Pájaros de ciudad. Apuntes a vuelapluma

La sesión del día 30 de junio la dedicamos a los pájaros de ciudad, esas extrañas aves que transitan por el metro, los autobuses urbanos o el cercanías de Renfe. Seres que migran de un lado para otro en busca de comida, apareamiento, placer o felicidad.
Y qué mejor catálogo de aves que el que nos propone Irlanda Tambascio en su libro Aves metropolitanas publicado por Alianza Editorial




En ornitología existe un término que alude a la actividad centrada en la observación y el estudio de las aves: el "birding". En las ciudades hay pájaros de alto y de bajo vuelo. Muchos de ellos anidan o tienen su hábitat en el metro. Basta con asomarse al interior y observar el tráfico de estas aves en diferentes estaciones y franjas horarias. Esta otra práctica puede conocerse como "underbirding".

Dejamos aquí algunos ejemplos del libro:



Cotorras Púberes
(“Nymphae charlatanae”)
Clase: Crías

Cuando las hembras de esta especie irrumpen en el subterráneo forman grupos muy estridentes. Para ejercitar su maduración se ayudan del jugo de semillas fermentadas con el fin de desinhibirse y cantar melodías de Birdy Spears. A los pocos minutos de vuelo suelen acabar tumbadas en el suelo del vagón regurgitando el brebaje ingerido.
La cohesión del grupo se mantiene por medio de un comportamiento altruista, el acicalado.



Estornino Demodé
(“Sturnus oldfashion”)
Clase: Nocturnas

Al venir de la familia de passeres sesenteros, se le considera sexy hasta avanzada edad. Prefiere trasnochar entre semana cuando la competencia con otras aves machos desciende y viaja siempre en el último vagón para atraer a alguna pájara desorientada de canto ye-ye. Sus peculiares poses y extraños rituales de apareamiento le han granjeado la fama de “mochuelo bird”.



Verdecillos Abducidos
(“Párvulus limbus”)
Clase: Crías

Resulta curiosa esta especie que mantiene comportamientos inmaduros hasta avanzada edad y que cada vez es más prolífica en la urbe. Suelen surcar líneas donde las ondas wifi les son favorables para comunicarse entre sí a través de una red virtual: para ello han desarrollado un ligerísimo batir de dedos. Las relaciones entre sus miembros no están completamente resueltas, pues a la hora del cara a cara salen volando.


La propuesta de escritura consistió en recrear otra serie de aves metropolitanas. De modo que nos pusimos a hacer birding, esta vez por Salamanca.
Estos son los trabajos de algunos de los componentes del taller de escritura.


Animales por la ciudad

Calles soleadas visten la mañana de pájaros bailando entre las ramas de los árboles.
Loros parlantes juegan en el hombro de un niño alborotado por la brisa.
Palomas, en la plaza, picotean en el suelo junto a los bancos de piedra.
Perros, guiados por su amo, caminan bajo la cálida luz de la noche.
Un dálmata se aleja del entorno hacia el rincón de la plaza, para fijar en sus pupilas la piedra dorada que ilumina la noche salmantina.

Sofía Montero


El Senectum Pardalis

Es el senectum pardalis gorrión común de mala cama, poca pitanza y mucha "lamentanza". Gústale de gorjear con cualquier obrerillo pardal que encontrare en su paseo -su paseo matinal-; máxime si el jornalero, si el hallado peoncejo, entre sus primorosas alas sostuviere con esmero palas, llanas o tenazas, o en su inmediación se irguiere con altivez la grúa; o le mirare, provocadora, una bonita excavadora. Ábrese entonces su trino como si fuera un pichón y sin pudor ni rubor ronda y "redonda", con envidiable tesón, al polluelo ejecutor:
"¿Para quién es este nido?... ¿lo sabes tú pardalillo...?
¿De dónde esta pluma vino? dímelo ya pardal ¿y esa paja que le pones, cuándo y cómo la recoges? ¿cómo has hecho la argamasa? ¿cuánto tarda en agarrar? ¿de quién dices la nidada? ¿no será poca parvada?....
Pon eso alli, bichín...
Que te he dicho tararí, que te digo tarará, que te he dicho tararí, que te digo tarará...
¡Oye pollo! No te vayas...
¡Oye pollo!...Que si digo tararí es por que me escuches a mí..."
Si este senectum pardalis en su pasear coincidiere con distintos gorrionzuelos -bien conocidos o ajenos- que como él -paseantes-, en su plácido volar descubrieren al pardal que edificando estaba tan original nidal, antes del vuelo alzar por a su hogar tornar, organizarán tal revuelo que oírseles ha en el suelo. Juntos increparán con afán y sin maldad al joven pardalejo que haciendo estaba con gracejo su novedoso "nidejo". Serán un coro, una coral curiosamente vivaz. El senderito entero la pieza podrá escuchar. Su canto el viento propagará. En un pequeño momento, el aire estará repleto, de trinos y de gorjeos, gorjeos siempre in cresccendo, que porque preferible es ver, no os cuento. Más ¡menudo minueto!
Suele ser habitual, que aquel senectum pardal que con su experto piar mejor pontificare, esa noche, más comiere, más durmiere y mejor descansare, y al día siguiente... menos se lamentare.

