer un libro. Repito, el truco reside en cogerlo con soltura de la estantería, ignorando completamente al felino en cuestión. Los gestos de concentración en la lectura, ayudarán a crear el condicionamiento propicio para que nuestro amigo se acerque sin posibilidad de evitarlo. Su curiosidad va a ser superior al miedo a que su interlocutor vea que el propio félido va detrás de alguien, y no al revés. Cuando se acerque, en un leve y aparentemente descuidado movimiento debemos dejar caer un brazo y cerrar el puño. Conviene no hacerlo al revés, puesto que si se cierra el puño y se suelta el brazo podemos conseguir golpear al gato y, aparte de arañarnos en defensa propia, permanecerá a la defensiva por un largo espacio de tiempo (y ya ni con latitas…).

Debemos aguardar a que nos olfatee el puño, a que nos mire con esa intensidad desbordante en sus iris, incluso a que emita un ligero maullido para captar nuestra atención. Es el momento más delicado, no debemos flaquear aún (ser fuertes no vale decir que no podéis evitarlo). Acto seguido el gato se subirá violentamente en nuestro regazo y tratará incluso de desplazar físicamente al libro, para ponerse en su lugar y que lo acariciéis por un breve espacio de tiempo. Se recomienda escoger un libro de tapa dura por si el félido la emprende con él y consigue su objetivo. Acariciarlo no durará mucho pero será intenso y merecerá la pena.

Chema García


Preámbulo a las instrucciones para nadar al estilo braza

¿Ya está lista para un buen chapuzón matinal? ¿Tiene todo preparado: bañador, gorro, gafas, zapatillas, toalla? Si es así, encamínese hacia la ducha. Se desaconseja distraerse por el camino con los masculinos cuerpos atléticos y musculosos que se encuentran a su alrededor. Piense que observar con detenimiento estas figuras puede llegar a desmotivarla ya que nunca alcanzará una mirada o sonrisa de parte de ellas. Se trata de figuras a las que nunca podrá aspirar. Créame, no sueñe con ellas. Si le sirve de consuelo, debe saber que los dueños de la piscina coloca estos cuerpos “Danone” dentro del recinto para impulsar a los incautos a alcanzar y luchar por una figura similar. Pero no se engañe: no son reales, apenas salen a la calle y sus cerebros no son proporcionales al tamaño de sus bíceps, pectorales, glúteos, aductores, abdominales o cualquier músculo que se le ocurra.

Una vez avisada de ello, acérquese a la ducha, gire el grifo situado a la altura de su pecho hacia el lado derecho y deje caer el agua caliente mientras nota cómo ésta golpea intensamente su cuerpo. 

Una vez familiarizada con el líquido elemento, diríjase al hueco comúnmente conocido como piscina. Introduzca levemente la parte inferior de su pie derecho para controlar la temperatura, que nunca será la misma que encontrará en la ducha, no se haga ilusiones. Baje las escaleras preparadas para este menester e introduzca su cuerpo hasta que sus pies se asienten en el suelo. Si siente la necesidad de resoplar al estilo de un equino y piensa “¡Quién me mandaría a mí, con lo agustito que estaba yo en la cama!”, hágalo. Sólo en caso necesario, recurra a la imagen musculosa previamente desaconsejada. De esta manera se motivará a continuar sin arrepentirse de haber abandonado su lecho. A continuación siga las siguientes instrucciones que le permitirán entrar en calor.

Instrucciones para nadar al estilo braza, rana o pecho

1º - Inspire profundamente como si le fueran a robar todo el aire contenido en el recinto.
2º - Sitúe todo su cuerpo de forma horizontal, brazos y piernas extendidos de forma paralela.
3º - Introduzca la cabeza debajo del agua y comience a expulsar, por la nariz y la boca, el aire que previamente ha recogido del exterior. Ese aire se transformará en burbujas que acariciarán suavemente su cara en su subida hacia la superficie.
4º - Al mismo tiempo que esto ocurre, separe las palmas de su mano y gírelas hacia fuera empujando el agua hacia los lados como si quisiera apartarla de su camino y abrirse paso al estilo “Moisés”.
5º - Siga el movimiento de los brazos y trace un círculo hasta que pueda recogerlos a la altura del pecho como si quisiera dejarlos descansar.
6º - Mientras éstos se van recogiendo, saque la cabeza levemente del agua como una tímida rana. Inspire de nuevo llenando sus pulmones de aire.
7º - Encoja sus rodillas, lleve los pies hacia las nalgas. Inmediatamente estire las piernas e intente dar una patada al agua como si quisiera escapar de alguien que fuertemente le está sujetando. Esta patada le servirá para impulsarse y deslizarse por el agua como si de un pez se tratara.
8º - Repita este proceso una y otra vez. Vaya hacia delante y hacia atrás por la calle ocupada por usted hasta toparse con el muro perpendicular que indica su final. En ese momento, dé la vuelta y repita la operación tantas veces como crea oportunas para expulsar de su cuerpo el estrés acumulado durante la semana.

