Para darle nombre a su personaje utilizaron un truco literario llamado "anagrama" que consiste en colocar las letras de una palabra de otro modo para obtener una nueva palabra. Así Sofía Montero, por ejemplo, pasó a ser "Sonia Motoref".
En la biografía de dichos escritores debían figurar al menos tres libros, uno de ellos una novela (o libro de cuentos), otro un libro de poemas y finalmente un ensayo o una pieza de teatro.
Y por último se les pidió que incluyesen junto a la biografía de su personaje un poema, un cuento o un fragmento de su novela.
Y estos son los heterónimos de algunos de los miembros del taller. Algunos personajes incluso nos muestran su obra:
Sonia Motoref
Nació en Salamanca el 7 de Abril de 1975. Publicó dos novelas :” El Canto de la Vida” y “ Amor entre Nubes”. También, un poemario: “Nacida para soñar”.
Pertenece a grupos literarios; publica en revistas digitales y en otros formatos. Realiza actuaciones en bares y centros literarios. Su vida está llena de pensamientos como este:
La tierra se enmudece
con el canto de un por qué.
Silencios en su perfil
caminan en el asfalto.
Hay peldaños, aún sedientos,
de una voz que pedalea
en la quietud de la distancia.
Sofía Montero García
Luisa Renomo, escritora de cuna
Nace accidentalmente en Huelva en 1981, debido a la profesión de su progenitor, artista de la banda musical “El Empastre”, que durante aquellos días presentaban su espectáculo cómico en la Plaza de Toros de la Monumental. Cuando apenas no contaba cinco años de edad sufre la trágica pérdida de sus padres, debido a un accidente de circulación. Afortunadamente es acogida en Valencia por la familia paterna, volcándose en su educación y formación. Complementa sus estudios con su modesto apoyo al negocio familiar, una chocolatería muy afamada en la capital del Turia, lo que la permite entablar amistad con diversos grupos del arte y la cultura. A los once años participa en su primer concurso literario, donde obtiene el segundo premio en su categoría. La obra, “Tarzán es de Valencia” obtiene el beneplácito de una compañía infantil de teatro y al año siguiente es presentada en la Sala Moratín con gran éxito de público y por qué no decirlo, de simios, habida cuenta, que la primera línea de butacas en el estreno estuvieron presentes dos chimpancés ataviados para la ocasión. Cuando la preguntaron sobre la presencia de los animales, ella contestó muy airosa que la culpa fue de verlos un día aplaudiendo de manera fervorosa en el circo y que por miedo a que nadie aprobara su ópera prima, al menos estaba segura que a ellos iba a gustarles. Tal y como predijo, los animales tuvieron que ser tranquilizados en el segundo acto.
La editorial Marasmo publica en el 2001 su primera novela, Chocolate con porras, una obra deliciosa y con acento autobiográfico, sobre la relación existente entre una camarera de un café de provincias y algunos personajes asiduos al local. Disección certera de un microcosmos donde las vitalidades y las vilezas se aplacan ante una taza de cacao caliente. La crítica fue unánime al sugerir que se encontraban ante una autora que irrumpía como “un elefante dentro de una cacharrería”, pero, con la salvedad que la Renomo “no tiraba perol alguno”.
Su última obra con apenas veinticinco años cumplidos es un opúsculo poético; Filamento, poemas que tiran del hilo sobre su infancia, temores y miedos junto a esperanzas y utopías en construcción. –Una forma de comunicarme conmigo misma; la Sociedad no permite en muchas ocasiones el ser escuchados,- comentaba en el blog Páginas de espuma, donde la joven autora repasaba su obra, manifestaba su inquietud por el actual modelo social y económico y profetizaba una próxima incursión en un guion cinematográfico.
José Luis Moreno Gutiérrez
Marcé Venttini
Nace en un pueblo cerca de Milán en 1965, de padre italiano y madre española, a los 3 años se traslada a León con su madre, cursa estudios en los jesuitas de esta ciudad y hace la carrera de magisterio pero sin ejercer. En 1987 saca las oposiciones para funcionario local, actualmente trabaja en la Diputación de León. Su obra literaria la componen cuentos para niños en los que cabe destacar: El elefante Rogelio, El príncipe torpe y El lago mágico; poesía, su libro “…y me perdí cuando lloré” consiguió el 2º premio ciudad de Oviedo de poesía. También dedica su tiempo libre a escribir guiones de series para televisión. Transcribimos uno de sus poemas:
Buscas la gloria,
poeta que te escondes
detrás de los robles caídos
del bosque del deseo…
Sal y da la cara,
rompe el cristal de la angustia
que te retiene:
Grita tu canto
que llegue a esa estrella
que tintinea anhelante.
Grita hasta que tu garganta estalle:
Amor… Amor… más Amor.
No mentiras.
Poeta, buscas la gloria,
grita: NO A LAS MENTIRAS.
Descubre tu pecho
y no permitas
que las balas de la manipulación
lo perforen….
Marcé Venttini
…y me perdí cuando lloré
Vicente Martín
Alfonso Carmel
Nació en León, en 1.947, dentro de una familia rígida y estricta. Su padre le castigaba continuamente, su madre callaba, por lo que su infancia fue triste y solitaria.
Cuando su hermano nació, pensó que iba a tener un amigo para sus juegos, pero enseguida le enviaron a un colegio interno.
Allí pasó parte de su infancia y adolescencia sintiéndose solo, pues no paraban los frailes de castigarle, pasándose la mayoría del tiempo en su cuarto, frio y con poca luz, con lo que ahí, desarrolló una gran fantasía, inventándose viajes a países exóticos.
Sus conocimientos de geografía y las revistas de modelos que su madre costurera tenia, le ayudaron a imaginar ciudades, pueblos, chicas preciosas y medio desnudas que le recibían a su llegada y le invitaban a sus casas.
Cuando tuvo 18 años, le dijo a su padre que se iba del colegio y que había decidido viajar, lo que le supuso un disgusto para él, pues había planeado para su hijo que estudiase medico, profesión frustrada del padre.
Alfonso, pasó una década viajando por diferentes países, desde lugares exóticos como Tailandia, Japón a lugares pobres y necesitados.
A partir de los 30 años, escribió su primer cuento titulado Berto el velero, en el que narra la historia de un velero que llega a puerto y se encuentra con un barco majestuoso y de aspecto impecable.
El velero muestra un aspecto lamentable, su vela rota, su quilla dañada y sucia, su mástil a punto de caer, y comienza una amistad con el barco en la que uno narra sus aventuras por diferentes mares y el otro las anécdotas que pasan en el puerto.
También Alfonso siguió escribiendo minicuentos de terror, entre ellos Quico el valiente, La muñeca de cera.
Berto el velero
Llegó un día soleado al puerto de una gran ciudad.
