Encuentro con Benito González García

La semana pasada tuvimos un invitado especial: Benito González García, escritor salmantino que vivió parte de su infancia y adolescencia en la ciudad alemana de Krefeld, donde tuvo los primeros contactos con la poesía a través de los poetas del romanticismo germano, Friedrich Hölderlin y Henrich Heine. Es diplomado en Relaciones Laborales (2008) y en máster de Creación Literaria (2015) por la Universidad de Salamanca. Poeta y escritor por vocación, publicó el poemario: Al silencio de tu sonrisa, en el 2005. Ha participado en varios libros de poesía con poetas de la ciudad del Tormes e iberoamericanos. Ha sido ganador de varios premios de relatos cortos y poesía, entre los que destaca el de la asociación Zoes de Salamanca, y finalista del II Día Internacional de la Poesía en Segovia. Ganador del premio de Poesía de la Asociación Tierno Galván de Santa Marta 2018, ha participado seis veces en el recital poético salmantino "El cielo de Salamanca".
Tiempo de espinas fue su primera novela. Ambientada en la repoblación de Salamanca en el siglo XII narra las dificultades que pasaban las personas que llegaban de otras zonas para asentarse en la ciudad.
Barbarie es su segunda novela, con ella quedó finalista del premio Ateneo Ciudad de Valladolid 2020 y finalista del Premio Planeta 2021. Está ambientada en la entrada de los pueblos bárbaros en la península a principios del siglo V d.C.
La Sentencia es su tercera novela, llevando a los lectores a la época de la caza de brujas en la provincia de Salamanca, especialmente las mujeres de la sierra salmantina. Esta novela ha quedado ganadora del X Premio Hispania de Novela Histórica.
Benito forma parte del grupo HOMERO, cuya labor fundamental es difundir la poesía de sus componentes y la de otros autores en los pueblos donde son invitados y dónde casi nunca sucede nada cultural. Esta labor la realizan de manera altruista.




Novelas de Benito González García


Benito nos habló de su trabajo creativo, nos contó alguna confidencia y algún cotilleo del Premio Planeta, nos adelantó una primicia de su nueva novela y nos leyó algunas poemas, uno de ellos en alemán. Su iniciación en la novela de ambientación histórica se debe al profesor Mínguez, en los dos años que cursó de Historia. Allí descubrió, entre otros temas de interés, el medievo.

Nos contó que escribe un poema todos los días, como quien hace taichi o meditación; que el tono general de sus poemas es romántico, tal vez por influencia de sus primeras lecturas y que le gusta escribir sin tener un itinerario claro. Basta con un par de hilos de los que tirar y una breve nómina de personajes para comenzar a dar forma a las historias. Afirma que siente la pulsión de contar y que ahora que dispone de tiempo emplea varias horas del día a hacerlo. Pero también le gusta compartir lecturas y poemas en diferentes tertulias literarias de la ciudad. Es autodidacta aunque ha realizado varios cursos formativos que no han respondido del todo a sus espectativas. 

También nos confesó que no se pone límites a la hora de escribir y que son los personajes los que le van guiando en el transcurso de las tramas. "En ocasiones -comentó- es difícil dar muerte a un personaje. Me ocurrió con uno de ellos, una mujer que me hubiera dado mucho de sí pero para que otro de los pernajes pudiera avanzar en la historia tenía que acabar con ella. Mientras lo hacía no pude evitar las lágrimas. Mi mujer, que me sorprendió en ese trance de escritura se extrañó de mi llanto y me decía que la dejara con vida".

Benito es hijo de emigrantes, de ahí que los movimientos y desplazamientos humanos ocupen un papel importante en sus novelas. Cuenta que no quiere someterse el rigor de lo histórico y que los protagonistas de sus historias no son los grandes personajes que aparecen en los libros sino la gente de a pie, la que conforma la intrahistoria del ser humano.

