Guardianes de la Lengua

La sesión de esta semana la dedicamos a los guardianes de la Lengua. Así llama Ramón Alemán a María Moliner, Manuel Seco, Andrés Bello o José Martínez de Sousa, sabios lingüístas de los que ha aprendido que en asuntos de la lengua hay que pasar por el doble tamiz de la duda y la tolerancia.
Centramos nuestra atención en su libro Cincuenta sonetos lingüísticos publicados en la editorial Pie de Página.
Ramón Alemán, su autor, recoge en este volumen un amplio repertorio de sonetos que fue publicando en su blog "Lavadora de textos". En cada uno de ellos aborda alguna cuestión ortográfica o lingüística que explica de forma mucho más concreta y con múltiples referencias en prosa.
Dejamos aquí una reseña de Mariángeles García en Yorokobu titulada "La ortografía con sonetos y humor entra"



Juan Cruz Ruiz señala lo siguiente a propósito de Cincuenta sonetos lingüísticos: "Este libro de Ramón me parece una escultura, un edificio, un cuadro, un libro de estilo, un aviso lleno de la música callada de la literatura que biswbiseábamos en las pobres bibliotedas de nuestras escuelas, afincados como niños en la entonces frágil conciencia de parender, gracias a la música, de lo que enseñaban los clásicos que nos llegamos a saber de memoria.
Dejamos por aquí un breve repertorio de sonetos a modo de aperitivo:

El punto más polémico

“El punto lo pondré donde proceda
-sentencia un escritor con fundamento
si es libre la oración, irá por dentro;
si forma parte de otra, vapor fuera”.

Nos habla este señor de ese puntito
que baila con paréntesis, comillas,
corchetes, rayas -dobles puertecxillas
que ayudan a ordenar lo que está escrito-.

Razón no ha de faltarle a este escribiente,
mas todos no le dan su asentamiento;
por eso ahora se ordena lo siguiente:

“Ya nunca esbribirás (es mandamiento)
un punto antes del signo, aunque te tiente;
detrás va siempre y todo tan contentos”.


“Ti”, una palabra sin igual

La tilde diacrítica es invento
para diferenciar voces parejas:
si es átona palabra, así la dejas;
si es tónica la otra, lleva acento.

Ponermos tilde a mí, que es un pronombre,
y no la lleva mi1, que es posesivo;
mas hay quien, sin razón y sin motivo,
le pone tilde a ti: ¡mal hecho, hombre!

No exisgte en nuetro idioma -aquí lo grito-
palabra igual a ti, queda exenta,
por tanto, de trazarle el dibujito.

Aquel que acento a ti le pone atenta
contra una norma clara que, repito,
ordena no tildar más de la cuenta.


1. Aquí el posesivo mi sí suena tónico, de manera excepcional, pues estoy haciendo un uso metalingüístico de la palabra, o sea, la he escrito para hablar de ella, no con la intención de que funcione como posesivo dentro de la cadena hablada.


Defensa del gerundio

Si te pasas el día criticando
al que gerundios usa en sus escritos
porque crees que deben ser proscritos,
te digo que te estás equivocando.

Pensándolo mejor, no es censurable
que, ignorando el trasfondo de este asunto,
te dejes influir en algún punto
por gente que enseñando no es fiable.

Cinco gerundios hay en mi soneto:
relee y analízalos con pausa
y verás que ninguno es omisible.

Si quieres reprobarlos, no me meto:
pero es absurdo el atacar sin causa
a una forma verbal imprescindible.


