Tango, la vida en una habitación

En estos días de confinamiento quizá hayamos sido conscientes de lo duro que resulta transitar de un lado a otro de la casa sin poder salir y de las múltiples tareas rutinarias que se producen en una casa.
La sesión de hoy, prevista desde hace tiempo, la tendremos a distancia y la hemos titulado "Tango, la vida en una habitación"
Una habitación. Un balón. Un niño. Este entra en una habitación para recuperar su pelota. Despacio, lentamente el habitáculo entero se llena de personajes extraños, pero de acciones cotidianas, todos ellos con la intención de repetir indefinidamente el mismo gesto. Y todo ello ocurre en un plano secuencia.



Veamos algún breve texto para entender mejor el propósito de Zbigniew Rybczynski con su cortometraje "Tango". Carlos Caridad Montero señala:

Llevaba rato queriendo publicar algo aquí de Zbigniew Rybczynski, pero había encontrado poco, o nada. De hecho, ahora sólo he conseguido su filme Tango, ganador de un premio Oscar en 1983.
Autor de cortometrajes experimentales que se han convertido en clásicos y director de fotografía, el polaco Rybczynski es uno de los cineastas más innovadores de las última tres décadas. Fue pionero en el uso de la televisión de alta definición, es autor de varias patentes en los EE.UU., y desarrolló del software para chroma key Zbig. En sus cortos, Rybczynski conjuga animación con efectos especiales, efectos de cámara, efectos ópticos y digitales.
En Tango, 36 personajes que representan 36 momentos o planos temporales, se superponen unos a otros en una habitación.
En la realización de este cortometraje de 8 minutos, Rybczynski invirtió 7 meses —a un ritmo de trabajo de 16 horas diarias—, elaboró 16 mil láminas e hizo cientos de miles de exposiciones en una máquina de efectos ópticos.
Fue un milagro que el negativo aguantara todo este proceso y al final sólo tuviera daños menores, y que yo sólo cometiera unos cientos de errores matemáticos de varios de cientos de miles de posibilidades.

Aquí dejamos el cortometraje. ¿No os recuerda al camarote de los hermanos Marx?:





Propuesta de escritura:

Observa bien lo que ocurre en el cortometraje. Haz incluso un listado con los diferentes personajes que aparecen en el plano secuencia y con las acciones que realizan.
Tienes varias posibilidades para escribir:

1. Elige un personaje y escribe un monólogo que lo vincule con la acción que realiza en la habitación. No tengas en cuenta a los otros actores y actrices de la escena.

2. Elige dos personajes lo más contrapuestos posible y establece un diálogo entre ellos.

3. Trata de contar una historia en la que tengan cabida todos los personajes que conforman la escena.


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Perdido en un bucle

Entró en casa balanceándose. Tuvo que cogerse a las paredes para no caer, ya le había costado un mundo atinar con la llave en la cerradura para abrir la puerta. Iba desaliñado, con la mitad de la camisa fuera de los pantalones, sucio y con los ojos desorbitados. Su aspecto le delataba: estaba ebrio, no cabía la menor duda. Llevó la mano derecha hacia su cara y comprobó que estaba manchada de sangre: tenía una pequeña herida en la cabeza. ¿Cómo se la había hecho? No tenía ni idea. Tal era su borrachera, que no recordaba nada de lo que había ocurrido esa tarde.
De pronto notó que no estaba sólo. Un desfile de personas desconocidas pasaban por delante y por detrás de él. Cada uno iba a lo suyo: un niño entraba por la ventana para recoger un balón, una señora amamantaba su bebé, un caballero depositaba un paquete encima del armario, una niña hacía los deberes, otra señora dejaba un plato en la mesa del que seguidamente comía otro señor, un chico en camiseta y pantalón corto hacía gimnasia, una mujer dejaba más bolsas en el guardarropa, un operario manipulaba la bombilla del techo y recibía una descarga, una pareja de jóvenes se manoseaban y se tumbaban sobre la cama, una señorita completamente desnuda se vestía…. La cabeza le iba a estallar. Había muchos más personajes que iban y venían, pero no se veían entre ellos, no se oían, no se tocaban…
Intentaba comprender qué estaba sucediendo. Hacía ademanes para llamar la atención de las personas que ocupaban la habitación pero, de repente, él también desaparecía para volver a aparecer en breves instantes. ¡Estaba perdido en un bucle temporal! El tiempo le estaba jugando una mala pasada, ahora no transcurría de forma lineal. Se le ocurrió pensar que era el momento de preguntarse ¿Qué fue primero el huevo o la gallina?
Y un ataque de risa tonta le devolvió a la realidad: ¡Menuda tajada llevo!

