Antología soterrada

La sesión del lunes, 29 de febrero la dedicamos a Manolo Hernández y su libro de poemas "Antología soterrada". Manuel Hernández Sánchez (Salamanca, 1945-19919) dejó a su muerte repentina más de doscientos poemas que había ido escribiendo a lo largo de su vida, pero fundamentalmente entre 1965 y 1980.
Después de haber realizado estudios de Derecho y de Letras, de haber soñado con ser torero, de vivir en varias ciudades, volvió a Salamanca en donde pasó los últimos años de su vida.
Sus poemas, de un penetrante lirismo, parecen inspirados por una necesidad profunda, por un inexplicable deseo de pervivencia más allá de la muerte que siempre imaginó que lo visitaría temprano.
Esta Antología soterrada constituye una selección de entre lo que estaba oculto a los ojos de los demás guardado, celosamente, la muestra poética de una creación literaria marcada por la pasión y el dolor.


Mª Teresa Hernández señala en el prólogo:

“Por debajo de su risa fácil, de su predisposición al chiste, a la broma, que constituían su personalidad más superficial a la que accedíamos todos, había en él un hondo malestar, un profundo descontento, una alma sensible que, con los años, derivó hacia la desesperación más absoluta”

A través de la lectura de sus poemas y de sus textos en prosa, puede advertir que Manolo había sido un poeta con la conciencia lúcida de serlo, pero también con el pudor extremo de mostrarlo.
Percibió la realidad, la misma que veíamos nosotros, de manera diferente. Penetró a través de la palabra en la esencia de las cosas, de los sentimientos, y la vida fue para él un dolorido sentir.
Al final claudicó, se abandonó a la desventura aunque mantuvo sus poemas como aquel acto de creación en el que había depositado su alma generosa y soñadora.
Al ojear sus manuscritos, más de doscientos textos poéticos en prosa y en verso, encontré una extraña confesión íntima:

“una de las cosas que pienso hacer es escribir, antes de morirme, al menos un libro (…), empuñar la apunta húmeda de tinta y (…) escribir sin miedo, con el corazón encima del papel y cara al viento”

Señalamos aquí dos poemas sobre los que vamos a trabajar posteriormente. En ambos Manolo señala como fuente de inspiración la noche. Manolo vivió la noche y amó la oscuridad, la soledad y la luna. Y toda esa cosecha de la luna la dejó escrita en sus versos:

La noche es un enorme ojo árabe,
es la sustancia de lutos perdidos,
es la locura cercana, el jarabe,
es la melancolía del que sabe
emborracharse del azul dormido.

Es un dolor azul, incomprendido
es una piano de teclas calladas
es la calma de verte intranquilo
es el pozo nostálgico del sino,
guitarra junto a la pared, cansada.

Es el nicho, es la calma fechada
es la barba profética de Cristo
es atajo de pechos, es cascada
azul sombre mi alma emborrachada
de bohemia, mujer y caminos.

* * *

En los sueños hay sitio para trenes y barcos,
para rectos rieles montados en las olas
y sirenas de bruma en paisajes de nieve,
para pinos caducos y abedules perennes.
En salinas praderas paseándose el lucio,
en mis sueños hay sitio para verme en la muerte.

Con la muerte se acaban los sueños de las nubes,
mas estoy tan cansado de soñar sin dormir
que a veces yo quisiera acabar con los sueños,
alejarme despacio.

Con la muertes, se acaban los sueños de las nubes.




Gustavo Martín Garzo nos enseñó que existen palabras para el día y palabras para la noche. Nosotros nos vamos a detener en estas últimas que son las que nos interesan para la literatura. Manuel Hernández señala en un poema: “Hay un noche triste y alegre / según quien la calza”. Piensa en la noche -tal y como tú la calzas- y realiza esta doble tarea:

1. Escribe un texto que comience: “En los sueños hay...” y que recoja un inventario de cosas propias del sueño.
2. Escribe un texto en la línea de Manuel Hernández que comience: “La noche es...”


Y estos son algunos de los trabajos enviados por los componentes del taller de escritura:


La noche

La noche es la doncella virgen que amamanta a un día muerto.
Tiene la luz de los cuentos acurrucada en sus senos.
Dunas de turmalina donde se tejen los sueños.
Tapices de alto rizo que conjuran la voz del miedo.
Vampiro de muerdo artero.
Siempre es fétido el aliento de su lecho.
Frío el tacto de sus sábanas de acero.
Duro su salmo monótono. Responso simple de trama lúgubre e hilo infecto.
Sin el néctar azabache, un eco sin fundamento pudre el paso sereno.