Leímos también en la sesión dos textos de José Antonio Martín Viñas, escritor y profesor de literatura al que le gusta jugar con las palabras y el lenguaje. Forman parte de su libro Cuentos entre encuentros. El primero se titula "Altibajos" y el segundo "Sustantivos o sustantivas":

Cuando el alto nació, lloró... Pero no por el azote que le había propinado en la cacha el doctor, sino porque venía ya con el mal de altura. A sus padres eso no les preocupó en absoluto, pues tenían altas expectativas para su hijo. Al mismo tiempo, en otro hospital de otra provincia, nacía un niño menudo que al darle el doctor en la cacha comenzó a llorar por lo bajini. El alto, Celso, vino al mundo en las Rías Altas y el pequeño, Paulo, lo hizo en las Rías Bajas. Como todos los niños, estos también fueron creciendo: el alto se hizo más alto y el bajo, un poco más alto respecto a su bajura. Sus vidas se complementaban: si el alto tenía altibajos, el bajo tenía bajialtos. Si el talludo recorría los altozanos, el menudo correteaba por las faldas de la montaña. Cuando el primero estudiaba la Alta Edad Media, el segundo se recreaba en la Baja. Si uno compraba en temporada alta, el otro lo hacía en rebajas. En las vacaciones de verano, el largo se metía en el agua con la pleamar y el achaparrado acudía durante la bajamar.
Por el azar de la vida, los dos visitaron el zoo el mismo día, pero ninguno de ellos se encontró con el otro, porque el espigado estaba contemplando las jirafas y los avestruces y el pequeño no dejaba de mirar las culebras y los erizos.
En sus respectivos institutos, el alto hablaba a voces y siempre escogía palabras de contenido altisonante como megáfono, megalópolis o macrobiótica y el bajo, susurrando, explicaba con naturalidad conceptos como micrófono, microondas o nanotecnología. Ya fuera en el centro educativo, ya fuera en cualquier otro lugar, al alto le molestaba que le dieran el alto, y al bajo, también, en este último caso más que nada porque percibía cierta sorna en quien le daba la orden.
Estaba claro que a ninguno le gustaba quedar a la altura del que betún y los dos porfiaban por sacar notas altas, aunque el bajo siempre temía que los profesores lo puntuaran muy bajo, por eso a veces se mostraba cabizbajo.
Aunque a ninguno de los dos le había dado por tocar instrumentos musicales, un buen día, el bajo comenzó a tocar el bajo y el alto, el contrabajo. Ambos dos realmente tocaban con trabajo. Al alto le gustaba Loquillo y al bajo, Golpes Bajos.
El menudo vivía en el bajo B de una casa vecinal y el largo en el ático A de otro edificio público. Pero cuando se enamoraron, quizá cansados de sus respectivas dimensiones, el bajo cameló a una mujer de altura, y el alto, a una mujer sin tacones lejanos.
Un día, en un aparcamiento, mientras el bajo sacaba su mini y el alto entraba con su furgoneta, rozaron sus respectivas carrocerías. Así fue como se conocieron y como surgió su amistad. Y desde ese momento afrontaron juntos la vida con sus altibajos.

***

Nos conocimos en aquel diccionario, ¿recuerdas? Dos nombres desconocidos que el orden alfabético unió para siempre. A veces salimos del diccionario y jugamos al ser y estar con nuestros y otros atributos, mientras damos rienda suelta a pensamientos copulativos. A veces, te conformas con tenerme como complemento directo, aunque hay ocasiones en las que te vas con una preposición, pero sé que siempre vuelves, pues para otros no pasas de ser un complemento indirecto.
Muchos quieren separarnos, tratan de seducirnos.... para un momento. Son esos complementos circunstanciales, pero nuestro amor puede prescindir del cuándo, del cómo y del dónde. Nuestra sustancia nos mantiene juntos.
Aunque necesitamos combinarnos con elementos que nos predican o nos califican, tenemos nuestra propia personalidad. Somos individuales, somos concretos. Damos forma a la realidad, aunque la realidad nos quiera deformar. Cuanto más nos amamos, más nos ligamos. De hecho, ya casi somos un ser único, una locución indisoluble en este mar léxico.
Nos gusta intercambiar nuestro sexo gramatical, a veces yo soy ella, a veces ella soy yo. Ora somos sustantivos, ora somos sustantivas. Pero siempre nos coordinamos y, cuando de nuestro paseo gramatical regresamos, en nuestra hoja del diccionario nos acurrucamos, para no olvidar que fue allí donde nos conocimos. ¿Recuerdas?



