Carpe noctem


La sesión de ayer transcurrió por la tarde pero la noche aprovechó un pequeño intersticio en un poema para colarse en la sala y desdibujar nuestros rostros en un fundido en negro. Hasta ahora no habíamos dedicado una sesión a la noche. Sí a la cama y al sueño, pero no a este tema tan interesante como obscuro (así lo escribían los clásicos). En la revista Litoral ocurrió algo parecido. Después de muchos años elaborando magníficos monográficos sobre todo tipo de temas José Antonio Mesa Toré propuso abordar la noche y la revista se llenó de versos y poemas y frases de la luna. Es un asunto éste que cuenta con numerosos cómplices en los ámbitos de la literatura y el arte. Así lo cuenta Lorenzo Saval en el prólogo de dicho número.
En medio del silencio, interrumpido en ocasiones por el rítmico taconeo de las palabras y algún que otro carraspeo, fuimos desgranando textos con alevosía y nocturnidad.

Recomendamos "La noche boca arriba" de Julio Cortázar, una historia donde convergen la noche urbana y la noche selvática y en la que los sueños de una y otra historia se confunden; "La noche de los alcaravanes" de Gabriel García Márquez, donde se aunan la ceguera y la noche; "La noche de los feos" de Mario Benedetti, un cuento lleno de ternura en el que dos feos comparten la belleza de sus fealdades y "Ahora me acuesto" de Ernest Hemingway, una historia que nos ayudará a hacer frente al insomino. Hablamos de "La sueñera" de Ana María Shúa y de "Cuentos del libro de la noche" de José María Merino y comentamos brevemente la película "Nosotros en la noche", basada en el libro homónimo de Kent Haruf. La noche se hace larga cuando alguien se siente solo. Quizá la calidez de la conversación y de las confidencias puedan ayudar a soportarla mejor. 

¿Pero qué es la noche? ¿Qué simboliza?, ¿Que trae consigo? ¿Qué seres reales y de ficción la pueblan? ¿Es igual la noche marítima que la terrestre? ¿Es la misma noche la de la ciudad que la del campo?
Señala Fabrizio Caramagna que "Es en la noche cuando se percibe mejor el estruendo del corazón, el repiqueteo de la ansiedad, el murmullo del imposible y el silencio del mundo". Por eso decidimos explorarla, auscultarla, como apunta Rubén Darío en el primer verso del poema "Nocturno": "Los que auscultasteis el corazón de la noche..."


Lope de Vega consiguió atrapar la noche en los catorce versos de un magnífico soneto:

Noche fabricadora de embelecos,
loca, imaginativa, quimerista,
que muestras al que en ti su bien conquista,
los montes llanos y los mares secos;

habitadora de celebros huecos,
mecánica, filósofa, alquimista,
encubridora vil, lince sin vista,
espantadiza de tus mismos ecos;

la sombra, el miedo, el mal se te atribuya,
solícita, poeta, enferma, fría,
manos del bravo y pies del fugitivo.

Que vele o duerma, media vida es tuya;
si velo, te lo pago con el día,
y si duermo, no siento lo que vivo.

Lope y Goethe coinciden en la afirmación de que la "noche ha sido el escenario de la mitad de nuestra vida" y de la mitad mejor, según Goethe.

Ida Vitale hace recuento de "Accidente nocturnos" en este poema:

Palabras minuciosas, si te acuestas
te comunican sus preocupaciones.
Los árboles y el viento te argumentan
juntos diciéndote lo irrefutable
y hasta es posible que aparezca un grillo
que en medio del desvelo de tu noche
cante para indicarte tus errores.
Si cae un aguacero, va a decirte
cosas finas, que punzan y te dejan
el alma, ay, como un alfiletero.
Sólo abrirte a la música te salva:
ella, la necesaria, te remite
un poco menos árida a la almohada,
suave delfín dispuesto a acompañarte,
lejos de agobios y reconvenciones,
entre los raros mapas de la noche.
Juega a acertar las sílabas precisas
que suenen como notas, como gloria,
que acepte ella para que te acunen,
y suplan los destrozos de los días.

Luis Alberto de Cuenca consigue decapar el negro de la noche en "La noche blanca":

Cuando la sombra cae, se dilatan tus ojos,
se hincha tu pecho joven y tiemblan las aletas
de tu nariz, mordidas por el dulce veneno,
y, terrible y alegre, tu alma se despereza.