La coordinación, en un principio, parece complicada. Sin embargo, una vez adquirida la técnica, la simplicidad del estilo le permitirá evadirse y centrar su pensamiento en las tareas pendientes, soñar con su media naranja, siempre que exista, o incluso con el monitor musculoso que le está enseñando las instrucciones del nado.
Una vez acabado el tiempo, o las ganas, según el caso, salga de la piscina por la escalera antes mencionada. Agárrese fuerte a ella pues el exceso de ejercicio, sobre todo si no está acostumbrada, le causará tal flaqueza, que sus piernas se habrán convertido por breves instantes en extremidades de goma. Sentirá flojear su cuerpo, sentirá que no es suyo, pero no se confunda, es su cuerpo levitando por el recinto hasta volver a la realidad. Si por realidad se entiende toparse con esos cuerpos impresionantes que no se encuentran en casa.

Toñi Martín del Rey


Manual de instrucciones para apagar la televisión

Para apagar la televisión es necesario lo siguiente:

Primero.- Tener una televisión que esté encendida. No importa si es ud. propietario o propietaria de la misma, poseedor o simplemente usuario ocasional, lo que es imprescindible es que la televisión esté encendida en el momento exacto que ud. quiera apagarla.

Segundo.- Aunque no es necesario, resulta muy cómodo tener cerca una mando a distancia. No sirve cualquier mando a distancia, debe ser el mando a distancia de la televisión encendida que ud quiere apagar. Para evitar retrasos y dilaciones, este mando deberá estar claramente identificado y separado, a ser posible, del resto de mandos a distancia que ud. tenga.

a) Si se pregunta ¿ Qué es una televisión? ¿ y para qué sirve? Es probable que tenga ud. menos de 34 años, y considere la televisión un trasto muy antiguo.

b) Si no tiene ninguna televisión-ni encendida ni apagada – es posible que considere la televisión un trasto inútil, que desinforma y atontona la mente.

En cualquiera de estos casos, se aconseja no seguir leyendo estas instrucciones ya que, al final, le resultaran completamente innecesarias. En caso contrario, deberá seguir los siguientes pasos:

Primer paso.- Visualice el botón de apagar la televisión. Dependiendo de cada modelo, el botón puede estar ubicado en cualquier sitio. No obstante, por regla general, el botón de apagar es el mismo botón de encender, y está colocado bajo la pantalla del televisor o en la parte superior del mando a distancia, bien a la derecha o bien a la izquierda.

Segundo paso.- Presione el botón de apagar la televisión. La combinación sofá o sillón más televisión encendida puede crear adicción, y en muchos casos resulta imposible dar al botón de apagar, incluso si el programa que está viendo es insoportable. Por tanto, si ud se encuentra a las 2 de la madrugada con la televisión encendida, muerto o muerta de sueño, y se pregunta ¿ Qué hago yo a estas horas viendo estas payasadas? Respire hondo. Abra los dos ojos adormilados todo lo que pueda, y visualice el botón de apagar el televisor. En el dedo índice de cualquiera de las dos manos, concentre todo el valor y la fuerza de voluntad de que sea capaz, y presione con determinación el botón de apagar. Verá que enseguida la pantalla queda oscura, podrá levantarse del sillón o sofá sin ningún problema, y marcharse a la cama, tranquilamente.

Inmaculada Román Allende


Instrucciones para cortar el pelo a un mozo noble

1. Comience buscando un buen ejemplar de mozo rubio de pelo crespo, al estilo de noble de alta cuna.

2. Espolear el pelo con las manos hasta que quede como si viniese de un acantilado de Zumaia, agitar cual ruleta hasta visualizar el corte idóneo.

3. Fragmentar el corte estilo rotura de cáscara de pistacho, a lo moderno, con ternura, sin calvas por las chuflas.

4. Acuclillarse a unos metros y observar con los ojos entornados de artista desde la puerta, procurar no asemeje cabeza de ánade, ni forma de lima.

Aronbanda


Instrucciones para lavarse los dientes.

En primer lugar, es necesario tener en cuenta si la dentadura es propia o postiza parcial, puente, o total, castañuelas.

En el caso de dientes naturales prepare un cepillo ad hoc y pasta dentífrica. Con los postizos totales, es preferible un cepillo de uñas fuerte y jabón LagartoR o Escamas SaquitoR; la lejía puede ser excesiva, y se aconseja realizar la operación fuera de la boca.

