En la sesión del lunes pasado el protagonista fue el poeta Fernando Gutiérrez Nieto, nacido en Galisancho un 24 de enero de 1960. Nos visitó para hablarnos de su trabajo y de sus libros de poemas: “Las rosas también lloran” y “Treinta poemas de amor y una canción enamorada”.
Dejamos aquí un pequeño botón de muestra titulado "Mª Carmen":
Manantial de aguas cristalinas
que soñando te alejas entre las rocas,
tengo celos de que a tus labios
besen las palomas.
Vas a parar a los ríos
donde juegan las estrellas
y yo recojo la luna
para ti que eres su dueña.
Me gustaría ser tus lágrimas
para acariciar tus ojos
y deshacerme en tus dedos.
Aunque ya no existiera, te seguiría queriendo.
Sería un poema como el aire
que nunca podría faltarte,
tu amuleto imaginario
o simplemente un verde prado.
Tus ojos son como un prado verde
en el que siempre
florece la primavera.
Tarea de escritura
Elige un sustantivo de cada uno de los nueve poemas de esta ficha y escribe con ellos un texto Procura que tenga cierto voltaje poético. Incluye en el título que le pongas la palabra “poema”.
Feliz tarea.
Y estos son los trabajos de algunos de los componentes del taller de escritura:
En la piel del poema
Manantial
de letras
fluye
con las horas.
El
llanto se hace gris,
salpica
sus huellas
en la eternidad de la tierra.
Campos
de amor,
nacen en la palabra,
acunan
el recuerdo.
Amanece
y anochece
donde
la luz se hace sombra,
junto
a la piel del verso
que siente y oye
el latir de la vida.
Sofía Montero García
La vida es un poema
Al alba,
el agua brota silenciosa,
del manantial de la esperanza.
Bajo las estrellas,
un campesino,
tararea una canción,
arando la tierra.
Unos niños,
con la mochila al hombro,
van pensando un poema,
mientras caminan para la escuela.
El otoño está triste,
al perder el aroma de las rosas.
Luis Iglesias
La balada del sauce
Poema
en clave de luz
Hoy
Desdémona no canta.
Es
polvo que la tierra abraza.
Una
tormenta de celos quebró su balada. Su perfume naufraga.
Siempre
inocente, para siempre calla.
Tiene
la mirada limpia y la piel helada.
Es
bella su imagen. Triste su verdad. Duele saber su voz y no escucharla.
Más
no hay puerto que acoja el velero que abordaron los piratas.
No
hay hierba en la pradera donde la sospecha manda.
Las
ruedas del recelo nunca descansan.
Un
castillo sin puerta es cárcel, no morada.
Hoy
Desdémona no canta.
El
pañuelo que fue promesa, es ahora, mortaja.
El
rayo que incendió su lecho, guadaña.
¡Pobre
sirena sin roca! ¡Pobre doncella atada a un mástil: cruel mesana sin
mañana!
Fue
la tempestad macabra. Es fuerte el tronar de los fantasmas.
Solo
la mar la acompaña. Es su espuma tan blanca como el amor que obsequiaba
La
arena recuerda el nombre de aquel a quien solo se daba:
Otelo, así se llamaba.
El
mismo que le regaló un collar: una gargantilla malva.
Una
cadenilla morada con diez perlas engarzadas.
Huella
de un amor de barro que la maleza arrasa.
Hoy
Desdémona no canta.
Un
sauce vela su reposo: su página eterna, su página desgarrada.
La
cubre con sus ramas. Caricias verdes para una naúfraga
Es
bella su imagen. Triste su verdad. Duele saber su voz y no escucharla.
Custodio
fiel, la ampara.
El
suelo cede ante su demanda. Sus raices serán su almohada. Una almohada blanda.
Poco
tarda en desnudar su garganta.
Ruedan
diez perlas cárdenas. Su brillo es fugaz. Un roce suave y se apagan
La
pradera se viste de esmeralda. Alguien entona una balada:
"No
hay luz donde no hay confianza. No hay luz donde los fantasmas mandan"
Hoy Desdémona no canta
Hoy
canta el sauce que la ampara
(Celos,
polvo, balada, imagen, verdad, hierba, ruedas, castillo, puerta,...)
Ana
Isabel Fariña
Mar de viento.
Poema inesperado
Traté de alejarme de las rocas.
El reflejo de tu recuerdo aún pincelaba el alrededor
cuando casi comenzabas a perderte en el horizonte.
Aquella incierta tarde de otoño
sentí sobre mí, tu última mirada.
el último calor de tus besos sobre mis labios.