Qué blanca está la noche del placer. Cómo invita
a cambiar estas manos por garras de pantera
y dibujar con ellas en tu cuerpo desnudo
corazones partidos por delicadas flechas.

Nieva sobre el espejo de las celebraciones
y la nieve eterniza el festín de tus labios.
Todo es furia y sonido de amor en esta hora
que beatifica besos y canoniza abrazos.

Para ti, pecadora, escribo cuando el alba
me baña en su luz pálida y tú ya te has marchado.
Por ti, cuando el rocío bautiza las ciudades,
tomo la pluma, lleno de tu recuerdo, y ardo.

Y Guy de Maupassant declara su amor a la noche en su cuento "La noche. Una pesadilla"


Hablamos mucho del insmonio y de otros trastornos o disfunciones relacionados con el sueño, algo muy propio de esta sociedad del vértigo en la que vivimos. ¿Qué estrategias desplegar en una noche de insomnio? Ana María Shúa nos muestra la suya:

Para poder dormirme, cuento ovejitas. Las ocho primeras saltan ordenadamente por encima del cerco. Las dos siguientes se atropellan, dándose topetazos. La número once salta más alto de lo debido y baja planeando. A continuación saltan cinco vacas, dos de ellas voladoras. Las sigue un ciervo y después otro. Detrás de los ciervos viene corriendo un lobo. Por un momento la cuenta vuelve a regularizarse: un ciervo, un lobo, un ciervo, un lobo. Una desgracia: el lobo número treinta y dos me descubre por el olfato. Inicio rápidamente la cuenta regresiva. Cuando llegue a uno, ¿logrará despertarme la última oveja?

Virgilio Piñero hace frente al insomnio con mayor determinación y sin benzodiacepinas en su microrrelato "En el insomnio":

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que enseguida tome una taza de tila y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.

Sí, el insomnio puede ser algo muy persistente. Quizá un arma cargada bajo la almohada sea la única manera posible de combatirlo. Juan Tallón lo sabe muy bien. Así lo explica en el final de su excelente artículo "El insomnio me mata":

Es la enfermedad y el remedio. Es la oscuridad y la luz. Es la razón y el delirio. Y no tiene solución posible. Aunque Man Ray aseguraba que sí. Lo contó Juan Forn en el diario Página 12. Eran los años treinta, y el fotógrafo tocaba la gloria con los dedos. Sin embargo, eso no bastaba para conciliar el sueño por las noches. Madrugada tras madrugada permanecía en vilo. Hasta que un día conoció al escritor William Seabrook, quien le aseguró que si se acostaba con arma cargada bajo la almohada al fin conseguiría dormir. «No hay nada que no pueda solucionarse con una pistola», dijo.

Otro interesante artículo sobre el insomnio es el titulado "Literatura de insomnio" de Antonio Muñoz Molina.

Comenzamos la sesión con la canción "Negra noche" y la cerramos con el encargo semanal de escritura que a algunos miembros del taller le ocasiona ciertos desvelos.

El título de "Carpe noctem" en un guiño a Horacio, a Juan Antonio González Iglesias (quién impartió una asignatura de literatura comparada con este título) y a Aurora Luque que tituló de este modo un poema y un libro de poemas. Señala Aurora que no trataba de formular una antítesis del "carpe diem", sino una amplificación. El instante del noche, con una densidad poética mayor, lo merece.


Propuestas de escritura

1. Tira del hilo de este verso de Vicente Huidrobro y desmadeja tu poema: "Sobre la nieve se oye resbalar la noche"

2. Sírvete de este microrrelato de Muhammad Al-Magut para transitar por la noche: "Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas".


Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Recuento

Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas. El resplandor alargaba las sombras y encogía nuestros estómagos. La tierra temblaba y nos apretábamos aún más. Nuestros corazones latían al unísono. Éramos cuatro refugiados, tres maletas, dos hijos y una guerra.