Creyó que no iba a tener fuerzas para poder atracar. Había tenido que luchar hacia dos días en el mar durante una gran tormenta en la que volcó varias veces y un rayo casi le partió el mástil.
Berto era un velero, grácil y ligero, pero el largo viaje que había realizado le había dejado maltrecho, con la vela rasgada, la quilla con varios agujeros y todo sucio.
Cuando por fin pudo mirar a su alrededor, vio a un barco grande, majestuoso, impecable, con tres mástiles y sus velas perfectamente dobladas.
-Hola, le saludó Berto.
-Hola, le contestó Blas, que es así como se llamaba este barco.
-¿De dónde narices vienes con ese aspecto tan desastrado?, le preguntó mientras le miraba de lado a lado de forma despectiva.
-Puf, menudo viaje me he pegado. Vengo desde muy lejos y he pasado muchas adversidades, creí que no iba a poder llegar.
-Voy a descansar y mañana ya me pongo a reparar, ahora estoy muerto.
A la mañana siguiente, cuando Berto se despertó, Blas ya estaba despierto y seguía mirándole. Pensaba para sus adentros: este está para el arrastre.
-Uaaaahhhh, que bien he dormido y que falta me hacía, le dijo a Blas. Buenos días.
-Buenos días, le contestó.
-¿Y qué puerto es este?, le preguntó.
-Es un puerto muy importante y conocido, llamado Cantón. Aquí llegan todo tipo de barcos. De pasajeros, de carga, veleros como tu, barquitos de pesca. Es muy divertido verlos llegar conozco un montón de anécdotas.
-¿Y tú, que haces?, le preguntó a Berto.
-Pues yo viajo por diferentes países, entablo amistad con otros barcos, ¡tengo amigos por todo el mundo!.
-¿A dónde has viajado tu?, le preguntó a Blas.
-¿Yo?, yo no he salido nunca de aquí.
Berto se quedó asombrado. Como era posible que un barco tan majestuoso no hubiera dado ni siquiera una vuelta. Pero no se lo preguntó.
Berto comenzó por limpiar la quilla, quitar las algas y conchas que tenia pegadas, pintarla, reparar el mástil y zurcir su vela, que ya tenia unos cuantos trozos de tela cosidos.
Y mientras hacia esto, compartía con Blas sus aventuras y este las anécdotas que había visto desde el puerto. Y así fueron entablando una amistad.
A medida que iban pasando los días, se iban haciendo mas amigos y se quedaban charlando hasta las tantas de la madrugada.
Un día Berto le preguntó a Blas porque no había salido nunca. A lo que este le respondió que le daba miedo. Había oído a otros barcos contar las tempestades que había pasado, los monstruos gigantes que habían visto en alta mar y eso poco a poco le había desanimado a salir.
Veia las tormentas guarecido desde ese lugar, disfrutaba de las maravillosas puestas de sol que se divisaban al horizonte, los amaneceres y se sentía afortunado de los muchos amigos peces que todas las mañanas le venían a saludar.
A Berto le pareció muy bonito, pero sentía que se perdía la aventura de viajar y conocer otros lugares y le animó a que cuando estuviera reparado se fuera con él. No tenía nada que temer, el conocía los océanos como la palma de su mano.
Blas le contestó que se lo pensaría.
Y así siguieron los días, Berto entusiasmado por viajar con su amigo y Blas cauto e inquieto, pero participaba con Berto en los proyectos que éste iba haciendo.
Cuando llegó el día de partida Berto le dijo que a la mañana siguiente, cuando amaneciera saldría hacia el lugar que había preparado.
Esa mañana Berto se despertó alegre y dicharachero, y Blas estaba compungido y lloroso, no había pegado ojo en toda la noche.
Cuando Berto le vio supo inmediatamente que Blas no le iba a acompañar.
-No te preocupes Blas, le dijo, no estás preparado para partir. Me iré yo y cuando pase el tiempo necesario podrás salir y nos encontraremos en otro puerto.
Te estaré esperando.
Carmen Alonso
Abasel Rif
Piñón Sihombreporquetúlodigas
No recuerda donde nació, aunque sí sabe que Elena lo rescató de una tienda de animales con una dueña a la que le gustaban más los abrigos de pieles que los perros.
En un principio se fue a vivir con la madre de su rescatadora, a la que considera su abuela humana. Tras engordar dos kilos, se trasladó al apartamento de Elena, que a partir de ese momento pasó a ser Esaconlaquevivo. Ambos mantienen una convivencia agradable, rota ocasionalmente por el empeño de Piñón de vivir en una casa con jardín. Su último intento fue regalarle a su compañera de piso una peineta y una mantilla, a ver si se iba pareciendo a Dolores Cospedal y poco a poco, conseguían una casa como la de la Presidenta de Castilla la Mancha.
Sus dos amores son su abuela humana, y Miel, una westie con una cabeza tan grande como su corazón.
Empezó a escribir por pura necesidad de poner de manifiesto lo ridículo de la condición humana.
Ha escrito tres cuentos: Piñón en la cara oculta de la luna; Piñón y Adrián contra la Bruja Maruja y Piñón, Jara y las pipas de calabaza.
Tiene previsto publicar un libro de ensayo, Reflexiones sobre esta perra vida, y otro de poesía Monstruos domésticos.
Mantiene un blog en el que escribe cuando Esaconlaquevive le deja el ordenador, esaconlaquevivo.wordpress.com, y colabora activamente en otros blogs, como por ejemplo mori-bundia.blogspot.com
Entrada del blog. Cliker
¡Qué me muero de la risa! Mirad lo último que ha comprado Esaconlaquevivo. Harta como está de llamarme y de que yo vaya… o no, estuvo mirando en Internet nuevos métodos para educar perros y ¡ha comprado esto! Resulta que es un aparato que se llama Clicker, y se supone que cuando yo hago algo bien, especifiquemos, cuando hago lo que ella quiere que haga, hay que hacerlo sonar (¡clik!, hace), y yo ya sé que me estoy portando bien y que a continuación viene la chuche en cuestión. ¡Ay que me parto! Voy a escribir a los fabricantes y les voy a proponer un aparato que en vez de click , suene la Macarena, que me gusta más. Yo, a pesar de todo, de vez en cuando voy, y la pobre estuvo ayer intentando averiguar por qué unas veces funciona y otras no. Es en momentos como ese en el que estoy convencido de lo bien que hice al escogerla para convivir.
Fragmento de “Piñón, Jara y las pipas de calabaza”
-¡Mira Jara lo que he encontrado! ¿Dónde quieres que las plantemos?
- Alrededor de este árbol. Así cuando crezcan las ramas podrán apoyarse en él para crecer. Tú haz el agujero, que se te da muy bien, y yo las planto.
Y dicho y hecho. Piñón hizo tres agujeros con sus patas delanteras, Jara puso la semilla, y Piñón las tapó con tierra.