Entonces, el viento giró inesperadamente,
agitando sus brazos como un molino…
Y mis lágrimas se confundieron en medio del mar.
Solas quedaron nuestras huellas en la arena.
aquellas que ni tus ojos
ni los míos volverán a contemplar jamás.
( Rocas, Reflejo, Otoño, Mirada, Labios, Molino, Lágrimas, Arena, Ojos)
Tina Martín Mora
Poema inesperado
Traté de alejarme de las rocas.
El reflejo de tu recuerdo aún pincelaba el alrededor
cuando casi comenzabas a perderte en el horizonte.
Aquella incierta tarde de otoño
sentí sobre mí, tu última mirada.
el último calor de tus besos sobre mis labios.
Entonces, el viento giró inesperadamente,
agitando sus brazos como un molino…
Y mis lágrimas se confundieron en medio del mar.
Solas quedaron nuestras huellas en la arena.
aquellas que ni tus ojos
ni los míos volverán a contemplar jamás.
( Rocas, Reflejo, Otoño, Mirada, Labios, Molino, Lágrimas, Arena, Ojos)
Tina Martín Mora
La muerte de los poemas
En
aquella noche la luna eclipsaba todas las estrellas. Las campanas replicaron
esparciendo su sonido metálico en volutas escalofriantes, desde la gloriosa
basílica al espectral caserón, morada de sueños perdidos escritos sobre
cadáveres de antiguos bosques. A la sombra del templo, el cementerio jugaba con
la luna a las sombras chinas y, más allá de la verja que separaba a los muertos
en Dios de los condenados, surgió la niebla, ondulante y gélida. Las gasas
plateadas se extendieron por el cementerio de los malditos acariciando las
letras gravadas en piedra, nombres y fechas anclados en un pasado olvidado
entre silencios pudorosos. Se colaron entre las verjas y se dejaron llevar
junto al metálico reclamo de santos, cubriendo la ciudad de los vivos con su
emanación, hasta llegar a las puertas del aquel cementerio de ideas. Las olas
lamieron las puertas, besando la madera. Los goznes quejumbrosos se doblegaron,
reticentes, abriendo la casa, desnudando su íntimo secreto a los curiosos rayos
argentados. El aliento de la necrópolis se arrastró por los suelos alfombrados
de polvo, dejando tras de sí una estela translucida, hasta llegar al corazón
mismo, al alma de aquel lugar sagrado de Apolo. Penetró en la tumba de deseos
gritados a nadie, de secretos a la vista del mundo, ideales al alcance de quien
quisiera, cuando nadie más que sus autores podía conocer el empírico significado,
enmascarado en mil metáforas laberínticas.
La
niebla onduló tomando forma y consistencia, besada por la luna que conjuró
la figura, apenas espejismo del cuerpo, inmaterial y gaseosa de una mujer cuya
juventud y belleza dolían. La niebla la vestía de gris plata, abrazando su
busto, silencioso y quieto, antes de caer en espumosas cascadas a sus pies. El
rostro pálido, sin expresión, los ojos muertos de demasiado sentir, muertos y
muerta ella de desamor y brutal realidad, de un no siempre vale querer para
poder. Su mano se meció hasta el níveo cuello, donde un cordón sostenía el
guardapelo palpitante que descansaba sobre su vacío pecho. En un movimiento
controlado se lo pasó por la cabeza con cuidado de no engancharlo en su pelo. Un
atisbo de su perdida humanidad le hizo dudar si cometer aquel sacrilegio
cultural, antes de abrir el guardapelo.
Las
almas de aquellos que buscaron amor en poemas ajenos rompiéndose el corazón en
mil suspiros de ilusos sentimientos, escaparon liberadas de las cadenas que los
mantenían encerradas en aquella celda dorada. Silenciosas entraron en las
páginas y tomaron lo que no era suyo. Rompieron versos y desbarataron rimas. Revolvieron
el ritmo y el tono. Mataron cada poema con desnatural rabia, volcando sus
propias realidades, su desesperación y sus anhelos estériles donde poetas
camicaces habían puesto sentimientos frugales.
Con
el trabajo realizado, saciadas ya de venganza pero igual de rotas e infelices,
decidieron volver a encadenarse en el guardapelo que sostenía la joven suicida
en sus manos, que si hubiera podido llorar lo habría hecho, por los poemas
convertidos en prosa y por ella misma y su desgracia.
Pero
a las portadoras de la muerte no se les permite tal lujo.
Leticia
Vicente
Vidas poéticas I
Cuando desaparecía el dinero, rellenaba su billetera con alcohol. Iba a la oficina de trueque, y le daban cuatro litros a cambio de la estabilidad de su familia. Las botellas siempre tenían un regalo extra, la lengua viperina de su mujer. Pecado original.
