Shinnen. Haikus de fin de año

La última sesión del taller de escritura de este año la dedicamos al haiku, ese pequeño mecanismo poético de precisión que nos recuerda al trabajo de los plateros o de los miniaturistas.
El buen escritor aprende a mirar con la precisión de una cámara de fotos, de ese modo advierte los detalles más pequeños e insignificantes en la rama seca del último árbol del jardín y la profundidad en la mirada de la hormiga. De nuestra capacidad de observar y amplificar o reducir nuestra visión de la realidad, o de la fantasía dependerá el resultado de nuestra escritura.
También el escritor de haikus (haijin) pone la vista en todo, tal y como señala Kyoshi en un haiku: “...cada cosa que veo es un haiku”, expresión que recuerda la afirmación de Juan Larrea: “poema es esto y esto y esto”.


Dice Vicente Haya -reconocido estudioso de haiku- que “cada cosa es mirada por un haijin como si en ese momento hubiese sido creada, como si nadie antes la hubiera visto nunca. Si tuviésemos que utilizar un ejemplo del mundo de hoy para explicar lo que merece un haiku, diríamos que sería todo aquello de lo que puede hacerse una fotografía. No es casualidad que la fiebre japonesa por el haiku haya sido continuada por una idéntica afición por la fotografía. Conservar un instante especial de la realidad, ésa es la finalidad del haiku”.

Aproximaciones teóricas al haiku
La mejor definición de haiku fue, probablemente, la de Bashô, el monje viajero: “Haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”
Es importante que tengáis bien presente esta idea a la hora de escribir, porque a partir de ahora tendréis que contar (con forma de haiku) todo lo asombroso que suceda en cada lugar y en cada momento.
Ahora es importante comprender que un haiku trata de describir de forma muy breve una escena, vista o imaginada. El haiku, por tanto, aspira a captar el momento, el aquí y ahora, de una forma tan radical que los límites entre el observador y lo observado, el sujeto y el objeto se disuelven.
El haiku ha sido entendido generalmente como la transmisión de una sensación, hasta el punto de conocerse como "la poesía de la sensación", de ahí que deba alejarse del pensamiento discursivo y evitar la transmisión de conceptos o deducciones.





Incluímos a continuación el texto de Chantal Maillard que sirve de epílogo al libro Haikus del mal amor, de cuya edición se encargó Manuel Lara Cantizani y que publicó la Diputación Provincial de Málaga. Los haikus de dicho libro fueron escritos por alumnos del IES Clara Campoamor de Lucena:

Un haiku es una fotografía, una instantánea, la de algo que sucede, de repente, para alguien. Hoy en día, cansados de discursos, entendemos mejor una imagen que un largo poema; nos dicen más las formas breves, las estampas, que los recitados. tal vez sea ésta la razón de que tenga tanto éxito, últimamente, ese pequeño poema, esa pequeña nada que se nos ha infiltrado en la poética inteligente y aburrida de Occidente. El haiku, la forma más breve del poema, ha fascinado a muchos poetas occidentales a lo largo de la historia y actualmente parece ser un reto para muchos, pero son escasos aquellos que han acertado a escribir un solo buen haiku. Generalmente se lo convierte en un juego de la inteligencia o en el resumen de una fábula moral. No es ni una cosa ni otra, sino la expresión de un fragmento de realidad que aparece en la conciencia o que la conciencia, esa constructora de mundo, recorta en la totalidad de lo que nos rodea.
Las cosas siempre producen asombro cuando no se perciben filtradas por el tamiz de la memoria. Antes ellas, lo normal es reconocer: para la inteligencia, lo que aparece no lo hace nunca a cara descubierta, sino revestido de estímulos anteriores que ya fueron nombrados. Lo que aparece se nombra con palabras que designaron imágenes percibidas anteriormente y que connotan gestos, movimientos que se hicieron también anteriormente.
Por eso, las cosas nos invitan a repetirnos, pues ellas también se repiten en nuestra experiencia. Y cuanto más bagaje experiencial llevamos, más reconocemos. La experiencia radical, la que produce asombro. Por eso es tan difícil componer un haiku.
Para componer un haiku, es preciso recuperar la inocencia. Poder mirar como si fuera la primera vez. Un haiku, por eso, podrá hacerlo solamente quien se haya aligerado de la carga, tanto personal como cultural, que nos dicta las pautas de nuestra percepción, o quien no haya alcanzado a tenerla. Es preciso volver a ser niño, pero no cualquier niño sino aquel que lograse conservar intacto, bajo y a pesar de los moldes que le inculcamos, la capacidad de sorprenderse. Cierto carácter refractario a la conceptualización, cierta “idiotez” se requiere para ello. Sólo así alguien (una niña de seis años en este caso) es capaz de juzgar importante cosas como la siguiente:

“Las hormigas en fila
suben por una hoja de hierba
y en seguida bajan.”

