Hace años tuve la oportunidad de escuchar a Gabriel Janer en una extraordinaria conferencia. En ella defendió la creación de una Asociación de Amigos del Subjuntivo para poner en valor este modo verbal.
"El subjuntivo -señaló Janer- es el único que puede expresar el tiempo de la hipótesis y de la posibilidad, de la no realidad. El subjuntivo suspende mi pensamiento en el espacio virtual y me permite expresar la condición, la posibilidad, la duda, el deseo, el futuro incierto, la hipótesis transgresora que funda la vida".
Hilario Barrero, por su parte, dedica uno de sus poemas al subjuntivo:
Y tener que explicar de nuevo el subjuntivo,
acechante la tiza de la noche del encerado en luto,
ahora que ellos entregan sus cuerpos a la hoguera
cuando lo que desean es sentir el mordisco
que tatúa con rosas coaguladas sus cuellos ofrecidos
y olvidarse del viejo profesor que les roba
su tiempo inútilmente.
Mientras copian los signos del lenguaje,
emotion, doubt, volition, fear, joy…,
y usando el subjuntivo de mi lengua de humo
mi deseo es que tengan un amor como el nuestro,
pero sé que no escuchan la frase
que les pongo para ilustrar su duda
ansiosos como están de usar indicativo.
Este será su más feliz verano
el que recordarán mañana
cuando la soledad y la rutina
les hayan destrozado su belleza,
la rosa sin perfume, los cuerpos asaltados,
ajadas las espinas de sus labios.
Pero hoy tienen prisa, como la tuve yo,
por salir a la noche, por disfrutar la vida,
por conocer el rostro de la muerte.
Incluimos aquí una breve antología de poemas que se recrean en el uso del subjuntivo:
Te dijera de veras alegría
mira esa nube en forma de cupido
vamos a contar mentiras
flechando tralará
la rosa de los vientos
si no fuera al alcance
de la mano este oscuro
vivir contra corriente
a dos pasos de la espiga desahuciada
el mañana perdido
en la última estación
tanto no que callar
y cierto el muro
buscando la salida de poderte decir
rescatadas palabras:
CIELO, AZUL
ya no sea
cegar una ventana ya cegada.
Aníbal Núñez
Me basta así
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—; entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti. Eres. Me basta).
Ángel González
El fornicio
Te besara en la punta de las pestañas
[y en los pezones, te turbulentamente besara,
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tocara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis, ¿qué más
te dijera por dentro?
¿griega,
mi egipcia, romana
por el mármol?
¿fenicia,
cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?
Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia, riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar a las esferas
estallantes como Pitágoras, te
lamiera,
te olfateara como el león
a su leona,
parara el sol,
fálicamente mía,
¡te amara!
Gonzalo Rojas
Y también una canción de Joaquín Sabina:
Si te dijera pide un deseo, pedirías volverte más joven con tu experiencia o revivir la etapa más feliz de tu vida en la que eras inocente y nada malo a tu alrededor te afectaba.
Aunque fueras pobre, llegarías dónde otros.
Si quisiera engañar no sabría como hacerlo pero podría aprender de los demás en el día a día.
Ojala olvidara volver
Espere o no regresar
Aunque pudiera buscar
Siempre debiera seguir
Vaya donde vaya, enseñar
Reprimas la risa
Mires el bosque
Cuentes zancadas
Aprendas a morir
Disimules la tendencia
Abuses del azul
Montes tu espectáculo
Desconfíes del esfuerzo
Descubras los cimientos
Cambies algo mínimo
Agotes el reciclaje
Midas por actos
Antonia Oliva
Subjuntivo
Si pudiera sostener mi mirada
y no tener miedo. Nada de miedo.
Si yo pudiera reir sin denuedo
con la alegría aún asilvestrada.
Si pudiera, de ira despojada
hablar siempre desnuda, con el quedo
credo que omitiera el cedes o cedo.
Si pudiera volar entre esta nada.
Si pudiera olvidar, sin olvidarme
Tal vez dormir en paz estando viva
Si tan solo pudiera recordarme.
Moriría sóla, más no cautiva
¡Ay si aún pudiera recordarme!
Reina sería. Reina fugitiva.
Ana Isabel Fariña
Deseos
Daría mi libertad
con un silencio de nubes,
frente a la luna,
en el calor de la distancia.
Soñaría entre almohadones
que robaran palabras a mis pupilas,
imágenes en mi boca,
oasis entre mi piel.
Volaría el pensamiento
para romper ideas
empolvadas de vida
atadas a la existencia.
Hablaría al viento
con el sonido de las horas,
en sombras de agua,
de azul enamoradas.
Sofía Montero
Desencuentro
Sólo si tú quisieras
bajaría la luna
o un rebaño de estrellas
a tus noches oscuras
Sólo si tú quisieras
mataría dragones,
resolvería quimeras…
por hacerte la corte.
Tú mientras quisieses
un paseo en la tarde,
un café con leche,
y la mano darme.
Tú mientras quisieses
un trabajo serio
y que te abrazase
cuando estoy durmiendo
Sólo si tú quisieras
conquistaría el mundo
para que lo pudieras
sentir entero tuyo.
Sólo si tú quisieras
mataría por vos
y serías mi Reina
por encima de Dios.
Tú mientras quisieses
sencilla alegría,
un abrazo fuerte,
besos y caricias.
Tú mientras quisieses
sentara cabeza
que tuyo yo fuese
y entregarte plena.
Y aunque lo quisiera
yo no se me atar
tan firme a esa tierra
que huele tan real.
El chico invisible
Hubiera ido al gimnasio a trabajar mis músculos hasta tener un cuerpo que desearas. Hubiera dejado las gafas y utilizado lentillas. Hubiera visto amanecer al salir de los bares. Hubiera bebido, fumado, peleado, follado en baños y hasta tonteado con otras para despertar tus celos. Todo hubiera hecho si para ti, tan siquiera, hubiese existido.
Miguel Ángel Pérez
Soñarte
Si fuera capaz de volar entre los árboles,
adornaría las hojas con tus besos.
Si pudiera convertirme en viento
soplaría tu pelo de diosa
para que flotara como las amapolas de la primavera.
Quisiera rodar por la montaña
y convertirme en agua de arroyo
que busca el mar
y acaba en una playa acariciando tu cuerpo entre la arena.
Y si me volviera mariposa
me escondería en esa flor que te regala su perfume.
Es tan bonito soñar...
ojalá que nunca despertara,
porque es duro solo soñarte.
Vicente M. Martín
¡Ay, si tú me dejaras!
Si tú me dejaras acercarme,
seguro, que me acercaría.
Si tú me dejaras mirarte,
seguro, que te miraría.
Si tú me dejaras acariciarte,
seguro, que te acariciaría.
Si tú me dejaras besarte,
seguro , que te besaría.
Si tú me dejaras amarte,
seguro, que te amaría,
Si tú me dejaras soñar contigo,
seguro, que no me despertaría.
Si tú me dejaras,
yo, despacito y en silencio me iría,
tú, algún día te arrepentirías.
Luis Iglesias
Me gusta especialmente el giro final de VICENTE y la estructura con la repetición constante de LUIS.
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