Elena Vicente
Poema al molino del abuelo
(corazón, cielo, niño, campesino, molino,
mundo, manantial, noche, otoño)
Puede el corazón
en el cielo colgarse
y columpiar a un niño con hambre.
El campesino mira
el azul y coloca la mano en su pecho.
Despacio acude al
molino.
La aceña no
olvida.
Un atardecer
hermoso de febrero, frío y luminoso.
Hoy el agua se
estanca definitivamente,
quieta, sin
peces… se apaga.
El manantial cesó
hace tiempo,
solo las piedras
aguantan.
Los recuerdos se
ahogan y secan
en un pozo vacío,
lejos el eco de un croar de rana...
Es lóbrego el
molino que el abuelo con sus manos
levantó.
La noche se para,
¿queda mundo?
la luna no
ilumina, mira a otro lado.
En lo alto del
todo una estrella canta, caen sus notas
blancas
sobre miles de
hojas huérfanas, sin luz.
El viento se
alza, la brisa helada balancea sus ramas
desnudas, ¿muertas?
Es duro el
invierno en el pais de la pena acumulada.
Antes de que
también su alma caiga en el agujero vacío,
el campesino se
sienta en la rueda y sueña una noche de otoño,
Decidido, desata
la cuerda que amarra el dolor a su mirada.
La desesperanza
quema su entraña: futuro confuso, mañana sin aire, sin agua, sin fuego...
Solo cenizas.
¿Por qué el mundo no se arranca el corazón
y lo cuelga en el
cielo para que ese niño con hambre se columpie?
Vicente
Martín
Decir
...
Decir
que hoy
En
el cielo de la noche
Hay
hilachos de nube.
O
que el frío del otoño
Quema
como un beso.
Que la
niebla ahoga.
Decir
que hoy
El
llanto, lagrima y miel,de tus ojos
Naufraga
en tus labios.
O
que la tierra desnuda y reseca,
Sueña
con la verde hierba,
Como
suspira la luz
Por
la desdeñosa estrella.
Decir
que hoy
Quiero
enamorarme, otra vez,
de tu cuerpo ,desnudarte
Y
saber que piensan de tu piel
Mis
ojos y mis labios.
Decir(te)
que hoy ... Amor.
Fernando
de Castro
Nueve palabras para un poema futuro
Amor: aporía repetida.
Noche: abrazo, deseo y palpito.
Labios: mundos paralelos e infinitos.
Boca: rojo pasión y vida.
Lagrima: río que te nace y... me ahoga.
Miel: de tu pelo color, ambrosía que de tu pubis mana.
Otoño: saudade, flores y bronce; onomatopeya de ti.
Luz: cuando tu sonrisa llega a mí.
Cielo: donde quiero ser; tu pubis (otra vez).
Amor: aporía repetida.
Fernando de Castro
Poesía nocturna
Almohada, boca, tierra, barro, horizonte, rana, roca, noche, pluma
Noche de barro y ausencia
La almohada vacía y fría no halla
la inquietud en boca de la angustia
Arroja la pluma con ira
trazos precipitados por la huida
Quizá ahora la rana respire
y por el brillo de la roca se transforme
Queda atrás la tierra vieja
Todo el horizonte por delante
Antonia Oliva
Poema otoñal
Como labraba el campesino, la tierra,
donde brotaba el manantial, el agua
fue dejando las huellas del cauce que ahora ya no está.
El sonido del manantial ahoga mis sollozgos.
Cae la noche invernal.
Frío, mucho frío.
Va apareciendo el hielo sobre el agua.
Todavía caen las últimas hojas marrones del otoño.
Iria Costa
Conjurando a la muerte
Cuando la voz que a todos nos reclama pronuncie mi nombre, no quiero que nadie llore al devolverme a la tierra. Llevadme a mi único campo, desandad el camino que fue surcando mi huella. Haced en ese campo mi tumba, de noche y con luna llena. Si lo hacéis tal como os digo, burlaré la eterna condena y brotaré manantial al llegar la primavera. Y así volveré a vosotros, dando vida a las cosechas.
Miguel Ángel Pegarz
¿TROIKA O TRATO?
(Poema sobre el futuro de la dignidad ignífuga)
Cuellos largos y huecos
fugaces palomas en el raso de tu falda
estofadas en la paz-rimel de tus ojos.
No cesa el fulgor del amanecer
en el plumaje de los cisnes de negro
ni la brisa en lo alto del puente del mundo
pero mis manos, ya no son el amor de tu tierra
ni la lava en azogue, el canto a un horizonte perdido.