Gallináceas Galliformes

Sentaditas en sus sillitas, con sus patitas cortitas, desnuditas, carnositas, curiosamente cruzaditas, sin prisita y con prisita, gallináceas galliformes estan esperando su vez. Mientras esperan, cacarean. Cacarean a la vez.
Algunas, unas poquitas, dicen que lo que quieren solo es una cosita, una cosita la mar de la mar sencillita, que les laven, que les peinen sus plumitas, que les ahuequen las alitas, que se las dejen extraordinariamente suavecitas.
Otras, otras poquitas, con un sentido cloar, lo que quieren además es un tinte, un colorcín con el que poder recubrir esa pequeña crestita que adorna su cabecita y esos lindos lobulillos que cuelgan de su piquillo. Quieren una pinturita, una chapita vivaz, un rojito achispadito que les devuelva sin más ese tonito festivo que tanto les gusta portar.
Otras, las más osaditas, pedirán unas mechitas, unas mechitas finitas, variaditas y muy, muy preciositas.
Todas quieren estar bonitas. Quieren ser las más guapitas.
Algunas sueñan que son periquitas, loritas, ninfitas, incluso sirenitas como las que se ven en las revistitas...
Sentaditas en sus sillitas... con sus patitas curiosamente cruzaditas... al gallito del corralito le quieren volver loquito, que se pierda todo enterito por su hermoso y bello culito...
Sentaditas en sus sillitas... con las patitas cortitas, carnositas, desnuditas... en filita, tan bien enseñaditas... tan bien domesticaditas.... perdiditas en su cloar, ninguna cavilará que el culito que al gallito, volvió y volverá loquito, ni allí se lavó, ni allí se peinó. Ni allí se tiñó, ni se mechó, ni se ahuecó, ni siquiera se suavizó... y que hace un tiempecín, esas alitas que ahora llevan tan arregladitas, con batirlas un poquitín, las alejaban del suelecín para llevarlas de viajecín a través de un cielecín mucho más grandecín que su estrecho corralín.
¡Ay Gallináceas Galliformes...! Tanto cloar pudiendo volar....

Golondrina Golondrinita
(a Oscar Wilde)

Jovencitas damiselas, en el aeropuerto esperan. En el aeropuerto esperan, jovencitas damiselas. Van a embarcar en avión, a buscar otra región. Han perdido la calor. Tienen frío el corazón. Parlotean sin parar. Mucho tienen que contar.
Piensan y sienten algunas que su historia es de terror. Sienten y piensan las otras, que la suya fue aún peor.
Con su foulardcito rojo, la camisetita blanca y el chubasquerito azul, reniegan de esos afectos que mutilaron sus vuelos, comentan con aspereza, cuánto ha sido lo que amaron a quién no correspondió, relatan cuánto entregaron a quien nunca nada dio...
Mientras tanto, en la ciudad, una golondrinita ve como empieza a nevar. Y un príncipe, un principito, un auténtico galán, ve cómo mientras él brilla, todo es oscuridad. Y sabiendo su destino, conociendo su final, pídele a la golondrina que utilice su riqueza para barrer con sus alas la triste tristeza que asola esas casas
Vuela la golondrina.... Atravesando esta la nevada.
Esperando queda el galán a la golondrina amada.
La ciudad se ilumina, ellos dos se difuminan.
Cuando el avión partió, una golondrina murió.
Cuando el avión partió, un principito murió.
Tenían luz en el corazón.
Nadie en la ciudad les vio, nadie les conoció.
Jovencitas damiselas, vuelan y vuelan... exigen, exigen... esperan, esperan...
Damiselas jovencitas esperan y vuelan... exigen, exigen... esperan y vuelan...
Nunca la nieve apagó el calor de un corazón.

Politicus Nival. Buho Disfratus

Dicen que fue la tundra, que fue la tundra quien les trajo. Tenían los ojos dorados, vestían abrigos blancos...
Todo aquel que les veía, sentía que revivía... ¡tanta hambre tenían...!
Eran los esperados. Eran sabios, eran búhos, eran sabios búhos nevados. Eran lechuzas macho.
Hijos del hielo, les dirían dónde volar, cómo volar, cómo el sustento encontrar...
Hicieron nidos en el suelo. Un suelo que les dejaron. Un suelo que no era de ellos pero que pronto ocuparon.
Primero fue un terrenito, un terreno pequeñito...
Pero después fue más... y después fue mucho más...
Los esperados nevados, los sabios de ojos dorados, consiguieron para ellos y sus muchos pequeñuelos, que el mundo fuera un pañuelo. Pañuelo de bribonzuelos.
En un momento, sus alas extendieron.... eran tan grandes... que en ese mismo momento, el cielo cubrieron. El mundo se oscureció y el sustento... el sustento de todos desapareció.
En un enjambre de arbolitos, vivían miles y cientos de pajaritos.
Y llegaron los armiños
Y les dejaron sin niños.
Dijeron que fue la tundra quien les trajo...
Pero yo le escuché a un grajo, que eso que la tundra trajo... no era búho, que era cuco con peluco.

Aves sin lares

Hay tras "Las Conchas" un nido.
Pájaros de mil lugares
entonan sus mil cantares.
Torpe y tímido es su trino .

Entre su lengua y su pico
esconden muchos callares
que entre dares y tomares
gorjean en "semilírico".

Si subes una escalera
al final a la derecha
encontrarás su "nidejo"

Si eres ave algo poeta.
empuja sin más la puerta.
Es su nido, un "tesorejo"

Ana Isabel Fariña

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