Maxi Moreno
Grupo B


Mi vida

Halina está tumbada en la cama. No puede dormir porque se le agolpan demasiados recuerdos como para dejarle espacio al sueño. Una pelota entra a través de la ventana y ella se levanta a recogerla. Se detiene un momento, mira a su alrededor, y medita:

En esta habitación se compendia mi vida.
Por aquí andaba la tía Mara, la hermana de mi abuelo, que, cada noche preparaba la cena en esta mesa y cantaba, indiferente a que yo estuviera haciendo los deberes. Más tarde llegaba su hermano, siempre en camiseta, y tomaba la aromática sopa que le servía la abuela. Todavía puedo oler la col y el cilantro.
La casa de mi niñez estaba poblada de personajes como aquel teatro de cartón que me regalaron una Navidad. Vivían con nosotros mis tíos, Andrej, el policía y Lukah, el fontanero que lo arreglaba todo. Más tarde mi padre lo añoraría mucho porque él era muy torpe para las chapuzas, no podía cambiar una bombilla sin hacerse daño.
Puedo evocar a papá entrando por esa puerta con su librea y su sombrero rojos, me parecía un príncipe salido de un cuento. Y a mamá con las bolsas de la compra y su eterna preocupación por el dinero. Al pobre Teodor, mi hermano el deportista, a quién trató tan mal la vida. Cuando salió de la cárcel mis padres no le permitieron regresar a casa y él nunca los perdonó. Por eso, papá siempre creyó que fue él quien robó los ahorros de la abuela. ¡Ah! Y Lilith, mi hermana mayor, cuya figura yo envidiaba tanto. Despertaba tanta envidia entre las vecinas que, para herirla, no perdían ocasión de llamarla desvergonzada. Y el señor Novak, a quien mis papás tuvieron alquilado el cuarto de Teodor, aún puedo verlo fisgándolo todo y vestido solo con su horrible bata.
¡Toda está entre estas cuatro paredes!
¿Quién me iba a decir que, Janush, el niño que se coló por la ventana a recoger un balón, sería el padre de mi hijo? En esta misma cama lo concebimos. ¡Cómo olvidarlo! En esta sala lo amanté, aquí mismo lo limpié y cambié muchas veces.  Me parece ver a mis suegros cuando vinieron a conocerlo, con aquel ridículo ramo de flores silvestres. También aquí el niño jugó con nuestro perrito Tango. Janush lo sacaba cada noche porque mi turno acababa tarde, y llegaba derrotada de limpiar los enormes pasillos del hospital. Cuando empezó a beber más de una vez se dejó al pobre perro en la calle, aunque él se las arreglaba para volver. Y arañaba y gruñía triste en la puerta como si pidiera perdón.
Tantos, tantos recuerdos, encajados en esta habitación que empiezan a mezclarse como si el tiempo se hubiera diluido y no pudiera discernir claramente qué sucedió antes y qué después. En mi cerebro se juntan todos mis seres queridos y cada uno interpreta con machaconería su papel. Se me llena el cuarto de personas, empiezo a confundir sus nombres y a olvidar sus caras. El corazón se me estremece dolorido ante tanta confusión.

Pepe Lorenzo
Grupo B


A todas luces

¡Cómo voy a confesar que me da miedo cambiar una bombilla! ¡Qué las alturas me aterran! ¡Por Dios! ¡He sido toda mi vida electricista!..Mi abuelo lo fue, mi Padre… Ahí voy…el machote, el que arregla los enchufes, las placas de la cocina…Me persigno… Tres veces antes de subir, me tiemblan las piernas, sí, ya sé, sólo es una silla… Mejor no, siento como si me vigilasen…A la de tres: Una, dos y ¡Tres!...Arriba…Parece que todo va a bien… No, no encaja con el casquillo ¡Me ha parecido ver sombras!
Ahhhhhh….
Pero ¡Cómo voy a confesar que me da miedo cambiar una bombilla¡ ¡Qué las alturas me aterran!...

Carmen Pedrero Robles
Grupo A


Pasando la mopa

Soy la mujer que pasa la mopa en la película.
Con ello quiero visibilizar una actividad que unas veces se hace porque forma parte de un trabajo, otras por higiene del hogar propio o ajeno.
En cualquier caso, las labores de limpieza están infravaloradas. Solo se valoran cuando no se hacen o cuando no se hacen bien. Son de las cosas menos gratificantes que se pueden hacer. Siempre hay algo más que limpiar. Nunca se termina del todo. Las posturas corporales que adoptamos son lo peor para la espalda. Por mucho que nos movamos, esa actividad no cuenta como ejercicio físico.
Si a alguien se le ha ocurrido pensar que limpiar relaja, que tiene algo terapéutico, yo le diría que es al contrario. Empiezas a limpiar y todo lo ves sucio. No es que sea adictivo, es neurotizante.
A partir de mañana, disfrutaré de un mes de mis merecidas vacaciones.

Teresa Sanz
Grupo B

1 comentario:

  1. Admirable Pepe Lorenzo... precioso ejercicio, no te has quedado en mostrar todos los personajes, no eres de mi grupo pero ya es hora de que nos comuniquemos, me ha gustado, en realidad has robado mi idea inicial, ya sé que no te voy a superar, solo quería felicitarte.
    mañana, el mío.

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