Nizar Ali Badr (escultor sirio)
Migrar es una palabra casi nueva en el diccionario. La Real Academia Española la registra por primera vez a finales del siglo XX: en 1984. Migración, en cambio, es un término registrado desde 1855; y aunque centuria y media es mucho tiempo, si pensamos en las largas duraciones de la historia podemos aceptar que se trata de otra palabra reciente o al menos recientemente aceptada en el repertorio del español. Tendríamos así un léxico nuevo para hablar de cuestiones tan antiguas como antigua es la vida de la humanidad, pues la segunda palabra hace referencia puntual a las “emigraciones históricas que han hecho razas y pueblos enteros”. Éxodo se encuentra desde 1611 en los diccionarios que consignan los vocablos del español y destierro desde 1495. Migrante es la última palabra que llega para reunirse a las anteriores en la lista; aparece en los territorios de la lexicografía académica en 1989.
En este desandar el camino de la palabra migrar puede verse que en 1732 el sustantivo emigración se empleaba para hablar de “la partida de un lugar a otro, o de una parte a otra”; la definición se acerca mucho a la que se ofrece de migración en 1984, salvo que en este segundo año se habla de país en vez de lugar o parte y no se hace referencia a una salida sino a un pasar, eso es, a un desplazamiento, cuya intención final es establecerse en el lugar donde se llega. En buena medida la acción de migrar se localiza mentalmente entre el éxodo y el destierro: entre la acción de abandonar una tierra de penurias para llegar a un terreno promisorio y la pena de verse expulsado o proscrito del sitio donde se ha nacido o donde se ha formado una familia [...]
[...] hoy las personas que migran son condenadas muchas veces a sobrevivir entre la discriminación, la exclusión y la violencia, sea por las condiciones mismas del tránsito ilegal o porque ahí donde llegan se les obliga a vivir a la sombra o son devueltos al sitio donde ya padecían la falta de oportunidades, servicios, educación y alimento.
José Manuel Mateo, profesor y escritor, es autor del libro Migrar, uno de los libros que vimos en la sesión del taller:
Otro de los libros que vimos y comentamos fue Emigrantes, de Shaun Tan:
Emigrantes es la historia de una emigración contada por medio de una serie de imágenes sin palabras que podrían parecer propias de un tiempo lejano y olvidado. Un hombre deja a su esposa y a su hijo en una ciudad miserable para intentar prosperar en un país desconocido al otro lado de un vasto océano. Al final se encuentra en una ciudad enloquecida, de costumbres extrañas, animales peculiares, curiosos objetos flotantes e idiomas indescifrables. Con tan sólo una maleta y un puñado de monedas, el inmigrante debe encontrar un lugar donde vivir, comida y algún empleo con el que ganar algo de dinero. Le ayudan en sus peripecias algunos extraños compasivos, cada uno de ellos con su propia historia personal muda: historias de luchas por sobrevivir en un mundo lleno de una violencia incomprensible, de agitación y de esperanza.
En esta ocasión propusimos una doble tarea de escritura:
1. Construye tu propio ABCDario relacionando los términos con el tema general de la emigración o de los emigrantes, y luego desarrolla el trabajo: Abusos, Barcos, Cárceles, Deportaciones, Emigración, Fronteras, Guardias, Huida, Integración, Latinoamérica, Mafias, Náufragos, ONGs, Pasaporte, Refugiados, Solidaridad...
2. Escribe un texto de forma libre que refleje el drama de los refugiados.
Estos son algunos de los trabajos recibidos:
Exilio
Río de ilusiones
navega en el presente.
La mente destruye
imágenes del recuerdo.
Deseos de vida
transitan con palabras,
gritan libertad,
calcinan el pasado
que oprime la esperanza.
La muerte vacía el pensamiento,
deshoja la piel aprisionada.
Noches de huida
surcan caminos
para emigrar en el agua.
Despojos de mar
parpadean en la tierra,
tatúan la mirada
que sufre con las horas.