Propuesta de escritura

Escribe un texto relativo a alguna cuestión ortográfica o lingüística. ¿Te imaginas una nana para dormir a un hiato? ¿O una oda a un "tí" acentuado, una elegía al gerundio o un romance sobre el punto y coma? 


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:

Cachivaches

La vida se divide en trozos, pedazos, cachos; elijo uno y resulta que me encuentro con un bache, miro a todos lados y de repente, un cachetazo, otro, otro y el bache sigue ahí, no se inmuta.
Un buen día cogí el cacho del bache y dije: voy a pasar por ahí y no podía, lo intentaba y no podía, quería y no podía.
Al día siguiente volví, seguía enchochada de atravesar el bache que fácilmente ganaba cacho y yo no quería.
Nada, no podía.
Pasaron días, meses, hasta que comprendí que lo que realmente necesitaba era un cacho
del cacho que cachi no notara el bache para así formar un cachivache capaz de cruzar el bache con éxito.
Así que justo cuando iba a pasar por el bache; conocía el proceso; la agarré y la escuché, quería estar con el bache para siempre y por eso era tan agresiva, acto seguido, tomé un cacho de ella con su permiso; más bien cuando estaba despistada; y me agaché a hablar con el bache, le dije que le faltaba un cacho para ser más útil y dejar de fastidiar a la gente, él, algo reticente y testarudo, terminó aceptando y juntos formaron un cachivache que ya no daba cachetadas y ya no hacía falta agacharse para esquivar el bache sino que se complementaban y facilitaban la vida de cualquier cachalote que lo necesitara.

Claudia García Santos
Grupo C


Quizá o quizás

Quizá, una palabra que frecuenta mi vocabulario, a veces dudosa, indecisa, quizá por que
me siento sola y necesito compañía, alguien o algo que me pueda acompañar, quizá lo
mismo le pasa a esta palabra pero, ¿estás segura?, - quizás. No lo sabe pero se siente más
cómoda con esa ese tras la fuerte y tónica a, quizá se siente más fuerte y no es malo pero
quizá sí es raro.
Como ya he dicho, yo la uso a menudo, me parece una palabra tan sonora, aunque yo la
suelo usar sin ese, lo veo raro, aunque hoy me he dado cuenta de que quizá la rara sea yo
porque hay mucha gente que ve más, que usa más esta palabra con ese.
¿Con o sin ese?, esa es la cuestión.
Podría intentar resolverte la duda pero quizá esté equivocada y para ser sincera no puedo
ser objetiva.
Yo solo te puedo decir que aunque se sienta sola, lo prefiero, prefiero ``quizá`` sola que mal
acompañada, que ojo, no digo que la ese sea mala compañía, simplemente me recuerda a
una serpiente y me inspira desconfianza, no sabemos si es venenosa o no.
Así que por si acaso y por paradójico que parezca, yo voy a seguir usando ``quizá´´ sola si
está acompañada y ``quizás`` con ese solo si está sola.

Claudia García Santos
Grupo C


Defensa de las comillas

Tienen nombre de ciudad,
del norte, para más señas,
y aunque de rasgos, pequeñas,
dignas de universidad.

Prenden palabras ya dichas,
presas son las foráneas,
las toscas y espontáneas,
eso sí que tiene chicha.

Corona de la ironía,
dos dedos dicen "¡Atento!",
-este signo es un portento-
y está en el menú del día.

Son pinzas para lo escrito
que se airea en la nieve
del blanco papel y eleve
lo importante como un grito.

Enmarcan las comidillas,
citan títulos y poemas,
¡dejémonos de anatemas!,
yo voto por las comillas.

Marisa Sánchez
Grupo C


De faralaes y mariquitas

Después de reservar los billetes del tren AVE para ir a la feria de abril en Sevilla, Julia cayó en un sueño profundo y reconfortante.

Se vio como un miembro más en una familia de mariquitas que habitaban en una seta de color rojo intenso con puntos blancos. Esta seta crecía, entre otras de la misma especie, en un bosque de pino negro, hayas y abedules, en las laderas de una montaña. Era la seta que contantemente aparecía en los cuentos que más le habían gustado en su infancia a julia, los de historias mágicas de Hadas, Duendes, Gnomos y Elfos.