Fueron tres encuentros cercanos, como es él, y muy provechosos para quienes quieren iniciarse en la novela, ya sea de ambientación histórica o no. Y por todo ello le damos las gracias

Dejamos por aquí dos recomendaciones para quien tenga interés en la novela histórica: "La novela histórica como recurso didáctico para las ciencias sociales" un libro elaborada por el Gobierno de España, y el post "7 consejos para escribir una novela histórica" de Teo Palacios.


Propuesta de escritura

El callejero de Salamanca recoge los nombres de muchos personajes históricos o de leyenda vinculados de un modo u otro a la ciudad: desde Torres Villarroel a Juan Picornel, de Beatriz Galindo "La Latina" a Adela Lastra, una mujer que nunca existió. Elige uno de estos personajes y escribe un texto situándolo en su época y contexto históricos. También hay otros muchos personajes que no dan nombre a una calle pero que forman parte del patrimonio inmaterial de la ciudad como los Mariquelos, la emperadadas o los barhados. Cuéntanos sus historias.


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


María la brava

Cada 29 días y en luna llena, la imagen fantasmagórica de una mujer atraviesa el portón de la casa misteriosa que hace siglos que nadie se atreve a habitar, se escucha un golpe seco, vuelan los grajos, la puerta no se ha movido. Ella viste un elegante traje negro con cola, que arrastra por las baldosas de granito de la plazuela, cubre su rostro con largo velo negro, en sus manos ensangrentadas porta las cabezas de los dos asesinos de sus hijos. Dos hilos de sangre persiguen sus pasos. Los cuervos revolotean en rededor.
Un aullido abismal de tormento sirve de reclamo para los suyos, que acuden en bandadas a su lado, espectros rudos que portan palos, mazas, hachas y espadas. Los gritos de María se ahogan en el tumulto.
Al motín acuden los otros, ahora ya inmunes a la muerte no tienen miedo de cruzar el corrillo de hierva, aúllan pidiendo justicia y reclamando las cabezas de los suyos.
Dice una leyenda urbana que los viandantes de a pie nunca cruzan la plaza de los bandos en noches de luna llena, los que alguna vez lo hicieron dicen haber sentido angustia y pesadumbre al escuchar alaridos de muerte y venganza, notar golpes, zarandeos y empujones y quedar atrapados en el infierno de su alucinación hasta que aparece el primer rayo del día.

Aronbanda
Grupo B


Carta a los padres
Salamanca a 12 de noviembre de 1891

Queridísimos padres:

Ya ha pasado un mes desde que abandoné el pueblo para venir a esta preciosa ciudad.Poco a poco voy acostumbrándome a mi nueva vida de estudiante universitario.
En este curso, se ha incorporado un nuevo catedrático de lengua griega.Ha venido desde Bilbao.
Se llama don Miguel de Unamuno.Es un sabio.Todos nosotros le admiramos, por su energía, entusiamo, la claridad de sus explicaciones y el afecto que nos demuestra. Nada que ver con la idea que yo imaginaba de todo un señor catedrático; distante, engolado.
Dice don Miguel, que se avecinan tiempos difíciles con los conservadores en el poder.Aún no sé muy bien a qué se refiere, pero también pienso que cuándo no lo han sido.
En la pensión de doña Engracia, me tratan bien.Aunque echo de menos los pucheros de madre, como tres veces al día; muchas patatas y mucha breza, eso sí.Mi cama es cómoda, porque, según me han informado, se vareó esta primavera.
Estudio con gusto y me esfuerzo todo lo que puedo.No quiero defraudarles ni a ustedes ni a don Miguel.
Espero que sigan gozando de buena salud. Les tengo presentes en todas mis oraciones.
Sin más, me despido y agradezco de nuevo la oportunidad que me ofrecen y el sacrificio que les supone el que ahora viva aquí.