Crisis de luz
en un mundo de sombras.
Sofía Montero
Exilio
Río de ilusiones
navega en el presente.
La mente destruye
imágenes del recuerdo.
Deseos de vida
transitan con palabras,
gritan libertad,
calcinan el pasado
que oprime la esperanza.
La muerte vacía el pensamiento,
deshoja la piel aprisionada.
Noches de huida
surcan caminos
para emigrar en el agua.
Despojos de mar
parpadean en la tierra,
tatúan la mirada
que sufre con las horas.
Crisis de luz
en un mundo de sombras.
Sofía Montero
Arrastrados
¿A dónde llevan esos pasos rotos
arrancados de la raíz por la sinrazón?
no saben dónde ir
no saben dónde van
humo de bomba los arrastra, los empuja, los aplasta.
Solo el barro hace camino
(barro minado, agujereado de metralla)
¡No saben dónde van!
¿Quiénes se encargan de esto?
¿No oís los gritos?
¿No veis las olas del mar teñidas de lágrimas?
Lobos de dos patas
buitres sin alas
“dimitris” armados
esperan su parte de la tajada
El sol los olvida
la noche les enfría los dedos, los labios, la cara.
¡Les rompen la risa!
¡Les rompen el alma!
Solo la codicia de unos pocos los amamantan.
Dientes que se aprietan con rabia.
Impotencia de saliva que escupe lava
(la mar la traga y la vomita
porque no la aguanta)
¿No hay nadie que haga nada?
Mentiras disfrazadas,
fanatismos roídos,
intereses que siempre ganan.
Arrastran su pasado,
arrastran su presente,
arrastran su futuro…
¡Vidas hipotecadas, vidas desahuciadas!
¡No saben dónde van!
¿Por qué también les rompen la esperanza?
Que se oiga nuestro grito,
que se oiga nuestra rabia…
M. Venttini
Zozobra de desayuno
Astenia de realidad y hierro
Buscando un sentido;
Corazones, cansados,
Dedos hinchados,
Exhaustos, corazones
Fracturados del camino.
Generaciones y genealogías de
Hambres, espinos;
Injusticias en la vista de
Jóvenes, y no tanto.
Krákow quedó allá.
Linternas que anhelan una
Mañana, o un punto en la
Noche, como ejército de luciérnagas:
Ñoras picadas.
Orín y oscuridad,
Pena que camina en
Quejumbre de pies,
Ruido oxidado de un
Sistema opresor,
Terrorífico vampiro;
Ultimátums que ejecutan
What a wonderfull
world.
XX, XY, no sex, no gender:
Yangtze de cadáveres;
Zozobra, de desayuno.
Carmen Álvarez
El abecé de una migrante
El abecé de una migrante
Nahla era
consciente de que la vida que le esperaba le exigía amoldarse a una nueva
lengua. Por sus estudios y otras experiencias, que tras lo vivido en los
últimos días ahora parecían las de otra persona, sabía bastante inglés, algo de
español, un poco de portugués y nada de alemán. Samir sí sabía algo de alemán,
pero él ya no estaba. Como su destino aún no estaba claro, repasaba las lenguas
conocidas y montaba pequeños abecés en su cabeza, para mantener la mente
ocupada y porque por algún lado habría que empezar.
Asilo: pedir asilo en un país que
le abriera la puertas era la meta final. Antes, sin embargo, tocaba sobrevivir
a otras pruebas, como a no desmayarse en aquel vehículo atestado de gente
llamado bus. De nuevo, un hombre se
le pegaba más de la cuenta, quizá por la falta de espacio. Con el poco aire que
le llegaba a la cabeza, se preparaba mentalmente para el próximo control. Allí, no sería más que una
cifra, ente anónimo desplazado. Debía
asegurarse de llevar consigo toda la documentación, mas no podía dejar de
preguntarse cuál era el motivo de tantos papeles, si, al fin y al cabo, ya no
tendría otra identidad más que la de extranjera.
