Comenzamos la sesión con Paquita la del Barrio y su "Rata de dos patas". Esto nos ayudó a caldear el jodido ambiente. Después leímos el artículo de Soledad Parral titulado "Las palabrotas" publicado en El Ideal Gallego y recordamos algún insulto de Bart Simpson o de Kenny o Cartman de South Park
Luego pasamos a toda hostia a hablar de las trifulcas entre los clásicos. Recomendamos la película "Cervantes contra Lope" en la que se entrevista a ambos autores que hablan sobre sus desencuentros y sobre la posible autoría del libro "El Quijote apócrifo".
Centramos nuestro interés en Góngora y Quevedo, los raperos de la época, que se medían en sus batallas de gallos con los insultos más elocuentes. Prueba de ello son los numerosos sonetos que se intercambiaron, alguno de ellos como el de "A un gran nariz" de sobra conocido.
Dejo por aquí un par de botones de muestra. Primero es Quevedo el que se dirige a Góngora. Subrayo el verso "Microcósmote Dios de inquiridiones":
¿Qué captas, noturnal, en tus canciones,
Góngora bobo, con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcivolallas,
las reptilizas más y subterpones?
Microcósmote Dios de inquiridiones,
y quieres te investiguen por medallas
como priscos, estigmas o antiguallas,
por desitinerar vates tirones.
Tu forasteridad es tan eximia,
que te ha de detractar el que te rumia,
pues ructas viscerable cacoquimia,
farmacofolorando como numia,
si estomacabundancia das tan nimia,
metamorfoseando el arcadumia.
La réplica es de Góngora, quien señala algunas carencias lingüísticas de su rival, Quevedo:
Anacreonte español, no hay quien os tope,
que no diga con mucha cortesía,
que ya que vuestros pies son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.
Esto de la trifulca también tuvo su repercusión en la generación del 27, sobre todo con Juan Ramón Jiménez como protagonista. El poeta era la diana en la que se clavaban los dardos de Dalí, Buñuel o Rafael Alberti. Juan Ramón era conocido como "Miss Poesía" y entraba al trapo de todas las provocaciones. Este artículo de Bruno Pardo en el ABC titulado "Antolojía de agravios" lo cuenta muy bien. Échale un ojo.
Dejo aquí mi top ten del libro Insultario, un catálogo de insultos y maldiciones que podemos utilizar en defensa propia en el necesario trabajo de cultivar las enemistades. Su autor se desdobla en dos, Ángel Mª Fernández y Ánjel María Fernández para insultar (o insultarse). Las ilustraciones son de José Antonio Ruiz Gracia:
-Eres peor que lo amarillo de la ensaladilla rusa
-No te deseo ningún mal, pero ojalá se te termine el plastidecor de color carne y tengas que colorear con el naranja muy flojito
-Creo que tu lado bueno se parece mucho al malo
-Ojalá vivas mucho y se te haga muy largo
-Para mi gusto respiras demasiado
-Ojalá te levantes a las cinco a coger olivas, trabajes sin descanso hasta las once y cuando abras el almuerzo sea tofu.
-De pequeño eras un gilipollas. Pero luego las cosas cambiaron y ahora ya no eres pequeño.
-En la incubadora te tenían los cristales tintados, no digo más.
e noto muy maduro para no saber multiplicar.
-Estás en ese momento de tu vida que ya te gustaría a ti saber qué momento es.
-Cantaenayunas.
Hablamos también de Cyrano y de la gran lección que le dio a un presuntuoso vizconde que aludió a su nariz sin estilo alguno. ¿Qué clase de insulto es "tenéis una nariz muy grande"? Cyrano hace todo un ejercicio de estilo a lo Raymond Queneau.
También nos referimos a Camilo José Cela y su defensa de la palabra "coño". Fue él quien llevó esta voz a la Real Academia para ser incluida en el diccionario. Lo hizo de la mano de Quevedo. Así responde a Gloria Fuertes durante el transcurso de una entrevista en la que le pregunta sobre esta cuestión. Al hilo de un comentario de la escritora, Cela señala que uno de los personajes de su libro Nuevas escenas matritenses ponía "coños" donde debería de haber "comas". Así comienza este genial relato titulado "El arte del manubrio":
Epipodio Murciego Muñoz, alias Jesusín Alpedroches, Niño de la Tángana, habla sin puntos ni comas ni mayores miramientos.
–Esto del piano coño vamos del piano de manubrio coño no es arte para todos qué coño va a ser arte para todos coño estaría bueno pues no era nada lo del ojo coño uno va y pone en el cilindro coño por ejemplo qué coño le diría a usted coño pues el chotis de Madrid Madrid Madrid coño y le da el manubrio al prójimo y el prójimo va coño y lo echa todo a perder coño con el prójimo qué coño de manera tiene de darle al manubrio coño con otra pieza cualquiera coño diga usted una pieza que se sepa de memoria coño digamos El gato montés coño o el pasacalle de Las Leandras coño pasa lo mismo coño que no te doy 4,50 para una coca-cola coño a ver de dónde coño creéis que saca uno los cuartos coño con tanto exigir coño entonces usted coño va y le dice a quien sea coño toque usted a ver cómo coño le sale coño qué coño le va a salir, etc.