La mamá mariquita era muy amable y hacendosa, llevaba un mandil blanco y horquillas de colores en las antenas, que le daban un aspecto simpático. Cuando la vio entrar en la seta -vivienda, la saludo como si ya la conociera y no se extrañó nada, parecía estar muy acostumbrada a las visitas de humanos.

Papá Mariquita era el controlador jefe en una fábrica dedicada a la investigación biológica de plagas en jardines y cultivos. Puesto de trabajo que había conseguido siendo el más voraz consumidor de pulgones, ácaros y cochinillas, estaba muy gordo, gordo como un globo, y lo primero que le advirtió fue que no podía comer la seta, ni siquiera un bocadito, era venenosa. Le dijo que fuera a la planta alta que allí estaban su hijita la mariquita Luisa.

Cuando subió Luisa estaba conectada a unatablet, en la pantalla un gnomo del bosque con gafitas redondas y pelo blanco enseñaba geografía e historia.

Julia recordó que a los gnomos se le atribuyen poderes sobrenaturales asociados a su función protectora de la naturaleza, pero sus preferidos siempre fueron los Gnomos de la navidad, los encargados de clasificar los pedidos de los niños y adultos para entregar las listas a Papá Noel, estos Gnomos custodian el espíritu de la Navidad, y la navidad era sin ninguna duda su época del año favorita.

El Gnomo estaba enseñando a la mariquita Luisa y a los demás alumnos conectados, las diferencias entre duendes, elfos y hadas. Les decía que todos estos seres viven en los bosques, que los duendes eran seres humanoides de estatura baja, con cara de niño y cabello oscuro, que eran traviesos o maliciosos, con fama de robar objetos o llevarse a las personas. Que, sin embargo, también pueden ser benevolentes, y en algunas ocasiones son ayudantes de las hadas madrinas. Que los elfos eran seres de gran belleza inteligentes, ágiles y diestros, capaces de realizar magia. Les explicaba que los duendes más famosos eran los irlandeses, conocidos como Leprechaun , que eran capaces de encontrar monedas de oro enterradas en la tierra y las almacenaban todas en una olla que estaba escondida en un lugar incierto. al final del arco iris. Que las hadas eran seres con forma humana femenina, con la habilidad de manipular la magia, inmortales e invisibles ante el ojo humano, que de las hadas de la literatura eran muy famosas; Flora, Fauna y primavera, las hadas de la Bella durmiente, también el hada madrina de la Cenicienta, y Campanilla de Peter pan.

Cuando Julia se despertó, entendió el impulso repentino que había tenido. Ir a la Feria de Sevilla escondía en realidad la necesidad de regresar a su infancia, cambiar la seta roja de lunares blancos por trajes de faralaes, y alternar con seres no mágicos, pero si amables, ocupados solo y sin horario en comer pescadito frito bien regado con vino fino y rebujito. Se pregunto Julia donde empezaba la realidad y donde la fantasía de esa y otras ferias a las que se acude con el ánimo de desconectar de la rutina. Con los billetes en la mano se dispuesto a dar respuesta a su pregunta.

Maria Victoria G.L
Grupo B


Trampantojo

Tener un antojo y comer pan, es una trampa.
Escuchar a Trump es un espanto.
Prefiero a la Pantoja.

Aurora Martín Fiz
Grupo C


Entre paréntesis

Uno de los signos de puntuación
que siempre utilizamos como un par,
abriendo y cerrando en cualquier lugar,
guarda en su interior mucha información.

Detalles que requieren tu atención,
el autor no deja nada al azar,
cuenta lo que te pueda interesar,
muestra siempre su mejor intención.

Indica fechas, lugares y cosas;
incluye algunos datos relevantes,
y aclara algunas ideas borrosas.

Puede albergar a los signos restantes,
tanto ideas serias como chistosas.
Lo llegó a utilizar hasta Cervantes.