Su hijo:

Nicolás

M.L.Fidalgo
Grupo C


Una avenida agradecida

En los años sesenta vivió en Salamanca un médico especial. Se llamaba Alfonso Sánchez Montero y hay una avenida y un centro de salud que llevan su nombre. Paseando por esa avenida he sido consciente de cuánto la merece. Eran años duros y el barrio obrero en el que ejercía como médico rezumaba miseria. La gente humilde no tenía casas, sólo chabolas. Como no les estaba permitido levantarlas lo hacían de noche con las pizarras que encontraban en el suelo y, si por la mañana no habían conseguido fijar un techo, corrían el riesgo de que se las derribaran. No tenían ni camas,sólo unas piedras con unos sacos de arena encima que hacían las veces de lecho. En estos lechos el doctor visitaba a los enfermos y, con el alma en los pies, les dejaba dinero bajo la almohada para que pudieran comprar al menos la leche para los niños. Luchó también para que el barrio tuviera una farmacia, para que asfaltaran las calles, hubiera alcantarillado y escuelas. Para esa gente humilde este doctor organizaba obras de teatro y entregaba lo recaudado para comprar las medicinas. Es admirable tanta vocación. En reconocimiento a su labor hay toda una avenida de 83 metros que lleva su nombre.
Sabemos que cuando nombramos las cosas les damos peso y consistencia real. Ahí está la avenida agradecida y en la pared el letrero con el nombre de mi padre. Yo sólo añadiría unas mayúsculas y quizás un signo de admiración.

Pilar Sánchez Barbero
Grupo A


Ellas, en el centro

Llevo diez años viviendo en Salamanca; en concreto, en el Barrio del Oeste de Salamanca. Y al hacer este ejercicio me he dado cuenta de que es un barrio del todo desierto de calles con nombres de mujer. Viví en la calle Wences Moreno, rodeada por otras como Profesor Sáez o Padre Manjón; después me mudé a Muñoz Torrero, alrededor de la que hay otras como Juan de Juni, Nieto Bonal, León Felipe, Churriguera, Padre Báñez, Jaime Vera, Gütemberg o Valle Inclán. Después viví dos años en Isidro Segovia, alrededor de la que solo hay calles con nombres masculinos: Agustín del Cañizo, Melchor Cano, Joaquín Costa o Antonio Espinosa; también está en esa misma zona Álvaro Gil. En los últimos años he vivido en la calle García Moreno, que también está rodeada de nombres propios de hombres: Juan Picornell, Juan Manuel de Villena, Luis Vives y Tirso de Molina.
Pero, ¿dónde están las mujeres? ¿Acaso no hay mujeres ilustres en la ciudad?
Lo que me parece triste es que desde mi calle, tengamos que cruzar todo el barrio y llegar al centro de la ciudad para encontrar una calle con nombre de mujer: Calle Madre Bonifacia Rodríguez Castro; pero las mujeres que la rodean tampoco abundan: cuesta del Carmen, calle Teresa de Jesús y calle las Isabeles; todas ellas, eso sí, asociadas a figuras de la Iglesia Católica; porque ese parece ser el requisito indispensable para que una mujer tenga una calle en el centro de Salamanca.
¿Ni siquiera Carmen Martín Gaite, que nació y vivió en plena Plaza de los Bandos, tiene una calle céntrica? Su avenida está a las afueras de la ciudad, conectando la glorieta del Obispo Mauro Rubio, conocida como “rotonda de Pizarrales”, con la de otro obispo, el Obispo de Boadilla, o “rotonda del cementerio”.