En el pueblo de Epipodio Murciego Muñoz, alias Jesusín Alpedroches, Niño de la Tángana, dicen tánganas a las morcillas de cebolla y arroz (y sangre, claro).
–Las tánganas de mi pueblo coño son las mejores del mundo coño vaya si son las mejores del mundo coño qué tánganas coño se come uno una tángana coño y queda uno alimentado para una semana coño y hasta engorda coño que si engorda coño como un cebón se lo digo yo coño el cura de mi pueblo coño que es un cura con el que se podían hacer dos coño no come más que coño tánganas coño y así está coño si el cura de mi pueblo coño le pega una toba a uno coño lo entierran coño si lo entierran coño comiendo tánganas de mi pueblo coño el piano toca solo coño y los albaricoques coño los albaricoques de mi pueblo coño mi pueblo tiene mucha riqueza coño vaya si tiene riqueza, etc.
Repasamos todas las letras del abecedario con Alfonso Martínez "El Mora" quien nos enseña el arte del improperio de la A a la Z según la RAE. ¡Qué a gusto se queda tras desahogarse con todos estos insultos!
Si quieres entrenarte en casa has de saber que existe un juego para ejercitarse en el insulto en la mesa camilla. Su nombre es "El juego de los insultos arcaicos". Lo explica muy bien su creador, Alex O´Dogherty.
Pero si a pesar de todos estos muestrarios de insultos, tu repertorio sigue siendo pobre no seas memo. Lee a Pancracio Celdrán y ampliarás miras en el arte de insultar. Puedes descargar su libro Inventario general de insultos en este enlace.
Propuesta de escritura
Escribe un texto en el que puedas practicar el arte de insultar. Puede ser un monólogo (imagina que lo escribes tras golpearte el dedo meñique con un martillo), un diálogo entre dos personajes (¿Cómo insultaría un matemático a un químico?) o una reflexión etimológica a partir de un catálogo de insultos.
Puedes elegir diferentes campos semánticos para tus insultos: el mundo animal da mucho juego pero también el vegetal. O si eres creativo puedes inventar tus propios insultos.
Si no se te da bien insultar toma prestados algunos insultos de los textos de la ficha, del libro que adjuntamos en este post o de los vídeos de los enlaces.
Venga, mequetrefes, a la tarea.
Y aquí mostramos los textos recibidos hasta ahora:
Los dardos del desamor
Se escuchaba un pequeño bisbiseo oracional entre el humo de las velas y el tic-tac del reloj de la sacristía. Una mujer de mediana edad ocultaba su rostro bajo un pañuelo azul de las últimas rebajas de Sfera. Tenía sus rodillas clavadas en un añoso reclinatorio. De vez en cuando, pronunciaba alguna palabra y elevaba la mirada hacia las reliquias de san Valentín en la iglesia madrileña de san Antón. Había llegado aquella mañana desde Salamanca, en el Alvia de las 6,30, deseosa de ver de cerca la urna del santo. Al terminar su rosario de vocablos, se acercó a la cajita de los donativos y metió en su interior la nota de sus lecturas. “Le haces llegar al que me regaló este anillo de compromiso estos piropos cargados de la pasión que desató en mí: charromierda, meriendaortigas, papelerarota, escuchazaleos, sotacabras, grillosordo, muerdegallinas, titirimuerdos, rompesueños, ranatriste, gilinabos, saltahuevos, escaldavinos, soplachurros, rebañante, picomierda, tragañordas, escurresopas, trotanubes, maligaitas, pueblerón, anunciahipos, mojaparaguas, guardaflautas, cancelasecretos, abuelato, bollopreñao, escurrajilla, muerdechicles, bebepijos, ojilágrimas, apagaestrellas, despiertasoles, insultaovejas, cabratriste, empinavasos, naricatarros, asustagatos, politicoso, miérdago, albañal…”. Salió calle abajo por una de las aceras de Chueca y, al llegar a un semáforo, le preguntó a un repartidor de Glovo: ¿Me mirarías, por favor, por ese cacharro que llevas en el patinete si hay alguna iglesia en Madrid dedicada a Cupido?
Francisco Antonio Martín Iglesias
Grupo A
A ti, listillo…
Qué fácil es hablar en vuestra casa
opinando absurdeces cual "cuñados"
me imagino que sois los más buscados
para que trabajéis para la NASA.
Vuestra sabiduría me traspasa,
tantos conocimientos ocultados
aflorando de golpe e impulsados
a las redes sociales, tiene guasa.