-Ya está –dijo Jara-. Ahora solo hay que regarlas, y esperar unos meses a que crezcan. Voy a buscar agua.
- No, no te molestes – dijo Piñón-. Llevo haciéndome pis media hora, ya las riego yo.
Levantó la pata y ¡pishhhhhhhhhhhhh!
-Eso es una guarrería, y además vas a matar a las semillas, seguro, no van a crec….
Y Jara se quedó sin habla pero con la boca abierta. De cada semilla salió una planta que fue creciendo primero por el árbol, y luego más allá de las nubes, hasta que las tres fueron tan altas, tan altas, que no se veía su final.
-Mola- dijo Piñón-. Me parece que acabo de descubrir el mejor fertilizante del mundo. Mañana mismo me hago un análisis de orina.
Elena Vicente
Dalfonzo Miguered
Nombre que tiene connotaciones portuguesas, quizá por haber nacido en Badajoz en 1939 donde realiza sus estudios de bachillerato. En 1957 se traslada a Salamanca para comenzar sus estudios universitarios en la facultad de Derecho que tenía un gran predicamento, pues contaba entre su profesorado a José Beltrán de Heredia (rector), Raúl Morodó, Ignacio de la Concha y Enrique Tierno Galván entre otros.
Asiste a la conferencia inaugural del curso 1958/59 impartida por Fernando Ramón Ferrando (esposo de María Moliner) bajo el título “Reflexiones sobre la base física de la mente humana” de la que sale muy impresionado. Se impregna de la filosofía de la Bahuaus “Más es menos”, interesándose por los microrrelatos de Ana María Matute “Los niños tontos” 1956 y de Augusto Monterroso “El dinosaurio” 1959 microrrelato de 9 palabras incluyendo el título –Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí-.
Comienza a realizar sus primeros escarceos como escritor y en 1960 publica su primer libro que consiste en una serie de microrrelatos agrupados en un libro titulado “Jaculatorias y prebendas”, destacamos de este volumen el titulado “Al levantar. –Se levantó y pensó actuar como Judit con Holofernes, pero fue un fugaz pensamiento-”.
Cuando obtuvo la licenciatura en Derecho, abandonó Salamanca y regresó a su ciudad natal donde ejerce la abogacía que compagina con la escritura. Es un autor no muy prolífico, tiene varios libros escritos, pero solamente otros dos publicados “Paz en serio” y “Gua diana”.
Alfredo Domínguez
Vicente Martín
Alfonso Carmel
Nació en León, en 1.947, dentro de una familia rígida y estricta. Su padre le castigaba continuamente, su madre callaba, por lo que su infancia fue triste y solitaria.
Cuando su hermano nació, pensó que iba a tener un amigo para sus juegos, pero enseguida le enviaron a un colegio interno.
Allí pasó parte de su infancia y adolescencia sintiéndose solo, pues no paraban los frailes de castigarle, pasándose la mayoría del tiempo en su cuarto, frio y con poca luz, con lo que ahí, desarrolló una gran fantasía, inventándose viajes a países exóticos.
Sus conocimientos de geografía y las revistas de modelos que su madre costurera tenia, le ayudaron a imaginar ciudades, pueblos, chicas preciosas y medio desnudas que le recibían a su llegada y le invitaban a sus casas.
Cuando tuvo 18 años, le dijo a su padre que se iba del colegio y que había decidido viajar, lo que le supuso un disgusto para él, pues había planeado para su hijo que estudiase medico, profesión frustrada del padre.
Alfonso, pasó una década viajando por diferentes países, desde lugares exóticos como Tailandia, Japón a lugares pobres y necesitados.
A partir de los 30 años, escribió su primer cuento titulado Berto el velero, en el que narra la historia de un velero que llega a puerto y se encuentra con un barco majestuoso y de aspecto impecable.
El velero muestra un aspecto lamentable, su vela rota, su quilla dañada y sucia, su mástil a punto de caer, y comienza una amistad con el barco en la que uno narra sus aventuras por diferentes mares y el otro las anécdotas que pasan en el puerto.
También Alfonso siguió escribiendo minicuentos de terror, entre ellos Quico el valiente, La muñeca de cera.
Berto el velero
Llegó un día soleado al puerto de una gran ciudad.
Creyó que no iba a tener fuerzas para poder atracar. Había tenido que luchar hacia dos días en el mar durante una gran tormenta en la que volcó varias veces y un rayo casi le partió el mástil.
Berto era un velero, grácil y ligero, pero el largo viaje que había realizado le había dejado maltrecho, con la vela rasgada, la quilla con varios agujeros y todo sucio.
Cuando por fin pudo mirar a su alrededor, vio a un barco grande, majestuoso, impecable, con tres mástiles y sus velas perfectamente dobladas.
-Hola, le saludó Berto.
-Hola, le contestó Blas, que es así como se llamaba este barco.
-¿De dónde narices vienes con ese aspecto tan desastrado?, le preguntó mientras le miraba de lado a lado de forma despectiva.
-Puf, menudo viaje me he pegado. Vengo desde muy lejos y he pasado muchas adversidades, creí que no iba a poder llegar.
-Voy a descansar y mañana ya me pongo a reparar, ahora estoy muerto.
A la mañana siguiente, cuando Berto se despertó, Blas ya estaba despierto y seguía mirándole. Pensaba para sus adentros: este está para el arrastre.
-Uaaaahhhh, que bien he dormido y que falta me hacía, le dijo a Blas. Buenos días.
-Buenos días, le contestó.
-¿Y qué puerto es este?, le preguntó.
-Es un puerto muy importante y conocido, llamado Cantón. Aquí llegan todo tipo de barcos. De pasajeros, de carga, veleros como tu, barquitos de pesca. Es muy divertido verlos llegar conozco un montón de anécdotas.
-¿Y tú, que haces?, le preguntó a Berto.
-Pues yo viajo por diferentes países, entablo amistad con otros barcos, ¡tengo amigos por todo el mundo!.
-¿A dónde has viajado tu?, le preguntó a Blas.
-¿Yo?, yo no he salido nunca de aquí.
Berto se quedó asombrado. Como era posible que un barco tan majestuoso no hubiera dado ni siquiera una vuelta. Pero no se lo preguntó.
Berto comenzó por limpiar la quilla, quitar las algas y conchas que tenia pegadas, pintarla, reparar el mástil y zurcir su vela, que ya tenia unos cuantos trozos de tela cosidos.
Y mientras hacia esto, compartía con Blas sus aventuras y este las anécdotas que había visto desde el puerto. Y así fueron entablando una amistad.
A medida que iban pasando los días, se iban haciendo mas amigos y se quedaban charlando hasta las tantas de la madrugada.
Un día Berto le preguntó a Blas porque no había salido nunca. A lo que este le respondió que le daba miedo. Había oído a otros barcos contar las tempestades que había pasado, los monstruos gigantes que habían visto en alta mar y eso poco a poco le había desanimado a salir.