Tomás García Merino
Grupo B


Terapia para dormir profundamente

Me concentro, respiro rítmicamente, escucho mi corazón y siento los pasos de mi mente alejándose. Esta noche, sí. Cuento los latidos de mi corazón, uno-dos, tres-cuatro, … Siento el peso de mi cuerpo, me relajo… El ronquido de mi pareja me hace perder la cuenta. Intento aislarme, hago oídos sordos. Abro un ojo y veo su rostro infantil, aprovecho su bufido para girarme y darle la espalda. Mi cabeza bajo la almohada no me tranquiliza. Abro los dos ojos, veo la hora proyectada en el techo. Me giro, veo su rostro sereno. Le golpeo con el codo, pero nada, solo consigo alterar el ritmo de su bufido. Mi mano siente el frío metal bajo la almohada. Será la solución. He seguido al pie de la letra el consejo: "Si quieres dormir bien, coloca un arma cargada bajo tu almohada".

Tomás García Merino
Grupo B


Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas

Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas que nos llevarían de regreso. Así de fuerte era nuestra emoción después de dos años. Esta es una imagen poética de nuestra última noche, que en realidad duró setecientas ocho horas y diecisiete minutos, por lo que tuvimos mucho tiempo para disfrutarla. El día también duraba otro tanto, por lo que en esos dos años habíamos vividoveinticinco días y veinticinco noches.Todos nuestros hábitos habían cambiado. Al principio nos costó adaptarnos a tantas horas de luz y a tantas horas de sombra, pero al tercer día ya estábamos habituados. El tiempo daba mucho de sí, especialmente por la noches, cuando no había que trabajar y disponíamos de setecientas y pico horas para la diversión y el descanso. Yo siempre había sido un enamorado de la noche, cuando tenía todo el tiempo por delante y no me preocupaba el mañana, que sería otro día. De joven estudiaba por la noche, leía por la noche, salía de fiesta por la noche y me gustaba quedarme hasta el amanecer, tomar unas sopas de ajo o un chocolate con churros, ver salir el Sol e irme a dormir. La Luna siempre estaba ahí, con su luz blanca y sus fases cambiantes, ejerciendo su influjo, atrayendo la mirada, espléndida en su papel de reina, apareciendo y desapareciendo según el antojo del firmamento.
Al fin, mi sueño se había cumplido y los dos años vividos en la Luna estaban a punto de completarse. Había exprimido las noches, interminables noches de copas, interminables noches de música, lectura o cine, interminables noches de amor. Noches dominadas por la Tierra que, con un leve vaivén, permanecía anclada en el mismo punto del cielo lunar. Ese gran círculo multicolor pasaba cada noche por todas las fases, mientras frenéticamente giraba veintinueve veces sobre su eje. No podéis ni imaginaros como es una noche lunar. A pesar de los ciento cincuenta grados bajo cero y tener que vivirla embutido en el traje de cosmonauta para ir de un garito a otro, la noche seguía siendo la noche, pero con la sensación de libertad y de disponer de todo el tiempo por delante multiplicada por veintinueve.

Manuel Medarde
Grupo A


Una lluvia de estrellas

acaricia la noche.
Despacio desaparece el ruido,
de pronto aparece el silencio.
La soledad de esta casa
se ha instalado en mis huesos
por mi cabeza vuelan
Ideas y deseos .
Rayos de luna en mi ventana,
en la oscuridad, sin tregua
susurra el viento.
La noche es larga
mis ojos permanecen abiertos,
mil vueltas en la cama,
en los rincones de mi habitación
el miedo.
Me pierdo entre las sábanas blancas,
sin querer, un sueño.
A mi jardín llega la mañana,
El sol se ha tragado la noche,
el canto de la alondra
el silencio.

Pedro Gómez
Grupo C


No todas las noches son iguales

La noche es la parte del día en que el sol está escondido. Para auscultar la noche es preciso que el sol se ponga. A partir de ese momento podemos explorarla para darnos cuenta que, como ocurre con el día, nos proporciona momentos muy diversos.

Algunos son mágicos ¡Qué decir de un baño a media noche en el mar templado del verano! La negrura  del agua acentúa el brillo del cielo sobre nosotros. Apenas unas luces nos recuerdan que la tierraexiste,el rumor de las olas lo llena todo.

Otros, terribles. Esas horas en la madrugada cuando nos encontramos solos con nuestros temores y preocupaciones. Los fantasmas crecen sin que podamos recurrir a nadie para combatirlos.

Pero la mayor parte son tranquilos, la noche pasa silenciosa y al despertar podemos recordar algún fragmento de un sueño que pronto olvidamos.

