De puro meteoro

La sesión de esta semana estuvo dedicada al libro De puro meteoro, de Antonio Rómar publicado en la excelente editorial Aristas Martínez.
Nos centramos en dos de sus cuentos: "La invisibilidad del servicio" y "Quién lo probó". Hablamos del amor con todas sus certezas y su aristas, tal y como Lope de Vega hace en su soneto 126, de las ausencias y las presencias, de la pérdida, de la falta de comunicación en la pareja, de realidades y ficciones.



Conocimos a Rómar y su opinión acerca de la escritura y de su libro en una interesante entrevista que le hace Laeticia Rovecchio Antón en la Revista de Literatura y Alrededores Pliego Suelto
Y comentamos la excelente reseña "Como la primera cerveza", publicada en La Nueva Crónica y que firma el escritor y crítico José Ignacio García. En ella comenta con un certero análisis el libro de Antonio Rómar.
Volveremos a este libro y le dedicaremos una atención especial.


Tarea de escritura

Busca en el diccionario una o varias palabras raras o extrañas cuyas definiciones te sirvan como marco de inspiración o creación de una historia. El texto no tiene por qué contener dichas palabras pero sí debe girar en torno a sus significados




aliende. adv. 1 ant. allende (II de la parte de allá).
paparrasolla. f.p.us. Ente imaginario con que se amedrenta a los niños a fin de que se callen cuando lloran.

Toque de queda
“De lo que no se puede hablar, hay que callar”. Ludwig Wittgenstein.

La esfera flotaba en el aire y parecía respirar. Se hinchaba o se vaciaba tomando diferentes formas, extendiendo o concentrando sus colores, degradados aquí, saturados un poco más allá, siempre pixelados, como si estuvieran diseñados por una inteligencia artificial. Y le hablaba, solo que en un lenguaje totalmente desconocido -encriptado- para el hombre que estaba intentando trabajar frente a su ordenador.
Pidió a Alexa que le abriera la puerta del balcón, y salió. Como de costumbre, había gente tras las ventanas, en las terrazas. Parecían tomar el sol, inmóviles, nunca se hablaban entre ellos. Miraban al cielo, los ojos demasiado abiertos, como esperando algo. El día era luminoso, quizá demasiado luminoso, pensó.
La calle estaba vacía, la ciudad estaba vacía. El silencio era absoluto, congelado, como el cuarto acolchado de un siquiátrico. Sin embargo, en el parque desierto el viento movía las ramas, las fuentes seguían echando chorros de agua que subían y bajaban componiendo diferentes geometrías, coloreadas como si fuera de noche. También los semáforos funcionaban, rojo, ámbar, verde, aunque, por supuesto, no había ningún coche o peatón para atender sus órdenes. En la densa arboleda del parque no se oía cantar a los pájaros. No había pájaros en la ciudad vacía.
El hombre volvió al interior y cerró la puerta del balcón. A veces se le olvidaba pedírselo a Alexa. A veces sospechaba de Alexa.
Sin embargo, la esfera flotante, como un pulmón de plastilina aérea, seguía allí. Y emitía sonidos - ¿hablaba? -en un discurso hermético, como en un lenguaje arqueológico para el que nadie hubiera encontrado su piedra Rosetta. ¿O era un idioma nuevo, todavía inexistente?
Oyó el timbre de la puerta. Pero ¿quién podría ser?, el edificio llevaba vacío desde hacía tiempo, nadie podía entrar sin tener los códigos, y, por supuesto, nadie se aventuraba siquiera a salir a la calle. Demasiado peligroso. Además, su mujer, que trabajaba en el Organismo Virtual Nueva Inteligencia, con permiso para salir, tenía llave, claro. Alexa le advirtió de la amenaza. Nivel extremo. Aún así, se acercó a la mirilla de la puerta. Era su mujer, sin ninguna duda, pero ¿su mujer? Nunca volvía a esa hora, tenía llave, siempre avisaba de que iba a entrar.
Perplejo, retiró sus ojos de la mirilla. Intentó calmarse un poco; bueno, un imprevisto, una anomalía, ¿por qué no?, estaba demasiado susceptible. Volvió a mirar. No había nadie. Le pareció como si una sombra reptante se deslizara por el pasillo oscuro. ¿Oscuro?, pero ¿y las luces que se activaban con cualquier movimiento? ¿no era este un edificio inteligente, a prueba de hackers?
Cogió sus llaves, las metió en la cerradura, y armado de valor, las giró para abrir la puerta. Bajó la manilla y tiró hacia él. Pero la puerta no se abrió. Volvió a girar las llaves, a un lado y a otro. Imposible, la puerta seguía bloqueada, como la de una caja fuerte con una clave secreta. Estaba preso en su propia casa.
Alexa, llama a mi mujer -dijo-, ella está en la Organización, seguro que sabe lo que está ocurriendo, esto tiene que tener algún sentido.
Señor, dijo Alexa, usted no tiene mujer. No hay ninguna Agencia secreta, nada tiene sentido. -Pero, ¿y el toque de queda?, dijo él. -Señor, dijo Alexa, no hay toque de queda, la vida sigue como siempre, la ciudad no duerme, no haga caso a sus pesadillas, abra la puerta y salga, se lo he dicho muchas veces. Coja la llave, salga. Es tan sencillo si lo hace correctamente, según las normas.
Y el hombre cogió las llaves, las giró en la cerradura, movió el pomo de la puerta. Iba abrirla, pero la esfera, con una orden apremiante en su lenguaje inverosímil, se lo impidió. Intentó hablar, pero solo balbuceó un silencio ominoso.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A  