El vehículo la llevaba
a otra estación de paso antes de cruzar otra frontera, una línea en un mapa que es un obstáculo en el mundo real.
En otros tiempos, soñaba con cruzar las fronteras por curiosidad, pero en
última instancia, la única razón de ser de todo era la guerra, esa fuerza que había teñido todo, incluso el mar, del color
de la tierra más oscura.
De nuevo
intentaba moverse, alejarse un poco de aquel señor que se le pegaba. Una voz
interior le insistía en que se conformara, que esto no era tan malo como la
barcaza. Sin embargo, sentía la misma sensación en el pecho, un temblor que no
se iba. Era como una ola que crecía en su interior. ¿Cómo se le llamaba a eso?
La voz hablaba de nuevo. —Da igual—decía. Pero ella continuaba luchando contra
esa sensación de que ya nada importa y que hace que te dejes llevar sin
resistencia como quien ya no siente nada, contra el hastío. Y sin embargo, la voz le repetía que la única forma de
enfrentarse a lo que venía era volverse inmune.
Por fin llegaba
el bus a su destino, que no el de ella, y tocaba ajustarse a una nueva jerarquía: aprender quién mandaba y
quienes eran sus subalternos; en cualquier caso ella estaría en el último
escalafón. Una vez identificadas las figuras de autoridad, lo próximo sería
averiguar cuál sería su próximo destino y contabilizar cuánto le faltaba por
llegar en todas las unidades pertinentes: dinero, tiempo, fuerzas, obstáculos y
kilómetros.
Le daba gracia
eso de pensar en kilómetros porque
era la primera vez en su vida que realmente consideraba las distancias. Antes,
las distancias eran cortas, familiares y automáticas; y los destinos no eran
más que las palabras básicas y sencillas: casa, trabajo, escuela, parque,
mercado. Ahora que los referentes de esas palabras habían sido destruidos,
vivía la vida de las palabras complejas; la vida en que incluso las palabras
sencillas se cargaban de un peso inesperado. Lugar, por ejemplo: salir de un lugar,
ir a un lugar, ocupar un lugar, un lugar mejor. Eso que antes estaba dado ahora era la diferencia
entre la vida y la muerte.
Apretaba contra
su pecho aquel librito por solo poner la nacionalidad
adecuada –adecuada en el papel, que no en el mundo—le garantizaba una oportunidad. Aún le llamaban pasaporte, aunque no todos los que lo
portaban podrían pasar. Después de los primeros trámites y de asearse un poco,
dio una vuelta por las carpas. Todo el mundo hablaba a la vez, en un murmullo
pesado que parecía una queja. Quejarse no podría traer nada bueno. Por
eso, sin quejarse, se movía por entre las carpas con los demás refugiados en busca de un poco de
comida, un poco de ropa, un poco de información.
Cuando se
dirigía a comer algo, tropezó a causa del suelo
irregular. No pudo evitar pensar en esa cosa maltrecha que eran los suelos. De
asfalto, de tierra o de piedra, hechos de nada y, sin embargo, eran el centro
de tantos problemas. En ese mismo suelo se sentó y devoró la comida. Debía
investigar, antes de que llegaran los trenes y, de nuevo, fuera todo tumulto. Oyó algunas muchachas como ella
que hablaban y se les acercó. Sin conocerla de nada, le abrían espacio en el
círculo y contestaban sus preguntas con naturalidad. Tal vez, después de todo,
en medio de tanto rencor había alguna sustancia universal.
Una de ellas
comenzó a contarle de su viaje. En su
móvil, le mostró mapas, fotos, direcciones e incluso algunos contactos que
tenía. Casi parecía que hablara de un viaje de estudios o de placer. Ese ánimo
no justificado le recordó a Samir. Entonces, entre las fotos de la muchacha
apareció una de sus padres y se le quebró la voz.
—Ya son viejos,
tal vez no los vuelva a ver.
