Siga a ese taxi

La sesión de ayer la dedicamos al taxi y a los taxistas. Por un momento nos sentimos libres entre las calles, avenidas y callejones de la escritura e iniciamos nuestra carrera hacia un destino: la imaginación.
Mezclamos realidad y ficción y nos subimos a ese taxi en el que siempre quisimos gritar: "Siga a ese taxi". Y dos taxis circulan por la ciudad desentrañando el recorrido de las palabras.
Cuántas historias posibles encierra esa frase. Quizá viaje en él algún ladrón, alguien infiel. Tal vez sea un taxi en el que alguien huye de una relación o de su pasado. O es posible que solo esconda una historia cotidiana. O quizá alguien que viaja a la Calle Tristeza, esquina Agonía, para morir. Como Héctor Lavoe en su canción "Taxi".
Hoy descubrimos las dos caras del taxi, una parte prosaica y cotidiana y su parte épica, incluso lírica.



Dejamos en esta parada un artículo de Ana Marcos en Verne (El País) con el título de "Anécdotas de la vida de un taxi madrileño". Daniel Díaz, un taxista de entre tantos, nos cuenta alguna de sus experiencias en su taxi.

Proseguimos nuestra carrera y nos detenemos un instante este articuento de Juan José Millás titulado "Las voces, las calles, los taxistas":

Encogido en un rincón del taxi, intentaba hacer como que no oía la conversación del taxista con un compañero a través de la emisora. Se trataba de una conversación amorosa, dominada por la pasión de los celos. Mi conductor estaba a punto de echarse a llorar, pero el del otro coche hablaba ya entre hipidos. Me dirigía a una clínica de urgencias situada en la zona de ópera, porque acababa de rodar por una escalera y tenía el tobillo izquierdo hecho polvo.-Te digo que ahora estoy haciendo un servicio -decía el taxista masticando las palabras para ver si de ese modo llegaban destrozadas e irreconocibles a la parte de atrás. Lo que pasa es que las leyes de la acústica son muy raras y, en lugar de masticadas, me llegaban digeridas, de manera que accedía a su sentido como a una revelación.
-Me engañas -decía el otro.
-No te,engaño, estoy en Serrano y voy hacia Ópera. Vete hacia allá, tomamos un café y hablamos.
-Es que yo sí que estoy haciendo un servicio.
-Mentira. Si no quieres verme, prefiero que lo digas.
El tráfico estaba fluido; enseguida llegaríamos a Cibeles. El tobillo había dejado de dolerme, pero sentía en torno a él una aureola como de algodón. No me atreví a bajar la mano para tocar el bulto por miedo a que el chófer interpretara el cambio de postura como un deseo de escuchar mejor. El otro dijo que estaba en Doctor Esquerdo y que se dirigía a Diego de León. Sus destinos se separaban como la carne inflamada de mi hueso. Entre la Puerta de Alcalá y Cibeles escuché unos sollozos. Finalmente, el del otro coche, para demostrar que estaba haciendo un servicio, pidió a la señora que llevaba detrás que dijera unas palabras.
-Hola, soy la señora que se dirige a Diego de León. Es muy doloroso verlos discutir así. Déjenlo, por favor.
-Como si no supiera que eres tú, que has sido ventrílocuo antes de trabajar el taxi -insistió el mío.
La voz de la señora me golpeó en algún registro íntimo y me sedujo, de manera que, adelantando el cuerpo, hablé en dirección al micrófono.
-Yo soy el usuario que se dirige a Ópera. Lleva usted razón, señora, se están torturando inútilmente.
-¿A dónde va usted? -preguntó ella.
-A Ópera -respondí-, me acabo de torcer el tobillo en una escalera y me han recomendado un servicio de urgencias.
-Yo voy al hospital de la Princesa, el de Diego de León con Conde de Peñalver. Soy médico y entro de servicio dentro de un rato. ¿Por qué no viene hacia acá y le miramos ese pie?
Mi taxista me hacía señas para hacerme creer que estaba siendo engañado, pero yo ya me había enamorado perdidamente de la voz, porque tenía ese registro de las mujeres que nos hablan en los sueños.
-A Diego de León -ordené.
Dimos la vuelta y comprobé que en esa dirección el tráfico y mi ansiedad eran más densos que en la otra. Durante el trayecto, construí un cuerpo . para la voz e imaginé sus dedos deambulando con sabiduría por mi tobillo. El taxista vigilaba mis emociones a través del espejo. Se detuvo en la puerta de urgencias.
-Ahí está -dijo, señalando el taxi de delante. No vi a nadie en la parte de atrás, pero cojeé hasta la ventanilla del conductor y pregunté por la doctora. Entonces, al otro lado del cristal, un rostro apaisado, que parecía emerger de las profundidades abisales de mi conciencia, me contempló con lentitud, y al abrir su boca de pez emitió el sonido del que me había enamorado. Mientras huía arrastrando el pie izquierdo en dirección a Juan Bravo, escuché una carcajada doble a mis espaldas.


Abandonamos la autovía para volver a callejear en la ciudad y allí nos encontramos con la lluvia. Afuera, en una parada, un hombre con paraguas aguarda a un taxi. Ni un sólo está libre. Es el poeta Karmelo C. Iribarren que grita en voz baja su poema "Los paraguas, los taxis":

Acabo de tirarlo,

35 minutos bajo la tormenta
-esperando un maldito
taxi-
han podido con él.

Pero cómo se ha portado.

Ésa es la diferencia:
los taxis son como ciertos amigos,
nunca están cuando más los necesitas.

Los paraguas, en cambio, mueren por ti.


Es hora del amor. Alguien aguarda al final de la carrera, donde el taxímetro se para y el cliente baja.
Allí, en esta parada, está Luis García Montero que grita "Siga a ese amor" en su poema V:

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros.

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería
peor y más costoso
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.
No hay nada que decir,
                                              pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen.


Y dejamos, al final del recorrido, un texto de un servidor, Raúl Vacas, que nos servirá de inspiración para la tarea y para orientarnos entre las calles de Salamanca. Su título es "Callejero":

Hoy paseo por la Plaza de la Fuente y veo que las cabinas aún están forradas con anuncios de pisos de alquiler sin contrato. Recuerdo entonces a Raquel, Ángela, María y Max que siempre quisieron vivir en la calle Bientocadas y hace años rastreaban los portales de esa zona en busca de algún piso.

Y recuerdo también la casa de Paqui, en la calle Traviesa, donde hicimos más de una travesura literaria.

A mí, en cambio, me gustaría vivir en la plaza del Ahorro o en la calle Compañía, pero me tocó en suerte vivir cerca del paseo del Rollo.

Quizá algún día viva en la calle del Limón, cerca de Viki; o en la calles del Aire o Dos Encinas; o en la plaza del Jilguero; o en Zamora, junto a Elena, que me llevaba y traía por la calle de la Amargura.

A veces la vida y el callejero coinciden y uno vive en la calle de su historia. Como Déborah, que trabajó con niños en Chiapas y vivió en la calle Guerrilleros; o Miguel, que hasta encontrar novia vivió en la calle Soledad y cuando la perdió (la novia) y cambió de piso no encontró alquiler en la calle Consuelo ni en el paseo del Desengaño.

Qué hermoso sería para un excarcelado vivir en la plaza de la Libertad. Para un alumno de primer curso vivir en la calle Licenciados. Para un amante del vino vivir en las calles Lagar, Bodegones o La Viña. Para un niño vivir en la calle Recreo. Para un egoísta vivir en la Calle Santa Rita. Para dos novios enfadados en la calle Las Paces o la calle El Perdón. Para Gregorio Samsa en la Plaza Cruz Verde.

Qué duro para un suspenso vivir en la calle de la Fe. Para un balsero vivir en la calle Cuba. Para un ciego en la calle de la Luz. Para un feo en la calle Espejo. Para un adicto al parchís en la calle Oca. Para un anciano en las calles Gurruminas, Raspagatos y Sordolodo que ya no existen. Para un enterrador en la calle Marmolistas y ser vecino de Pedro y Pablo. Para un pescador vivir en la calle Carniceros o para un aficionado al saxofón en la Calle Silencio junto a la casa de los frailes claretianos.

Y qué escándalo sería vivir en la calle Galileo y que toda mi vida girara en torno a ti. O en la Plaza de los Gascones y ser tu Cyrano y empañar tus ojos cada noche con el vaho de mis versos. O en la calle Santa Bárbara y acordarme de ti cuando truena. O en la calle Trébol y compartir contigo la suerte de mis cuatro hojas. O en la calle Orégano, junto a un monte.

Pasa la mañana. Me detengo un instante en la calle Mediodía. Miro el reloj. Me pita un coche. Será mejor que me calle.



Propuesta de escritura

1. Escribe un texto en el que el recorrido por las diferentes calles de la ciudad en un taxi dibujen una historia, la de un cliente que viaja con un destino. ¿Se imaginan que ese cliente viaje a la Calle Rómpete el alma (en El Ferrol), o a la Calle Abrazamozas (en Zamora), o a la Calle de las Impertinencias (en Valencia) o a la Calle Bientocadas (en Salamanca) o a la Calle de Volver a empezar (en Vallecas)?

2. Escribe una historia a partir de la frase "Siga a ese taxi" y los diferentes contextos en la que se puede enmarcar. ¿Qué historia puede suceder al pronunciarla?


Y estos son algunos de los trabajos enviados por los participantes en el taller:


Fragmento
(De la novela "Mi ángel de la guarda")

Un día, a media tarde, saliendo Clara y Luigi de casa al mismo tiempo para ir a hacer sus cosas, se despidieron ambos con un beso al salir del portal. Fue un beso breve, en los labios; el típico beso que se pueden dar en cualquier momento quienes sean novios formales o marido y mujer. A Luigi le estaba esperando precisamente un taxi, al que había llamado previamente para que le llevara a casa de un amigo. Cuando montó, el taxista le sonrió, se fijó en su alianza, y entonces le dijo:

─Tiene usted una esposa preciosa ¿eh?

─La verdad que sí ─se mezclaron en Luigi cierto rubor y total satisfacción.

Después el taxista le preguntó que dónde iba, arrancó en cuanto Luigi se lo dijo, intercambiaron un par de comentarios típicos sobre el tiempo y la circulación, y entonces el propio taxista soltó:

─Pues ya es casualidad, porque justo ayer a estas horas recogí a su mujer y hoy le recojo a usted.

─Ya, para llevarla a la facultad de Historia, me imagino ─repuso Luigi, que quisó que el taxista ponderase que no era la belleza la única virtud que adornaba a su mujer─. Normalmente coge el metro o el autobús, pero ayer se le hizo muy tarde estudiando…

─No, la llevé un hotel que hay por la Casa de Campo ─contestó inocentemente el taxista, a quien se le demudaba la cara a medida que avanzaba en su frase.

La respuesta del taxista dejó a Luigi desconcertado durante unos momentos, en los que sopesó si no sería todo un malentendido, por lo que finalmente le preguntó, con el corazón en un puño, si estaba seguro de que la mujer a la que había llevado a ese hotel el día anterior era su mujer, o sea la mujer con la que le acababa de ver antes dándose un beso. El taxista se incomodó entonces muchísimo con la pregunta, sin saber qué contestar, por más que tuviera clarísima la verdadera respuesta; pero es que intuía que dependiendo de lo que le respondiera podría hacer saltar por los aires un matrimonio, así que optó por mostrarse inseguro, afectando que le asaltaban las dudas. Finalmente, y después de unos minutos de tenso silencio, llegó el taxi a su destino. Luigi pagó la carrera generosamente y, antes de bajarse, le preguntó al taxista por el nombre del hotel. Era una pregunta que ya no admitía una respuesta evasiva:
─El hotel Granados ─le respondió muy compadecido y deseoso de volver la mirada al volante para marcharse de allí.

Oscar Alberto Martín
Grupo A


Taxista argentino

En una ocasión que estuve en Madrid y andaba apurado de tiempo para poder coger el Auto-Res de vuelta a Salamanca, me acerqué a un taxi que estaba en su parada reglamentaria del barrio de Moratalaz.
El taxista estaba medio dormido escuchando los partidos de fútbol que radiaban la tarde del domingo. Le comunico si está libre y acto seguido le digo el destino al que debe llevarme.
En cuanto empezó hablar, denotaba ser argentino y futbolero empedernido, pues en un segundo me preguntó si me gustaba el fútbol y de que equipo era.
Sin más comentarios, introduce una cinta de casete y empiezo a oír como narran los periodistas argentinos los goles de su selección.
Con media docena de goles de Kempes y Maradona, llegué hasta la estación de autobuses para coger el Auro-Res; en mi vida se me hizo más corto el trayecto, pero mis oídos aun se acuerdan de algunas frases:
“Avanza Kempes, regatea a un rival , a dos, a tres, a cuatro, tira y gooooooooooooool, goooooooooooool, gooooooooool, goooooooooooooooooooool.
La coge Maradona, dribla a uno, a dos, a tres, se escora a la izquierda, ve al portero adelantado, y lanza un zurdazo que entra por la escuadra, gooooooooooooooooool, goooooooooool, goooooooooooool, goooooooooooooooooooooooooooool.

Luis Iglesias
Grupo B


Mi perrita Lola no sabe ladrar

Llevo a Lolita en un taxi pues cojea. La llevo al veterinario. Va contenta pues me conoce y se siente segura.
Pago, salgo del coche, y me doy cuenta que lola no ha salido conmigo. Se ha quedado dentro, y yo con cara de bobo me quedo mirando como se va, como se aleja...
Reacciono y empiezo a agitar los brazos y a gritar: ! pare , pare!; me desgañito y no consigo nada.
Con tanto movimiento de brazos, se acerca un taxi, interpretando que quería pararlo. Rápidamente me subo, cierro de un portazo, y digo la frase: ! siga a ese taxi !.
( Yo siguiendo a un taxi dentro de otro taxi, una experiencia que siempre había soñado, pero no en estas dramáticas circunstancias ).
Paseo Canalejas hacia arriba, avenida de Mirat, paseo Carmelitas y tuerce a la derecha por Héroes de Brunete. Me tranquilizo pensando que va a la estación de autobuses.
Durante el trayecto veo su cabecita, está dando saltitos en los asientos de atrás, pues debido a su pequeño tamaño apenas sobresale. La imagino angustiada gruñendo.
Pienso que el conductor del taxi no se ha percatado de la presencia de Lola, pues mi querida Lolita no sabe ladrar. Por no molestar, ni siquiera aprendió a ladrar.
Ya veía solucionado el problema, cuando el taxista gira bruscamente a la izquierda, llega al fondo, vuelve a girar a la izquierda y se para ante un semáforo.
Nos acercamos por detrás, y me bajo para rescatar a mi perrita. Justo antes de llegar se abre el semáforo y se me escapa torciendo a la derecha hacia los hospitales.
Vuelvo a subir a mi taxi y rápidamente continuamos la persecución. Dejamos a nuestra derecha el Virgen de la Vega, el antiguo materno-infantil hoy consultas, el Hospital Clínico viejo, el Clínico nuevo recién construido y todavía sin funcionar, llegamos al puente y cruzamos el Tormes. Por entonces mi taxista ya ha llamado a la policía dando todos los datos de la persecución.
Llegamos a Tejares y se desvió por una estrecha calle disminuyendo la velocidad hasta parar. Nosotros hacemos lo mismo: paramos y esperamos.
El primer taxista salió con la perrita en brazos. Sonaron las sirenas de la policía. El segundo taxista y yo salimos del coche. Todo se precipitó y lolita cae al suelo. Al verme salió corriendo hacia mi y la cogí en brazos. Milagrosamente le ha desaparecido la cojera y me besuquea agradecida.
El primer taxista confesó que le había gustado tanto la perrita, que pensó regalársela a su hijo. Nunca imaginó el daño que podría ocasionar a los dueños y a la pobre Lola.

José Luis Fonseca
Grupo A


Un paseo en taxi

-Usted dirá –exclama el taxista ante mi prolongado silencio. Ha esperado pacientemente a que me acomodara en el asiento y que, tras el saludo, le indicara una dirección.

He salido de la estación y, como tenía previsto, he cogido un taxi. Pero ahora estoy indeciso. Hundido en la suavidad del cuero, confortado en el ambiente cálido del coche he perdido el apremio por llegar a ninguna parte. Dudo.

-Deme un paseo por la ciudad –le digo para romper el incómodo silencio-. Ya le avisaré cuando quiera detenerme.