José Luis Fonseca
Grupo A


Palabras me dicta el corazón y escribo:

Frases en su conjunto,
de la unión de dos palabras,
un sentimiento, un verso.
Acompañado de otros versos,
lo acuno en un poema ,
con mimo lo adorno con los signos.
Aquí, una coma.
Si las palabras se agolpan,
punto y coma;
más palabras,
más sentimiento,
punto y seguido.
Una interrogación? si pregunto.
una exclamación ! si grito.

Pedro Gómez
Grupo C


Comunicado de prensa

La Asociación de Ninguneadores del Punto y Seguido convoca a todos sus afiliados y simpatizantes a la “Primera Jornada de Lucha” contra dicho aberrante signo de puntuación, que se celebrará el día trece de junio de dos mil veintitrés en el salón Enrique IV del Hotel Bermudo de Madrid, a partir de las diez de la mañana, iniciándose con la presentación por D. Alfonso Albornoz de Sotomayor, presidente de la asociación, del programa de actividades, después de lo cual tendrán lugar tres charlas, de media hora de duración cada una, impartidas la primera por el lingüista D. Demetrio Banderas Muñoz, que versará sobre “el absurdo uso del punto y seguido en la baja Edad Media”, la segunda por el filólogo D. Agustín Enríquez Blanqueño, sobre “la liberación de la escritura no puntuada”, y la tercera por el antropólogo D. Saturnino Navascués Logroño, sobre “la abolición de los signos superfluos: la tontería del punto y seguido”, a lo que seguirá un coloquio abierto a todos los asistentes de otra media hora de duración, para dar paso después a una comida de hermandad, cuyo precio es de veinticinco euros, pudiendo inscribirse los que quieran degustarla en el vestíbulo del propio hotel en el momento de recibir la acreditación, y que incluirá, durante el momento del café, la lectura del manifiesto elaborado por la catedrática de latín Dª. Nicanora Ruipérez Jirafa titulado “Muera el punto y seguido”, del que se repartirán ejemplares firmados por la autora antes de dar comienzo a la proyección del documental del cineasta D. Alejandro Pesetero Pesetero “Qué poco sentido tiene el punto y seguido”, del que se podrán adquirir copias en el vestíbulo del hotel a 10 euros la unidad hasta su agotamiento, y al que seguirá una mesa redonda que someterá a examen las tesis defendidas en el documental, concluyendo la jornada, en cuanto a ponencias se refiere, con la atrevida conferencia que pronunciará el aclamado literato, y último premio Alfalfaguara, D. Lope de Pega, sobre las “ventajas e inconvenientes de abolir también el punto y aparte”, concluyendo la jornada con un cóctel de despedida en la terraza del hotel, amenizado por la orquesta “Tarumba”, con barra libre de agua y refrescos, cortesía de la asociación, quedando todo lo que antecede dicho en Madrid, a quince de mayo de dos mil veintitrés.

Óscar Martín
Grupo A


Los miles de personas

Pobrecitos “los miles de personas”,
cuantas veces de género cambiados
por malos periodistas desalmados,
que les llaman “las miles de personas”.

Deben resultar expresiones monas,
para estos plumíferos refinados
que parecen estar confabulados,
pero no son más que unos pintamonas.

Tendré que explicarles bien, sin retraso,
“miles” es masculino decisivo,
entenderán que “los”, en este caso,

es determinante del sustantivo,
mientras que “personas”, yo les repaso,
es complemento especificativo.

Manuel Medarde
Grupo A


Caracola

Caracola arremolinada
en torno a ti misma,
eres encrucijada
y en tu revuelo se atisba
que ondeas melena al viento
cual despeinada sirena,
tímida en tu canto triste
que se deshace en tu pena.