Cuanto listillo suelto, cuanto experto,
escondido detrás de una pantalla
y que suelta los datos sin acierto.
Algunos ya se pasan de la raya
bien podrían perderse en el desierto
que nadie les va a dar una medalla.
Aurora Zarco
Grupo B
Acróstico
Entregado a la infamia y endiosado,
Libera adrenalina ponzoñosa
Odia a los pobres en verso y en prosa
No piensa más que en él, se ha vuelto osado.
Malmete, difama, es un racista.
Usa su poder para apoyar el mal.
Su lado oscuro se ha vuelto viral.
Kilos de basura negacionista.
No puede ser más claro con el brazo,
con su siniestra risa levantado,
nada le importa el inspirar rechazo
si Naranjito sigue encandilado.
Es de su cuerda, ha sido un gran flechazo.
Otro matón igual de enrevesado.
Carlos Coca Senande
Grupo A
Desahogo
Me cisco en la chirimbaina madre del zarrapastroso Okupa que se ha colao en mi puta casa. Y hablando de mierda, le mando un zurullo a la mangurrina de la alcaldesa a compartir con el chupacables del delegado del gobierno y la mequetrefe de la presidenta del gobierno de este país de gurruminos. No se merece otra cosa ese manojo de cernícalos que a mi petición de socorro respondieron tocándose los perendengues.
No te jode, el cacho perroflauta que, aprovechando que fui donde la calientapollas de la Romi con la esperanza de echar un polvete, se presentó con un par de mastuerzos y engañando al gaznápiro del portero —que no sé si es más mamón que zoquete—, los muy cafres, se colaron en mi piso.
Bandidos, bellacos, bebecharcos, babosos, les insultaba yo desde la acera. A lo que los soplagaitas respondieron tirándome un cubo de agua. Me quedé con cara de merluzo empapao, aunque el cabrón de mi colega Chusmi decía que más bien era una mezcla de melón, mendrugo y majadero. Me agarré un cabreo de tres pares de huevos y, con las mismas, me puse a trepar por la fachada hasta que llegué al balcón del tercero.
Entré como un terremoto y mientras les gritaba: taraos, tocapelotas, tragaldabas, tuercebotas, les atizaba con una maceta en la cocorota. Si es que estaban como alelaos, los muy pitofloros. Como eran unos pasmaos ni siquiera opusieron resistencia. Ya te digo yo que eran unos capullos cantamañanas, que en cuanto pudieron se piraron a la putísima calle. Los malparidos me dejaron la casa hecha unos zorros, o peor, tal que una pocilga. Pero, al menos, recuperé lo que gané con no poco esfuerzo.
Joder, que yo la había okupao primero y eso, en todos los laos, es la puta ley. Y no hay bocachanclas que se atreva a llevarme la contraria.
Pepe Lorenzo
Grupo B
Soneto malsonante
Abanto, barrabás, barriobajero,
capullo, gilipuertas, mangurrián,
ceporro, cebollino, carapan,
tontolhaba, merluzo, majadero.
Mentecato, pintamonas, patán,
zampabollos, zopenco, mamporrero,
pedorro, piojoso, filibustero,
sabandija, piltrafa y gañán.
El insultario grita mi parienta
cuando en cólera monta y me afea
que la engañe a traición y braguetazos,
incluso persiguiendo a la asistenta,
y cuando más me insulta y se cabrea
es si me descojono al: ¡qué huevazos!
Ignacio Aparicio
Grupo A
Otro día en la oficina
—¡Uhhh!
—¡Joder! ¡Mierda! ¡Hostia! ¡Qué susto! No eres más gilipollas porque no estudias. Sabes que para asustarme no necesitas esconderte, das más miedo a cara descubierta. Eres más feo que un bulldog dao la vuelta. Tú madre no te parió, te nominó para que te expulsarán. Cuando naciste te metieron en la incubadora con los cristales tintados.
—No digas eso, que mi madre se murió al nacer yo.
—Que suerte tuvo, le concedieron el último deseo para no verte más. Anda ponte la mascarilla para que pueda mirarte al hablar. Así, así, muy bien, así mucho mejor.
—Eso mismo me decía tu mujer anoche.
—Sabes que yo podía ser tu padre. Pero ese día el tipo que estaba a mi lado tenía el dinero exacto. Anda, vamos a trabajar. ¿Qué tenemos hoy?
—Quirófano tres. Varón 40 años, fractura abierta de fémur, la L3, L4 y L5 aplastadas. Rotura de la clavícula izquierda.
—¿Le ha atropellado un camión?
—No, se ha tirado por una ventana.
—Tú estabas cerca y te vio sin mascarilla. No es para menos. Es que eres un lameculos de los perros, cara de canto cagao.
— Ya está anestesiado.