Para componer un haiku, decía Basho, el yo ha de adelgazarse lo suficiente como para penetrar en lo que le rodea. El yo de los niños, generalmente, no ha alcanzado a engordar aún lo suficiente como para no penetrar en lo que perciben. No tienen aún los elementos suficientes como para complicar demasiado la experiencia y pueden también expresarla con mayor sencillez. Pero, no seamos ilusos: los modelos de la simplicidad también se aprenden y se repiten.
Un haiku, en razón de su sencillez, no necesita explicarse. Es una instantánea: necesita ser visto. Entenderlo es verlo. Por eso ha de apuntar al blanco. NO ha de decir, ha de mostrar. Ha de expresar lo percibido de tal manera que el receptor pueda recuperar, por efecto de la resonancia que todo estímulo poético provoca, una percepción semejante a la que el autor del haiku tuvo acceso. De esta manera, lo que transmitirá no será solo el suceso –que suele ser trivial- sino el propio asombro que acompaña al acto de conciencia como el testimonio de que el gesto más cotidiano, el suceso más trivial es un milagro.
En razón de ello, el haiku prescinde de figuras retóricas; ni metáforas ni analogías le convienen pues éstas derivarían la atención del oyente (o lector) desde el objeto hacia el lenguaje. Un haiku es solo la constatación de algo que ocurre en un momento dado para alguien, y ha de ser tan despojado como la actitud de quien lo percibe y quiere dar cuenta de ello.
Sin embargo, existe la tendencia, en nuestras latitudes, a querer explicar lo breve. Una cierta incapacidad para la modestia hace que nos sintamos desprotegidos ante lo que se nos presenta de forma inmediata. Por eso nos apresuramos a comentarlo, nos inventamos la historia, la moraleja o las referencias trascendentes; nos parece demasiado pobre la realidad tal cual se presenta. No nos damos cuenta de que, actuando de esta manera, es nuestra pobreza interior lo que ponemos de manifiesto.
Por lo demás, un buen haiku no necesita comentarios. Cualquier comentario que se haga de un haiku lo perturba, lo carga inútilmente y, al cargarlo, lo enturbia, lo vuelve opaco. El mejor comentario de un haiku sería aquel que fuese una copia exacta del mismo. En realidad, pocas palabras bastan para decir lo que de verdad importa.


Propuesta de escritura

Abre los ojos. Mira a tu alrededor. La Navidad es buen momento para el haiku y la fotografía. Busca con la mirada, y con el resto de sentidos, esos momentos dignos de ser inmortalizados, esas secuencias que componen el paisaje íntimo de lo navideño. Afina el ojo. Juega con los planos. Maneja el zoom de tu mirada.
Señala con un haiku una escena previa a la cena de Nochebuena, un momento de la celebración en la mesa y una instantánea de la sobremesa. Haz lo propio con los días de Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Este año el álbum de fotos de la Navidad será en formato de haiku.

Os dejo algún ejemplo que se aparta del marco objetivo donde hemos de situarnos pero que pueden serviros de ayuda. Aquí tenéis cuatro haikus de fin de año.

Y dejo por aquí las fotos que me hizo llegar nuestro compañero Pascual, del grupo B. Podéis ampliar la imagen para verlas mejor e incluso descargarlas.


Pinchad en la imagen para ampliar













Felices Fiestas,
que el 2019 nos traiga 
buenas lecturas 
y buenas ideas para escribir




Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:



Larga espera.
¡Por fin! Suena el timbre.
Llega mi hijo.

Después de cenar.
Desaparecen todos.
Misa del gallo.

Triste Navidad,
para muchas personas,
que pase pronto.

Los reyes magos,
entran por la chimenea,
sin hacer ruido.

Luis Iglesias
Grupo B



En cuna lúgubre
Resplandece un lucero
¡Dios ha nacido!

Doce tañidos
Un ¡Feliz Año Nuevo!
Largo suspiro.

Mágica noche
Preñada de ilusiones
Noche de Reyes

Pasan carrozas
Griterío infantil
Los Reyes Magos

Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B


Todos en casa,

muchas caras sonrientes
desconecto el vino.

Mientras cenamos
se va la luz en casa
todos a oscuras.

Voy a fumar
y me dejan sin postre
al final me dan.

Después del postre
sacamos el turrón
caras de agobio.

Se oyen ruidos
fuegos artificiales
todos corremos.

En las doce uvas
mi tía se atraganta
no las termina.

Beatriz Gorjón
Grupo A


“SE CAMBIAN HAIKUS
DE UNA NOCHE DE INVIERNO
POR VILLANCICOS”

La muchedumbre
avanza lentamente
bajo áureas luces.

Brilla la noche y
la calle comercial
bulle de gente.

Vistosas tiendas
cubren sus superficies
con clientes ávidos.

Se escucha música.
En un cesto, monedas
y espumillón.

En un rincón
en la Noche de Paz
llora un mendigo.

Se ve un regalo.
desde cualquier esquina
Plaza Mayor.

Un niño canta
aunque nadie lo escucha
un villancico.

Mercedes González
Grupo A


En las viviendas
donde hoy habita un niño
algarabía

Música y baile:
¿Dónde las panderetas
y las zambombas?

Antes que nunca
se vacían las calles.
Las casas, llenas.

Lo llenas todo
niño solo entre adultos.
Siembras asombro.

El alma anhela
quietud entre los ruidos.
Es Navidad.

Marian Vicente
Grupo B


Media docena de haikus navideños

discurso del rey
comienza la función
es nochebuena

cena en familia
arroz con bogavante
cola en el baño

es nochevieja
mirando al sur de nuevo
las tres marías

en torno al árbol
cristales en el suelo
un año más

mágica noche
roscón en la cocina
despierta el día

flores de pascua
ya se acaban las fiestas
también las hojas

Concha González
Grupo A

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