El conductor calla y pone en marcha el motor. No quiero hablar así que aprecio su mutismo.
Las calles van sucediéndose, las veo a través del parabrisas, las reconozco aunque haga varios años que no las piso. Leo los carteles como si esperara encontrar un mensaje escondido, una clave, una indicación.
Calle Guarda. Aquella carretera en obras, yo caminando delante sobre la zahorra, detrás mi madre llevando en brazos a mi hermano pequeño. Un camión nos alcanza, se detiene y se ofrecen a llevarnos. Mi madre se niega con vehemencia y siento su fuerza, su determinación. Nunca he vuelto a sentirme tan seguro, tan a resguardo.
Las farolas van encendiéndose porque la tarde va cayendo. Pasamos por la calle Plasencia y me llega la misma angustia de las noches de soledad en aquella cama de un dormitorio corrido donde dormían o, quizás como yo, añoraban cuarenta almas infantiles. Esperábamos el recreo del martes cuando nuestras madres venían con el hatillo de la ropa limpia y en el que siempre había algún tesoro escondido: una golosina, unas cuantas galletas o tal vez, un oloroso chorizo.
Calle Pan y Carbón. Me llega el aroma del pan horneándose, el calor de la cocina bilbaína me sofoca la cara como entonces. Mi madre reina en aquel espacio luminoso, aseado y cálido. El sudor brilla en su frente mientras remueve el sabroso cocido, las exóticas carillas, el guiso de carne… Me ofrece una rosquilla de nata recién hecha, aún quema pero soy incapaz de esperar. La muerdo y la deshago contra el cielo de la boca, ebrio de azúcar y esencia de anís.
Calle Amparo. Ella tenía siempre tiempo para todos… para cada uno de nosotros. Me recuerdo repasando en su regazo la odiada Geografía, durante la interminable convalecencia de mi operación de apendicitis. En su boca los nombres tenían otra densidad, un sabor de aventura que no podía adivinarse en la tinta de los libros. Tetuán, Fuerteventura, Sidi Ifni…
¡Vaya! Estamos en la plaza de la Cruz Verdadera. No hace mucho dejamos atrás la calle Veracruz. ¿Era necesario repetirse en el callejero? La cruz. Ella siempre tuvo una sobre la cabecera de su cama. Nunca fue muy piadosa pero con eso no consentía broma alguna. Afirmaba que era la verdadera guía de su vida. Yo nunca supe entenderlo. ¡Quién tuviera esas certezas!
En la calle de la Luz se me aparecen sus ojos. La visité en el hospital. Los dos sabíamos que se moría pero ninguno quiso hablar de ello. En cierto momento se me desbordaron las lágrimas, desvié la mirada hacia la ventana para que ella no pudiera verlas. Cuando me rehíce volví la cabeza y me encontré la intensa luz de sus ojos. “Yo también te quiero mucho” me dijo con una sonrisa serena y enseguida cambió de conversación.

Calle Consuelo. Mis hermanos me estarán esperando. Se preguntarán por qué tardo tanto. ¿Qué dolor esquivo retrasando el encuentro? Si hay algún alivio será rodeado por ellos, los que me quieren, los que tanto la han querido.

-Lléveme al tanatorio, por favor!

Pepe Lorenzo
Grupo B


Pasaje en la India


Hacía un calor extremo y la humedad era insoportable. Apenas veinte minutos antes había llovido torrencialmente. Jamás había visto llover de esa manera. No se veía nada a través de las cortinas de agua, aunque los habitantes de Varanasi debían estar acostumbrados, pues estábamos en época de monzones. Los ghats desaparecieron de nuestra vista durante la tormenta, pues el agua caía como cascadas por ellos hacia el río sagrado, el famoso río Ganges. Allí, bajo el crematorio municipal, mi novia y yo nos refugiamos del aguacero, rodeados de hindúes que nos miraban con cara de no creer lo que estaban viendo. Realmente estábamos fuera de lugar. Cuando terminó la lluvia el río

Iba crecidísimo y la ciudad estaba impracticable. Nuestro hotel se hallaba a poco más de ocho kilómetros del centro y decidimos coger un taxi.
Primero tuvimos que convenir el precio con un hombre que no era ni el taxista que debía llevarnos hasta nuestro hotel y después de algún tira y afloja decidimos el precio por la carrera. 300 rupias, ese fue el precio, unos 36 céntimos de euro, por llevarnos al hotel en un taxi-rikshow, es decir, en un carro tirado por una bicicleta. Nos montamos en el
Taxi y el hombre empezó a pedalear con todo su esfuerzo. Enseguida le dije que debíamos dejarlo, pues me parecía que no iba a poder con nosotros dos durante ese trayecto; sin embargo se mostró ofendido y con signos, más que con palabras, se desvivió por cumplir con su cometido. Pronto llegamos a un cruce de calles, completamente inundado.
El taxista tenía el agua a la altura de sus rodillas, es decir, a la altura de media rueda.
Había un auténtico atasco de bicicletas, motos, camiones y personas, todos gritaban, movían sus brazos, daban órdenes, pero nadie avanzaba. El taxista nos miraba sonriente, tranquilizándonos, como si todo fuese lo más habitual. De repente, por nuestra derecha oímos música y cantos. Era un cortejo fúnebre, llevaban a una mujer muerta sobre una tabla o cadalso hacia el río para la ceremonia de purificación y posterior cremación. Sin embargo había un problema, nosotros estábamos justo en medio del itinerario que seguía el cortejo. El taxista intentó salir del lugar que ocupábamos, pero era imposible.
El cortejo llegó a nuestro lado, esperando que nos quitásemos para poder avanzar y ante la imposibilidad de poder dejar paso, algunos familiares de la difunta pasaron por detrás del rikshow y se pusieron en el otro lado, después, y con nuestra colaboración, pasaron el cadalso por delante de nosotros, siguiendo su camino hacia el río.
Un poco después el tráfico empezó a ordenarse y, no sin esfuerzo, el taxista cumplió con su cometido y nos dejó delante de la puerta del hotel. Emocionados por lo ocurrido y agradecidos por el esfuerzo, decidimos pagarle a ese taxista 1200 rupias. El hombre nos besó literalmente los pies y en los tres días que estuvimos en Varanasi, el taxista nos esperaba fielmente en la puerta del hotel y jamás quiso cobrarnos ninguno de los trayectos que realizamos. Más tarde supimos que del primer precio pactado, su jefe se quedaría con la mitad, es decir que con nuestro trayecto sacó, limpias, 1050 rupias, más que suficiente para vivir él y su familia durante dos meses. No es de extrañar que nos besase los pies. Fue un viaje maravilloso, lleno de emociones y vivencias, y puedo asegurar que ese viaje en taxi reafirmó los lazos que hoy me unen con quien fue mi acompañante.

Jaume Castejón
Grupo B


¡Taxi!

Paso la noche sin ti. Nos vuelve a separar ese maldito taxi que te hace pernoctar entre fiesteros y noctámbulos a los que envidias con toda tu alma. Un plato de lentejas. Eso es lo único que consigues después de vueltas y más vueltas: de la calle de los Mártires a la Avda. del Padre Ellacuría, de la calle Ancha a la calle Larga, de la calle Cervantes a Garcilaso de la Vega esquina con Luis de Góngora… Y esas ojeras; y esa mala leche que se te pone cuando te toca limpiar el vómito de la chavala a la que le sentó mal la última copa. Paso la noche sin ti y cada vez te siento más lejana, como si la emisora del taxi te estuviera abduciendo poco a poco y me estuvieras abandonando con sigilo, sin querer hacer ruido, para no molestar. Me pregunto qué verá el retrovisor de tu coche detrás de tus silencios, al filo de tu mirada, porque yo solo veo el abismo. Tal vez, si pasaras por la Plaza de los Oficios y buscaras otro…

Javier Portilla
Grupo A


Un recuerdo a aquel taxista

Hace tanto tiempo, que a punto ha estado de escaparse de mi memoria, pero lo he rescatado, y con tanta fuerza que revivo con gran intensidad aquellos momentos, aquel día. Era un 10 de enero, la fecha no la puedo olvidar, mi cumpleaños. Estaba convocada a las nueve de la mañana para realizar el primer ejercicio de unas oposiciones, en Madrid. Glorieta de Cuatro Caminos, me informaron que por allí pasaban muchos taxis y no tendría problema, llegué con antelación por eso de la dificultad que pudiera tener cogerlo. La mañana era fría y aún con las farolas encendidas. Pasaban taxis a los que yo gritaba, levantaba la mano, corría tras ellos, pero no paraban. Había un barrendero, me miraba, yo lo miraba como preguntándole por qué pasaban de largo, se me acercó y me explicó que era la hora del relevo, había terminado la hora del servicio de noche y era difícil que parase alguno. Yo estaba al borde del llanto, le conté cual era mi situación y a donde me tenía que desplazar, me dijo que ya no llegaría a tiempo.
Pero sí llegó un taxista que paró, como pude lo puse al tanto de la situación. “Túmbese en el asiento, tranquila, vamos a llegar, arrópese bien” ni me lo pensé. Bajó la ventanilla, sacó el pañuelo, tocaba el claxon con insistencia y, a modo de ambulancia, me llevó sana y salva. Le di un abrazo, pero se me olvidó pagar. Faltaban cinco minutos para las nueve. Alguien, al verme tan nerviosa, me recomendó calma, citaban media hora antes del comienzo, estaba previsto que podían surgir problemas. El examen salió bien.

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


Siga a ese VTC

Me subí en el taxinete y le dije a la conductora, siga a ese VTC. Ella giró la cabeza -una nuca maravillosa- y dijo, tarifa Premium. Rápido -le contesté-me va la vida en ello.

El tráfico era denso, y el patinete adelantaba al vehículo circulando por la acera, o por carriles bici, o por la calzada aprovechando los semáforos, colándose por huecos inverosímiles. Con el corazón en un puño me apretaba a la conductora, ocultándome.

El coche se metió por una calle con poco tráfico, automóviles aparcados en las dos aceras. Pagué un precio justificado y desorbitado a la vez, y saqué mi cámara. Mi mujer se había bajado del vehículo, y estaba parada delante de la puerta de lo que se anunciaría en Internet como un hotel discreto. No podía verme. Esperaba a alguien. Me dio un vuelco el corazón; vi venir a Fulanita, la mujer de su jefe. Despampanante como siempre, moviendo su melena rubia como si desfilara desnuda. Más que un beso, aquello fue un choque de trenes. Sofocos, palpitaciones, taquicardia. No lo he dicho, pero mi mujer se parece a aquellas actrices del cine negro americano, que hablaban a los hombres y estos, milagrosamente, eran capaces de balbucir una respuesta. Armas de destrucción masiva. Desfibriladoras de alta tensión.

Hice la foto. Ahora ya no iba a poder negarse a nuestro trio con Fulanita. Sexo extremo. Ya lo dije: me va la vida en ello.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Taxi

En la emisora local del taxi se recibe una llamada.
Cliente. Buenas tardes. Necesito un taxi para la calle Melancolía,, nº 7, por favor.
Recepcionista en la emisora. Lo intentaré, no se preocupe, pero supongo que sabe que hay muchos taxistas que no quieren ni oir hablar de esa calle y claro, tal y como están las normas, no les podemos obligar.
Cliente. Lo sé, estoy acostumbrada a que tarden en venir. No sé qué manía les ha dado ahora y qué afán por ir a esas otras calles (el optimismo, la felicidad) solo son nombres, tampoco es para tanto. ¿puede decirle al taxista que quiero ir al barrio de la alegría?
Además de que es verdad, seguro que así se anima a venir.
Recepcionista. Así lo haré, descuide.
Pasan 35 minutos hasta que llega el taxi.
Cliente. Buenas tardes. Lléveme al barrio de la alegría, por favor. Déjeme en la primera calle, en esa terraza tan bonita que hay al lado de la floristería.
Taxista. ¡Uy! El tráfico hoy está fatal, tenemos muchas calles cortadas por esa zona. ¡otra manifestación! Desde luego, es que no sé por qué protestan ahora, creo que son las mujeres. No sé qué quieren, si nunca han vivido como ahora, viven mucho mejor que los hombres, ¿dónde va a parar?
Cliente. (Frunciendo el ceño) Bueno, en eso no estoy en absoluto de acuerdo.
Taxista. A ver ¿por dónde vamos? ¿Salimos por el paseo del buen rollo?
Cliente. me agobia muchísimo ese paseo, ese ruido, esa música a todas horas, ese ambiente festivo y la gente sonriendo como si estuvieran haciendo un anuncio de pasta de dientes. Podríamos pasar mejor por la calle de la soledad, es mucho más tranquila y seguro que tiene menos tráfico.
Finalizada esa calle, hay que tomar otra decisión: la rotonda del optimismo o pasar por el barrio de la tranquilidad. El segundo es un trayecto más largo y más complicado pero la clienta lo prefiere, aunque el taxista pone cara de disgusto.
Bordean la plaza de las protestas, que está abarrotada. Se oyen canciones y consignas: ni una más!
Se mastica la tensión en el taxi. El taxista esta pensando en lo pesadas que se han vuelto las mujeres, en esa manía que les ha entrado ahora por protestar por todo. La clienta piensa que tienen toda la razón y que en otra ocasión, cuando haya otra manifestación por las víctimas de violencia machista, no debe perdérsela. Los 2 se mantienen en silencio, mientras en la radio suena la cope a todo volumen.
Después de varios giros, llegan a la avenida del equilibrio.
La clienta, con gran placidez reflejada en su cara, pide la cuenta, paga y se baja.
Quiere hacer el resto del camino a pie.

Teresa Sanz
Grupo B


Encuentro

La noche caía oscura y con niebla sobre la ciudad. Hacia frío, mucho, de ese que cala por dentro, húmedo, denso, profundo. Se subió un poco más el cuello del abrigo, se ajustó la bufanda y aceleró el paso, todavía le quedaba un buen rato para llegar a casa. Las calles estaban prácticamente vacías. Muy de tarde en tarde se cruzaba con alguna persona o veía los faros de algún coche entre la niebla. En uno de ellos vio una luz verde en su techo, un taxi, su salvación. Se lanzó a la carretera levantando el brazo aún con riesgo de ser atropellada pero no podía dejarlo escapar. El taxista la vio y paró, y ella se metió rápidamente dentro. Dio las buenas noches y su dirección y ambos callaron, mejor, no le gustaba la cháchara barata de algunos taxistas y aquella noche menos. Como mirar por la ventana era inútil debido a la niebla, se fijó en el hombre que conducía en silencio. Solo podía ver su oreja derecha y un poco de su perfil cuando se movía. Una sensación rara le revolvió las entrañas y se enderezó en el asiento para verlo mejor. Su corazón comenzó a golpear su pecho atropelladamente. Sí, era él no tenía dudas,conocía perfectamente cada centímetro de su cuerpo, aquella nariz recta, aquella oreja pequeña. Se fijó en sus manos sobre el volante, aquellas manos morenas de dedos largos y finos que recordaba sobre su cuerpo en las noches de insomnio eran las suyas. Empezó a sudar, un sudor frío que le destemplaba el cuerpo. La habría reconocido él? No lo creía, no se había vuelto para mirarla ni una sola vez y su voz ya la habría olvidado, ella tampoco había reconocido la suya. Empezó a secársele la boca y el nudo en la garganta le hacía difícil tragar. Eran dos extraños en un taxi cuando en algún momento lo habían sido todo: tardes en la playa retozando, paseos por la ciudad cogidos de la mano, horas interminables de sofá y películas, largos viajes en coche, cervezas a medias en noches de fiesta, discusiones, reconciliaciones, noches de caricias hasta el amanecer...
Y de eso hacia tanto tiempo, tanto, que ahora solo eran dos extraños en aquel taxi avanzando entre la niebla de una ciudad desierta. Se estaba empezando a agobiar de estar con él en aquel cubiculo del que quería salir. Quería dejar de compartir el aire con él, de mirar sus manos , pero no podía hablarle, no podía saludarle como si nada, como si él no la hubiera abandonado, sin despedirse, como si no hubiera ignorado sus mil llamadas y millones de mensajes. Por fortuna se dio cuenta que ya estaban llegando a su casa y ahora la que quería huir, la que necesitaba huir de allí sin dar explicaciones era ella.
Paró delante de su edificio y casi sin darle tiempo a darse la vuelta para decirle el importe de la carrera ella ya le estaba poniendo un billete en la mano. Sus ojos se encontraron unas milésimas de segundo, lo suficiente para que ella viera en sus ojos reconocimiento, sorpresa, vergüenza, miedo, dolor todo a la vez. Susurró un quédese con la vuelta tembloroso y salió. El frío de la noche la acogió y ella lo aspiró a bocanadas. Se dirigió con rapidez a su portal, entró y entonces se giró, viendo como el taxi aún seguía allí, aunque al poco comenzó a moverse y por fin desapareció entre la niebla. Ella por fin pudo soltar el aire que retenían sus pulmones. Sintió como le temblaban las piernas y se sentó en la primera escalera. Tenía una sensación rara como de vacío, pero también de alivio, como si acabara de soltar un peso que llevaba cargando durante años. Todos aquellos años en los que sus pensamientos volvían recurrentes a él, a todos sus porqués sin respuesta, en los que aún seguía sintiendo algo a pesar del dolor. Y aquella noche, en aquel taxi, se había dado cuenta que ya no eran nada, ya no eran nadie, solo recuerdos. Y sintió ese vacío no como algo malo, si no como un vacío que tenía ganas de llenar, que ahora podría llenar porque ya no tenía nada y por primera vez en muchos años quería todo.