—Mejor, así no se tira otra vez cuando te vea. Es que eres feo de cojones.
—Anda, habló el guapo. Cabezaalberca. Dicen que al mal tiempo buena cara. Tú no has visto una tormenta en tu vida. Pasa Brad Pitt.
— Tú primero, Robert Redford.
Tomás García Merino
Grupo B
Desencuentros entre Elon y Sam
Elon Musk y Sam Altman se conocieron en el campo de las TIC. Colaboraron estrechamente durante años, se convirtieron en dueños de gigantes tecnológicos y crearon la empresa OpenAI. Ambos eran unos visionarios y creían que el futuro estaba en manos de la tecnología, por eso, en los estatutos fundacionales establecieron que debía ser una organización sin ánimo de lucro, al servicio de la sociedad, de ahí el nombre de la compañía. Pero ese altruismo en manos de las personas más ricas del mundo suele durar poco. Elon abandonó la empresa con graves denuncias a su antiguo socio y al uso del producto. Tras varias querellas y acusaciones cruzadas, Elon ofreció 97.400 millones de dólares por la compra de OpenAI. Sam, irónicamente, le respondió que no, pero que, en cambio, le compraba Twitter por 9.740 millones.
Sus desencuentros les han llevado a un rifirrafe a través de X. El resumen de sus mensajes es el siguiente:
Sam: Tienes el cerebro de un bit
Elon: Tú te pareces más a un bot
Sam: No tienes capacidad para el deep learning. Tu cabeza es una data breach.
Elon: Utilizas las cookies para copiar mi inteligencia natural.
Sam: Lo tuyo es el doxing.
Elon: Para qué si tu base de datos está obsoleta.
Sam: No has podido hacerte con un smart contract. No pretendas establecer interfaz conmigo.
Elon: Tus algoritmos tienen poco ritmo.
Sam: Tus aplicaciones se aplican poco y desprenden tufo a pharming y a phising.
Elon: Hay que controlar la IA.
Sam: Sí, pero no tu.
Elon: Mi wallet hablará por mí.
Sam: Pero solo expresará fake news.
Maxi Moreno
Grupo B
Propuesta de escritura
Escribe un texto en el que puedas practicar el arte de insultar. Puede ser un monólogo (imagina que lo escribes tras golpearte el dedo meñique con un martillo), un diálogo entre dos personajes (¿Cómo insultaría un matemático a un químico?) o una reflexión etimológica a partir de un catálogo de insultos.
Puedes elegir diferentes campos semánticos para tus insultos: el mundo animal da mucho juego pero también el vegetal. O si eres creativo puedes inventar tus propios insultos.
Si no se te da bien insultar toma prestados algunos insultos de los textos de la ficha, del libro que adjuntamos en este post o de los vídeos de los enlaces.
Venga, mequetrefes, a la tarea.
Y aquí mostramos los textos recibidos hasta ahora:
Los dardos del desamor
Se escuchaba un pequeño bisbiseo oracional entre el humo de las velas y el tic-tac del reloj de la sacristía. Una mujer de mediana edad ocultaba su rostro bajo un pañuelo azul de las últimas rebajas de Sfera. Tenía sus rodillas clavadas en un añoso reclinatorio. De vez en cuando, pronunciaba alguna palabra y elevaba la mirada hacia las reliquias de san Valentín en la iglesia madrileña de san Antón. Había llegado aquella mañana desde Salamanca, en el Alvia de las 6,30, deseosa de ver de cerca la urna del santo. Al terminar su rosario de vocablos, se acercó a la cajita de los donativos y metió en su interior la nota de sus lecturas. “Le haces llegar al que me regaló este anillo de compromiso estos piropos cargados de la pasión que desató en mí: charromierda, meriendaortigas, papelerarota, escuchazaleos, sotacabras, grillosordo, muerdegallinas, titirimuerdos, rompesueños, ranatriste, gilinabos, saltahuevos, escaldavinos, soplachurros, rebañante, picomierda, tragañordas, escurresopas, trotanubes, maligaitas, pueblerón, anunciahipos, mojaparaguas, guardaflautas, cancelasecretos, abuelato, bollopreñao, escurrajilla, muerdechicles, bebepijos, ojilágrimas, apagaestrellas, despiertasoles, insultaovejas, cabratriste, empinavasos, naricatarros, asustagatos, politicoso, miérdago, albañal…”. Salió calle abajo por una de las aceras de Chueca y, al llegar a un semáforo, le preguntó a un repartidor de Glovo: ¿Me mirarías, por favor, por ese cacharro que llevas en el patinete si hay alguna iglesia en Madrid dedicada a Cupido?
Francisco Antonio Martín Iglesias
Grupo A
A ti, listillo…
Qué fácil es hablar en vuestra casa
opinando absurdeces cual "cuñados"
me imagino que sois los más buscados
para que trabajéis para la NASA.