Todo sería perfecto si ,como me ocurre cada vez con más frecuencia, no tuviera que levantarme a mitad para ir al baño.

Enrique Martínez
Grupo C


Que no salga el sol

Sobre la nieve se oye resbalar la noche sin luna. Las horas pasan lentamente casi detenidas. Quiero que el sol se pare, que esta oscuridad no acabe, que no amanezca. En esta noche eternadormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas. Lo tenemos todo, estamos juntos. El sol que no salga hoy y que vuelvan las estrellas. Yo te necesito cerca para jugar con tus cabellos.(*)

Mañana volveremos a huir, a buscar qué comer, a intuir por dónde ir.

(*) De la canción Alenar de Maria del Mar Bonet.

Enrique Martínez
Grupo C


Toda la noche

Toda la noche dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas.
Los niños se rebullían en la habitación contigua, ajenos a todo lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor, ajenos a nuestro pánico.
La abuela, que ya había vivido situaciones parecidas en su dilatada vida, durmió bien, pero nos recomendó hacer las maletas "por si acaso". "Por si acaso", así llevábamos años, pendidos de un hilo de ese tipo de "porsiacasos". En medio de tantas incertidumbres que la abuela nos transmitía, habíamos observado que su desconfianza, en la mayoría de las ocasiones, había hecho buenas predicciones.
La noche de luna nueva aumentaba los murmullos nocturnos, el grañido del buho nos estremecía y nos ponía en las peores situaciones. Dormimos abrazados un par de horas, de repente Elena se sobresaltó y ninguno de los dos pudimos volver a conciliar el sueño en toda la noche. Mi corazón latía a cien, en la temible oscuridad de la incertidumbre lo sentía a doscientos. Yo había soñado en esas dos horas que un genio de la lámpara nos vendría a rescatar, pero la vida no es sueño, la vida es vida y no siempre atiende a nuestros deseos. Me quedé traspuesto y vi en mis sueños a mi padre fallecido, muy vivo, inquieto, ajustándome injustamente cuentas del pasado, falsos pensamientos que se le metían en la cabeza por su grave enfermedad mental, en mi sueño lúcido me planteé si era sueño o él estaba vivo de verdad, era tal la realidad de aquel sueño que dudé hasta sobre si era yo el que ya me había ido, si todo hubiera acabado por fin, hasta que por fin me desperté debido a sus gritos oníricos y tan reales a la vez.
Como ya no podía abandonarme al sueño pensando en todo lo que podría traer el día siguiente, me levante, tropecé medio zombi con la pata de la mesilla, llegué a la cocina, me preparé una tila y allí mismo sobre la mesa de la cocina me puse a escribir, siempre me han brotado pensamientos imposibles y maravillosos a esas horas de la noche, donde se destapa el tarrito de las esencias del subconsciente y me permite crear y brillar. Escribí en el relato todos los deseos posibles, adornándolos de datos falsos, pues como no había tenido tiempo de escribir mi nota para la revista literaria, ese mismo relato iría al día siguiente a maquetación.
Elena se levantó, me acarició el pelo, calentó leche y me dijo: "Todo va a salir mal, debemos de estar preparados, no nos engañemos".
De repente me incorporo en la cama, grito, llamo a mi madre, exclamo: "¡Dios!, atrevéos y os vuelo la cabeza". Me siento desorientado, me rasco la cabeza, miro a mi alrededor, ya me deslumbran los primeros rayos de luz, Elena no está, hace años que no está, murió aquella semana en que no tuvimos el valor de agarrar las maletas e irnos. Todos pudimos salvarnos menos ella, que aquella noche tuvo turno en el hospital de campaña bombardeado.

Aronbanda
Grupo B


Querida noche

Quería hablar contigo, decirte que aunque ya lo sabes, hay mucha gente que tiene miedo, quizá por lo oscura que eres, por el misterio que callas o por quién ocultas. 
Siempre será un secreto para mí pero no me importa, quería decirte lo bonita que eres; yo he llorado muchas veces esperando a que amaneciera y tu silencio me ha calmado; he pensado mirando las estrellas que dejas entrever cuando tenía partido el corazón y te sentía cerca. 
Supongo que te sentí demasiado cerca, tu oscuridad se apoderó de mí un tiempo y en realidad sólo deseaba que llegara la noche y poder dormir, olvidarme de todo, incluso no despertar, pero a ti eso no te gustaba así que no me dejabas dormir y me mantenías pensando y pensando; fue entonces cuando me recetaron unas pastillitas con la ayuda de las cuales, similares a la luna llena, conseguía conciliar el sueño, un sueño a veces inquieto que me despertaba con sudores fríos y una sensación de malestar pero si digo la verdad, ahora, de nuevo, quiero que llegue la noche, poder dormir y soñar con todo aquello que no puedo ver hecho realidad o quizá me impulsa a convertirlo en posible.