Agiotismo: especulación abusiva.
Atarván: persona maleducada o de modales groseros.
Berceuse: composición musical al estilo de las canciones de cuna.
Brequear: moderar o parar con el freno.
Veragua: moho que se forma en la ropa húmeda que no se tiende o no se ventila.

Mi madre, mi mente y yo

Me estoy continuamente agiotizando, mi cabeza parece una ruleta rusa, un tiovivo o mejor, una peonza o mejor dicho es una veleta, movida por el viento en la dirección que se le antoje.
Estaba quizá inspirada, llamémoslo así, digamos que no paraban de fluir sin cesar ideas dentro de mí y fue entonces cuando mi madre interrumpió mi aparente incorruptible calma, brenqueó por completo mi imaginación, la quebrantó con un simple movimiento de muñeca para dirigirse a mi en un tono sorprendentemente agradable.
En un primer instante, creí que se iba a tratar de cualquier tipo de broma y fue entonces cuando empezó a cantarme una especie de berceuse, algo que me trasportó inmediatamente hasta lo más profundo de mis infantes recuerdos.
A decir verdad, era necesario pues me encontraba un bucle, todas y cada una de las prendas de mi mente se encontraban veraguadas, sinembargo nada más entreabrió la puerta me comporté artavanmente, como si ella lo mereciera; esta actitud era muy frecuente en mí pues cuando no dejo de rumiar algo y alguien perturba la enmarañada paz, por llamarla así en la que me encuentro, la plácida y complaciente niña que soy habitualmente se convierte en un verdadero y aterrador monstruo.
Ella me abraza, me cubre los ojos con sus manos, me acaricia delicadamente la frente y me dice que ya está, que ya pasó y las lágrimas que desde hace rato brotaban de mis ojos sin cesar parecen comenzar a contenerse o más bien, la camisa de mi madre empieza a empaparse de ellas y es en ese momento cuando ella siente mi dolor, cuando yo desaprecio su ternura y la aparto, cuando me quedo sola en mi habitación, encogida, queriendo que las sábanas, las tabla de madera del parqué me atrapen y no tenga que volver a enmarañar en esa turbia atmósfera de mi mente.
Y como es obvio, esto no funciona así.
Cuando veo que no consigo desviar la atención de mis pensamientos, decido agarrarlos y presentárselos a mi madre, con las manos húmedas me dirijo hacia ella y ella se coloca de nuevo las gafas, sus manos también están húmedas y sus ojos hinchados pero rápidamente los coge y afligida, con voz tenue me contesta: -No pasa nada hija.

Claudia García Santos
Grupo C


Babélico: algo confuso o ininteligible
Nefelibata: persona que vive en las nubes, soñadora y distraída
Serendipia: hallazgo inesperado que se produce cuando se está buscando algo diferente a lo encontrado.

El Zulo

Abrió los ojos y comenzó a mirar todo lo que la rodeaba. No sabía donde se encontraba ni desde cuando estaba allí, en ese minúsculo habitáculo de paredes jarreadas de cemento, suelo de tierra y techo demasiado bajo de donde pendía una bombilla sin tulipa y con una luz mortecina que herían sus ojos. La atmósfera era lúgubre, húmeda y agobiante. Un viejo y sucio colchón en el suelo, una manta raída y descolorida, una mesa pequeña desvencijada y una silla de madera era todo lo que allí había.

Recordaba un golpe y unas voces ininteligibles en el garaje de su casa y después, todo se volvió silencio y oscuridad. Un escalofrío recorrió su cuerpo al mismo tiempo que las lágrimas brotaban incontrolables mojando su descompuesto rostro.