Vuestra sabiduría me traspasa,
tantos conocimientos ocultados
aflorando de golpe e impulsados
a las redes sociales, tiene guasa.
Cuanto listillo suelto, cuanto experto,
escondido detrás de una pantalla
y que suelta los datos sin acierto.
Algunos ya se pasan de la raya
bien podrían perderse en el desierto
que nadie les va a dar una medalla.
Aurora Zarco
Grupo B
Acróstico
Entregado a la infamia y endiosado,
Libera adrenalina ponzoñosa
Odia a los pobres en verso y en prosa
No piensa más que en él, se ha vuelto osado.
Malmete, difama, es un racista.
Usa su poder para apoyar el mal.
Su lado oscuro se ha vuelto viral.
Kilos de basura negacionista.
No puede ser más claro con el brazo,
con su siniestra risa levantado,
nada le importa el inspirar rechazo
si Naranjito sigue encandilado.
Es de su cuerda, ha sido un gran flechazo.
Otro matón igual de enrevesado.
Carlos Coca Senande
Grupo A
Desahogo
Me cisco en la chirimbaina madre del zarrapastroso Okupa que se ha colao en mi puta casa. Y hablando de mierda, le mando un zurullo a la mangurrina de la alcaldesa a compartir con el chupacables del delegado del gobierno y la mequetrefe de la presidenta del gobierno de este país de gurruminos. No se merece otra cosa ese manojo de cernícalos que a mi petición de socorro respondieron tocándose los perendengues.
No te jode, el cacho perroflauta que, aprovechando que fui donde la calientapollas de la Romi con la esperanza de echar un polvete, se presentó con un par de mastuerzos y engañando al gaznápiro del portero —que no sé si es más mamón que zoquete—, los muy cafres, se colaron en mi piso.
Bandidos, bellacos, bebecharcos, babosos, les insultaba yo desde la acera. A lo que los soplagaitas respondieron tirándome un cubo de agua. Me quedé con cara de merluzo empapao, aunque el cabrón de mi colega Chusmi decía que más bien era una mezcla de melón, mendrugo y majadero. Me agarré un cabreo de tres pares de huevos y, con las mismas, me puse a trepar por la fachada hasta que llegué al balcón del tercero.
Entré como un terremoto y mientras les gritaba: taraos, tocapelotas, tragaldabas, tuercebotas, les atizaba con una maceta en la cocorota. Si es que estaban como alelaos, los muy pitofloros. Como eran unos pasmaos ni siquiera opusieron resistencia. Ya te digo yo que eran unos capullos cantamañanas, que en cuanto pudieron se piraron a la putísima calle. Los malparidos me dejaron la casa hecha unos zorros, o peor, tal que una pocilga. Pero, al menos, recuperé lo que gané con no poco esfuerzo.
Joder, que yo la había okupao primero y eso, en todos los laos, es la puta ley. Y no hay bocachanclas que se atreva a llevarme la contraria.
Pepe Lorenzo
Grupo B
Soneto malsonante
Abanto, barrabás, barriobajero,
capullo, gilipuertas, mangurrián,
ceporro, cebollino, carapan,
tontolhaba, merluzo, majadero.
Mentecato, pintamonas, patán,
zampabollos, zopenco, mamporrero,
pedorro, piojoso, filibustero,
sabandija, piltrafa y gañán.
El insultario grita mi parienta
cuando en cólera monta y me afea
que la engañe a traición y braguetazos,
incluso persiguiendo a la asistenta,
y cuando más me insulta y se cabrea
es si me descojono al: ¡qué huevazos!
Ignacio Aparicio
Grupo A
Otro día en la oficina
—¡Uhhh!
—¡Joder! ¡Mierda! ¡Hostia! ¡Qué susto! No eres más gilipollas porque no estudias. Sabes que para asustarme no necesitas esconderte, das más miedo a cara descubierta. Eres más feo que un bulldog dao la vuelta. Tú madre no te parió, te nominó para que te expulsarán. Cuando naciste te metieron en la incubadora con los cristales tintados.
—No digas eso, que mi madre se murió al nacer yo.
—Que suerte tuvo, le concedieron el último deseo para no verte más. Anda ponte la mascarilla para que pueda mirarte al hablar. Así, así, muy bien, así mucho mejor.
—Eso mismo me decía tu mujer anoche.
—Sabes que yo podía ser tu padre. Pero ese día el tipo que estaba a mi lado tenía el dinero exacto. Anda, vamos a trabajar. ¿Qué tenemos hoy?
—Quirófano tres. Varón 40 años, fractura abierta de fémur, la L3, L4 y L5 aplastadas. Rotura de la clavícula izquierda.
—¿Le ha atropellado un camión?
—No, se ha tirado por una ventana.
—Tú estabas cerca y te vio sin mascarilla. No es para menos. Es que eres un lameculos de los perros, cara de canto cagao.