O, ¿por qué la calle María la Brava no está en las inmediaciones de la que fue su casa, también en la Plaza de los Bandos? En cambio, también está alejada, en el Barrio del Rollo, y ni siquiera es una gran avenida. ¡Con lo importante que es María la Brava en la historia de la ciudad!
La única mujer que merece la pena mencionar por formar parte del centro de Salamanca sin tener una relación tan clara con la Iglesia Católica es Beatriz Galindo, y la calle ni siquiera lleva su nombre, sino su sobrenombre: La Latina. Para encontrar la plaza Beatriz Galindo nos tenemos que desplazar hasta el barrio Prosperidad.
Pero, ¿y Lucía de Medrano? Fue la primera mujer catedrática de España, ¿y en Salamanca nos conformamos con ponerle su nombre a un instituto? ¿Por qué no hay una “Avenida Lucía de Medrano”? Sin embargo, Fray Luis de León tiene instituto y plaza; Fernando de Rojas tiene instituto y calle; García Bernalt tiene instituto y calle.
Además, quizá pueda parecer que la Avenida Campoamor recibe su nombre por Clara Campoamor, pero nada más lejos de la realidad. Cómo no, el protagonista vuelve a ser un hombre: Ramón de Campoamor, poeta y político del siglo XIX.
Pero hablemos de las mujeres que sí están. En las afueras de Salamanca hay varias, y no están relacionadas con el cristianismo, al contrario de las que se ubican en zonas céntricas. Quizá por el cambio de paradigma que ha traído el feminismo al siglo XXI, y quizá por eso las calles de nuevos barrios o nuevas construcciones sí se han llamado con nombres de mujeres ilustres.
En algunos barrios alejados del centro es donde empezamos a encontrar calles de mujeres cuyos nombres quizá resuenen más en la cultura popular que los de muchos hombres presentes en calles del centro: Julita Ramos y Gloria Fuertes en Garrido Norte, Las Meninas en Ciudad Jardín o Florinda la Cava en Pizarrales. Es curioso encontrar a Dulcinea del Toboso en Barrio Blanco o a Antona Pérez en el Barrio de Tejares, ambos personajes ficticios, que –alguien cree que– merecen una calle, más que mujeres reales que han hecho grandes avances por el feminismo en España. Y estos son solo algunos ejemplos.
Pero no todo está perdido. Aunque tengamos que viajar a los barrios más recientes de la ciudad, aún podemos encontrar una zona predominante de mujeres: el barrio de La Platina es, de toda Salamanca, el que mayor porcentaje tiene de calles con nombre de mujeres no vinculadas con la Iglesia Católica. Y es que ahí encontramos a Dolores Cebrián, maestra antes de la Guerra Civil, considerada una de las mujeres más inteligentes de la época, y charra de nacimiento; a Ángela Carraffa de Nava, la primera mujer española en doctorarse, en el año 1892; Margarita de Austria, reina consorte de España, esposa de Felipe III; Petra Zugarrondo, pedagoga y maestra de la Escuela Normal de Maestras entre 1859 y 1899; Dolores Barberá París, directora de la Escuela Pública del Ateneo de Salamanca; y Natividad Calvo Montealegre, también directora de la Escuela Normal de Maestras. Y perdonad que las enumere todas, es que me ha podido la emoción.
Después de este pequeño repaso al callejero de Salamanca, de darme cuenta de que en las calles de Salamanca apenas aparecen figuras femeninas, solo me queda una última reflexión que hacer:
No es que ellos no lo merezcan. Es que ellas también.