Beatriz Gorjón
Grupo A


Siguiendo al Taxi

Desde la terraza de la cafetería de Vialia tenía la mejor visión posible de la parada de Taxi situada en la estación de Renfe: podía observar la disposición de los vehículos, comprobar su numeración y, así, localizar el Renault Laguna 8932DLZ que debía vigilar. Era fácilmente distinguible por el anuncio de ‘E.Leclerc’, situado en el maletero. En la misma acera, pero más abajo, estaba mi compañero Pablo, al que se le asignó la tarea de chofer, con el fin de facilitar el seguimiento. Eran las 9 de la mañana, en esos momentos, el objetivo se encontraba en tercera posición, por lo tanto había que estar alerta por si la marcha de los que ocupaban los turnos anteriores se producía de forma rápida.

El encargo había llegado justo el día anterior pero el jefe del departamento me urgió a darle prioridad porque el propietario de la compañía de taxis es su amigo y antiguo colega de correrías, según averigüé más adelante. Al parecer, no se fiaba del conductor, pensaba que trucaba el taxímetro y que utilizaba el vehículo para tareas ajenas al servicio. En la inspección de trabajo no es habitual que un agente se dedique a una labor detectivesca, ni mucho menos con tal urgencia y en exclusiva, pero en esta ocasión la jornada se planteaba así y lo asumí con resignación.

El taxista en primera posición estaba cogiendo el micro de la emisora y se sentaba ante el volante: ¡Se iba! Avisé a Pablo para que pusiera el coche en marcha y se acercara a la parada. La consumición estaba pagada desde el principio para no perder tiempo.

El segundo taxi salió del aparcamiento. El siguiente era el mío. Me encaminé hacia el auto oficial, que por suerte no llevaba ningún distintivo, porque de otra manera estaríamos haciendo el ridículo más espantoso. No quiero hacer un chiste, pero es que a veces la administración es así de absurda.

-Atento, Pablo, que ya sale. Procura no acercarte mucho, no podemos dejar que nos descubra.

El Renault Laguna se incorporó a la calzada y ¡Mierda! rápidamente hizo un giro en medio de la calzada para tomar el paseo de la Estación en sentido contrario. Pablo reaccionó con presteza e hizo la misma operación. Le seguimos hacia la rotonda del Coronel Antonio Heredero Gil y vimos que se desviaba hacia la avenida de Portugal, cuando llegó a Torres Villaroel giró en la rotonda para coger esa calle y llegó al paseo de Carmelitas, siguió por Wences Moreno y entró en la plaza del Oeste. Según Mi Google maps había recorrido 2.1 km y había tardado 8 minutos.

Llamé a la compañía del taxi en la que teníamos un enlace para el seguimiento. Me confirmaron tiempo y carrera a la vez que me anunciaron las nuevas indicaciones para el taxista: que se vaya a la parada situada en la avenida Portugal a esperar un nuevo viaje. Nos disponíamos a ir hacia la zona cuando recibimos un mensaje de nuestro enlace: ‘El conductor nos avisa de que le han parado por la calle y que ya reportará al finalizar el servicio’.

-Vaya, empieza pronto con sus trampas, comento con mi compañero.

Nadie le había dado el alto y el taxi iba de vacío, eso significaba que ahí empezaba realmente la investigación. Teníamos curiosidad por lo que nos iba a deparar. El primer estacionamiento lo hizo frente al hospital de la Santísima Trinidad donde subió un hombre joven. Durante casi media hora estuvimos siguiéndole por diferentes calles de la ciudad manteniendo una ruta con paradas rapidísimas en las que el chico se apeaba del vehículo, llamaba a un timbre y se encontraba fugazmente con otra persona en el portal. Así, hasta nueve etapas entre la plaza del Oeste y la calle de San Quintín, donde se bajó el pasajero.

-Creo que conozco a este joven, le dije a Pablo. Sé que su cara me es familiar, pero no tengo ni idea de qué ni de dónde.

Al instante recibimos una comunicación de la compañía: ‘Se dirige a la parada de la Estación’. Y allí nos encaminamos nosotros. El resto de la mañana fue rutinario, comprobamos todos y cada uno de los servicios con nuestro enlace y no percibimos ninguna irregularidad, aparentemente. Al filo de las tres de la tarde, cuando nos preparábamos para dar por finalizada nuestra jornada –y la suya-, nos entra un nuevo mensaje: ‘Le han vuelto a parar por la calle, reportará más adelante’.

Y ahí estábamos de nuevo encaminándonos a San Quintín para ver cómo recogía al joven que ya conocíamos y del que habíamos tomado imágenes fotográficas subiendo o bajando del taxi y llamando en los portales. En esta ocasión, la excursión nos llevó por diversas urbanizaciones cercanas a Salamanca con varias paradas en las que el ocupante siguió idéntico ritual. Una hora más tarde se apeó en el paseo del Rollo y nuestro taxista volvió a encender la luz verde de ‘libre’.

La aventura finalizó en ese mismo momento cuando la empresa nos advirtió que el Renault Laguna había anunciado su fin de jornada. Fue como una liberación tanto para mi compañero como para mí, porque este ‘trabajito’ nos había dado qué pensar y lo habíamos comentado en nuestras horas de espera: ¿Qué necesidad tenemos de hacer estas chapuzas como si fuéramos detectives de película de serie B? ¿Por qué? La tecnología actual permite localizar todos nuestros pasos por medio de nuestro teléfono móvil, más aún si la persona a vigilar lleva una emisora, un celular y un vehículo.

Al día siguiente entregué a mi jefe de Departamento un informe detallado y adjunté las fotografías que habíamos tomado durante la jornada anterior. Mientras revisaba el material, quise mencionarle la conveniencia de utilizar medios electrónicos sofisticados y muy efectivos para este tipo de trabajos, pero de repente le cambió el semblante, y sin dejar que acabara de hablar, me dio dos palmaditas en la espalda, con un “¡buen trabajo!” y me mandó a mis tareas cotidianas.

Pasaron los días y no lograba enterarme de qué medidas se habían empleado contra el taxista o si le habían puesto una sanción o incluso despedido de la compañía. Por fin me decidí a preguntárselo al jefe.

Todo fue un error de la empresa -dijo-. La realidad es que aquellos servicios estaban solicitados con anterioridad y por eso no aparecían en la agenda diaria. Se comprobó que no hubo ninguna irregularidad ni, mucho menos, un fraude.

Cuando iba a replicar para informarle sobre la actividad sospechosa del pasajero en connivencia con el conductor vi de reojo la foto de graduación de su hijo. La había visto mil veces. Estaba sobre la mesa, al lado de la pantalla del ordenador. ¡Claro que me sonaba su cara!
Por fin se ha aclarado todo –dije, mirándole fijamente a los ojos.

Él, sólo agachó la cabeza.

Maxi Moreno
Grupo B


TAXI FÉNIX

Había aceptado ir a ese curso tedioso en Madrid, y favorecer así a un compañero al que le resultaba más complicado asistir por razones familiares. Se dijo que, al fin y al cabo, podría estar de la misma forma allí que en su ciudad de residencia y que una semana se pasa de cualquier forma.
Su vida anodina y triste podía continuar aquí, allá o en cualquier lugar por una semana, un mes o un año. Además le serviría para romper un poco con la monotonía del paseo diario por las mismas calles de su casa al trabajo y del trabajo a su casa que, a eso y poco más se reducía su vida. Aunque de carácter tranquilo, nunca antes había experimentado esta apatía. Su curiosidad innata por conocer cosas, estaba en una especie de punto muerto. Pocas cosas le satisfacían realmente Salvo por los lapsus de humor que incluso tenía para con él mismo, y que eran su tabla de salvación –se decía a veces-, estaba triste. Triste por decepción. Triste por desamor. Triste por exceso de preocupaciones no compartidas. Triste por los fracasos. Triste por estar triste. Triste, triste, triste; como aquellos tres tristes tigres que tragaban trigo en un trigal; en el trigal de la tristeza –se dijo riendo. Y, a pesar de estar tan triste no encontraba momento para llorar.

Se levantó muy pronto y se encaminó con tiempo a la estación de Renfe. La fresca pero diáfana mañana primaveral invitaba a pasear. Hacía mucho tiempo que no conducía. Nunca le gustó aunque tenía el permiso. Si bien antes prefería viajar en autocar porque le parecía que se veían mejor los paisajes que desde el tren; desde que lo común era transitar por autovías, se decantaba por este último medio. Hay que decir que la edad también tenía que ver. Ahora ya no le daba igual viajar encogido. Prefería la amplitud del vagón del tren y ver correr los campos desde la ventanilla. Aquello le producía una enorme paz. A veces consciente, a veces insconscientemente, allí solía hacer abstracción de sus preocupaciones. Su mente vagaba entre el interior del vagón y lo que había fuera. Por momentos se sentía un espíritu libre a medida que el tren se alejaba de su ciudad dejando atrás su casa y sus asuntos cotidianos. Si antaño era habitual verle leer en los viajes, ahora prefería deleitarse con la lectura de ese otro gran libro abierto que es aquello que se muestra a la vista de nuestros ojos y entra por todos los sentidos.

Era domingo y era temprano. El tren discurría indolente y semivacío hacia su destino.

Se fijó en un niño que viajaba solo. El revisor habló con él y luego, tranquilamente fue a pedir el billete a otro viajero. Como si sintiera su mirada clavada en él, el niño se dio la vuelta y le sonrió. Tenía un abundante pelo claro, una alegre sonrisa y unos ojos pícaros que sonreían doblemente. Él devolvió la sonrisa y de pronto le pareció que algo había ocurrido aunque no sabía muy bien qué. El niño le señaló la ventanilla. Él giró la cabeza para mirar y, en ese momento vio un precioso pájaro que voló visible para él durante unos segundos. Se volvió hacia el niño de nuevo pero sólo le vio de espaldas alejándose e introduciéndose en el vagón de delante. Pensó que en él estarían sus padres y volvió a mirar hacia fuera.

Cuando el tren llegó a Madrid, se bajó tranquilamente. No tenía prisa por llegar al hotel donde había de alojarse, además era muy pronto y no le dejarían pasar a la habitación que tenía reservada. Decidió darse una vuelta por la ciudad. Salió de la estación sin un plan preestablecido. Ni siquiera se había planteado coger un taxí. Pero allí había uno estacionado. Sólo uno. Debía haberse entretenido más de lo que parecía antes de salir de la estación, -pensó. Curiosamente, ni siquiera había gente alrededor. Era como si aquel taxi y su conductor estuvieran esperando exclusivamente por él. El taxista incluso le dirigió una mirada sonriente como invitándole a entrar. Él titubeó, sonrió y sin saber el por qué de aquel impulso, se vio de repente dentro del taxi sentado en diagonal con respecto al conductor. Tras el saludo inicial, éste le preguntó por su destino. Él dijo: -tengo tiempo, sáqueme de aquí. Esta mañana me dejaré llevar. Será usted quien decida por donde quiere hacerlo-. Para su sorpresa, el taxista no se sorprendió. Se limitó a asentir sonriente mientras empezaba la carrera diciendo: -esta carrera hoy la pago yo.

Ojiplático pero sin tiempo para reaccionar, se vio el protagonista de esta historia inmerso en la vorágine de una carrera de taxi que parecía más bien una persecución propia de una película de acción. El sonriente taxista que miraba divertido a través del retrovisor conducía a toda velocidad, esquivando cuantos obstáculos encontraba a su paso por el Paseo de la Castellana. Para mayor sorpresa, nadie parecía darse cuenta y tanto vehículos como transeúntes circulaban normalmente.

Cuando el taxista giraba y tomaba alguna calle menor, aminoraba su marcha tanto a veces, que el coche iba casi parado permitiendo así la observación de cuanto acontecía en ella. Si nuestro hombre, intentaba decir algo; el conductor se limitaba a mirarle con una expresión de divertida bondad mientras ponía el dedo índice de su mano derecha en los labios invitándole a no decir nada. Y él se dejaba llevar sorprendentemente tranquilo, mirando por la ventanilla a la que había bajado el cristal para sentir mejor el aire de aquella mañana y aspirar su aroma.

De repente, otra avenida y el conductor giraba y se volvía nuevamente loco conduciendo a toda velocidad como si quisiera despertarle y ¡vaya si lo hacía!. Pero ahora el hombre no sentía miedo. Realmente se divertía. Tanto que reía a carcajadas y el taxista con él. Si existiera la felicidad bien pudiera ser el estado en que se encontraba en ese momento. Nuevamente calles pequeñas, callejuelas… De nuevo la calma y la vida cotidiana: el ir y venir de la gente; la actividad diaria…

Y de pronto lo vió. Vió al niño del tren. Iba solo. Se dirigió a un taxi y como por arte de magia se introdujo en él.

Se volvió hacia el taxista y casi gritando, le indicó: -¡siga a ese taxi!. Él asintió y ahora sí: ahora puso en marcha el taxímetro y guiñándole un ojo dijo: - En este momento, empieza la carrera pero ésta no será gratis! . Y soltó una carcajada. Pero el hombre casi no le prestó atención atento como estaba a no perder de vista a aquel niño.

Fueron siguiendo al coche, curiosamente, al mismo ritmo de antes. Muy lentos por las calles pequeñas. Como en una persecución por las avenidas. Y entonces el niño se giró y miró por la ventana de atrás. Se reía. Hubiera jurado que se reía de él. Intrigado, volvió a decir al taxista que ni por asomo se le ocurriera perderle de vista. Él se giró y riendo asintió.

Por fin, el taxi que llevaba al niño detuvo la marcha a la puerta de un hostal pintado de una original manera. Se llamaba Fénix.
Una exultante mujer, salió a recibir al pequeño. Hizo un alegre gesto de saludo al taxista. Al del niño y ¡al suyo!.
Hubiera jurado que también le había saludado sonriente a él antes de volver a entrar en la casa.

Entonces decidió que se alojaría allí. Pagó la carrera casi abrazando al conductor del taxi. Se sentía pletórico y en ese estado salió a la calle y llamó a la puerta de aquel hostal. Se volvió y el taxi sorprendentemente ya no estaba.
Mientras esperaba a que alguien abriera la puerta y, casi implorando que fuera aquella mujer, se fijó en el cartel del nombre de la calle. ¡Estaba en la Calle Válgame Dios!.

¡Válgame!, -se dijo cuando la puerta se abrió.