Veia las tormentas guarecido desde ese lugar, disfrutaba de las maravillosas puestas de sol que se divisaban al horizonte, los amaneceres y se sentía afortunado de los muchos amigos peces que todas las mañanas le venían a saludar.
A Berto le pareció muy bonito, pero sentía que se perdía la aventura de viajar y conocer otros lugares y le animó a que cuando estuviera reparado se fuera con él. No tenía nada que temer, el conocía los océanos como la palma de su mano.
Blas le contestó que se lo pensaría.
Y así siguieron los días, Berto entusiasmado por viajar con su amigo y Blas cauto e inquieto, pero participaba con Berto en los proyectos que éste iba haciendo.
Cuando llegó el día de partida Berto le dijo que a la mañana siguiente, cuando amaneciera saldría hacia el lugar que había preparado.
Esa mañana Berto se despertó alegre y dicharachero, y Blas estaba compungido y lloroso, no había pegado ojo en toda la noche.
Cuando Berto le vio supo inmediatamente que Blas no le iba a acompañar.
-No te preocupes Blas, le dijo, no estás preparado para partir. Me iré yo y cuando pase el tiempo necesario podrás salir y nos encontraremos en otro puerto.
Te estaré esperando.
Carmen Alonso
Pereza Ras
Pereza Ras nació en St Denis, Francia, en 1964.
‘Frente a la pereza que me da a veces ponerme las pilas y seguir
adelante no se me ocurre otra cosa que involucrarme en un montón de cosas a la
vez.’ Así se define esa autora de orígenes diversos (es Argelina por su padre y
Polaca por su madre) que se crió en un suburbio de París lejos del lujo y del
‘glamour’ que pueden a veces estar asociados a la capital francesa. ‘La vida en
los suburbios franceses no tiene nada que ver con la que puede llevar la gente
acomodada de París. La capital no es asequible para los que somos descendientes
de los emigrantes. A su llegada nuestros padres fueron acorralados en ciudades
apartadas y allí nos quedamos’.
Muy temprano Pereza Ras toma conciencia de las desigualdades y de las
injusticias que sufren los de su condición pero también entiende que la única
forma de mejorarlo es comprometiéndose para intentar cambiar su destino. El
primer paso que había que dar era sacar como sea unos Estudios Universitarios
(es Licenciada en Sociología) y para conseguir pagar las matrículas Pereza
trabaja de camarera, en fábricas de todo tipo, en empresas de limpieza etc. En
esos tiempos aprende los valores del trabajo duro, del sacrificio y de la
solidaridad.
Desde siempre se ha involucrado en la vida de los suburbios, a los 15
años ya participaba en asociaciones colaborando en una revista y una radio
local escribiendo artículos y letras de canciones, y a los 25 años desempeñaba
labores de Educadora para intentar encontrar escapatorias al montón de jóvenes
que se ha quedado en el borde del camino. ‘La escritura y la música siempre han
sido una forma de escupir todas las frustraciones que tengo frente a la
injusticia, la desigualdad y la indiferencia de las políticas vigentes’.
En un momento de desaliento, frente a la tarea descomunal en esos
barrios, Pereza decidió tomar distancia y recorrió, sola y con su mochila,
parte de África, América Latina y Europa del Este para reanudar con sus
orígenes y en busca de un sentido que darle al mundo. En sus viajes que duraron
3 años Pereza fue testigo de la miseria humana, de la condición femenina e
infantil, de la falta de libertad y de la opresión de los pueblos, más allá de
las fronteras de su propio suburbio.
Esta experiencia le daría mucha materia para su futura creación.
Entre sus referencias literarias Pereza cita a Raymond Queneau, Boris
Vian, Rimbaud, Verlaine, Beaudelaire, Azouz Begag y muchos otros.
Empieza a escribir con 30 años unas muestras de lo que llegaría a ser
su primera novela Un día, después otro,
editada en 2003 en la que, a partir de numerosos elementos autobiográficos nos
cuenta la rutina de Zasie Traper, una adolescente de un suburbio parisino.
‘Quiero que la gente sepa lo que están pasando los jóvenes, la gente de los
suburbios. Que se sepa que no tienen nada a que agarrarse, que los dirigentes
practican una política de abandono y siempre represiva hacia ellos.’
También Pereza dio la luz en 2006 a un libro de ensayo titulado
Castigados dos veces en el que trata de la dificultad de los emigrantes para
encontrar su sitio en este mundo, del rechazo que sufren en el país de acogida
y en el país que dejaron atrás.
Por fin, recientemente retomó unos poemas de juventud, añadió al
recetario unos ingredientes sacados de
su experiencia altermundialista y presentó en 2009 La luna y dos estrellas.
Hoy en día colabora en varias radios, revistas, y periódicos como ‘Le
Monde Diplomatique’ en el que tiene una columna mensual, aparte de sus labores
en numerosas asociaciones de integración y educación.
Incluimos, a continuación, un fragmento de su novela Un día, después de otro.
Zasie se despierta esta mañana
con un dolor de cabeza espantoso y un sabor amargo en el paladar. En unos
segundos lo recuerda todo, la tarde en casa de Solal, las cervezas para matar
el aburrimiento, la vuelta a casa, Suliman besando a una chica en un banco del bloque 23, la vodka para matar el
dolor, para matar el asco, para morir, de una vez.
Esta mañana sigue en pie, y el
dolor sigue también, tan lancinante y tan palpable como ayer. Y la rabia
también.
No hay nadie en casa. Echa un
vistazo rápido por la ventana de la cocina. Es un día gris. Todas las ventanas
de enfrente le devuelven el reflejo de su propia ventana, de todas las ventanas
alrededor, decenas de ventanas sin apertura, fijas, descoloridas, prisioneras
del día.
Un día en la ciudad
Zasie se calienta el café que
queda, lo traga despacito, la mirada perdida, rebuscando, como cada mañana, las
pocas fuerzas, escondidas, que le quedan en su interior, para ponerse las pilas
y echar a andar.
Salir, salir del suburbio, coger
el metro y hacer parecer, creer durante unos instantes que ella no tiene nada
que ver con ese lugar, la ciudad de los Ángeles, que su vida está más allá, en
un sitio donde no tenga que pedir hueco y luchar constantemente.
Se lava la cara, se pone su
sudadera de capucha azul con un pantalón ancho negro, sus zapatillas blancas.
Un portazo, el asfalto, el puto asfalto.
Andar, correr hasta la boca de
metro, sentarse en un vagón y callar unos instantes la hipocresía, la miseria y
la ironía de la vida que le ha tocado en
suerte. Dejar atrás la ciudad de los Ángeles.
Sentada, juguetea unos minutos
con su móvil. Ayer grabó abajo del edificio a un grupo bailando breakdance.