Mª Ángeles García
Grupo A


Whasquito

Yo soy Whasquito, hijo de Whas, el gran pescador, que era hijo de Hasky, el que vino alalaguna y clavó los pilotes que soportan nuestra cabaña. Ya soy bastante mayor porque, según dice mi madre, han pasado nueve estaciones secas desde que nací. He crecido mucho, soy de los que mejor nadan y ya conozco todos los trucos de pesca que se utilizan en nuestra familia. Después de mí, nacieron cinco hermanos, pero solo quedamos tres, porque dos murieron cuando la gran plaga que trajeron los mosquitos y el más pequeño se ahogó cuando cayó al agua mientras todos dormíamos.
Siempre he vivido feliz, porque todos los niños añúes lo somos jugando en el agua, pescando, ayudando a nuestrasmadres conla recogida de la enea que emplean en el tejido de cestas y esteras, o con la emoción de las primeras rondas de caza con los padres, para cazar las yaguazas y los cuervos que comíamos en contadas ocasiones.
Los añúes convivimos con los bari, los yukpa, los wayú y los japrería, que también habitan en los alrededores del lago grande y de la laguna, pero son distintos de nosotros y no se dedican a la pesca. Yo no conozco a los niños de las otras tribus, porque coincidimos pocas veces con ellos, que no les gusta el agua como a nosotros. Cuando lo hacemos, siempre acabamos peleándonos, tirándonos los frutos verdes del mango, la papaya, el aguacate o el árbol del nim. Pero son peleas de niños, porque las peleas de los mayores se hacen con fechas envenenadas con el jugo madurado de plantas venenosas y serpientes, al que llamamos curare, que tanto sirve para matar a los enemigos como para cazar monos, que se quedan paralizados.
Quitando la vez que se hizo de noche durante el día, cuando el padre de mi padre era un niño, nunca ha pasado nada tan asombroso y extraordinario como lo que acaba de ocurrir estos días. Todos los hombres del poblado han vuelto a los palafitos durante el tiempo de la pesca, nos han cogido a las mujeres y los niños, hemos huido juntos a la selva y nos han escondido en la espesura. Mi amigo Jaku y yo nos hemos escapado para curiosear, a pesar del mandato de adultos. Allí lo vimos. Una barca enorme, tan larga como veinte palafitos, más alta que el mayor de los cocoteros y llena de extraños hombres y extraños animales. Asomado en la barandilla de la gran barca estaba un hombre de pequeña estatura, ágil, de gran genio y mucho mando.
Han pasado unas cuantas jornadas e igual que aparecieron, después de curiosear nuestros palafitos e interesarse en conocer nuestro poblado y nuestra vida diaria, desaparecieron.
Al cabo de los años, el hijo de mi hermanoha conocido al hombre del barco. Todos decían que era el famoso piloto Alonso de Ojeda, por aquel entonces convertido en religiosodespués de haber vivido múltiples aventuras, exploraciones y problemas con la justicia del imperio.

Manuel Medarde
Grupo A


Un día en el diario de Madame Curie

Mi amado Pierre: Ya se que está carta tampoco la leerás ,y quedará en mi diario , de alguna manera necesito contar cómo es mi vida sin ti .Me encuentro en Salamanca, el ayuntamiento en el pleno municipal del mes pasado acordó que una de sus calles llevará nuestro nombre “Esposos Curie “, esta noticia venía acompañada por una carta del rector de la universidad en la que me comunicaba el nombramiento como “Doctora Honoris Causa“ unas distinciones destinadas a pocos de las que me siento muy orgullosa y que me hubiese gustado compartir contigo como otros muchos honores que he recibido cuando tú ya no estabas como los dos premios Nobel que nunca hubiesen sido posibles sin tu apoyo .
He llegado un día antes y como mañana tendré los actos protocolarios, hoy me dedicaré a pasear y visitar lugares de interés de esta bonita ciudad, me hubiese encantado haber compartido todo esto contigo.
Esta mañana salí del hotel sin una dirección concreta y a través de calles con majestuosos edificios de diferentes estilos, llegué a la plaza Mayor, una plaza viva donde se agolpaban estudiantes a la salida de clase que se hacen notar entre jubilados, turistas, familias y paseantes. Las conversaciones se mezclan con el aroma de café que emana de las tascas cercanas.
Quien podía imaginar que una científica polaca como yo formaría parte de una escena como esta?
Deambulando por las calles cercanas a las catedrales llegue a la Universidad, la portada plateresca es espectacular y los claustros góticos muy bien conservados parecían susurrar historias del pasado. Me llamó la atención su biblioteca histórica ,la más antigua de Europa y no pude resistirme a la curiosidad de entrar en busca de material referente a mis investigaciones, de repente me vi rodeada de estanterías de libros antiguos e incunables y con la indicación del bibliotecario, encontré un manuscrito sobre radiactividad de Beckerel y Ruhterford ,fue un momento especial lleno de emoción mientras lo leía .
Y para terminar no podía faltar la visita la Facultad de Químicas, las aulas resonaban con el eco de mentes inquietas ylas palabras de los profesores y murmullos de los estudiantes se entrelazaban en un ambiente intelectual y a la vez cordial.
Por un momento, me imaginé aplicando mis conocimientos aquí en la Universidad de esta ciudad de sabiduría, algo que no es posible ,pero aunque mi nombre no resuene en los pasillos, mi legado, nuestro legado se inscribe en los elementos radiactivos de nuestros descubrimientos.
Mañana seré investida Doctora Honoris Causa y además descubriré una placa en la calle que lleva nuestro nombre , estarás presente en todo momento y los dos quedaremos unidos a Salamanca para siempre.