Insegura, loca arroba,
sola, sin punto com,
Ahora ya nada te estorba,
arroba, en tu ambición,
libre, hermosa arroba,
sola, sin punto…
ni com

Pilar Sánchez Barbero
Grupo C


Lingüística y Literatura

Después de la rutinaria sesión de cine de los miércoles, Julia le comunico, como quien se toma un helado una tarde calurosa de verano, que era hora de poner punto y final a su amistad de más de 20 años. La excusa era según le contó, que no había estado a la altura de las circunstancias, no específico que circunstancias eran o habían sido la causa de ese punto y final irrevocable, ¡ni falta que hacía!
El comunicado fue un verdadero alivio para Inés, muchas veces había tenido el firme propósito de sugerir un momento de inflexión , y tomar distancia para adoptar sobre su toxica amistad ,la mejor decisión de las alternativas posibles ; coma, punto, punto y aparte, punto y seguido, paréntesis … pero nunca había visto el momento adecuado para materializar ese propósito y , decirle a julia que se había cansado de subordinar su agenda a las conveniencias de ella y , sobre todo que estaba harta de tener que adivinar sus deseos, con el único objetivo de evitarle lo que ella en ese afán de prevalecer , consideraba ; “ el engorroso acto de pedir “,desde lego consensuar nunca había tenido cabida en su lingüística. Inés no dijo nada, se limitó a asentir, el punto y final le pareció bien y sin necesidad de discutir, por una vez Julia había adivinado sus deseos.

M. Victoria G.L
Grupo B


Entre tú y yo puntos suspensivos

Tres y no menos,
tres y nunca más,
el triunvirato de los signos ortográficos,
que deja en el aire cierta intriga,
cierto suspense,
que resuelve el receptor a su manera.

Pero entre tú yo…

Entre tú y yo no caben interpretaciones,
se lee con todas las letritas,
aun sin llevar ninguna.

Desciframos con el mismo código,
la misma frecuencia,
jugamos con las mismas connotaciones,
matices,
tonos,
sentidos,



Y se lee de corrido,
como un párrafo explicativo.

Beatriz Gorjón
Grupo A


Oda

Te crees poquita cosa
al lado del punto y coma,
del punto, del paréntesis
y de la interrogación.

Ocupas poco espacio
pero siempre estás presente
en novelas y poemas
de escritores y poetas.

Sentido a las frases das
y eres imprescindible
para las más variadas cosas
enumerar.

Eres la pausa adecuada
que el pensamiento necesita
cuando fluye más rápido
que la palabra.

Permites un respiro al estudiante,
al político y al conferenciante.
Por todo esto y mucho más
el signo más utilizado, siempre serás.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Puntos suspensivos

Si buscas puntuación especial
puntos suspensivos has de utilizar.
Piénsalo bien para no errar,
si lo haces de forma casual.

Tres puntos alineados en horizontal
la oración han de completar.
En mayúsculas debes comenzar
si continuas de forma natural.

Para que no se aburra el lector
así cerrarás la enumeración.
Sin sentir el mínimo pudor.

Si tu pregunta no halla solución
utiliza los suspensivos sin temor.
Del mismo modo con la exclamación.

Eva Hernández
Grupo A


El crimen del alfabeto

-Es un delito repugnante. Una canallada que no puede quedar impune -afirma T categórico.
P cabecea en señal de asentimiento y se pregunta:
-¿Y por qué ella precisamente?
-No seas ingenuo. Todos sabemos los motivos. Se venía hablando de ello desde hace bastante tiempo. Hasta había quien se había atrevido a pedirlo en voz alta.
-¿Pero de este modo tan radical, tan repentino? -reflexiona P.
-La otra ha decidido cortar por lo sano, sin ningún tipo de aviso. No ha querido dar tiempo a que los escrupulosos, los inseguros, pudiéramos poner algún inconveniente.
-Si consentimos esto, ¿quién te dice que esto no se repita? -P le lanza una mirada de preocupación-. Si sólo priman razones de economía y eficacia ¿quién estará a salvo?
-Tal vez todo acabe aquí… -añade T con poca convicción y enseguida reacciona-. Aunque no puedo creerlo. Hoy V ha eliminado a B argumentando su inutilidad. El mismo sonido no necesita dos letras, ha proclamado. Si no la paramos, ¿cuánto tardará en ocuparse de W?
-¿Y no se contagiarán otros? ¿No podría una I acabar con la otra? Y luego, ¿cómo evitar que G y J diriman sus continuas pendencias de manera similar?
-Y el conflicto de las dos voces que comparten K, Z y C no concluiría mejor. Me temo que C, la más débil de las tres, acabará también en la tumba.
-Y si desaparece C, ¿dime tú qué posibilidades tiene la muda?
-¿Quién? ¿H? -pregunta T.
-Sí. C es la única que le presta alguna atención, es la única que la hace sonar. Tendría los días contados…
-Por no mencionar a otras. Fíjate en la pobre Q qué ya solo se desenvuelve apoyándose en U.
-¡Sería el caos del abecedario! -afirma P aterrado.
-Más que eso. ¡Sería el fin del castellano! Nadie sabría ya leer las ediciones originales de las grandes obras de la literatura! ¿Te imaginas? Sería la muerte de Zervantes, de Kalderón, de Kevedo…
-Y de Varoga, de Mygel Ernández, de Garcya Márkez… -concluye el otro desolado.