Escuchó unos pasos que se acercaban a la trampilla que servía de puerta y el ruido del cerrojo que una mano abría. Su corazón descontrolado por el pánico latía desmesuradamente y sentía unas ganas irrefrenables de gritar.

Unos ojos fríos e inexpresivos la miraban a través de sendos agujeros, hechos en la capucha que le cubría la cabeza y con una voz vacía de emoción, le puso al corriente de su actual situación. De nada serviría gritar ni tratar de buscar la forma de escapar.

Estaba a merced de gente ajena a ella sin escrúpulos y no tenía fuerzas para luchar, ella que era una persona soñadora se encontraba ante una terrorífica realidad.

El tiempo y el espacio cobraron una nueva dimensión. La noche y el día luchaban por su hegemonía. Ella, con el paso de los meses (quizá fueron solo días, eso nunca lo sabrá), encontró algo diferente a lo que siempre buscó y por fin comprendió que todo se convierte en nada si te quitan la libertad y nada se convierte en todo, si tienes alas para volar.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Físquito: término que se usa en Tenerife para indicar una pizca
Turmas: criadillas de tierra
Mujo: musgo
Tamuja: borrajo (hojarasca de los pinos)
Chafarmeja: persona de conducta informal e irresponsable
Hediondo: que repugna física o moralmente


Mañana es la festividad de la Candelaria! Anda, tu día!
Podíamos hacer algo especial como ir a la playa. No se si me dejarán porque viene mi tío a casa de mi abuela y antes tengo que ir a la venta de
Carmen a comprar para hacer una sopa. En mi casa con una sopa de sobre vamos apañados. Mi abuela dice que esas sopas son para señoritingas. Que donde esté una con su fisquito de gallina y hueso de jamón, no hay color.
Y a ti Isora que te gustaría hacer? Yo, Candelaria prefiero ir al monte para perdernos entre los pinos para ver las turmas y pisar la tamuja. Me encantan esos senderos alfombrados de pinocha.
Yo prefiero ir a la playa porque mi abuela me ha contado que hace tiempo en el monte había brujas y se restregaban con los pinos. Pamplinas de vieja Candelaria.
Tu quieres ir a la playa para ver al chafarmeja de Cedres y a a los impresentables de sus amigotes. Además la playa está llena de guiris hediondos.
Andres será una chafarmeja pero bien que le pones ojitos cuando pasa por tu lado y no te hace ni puñetero caso. Y sus amigos unos palmeros que solo saben reírle las gracias.
Si quieres ni pa ti ni la mi. Nos lo jugamos a cara o cruz. Y que sea lo que
Dios quiera, mejor lo que quiera tu abuela.

Pedro Gómez
Grupo C


Mingón: mimado consentido.
Miramamolín: califa.
Micer: título honorífico que se aplicó a los letrados.
Mingaco: reunión de amigos para hacer un trabajo en común a cambio de una comida.
Manjorrada: despectivo, gran cantidad de manjares ordinarios.
Micuré: zarigüeya del Paraguay.

En el califato de Córdoba

Era imposible acudir a aquel Palacio.
Era el deseo de todos y el mío especialmente, pues yo fui siempre un niño “mingon”.
Todos deseábamos acudir al Palacio del “miramamolín” y disfrutar de la música, ver los vestidos con que iban ataviados los invitados, y probar aquellas exquisiteces, ambrosías, gollerías de sus recepciones.
Fuimos a la embajada del reino de Aragón y hablamos con un “micer” para que nos ayudase en tan deseado menester. También fracasó.
¿Qué hacer?
Después de reunirnos un grupo de amigos y comprobar que, a la gente de nuestro nivel, le resultaría imposible acceder a esos salones, comidas y festejos con los que todos soñábamos; decidimos tener un “mingaco” ayudando a jalbegar la casa de Juan Albarrán entre todos, y conformarnos con una buena “manjorrada”.
Durante la comida se bebió vino en abundancia, se habló, se cantó, y decidimos ir a cazar “micurés”.
Después de que se disiparon los efluvios alcohólicos, pensamos fríamente que ir hasta Paraguay nos quedaba un poco lejos. Por otra parte, todavía era un lugar por descubrir.

José Luis Fonseca
Grupo A


Alcor: Colina o collado.
Barrueco: Perla irregular. Berrueco: Peñasco granítico aislado.
Relapso: Que reincide en un pecado del que ya había hecho penitencia, o en una herejía de la que había abjurado.
Relajar: Dicho de un juez eclesiástico: Entregar al secular un reo digno de pena capital.