Este grupo lo conoce muy bien, ha crecido con él, nacieron y se criaron los
chavales en la misma basura todos. Unos un poco más blancos, otros un poco más
negros, los hay de Malí, de Rabat, de Tanger, Hamamet, Fort de France, St
Denis…a todos sabores. Ella tiene el color de su padre, un argelino que llegó
en los años sesenta en busca del paraíso perdido, pero sus ojos claros se los
regaló su madre, una francesa de origen polaco que murió hace tiempo, dejándola
con tres añitos a cargo de un padre desorientado, ausente, y una abuela
resignada pero con un corazón tan grande como el recuerdo de su país.
Zasie se siente revolucionada,
igual que todas esas burbujas de sangre que se entrechocan en el interior de
sus venas : una bomba a punto de explotar. Siempre dispuesta a atacar a los que
se meten con sus hermanos del sur, pero defendiendo al mismo tiempo su otro yo,
sus antepasados judíos que no terminan nunca de encontrar una salvación.
No existe el descanso.
-¡Baja los ojos! ¡Baja los ojos
cuando te estoy hablando! El hombre, impecablemente peinado y con un traje
negro recién planchado está sentado enfrente de Zasie. Se dirige con un tono
amenazante a la chica que tiene al lado y que parece ser su mujer. La muchacha
lleva un velo negro que le cubre enteramente el pelo, y en brazos, sentado
sobre ella, a un niño de mechones rizados con ojos grandes, de unos dos años.
Zasie no consigue captar su mirada, tiene la cabeza agachada hacia el suelo y
se mantiene totalmente inmóvil, hermética en apariencias a lo que está pasando.
-¡Le has mirado a ese chico ! Le
has mirado, ¿verdad? ¿No hemos hablado ya de eso? ¿Tendré yo a una puta como
mujer?
-¡No ves que eres tú el hijo puta
! Zasie no puede contenerse más tiempo: ¿La vas a dejar en paz, cabrón? ¡Y qué
mirará miles! y a ti, ¿qué coño te
importa?
-¿Te vas a callar zorra? ¿O te
parto la cara? ¡Métete en lo tuyo mocosa!
Zasie se endurece de pies a
cabeza, nota como el alma le está a punto de salir por la boca. Se incorpora y
se acerca desafiante, dispuesta a arrancarle los ojos.
-¡Venga, sí, pégame a ver, seguro
que se te da estupendamente pegar a las mujeres, mamón! ¡Será que no te da pa
más lo que tienes entre las piernas, eh, cobarde!
El niño, con los ojos cada vez
más grandes, empieza a lloriquear.
El hombre, visiblemente muy
nervioso, parece vacilar dos segundos y coge finalmente a su mujer, que sigue
sin levantar la cabeza, de la mano, coge al niño asustado de la otra y los arrastra
hacia la puerta de la salida.
-¡Huye cobarde, cagón! ¡Tú mujer
sí que vale!
Cuando ya desaparece la pareja
del vagón Zasie se vuelve a sentar y echa una ojeada mosqueada a los demás
pasajeros quienes rápidamente desvían la mirada como si no hubiera pasado
absolutamente nada.
-¡Cobardes! ¡Todos! ¿No os da
vergüenza ? ¡Cobardes! ¡Qué os den!
Estación Esperanza. Zasie baja
del vagón. Sigue pensando en la mujer del velo negro…
Sara Pérez
Natural de Sligo; Abasel Rif, nació el 5 de Abril de 1969 con la piel
cubierta de sangre y de historia. La sangre se la retiró su abuela Tahra nada
más traerle al mundo, antes de ponerle en brazos de su joven madre Aoife. La
historia no. La historia –tal y como ha afirmado él en repetidas ocasiones- se
le quedó pegada a la piel, le infectó las pupilas y le calzó.
Dos años después; su padre Pawel Papst Bar Abram “el polaco” trasladaba
a toda la familia a Belfast. Había encontrado trabajo en los astilleros Harland
and Wolff. Siendo como era judío, superviviente físico de la locura genocida
que asoló Europa en los años 40, la comunidad protestante -que prácticamente
monopolizaba el trabajo en ese sector- no fue capaz de negarse a su solicitud
de empleo; ni siquiera cuando supo que su residencia se ubicaba en Falls Road. Calle que en poco tiempo, se
convirtió en la arteria principal de un nuevo gueto, esta vez de católicos
irlandeses. Allí fue donde creció Abasel Rif con sus hermanos Llyr, Lorcan, Mac
Nair y las pequeñas Ardara y Cleofé.
“El polaco” y por extensión su familia eran –tal y como refleja el
autor de Herederos- el símbolo vivo
de la barbarie. La culpabilidad que su presencia hacía sentir allí donde se
encontraba, permitía que aquello que se sabía imposible para un lealista o un
republicano; a él y a los suyos les aconteciera. Tácitamente, la tierra de los
tréboles nada más conocerle, decidió: tenía que compensar de algún modo el
atropello al que fueron sometidos millones de hombres mientras el mundo callaba
o negaba. Era su obligación. Había que silenciar la culpa, había que borrar la
vergüenza. Sólo así se podría dormir de nuevo.
Pawel que era consciente de esta realidad, aunque no la explotaba
–jamás fue victimista- tampoco la desaprovechaba. Navegaba sobre ella como
previamente lo había hecho sobre su condición de hebreo y proscrito. Lo que no
entendía –pero tampoco preguntaba- era por qué esa tiera, esa maravillosa
tierra, repetía aquello de lo que se avergonzaba.
Fueron precisamente sus dotes de timonel las que permitieron a todos
sus hijos cursar estudios superiores dentro y fuera de Irlanda, dentro y fuera
del Éire, dentro y fuera del país que en
un día claro de verano del año 1955, cuando él contaba unos 25 años, le adoptó.
Abasel Rif, nuestro “Abi”; optó por el Trinity College.
Allí se matriculó en el área de Arte, Humanidades y Ciencias Sociales,
concretamente en los estudios de Derecho. A sus 18 años estaba convencido de
que en algún lugar, los libros de leyes escondían las palabras capaces de
devolver al débil sus derechos sin que la sangre se derramara. Y él, estaba
dispuesto a encontrarlas. Quería ser David. Quería vencer a Golliat; y quería
hacerlo con un tirachinas fabricado con fonemas.
Fue así que en 1987 se trasladó a Dublín.
Pronto comprobó que lo que su madre le había dicho antes de partir era
totalmente cierto. “Nunca se es forastero en Dublín”. El carácter afable y
espontáneo de sus habitantes protege del frio del desarraigo. Los dublineses
caminan por sus calles como viven en sus casas, con las cortinas abiertas y la
luz encendida.