— Ya está anestesiado.
—Mejor, así no se tira otra vez cuando te vea. Es que eres feo de cojones.
—Anda, habló el guapo. Cabezaalberca. Dicen que al mal tiempo buena cara. Tú no has visto una tormenta en tu vida. Pasa Brad Pitt.
— Tú primero, Robert Redford.
Tomás García Merino
Grupo B
Desencuentros entre Elon y Sam
Elon Musk y Sam Altman se conocieron en el campo de las TIC. Colaboraron estrechamente durante años, se convirtieron en dueños de gigantes tecnológicos y crearon la empresa OpenAI. Ambos eran unos visionarios y creían que el futuro estaba en manos de la tecnología, por eso, en los estatutos fundacionales establecieron que debía ser una organización sin ánimo de lucro, al servicio de la sociedad, de ahí el nombre de la compañía. Pero ese altruismo en manos de las personas más ricas del mundo suele durar poco. Elon abandonó la empresa con graves denuncias a su antiguo socio y al uso del producto. Tras varias querellas y acusaciones cruzadas, Elon ofreció 97.400 millones de dólares por la compra de OpenAI. Sam, irónicamente, le respondió que no, pero que, en cambio, le compraba Twitter por 9.740 millones.
Sus desencuentros les han llevado a un rifirrafe a través de X. El resumen de sus mensajes es el siguiente:
Sam: Tienes el cerebro de un bit
Elon: Tú te pareces más a un bot
Sam: No tienes capacidad para el deep learning. Tu cabeza es una data breach.
Elon: Utilizas las cookies para copiar mi inteligencia natural.
Sam: Lo tuyo es el doxing.
Elon: Para qué si tu base de datos está obsoleta.
Sam: No has podido hacerte con un smart contract. No pretendas establecer interfaz conmigo.
Elon: Tus algoritmos tienen poco ritmo.
Sam: Tus aplicaciones se aplican poco y desprenden tufo a pharming y a phising.
Elon: Hay que controlar la IA.
Sam: Sí, pero no tu.
Elon: Mi wallet hablará por mí.
Sam: Pero solo expresará fake news.
Maxi Moreno
Grupo B
Teatro chico
Vivo en un edificio de seis pisos
con vecinos de lo más variopinto
desde el primero hasta el quinto.
No hace falta salir del mismo
sobre todo los domingos
porque el espectáculo es gratuito
Gritos, insultos, ruidos y carreras
sin pausa ni tregua,
se oyen en la escalera.
La vecina del tercero grita a su marido:
- Pendejo, estúpido, cabrón…
y él responde, más alto aún:
- Pelandrusca, mamona, meapilas…
Eso eres tú.
El del cuarto grita:
- ¡Coño, silencio!
aquí el chulo soy yo
porque vivo con una jumenta
de marca mayor.
En el patio interior unos niños juegan
cantando siempre la misma canción:
- Casquivano, petimetre, lechuguino y
bobalicón.
- Besugo, pinchaúvas, cazurro y
huevón.
- Sinvergüenza, zascandil, granuja y
ladrón.
- Adoquín, zoquete, mentecato y
bravucón.
Alguna vecina, ofendida,
desde su ventana grita:
- Callaos, analfabetos, sinvergüenzas, malandrines
ya os enseñaré lo que decía
un hidalgo caballero
al caminar con su escudero,
por esos polvorientos mundos de Dios.
Marian Pérez Benito
Grupo A
Insulto oculto
Podemos tener como una regla de camino a seguir, la contención, corrección y la educación, para dejar la huella a nuestros ascendientes y descendiente de personas correctas, que no llaman la atención por sus salidas de tono.
Pero hay ocasiones en que esa regla no escrita se puede ver alterada por un instante de “aquí estoy”.
Hacerlo con palabras malsonantes habituales que todos entienden, suele ser lo más fácil, pero hacerlo con la habilidad de herir sin exabruptos, sutilmente, suele ser insoportable para el que escucha.
Por ultimo nos queda el “adiós hasta nunca”, para los elegidos.
CLU
Grupo B
El Gusano Mayor
Él era el blanco perfecto de los odios, del desprecio y la mofa pública. Todo a sus espaldas, claro; “Sí señor presidente, no señor presidente. Sí, claro, como usted diga” ayer, hoy, ya lo ve usted, abundan los lambiscones. Ella, en cambio, ella se ufanó en repetir sus insultos una y otra vez; Gusano Mayor, chango, trompudo, neandertal, Comandante Chiringas. Existen diferentes maneras de ofender a un hombre, de herirle en lo más profundo, allí donde más duele, y ella supo encontrarlas. Supo poner el dedo en la llaga, echar limón en la herida, humillar a un intocable. Burlarse de su fealdad.