En silencio, sollozan los niños del cielo
aquellos grillos, esclavos, ya sólo cultivan tristeza
los dioses sordos, ahogados, un verano de campesinos.
El barro, olor a muerte, auriga de un pueblo sin fuerza
arde como tu bengala, pequeña vida de miseria.
Un cuerpo en la hierba aún resuena
poesía sin fotos, eutanasia de reyes sin basílica.
Aún existe la huella que respira
una lágrima bajo la piedra del molino
un hatillo de flores, en tres desiertos contiguos.
La verdad es un carrito sin ruedas
detenido, por las dunas de la arena.
La lejía se remansa en las orillas de los ríos
y su espuma, es toda la miel que nos espera.
Chema García
Frío poema
Maldita noche, gélida palabra, profunda tristeza.
Helador viento, intenso invierno, desconsolado corazón.
Heladas manos, amargas lágrimas, interminables horas.
Hinchados ojos, inquietos sueños, oscuros pensamientos.
Un escalofrío asciende por mi espalda,
congela mi sangre,
eriza mi vello,
paraliza mis sentidos,
recorre fugazmente mis entrañas.
Fría mañana, fría cama, fría aguja.
Lejano horizonte.
Lenta espera.
Cálida esperanza.
Toñi Martín del Rey
Nueve palabras para un poema futuro
Amor: aporía repetida.
Noche: abrazo, deseo y palpito.
Labios: mundos paralelos e infinitos.
Boca: rojo pasión y vida.
Lagrima: río que te nace y... me ahoga.
Miel: de tu pelo color, ambrosía que de tu pubis mana.
Otoño: saudade, flores y bronce; onomatopeya de ti.
Luz: cuando tu sonrisa llega a mí.
Cielo: donde quiero ser; tu pubis (otra vez).
Amor: aporía repetida.
Fernando de Castro
Poesía nocturna
Almohada, boca, tierra, barro, horizonte, rana, roca, noche, pluma
Noche de barro y ausencia
La almohada vacía y fría no halla
la inquietud en boca de la angustia
Arroja la pluma con ira
trazos precipitados por la huida
Quizá ahora la rana respire
y por el brillo de la roca se transforme
Queda atrás la tierra vieja
Todo el horizonte por delante
Antonia Oliva
Poema otoñal
Como labraba el campesino, la tierra,
donde brotaba el manantial, el agua
fue dejando las huellas del cauce que ahora ya no está.
El sonido del manantial ahoga mis sollozgos.
Cae la noche invernal.
Frío, mucho frío.
Va apareciendo el hielo sobre el agua.
Todavía caen las últimas hojas marrones del otoño.
Iria Costa
Conjurando a la muerte
Cuando la voz que a todos nos reclama pronuncie mi nombre, no quiero que nadie llore al devolverme a la tierra. Llevadme a mi único campo, desandad el camino que fue surcando mi huella. Haced en ese campo mi tumba, de noche y con luna llena. Si lo hacéis tal como os digo, burlaré la eterna condena y brotaré manantial al llegar la primavera. Y así volveré a vosotros, dando vida a las cosechas.
Miguel Ángel Pegarz
¿TROIKA O TRATO?
(Poema sobre el futuro de la dignidad ignífuga)
Cuellos largos y huecos
fugaces palomas en el raso de tu falda
estofadas en la paz-rimel de tus ojos.
No cesa el fulgor del amanecer
en el plumaje de los cisnes de negro
ni la brisa en lo alto del puente del mundo
pero mis manos, ya no son el amor de tu tierra
ni la lava en azogue, el canto a un horizonte perdido.
En silencio, sollozan los niños del cielo
aquellos grillos, esclavos, ya sólo cultivan tristeza
los dioses sordos, ahogados, un verano de campesinos.
El barro, olor a muerte, auriga de un pueblo sin fuerza
arde como tu bengala, pequeña vida de miseria.
Un cuerpo en la hierba aún resuena
poesía sin fotos, eutanasia de reyes sin basílica.
Aún existe la huella que respira
una lágrima bajo la piedra del molino
un hatillo de flores, en tres desiertos contiguos.
La verdad es un carrito sin ruedas
detenido, por las dunas de la arena.
La lejía se remansa en las orillas de los ríos
y su espuma, es toda la miel que nos espera.
Chema García
Frío poema
Maldita noche, gélida palabra, profunda tristeza.
Helador viento, intenso invierno, desconsolado corazón.
Heladas manos, amargas lágrimas, interminables horas.
Hinchados ojos, inquietos sueños, oscuros pensamientos.