Claudia García Santos
Grupo C


Cercana oscuridad

Estuvimos el día entero discutiendo, directa o indirectamente, echándonos cosas en cara; yo sabía que no había hecho las cosas bien, que no las había dicho bien pero desde luego no me arrepentía de lo que había dicho, sí de cómo lo había dicho pero en ese momento no sentía arrepentimiento sino rabia. 
Me armé de valor o más bien me comió el orgullo y cuando llegó la noche empecé a gritar a diestro y siniestro queriendo ser escuchada y nadie lo hacía, queriendo sentirme apoyada y nadie lo hacía, me sentía sola, me encontraba vacía y mi mente se había teñido completamente de negro, me producía aún más rabia este sentimiento, aumentaba mi orgullo, prendía más y más la mecha; y una vez que explotó…pum, todo negro carbón, oscuro como una calle de noche sin farolas, no era capaz de ver más allá de la culpa y de su ausencia, ese día dormí sola, bueno, con mis lágrimas y mi almohada empapada de ellas buscando algo de cobijo, algo que calentara mi frío corazón, mi edredón. 
He de reconocer que soy una persona de sangre caliente pero de corazón puro y al día siguiente, dolida fui pidiendo perdón, enfriando la llama de la rabia y vaciando ese cajón que tan lleno de furia se encontraba y fue entonces cuando me encontré vacía, no tenía nada de lo que quería salvo un vago y oscuro recuerdo de algo que no era agradable recordar; así que le dije que viniera a verme. 
Él aún me quería, tal y como yo a él y yo lo sabía pero nos vimos y la oscuridad como si de noche se tratara se apoderó de nosotros, ninguno sabía qué decir ni como actuar así que toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas. 
Hablábamos cada noche y cada una de ellas agarraba con más fuerza las maletas, pero no podía y tampoco quería irme y mucho menos viajar de noche; no estaba cerca de mí pero sí lo sentía a mi lado, pero no era él sino su oscuro y tenebroso recuerdo y mis ganas de tenerlo allí de nuevo. 
Pasaron los días y a pesar de que yo pensaba que con el tiempo todo acabaría, cayó la noche , con ella la venda de mis ojos y vi lo mucho que le quería, vi todo lo que hacía por mí y había despreciado por que solo era capaz de ver oscuridad y oscuridad, pero fue en ese momento que supe que debía luchar por nosotros; una llamada, un te quiero y volví a sentir nuestros corazones unidos de nuevo, sentía que podría volver a abrazarle. 
Se hizo de día y mis ganas de verle crecían, mis ganas de que llegara la noche para poder empezar a soñar con todo lo que íbamos a vivir se apoderaban de mí, hasta que un buen día le vi y estuvimos juntos hasta que cayó la noche y también se calló mi miedo a la oscuridad.

Claudia García Santos
Grupo C


Una noche cualquiera

Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas.
En las maletas, guardamos los sueños que comenzamos a imaginar cuando cerramos los ojos. Sueños que nos transportan a lugares insospechados, lugares a los que en realidad nunca llegaremos, pero fácil de conseguir con la mente, a veces sueños alegres, a veces sueños tristes, que nos despiertan sobresaltados, sudorosos, y que nos hacen levantar y volver a la realidad. A la realidad de la noche, silenciosa, lúgubre, misteriosa, con miedo en consultar el reloj y ver que el tiempo no pasa, deseando que llegue la mañana, ver amanecer, y poder salir a la calle, coger el coche y viajar algún sitio lejano, poner música a todo volumen, abrir la ventana, respirar, respirar y no pensar, no pensar.