Nahla empezó a
consolarla, pero su propósito de volverse inmune era más fuerte. No valía la
pena hacer amigos, así que, sin que mediara una transición, le preguntó cuál
era la contraseña del wifi.
—No hace falta
contraseña.
—Perfecto, gracias—contestó
con voz casi robótica.
El wifi, esa sí era una sustancia
universal. Entonces se puso a leer y a aprender el abecé completo los próximos
obstáculos, que iban desde los atropellos concretos, hasta aquel fantasma que
aun carente de carne y hueso lo permeaba todo, ese fenómeno llamado xenofobia.
Vio las imágenes
anónimas de otros que como ella habían sobrevivido a las bombas, al
hacinamiento y hasta a ahogarse en aquella yola
que había costado más que un crucero. De nuevo sentía el temblor en el pecho,
en el estómago, no tenía punto de origen. Aún no conocía el vocablo, pero
dentro de unos meses se enteraría de que era la zozobra. En español, se le llama zozobra a la acción del mar embravecido, pero también, a ese rugir
de olas que se te queda por dentro.
Ismarie Díaz
Refugiados
Hay palabras, que cuando se pronuncian, el oído no las recibe con agrado, suelen llevar detrás alguna tragedia escondida.
El abecedario es muy rico en estas palabras. Abandonar, patera, alambradas, carestía, chabola, desolación, enfermedad, frío, hambre, ignorar, lágrimas, llorar, miedo, odio, paliza, robar, refugiado, sufrir, temor, ultrajar, violación, xenofobia, yacer, muerte, zurrar, etc., etc.
Con los refugiados que escapan de la guerra y de la miseria, se pueden aplicar muchas de estas palabras.
¿Cómo se puede acabar con estas situaciones?¿Qué podemos hacer individualmente las personas?¿Qué deben hacer los países ricos? ¿Por qué los medios de comunicación apenas dan información?
Debemos reflexionar y pensar que algún día nos puede ocurrir a nosotros.
Luis Iglesias
Emigración
Aventura llena de angustia en la que no faltan los abusos
Barcas y balsas que, a menudo derivan en muerte, cruzando fronteras desconocidas, buscando nuevos horizontes..
Condenados a caminar sin rumbo por caminos, a menudo intransitables
Desterrados de sus países , descalzos muchos de ellos, deambulando con el desaliento en sus miradas
Embarazadas con el miedo reflejado en sus rostros,hombres taciturnos con escuálidos niños tristes..Todos luchando con la
Esperanza de que su suerte cambie un día y encuentren un mejor
Futuro para ellos y sus hijos…Y ahora con el
Frío helándoles el alma..mientras
Guerras y más guerras inútiles, les golpean duramente y en su
Huida: hambre, hastío y hacinamiento en los campamentos que no siempre encuentran.y siempre con la Incertidumbre de lo venidero y la impotencia ante tanta falta de humanidad, con el agravante de no conocer los idiomas de los países que recorren
Kilómetros y kilómetros deambulando sin saber dónde terminarán pero buscando sentirse
Libres en algún lugar para poder empezar de nuevo sin tener que derramar más
Lágrimas por tanto sufrimiento y sin entender esas despiadadas
Mafias que les engañaron y esquilmaron y quizá su destino sea la muerte...Ahora, sus maletas, los que las tienen, están llenas de sueños rotos ..Muchos de estos migrantes fueron
Náufragos que sobrevivieron de milagro; algunos no sabían nadar..
Niños a los que se le robó la infancia injustamente, y todos en busca de
Oportunidades que les permitan cumplir su meta, ONGs que también luchan por esta causa.