Pepe Lorenzo
Grupo B


“H”

Algunos desearían que no existiera, a otros les resulto necesaria. Soy insonora, pero ayudo a crear situaciones extraordinarias.
Ahí me tenéis detrás de la “a” para mostrar que lo habéis comprendido, o para sorprender.
Si voy colocada después de la “e”, que sola sirve para muy poco, paso a controlar vuestros movimientos.
Donde me siento más feliz es después de la “o” Oh campana de mi puebloescribía Pessoa con puro sentimiento nostálgico.
No puedo olvidarme de la “u” para llenaros de desilusión.
En el mundo sonoro no existo, pero si acompaño a cualquier vocal, excepto a la “i”, adquiero connotaciones incalculables.

JB
Grupo C


La fobia del conjunto

A Conjunto se le dificultaban las separaciones, por eso procuró estar siempre en consulta psicológica. Ser lógico y racional era a lo que aspiraba respecto a estos temas tan cotidianos: un simple saludo le entristecía por el resto del día. Por eso evitaba “despedirse” en la calle de algún conocido o amigo: aquí nos decimos “¡hasta luego!” y no “hola, ¿cómo estás?”, gemía en su espacio terapéutico. Aunque fuera consabido que los miedos estaban conscriptos a una dimensión oscura de la mente, Conjunto quería dominarlos con el pensamiento, incluso a la hora de escribir: evitaba a toda costa poner puntos y aparte; los puntos y seguidos en casos extremos; el punto y coma con dificultad. Se apoyaba mucho más en la coma. Esto no tenía nada que ver con emular al irreverente Saramago, o consustanciarse con la oralidad desesperada de sus escritos. Más bien era por el Fobos, terror y horror mítico a sentirse solo.
Sin embargo, nada estaba bien definido en Conjunto. Los límites de sus deseos para estar con los otros no los podía definir, y ese era gran parte de su problema. Aunque Conjunto iba siempre acompañado de su pareja, ni con, ni junto a ella lograba sentirse bien. Esto mismo le pasaba con sus amigos, con su familia. Conjunto pasó tiempo en medio de esta confusión, contradicción, conmoción y colisión de impulsos, hasta que conoció a alguien muy distinto: Consigo. Con este gran amigo aprendió, por fin, a convivir con sus miedos, y conciliar sus pulsiones. Abandonó la terapia, consiguió reconciliarse consigo mismo, y con la escritura.

Carmen Elena Ochoa 
Grupo A


Posesiva tónica

Mi vida fue pretérita, a veces perfecta, otras, se le sumaba un prefijo y lo cambiaba todo. Sin embargo, hubo ocasiones donde se excedía con un plus y se volvía pluscuamperfecta. Siempre indefinida.
Mi vida es imperativa, siempre me ordena y me recomienda que no me ahogue en subjuntivos y que viva indicativamente. ¡Ojalá pudiera!
Mi vida será simple, algunos dirán que imperfecta. Eso sí, descartaré las tentaciones de lo compuesto. Eso siempre me ha sonado a conjeturas.
Mi vida fue, es y será absolutamente posesiva tónica, porque es, fue y será completamente mía y yo suya.

Vanina Palomo
Grupo C

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