Mercedes González
Grupo A


Siga a ese taxi

Tengo que ir a la urbanización El Carambolo, al Aljarafe sevillano, y no precisamente a ser portador de buenas nuevas.
Llevo todo el fin de semana tratando de retrasar la cita con mi paciente(cierto en este caso) que se encuentra al borde de la muerte.
Ya hace años que esta diagnosticada de una dolencia para la que necesitaba un transplante.
Se le acaba el tiempo y no hemos sido capaces de encontrarle un órgano compatible y esto es precisamente lo que le tengo que comunicar.
Sevilla, domingo cinco de la tarde , calle Sierpes y ¡ni un puto taxi en toda la calle y aledaños!... Tampoco tengo prisa por transmitir el fracaso que llevo por noticia.
Por fin, aparece uno libre al que hago señas. Le indico la dirección y el taxista arranca.
Ya en plena carrera, me dice que le es estrictamente necesario pasar por Triana, pues ha de hacer un recado urgente.
Sopeso las posibilidades y me inclino por la actual comodidad y el excelente aire acondicionado del vehículo y decido asentir, máxime cuando también me dice que este tramo no lo incluirá en la factura.
Pasamos por el barrio de la Macarena hacia el puente de Triana dejando la calle Betis a la izquierda y nos dirigimos a Pages del Corro, donde tiene el tablao mi amiga y paciente “La Anselma” .
Cuando estamos a punto de rebasarla, el taxista da un frenazo y se baja del taxi haciendo grandes aspavientos, como si estuviera preso del ataque de un enjambre de avispas y se dirige hacia otro taxi allí aparcado, a la escueta sombra de un naranjo.
Observo que abre la puerta de atrás del otro vehículo, de la que a duras penas, sale un hombre a medio vestir, con el que se enzarza en una fuerte discusión que, pasa directamente a pelea, cuando por la otra puerta trasera aparece una mujer con cara de susto, pelo revuelto y una de sus medias saliendo por debajo de su falda.
En un momento dado, una navaja refulge en el aire y se clava en el cuerpo de mi taxista.
Salto como impelido por un resorte fuera del taxi no dando crédito a lo que sin duda está pasando ante mis ojos, estoy angustiado y aumenta mi aturdimiento al recibir la bofetada del inclemente calor mezclado con un denso olor a azahar.
Conmocionado y con la boca como si acabara de participar en una cata de polvorones no acierto a articular palabra.
No presto atención si no al otro taxista que, mira ora al caído ora a la navaja que empuña en su mano, con cara entre estupor e incredulidad mientras que la mujer le increpa a grandes voces.
Con un brusquedad , intenta obligarla a entrar en el coche mientras ella grita y se resiste.
Por fin logro comenzar a pedir socorro a grandes voces y comienzan a aparecer algunas personas alertadas por el griterío.
Un coche de alquiler con conductor y su pasajero se ponen a mi lado preguntándome qué ha pasado y en que pueden ayudar.
En ese preciso instante me suena el busca, es el teléfono del marido de mi paciente, con un mensaje sobre la imperiosa necesidad de que me persone en el hospital (me temo lo peor).
Por fin reacciono e inspecciono la herida de mi taxista percatándome de inmediato que reviste extrema gravedad. y comienzo a taponarle la hemorragia como puedo.
Vuelvo a la realidad inmediata al sentir como arranca y sale huyendo el otro taxi y le digo al pasajero del cabify que se ponga al volante de mi taxi para tratar de llegar al hospital mas próximo. El conductor del coche de alquiler se ofrece a hacerlo él y le respondo gritandole. ¡Siga a ese taxi!

Carlos García Riesco
Grupo A


Siga a ese Taxi 

«Siga a ese taxi». Le había sonado bien —se dijo—, voz no en exceso autoritaria, gesto un punto amargo a lo Humphrey Bogart, ya no se puede llevar el cigarrillo colgando.

Lo tenía bien ensayado. Veintidós años desde que pronunciara la frase por primera vez; de entonces acá, no deja de proporcionarse ocasión un par de veces al año. Con las mujeres nunca se sabe, con Marivi menos. Se felicita una vez más por el acierto que tuvo al haberla escogido a ella (no eran pocas las opciones) para compañera de toda la vida.

¿Y quién irá en el taxi de adelante? Aunque da lo mismo eso ahora, cuando el taxi de adelante se detenga y baje su ocupante, él ordenará a su taxista que continúe hasta que buenamente aparezca otro taxi ocupado y «siga a ese taxi», de nuevo. Gesto serio, naturalmente, la cosa no es ninguna broma.

Necesita él un tiempo a bordo para recrear lo sucedido aquellas primeras veces: «Siga a ese taxi». Y en el taxi de adelante iba su mujer, Marivi, veinticuatro años entonces, que ante su inquietud había empezado a maquillarse con esmero cinco minutos antes de que él saliera para el trabajo. El viaje concluía siempre a la puerta del Hotel Majestic. Y duraba la estancia una hora cuando menos. Y cómo ralentiza el tiempo cuando amarga el sentimiento. Cuando al fin salía ella, lo hacía taconeando con esa fuerza, esa energía, que a él le enamoró desde el primer momento y que últimamente parecía incluso haberse potenciado. Se dirigía con ese imperio hacia un taxi (lo habrían pedido desde recepción) que la aguardaba para devolverla a casa de nuevo. Y él, ¿cómo iba sentirse él? Lunes, miércoles y viernes, tres días por semana el mismo tormento. En alguna ocasión él se quedaba rondando la puerta del Majestic, aguardando a ver si salía un conocido… que nunca salía. Gente toda con pinta de viajantes, de turistas, de extranjeros. Derrotado, terminaba por marchar al trabajo, que le agobiaba, como siempre; como siempre no, mucho más que antes, ahora con esas pérdidas de tiempo y encima el comecocos. Era de no creer, acabaría volviéndose loco.

La agencia de detectives, cómo no lo había pensado antes. La agencia de detectives lo aclaró. Marivi, al llegar pasaba a cafetería, ocupaba siempre la misma mesa; le servían el desayuno y se quedaba leyendo la prensa local. Consultaba su reloj de vez en cuando, parecía interesada en cumplir con los tiempos. En la agencia de detectives llegaron a insinuar algo, pero eso no era cuestión suya, se limitaban solo a sugerir; él sabría.

Hoy día ya no se siente tan esclavizado por el trabajo, a todo se aprende. Era cuestión de planteárselo en serio y organizarse; y la verdad es que así la vida se disfruta más. Ha de haber tiempo para todo; para el trabajo por supuesto, pero eso no ha de impedirte cumplir con otras obligaciones, sagradas obligaciones: la mujer, los hijos, una vida social en condiciones... Marivi, qué ocurrencia la suya; y encima se lo tienes que agradecer. Él, por supuesto, jamás se lo mentó; y Marivi nunca dijo nada tampoco, ella es más bien de silencios. Marivi solo en una ocasión, cuando las bodas de plata, dejó caer muy en suave aquello de que una amiga suya siempre andaba repitiendo el dicho del clásico. Eso de que «celos, del amor son alimento».

«Ahí mismo, pare usted, en la esquina». Bajó del taxi, abonó el importe de la carrera y dejó propina. De allí al trabajo, dos minutos andando. Aceleró el paso aun consciente de que hoy, de cualquier modo, habría de ser un día de poco rendir. A las dos había quedado con Marivi. Comerían fuera, ella no tenía gana de andar preparando comida. Y él: «Pues nada, mi reina, tus deseos son órdenes. Pero el sitio lo pongo yo, ¿te parece? En el Majestic».

Pascual Martín
Grupo B


Taxi

-Hola buenas, está ocupado el taxi.
No está ocupado
-¿Dónde quiere que le lleve?
-Lléveme, hasta el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
-Su cara me suena algo conocida. ¿Dónde le he visto antes?
-Soy el actor Antonio Resines. Me habrás visto en la serie Los Serranos.
-Ahora lo recuerdo, tenía unos catorce años, me sentaba en el sofá para ver todos las semanas la serie.
-¿Por dónde vamos?
-Estamos a punto de llegar a la Gran Vía.
-Mejor páreme aquí que voy hasta el círculo de Bellas Artes andando.
-Espere que le doy la cuenta.
-Aquí la tiene.
-Quédese con la vuelta.
-Mucha mierda en la entrega de premios.

David Álvarez
Grupo B


Siga a ese taxi- le dije al conductor justo en el momento en el que se ponía en marcha el vehículo de adelante.
Podía haber luchado un poco más, haberme esforzado, haberme pasado más horas de las que hice estudiando y sacando el tiempo que no tenía para finalizar la carrera de Medicina, que siempre soñé y quise hacer.
Y delante de mi iba el taxi que decidiría si realmente conseguiría el título o no.
El profesor de adelante llevaba todos los exámenes de final de carrera.
Y se dirigía al aeropuerto de Matacán.
Le pedí al conductor que me esperara.
Y me dirigí al profesor.
- Ha aprobado- me contestó ante mi insistencia - no se preocupe pasa.
La alegría que me llevé os lo podéis imaginar.
Aquella noche dormí con una sonrisa en la boca.

Iria Costa
Grupo B

Flor de todo lo que queda: las greguerías

La sesión de hoy la dedicamos a Ramón Gómez de la Serna y a sus greguerías.
Aprovechamos la ocasión para hablar del libro Flor de todo lo que queda, una antología de greguerías que nos encargó a Isabel Castaño y a mí la editorial Edelvives para su colección "Adarga".
El trabajo que ha hecho Isabel Castaño es espléndido pues no se trata de una recopilación sin más, como en otros libros de greguerías, sino que las ha organizado por categorías temáticas, en forma de abecedario, y ha creado con todas ellas ficciones breves. El propio Gómez de la Serna afirmaba que las greguerías “deben defenderse en conjunto –por eso deben ser muchas–, que sean panorama no minusculería”,
El trabajo gráfico de Pablo Amargo, muy afín al universo de Gómez de la Serna, también es sorprendente.


Este es el texto que aparece en la contraportada del libro, o mejor aún, en la cuarta de cubierta, tal y como se define a este espacio en el lenguaje editorial:

Una noche, en mitad de un sueño, Ramón Gómez de la Serna lanzó todas sus papeles al aire y exclamó: “que los ordenen otros”. Este ejercicio de prestidigitación, digno de un autor que perfumó nuestro idioma con la nueva fragancia de las vanguardias, es el que Isabel Castaño y Raúl Vacas nos ofrecen en esta antología, donde las greguerías no solo están agrupadas por categorías temáticas sino tejidas entre sí para formar ficciones breves. 
Ramón, tildado de iconoclasta y blasfemo de las letras por algunos y de genio por la mayoría, vivió entre acontecimientos históricos de gran magnitud como el inicio de la I Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, su principal legado son las greguerías. Hay quien señala que no se trata de un género como tal sino de la expresión natural y espontánea de su humor.
Las ilustraciones de Pablo Amargo, llenas de ingenio y poesía, completan un libro hecho para ver, oír, oler, tocar y gustar.

Y aquí tenéis una muestra de dos de las categorías temáticas: la P de "Profesiones" y la G de "Gastronomía":


P de profesiones
El creador guarda la llave de todos los ombligos.




I
En el fondo de los espejos hay un fotógrafo agazapado. • El rey cree que su calavera es de marfil y ningún cortesano se atreve a pronunciar la palabra «hueso». • «Hay oro en la luna», dijo el astrónomo, y comenzaron a subir como alpinistas los buscadores de oro. • El alpinista parece que tiene prisa en dar un recado a Dios. • Las monjas pasaban por el claustro como cerillas que se habían salido de la caja. • La mano que pide limosna muestra sin rubor las líneas de un destino aciago. • Usan melena el poeta, el músico, el pintor y el que da miguitas a los pájaros. • Al barrer la peluquería se mezclan todos los pelos caídos y se forma el gris verdaderamente humano.

II
Si vais a la felicidad llevad sombrilla. • La vendedora de violetas da el ramito como si nos condecorase. • La linterna del acomodador nos deja una mancha de luz en el traje. • El pianista tiene el piano lleno de papeles como si siempre estuviese en vísperas de examen. • Atacaba con tal furia las notas, que parecía tocar a cuatro manos. • La cantaora tiene voz de mujer adormecida que canta mientras la peinan. • Cuando la bailarina flamenca levanta los brazos, todos aprovecharíamos el momento para hacerle cosquillas. • El arco del violín cose, como aguja con hilo, notas y almas, almas y notas. • El amor es algo así como bordar juntos.

III
El fotógrafo nos coloca en la postura más difícil con la pretensión de que salgamos más naturales. • El gesto que hace la planchadora al acercarse la plancha a la mejilla tiene coquetería de mirarse en un espejo de mano. • La criada tiene un alma con música de acordeón. • La campesina no se pinta, pero enseña sus rojas encías al reír. • El campesino que lleva un conejo colgando de la mano lo lleva con la elegancia con que un inglés lleva un paraguas. • El jardinero invisible saca el reloj y sabe a qué hora en punto debe abrir tal flor o morir tal otra. • No tiene importancia que el cazador mate un pichón, sino que haya matado un vuelo. • ¿Qué vieron los locos para volverse locos?

IV
El hombre más seguro que hay sobre el mundo es ese que en la tarde cabalga lentamente sobre un burro. • El único que cambia de verdad la faz del planeta es el que ara modestamente el terruño. • El arador desentierra el tesoro pobre de la tierra, pero que al fin y al cabo es un tesoro. • Millonaria. Los alrededores del descote llenos de moscas de oro. • Cuando el que está arando encuentra un esqueleto parece que lo hace revivir. • Aquella mujer me miró como a un taxi desocupado. • Era una de esas mujeres peligrosísimas que nos toca la nariz con una flor. • Siete balas de rouge llevaba en la cartera para las distintas horas del día, desde el amanecer hasta la alta noche.

G de gastronomía
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata
de la mesa que nos ha tocado en suerte.





I
Hay mesas frías en las que lo único que tiene alguna gracia es el salero. • En el poema del menú siempre están tachados los mejores versos. • Hay especialistas en pedir el único plato que se ha acabado en el menú. • Entre el género epistolar no hay que olvidar la «carta de los vinos». • El vino blanco se olvida. El vino tinto se recuerda. • Vinos «gran reserva» quiere decir que no dirán a nadie cómo han sido mixtificados. • Me pusieron tantos cubiertos alrededor del plato, que esperé con atroz apetito la víctima de mi cirugía.

II
El que afila un cuchillo con otro en la comida del restaurante es como si se desafiase consigo mismo. • El pescado nace con el cuello abierto, como si estuviese preparado para que le degüelle el cuchillo del comilón. • El tono de las conversaciones del restaurante va subiendo hasta que parece hervir como una cazuela de mariscos. • El langostino huele a todo el mar. • Las ostras son de rústica peña por fuera, pero por dentro son de la más fina porcelana. • A la media botella de vino siempre le faltará la otra mitad.

III
Los violinistas de café reparten lonchas de jamón de violín. • Al servirnos una ración de jamón parece que nos sirven un bello crimen en lonchas. • En el vinagre está todo el mal humor del vino. • El que come patitas de cordero parece volver a cuando de niño se le caían todos los dientes de leche. • Hay una azulosidad en los huesos jóvenes de algunos animales que nos comemos que se ve que aún estaban llenos de ilusión. • El humillo de la botella de champaña recién descorchada es como el de la pistola de desafío recién disparada.

IV
Las rosquillas tienen una forma votiva, bíblica, antigua, ingenua, simpatiquísima, exquisita. • Hay unos tipos de restaurante que no miran a las mujeres de las otras mesas hasta la hora del cigarro y el café. • Elegía el puro como si eligiese una flauta en vez de un cigarro. • La única disculpa de que sea tan chica la taza de café es que preconiza la repetición: —¿Otra tacita? • Los que esperan que se vacíe una mesa en el restaurante lleno logran que nos atragantemos. • Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que nos ha tocado en suerte.


Y aquí podéis ver al gran Ramón Gómez de la Serna en acción:




Ernesto Giménez Caballero produjo el poema documental de Madrid en 12 imágenes "Esencia de Verbena". Dice así la sinopsis del vídeo:

Descripción desinhibida de lo que son las verbenas y, sobre todo, de lo que es su esencia, aquello que las nutre y constituye tanto en territorio lúdico y popular como en institución tradicional: autómatas, pasacalles, puestos de fruta, bailarinas, mercados, imágenes religiosas, organillos madrileños, gigantes y cabezudos, barracas de feria, carruseles, caballitos, órganos mecánicos, balancines, güitomas, tiro al "pim, pam, pum", danzarines, enanos, escaparates, teatros maravillosos, abanicos, disfraces, corridas de toros, toreros, mecánicos, fuegos artificiales, barracas fotográficas...; y también una boda, procesiones, la mirada a los muslos de una muchacha que se ajusta una medida, una pareja que pasea y se besa, la multitud...

En el participa Ramón Gómez de la Serna haciendo de Don Quintín en una atracción de feria:





Propuesta de escritura

Escribe una breve antología de 10 greguerías sobre objetos o circunstancias con las que te encuentres a lo largo de la semana.


Y estos son algunos de los trabajos enviados:


Primer amor

Primer amor, muy bien, pero lo importante es que no haya un último.

Para el primer amor todos los semáforos están en verde.

Ese primer amor, ¿te lo has cuestionado?, a lo peor no es tan amor.

Años llevo tratando de acordarme de a quién quise antes de aquel primer amor.

El primer amor te hace poeta en verso libérrimo.