Pies polvorientos, deformados y heridos…Vienen de diversos países, la mayoría sin pasaportes,
Quedaron , los que los tenían, en sus lugares de origen, quemados o enterrados bajo las ruinas de lo que un día fue su casa..Ahora se han convertido en
Refugiados, miles y miles que arriesgan su vida cada minuto, caminando sin rumbo en busca de una
Salida digna para sobrevivir y conseguir sus sueños, no piden mucho. Sólo
Trabajo y un techo dónde asentarse y empezar de nuevo..pero es difícil la
Unión Europea les cierra sus puertas , y sufren ultrajes..Las
Vallas ( físicas y burocráticas) aumentan impidiéndoles pasar y
La Xenofobia que crece en toda Europa por miedo a camuflados
Yihadistas que entren y perturben nuestra rutinaria vida..Ojalá que llegue ese día en que
Zafándose de tantas zancadillas puedan volver a vivir en paz y olvidar sus pesadillas..
Rosa Celia González
Si hubieran sonreído
(Lo que me transmitió Angy, una payasa)
Arrancados de sus vidas, son nómadas hacia un destino miserable. Vete y vive, por que si no estás muerto. Seres como nosotros pero sin suerte. Se equivocaron, un error de mesura, no deberían estar ahí.
Los de sin fondo, los vacíos, los que nunca se llenan, los que nunca tienen suficiente. Estos si merecen la muerte.
Rabia abatida por ciegos de emoción. Humanidad sin vida o muertos que matan. Merecen la muerte. Naturaleza viva, muerta.
Poderosos que serán los que pierdan de riqueza. Riqueza que es mierda en sus manos y, espuma del vómito de nada en sus mentes huecas. Sudor con más sudor por la avaricia de sacar los dientes, arrancar el cuero quitar el pellejo y hacer botas para llenarlas de vino y celebrarlo con una danza alrededor del fuego.
Por humanidad ciega, revuelven los montones del saldo y sacan al azar al desagraciado, pegan tiros al aire y pisan como dioses que incitan a driblar para salvarse.
Los niños juegan a los muertos y se sufre por todo.
Nosotros no lo sufrimos bastante.
Trenes fantasmas de los que ya no existen para nadie, de los que dejaron de ser antes de desaparecer de las vidas propias. Revolcados, son ojos en el fango y piernas y brazos expirando de impotencia, vencidos por el peso de la paciencia, no aguantaron más y abnegaron.
Niños como hormigas locas que giran, se muerden y confunden de padre, no hay diferencia, los días caen como la niebla espesa en un bosque lúgubre.
Antonia Oliva
El becerro de oro
Hay vendedores de ideas que tienen la palabra clara y la intención oscura. Son feriantes del verbo. Sus zapatos, siempre están relucientes. Su aliento, infecto. La tiara es su recompensa.
Hay mercaderes de despacho que tienen mesas de madera noble y sangre de viruta infame. Son chalanes del habla. Sus promesas, siempre son luminosas. Su acción, cruel. El oro es su premio.
Todo universo tiene un cetro, en él se esconde el misterio de sus giros: la rotación y la traslación de los pueblos.
Poco importan las golondrinas. El tirso es la única vara.
Poco importan las primaveras. La púrpura es la única luz.
No hay caminos amables para quien mantiene su llama.
Hay comerciantes de estaciones. Son tratantes de mapas: tierras sin nombres y sin hombres. Duermen los sueños sedosos que el bautismo del poder santifica. Su reposo es sordo al susurro atronador del invierno eterno.
Hay mercachifles de batallas. Son buhoneros de fornituras: correajes de miedo y hambre. Rotulan las raices rotas que la gracia de la comunión consagra. Su mesa es ciega al clamor silencioso de los ríos que naufragan en un cauce yermo.
Todo universo tiene un cetro, en él se esconde el misterio de sus giros: la rotación y la traslación de los pueblos.
Poco importan las golondrinas. El tirso es la única vara.
Poco importan las primaveras. la púrpura es la única luz.
No hay caminos amables para quien mantiene su llama.
Un becerro dorado basta para justificar la barbarie. Quien se ha iniciado en sus ritos, lo sabe. Quien aún no ha recibido su gracia, la ansía. Supone que en su mano, la flor de lis será un brote justo y generoso. Desconoce la macabra magia que esconde su aroma. Su embrujo es sutil. Pocos iniciados sobreviven.