Fijó su residencia en el número 292 de la Calle Parnell y allí
permaneció hasta que concluyó su formación académica en el año 1994 –incluidos sus estudios de
postgrado-
Durante todo ese tiempo, compaginó su preparación jurídica con su
participación en un grupo folclórico ”Immrama”. Su dominio del Bodhrán –en el
que le inició su abuela Tahra- al estilo Kerry con la baqueta doble, fue
determinante para su inclusión en el grupo. Un grupo profesional.
Prácticamente todos los fines de semana tenía actuación en uno de los
muchos pubs que permanecían abiertos en Dublín y alrededores. El habitual: “El
Murray”. La dueña del negocio, Briggitta, había comprobado que la presencia de
los “Immrama” en su local animaba el ambiente y aumentaba las consumiciones
casi tanto como la expectativa de un
buen partido de futbol. Los Immrama eran especiales y como tales les pagaba.
Un sábado en “El Murray” conoció a una bailarina irlandesa: Shanaye, su
Shana; y se enamoró. Se enamoró como se enamoran los personajes de los cuentos
infantiles, total y absolutamente.
Ella, tenía el pelo largo y rubio más bonito que había visto en su vida
y la sonrisa más franca y fresca que jamás había conocido. Cuando sus pies
confundían el paso de baile emitía un chillidito curioso que aclaraba a todos
que el error había sido suyo. Era de Bray y estudiaba literatura irlandesa en
Limerick. Llevan 22 años juntos y son padres de tres hadas que a veces son
brujas y de un duendecillo que a veces no
es travieso.
Fué Shanaye quien descubrió la habilidad narrativa de Abasel Rif y
quien le incitó a trascribir y publicar los maravillosos cuentos con los que la
entretenía a ella, amenizaba las veladas, o más adelante dormía o enseñaba a
sus retoños. Abi Bar Abram, consideraba tales afirmaciones propias del amor que su esposa le profesaba y
aunque le enternecían nunca llegaban a más. En ningún momento consideró que
poseyeran fundamento de algún tipo. Según las escuchaba, las olvidaba. Para el
hijo del polaco, sus historias eran historias normales.
En el año 1997, Abasel Rif consideraba que su vida era maravillosa. Un
solo escollo la perturbaba, no había sido capaz de encontrar las palabras con
las que proteger al débil y aunque seguía buscando, notaba como cada vez estaba
más cansado. Todo cambiaba pero nada cambiaba, mirara donde mirara el fuerte
continuaba arrollando sin pudor. Y él, estaba claro, él no era David. Tal vez
su alma no fuera pura como demandan las leyendas. Este pensamiento que en
ocasiones se agarraba con fuerza a su mente, nunca se verbalizó; hacerlo era
innecesario, conocía las posibles respuestas. Sin embargo, más de una noche le
arrebató el sueño y el descanso.
En Agosto de 1998, tras el atentado que acabó con la vida de 29 civiles
en Omagh; entre ellos dos de sus sobrinos de doce años y veinte meses; abandonó
su puesto de profesor universitario en la facultad que le formó, y donde por
aquel entonces, él formaba a jovencitos que también buscaban. Nadie consiguió
modificar su parecer. Cuando le recriminaban su decisión y le tildaban de
egoísta e infantil y le enumeraban la cantidad de responsabilidades que tenía
asumidas con su mujer nuevamente embarazada y con su pequeña Tarín, él repetía:
“Lo sé. Lo sé. Habrá que buscar otros caminos. No puedo enseñar nada. No creo
en nada. No busco nada”
Quienes le conocían, aunque no le entendían del todo, sabían que
hablaba en serio.
Su suegro le buscó un trabajo, pensando que duraría poco en él y
recapacitaría. Así fue pastor en Glendalough. En cuatro años, nuestro Abi
aprendió todo lo que pudo del campo y de la vida ovina y equina. Poco a poco
olvidó que un día quiso buscar palabras con las que proteger al débil en libros
abstrusos de leyes volubles, y poco a poco las palabras llegaron a él. Las descubrió
en lo que hacía, en lo que sentía, en la entrega inmaculada del animal al
hombre con el que trata, en la quietud del lago, en la profundidad de las
raíces, en la serenidad del árbol ante la tormenta…
En Agosto de 2005, vio la luz su primer libro de cuentos Los gigantes viven en los tulipanes. Un
libro que ha sido y sigue siendo la
delicia de pequeños y mayores ya que consigue mágicamente que los ritmos más
tradicionales (polacos, irlandeses, ingleses y normandos) tengan alcance
universal y resulten intercambiables.
Abasel Rif es un escritor que no se sabía. Un narrador del estilo Kerry
que descubrió su esposa Shanaye antes de que la vida le empujara al papel. Su
última obra Los Herederos, nos ofrece su pluma en una faceta nueva; la
novela. Una novela breve, que condensa en 192 páginas la historia de Irlanda.
Una historia llena de vida y plagada de muerte y violencia. Su lectura es una
lectura inquietante que nos obligará nada más terminarla a revisar nuestra piel
y buscar en ella la historia que nos invade desde el nacimiento, infectando
nuestras pupilas y calzando nuestros pies sin que aparentemente lo sepamos.
Si alguien quiere conocer algo más de este autor, que le busque en sus
obras. Es allí donde se desnuda y donde sin saber cómo consigue que el lector
también lo haga. Entonces piel con piel…. Piel con piel nadie es el débil. Piel
con piel sobran las palabras.
Obras más conocidas de Abasel Rif:
- Los gigantes viven en los tulipanes
- Viajar sin lastre
- Cuando las raices se unen la tierra es más fértil
- En el hueco de la secuoya encontré mi casa
- El pony no sabía que tenía alas
- Por Dios no se pega nadie
- “El Murray”
- El perro tenía tres patas
- Los cisnes siempre duermen en Glendalough
María Isabel Fariña
Piñón Sihombreporquetúlodigas
No recuerda donde nació, aunque sí sabe que Elena lo rescató de una tienda de animales con una dueña a la que le gustaban más los abrigos de pieles que los perros.
En un principio se fue a vivir con la madre de su rescatadora, a la que considera su abuela humana. Tras engordar dos kilos, se trasladó al apartamento de Elena, que a partir de ese momento pasó a ser Esaconlaquevivo. Ambos mantienen una convivencia agradable, rota ocasionalmente por el empeño de Piñón de vivir en una casa con jardín. Su último intento fue regalarle a su compañera de piso una peineta y una mantilla, a ver si se iba pareciendo a Dolores Cospedal y poco a poco, conseguían una casa como la de la Presidenta de Castilla la Mancha.
Sus dos amores son su abuela humana, y Miel, una westie con una cabeza tan grande como su corazón.
Empezó a escribir por pura necesidad de poner de manifiesto lo ridículo de la condición humana.
Ha escrito tres cuentos: Piñón en la cara oculta de la luna; Piñón y Adrián contra la Bruja Maruja y Piñón, Jara y las pipas de calabaza.