Luis Iglesias
Grupo B


Noches formidables

Sobre la nieve, se oía resbalar la noche, mientras Julia esperaba con ansia. Deseaba meterse bajo las sábanas y confiar que el sueño invadiera su cuerpo. Sólo tenía doce años, sin embargo su espíritu soñador la llevaba hasta las nubes.
Cerraba los ojos y aguardaba. El sueño iba arrastrándose desde los pies hasta la cabeza y, como cada noche, empezaba a volar por encima de los sauces del río. Sus brazos se alargaban. Podía subir y descender suavemente hasta rozar las hojas de sus amados árboles.
Los chopos la inquietaban, prefería sortearlos y subir más, casi hasta las nubes. Le encantaba el descenso, no era en caída libre, sino una apasionada y tierna bajada cerca del agua, sin tocarla.
Julia adoraba la noche, era su aliada a los doce años. No recordaba cuando había dejado de volar. Lo ha pensado muchas veces. Debió ocurrir algo extraordinario, sin embargo, no era consciente y su frustración duró mucho tiempo.
Aún hoy, cuando se acuesta, cierra los ojos esperando levantar el vuelo.

JB
Grupo C


La noche

Caminando por el campo a las 2:00 h de la mañana con el cielo encapotado y la luna nueva, se puede vivir de verdad la noche. La noche oscura. La noche negra.
Hoy vuelvo de la guerra de los 100 años; ya dura 10 y me da igual los que vaya a durar.
Estoy solo y derrotado en medio de una noche negra.
No sé ni de dónde vengo ni a dónde voy; tampoco sé quién soy ni a favor de quién luché; tampoco sé muy bien por qué.
Camino sin saber si llegaré a algún lugar en el que sea bien recibido; porque no tengo nada que ofrecer.
La noche me atrapa y me envuelve, creo que no me va a soltar, creo que no voy a volver a ver amanecer.
La próxima vez que tropiece y caiga, ya no me volveré a levantar.
Estoy tan cansado y está todo tan oscuro que no veo la diferencia entre tener abiertos o cerrados los ojos.
Vuelvo a caer. Colocó la espada enfundada debajo de la nuca, me acomodo en el suelo lo mejor que puedo, y me entrego definitivamente a los brazos de Morfeo.

José Luis Fonseca
Grupo C


En tierra de nadie

Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas. Apenas los ruidos impactaron lejanos, sobre nuestras cabezas, reventaban las sienes del sinsentido. Un pequeño silbido sobresaltaba nuestro letargo. Retinas con lagunas del pasado, lágrimas de esperanza, imperceptibles, sumisas...Era el momento de continuar a tierra de nadie, etiquetados y recogidos en alforjas de dudas. Aquellos abrazos de ternura , pasión infinita de segundos que murieron, se disolvieron entre la brisa. Ahora el haz de terror, incertidumbre y miedo, se expandia como gas letal entre nuestros corazones.
Una linterna despejó el instante. "Papeles en la mano" -gritaron; "Iremos por la ruta peligrosa, no quiero sorpresas" -dijeron.
Sonidos de huellas cansadas, el frío silbaba, murmullos de lágrimas y, en el camino oscuro de la noche, una luz tenue. Tal vez, el interruptor del amanecer.

Guadalupe Sanchón
Grupo C


Sobre la nieve se oye resbalar la noche

Sobre la nieve se oye resbalar la noche
Y sobre la noche transitan los recuerdos, los miedos permanentes,las dudas eternas, los amores rotos y la familiar incertidumbre.
Ni rastro de sueño, insomne, escucho los sonidos, el lejano eco del agua y del cárabo, un grito, una respiración indefinida o el ruiseñor de Julieta.
Vuelven también las eternas dudas, los miedos y los espejos insondables.
El sueño en sus dos invocaciones: Como puerta que atraviesas dulcemente dejando al pairo las velas de tu nave.
Y el sueño como retazos de otra vida, revelaciones y símbolos indescifrables, nostalgias de otro mundo a la vez propio y ajeno.
Sobre la nieve se va proyectando la rosada luz de la aurora.
Se ha abierto la cortina,bajo los focos en el centro del escenario, volvemos a representar cada día y cada cual, nuestro espectáculo.