El acto se inicia con la extensión de la pasta sobre el cepillo, la introducción de éste en la boca y la realización de un movimiento mixto, semirrotatorio y vertical, con suavidad pero con determinación. No es necesario dejar el hueso al aire.

Dado el tempo de acumulación de partículas, el lavado de dientes se considera apropiado llevarlo a cabo después de las comidas; una, dos tres, cuatro, n veces al día. O ninguna, como acontece en un importante segmento de la humanidad, ya sea por falta de comida, de agua, de cepillo, de pasta o de dientes.

Por eso, la higiene dental considerada en el amplio marco de un mundo globalizado, es, sin duda, un problema político.

Dionisio Alonso


Instrucciones verbales para poner la montura a un caballo
-¡Samuel! ¡Levántate! Tienes que aprender a poner la montura al caballo… ¡De hoy no pasa! En lo que desayunas y coges fuerzas, que las vas a necesitar, yo le voy sacando de la cuadra.

¡Bien Samuel! Primero lo hago yo y al mismo tiempo te daré las instrucciones básicas y a grandes rasgos de cómo se hace…Tienes que mirar de que el lomo está limpio y seco... ¡No me mires así! Hay que madrugar para limpiar al caballo. Primero le pones el cabezal. Asegúrate de que el bocado… ni le baila entre los dientes, ni le hace daño en la boca. ¡Ten cuidado a ver si te muerde! Aunque… no te vendría mal un pequeño mordisco, a ver si despiertas. A continuación le pones la montura o silla, como quieras llamarla. El Pecho Petrales, no hará falta que le pongas, ya que he sacado el caballo más dócil de la cuadra. Cundo pongas la baticola, no te demores, corres el riesgo de que el animal te cague los pies o te de un repentino golpe en la cara con el rabo. Pasa la cincha por la barriga, asegura las albillas hasta formar media circunferencia perfecta… ¡ves!...así, de lo contrario, cuando estés arriba puedes volcar. En cuanto a los estribos, los tienes que regular a tu medida, no dejes uno más largo que el otro, si no lo haces como te digo, parecerás cojo…y… ¡tú no estás cojo! ¿Verdad?...

¡Esto ya esta! ¡Fin de mis instrucciones! Se lo quito todo al caballo y ahora tú…

¡Bueno! Si crees que ya está listo… ¡Sube!

¡Cuidado que te vuelcas! ¡Cuidado! ¡Cuidado!..¡Ya te volcaste! ¿Te has hecho daño? Pero vamos a ver Samuel… ¿Me quieres decir que parte de las instrucciones no has entendido?

Nicolás Hernández López


Instrucciones para reír

Siéntate, respira hondo, toma aire.
Lleva la respiración tranquila y lo más ajena posible al ruido de la calle.
Cierra los ojos, no los abras, déjate llevar.
Estira todos los músculos de la cara.
Y haz una mueca.
Sonríe.

Iria Costa


Instrucciones para elegir una manzana del frutero

Se debe elegir una manzana que no esté ni muy dura ni muy blanda pero, en lugar del manoseo alterno de la fruta, es aconsejable adivinar su estado por el color de madurez. De entrada se rechazarán las verdes y, si se preseleccionaran dos, se optaría por la que más apeteciera.

Si alguna de las manzanas tuviera ojos, zonas reblandecidas o semiputrefactas, si no son muy extensos, la manzana es válida pero si ocuparan aproximadamente el cincuenta por ciento de la superficie total, posicionar el pie derecho en el pedal de apertura del cubo de basura y realizar una pisada a fondo para dejarla caer junto con los demás desperdicios cuando se levante la tapa.

En el caso extremo de que fuera necesario realizar una labor de limpieza de las piezas del frutero por que por inapetencia habitual, la fruta estuviera medio podrida, cabría la opción de comer varios restos de manzana saneados. Este hecho es especialmente frecuente en el caso particular de las personas golosas que de diez veces nueve, van a preferir chocolate o “algo dulce” en lugar de una manzana, por perfecta que sea.

Antonia Oliva


Instrucciones para olvidar

Lo primero es recordar. Recordarlo todo, hasta que la memoria desborde como un pantano muy lleno. Entonces, se abren las compuertas y se deja que el agua lo arrastre todo al exterior.
Si cuando terminamos aún quedan recuerdos que no se quieren conservar, lo mejor es dar una capa de pintura sobre todo. Iniciar con el negro y, cuando esté bien seca, pintar de blanco. Queda sobre los recuerdos una capa gris, como la niebla cerca del mar, que creará una cierta indiferencia hacia ellos.
Por último, en este lienzo habrá que ir pintando nuevos recuerdos, se recomienda hacerlo con pincel y pinturas a estrenar, para no cometer los mismos errores.

Leticia Vicente