Valburjas

El sexagésimo día de su proceso depresivo Gervasio descubrió Valburjas. En uno de los paseos a los que le obligaban su médico, su mujer y sus hijos, se perdió por los alrededores de la pequeña ciudad, alejándose más de lo prudente y lo debido. Para orientarse subió a un alcor, desde el que se podían contemplar manchas de bosque dispersadas entre un bosque de barruecos. Escondida en una depresión de aquel bello paisaje adehesado se encontraba Valburjas, un variopinto conjunto de casas de piedra, una ermita, corrales para ganado, una fuente y algunos bancos, todo ello dispuesto alrededor de un irregular círculo que conformaba la plaza de la aldea. Allí encontró Gervasio la calma que había estado buscando desde la más profundo del pozo oscuro en que estaba sumergido. Sentado en uno de los bancos, hablando con los vecinos que cruzaban la plaza camino de sus labores o paseando tranquilamente, recobró alguna de las sensaciones perdidas. A lo largo de los meses siguientes, que llegaron a ser más de un año, en sucesivas visitas a Valburjas, Gervasio fue intimando con alguno de los moradores, conociendo los rincones secretos donde disfrutar de una tarde relajada, descubriendo lugares donde recoger las setas de temporada o agradar el paladar con frambuesas silvestres. En el caso de Gervasio, el contacto con la vida bucólica y la paz reinante en el ambiente, obraron el milagro. Seiscientos sesenta y seis días después de haberse iniciado el proceso, el psiquiatra dio por finalizada la recuperación, suprimió la medicación y le dio a Gervasio el alta médica para el trabajo y la vida cotidiana. Dos días después, en su primer fin de semana libre, este decidió llevar a su familia a conocer la aldea escondida en la que se había materializado su recuperación. Llegados al alcor, Valburjas no era divisable, ni se adivinaba el camino de tierra por el que Gervasio solía llegar hasta la plaza. Siguiendo una vereda para el ganado, la familia se adentró entre los barruecos y los robles, llegando hasta unas ruinas de lo que en tiempos pudiera haber sido una ermita. Un letrero , corroído por la intemperie, informaba sucintamente “En este entorno estuvo situada la aldea de Valburjas, hasta que fue arrasada en la fatídica fecha del 20 de abril de 1623, durante el auto de fe en el que doce condenados relapsos fueron relajados y quemados vivos en este lugar”.

Manuel Medarde
Grupo A


Agibilus: habilidad o ingenio pícaros para desenvolverse en la vida.
Protervia: obstinación en la maldad, perversidad.
Zangolotear: movimiento continuó y violento de un lado a otro.
Preordinar: Dicho De Dios: determina y ordena todas las cosas desde la eternidad para que tengan su efecto en los tiempos que le pertenecen.
Perfidia: deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida.

9:40 a.m. El despertador me desvela diez minutos más tarde de lo que debería. Tengo que reajustar todo el horario, hoy no es un buen día para perder diez minutos de sueño. En la cocina me aseguro de que todos los cajones están cerrados. Uno de los pequeños armarios sigue sin puerta por culpa de Emilia. Qué bruja acabó siendo. Yo lo tenía todo pensado para ella, y la muy mala... 9:45. No puedo seguir pensando en ella. Esa hora de comer. Recuerda: la muesca del bol al lado contrario de tu boca. Con el horario normal ya estaría acabando de desayunar, estos despertadores de hoy en día son horrorosos. Emilia tendría que haberse informado mejor antes de regalarme ese. 10:00. En el baño el desodorante no está en el sitio habitual, y desgraciadamente no puedo culpar a alguien porque y no queda nadie a quien culpar. No están sus pasos por el pasillo, aunque a veces te gustaría que lo estuviesen.Sus ojos marrones no te van a mirar con esa admiración. 11:00. El agua caliente me ha hecho bien, la he borrado por unos minutos. Como todos los traidores, acaba volviendo. 11:10. Me mira desde su foto. No entiendo por qué no está dada la vuelta. A estas alturas del año ya le habría pedido matrimonio. Si sólo hubiese tardado unos pocos meses en irse. 12:00. Abro el cajón de su mesita y veo el anillo. Siempre lo guardo ahí. Ella lo habría hecho si se hubiese quedado. 12:20. Intentó ver la televisión. De poco me sirve. No soy capaz de olvidarme de sus ojos admiradores. 12:40. Repaso todo lo que hice con ella. 13:00. Pienso en lo bien que me habría ido la vida si todo hubiese ido como yo quería. 14:00. Se me cae el despertador al suelo. El horario se ha perdido, necesito otro reloj de mesita urgentemente.

Sofía Sánchez
Grupo C

No hay comentarios:

Publicar un comentario