“El señor presidente hace rechinar mucho el catre”. Se atrevió a declarar alguna vez delante de los periodistas, exhibiéndole entre sonoras risotadas y ademanes grotescos. Era una tigresa.
Llegar a ése rincón del alma de un hombre, llegar allí a donde solo puede llegarse después de la intimidad más profunda y, una vez allí, encajar la llaga en lo más profundo, herir de muerte.
Detrás de esa su dureza y su hermetismo, detrás de esa infranqueable coraza de hombre duro, temible, detrás de todo eso, habitaba un niño solo, triste y acomplejado. Un niño dolido por la miseria de una familia ala deriva, después de una guerra, una revolución fallida y una madre viuda y abandonada a su suerte. Eso era él en lo más profundo, esa era su verdad escondida y ella supo encontrarla, verla a los ojos, palparla. Una vez hecho el descubrimiento, se aprovechó de ello y lo humilló, lo expuso, lo hirió de muerte.
Se sabía de alguna manera intocable por ser La favorita del harén, como alguna vez ella misma se nombrara y, ejerció sus derechos como tal. Lo humilló delante de todo el país, ese mismo país que tanto le temía. Incluso, tuvo la osadía de pasar de las palabras a los hechos y tirarle un zarpazo, literalmente.
Era una tigresa.
Esperanza García
Grupo A
La pelea
El coche del técnico especialista en instalaciones de gas, no pudo evitar el bache y comenzó a zigzaguear. El coche del analista de mercados tampoco pudo esquivar el erizo que apareció repentinamente en la calzada. Ambos vehículos chocaron irremediablemente sobre la línea divisoria de ambos carriles, con el resultados de visibles desperfectos en las carrocerías de ambos coches. Ninguno tuvo la culpa del percance, pero ambos fueron culpables de iniciar una discusión que derivó en una pelea fuera de control. El primer golpe no fue propiamente un golpe, un simple —¡Bobo!— lanzado por el analista, que rozó ligeramente el hombro del técnico. La respuesta fue casi inmediata, sin darle tiempo a reaccionar, el analista recibió un —¡Imbécil!— directo al mentón, que le dejó sin respuesta por unos instantes. No acababa de reponerse del impacto, cuando un — ¡Idiota!— remató la respuesta del técnico. Después de este primer escarceo las aguas podrían haber vuelto a su cauce, pero inesperadamente el analista asestó al técnico un —¡Gilipuertas!—, que le impactó en el antebrazo con el que se había cubierto. La respuesta, un uno-dos —¡Mamón! ¡Subnormal!— directo al mentón, le dejó aturdido, mientras se protegía de una lluvia de golpes que el técnico asestaba indiscriminadamente —!Soplagaitas¡ !Gilipollas¡ !Capullo¡ !Cantamañanas¡— y acabó con un contundente —¡Cabrón!—, que afortunadamente pilló al analista con la guarda alta. A la respuesta del técnico, el analista lanzó un furibundo contraataque —¡Vete a tomar por el culo!— y, como si fuera una patada al bajo vientre, remató con un —¡Cornudo!—, que su contrincante logró esquivar con una finta de cintura. El técnico encajó mal este último ataque y se abalanzó sobre el analista con bríos renovados, llegando a un feroz cuerpo a cuerpo. Se enzarzaron en un intercambio de uppercuts, chrochets, swings y otros golpes, empleando la artillería verbal más contundente —¡Caraculo!—, —¡Descerebrado!—, —¡Huevón!—, —¡Hijo puta!—, —¡Que te jodas!— y otros insultos de más grueso calibre. Cuando todo estaba a punto de explotar apareció una pareja de la policía local, que logró terciar en la batalla dialéctica, apaciguándola con sendas multas y enviando al psicólogo a técnico y analista para que se curaran de las heridas verbales producidas durante la contienda.
Manuel Medarde
Grupo A
Lili y Jeni, son dos hermanas, nacidas de una familia con pocos recursos. Su padre, conductor de autobús y su madre con la máquina de coser todo el día, dejándose los ojos en los múltiples encargos que tiene que atender, sin poder salir de casa aunque solo sea para tomar el sol y el aire.
Viven en la barriada de las mil casas. Lili, tres años más pequeña que Jeni, dice que estudiar es un coñazo, un día sí y otro también se pira de la escuela porque está hasta las tetas del machirulo de su maestra.
Jeni está cansada de cubrirla y harta de verla vaguear.
Como las desgracias no vienen solas, a su padre le han despedido de la empresa de transportes. A Lili le dan un ultimátum, y busca empleo de camarera en un café de dudosa reputación.
Jeni, estudia secundaria en un instituto cercano y le echa en cara a Lili el no haber terminado ni siquiera la primaria.
Un día se presenta en el Instituto, con una falda de cuero negra y sin sostén, dejando prácticamente los pechos al aire. Llegan a las manos. Los reproches se multiplican.