La noche es doncella virgen que porta auroras en sus senos.
Es su calostro inocente quien ahuyenta los espectros.
Fantasmas que devoran caminos para vomitar infiernos.

La noche es la dama del lago que vela a los crisantemos
Tiene el agua de la vida enredada en su cabello.
Almohada de plumón negro
donde la pasión es madre de los juegos más secretos.
El beso profundo.
El sudor de los cuerpos.
Misterio donde los sordos despiertan de su silencio: continuo letargo pétreo;
los mudos entonan duetos: canto eterno sin carcelero,
y los ciegos, entre la hebras de un lienzo negro, conquistan el universo

La noche es dama de un lago de crisantemos
donde vibra el color del fuego.

El enigma de Prometeo

La noche es brújula de ébano inmaculado y negro.
Aguja que en un laberinto de pantanos y desiertos
muestra al hombre su sendero.

Sueño azabache sin ecos de acero.
Juego enredado a la luz de unos senos.
Cadena de pasos sin carcelero.
Pincel que dibuja estrellas con los pigmentos del cieno.
Universo sin más secreto que el sudor de un dueto ciego
hebras que en un lienzo negro, despiertan de su letargo pétreo,
y se entregan al rumor del fuego

La noche es brújula de ébano. Cuentos de un telar sin miedo

Aguja que en un laberinto de manzanas y espejos
ve como se ajan la orzas de los veleros.

La deriva es su puerto.
El soñador se convierte en guerrero.
El plumón se endurece. Se secan los senos.
La piel se hace coraza. Máscara de credo ajeno.
Los espectros vomitan infiernos
El agua se estanca alrededor de un muerdo. No hay fuego.

Hay madrastras entre los crisantemos que confunden al viajero.

Ana Isabel Fariña


La noche

En los sueños hay tristeza y alegría, ilusiones y fracasos, recuerdos y esperanza. Deseos de que algunos sueños se cumplan y que otros sean irreales, de que amanezca pronto y aparezca el sol por la ventana, con fuerza en sus rayos, y borre la parte triste de lo soñado, sobre todo aquello que nos hizo levantar sobresaltados.

La noche es oscura, misteriosa, silenciosa. A veces puede ser triste o alegre. Ideal para una cena romántica, para una reunión de amigos, para contemplar las estrellas, para amar sin prisas, para escribir, para jugar al parchís en familia, para descansar.


Haiku
Te vi de noche,
hablamos largamente,
se hizo de día.

También hay noches en blanco, larguísimas, apenas dejan ver el nuevo día.
A todos los que trabajan de noche, para que la vida siga "Buenas noches".

Luis Iglesias


La noche


La noche es un inmenso y dulce hospital,
si no nos clavan azules alfileres
sujetando la vida con veneno
y no nos dejan marchar sobre el denso blanco,
bajo la misteriosa luz nocturna
que nunca ofende con la falsa
verdad del sol, violento y salvaje.
La luna está más cerca y nos conoce
y, suave, por la ventana entra,
con quietud de cándido buitre,
que nos lleva las almas a la nada
si no han podido ver las estrellas.

Emilia González Fernández


Libertad dormida

Arco iris de sueños
alimenta los sentidos.

Fantasma de ilusiones,
libera los deseos,
desnuda el pensamiento.

Sensación de libertad
deforma el presente
con un mar de pasión
que duerme en el silencio.

Vuelo de emociones
en el diseño de la mente.

Sofía Montero



Nocturno

Quiero vivir en sigilos de la noche
cortando las estrellas con mis pupilas ardientes.

Penetro en la tez de mi penumbra,
desnuda voy al mar,
al mar de mis deseos.

Nocturno que me envuelves:
rompe mis recuerdos,
mécete en mis sueños,
vuelve a mí
junto al silencio.

Sofía Montero
Parte del poema, con el mismo título, pertenece a mi libro “Ojal para la magia”


Sueño breve

Bogar a remo en el centro de la pompa irisada, tintineo lento al ritmo de la mano que la mece y me eleva.
Navegar sobre los tejados anónimos y poseerlos.
Buceo en rosas y naranjas en el vacío que me diluye.