Pepitas, Piluchis, rubias y morenas, bajitas y buenas mozas, de Jaén, de Soria. Nadie ha dicho que el primer amor haya de ser solo uno.

Claro, claro, el primer amor es el que está arriba de la lista.

Luna nueva, cuarto creciente, luna llena, cuarto menguante, y luego viene otra vez luna nueva; ¿por qué no pasa lo mismo con el primer amor?

El primer amor es el que abre la puerta.

Los bichitos que solo viven unas horas, ¿tendrán también su primer amor?

¡Umm! Me acuerdo de mi primer amor cada vez que lamo un helado.

Al primer amor le sobra el tiempo.

Siempre pasa lo mismo, el primer amor te deja en disposición de creer en lo que negabas el día anterior.

Para estrenar primer amor, las chicas deberían pintarse con lápiz de labios adherente.

Con el primer amor, acabas de despegar y ya te están avisando de que te pongas el cinturón, que vas a tomar tierra.

Hay que ver lo poco que dura el primer amor y lo que dura una suegra.

¿Cuánto dura la eternidad del primer amor? ¿Y qué ocurriría si te lo cuestionaras al principio?

El primer amor, es el que deja mejor sabor de boca; debería ir al final.

Siempre me extraño de que a los partidos políticos no se les ocurra incluir en su programa reediciones del primer amor para cada votante.

Pascual Martín
Grupo B


En la calle y en casa

El silbido del afilador, corta el viento y rechina en mis oídos.

El suelo de la calle lleno de colillas y papales, me ensucia el alma.

El viento y la lluvia, nos hace antipáticos.

Con los pantalones rotos, se ven elegantes.

Un cheposo, camina tras su centro de gravedad.

Un estirado, mirando al cielo, tropieza.

La grúa corta el aire y baila un vals.

Moviendo los pinceles , se crea belleza.

Con la mirada y la meada, convierto el váter en un estanque.

Las palomas de la paz, esparcen porquería y malestar.

Cuando dejo de ser vago y escribo, me olvido del lumbago.

José Luis Fonseca
Grupo A


Greguerías

La luna llena reflejada en un mar en calma, es el alimento espiritual de las sirenas.

Las mariposas son las acuarelas del espacio en primavera.

El agua mansa de las lagunas, es el espejo del cielo.

La lluvia son las lágrimas de las nubes doloridas por estar colgadas.
El reloj es el verdugo del tiempo.

Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B


Greguerías

Un estornudo es una afirmación enfática y virulenta.

El mundo es un Chupachups cuyo palito se inserta en mi ombligo.

Hay un dedo en la mano específicamente diseñado para indicar dónde están los agujeros de nuestra nariz.

Es extraño que la “Ñ” en el teclado se haya extrañado tan lejos y esté aledaña a la “L”.

El fuego del mechero enardece el ánima del cigarro.

La tecla ENTER es una sentencia inapelable.

Para proclamar nuestro amor al dinero hacemos la Declaración de la Renta.

Quién reprime nuestros excesos con la cerveza es el cinturón.

La percha es el patíbulo de nuestros trajes.

El tarot. Hay cartas sin sello que algunos creen que sellan el destino.

El paraguas es un cielo sujeto con andamios de fino metal.

La cortina es una guillotina lenta que corta las cabezas de los curiosos.

Andar es una obstinada competición en la que cada pierna pretende adelantar a la otra.

Un maniquí es alguien que no pudo escapar de un escaparate.

Pepe Lorenzo
Grupo B


Greguerías

Los libros son los ladrillos de las estanterías

La leche es agua bañada en luna

Las hierbas entre los adoquines son vecinas inesperadas

En los cipreses se columpian sueños de eternidad

Los viejos depositan sus sueños en los bancos

Las calles son las venas y arterias de las ciudades

Tras las puertas viven las ausencias y los huecos

En las nubes blancas hay monjas que se desvanecen

Vela encendida, flor que se extingue

Los gatos y las rosas forman buenas parejas.

Emilia González
Grupo B


Mis ¿greguerías?

Cuando las nubes están tristes, se desahogan llorando.

Las sepulturas llenas de flores, forman un jardín para los que ya no están.

Un maniquí desnudo piensa de qué le tocará vestirse hoy.

Los zapatos en un escaparate, no saben qué caminos recorrerán.

Una sonrisa, como una caja de bombones, siempre es bien recibida.

De un plato de fresas con nata, un niño puede pensar que así es el cielo.

Un paraguas cerrado, es el estoque que ataca a la lluvia, pero no acaba con ella.

Un abrazo amigo, es el apoyo que no te deja caer cuando el viento sopla fuerte.

Desayunar con un poema sería la prescripción de un nutricionista que ganaría el Nobel de medicina.

Poner fin a una tarea, es como cerrar la puerta.

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


1. La cafetera en marcha es , en la mañana, el gorjeo del despertar.

2. La ducha es una nube a punto de descarga.

3. El despertador es el traidor de los sueños.

4. Las zapatillas son el colchón de los pies.

5. El ascensor es una estación meteorológica.

6. El paraguas es el parachoques de la lluvia

7. Unos labios pintados son el escaparate de la boca.

8. El reloj es el marcapasos del día.

9. La luna es el lunar que ilumina la noche.

10. La almohada es el reposo de los sueños.

Rosa Celia González 
Grupo B


Greguerías mías

Mi perro es una alfombra, suave y calentita.

La cola de mi perro es un plumero.

Mi perro es un peluche que se mueve.

Mi madre tiene voz de bizcocho, blandito y dulce.

Los envases de plástico lloran, cuando están a punto de vaciarse.

Las olas son los rizos del mar.

Las nubes son las arrugas del cielo.

Alguien ha escrito algo en braille en el rallador del pan

Las semillas de los albaricoques son sus almendras sorpresa.

La masa de bizcocho protesta si se le hunde el dedo.

Teresa Sanz
Grupo B


Greguerías varias

La sal de la vida es el picante de determinados momentos

El mar se pasa la vida en salmuera

El camello tiene seguro de sol

El zig -zag es el sendero del beodo

Los árboles son el whatsapp de los perros

Nada como ser botón o cremallera para entender la dualidad permanente.

El polen es semen que no sabe de censuras

El viento arenga la ropa tendida.

El viento es el eterno antagonista del silencio

“Montar el número”, no tiene porque ser “eso que estás pensando”

La posesividad es a una relación, lo que la ortiga a la piel

La Duda, es la autora intelectual de los crímenes contra el sentimiento

y la única que, curiosamente, ha hecho progresar al ser humano.

Las sombras son los espejos del lado oscuro de los objetos.

Los sueños son las telenovelas del inconsciente.

Las dos formas más comunes de falsificar la historia son, la mentira repetida y el silencio cómplice.

La razón es el verdugo de los sueños.

La razón es la equidistancia entre dos ideas contrapuestas pero válidas.

La sinrazón desencadena la injusticia, esta al odio y paren el conflicto.

La guerra es fruto del matrimonio entre la injusticia y el odio oficiado por la sinrazón.

A pesar de que los gatos negros han logrado sobrevivir a la “mala suerte”, los hombres siguen fascinados por la superstición.

La libido es amiga de la aventura y enemiga del hastío.

Una ventana abierta es una invitación al fresco(sobre todo en pisos bajos)

Carlos García Riesco
Grupo A


Greguerías

1. El estrabismo es la paranoia de la mirada.

2. El tonto piensa por defecto.

3. La lengua pone el lazo al regalo de los labios.

4. El divorcio de mutuo acuerdo es el último sí, quiero, de los novios.

5. En los embotellamientos, los conductores borrachos hacen botellón.

6. Los labios apagados dan besos de humo.

7. La promiscuidad es una enmienda a la totalidad del matrimonio.

8. Las tripas del hombre son las cadenas de su espíritu.

9. Era un conductor tan indeciso que se quedaba sin gasolina en las rotondas.

10. El beso tiene la palabra deseo en la punta de la lengua.

Ignacio Aparicio
Grupo A


La luna es un gran almacén de sueños.

En un portalápices descansa un arcoiris.

El número "pi" es un trino infinito.

Estado civil: civil (izada)

El hielo se derrite cuando le besa el sol.

Calendario de cocina: reducción de pasado, presente y futuro.

Interior con plantas: jardín con aspiraciones.

A través de las ventanas se hace compañía al gato que anda por los tejados.

Hijo: principio sin fin.

Llegué, te ví y perdí.

Puro amor: egoísmo puro.

El canto del gallo es el big bang de la madrugada.

Un contable es cualquier persona dispuesta a oír a un chismoso.

La música es un ascensor sin techo.

Hombre: resuelto misterio irresoluto.

Mercedes González
Grupo A


El hombre fue a la Luna y la mujer llego amarte.

En el comienzo solo existía el hombre, la mujer vino de otro planeta.

Cuando todo acabe, quedaremos tu y yo.

No me atrevo a mirarte, porqué me lees el pensamiento.

Cuando todo es agradable, aparecen los nubarrones.

De las discusiones, salen las bodas.

El aire de la mañana, se lleva todos los sueños.

Cuando un hombre está con una mujer, solo ella sabe lo que va a pasar.

Luis Iglesias 
Grupo B


Una peluquería es una carretera por la que raramente una mujer llega donde quiere ir.

El pelo recién lavado huele a la primera vez de todas las cosas buenas.

El mayor admirador del peluquero son sus propias tijeras, que no dejan de aplaudirle; aunque también las hay que se dedican a cuchichear si está cortando bien o está cortando mal.

El cepillo es el administrador de una comunidad que desenreda los problemas vecinales; pero el peine tiene una diligencia superior, pues hace raya.

Los dedos del peluquero son diligentes nadadores que esperan con paciencia su premio: nadar en un mar de seda brillante.

Solo hay un tipo de moscardón capaz de rondar sobre la cabeza de alguien durante un cuarto de hora sin que ese alguien se inmute lo más mínimo: el secador.

La gomina es un coronel que sabe poner firmes a sus soldados.

La laca es un prestidigitador que, mientras manda callar (shhhhh), deja ensimismados a todos los que toca.

El tinte del pelo no es más que una mentira líquida.

El superlativo "fenomenal" probablemente nació en una peluquería; el superlativo "fatal", con total seguridad.

Cuando el peluquero termina su trabajo, el recogedor le pregunta a la escoba:¿me concede este baile?

Óscar Martín
Grupo A

Tautogramas y textos monovocálicos

La sesión del último lunes, antes de las vacaciones de Semana Santa, la dedicamos a los tautogramass y los textos monovocálicos
Un tautograma es, según Márius Serra, un texto compuesto exclusivamente por palabras que comparten inicial o, dicho tautogramáticamente, palabras próximas para poder perpetrar perseverantes peroratas parcialmente perpetuas...



Pusimos como ejemplo algunos tautogramas del libro "22 granos de arroz", de Isabel Castaño. Como este que dedica a la "C" con el título de "C de cólico y Cuba":

Cuando Cayetano Castor comió caldereta con cordero costroso, complacióle considerablemente. Cuando concluyó, cursó con cólico.
Cariacontecido, consultó con Cornelia, curandera cubana.
-Cúrame, Cornelia, cúrame: comí cordero copiosamente.
-Cálmate, Cayo, ¿cuánto comiste?
-Cuatro, Cornelia, cuatro cazos con copete.
-¡Caramba! ¡Cuantísima cantidad! Casi cascas, carcamal. Come cardo castellano, cursarás con corrupción.
-¿Con cuánta  cantidad comienzo?
-Con catorce cardos. Continuarás comiendo cuatro cada cuarto creciente. Cuando consigas cagar corriente, contente con cuaresma.
-Carajo, Cornelia, con cuantísimo cardo cagaré corrosivo.
-¡Coño, Cayo, cagarás como cualquiera, con calzón caído!
-¿Curaré?
-Convencida, Cayetano.
-Cuánto conocimiento contienes, Cornelia. Cuando cure, compensaré con creces.
-Calla, calla, con cualquier caridad cumplirás.
-¿Cómo cuál?
-¿Conoces Cuba? ¡Cuánta carestía! Castro colecciona cromos. Con cada colección completa conseguiré cupones canjeables con comida cubana.
-Concreta, ¿cuáles, cromos?
-Carbajales, Cachús, Cossini, Carlos…
-¡Coño, Cornelia, cuatro cromos clave!
-Comprométete, Cayito, concédeme comer comida cubana.
-Cornelia, cruzaría contigo continentes comiendo cascarria. Compartamos casa, comida, cargas, cariño. Conoceré Cuba. Comeremos coco con congrí, carnero camagüeyano, carne criolla. Casémonos, cubanita, casémonos.-(¡Caracoles, cuánto costó!) Claro, corazón, cuenta conmigo.

También hablamos del famoso tautograma, con forma de soneto, de Francisco de Quevedo en el que incluyó tres palabras que rompen el juego. Un mal día lo tienen hasta los clásicos. ;-)

Antes alegre andaba, agora apenas
alcanzo alivio, ardiendo aprisionado;
armas a Antandra aumento acobardado;
aire abrazo, agua aprieto, aplico arenas.
Al áspid adormido, a las amenas
ascuas acerco atrevimiento alado;
alabanzas acuerdo al aclamado
aspecto, a quien admira antigua Atenas.
Agora, amenazándome atrevido,
Amor aprieta aprisa arcos, aljaba;
aguardo al arrogante agradecido.
Apunta airado; al fin, amando, acaba
aqueste amante al árbol alto asido,
adonde alegre, ardiendo, antes amaba.

Y comentamos una original entrevista que con el título de "Conversación cotidiana cáustica" le hicieron al escritor colombiano Mauricio Reyes Posada.

Después nos ocupamos de los textos monovocálicos, como uno de los cuentos de Rubén Darío titulado “Amar hasta fracasar”. Incluímos aquí un fragmento:

La Habana aclamaba a Ana, la dama más agarbada, más afamada. Amaba a Ana Blas, galán asaz cabal, tal amaba Chactas a Atala.
Ya pasaban largas albas para Ana, para Blas; mas nada alcanzaban. Casar trataban; mas hallaban avaras a las hadas, para dar grata andanza a tal plan.
La plaza, llamada Armas, daba casa a la dama; Blas la hablaba cada mañana; mas la mamá, llamada Marta Albar, nada alcanzaba. La tal mamá trataba jamás casar a Ana hasta hallar gran galán, casa alta, ancha arca para apañar larga plata, para agarrar adahalas1. ¡Bravas agallas! ¿Mas bastaba tal cábala?. Nada ¡ca! ¡nada basta a tajar la llamada aflamada!
Ana alzaba la cama al aclarar; Blas la hallaba ya parada a la bajada. Las gradas callaban las alharacas adaptadas a almas tan abrasadas. Allá, halagadas faz a faz, pactaban hasta la parca amar Blas a Ana, Ana a Blas. ¡Ah ráfagas claras bajadas a las almas arrastradas a amar!. Gratas pasan para apalambrarlas2 más, para clavar la azagaya3 al alma. ¡Ya nada habrá capaz a arrancarla!.
Pasaban las añadas. Acabada la marcada para dar Blas a Ana las sagradas arras, trataban hablar a Marta para afrancar5 a Ana, hablar al abad, abastar saya, manta, sábanas, cama, alhajar casa ¡ca! ¡nada faltaba para andar al altar!
Mas la mañana marcada, trata Marta ¡mala andanza! pasar a Santa Clara al alba, para clamar a la santa adaptada al galán para Ana. Agarrada bajaba ya las gradas; mas ¡caramba! halla a Ana abrazada a Blas, cara a cara. ¡Ah! la a nada basta para trazar la zambra armada. Marta araña a Ana, tal arañan las gatas a las ratas; Blas la ampara; para parar las brazadas a Marta, agárrala la saya. Marta lanza las palabras más malas a más alta garganta. Al azar pasan atalayas, alarmadas a tal algazara, atalantadas a las palabras:
-¡Acá! ¡Acá! ¡Atrapad al canalla mata-damas! ¡Amarrad al rapaz!


Añadimos varios vídeos relacionados con textos monovocálicos. El primero es la canción de León Ciego titulada "Ojo con los Orozco":



Este otro vídeo es una canción de Mamá Ladilla titulada "En el vergel del edén":



Y por último incluímos el vídeo de Nach "Efectos Vocales", donde juega con tres textos monovocálicos con a, e y o.