-¿De donde sacas tanto dinero?
-Cada día llevas a uno a casa. ¡Eres una puta!
-¡Tú no sabes nada!
-¿De donde te crees que podéis comer, y tú seguir estudiando?
-¿Quien crees que pagó tu matrícula?
-!Si! Aunque no me guste tengo que poner mi coño y aguantar con asco a más de un hijo de puta.
-¡No me vuelvas a decir nada y vete a tomar por el culo!
P.G.
Grupo C
Fatuo
Mastuerzo, comemierda vil, tarado,
macana, papanatas, ruin, patán,
cantamañanas, sabandija, truhan,
estúpido fantoche desdichado.
Zascandil y corrupto, desalmado,
tontolaba, profano, charlatán,
cenutrio, majadero, ganapán,
botarate, felón desaforado.
Fullero miserable, mentiroso
arribista, sabandija lenguaraz,
apocado bellaco, malicioso.
Mefistófeles, estulto y mafioso,
desnortado petimetre, montaraz,
petulante vacuo, gil y ominoso.
Calgari
Grupo A
A cada cerdo
Te miré a los ojos. A esos ojos de cagarruta, entre legañosos y cuernicabros. Y supe, que todas las que te amaron, estaban equivocadas. Y era tu final.
Aquel fantoche unicejo, que conocí cuando apenas era un lechugino, se convirtió en un petrimete, taciturno y meditabundo.
Y yo, empeñada en contradecir a Marga la de Faves: "Es un lameburras, Tina. No te traerá nada bueno. Los cagalindes como el, nacieron para rancochaos. ¡ Anda que se vaya a chingar marrás o a foder las pitas!.
Pero yo, la Tina Pavas de Ocauto, cejijunta, papafrita, pazguata y morroestufa, no podía elegir. O me espatringaba en la fiesta del Santo Estevo, o me quedaba para vestir "idems".
Y sin miramientos, mi alcornoque, berzas y bebecharcos, se aparcaba como borrico a la puerta de la taberna.
Supe de sus desventuras. Pero yo, tenía una misión: Que el cabezabuque se pertrechara en su camisa recién planchada, y que la androlla y la berza, estuvieran en su punto.
Muchas le amaron. Conocí sus correrías, calamidad de la Ribeira, chupasangre de duquesas y gañán de pazos.
Un orbayo de otoño trajo al langrán entre cuatro rifeiros.
"Non hai ponco que non cheque nin moito que non se acabe". Y , "como a todo porco lle chega o seu Martiño", el viello gaiteiro balbuceó sus últimos alientos.
"Vai pro carallo y que te leve o demo pailán".
Aquella noche se apagaron sus ojos. Era el acuerdo entre la Virgen y el Santo. Yo cumpliría la promesa.
GuADAlupe
Grupo C
A cada cerdo
Te miré a los ojos. A esos ojos de cagarruta, entre legañosos y cuernicabros. Y supe, que todas las que te amaron, estaban equivocadas. Y era tu final.
Aquel fantoche unicejo, que conocí cuando apenas era un lechugino, se convirtió en un petrimete, taciturno y meditabundo.
Y yo, empeñada en contradecir a Marga la de Faves: "Es un lameburras, Tina. No te traerá nada bueno. Los cagalindes como el, nacieron para rancochaos. ¡ Anda que se vaya a chingar marrás o a foder las pitas!.
Pero yo, la Tina Pavas de Ocauto, cejijunta, papafrita, pazguata y morroestufa, no podía elegir. O me espatringaba en la fiesta del Santo Estevo, o me quedaba para vestir "idems".
Y sin miramientos, mi alcornoque, berzas y bebecharcos, se aparcaba como borrico a la puerta de la taberna.
Supe de sus desventuras. Pero yo, tenía una misión: Que el cabezabuque se pertrechara en su camisa recién planchada, y que la androlla y la berza, estuvieran en su punto.
Muchas le amaron. Conocí sus correrías, calamidad de la Ribeira, chupasangre de duquesas y gañán de pazos.
Un orbayo de otoño trajo al langrán entre cuatro rifeiros.
"Non hai ponco que non cheque nin moito que non se acabe". Y , "como a todo porco lle chega o seu Martiño", el viello gaiteiro balbuceó sus últimos alientos.
"Vai pro carallo y que te leve o demo pailán".
Aquella noche se apagaron sus ojos. Era el acuerdo entre la Virgen y el Santo. Yo cumpliría la promesa.
GuADAlupe
Grupo C
Regocijo jocundo
Ilishas inseguros,
Merluzos zamacucos,
Besugos lameculos.
Enclenques tragaldabas,
Cazurros soplagaitas,
Imberbes pelazarzas.
Ladrones fanfosqueros,
Enfermos majaderos,
Sonajas picapleitos.
(Es un acróstico)
Lucía Sabater
Grupo A
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