Aronbanda


La noche

testigo mudo
espejo opaco de luna nueva
la mano dormida que mece la cuna
silencio atento al crepitar leve
en blanco de ti.

agua de luna llena
tu mano dormida que me repasa
silencio de amantes exhaustos
blanca de ti.

Aronbanda


En los sueños hay...

Besos rotos aún dormidos,
la cara de mi mejor amigo,
un sentimiento que aún y todavía no he sentido.

Dolor si se va alguien querido.
Las sábanas que aún están dispuestas y que se llevan malos recuerdos.
Su mirada, su pelo, su olor, su colonia
que aún de mi memoria no se ha ido.

Besos sobre mi piel, sobre mi pelo,
que pintan el paisaje de las huellas
en la nieve del caminante que va por el paisaje invernal,
donde predominan los pinos, el olor, el silencio...

Dónde...estás tú.

Iria Costa


La noche es...

En una noche de sábanas y amor jurado.
La lluvia cae y el ruido sobre la acera invita a adentrarse en la misma desde los profundos sentimientos.
Te observo, cálidamente.
Eres, hasta este momento, mi gran tesoro.
Dibujo en tu mejilla un beso en forma de corazón.
La lluvia cae, e invita a conocer más la noche.
El reflejo de la luna sobre el río cuando cae la lluvia.
Y el silencio dejan la noche entrar.

Iria Costa


La noche

Cae la noche sobre el bosque,
cuando no existe un solo ruido
que pueda explotar la tranquilidad.

Dejo mis últimas pisadas y el sonido de los árboles aporta
la tranquilidad.

De los helechos que se mueven suavemente dibujando el sonido que aún se aleja.
Respiro profundamente y la calma me inunda.
En este bosque de los sueños, en este bosque donde todo fluye.

Iria Costa


La noche


Se refleja la luz de la luna en el agua del mar.
El reflejo y la silueta de dos amantes que ya recorrieron la playa.
El sonido del mar, las olas que dibujan la figura de los pies al caminar.
De golpe el mar rompe con sus olas en las rocas.
Se oye el sonido y el cantar de alguna sirena.
Al fondo, muy lejos, las luces de un barco.
Estoy sentada frente al Cementerio inglés, playa de Camariñas, Costa de la muerte.
Oigo los susurros de aquellos que perecieron en aquel accidente del Serpent.

Voy abriendo los ojos,
y poco a poco la niebla
que proviene del mar
de la espesura, avanza.

Avanza en mis recuerdos,
avanza mi amor
que quedó cuando éramos pequeños.

Iria Costa


En los sueños hay un río largo, rojo y largo,
cuando llega al corazón de piedra se desborda.
Es un río largo, rojo y largo,
desemboca en los ojos
y se hace lágrima.

M. Venttini


La noche es la farola con la bombilla rota en la que el poeta se apoya y aspira un beso hecho verso.

​M. Venttini​

1 comentario:

  1. Me he permitido la licencia de hacer un “collage poético” con los textos de los participantes en esta tarea para mi propia recreación y del que quiera degustarlo. Bien por los participantes.

    “La noche es la doncella virgen que amamanta a un día muerto.
    Tiene la luz de los cuentos acurrucada en sus senos.
    Dunas de turmalina donde se tejen los sueños.
    La luna está más cerca y nos conoce
    y, suave, por la ventana entra,
    con quietud de cándido buitre,
    que nos lleva las almas a la nada
    si no han podido ver las estrellas.
    La noche es oscura, misteriosa, silenciosa
    Te vi de noche,
    hablamos largamente,
    se hizo de día
    Sensación de libertad
    deforma el presente
    con un mar de pasión
    que duerme en el silencio.
    Nocturno que me envuelves:
    rompe mis recuerdos,
    mécete en mis sueños,
    vuelve a mí
    junto al silencio.
    silencio atento al crepitar leve
    en blanco de ti.
    Buceo en rosas y naranjas en el vacío que me diluye.
    Y el silencio deja la noche entrar
    De golpe el mar rompe con sus olas en las rocas.”

    (Ana, Emilia, Luis, Sofía, Aronbanda, Iria)

    La noche es reflejo del deseo frustrado del día.
    Espejo de la luna.

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