AMF
Grupo C


El tren

Durante toda la noche dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas que guardaban nuestros sueños, tejidos con amor durante mucho tiempo. Deseábamos dejar atrás una vida cómoda, vacía y aburrida para comenzar otra más emocionante, incierta y divertida.
Sentados en un banco del andén esperábamos anhelantes la llegada del tren de las ocho y diez pero ese día, tampoco paró; siguió su camino hacia otro destino.
Con los ojos llenos de lágrimas cogimos de nuevo nuestro equipaje y en silencio, emprendimos de nuevo el camino de regreso a la residencia. Por la noche abriríamos las maletas y dejaríamos escapar todos nuestros sueños.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Noche

Sobre la nieve se oye resbalar la noche
callada, misteriosa y ausente
cubierta por un manto de terciopelo,
con millones de estrellas bordadas
junto a una misteriosa luna
que muestra su más escondida cara.

Eres inspiración de artistas y poetas,
confidente y amante de noctámbulos.
Subyugas por tu misterio,
quietud y sosiego.
Siempre serás reina y soberana
hasta la llegada del alba.

Marian Pérez Benito
Grupo C


Querida noche

Querida noche:
Disculpa si molesta la visita.
Es bastante el tiempo ya pasado;
es, pues, hora que sepas de mi vida.

Todo sigue igual que conocías,
aunque dudo qué sabes o qué ignoras,
pues los días transcurren tan deprisa ...
Más o menos el corazón me late.
Lo he cuidado hasta donde he podido;
pequeñas nubes, nunca les hice caso,
(fantasías volando por los aires)
De problemas, supongo ... como todos.
El vivir cotidiano es el problema.
Sigo dando pisadas al camino,
mas apenas si van quedando huellas.

Querida noche:

Disculpa si te aburren estas cosas.
Yo disculpo las veces que me abrumas
con la densa neblina del recuerdo.
Te disculpo las veces que en promesas
quedaron sólo los comunes sueños.

E. Hernández
Grupo B


Nocturno blanco

Sobre la nieve se oye resbalar la noche*
cubriendo la blancura con su negro sudario,
que pone al día derrotado oscuro broche,
murmurando un responso imaginario.

Luminosa oscuridad, rayo de luto,
un reflejo de luna en la noche nevada,
negra mina que oculta un diamante en bruto,
un párpado de hieloen la tierra callada.

Bajo la noche está la nieve tersa y pura
como helada fuente de agua cristalina
dormida en la profundidad de la espesura,
sonámbula y crujiente su alma cantarina.

Quizá sueña la tierra en su abrazo acunada
con la luz que la salve de su caricia fría,
con una primavera que brille en la alborada,
esperanza de vida que traiga el nuevo día.
*Verso de Vicente Huidobro

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


Toda la noche

“Toda la noche entera dormimos abrazados, con las manos cogiendo las maletas". Frente a nosotros, el fuego daba calor, y veíamos nuestro hogar arder y ascender en humo. No habíamos llamado a los bomberos al ver la primera chispa saltar a las cortinas; sabíamos que no había salvación posible.
Sobre los ojos de mi querido bailaba el fuego, mientras que por sus mejillas corría agua salada. Su cuerpo temblaba ligeramente, sin ser la causa el frío. Eso era lo doloroso de la situación. No había forma de quitarle el tiritar.
Toda la noche entera vimos temblando nuestra vida arder, con lo que de nosotros quedaba en las maletas.

Sofía Sánchez
Grupo C


Las preguntas

Cae el sol y las sombras ascienden perezosas por la falda de la montaña. Sobre la nieve se oye resbalar la noche, un leve crepitar con que el rocío se acomoda sobre las oscurecidas formas del bosque. El niño tiembla de frío y se encoge bajo la manta. Aprieta contra el pecho el desgastado balón de cuero y mira, por primera vez sin que las lágrimas velen sus ojos, el rostro cansado de su padre. No se atreve a interrogarle de nuevo, porque adivina la respuesta en el ceño contraído, en el mentón que ennegrece la incipiente barba, en el pelo desaliñado…
Nunca había visto en él una mirada tan desvalida y le asustan las profundas arrugas que la desesperación ha ido esculpiendo en su cara, el temblor de la mano con que le acaricia el pelo, la obstinada cerrazón de su boca…
Pero quiere creer que en las palabras se oculta un poderoso conjuro, que mientras las pronuncia nada será definitivo y todo podrá volver a ser como era. Por eso, en voz baja, se repite las mismas preguntas:
-¿Dónde están Agneska y mamá? ¿Cuándo podremos volver a casa?