A. Gómez
Grupo A


Grito de una emparedada

Era el momento de hacerse notar, un grito espeluznante, que recorría, como corriente eléctrica, desde los camerinos hasta detrás de bambalinas, cuando los actores, en silencio de apuntador, entraban en acción, una energía descompuesta hacia su discurso ininteligible.
Desde el departamento de descarga energética hicieron los sondeos pertinentes, el voltaje entraba dentro de los límites admitidos y era inexplicable.
Lo que en orígenes fue el Convento de San Antonio el Real , fue aprovechado por las productoras teatrales y lo convirtieron en el Gran Teatro Liceo. Previo pago de compraventas y permutas, nadie les advirtió que el bien tenía inquilinos, pero eran épocas de oscurantismo y anonimatos y había mucho que silenciar. Pasados los siglos por los siglos, amén, una documentación comprometida puso en pie de guerra a la multinacional textil aledaña, que compró los anejos linderos al Teatro para exposición, probadores y compra de trajes de época, dentro de la ruta comercial de Calle Toro.
Los documentos aparecidos, junto con osarios en posición de horror, gritos y aspavientos, constataban que un 16 de diciembre de 1331, Maria Pérez , entraba en señal de autosacrificio, perdón y búsqueda de la eternidad autoflagelada, a ritmo de marcha fúnebre, enlutada y cabizbaja en el aposento más lúgubre de única instancia, zulo asfixiante y claustrofobico , pared contra pared, que el ser humano, había admitido como forma de redención o castigo. Quizás el patíbulo, un instante, un disparo...pero una agonía emparedada, es la máxima crueldad admisible, que Doña María aceptó empujada al abismo. Formar parte de la arquitectura, de los sedimentos calizos, era una forma de arte, y además había redención, que la Inquisición permitió, suscribió y autorizó. Pero no contaban con la rebelión de los espíritus, que en este caso inundó de vibraciones malignas, con vocerios incorporados, las zonas comunes del edificio en cada representación teatral, mientras la música del Gran Almacén evitaba la pérdida de ventas.
Tal vez sonidos de noticias falsas, tal vez bulos, medias verdades , pero Doña María, emparedada como tantas otras, salía de su ostracismo para recordarnos que el grito es una buena terapia, y que la libertad del ser humano, va más allá de la propia existencia.
El emparedamiento existió, el resto es cuestión de imaginación, o no...

Guadalupe Sánchón
Grupo C

2 comentarios:

  1. Gracias a los que pudisteis asistir a mis encuentros, gracias por vuestro cariño. Me sentí muy bien con todos, espero que pueda en algún momento volver a compartir un momento a vuestro lado. Gracias Raúl por permitirme disfrutar de las tres clases.

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  2. He leído vuestros escritos, y aunque algunos me han gustado más que otros, reconozco que me sorprenden gratamente.
    Ese misterio fantasmagórico en las puertas de María la Brava.
    El siempre temido terror de una guerra civil. 
    Esa carta a los padres me recordaba cuando me quedé solo en Alemania. ¿Dónde quedaron las letras hermosas de una carta de amor con tanto WhatsApp?
    Esa merecida admiración al doctor Alfonso Sánchez Montero.
    La sorpresa de descubrir que en el barrio del Oeste, donde tantos buenos ratos vivo y no darme cuenta de que no existen calles dedicadas a mujeres, gracias.
    La anécdota interesante de ese navegante y conquistador Alonso de Ojeda.
    La bella carta de la polaca Marie Curie. 
    Y ese imaginativo relato sobre María Pérez. 
    No dejéis de escribir porque si, como decía Tagore "la música es el eco del universo en el corazón de los humanos". Yo os digo que la escritura contiene el latido de los humanos.

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