Berto Romero le replicó en el programa BFN con un rap tautogramático con la vocal "i":





Propuesta de escritura

Propusimos como tarea escribir un tautograma o un texto monovocálico


Y estos son algunos de los trabajos enviados hasta ahora:


Salamanca

Salamanca sueña ser siempre solitaria sede, sitial señero. Silla sabia sin semejanza, su sabiduría señálala suprema. Sublimes santuarios surten su soto secular. Serpenteante sangradera socava su seno.
Salteadora sin sentimientos, seduce súbitamente.
-¡Suéñame!- susurra sugerente.
Sebastián, su sirviente sacerdote, se somete servil. Saqueado su sentido, seducido se sabe.
-¡Suéltame!- suplicará Sebastián sintiéndose sujeto, sin socorro, sospechando severos sacrificios.
Será, sin saberlo, sigilosamente sepultado so secretas, subrepticias sombras.
¿Será Salamanca su sepulcro sellado? ¿Será su sarcófago secreto? Sebastián, sin sosiego, se siente sañudamente sentenciado. Sobre su sudario, simple sotana, surge siniestro suero, sutil secreción, sangre sublimada. Según se dice, sucumbió sereno, salmodiando sincero: “Salamanca sacra, Salamanca soberbia, ¡Salve Salamanca!"

Pepe Lorenzo
Grupo B


Aristos

Amaba Atenas, adorábala.
-¡Alegre Atenas!- afirmaba asiduamente Aristos, afamado aedo. Acostumbraba a adjetivarla: ¡Amable!¡Ardiente!¡Amorosa!
Apolíneo anfitrión, agasajaba a amigos, abrazaba amantes…, asperjaba alegría. Aunque, asustado, abandonó Ática amenazada ante aquella armada asiria.
Ankara, agradable aldea, acogió a Aristos al ausentarse. Accedió a Arabia. Allí aprendió, álgebra, alquimia, ajedrez… Aunque atisbó arenosos altozanos, amó adorables aristócratas, apreció arrebolados amaneceres… agonizaba añorando alejadas aguas. Así arribó a Ática.
Allí abrió aritmética academia. Aceptaba alumnos aventajados, aquellos aficionados a aritmetizar, aunque además atendían al Álgebra. Ágora arriba, ágora abajo asimilaban aforismos, aprendían a argumentar, a analizar, a argüir. Asistían ateos, agnósticos, arrianos, aún aristotélicos. Avistabas aqueos, arcadios, alanos, además, árabes, alejandrinos, anglos… ¡Asombrosa amalgama! Advino así archiconocida academia.
Aclamado, acabó aunando animosidades. Antinoo, abyecto adversario, ansió arruinarle. Animó a alumnos apóstatas, amparó a avinagradas arpías, avivó asechanzas, armó astutas artimañas.
Al argentado amanecer, algo ardía. ¡Ah, aciaga ambición! Ahora abrasadoras ascuas advertiréis al asomaros al ágora. Ayer aclamada academia, ahora arcadas arrumbadas, asolado alcázar.
Aristos anduvo anonadado, apesadumbrado, atribulado. Al atardecer, ¡Ay, aberrante atrocidad! Alguien, animal aborrecible, apuñaló al afligido Aristos arrastrándolo al abismo. Abominablemente asesinado.
¡Adiós ateniense abnegado! ¡Adiós apreciado amigo!

Pepe Lorenzo
Grupo B


Meneveqéleqe

Escreber en texte meneveqéleqe ne es defécel. Te menden ene en el teller e el prencepee te eqejenes, pere répede qees en le qeente de que tede es desecher el meede e penerse qen elle. Seempre qeeste errenqer, pere es nede més heste der el premer tecleze. Esé qe me senté e, berle berlende qeme decée el cléseque, vee ye per el qeerte renglén. Ehere escrebe etre per de elles més, qe ne se trete de escreber El Qejete, e le mende. Ne cree qe veyen e hecerle demeseedes ebjeceenes, le he repesede e defécel qe enqeentren més de ene a.

Pesqeel Mertén
Grepe B


Haikus

Semana Santa,
saturación sonora
siempre solemne

Puerta postigo
pitillo pitillera
posibilidad

Alfredo Domínguez
Grupo B


Concierto con cariño

Cantautor comunica cesa cantar. Celebre cantautor, ( caballero con clase ), cabeza con cabello cano, convoca concierto con cuatro compañeros, compartiendo, cava, cañas, cervezas, canapés.
¿ Ciclo cerrado ?, creemos, compondrá canciones carismáticas, cordiales, crudas, con corazón, clientes cómplices, confiamos continuará..

Luis Iglesias 
Grupo B


Soneto cargado

Suspira, sol mío, sécate solo
Sobre sábanas sin sudores suyos.
Salida sin susurros, sin soslayos.
Sensibles sentenciados sin su símbolo

Conmueves con cada crueldad, cielo.
Cuantos chicos cuerdos calmas con caos.
Culpas con cubalibres, con chupitos,
cuando cortas culos con caramelo.

Somos sus soñolientas servidumbres
sacando sin sonrisas su silencio.
Sin saberlo, soledades sucumben.

Compadécete contra cien cojines
Cuando confundas cuerpos con cansancio
Conjunción candada con corazones

Alejandro López
Grupo A


“Telebasura”

Temiendo turulato tu tortura,
torcida telecosa, tu tostón,
tu tráfago trilero, tu tensión,
tu tinglado trivial, telebasura.

Tan torpe, tenebrosa tomadura,
tiqui-taca, tirria telepasión,
tanto turbio tomate tontorrón,
teletienda, tremenda tostadura.

Tertuliano tonante, tururú,
tu timo todológico, tu tocho;
telenoticias, tóxico trombón.

Tan triste traca traca toda tú,
transgredo tu triunfante tocomocho,
transmito tu terror, televisión.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Glosando goza gramíneo, gallito galeno guasón 

“Guaseábase garboso, gran gallito gallinero, Guiomar Guerrero Galán, guapo galeno gallego, glosando graciosamente gases, gripes, gonorreas, gangrenas,gastroenteritis, galvanitis, ganduleos, golondrinos,gingivitis, gravideces, galanteos…
Granuja grandisonante, garrido grandilocuente, genial gesticulador; gemía gatunamente, gansunamente graznaba, gangosamente gritaba genuinos guarismos gruesos, guiñando guasonamente gentilmente genuflexo.
Gigantescos giros gnómicos, gacélicas gambetas graves, grandiosos grotescos gestos, góticas glosas gozosas, gloriaban gratuitamente gastado garito gris…
Guiomar generosamente gustoso gastaba guita gozando guindosas gotas.
¡Guiaban graciosas guasas graduales guazas gloriosas!
Ginés Gurrionero Gañán, gaseoso gramíneo gruñón, generó gran griterío garantizando, gritón, galvanizar glacialmente galeno gil gratuito.
¡Gente gamberra grababa! 😳
Galanamente, garantes guardias gafaron gamberrada gestionando gravámenes”.

Mercedes González
Grupo A


Salamanca. Semana Santa

Seriedad, silencio,
se siente,
sólo susurros,
sin sonidos sobresalientes.

Suenan sonidos suaves,
sonatas sentidas
saludando sin sol,
sombra suprema.

Silbando sonatas,
santos sin sábanas,
señores, sombreros,
siempre silencio.

Soportes sobrios,
sanos, sudorosos,
saben salir
siempre sonriendo.

Sentimientos sinceros,
santos, sabios,
son saludables
sin sobresaltos.

Semana Santa. Salamanca.

José Luis Fonseca
Grupo A


Tratos tórridos

Tantos tontos tratando temas tan tremendamente tópicos terriblemente traumáticos, transmitiéndote temas tediosos. Truncan trovas, tuercen tratos.
Tales taimados, trufan trucos totalmente tranquilos.
Tocaremos tales temas totalmente, trayendo tipos tales:
Tamara, traza toscas tallas, tiene trajes típicos tahitianos, tinerfeños, taiwaneses, tiroleses. también tampax, tangas, telas, tules, tafetanes, tabardos todo tipo
-Tomás tomó tácitamente tronío torero. Tabica tablas. Tiene tripa. Toma torreznos, tequila. tacañea tabaco, tose.
También talentosamente, taladra talonarios terminados.
Tamara troyana tunanta, tamiza tortuosas tratos trampeando traseras trabazones.
Tomás, truhan tronante trifulquero, trama tretas tipo tocamientos.
Tropieza Tomás
Tamara trepa
Tienen tentaciones . Tocan torvos trozos. Topan triunfo.
Tamara taconea turbias tabernas, trémulos tarantos
Tomás trafica.
Trabájanse tales tentaciones turbulentas.
¡Tienen trato tórrido!
Tomás toca teatralmente teta…
Tamara trinca tranca…
¡Tenemos tálamo!

Carlos García Riesco 
Grupo A


César Cuadrado

Carlota camina con Carlos
Celedonio con Carmelo
Cristóbal camina con Clara
Catalina con Cristina
Cuando caminan comparten caminos
Colorean calendarios
Celebran cumpleaños
Cultivan cometas
Cosechan confites
Cosen continuas contusiones
Cicatrizan contratiempos
Cocinan comidas comunes
Cuando comen caldo con coles,
Cual cachorrillos cojos, cojean
Cuando comen cacao caliente
Cual cálidos cachalotes, costean

Catalina camina con Clara
Celedonio cocina con Carlos
Cuando Cristóbal caminó con Cristina, cojeaba
Cuando Carlota caminó con Carmelo, cosecharon
Cualquiera con cualquiera compone comedias

Cadera con cadera,
Cual cotidianos centauros,
Conjuga cosquillas con coces

César Cuadrado camina con César Cuadrado
Cuando camina camina con ceñudo ceño
Calcina calendarios
Congela cumpleaños
Cultiva cepos
Cosecha catástrofes
Cose continuas congojas
Cicatriza celofanes
Cocina comidas comunes
Cuando come caldo con coles,
Cual cuervo carroñero, carroñéa
Cuando come cacao caliente
Cual cangrejo cautivo, cangrejea

César Cuadrado camina con César Cuadrado
Cuando camina camina con ceñudo ceño
Cadera contra cadera,
Cual centauro contrahecho,
Conjuga con continuidad
Cerrojo con calamidad

Caminar con calzado candado confunde

Ana Isabel Fariña
Grupo B


Con T

Toribio Tapia Tejado, toledano, tipo tacaño, taciturno, timorato, tranquilo, tragaldabas, tragaleguas, talle tonel, trajeaba tosco tabardo terroso. Trabajaba tahona,”Tía Tina”, terminada tarea, transportaba tres talegas, tres tinajas testadas tinto, taberna, tambaleaba, tumbó terraplén. Tornó Timo, tío Timoteo, tenía talento, tenaz trabajador, tagarote; trajo tajuelo, tres taburetes, tomaron treinta tragos tinto, torreznos, tortilla, tasajo, torrijas, tocaron tambor, trompeta, tonadas típicas terruño, terminaron trompa. Tarde tórrida. Toparon Tino, taimado tahúr, tunante, tal tipo tenia tentación timarlos, tomar talegas, tras timba tramposa. Tal treta tuvo trabas: talento Timo, tormenta tardía, truenos trepidantes, tábano tamaño tremendo, taladra talón Tino, ¡triste tarde tuvo Tino!, tembleque, taquicardias, tiritando; tal tinglado, tropelía, terminó. Toribio, tras Timoteo, tarareando terminaron tasca. 

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


Por puro placer

Por primavera pongo palabras para poder prevenir pesares, partir penas, pasar páginas, pulsar pausa, poner paz, porque puedo.

Teresa Sanz
Grupo B


Certezas

Cuando ciertas certezas callan,
cuántos corazones ceden?.
Cárceles cotidianas, cicatrices curtidas, culpas cabizbajas, caricias con carencias...
Cuantas cefaleas confusas? Cientos.

Beatriz Gorjón
Grupo A


El deber del bebé bereber

¿Debe el bebé bereber, beber leche? ¿que desdeñe crepes en el destete?.
Que detecte el breve brete que le llegue.
¿Le merece que le mezclen leche efervescente?.
El endeble entender del bebé depende de clementes creeres, de célebres deberes desde que el nene crece.
Le mece gente excelente, preferentemente creyente.
Le deletreen preces celestes.
¡Que herejes mezclen excedentes de desdenes decentes!
Que federe gente que se rebele, que enseñe
Que regenere leyes herejes de jefes que veneren el yen.
Que este rebelde ser, regente gente fetén, que eleve el zen.

Carlos García Riesco
Grupo A

La entrevista literaria

La sesión del lunes pasado la dedicamos a las preguntas y a la entrevista literaria.
El escritor, al igual que el niño, tenía que cuestionarse el mundo y así mismo a la luz de las preguntas. Un niño de dos años suele hacer, según los especialistas, quinientas preguntas. Necesita conocer, nominar el mundo, aprenderlo a partir de las palabras. Pero a medida en que ese niño crece y a no preguntará el nombre de las cosas sino el porqué.
Para tomar contacto con las preguntas comentamos el texto "Muchas preguntas" de Gianni Rodari. Nos sometimos a algunas de las preguntas del Cuestionario Proust. Tratamos de responder a alguna de las preguntas de Neruda. Y en ese mar de dudas y preguntas mantuvimos una conversación con el único contacto de Bernardo Atxaga al otro lado de la frontera.

Acertijo

¿Qué poeta
comparó al humo con el Laocoonte?
¿Qué poeta escribió:
basta que alguien me piense, para ser un recuerdo?
¿Quién afirma que la última gota es simpre una lágrima?

Era una noche oscura.
Y volví a preguntarlo:

¿Quién escribió:
quiero morir de día, cuando aman los leones?
¿Quién escribió:
todo lo que no ha sido contado, es infinito?
¿Quién afirma
que el canto de los gallos sólo existe en los sueños?

Era una noche oscura
y nadie respondía.

¿Qué poeta
comparaba al diamante con el vuelo de un pájaro?
¿Quién oía la lluvia
caer como las gotas de una espada?
¿Quién escribió:
este vaso que yo bebo,
quedará eternamente vacío para ti?

Y quién llamó a las rosas música aprisionada.
Y quién dijo: -La mano que valía
para el amor,
también servirá para el odio.
Y quién dijo que sólo nuestras obras más puras
deberían unirse al séquito del pasado.

Aquel que me responda;
aquel que sepa
quién me robó cada uno de esos versos:
aquel será mi hermano.

Benjamín Prado. Iceberg


El libro de las preguntas

¿Por qué no enseñan a sacar miel del sol a los helicópteros?
¿Hay algo más triste en el mundo que un tren inmóvil en la lluvia?
¿Por qué no ataca el tiburón a las impávidas sirenas?
¿Cuántas abejas tiene el día?
¿Quiénes gritaron de alegría cuando nació el color azul?
¿De qué ríe la sandía cuando la están asesinando?
¿Por qué siempre se hacen en Londres los congresos de paraguas?
¿Cómo se llama una flor que vuela de pájaro en pájaro?
¿Y por qué el sol es tan simpático en el jardín del hospital?
¿Oyes en medio del otoño detonaciones amarillas?
¿Cómo se acuerda con los pájaros la traducción de sus idiomas?
¿Y con qué cifras va restando la hormiga sus soldados muertos?

Pablo Neruda


37 preguntas a mi único contacto al otro lado de la frontera

Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?
¿Encuentra su amor respuesta en un veinte o veintidós
por ciento de los casos, o como aquí son mudos los
teléfonos, corazones desiertos noche tras noche corazones
desiertos en la última habitación del laberinto?

¿Hay en vuestro reino, entre vuestros territorios, algún
lugar llamado Greenland o Groenlandia? ¿Son
sombríos sus valles? Hay gasolineras de la compañía
Shell? ¿Se acercan las mariposas hasta las conchas
amarillas? ¿Ni aun en invierno? ¿Nunca existió allí un
espía llamado Cenizas?

Dime, ¿Es feliz la gente allá al otro lado de la frontera?
¿Nunca soñáis con cangrejos? ¿Y con niños ciegos? ¿Os 
acordáis alguna vez del ciclista Tom Simpson, de cómo
se asfixió en el Aubisque? ¿Qué me decís de la imagen
de su maillot como una tabla de ajedrez rota sobre la
gravilla? Al otro lado de la frontera, ¿protege la hoja al 
fruto? ¿Hay fresas?

¿Tienen los peces abisales presentimientos acerca del
sol? ¿Saben distinguir la palabra Luz de la palabra
Sombra? Aquellos que al tomar el tren, desaparecieron
en la transparencia de la tarde, ¿Hasta cuándo
conservaron la ilusión de que podrían quedarse?