La rueda del tiempo ha visto nacer y morir monarcas, nunca coronas. El trono es el hechicero inmortal que seduce a los mortales. Cambia de forma y de nombre, pero no de canto. Su melodía siempre es fúnebre.
Todos los pueblos lloran. El mago recoge sus lágrimas, abraza su dolor y siembra nuevas fronteras. Lindes infranqueables.
Es difícil escobar la ignorancia que separa por distintos a quienes, en lugares diferentes o tiempos distantes, sufren desgracias iguales.
Es difícil creer que el pan y los peces se multiplican si se comparten.
Es difícil entender que dar de comer es la única forma de comer sin hambre.
Es difícil llorar con la madre de un hijo muerto, cuando el tuyo fue el causante.
Es difícil cobijar al errante que ayer quemó tu casa y hoy, por el misterio de un giro, se quedó en la calle.
Es difícil huir de la sombra suntuosa del nigromante.
La tierra y la mar, empachadas de cadáveres, lo saben.
Ana Isabel Fariña
Abedecedario del migrante
Eran las leyes y aquello parecía un zoo, en medio de la oscuridad no quedaba nada. Era una impotencia y una rabia de querer ayudar y no poder. En medio del bombardeo a sus casas, la humedad provocaba peleas allá donde fueras y parecía todo muy saturado. Era como un látigo de dolor lo que sentías cuando te atracaban y aquello por lo que pelaste desapareció para siempre.
Tu casa, el kiosko de la esquina...Desde Macedonia hasta Etiopía había un campo de refugiados. Toda tu fortuna más querida desaparecía. Sin embargo, aquello no era calidad de vida ni mucho menos. ¿Esperar que bombardeen mi casa? Tuve muchas visiones, donde no encontraba mi casa y no llegaba a ubicarme, tiraba de la taza del water con la esperanza de no oír otro estallido. Quizás un rayo X imprevisible y difícil de evitar. Había muchos barriles tirados. ¿Qué significaba aquello? Era la garra que te sujetaba y llorabas de dolor...
Iria Costa
Sofía:
ResponderEliminar“Despojos de mar
parpadean en la tierra,
tatúan la mirada
que sufre con las horas.”
El viento los levanta y los esparce por el cielo, entonces las nubes lloran con la lluvia…
Buen trabajo.
Carmen: Álvarez
“Pena que camina en
Quejumbre de pies,”
Sombras que apagan corazones y deshojan el alma… ¡la pena se clava!
Buen trabajo
Ismarie:
“Aún no conocía el vocablo, pero dentro de unos meses se enteraría de que era la zozobra”
La realidad de mucha gente… Ojalá que no les toque a nuestros hijos/nietos…
Buen trabajo.
Luis Iglesias
“Debemos reflexionar y pensar que algún día nos puede ocurrir a nosotros”
Preguntas que se cruzan con los suspiros y se diluyen como el azúcar en el café… ¿Quién responde?... silencio…
Buen trabajo.
Rosa:
“Frío helándoles el alma…”
Congelándoles las venas para siempre…
Buen trabajo.
Antonia:
“Niños como hormigas locas que giran, se muerden y confunden de padre, no hay diferencia, los días caen como la niebla espesa en un bosque lúgubre”
Y la noche los arropa sin calor, sin el aliento cálido con el que la esperanza sonríe, la inocencia también es derrotada.
Buen trabajo.
Ana Isabel:
“Poco importan las golondrinas. El tirso es la única vara.
Poco importan las primaveras. la púrpura es la única luz.
No hay caminos amables para quien mantiene su llama.”
Becerros de oro multiplicados por cero, el resultado es cero… ¡cero!
Iria:
“Era la garra que te sujetaba y llorabas de dolor...”
Un llanto seco y frio… muy seco y muy frío… el nudo de la garganta anuló el grito.
Buen trabajo.
Ana:
ResponderEliminarBuen trabajo. (por supuesto...disculpa, se me pasó)