Un escalofrío asciende por mi espalda,
congela mi sangre,
eriza mi vello,
paraliza mis sentidos,
recorre fugazmente mis entrañas.
Fría mañana, fría cama, fría aguja.
Lejano horizonte.
Lenta espera.
Cálida esperanza.
Toñi Martín del Rey
Esta semana no llegué a tiempo. La tarea no era especialmente sencilla y mi semana si especialmente complicada. Perdón por faltar al compromiso y trataré de sacar esta semana las dos tareas.
ResponderEliminarYo te perdono...
EliminarPenitencia: Tienes los comentarios a medias de la sesión anterior, recomponlos...
Y gracias, muchas gracias...
Se debio tragar blogger el anterior, que lo hace a veces. Envié de todos los textos.
EliminarVamos, lo que faltaba, que te disculparas. A ver si empezamos a dar la talla los demás, yo la primera. Todo lo contrario, agradecidos de que seas el único que te preocupas. Mil gracias
ResponderEliminarSofía:
ResponderEliminar“Campos de amor,
nacen en la palabra,
acunan el recuerdo.”
Con la palabra se cultivan campos repletos de amores, con la palabra se mecen los recuerdos… con la palabra se alegra el alma, se alimenta la poesía… bien Sofía.
Luis:
Me quedo con el manantial de la esperanza para que esa agua que brota silenciosa entone una canción que diga, que nunca calle, que grite, que se apasione, que nunca ceda su rumor, que con suavidad deje su tacto por las piedras que le llevarán al mar. Buen trabajo Luis.
Ana:
Leer tu texto es como flotar en pétalos de rosa, cada palabra escrita es un pétalo que presenta un olor único, un color preciso. Todo ello para formar una composición llena de vida, vida donde todo entra: el amor, el desamor, los miedos, los celos, los recelos y la ternura y la poesía y la belleza de un ritmo que envuelve y no deja indiferente. Mucho, siempre mucho, Ana.
“Es polvo que la tierra abraza.”
“El pañuelo que fue promesa, es ahora, mortaja.
El rayo que incendió su lecho, guadaña.”
“Un sauce vela su reposo: su página eterna, su página desgarrada.
La cubre con sus ramas. Caricias verdes para una náufraga.”
Precioso Ana. Enhorabuena.
Tina:
Nostalgia de una tarde de otoño en una playa: el amor, los besos, las huellas, la ausencia… todo se engarza para dejar un hermoso poema. Bravo Tina. Enhorabuena.
“El reflejo de tu recuerdo aún pincelaba el alrededor
cuando casi comenzabas a perderte en el horizonte.”
“Aquella incierta tarde de otoño
sentí sobre mí, tu última mirada,
el último calor de tus besos sobre mis labios.”
Leticia:
“El rostro pálido, sin expresión, los ojos muertos de demasiado sentir, muertos y muerta ella de desamor y brutal realidad, de un no siempre vale querer para poder.”
Muy potente tu texto Leticia. Ten en cuenta una cosa: poesía no es lo que se viste con bellas y rebuscadas palabras y rimas, sino la que viste las palabras con sentimientos y sensaciones y anhelos y deseos… quien deja que de las palabras brote amor… amor entendido como esa admiración que se siente por lo que hace que la vida florezca y queremos abrazarnos a todo ello. Muy bien Leticia, enhorabuena.
Elena:
Breve, claro, contundente, real… muy real tristemente… Genial Elena.
Vicente:
Hay tantas preguntas que deberíamos responder!!!
“Es duro el invierno en el país de la pena acumulada.”
Sigue tu camino Vicente, y mira de vez en cuando a los lados, no temas tropezar.
Fernando:
Muito bem, Fernando…
“En el cielo de la noche
Hay hilachos de nube.”
“Miel: de tu pelo color, ambrosía que de tu pubis mana.” ¡Ejem…! Será del de las abejas… ¡digo! Je...je…je. muito bem. Enhorabuena.
A mí mientras San Irazoki me ilumine, lo iré salvando. Mil gracias
ResponderEliminarAntonia:
ResponderEliminar"Queda atrás la tierra vieja
Todo el horizonte por delante""
Versos que dicen optimismo, esperanza, lucha... el pasado solo nos debe servir para no caer en los mismos errores... hay que vivir el ahora sin perder la vista del horizonte... la vida son ahoras, a esos ahoras nos tenemos que pegar como lapas y dejar que las olas del mar nos empapen. Gracias Antonia, extraordinaria.
Iria:
ResponderEliminarUn poema sencillo, como el vuelo de las hojas al caer de las copas de los árboles en otoño... bien Iria.