Se me ha dicho que para los pájaros no hay otro destino
que el viento y que hay barcos que jamás alcanzan un
puerto. Cuando vosotros habláis del destino. ¿A qué os
referís exactamente? ¿A las ventajas de un trabajo
seguro? ¿Quizá a lo que se come con salsa de naranja?
¿Nunca rezáis por las caravanas del desierto?

¿Son muchos, sois muchos los habitantes del otro lado
de la frontera? Esta gente que veo todos los días por la
calle, ¿vive allá?

Bernardo Atxaga

Y por último la entrevista que Leopoldo María Panero se hace a sí mismo recogida en su libro "Acerca de un posible testamento"

-Pregunta:  ¿Dónde quedó el malditismo?
-Respuesta: Del malditismo puedo decir que no fui yo quien lo inventó. Lo único que yo inventé, algo parecido a eso, fue Narciso. El resto son hipótesis deducidas de mi vida real, y mi vida real es una porquería, como cualquier clase de vida: es la vida lo que está maldito, estoy condenado a vivir.

-P.: Si tuvieras que empezar mañana (literariamente), ¿hacia dónde te dirigirías? ¿Persistirías en tu trayectoria anterior?
-R.: El desastre ha sido mezclar la literatura y la vida, hacer como he hecho yo de la literatura una ética. Si tuviera que empezar mañana literariamente, haría lo mismo que he hecho, pero procuraría no entrar en contacto con gentecilla a la que el tiempo se llevará, como al sombrero de Escarlata O’Hara, pero que quedan todavía ahí como algo incómodo, y que carecen de cualquier tipo de ethos literario, como Herman Broch decía en su opúsculo sobre el Kitsch: no son simplemente malos escritores, son delincuentes.

-P.: Lewis Carroll: ¿con que símbolos de la obra de Carroll te quedarías? Con el Espejo. Los relojes. El aparente  caos matemático del mundo. El cinismo. El orden despótico. El sentido del humor. Con lo infantil.
-R.: La paradoja del reloj parado de Lewis Carroll, que incluí en Matemática demente, me recuerda el tiempo del manicomio: espeso, sin aberturas, donde la vida real no es más que la perenne amenaza del recuerdo, como un reloj parado en medio del desierto.

-P.: ¿Dónde quedó el malditismo de la poesía española? ¿Cómo te afecta o cómo te implica o se relaciona con tu manera de ver la creación?
-R.: El malditismo de la poesía española ha seguido dando obras de calidad en poetas como Félix de Azúa y Antonio Colinas. The rest is silence. No me afecta en lo absoluto.

-P.: ¿Todavía piensas en crear?
-R.: Bueno, siempre he sentido una cierta repugnancia por el verbo “crear”. Prefiero las palabras “producir” o “hacer”. Pero la producción poética puedo decir que es el único hilo que aún me une al mundo, aparte de la perspectiva de largarme a Italia a trabajar en psiquiatría alternativa con Giovanni Jervis.

-P.: ¿Sigues pensando en llamarte Leopoldo Panero?
-R.: Bueno, supongo que te refieres a lo que decía en la revista La Luna, de cambiar de nombre en adelante. Aquello fue una depresión pasajera. El Leopoldo María me diferencia de mi padre, y he acabado, a base de luchas, por cogerle un cierto cariño. Para mí va unido con la tradición de escribir bien.

-P.: ¿Cuál sería la actitud del artista hoy? Filosofar-actuar-mentir-callarse.
-R.: Antes hubiera dicho que la tarea del artista era vivir su obra, realizar la literatura: “la poesía debe tener por objeto una verdad práctica”, como dijo Lautréamont. Hoy, dado lo peligroso de la empresa, no aconsejaría nada, salvo tratar de escribir bien, con dignidad.

-P.: ¿Qué podrías decirme ahora del dolor? ¿Cómo lo sientes ahora?
-R.: Lo que pienso ahora del dolor ya lo he escrito en mis poemas. Nunca he sabido lo que era el dolor, que se expresa en mí nada más que como una irritación, no como dolor. Se trata de algo peor que el dolor: “Puerta del infierno –del infierno de la imposibilidad de sufrir ya– este poema, este canto exhausto”, así lo describía en Narciso.

-P.: Si te dijeran la palabra “realidad”, ¿qué te sugiere? ¿Cuál es tu mundo ahora?
-R.: La realidad, dije yo en un proyecto de conferencia, es una estructura de la convivencia.
Quería decir con ello que puede modificarse. Pero mientras tanto consienten: un niño autista que se rasca las piernas, un viejo que se toca inútilmente la cabeza, un enfermro o varios que les golpean sin piedad (a mí se limitan a humillarme); nada que ver con los romanticismos que canta mi madre de mi estancia aquí.

-P.: ¿Qué te sientes primero, artista o persona?
-R.: Aquí es difícil sentirse alguien. Espero como algo grandioso sentirme tratado como persona, para esperar sentirme artista. Espero simplemente salir algún día de este infierno, esquivar como sea el peligro cósmico de mi madre, y tratar de tomar contacto en Italia con Giovanni Jervis, que tiene exactamente las mismas posiciones que yo en psiquiatría, es decir, que sostiene la tesis de que la locura es una respuesta normal a situaciones sociales de aplastamiento, que el mundo de la locura no empieza aquí sino allá, en quienes lo crean, y que esta es la única pretensión científica de la llamada psiquiatría, la de que la locura es una contestación lógica a estímulos ante los cuales cualquiera reaccionaría de la misma manera, lo mismo que el comportamiento ante la tortura es común a todos los individuos, y es por ello apto para ser descrito científicamente.

-P.: ¿Crees en la oración? ¿Qué tipo de oración?
-R.: “Rezo –pues las palabras vacías se marcharon / sin ser oídas y solo la plegaria queda / en pie– “ es un fragmento de un poema de Narciso. Actualmente he escrito otro que dice: “Reza por mí en la hora sombría de la lectura”. Sin embargo yo no rezo, pues no siento a Dios más allá, sino en el mundo, y este es el lado peligroso de la divinidad, su lado místico o experimental, que pone en cuestión la justicia de lo existente.

-P.: ¿Sientes alguna nostalgia?
-R.: “Si pierdo la memoria, qué pureza”. Ya te he dicho que veo el recuerdo como una amenaza. No siento ninguna nostalgia.

-P.: ¿Qué sientes tú ahora de la gente en general?
-R.: Yo me tomo muy en serio lo que Reich decía de la peste emocional. Una postura anárquica es más peligrosa de lo que se cree. Antes creía en la gente, ahora les tengo un miedo bárbaro.

-P.: ¿Se puede sentir gratitud por la gente?
-R.: Indudablemente sí, cuando existen razones para ello. Yo no tengo ninguna. Me identifico con aquellos clochards que he descrito en uno de mis poemas –el titulado “Storia”, que empieza “Tú has llegado hoy al final del mundo”–, echado en la acera, bebiendo su botella de vino tinto e insultando a los transeúntes.

-P.: ¿Por qué seguir pensando en escribir ahora?
-R.: Repe. Ya me has preguntado lo mismo cuando dijiste, al principio de la entrevista, si seguía pensando en crear. A no ser que te refieras entonces a una creación distinta de la literaria, como crear a Adán y Eva (yo he creado un golem, como Selomó Ibn Gabirol). En fin, te vuelvo a contestar. En principio es escribir o suicidarse. Queda una tercera posibilidad: cambiar de ambiente.

-P.: ¿Piensas tú que la gente desprecia la locura? ¿Tú que puedes decir de ello?
-R.: Esta es una pregunta muy apetitosa. En principio “la gente” no se limita a despreciar la locura, sino que la maltrata cómo y cuándo puede. De la racionalidad subterránea de esto hablo en un libro de próxima publicación que lleva por título Aviso a los civilizados. El hombre teme a la locura como teme a Dios, y por parecidas razones: ambos desconocen lo que sea el límite, y el hombre civilizado es eso; no es más que un límite.

-P.: ¿Puedes mencionar a una persona que odies y a otra que ames?
-R.: Odio a quien me odia, pero no demasiado. Simplemente hay gente que me molesta, como a la Reina de Corazones de Alicia cuando decía “que le corten la cabeza”. Son muchos para nombrar solo uno. Amo a una chica que me envió flores al manicomio estando en Leganés, que es un paraíso comparado con esto.

-P.: ¿Si te dieran la oportunidad de reencarnarte, en qué lo harías?
-R.: Esperaría un poco antes de reencarnarme para pensármelo. Es difícil porque lo he probado todo, o soñado todo: “yo que tantos hombres he sido”. Tal vez procurara escapar al ciclo de la reencarnación.

-P.: ¿Cuáles son los recuerdos más interesantes de los que te quieres apartar o a los que quieres aproximarte?
-R.: Prefiero no hablar de eso.

-P.: A los poetas siempre se les ha vinculado a la música. ¿Qué música te gustaría disfrutar ahora?
-R.: Scarlatti, Telemann, Mozart, Bach, “con Buxtehude y Kluge en la maleta / no solo un pájaro sino muchos”.

-P.: ¿Te preocupa ahora tu aspecto físico? ¿A qué estampa lo asociarías?
-R.: Sí, me preocupa ser guapo. Ahora estoy dejando de serlo. Me parezco a Artaud de joven.

-P.: ¿Qué significa recibir cartas o no recibirlas?
-R.: El coronel no tiene quien le escriba. Esto es grave. No se puede ser algo o alguien en un mundo sin otro. La única posibilidad de ese Robinsón es la locura. Afortunadamente no estoy tan solo, de vez en cuando recibo una carta de alguna amante o cosas por el estilo. Por lo demás me relaciono siempre oralmente, por teléfono.

-P.: ¿Por qué la máquina de escribir?
-R.: La máquina de escribir no es sin duda para escribir cartas. Es para escribir artículos o poemas, destinados a la imprenta, porque mi letra es ininteligible, a veces incluso para mí.
Finis operis



Propuesta de escritura

En esta ocasión tendrás que mirarte en el espejo de una entrevista literaria. Elige cinco preguntas del cuestionario Proust que quieras contestar, róbale otras cinco preguntas a Leopoldo María y contéstalas y completa al interviú con otras diez preguntas de tu propia cosecha. El resultado será un hermoso selfie literario.


Y estos son los trabajos enviados hasta ahora:

Entrevistándome a mi mismo

Buenos días, encantado de conocerme. Me voy a entrevistar y espero no mentirme mucho.
Comenzaremos por preguntas sencillas, que posteriormente se irán complicando.

Pregunta: ? tu color favorito?
Respuesta: el violeta. Me gusta el color, el olor y el sabor.
P:¿ tu ocupación favorita?
R: reflexionar.
P: ¿ qué aprecias más en tus amigos?
R: su absoluta sinceridad. Entre amigos no existe la mentira.
P: ¿ qué detestas más que nada?
R: los reproches.
P: ¿ cómo te gustaría morir?
Sin dolor. Siendo consciente del tránsito si lo hay, y si no, del final del camino sencillamente.

Nos estamos poniendo muy profundos. Vamos a frivolizar un poco.
P: ¿tus cantantes favoritos?
Céline Dion y Frank Sinatra. Creo que ambos representan la perfección.
P: ¿ tu canción favorita?
Noches de blanco satén por the Moody blues.
P: ¿ tu libro favorito?
R: La vida de las abejas de Maurice Maeterlinck. Este libro después de la vida de las abejas tiene la vida de las termitas, finalizando con la vida de las hormigas.
P: ¿tu principal virtud?
R: soy muy observador.
P: ¿ tu principal defecto?
R: la vanidad. Me encanta que me alaben.
P: ¿una ciudad para vivir?
R: Salamanca. Es la ciudad que elegí, y no me arrepiento.
P: ¿ un pueblo?
R: Frigiliana. Podría vivir en ese precioso pueblo.
P: ¿ un paisaje?
R: el pirineo aragonés.
P: ¿ tipo de vestido?
R: ropa cómoda, que no te impida rascarte en cualquier lugar del cuerpo.
P: cuando paseas, ¿hacia dónde se te va la vista?
R: Hacia los traseros de las mujeres.
P: ¿todavía piensas en crear?
R: siempre lo he pensado. Seguiré escribiendo y seguiré pintando hasta que realice la obra perfecta.
P: ¿qué podrías decirme ahora del dolor?
R: he sentido dolor físico con varios niveles de intensidad, y todos han sido tolerables pensando que eran efímeros.
Si pensáramos o creyésemos que iban a ser permanentes, desearíamos la muerte.
P: ¿crees en la oración?
R: Si. Siempre creí en la comunión de los santos, que viene a significar que todos entramos unidos y tanto tus plegarias como tus acciones,
influyen en el resto del mundo.
P: si pudieras reencarnarte, ¿en qué lo harías?
En un águila. Creo que tienen una visión distinta del espacio, además de tener muy buena vista.
P: si te dijeran la palabra " realidad ", ¿ qué te sugiere?
R: Es un concepto muy subjetivo. Todas las realidades pueden modificarse.
Para mi lo más importante es estar vivo y sin dolor.

Gracias, creo que no te has mentido, aunque lo sueles hacer a menudo.

José Luis Fonseca
Grupo A


Breve reflexión

Del cuestionario de Proust destacaría: La honradez en el hombre, la inteligencia en la mujer, la amistad de los amigos, la muerte de un hijo y las injusticias de la vida.

De la entrevista de L.M.P. a L.M.P., hay frases significativas que parecen dichas por una persona muy cuerda:

-El desastre ha sido mezclar la literatura y la vida...
-Tratar de escribir bien con dignidad.
-Espero como algo grandioso sentirme tratado como persona, para esperar sentirme artista.
-El hombre teme a la locura como teme a Dios...
-Odio a quién me odia, pero no demasiado. Amo a una chica que me envió flores al manicomio.
Me haría más de 10 preguntas, si todas tuvieran respuestas con soluciones favorables:

-Porqué hay tanta pobreza, habiendo tanta riqueza.
-Porqué el dinero que se utiliza para crear armamento, no se usa para investigación.
-Porqué los países no se ponen de acuerdo para salvar el planeta.
-Porqué se queman los bosques, se contaminan los ríos y los mares.
-Porqué todas las personas no tienen un trabajo digno y una vivienda.
-Porqué lo países ricos explotan a los países pobres y nadie dice nada.
-Porqué no se pone un tope a la riqueza personal, para una mejor distribución de todos los recursos naturales.
-Porqué no se acaba con la droga y todo lo que la rodea.
-Porqué a los niños y a las personas mayores no se la protege debidamente.
-Porque la iglesias es rica, habiendo tanta pobreza en el mundo.

Luis Iglesias
Grupo B


Iria se entrevista a sí misma

¿El principal rasgo de tu carácter? Simpatía. Me lo dice todo el mundo.
¿Mi ocupación preferida? auxiliar de biblioteca
¿El color que prefieres? Rosa
¿La flor que prefiero? la cala blanca.
¿Mi lema? cada segundo es una historia.
¿Qué podías decirme del dolor? ¿Como lo sientes ahora? Desde luego me ha echo sentirme viva. He superado una gangrena que solo sobrevive el 20% y es impresionante. El tejido es completamente nuevo y esta cicatrizado aunque tengo especial cuidados.
¿Crees en la oración? ¿Qué tipo de oración? Soy atea , pero hay algo en lo que si creo, que me mueve. No sabría explicarlo.
¿Sientes alguna nostalgia? Si, no haber estado con Sergio mas tiempo del que estuve y me dio.
¿Porque seguir pensando en escribir ahora? Sigo pensando...en publicar un libro de poemas, aunque he tenido colaboraciones con letra contemporánea, este sería propio.
Es lo mío.
A los poetas siempre se les ha vinculado a la música, ¿Qué música te gusta disfrutar ahora? Mozart, clásica, rap, Eminem, Natalia y Beth, el canto del loco...
¿Y uno de haikus? Interesante. ¿porque no?
Habla de la enfermedad...¿Como pensaste? Pensé que se iba mi mundo, y en ese momento lo acepté y luche y luche y aquí sigo. Lloré mucho mucho. ¿Que pensará Sergio? ¿Y David? cuando volví al gimnasio (no se me olvidará) David se me acercó y me dijo: aquí estoy lo que necesites no lo tienes que pedir. Me conmovió.
Menciona 4 escritores que te apasionen:
Desde el primer libro Camilla Lackberg, Stephen King, Jo Nesbo y Cesar Mallorquí.
¿Y de poesía? Sería. Miguel Hernandez, Felipe Benitez Reyes, Pablo Garcia Casado, Asunción Escribano, Maria Angeles Perez Lopez y Charo Ruano.
Tu mejor amiga va por el quinto libro..
¡Dios mio! Verdad ¡Valiente!
¿Hay alguna biblioteca a la que vas de dos veces semana? Miraltormes, además me cae al lado de donde cojo el pan. jajaja Tuvieron una acogida impresionante de mi colaboración con el taller.
¿Que te conmueve escribir? algo que me ha pasado, un amor, amistad, la enfermedad, la naturaleza, las injusticias...¡muchas cosas!
¿Volverías a tus años de letra contemporánea? Si. Fantástico. Gente maravillosa. Ahora sería distinto porque he madurado, mi poesía maduró conmigo.
¿Seguirás en el taller? Pues mira recuerdo perfectamente que entré porque una amiga mía cuando tenía 16 años me dijo de un anuncio en la biblioteca, y ambas entramos. Ahora por circunstancias ella esta en otra cuidad y yo he seguido. Estuve en Ponferrada un año y me fue imposible y luego retomé bastante. Ella siempre me pregunta.
Y el primer libro de colaboración con letra contemporánea...¿Sacarías otro? Si volviera lo haría encantada. Fueron unos años maravillosos también aprendí mucho, y me llevé grandes amistades que conservo.