Tiene previsto publicar un libro de ensayo, Reflexiones sobre esta perra vida, y otro de poesía Monstruos domésticos.
Mantiene un blog en el que escribe cuando Esaconlaquevive le deja el ordenador, esaconlaquevivo.wordpress.com, y colabora activamente en otros blogs, como por ejemplo mori-bundia.blogspot.com
Entrada del blog. Cliker
¡Qué me muero de la risa! Mirad lo último que ha comprado Esaconlaquevivo. Harta como está de llamarme y de que yo vaya… o no, estuvo mirando en Internet nuevos métodos para educar perros y ¡ha comprado esto! Resulta que es un aparato que se llama Clicker, y se supone que cuando yo hago algo bien, especifiquemos, cuando hago lo que ella quiere que haga, hay que hacerlo sonar (¡clik!, hace), y yo ya sé que me estoy portando bien y que a continuación viene la chuche en cuestión. ¡Ay que me parto! Voy a escribir a los fabricantes y les voy a proponer un aparato que en vez de click , suene la Macarena, que me gusta más. Yo, a pesar de todo, de vez en cuando voy, y la pobre estuvo ayer intentando averiguar por qué unas veces funciona y otras no. Es en momentos como ese en el que estoy convencido de lo bien que hice al escogerla para convivir.
Fragmento de “Piñón, Jara y las pipas de calabaza”
-¡Mira Jara lo que he encontrado! ¿Dónde quieres que las plantemos?
- Alrededor de este árbol. Así cuando crezcan las ramas podrán apoyarse en él para crecer. Tú haz el agujero, que se te da muy bien, y yo las planto.
Y dicho y hecho. Piñón hizo tres agujeros con sus patas delanteras, Jara puso la semilla, y Piñón las tapó con tierra.
-Ya está –dijo Jara-. Ahora solo hay que regarlas, y esperar unos meses a que crezcan. Voy a buscar agua.
- No, no te molestes – dijo Piñón-. Llevo haciéndome pis media hora, ya las riego yo.
Levantó la pata y ¡pishhhhhhhhhhhhh!
-Eso es una guarrería, y además vas a matar a las semillas, seguro, no van a crec….
Y Jara se quedó sin habla pero con la boca abierta. De cada semilla salió una planta que fue creciendo primero por el árbol, y luego más allá de las nubes, hasta que las tres fueron tan altas, tan altas, que no se veía su final.
-Mola- dijo Piñón-. Me parece que acabo de descubrir el mejor fertilizante del mundo. Mañana mismo me hago un análisis de orina.
Elena Vicente
Dalfonzo Miguered
Nombre que tiene connotaciones portuguesas, quizá por haber nacido en Badajoz en 1939 donde realiza sus estudios de bachillerato. En 1957 se traslada a Salamanca para comenzar sus estudios universitarios en la facultad de Derecho que tenía un gran predicamento, pues contaba entre su profesorado a José Beltrán de Heredia (rector), Raúl Morodó, Ignacio de la Concha y Enrique Tierno Galván entre otros.
Asiste a la conferencia inaugural del curso 1958/59 impartida por Fernando Ramón Ferrando (esposo de María Moliner) bajo el título “Reflexiones sobre la base física de la mente humana” de la que sale muy impresionado. Se impregna de la filosofía de la Bahuaus “Más es menos”, interesándose por los microrrelatos de Ana María Matute “Los niños tontos” 1956 y de Augusto Monterroso “El dinosaurio” 1959 microrrelato de 9 palabras incluyendo el título –Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí-.
Comienza a realizar sus primeros escarceos como escritor y en 1960 publica su primer libro que consiste en una serie de microrrelatos agrupados en un libro titulado “Jaculatorias y prebendas”, destacamos de este volumen el titulado “Al levantar. –Se levantó y pensó actuar como Judit con Holofernes, pero fue un fugaz pensamiento-”.
Cuando obtuvo la licenciatura en Derecho, abandonó Salamanca y regresó a su ciudad natal donde ejerce la abogacía que compagina con la escritura. Es un autor no muy prolífico, tiene varios libros escritos, pero solamente otros dos publicados “Paz en serio” y “Gua diana”.
Alfredo Domínguez
Ariel Egar Leguim Zané
Córdoba (Argentina), 1966 –
Palma de Mallorca, 2009
Nacido en Córdoba (Argentina),
a los dos años emigra a España con sus padres, por lo que no guarda recuerdos
de su país de origen. Hijo de padre ejecutivo y de madre ama de casa, gozó de
una infancia acomodada en Barcelona. Europeo al 99%, salvo el acento propio de
su país de origen, que siempre conservó como una gracia infantil.
A los 16 años comenzó a dar
signos de inestabilidad mental. Alteraba periodos de exagerada euforia con episodios
de profunda depresión. Hijo único, sus padres se volcaron en su recuperación
durante dos años, antes de darse por vencidos y abandonarlo a su suerte en el
Hospital Psiquiátrico San Luis, en Palencia, a cargo de los Hermanos de la
Orden de San Juan de Dios. En uno de los episodios de euforia, a la edad de 23
años, escapó del centro y la ciudad. Malvivió en diversas localidades con
trabajos mal remunerados (camarero extra, chatarrero, repartidor…). Llegó a
mendigar y a dormir en las calles. A los 27 años traslada su residencia a Palma
de Mallorca, por cuestiones laborales. Trabaja de recepcionista de noche en un
hotel de temporada del Arenal de Palma. Trabaja de Mayo a Noviembre y con ello
subsiste el año entero. Es en esa época cuando comienza a escribir, como
pasatiempo, exclusivamente en sus fases depresivas. Uno de los textos, por
azar, acaba en manos de Miquel Alfar, de Editorial Océano, que le propone
editar un libro de relatos. Así nace su primera obra “Oniniras Decadentes”
(Palma de Mallorca, 1997). Cosecha éxito de crítica y público a nivel de las
islas, sin demasiada repercusión fuera. Cuenta con 31 años.
Merced al adelanto y las ventas
deja el trabajo y se dedica a colaborar en prensa, concretamente en las
secciones de Opinión y Cultura de “El Diario de Mallorca”. Traslada su
residencia a un pequeño estudio en la Carrer de Sant Miquel, en pleno centro de
Palma, donde pasará el resto de sus días. Las cosas le van relativamente bien,
retoma su tratamiento psiquiátrico y con la estabilidad anímica abandona la
escritura literaria. No será hasta cumplir los 35 años, al sufrir un fuerte
episodio de depresión, que retome las letras. Lo hace con su poemario “De la
Muerte y Otros Anhelos” (Océano, Palma de Mallorca, 2003), de acogida irregular
y escasas ventas. Por esa época sus padres, ya ancianos, tras pasar unas
vacaciones en Palma y encontrarle en el periódico, tratan de retomar contacto,
pero él los rechaza. Supera este episodio tras dos años de lucha y vuelve a
abandonar su faceta literaria, centrándose en su labor de opinador. Fruto de
una recaída, a sus 41 años surge el ensayo “666 Razones por las que me Cago en
el Mundo” (Océano, Palma de Mallorca, 2007).