Pepe Lorenzo
Grupo B


La noche

Tiene la vida un orden de palacios y jardines,
levantados de día,
precisos, cuidados, exactos,
por donde transita el hombre sin caerse,
y progresa, orgulloso, sin tacha,
dejando limpios hasta los márgenes
del río por donde discurre su existencia.
Pero el sol, cuando declina,
saca de su bolsa la llave del trastero de la noche
y abre la puerta por la cerradura del crepúsculo;
porque en él se ha de guardar
todo un mundo de desorden,
fascinante, hiriente, inservible, inexorable,
efímero, inolvidable, vaporoso, frenético…
Entra el sereno en el trastero de la noche
y aprieta el interruptor de ámbar,
encendiendo una luz negra, de polillas,
que distorsiona contornos y sonidos,
como una droga esparcida por el aire,
entrando, acto seguido, en procesión, sin hacer ruido,
las últimas reflexiones de la jornada,
las noticias tediosas, las cenas calientes y frías,
los hartazgos, los bostezos, los pijamas,
las dentaduras en agua, las buenas noches,
los embozos que se abren,
las lamparillas que se apagan,
las almohadas que se aprietan.
Y todo allí se aquieta en su lugar,
como fina y reciente capa de polvo,
haciéndose un silencio de madera,
apelmazado, envolvente, voluptuoso…,
pero no definitivo,
porque de pronto,
primero de uno en uno,
luego en tropel,
y finalmente en tromba,
llegan los operarios de la noche,
que invaden con sus cachivaches el trastero
hasta dejarlo repleto de ojerosos insomnios,
que bailotean al compás
del tic-tac de mil relojes, carillones de cuartos y medias,
despertadores de pila y de cuerda;
amontonando siluetas deformadas
con los bultos del hurto y del robo;
apilando el hedor de borracheras
que llenan camisas y vaqueros de manchas de vino frío,
soltador de lenguas y de bajos instintos;
disponiendo sin orden las malicias obradas
por los crápulas, los parteros de sacrilegios, los pervertidos,
los oficiantes de vigilias macabras;
dejando en cualquier parte filacterias de murciélagos sin escrúpulos
que revolotean en el cielo del maletero de un coche,
donde titilan las estrellas como lágrimas trémulas
y ulula el viento su triste silbo de melodía melancólica.
Y allá en el techo del trastero
también arrima el hombro el vetusto ventilador de cuatro palas,
esparciendo bocanadas de humo de cada último cigarrillo
de cada última cajetilla de un millón de cartones,
y de ronquidos, y de gemidos, y de crujidos de muelles,
y de motores de frigoríficos y ascensores,
hasta que cobra vida una sinfonía que cuaja en el ambiente,
irritante, como sobredosis de cafeína.
El trastero acaba al fin rebosante de mentiras
que borbollean en el suelo e inundan el aire
envueltas en pompas de finísimo cristal,
a la espera de que cante el gallo
y haga una vez más su truco de prestidigitación,
dejándolo nuevamente vacio e impoluto,
a la espera de la próxima noche.

Óscar Martín
GrupoA


Paseo nocturno

Sobre la nieve,
se oye resbalar la noche sin luna,
en un silencio atronador que resuena en la oscuridad,
efímera,
eterna.

Noches de desvelosinconclusos,

agónicos,
rebosantes de vacíos voraces,
de emociones yermas.

Deambulo entre las sombras amargas de los cipreses,
que curvan sus ramas de secretos y penas,
descargando sobre mi un castigo frío y sutil.

Respiro el aire gélido,
que acribilla mis pulmones como una bandada de alfileres
y exhalo como suspiros acartonados de mi alma espesa,
que se pierden en el purgatorio de la noche
como letanías antiguas y mudas

Beatriz Gorjón
Grupo A


Sueño

Me he desvelado,
buscándote en la noche.
El cielo de la habitación
despojado de estrellas,
en los rincones una sombra densa.
Tu cara en la ventana,
huyendo del frío de la calle,
buscaba el calor de mi cuerpo.
Una serpiente enroscada
en mi estomago.
Eran tus brazos?
o era mi deseo?
Imploré tu nombre,
de repente, huiste del sueño.
Rompió a llorar la noche,
con lágrimas
despertó la mañana.
El trino de los jilgueros
se llevó el silencio.

Pedro Gómez
Grupo C

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