El 17 de Septiembre de 2009,
tras un mes en que su situación anímica no cesa de empeorar, pone fin a su
vida, colgándose por la ventana de su domicilio, en un espectáculo dantesco.
Su obra se encuentra marcada a
sangre y fuego por la temática recurrente de la muerte.
Bibliografía:
“Oniniras Decadentes” (Palma de Mallorca,
1997)
“De la Muerte y Otros Anhelos” (Oceáno, Palma
de Mallorca, 2003)
“666 Razones por las que me Cago en el Mundo”
(Océano, Palma de Mallorca, 2007)
EXTRACTOS:
De
“De la Muerte y Otros Anhelos”:
Bajo el gris mármol
se introducen los gusanos
a comer muerte.
De
“Oniniras Decadentes”:
EL VIEJO BLUESMAN
Estaba tumbado en la pulgosa cama de aquel hotelucho, murando al techo,
cuando comenzó a proferir sonoras carcajadas. Cuando se hartó de reír colocó
una sonrisa torcida y masculló "Eres patético". Hace años había
colocado varias canciones en la parte alta de la lista de ventas. Pero eso era
hace ya mucho tiempo. El suficiente para que su joven cuerpo de galón
peliculero, en ambas acepciones, hubiera dejado paso a un notable flotador de
grasa, que no había recibido tan buen trato del tiempo como sus aún fuertes
brazos. Cuando era alguien había derrochado dinero en llenar hoteles de primera
de furcias de idéntica categoría y alcohol de calidad. El paso del tiempo y su
azarosa vida habían hecho caer las ventas y el nivel de los hoteles. Ahí
descubrió el maravilloso mundo de las grupis
. Son como las putas, sólo que ellas pagarían por hacerlo contigo, solía decir.
Pero su estrella se fundió y hacía años que rondaba hoteles de mala muerte en
conciertos de bar de carretera, donde la mitad ni habían oído hablar de él. Por
suerte cuando opta spor llevar a un tipo que un día fue alguien puedes dar glamour a tu garito diciendo que fue
una leyenda a principios de los ochenta. hoy una mujer le había reconocido. Era
un esperpento de rubia de bote con más pintura que un indio en pie de guerra y
unas lorzas dignas de la reina de la mortadela. Pero ni recordaba cuándo había
echado el último polvo, así que cuando se acercó después del concierto se dijo
a si mismo que al menos tenía las tetas gordas. "Las cosas no son como
antes nena" le dijo mientras se encaminaban al hotel. "El tiempo te
ha tratado bien" dijo ella con fijación adolescente. El sonrió y pensó que
sí, que le había dado por culo con cariño. Cuando entraron en la mugrienta
habitación coloco la guitarra con cuidado, tiró el sombrero sobre la mesilla y
se dejó hacer. Después ella se acordó de un marido y él quedó mudo mirando al
techo.
De
“666 Razones por las que me Cago en el Mundo”
Introducción
Soy como el grafito, que lo tenía todo para ser diamante pero le falto
organización, o constancia, o fuerza, o simplemente creer en él.
Soy un tipo de apariencia extraña, un yuppie en potencia encerrado en
el cuerpo de un grunge en potencia al que sus dos mil nueve inseguridades hacen
sentirse incómodo entre unos y entre otros.
Soy un tipo de aspecto duro y seguro, que en realidad oculta a un niño
cobarde y atemorizado con ramalazos de déspota autoritario.
Soy un tipo con mil sueños que nuca cumplo, y que nunca llego a saber
si es por falta de talento, de voluntad o de pelotas.
Soy un tipo que sólo sabe hacer una cosa (trabajo) y que tiene la
impresión de que cada día que pasa lo hace peor.
Soy un tipo que tiró por la ventana hace tiempo un futuro prometedor, y
que se siente viejo para cansarlo.
Soy un tipo con cada vez menos amigos, más distantes y con menos cosas
en común. Y un tipo convencido de que le espera la soledad con los brazos
abiertos.
Soy un tipo al que hace tiempo colgaron la etiqueta de “bicho raro” y
que una de cada cien veces lleva bien y a gala serlo y otras 99 le duele oír
cómo se lo dicen.
Soy un tipo aparentemente inteligente a quien resulta fácil dársela con
queso.
Soy un tipo que no sabe mantener la boca cerrada, excepto cuando debe
abrirla.
Soy un tipo que cree en otra manera de hacer las cosas, y se lleva
hostias a diario porque las cosas son como la mayoría hacen que sea.
Soy un tipo que un día fue luchador y ahora está cansado de tantas
guerras y sin ganas de batallar con nada.
Soy un tipo que está arriba o abajo y cada bajada duele más y cada
subida cuesta más.
Soy un tipo que habla sólo, porque se siente solo.
Soy un tipo que se siente fuera de lugar en todas partes y que ha
acabado por no ir a ninguna.
Soy un tipo que se seguiría sintiendo vivo si los de su edad no le repitieran
hasta la saciedad que ya tiene una edad (¡y eso que es poca!) y los de menos le
consideraran un viejo.
Soy un tipo al que consideran maduro y se siente un adolescente.
Soy un tipo que no aprendió muchas cosas cuando debía y ahora siente
que es tarde.
Soy un tipo que se embarca en sueños locos y se frustra fácilmente.
Soy un tipo que escribe esto y no sabe muy bien si es un auxilio, una
ayuda u otra de las suyas.
Soy un tipo mediocre que sueña con destacar en algo.
Soy un tipo que se esconde tras un pseudónimo porque no se lleva bien
con quién sale en el espejo.
Y ya sé que no os ha gustado, qué es un peñazo, que no tiene calidad,
que no debería publicarlo, y que lo leerán cuatro y tres desconocidos, pero lo
pongo igualmente, incluso cuando, probablemente, no me sienta así cuando lo
cuelgue.
Miguel Ángel Pérez
Aprovechando que Esaconlaquevivo me utiliza para sus tareas del taller, ¿alguien que tenga una casa con jardín quiere compartirlo conmigo? Piñón.
ResponderEliminarEres un tipo estupendo que no sabe que lo es, o que le da miedo reconecerlo.
ResponderEliminarLo siento por Piñón, pero los jardines escasean. Habrá que pedir más. Abi
Eres un tipo estupendo y déjate de bobadas.
ResponderEliminarLos jardienes escasean. Habrá que pedir más. Piñón lo merece. Abi.
Me alegra ver que a alguien más le dio por dejar comentarios. en general están muy bien trabajados y escriben muy bien.
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