Iria Costa
Grupo B


Entrevísto-me

¿El principal rasgo de tu carácter?
Así, a botepronto, no se me ocurre qué señalar. No estoy muy acostumbrado a las entrevistas. Mejor te la repasas cuando terminemos y pones tú mismo lo que te parezca. ¿De acuerdo?

De acuerdo. ¿Todavía piensas en crear?
Déjate a ver si empiezo. De momento me veo más como cosa creada que como creador.

¿Sigues pensando en llamarte Leopoldo Panero?
No, por favor, para seguirme llamando Leopoldo Panero tendría que haberme llamado antes Leopoldo Panero. Y no es el caso, como sabes.

¿Sientes alguna nostalgia?
Claro, claro, ¿cómo no voy a sentirla a mi edad? No quiero decirte cuántos años llevo dejados atrás porque lo mismo se te ocurre ponerlo.

¿Qué sientes tú ahora de la gente en general?
Lo mismo que siempre. O lo intento por lo menos. La gente es lo mejor que hay en el mundo. El día que piense lo contrario me dará mucha pena.

¿Tu principal defecto?
Bueno, alguna respuesta me tendrás que perdonar, ¿no?

¿Cuál sería tu mayor desgracia?
Marcharme de este mundo y hacerlo con la duda de si he sabido dejar huella en alguien. Es preferible que digan mal de uno a que nadie se acuerde ti para bien ni para mal. Aunque del difunto, difícil que nadie pregone sus defectos.

¿Dónde desearías vivir?
¡Hombre…! Parece mentira de preguntes eso a uno de Salamanca.

¿Hechos que te inspiran mayor indulgencia?
Los pecados de amor. Malo el día que no sintamos el deseo de caer en ellos.

¿Tus aficiones favoritas?
Me gusta el mundo. Me gusta mucho el mundo. Me pongo a relatarte mis aficiones y se nos acaba el tiempo.

¿Del Madrid o del Barça?
Eso está claro, del que es el mejor equipo del mundo. Y no me preguntes ahora cuál es de los dos porque a lo mejor no coincidimos.

¿Le tienes miedo a la muerte?
Cada vez menos. Lo tuve, pero eso lo cura el tiempo; en mi último cumpleaños me dio por echar cuentas y pasan ya de 30.000 los días que llevo peregrinando en este valle de lágrimas. Y de añadido, pienso que no me iré con las manos vacías. Pero eso es para mí nada más, conste; si he de ser juzgado en la otra vida no pienso alegarlo como mérito; confío mucho más en la indulgencia con que se me trate.

¿Sabes cuántas galaxias hay en el Universo?
No, en absoluto. No lo sabe nadie. Pregúntale a un científico, a un astrónomo, lo mismo te adelanta un número. Nada, no hagas caso, serán muchísimas más, o muchísimas menos. Bueno, pues yo todavía sé menos que ellos.

¿Juegas a la lotería?
No, por favor. Correría el peligro de que me tocase. Estoy bien entrenado a no tener dinero.

¿Eres feliz?
Lo suyo sería responder que razonablemente feliz. Pero no, pienso que lo soy en muy buen grado. Hay a nuestro alrededor mucho más bien del que necesitamos para ser felices y yo me acostumbré a ver el lado bueno de las cosas.

¿Me permites una pregunta comprometida?
Vamos con ella.

¿Te consideras creyente, agnóstico, ateo?
¡Vaya! No te andas por las ramas, ¿eh? Pues si actuamos por eliminación, verás: Ateo de ninguna manera, Dios me libre, sería una faena. Tampoco agnóstico, no veo yo tan inaccesible la noción de Dios; piensa en el Universo ese del que hablábamos antes, y que no entienden las mente más preclaras; y lo mismo hay más universos. De modo que solo me resta ser creyente, y pienso que de verdad lo soy. Pero eso no quiere decir que no me queden serias dudas. Me quedan… y que no falten.

¿Una pregunta que desees formularme tú a mí?
Sí, muchas gracias. ¿Qué te parece si le ponemos fin a este interrogatorio?

OK

Pascual Martín
Grupo B


Jaume Castejón entrevista a Jaume Castejón

01 P: ¿Mi principal defecto?
R: Sin ninguna duda la pereza. A veces me paso la tarde mirando por la ventana sin hacer todo lo que tengo por hacer..

02 P: ¿Cuál sería mi mayor desgracia?
R: Quedarme ciego, creo que no lo soportaría.

03 P: ¿Dónde desearía vivir?
R: En Islandia. Adoro el frío.

04 P: ¿El color que prefiero?
R: El naranja.

05 P: ¿Mi lema?
R: Siempre aprendiendo.

06 P: ¿Todavía piensas en crear?
R: Todo el día, a todas horas, cada segundo. Siempre que la pereza no me lo impida, aunque a veces mirar por la ventana también ayuda al proceso creativo.

07 P: ¿Sientes alguna nostalgia?
R: Claro, ha habido momentos en mi vida del pasado que han sido maravillosos, por eso a veces siento nostalgia de aquellos momentos. Pero no me obsesiono con ellos.

08 P: ¿Si te dieran la oportunidad de reencarnarte, en qué lo harías? R: No en qué, sino en mí mismo. Me gusta mucho mi vida, no la cambiaría por nada

09 P: ¿Qué significa recibir cartas o no recibirlas? 
R: Recibirlas es que alguien se acuerde de ti. Antes se escribían muchas, sobre todo en navidades, pero hoy en día las cartas son el whatsapp y el teléfono. Aunque a mí me gusta recibirlas, cada día recibo menos. Será porque mi pereza hizo que en su día dejase de contestarlas.

10 P: ¿Por qué la máquina de escribir?
R: ¿Máquina de escribir? No, yo escribo a mano, siempre a mano.. Cuando tenía que presentar algo a máquina me ponía enfermo. Me gusta mi letra y me encanta sentir la tinta corriendo y deslizándose por encima del papel de la libreta. Eso sí, cuadriculada.

11 P: ¿Qué superpoder te gustaría tener?
R: Volar. A veces vuelo en sueños y es algo maravilloso.

12 P: Si pudieras ir a cenar con un personaje, ¿quién sería?
R: Me hubiese gustado mucho compartir mesa con Ursula K. LeGuin.

13 P: ¿Cuál es la mayor locura que has cometido?
R: Bañarme desnudo y de noche en el mar. Acompañado, claro...

14 P: ¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?
R: Es curioso. De más joven quería ir al futuro. Ahora me encantaría viajar al pasado, pero al pasado remoto, cuando el hombre aún no era hombre.

15 P: Si pudieras aprender a hacer algo nuevo, ¿qué sería?
R: Me encantaría saber pintar y dibujar. Con cuatro lineas crear una figura. Sería maravilloso.

16 P: ¿Cuál es el último libro que has leído?
R: Los gemelos congelados de Andreu Martín y Jaume Ribera. Me lo leí en una tarde. ¿Los míos no cuentan, no?

17 P: ¿Cuál es el objeto más raro de tu habitación?
R: Un taper lleno de cilindros de emplatado que uso para las puestas de las mariposas de los gusanos de seda.

18 P: ¿Cuál es tu músico favorito?
R: Andreas Vollenweider. Es fantástico, te transporta a mundos lejanos, su música es mágica. Recomiendo el tema “The years in the forest” de su álbum “Eolian minstrel”. A mí me emociona ese final con flauta y arpa.

19 P: ¿Tienes miedo a algo?
R: Lo de los saltamontes me supera. Yo creo que es porque saltan de forma aleatoria y no puedo controlarlo.

20 P: ¿Cuál es tu tema de conversación favorito?
R: Todos los que me permitan una velada agradable con gente culta, educada y con ganas de aprender, que afortunadamente todavía existen.

Jaume Castejón
Grupo B


CINCUENTA AÑOS EN UNA MALETA

- P: ¿Por qué Aquí y Ahora?
- R: Porque en el mes de octubre pasado vi un cartel del Taller de escritura de la Casa de Las Conchas en el tablón de anuncios y ¡aquí estoy! Venciendo miedos.

- P: ¿Por qué Pensar en Escribir?
-R: Desde pequeña me gustaba contar historias, inventar canciones y escribir poesías; las redacciones eran mi tarea favorita y mis mejores notas escolares siempre llegaron de la mano de la Lengua y la Literatura. Aún conservo dos diarios de adolescente y el comienzo de una novela que nunca llegaré a escribir (sonrío).
Siempre me he expresado mejor con la letra que con la palabra; mis sentimientos fluyen ante el folio en blanco, y, sin embargo, me quedo en “blanco” cuando hablo con emoción.

-P: ¿Y por qué Escribir a Mano?
-R: Me gusta, no encuentro otra razón. Y como regla mnemotécnica. En la facultad tuve que aprender a tomar apuntes de forma rápida y me creé un lenguaje propio con signos y abreviaturas particulares que luego trascribía en limpio en folios en blanco y con buena letra. Al escribir y reescribir me di cuenta que aprendía con más facilidad los temas. Por cierto, tenían gran aceptación mis apuntes entre mis compañeros, jajaja.

-P: ¿Sientes Alguna Nostalgia?
-R: pues me gustaría contestarte que no, pero me engañaría a mí misma. Desde que cumplí los cincuenta años miro con añoranza hacia atrás y estoy más llorona que nunca. Tuve una infancia feliz donde nunca me faltó de nada a pesar de las estrecheces económicas; la época de universitaria fue la más divertida de mi juventud. Jamás podré olvidar el olor a Vida de mis hijos recién nacidos y lo que aprendí a valorar a mi madre entonces; el sabor del primer beso y las cosquillas en el estómago. Sabores y olores de mi vida… Por eso intento aprender algo cada día y me dejo sorprender por la Vida misma.

-P: ¿Temes el Dolor?
-R: No, me da más miedo la incertidumbre, el no saber dónde estoy y hacia dónde me dirijo. La traición y el dolor del alma me dan pánico.
El dolor físico es incapacitante, pero tengo la suerte de haber aprendido a convivir con él. Tengo un umbral de tolerancia muy alto.

-P: ¿Se Puede Sentir Gratitud por la Gente?
-R: ¡Por supuesto! Y aunque a diario suceden desgracias que te hacen dudar del ser humano, siempre encuentras pequeños héroes que te reconcilian con tu especie.

Creo que, en general, nos falta empatía y nos sobra individualismo. Tengo la suerte de trabajar en “hacer feliz a la gente”, como me dijo una niña. Es lo mejor que te pueden decir ¿Verdad?
Me gusta lo que hago y eso se transmite. Hay que se agradecida.

-P: ¿Qué Defectos Te Inspiran Mayor Indulgencia?
-R: Las mentirijillas de los niños. ¡La inocencia es tan tierna! En los adultos, la falta de voluntad, o como se dice ahora, la procastrinación.

-P: ¿Qué Quieres Ser de Mayor?
-R: Alegre, divertida, bailarina y viajera empedernida. Que nunca pierda la ilusión por aprender algo nuevo.
Mi deseo sería tener una casita cerca del mar y poder pasear en invierno por la playa vacía… ¡Ufff! Hecho en falta el mar. El sonido de las olas tiene algo magnético, me atrapa y me relaja.

-P:¿A qué Sientes Miedo?
-R: A la sinrazón, a los totalitarismos, a la manipulación informativa… Y tengo mucho miedo al olvido de lo que una vez fuimos, a no reconocerme ante un espejo, al Alzheimer.

-P: ¿Cuál es Tu Mayor Defecto?
-R: Sin dudarlo: la impaciencia y la vehemencia

-P: ¿Y Tu Mejor Virtud?
-R: Mi positivismo. Siempre me saca de apuros.

-P: ¿Cuál es Tu Mejor Creación?
-R: Diría mis volantes, jajaja: ¡andan sólos! Mis obras, como mis hijos, son parte de mí; muchas veces he sentido tristeza al despedirme de ellas; cada puntada la doy con esmero y dedicación. No me importa volver hacia atrás y deshacer una costura para rematarla mejor. Soy muy perfeccionista y eso, muchas veces, me trae quebraderos de cabeza. Yo veo una tela y sé que puedo sacar de ella. Parece magia pero yo lo considero una obra de arte ¿No te parece?

-P: ¿Qué esperas de Tus Amigos?
-R: Confianza y comprensión. Sinceridad y no un halago constante . Un hombro en el que llorar y alguien con quien compartir buenos momentos.

-P: La Cualidad Que prefiero en un Hombre Es…
-R: La misma que en una mujer: Sinceridad y Fidelidad. Somos iguales.

-P: Tu Flor Preferida es…
-R: Me encantan las flores, pero siento especial debilidad por las margaritas, quizás por el romanticismo de deshojar sus pétalos, o tal vez porque inundaban el camino que me llevaba al colegio. Cuando me casé, yo misma me hice el ramo de novia y decoré la iglesia con estas flores. Hasta hay una copla sevillana que relaciona mi nombre con el de mi flor: “ Soñaba la margarita con ser romero...”

-P: Un Color
-R: ¿Por qué escoger sólo uno? No imagino la vida monocromática ni en blanco y negro. Me gustan Todos.

-P: Un cuadro
-R: Otra respuesta complicada… No podría quedarme con uno solo. Pero aquí sí tengo que decir que hubo una obra que me dejó impactada: “La Ronda Nocturna” de Rembrandt; cuando lo vi por primera vez en directo en el Rijksmuseum de Amsterdam me impresionó tanto que me eché a llorar sentada ante él: las dimensiones del lienzo, el poder de la luz del farolillo de la niña, el dominio del claoscuro. Volví hace dos años a visitarlo y me resultó tan maravilloso como la primera vez.

-P: Un Poeta:
-R: El último que he escuchado en directo: Luis García Montero en el Aula Miguel de Unamuno de nuestra universidad, recitando de memoria a Federico García Lorca. Me acariciaba la piel. ¡Magnífico!

-P: ¿Rezas?
-R: Cada día, pero a mi manera. ¿Quién podría decir que no es una plegaria: “Hallelujah” de Leonard Cohen?

-P: ¿Cuál es tu Hobby Favorito?
-R: El baile y la lectura. El baile porque la capacidad de expresarse a través del cuerpo es sumamente excitante y la lectura por la posibilidad de vivir mil vidas desde el sofá de tu casa. También me gusta el cine, pero nunca veo una película que antes haya leído en novela.

-P: ¿Por qué el Título de la Entrevista?
-R: Por que me apasiona viajar, salir, conocer mundo, otras gentes, nuevas formas de entender la vida… ¡Enriquece tanto salir! No creo en las fronteras y me encantaría saber idiomas; eso es lo que más me frena a la hora de moverme sola. No me da pereza hacer la maleta.

-P: ¿Y qué Llevas en la Maleta?
-R: Siempre tengo la bolsa de aseo lista, que un buen neceser es fundamental, así como un botiquín de emergencias. Un sombrero para el sol, calzado cómodo, unos patucos por si voy de visita a algún templo donde te has de descalzar, ropa de lino para los países tropicales, un fular grande, que lo mismo te protege como te tapa y una alhohadita de viaje para los trayectos más largos. La ropa, dependerá de la temporada y el lugar. Y siempre, siempre, un cuaderno en blanco donde anotar mis experiencias.

-P: ¿Cómo te Gustaría Morir?
-R: Ufff!!! Muy viejecita y en paz conmigo misma. No me gusta pensar en ello, aunque sé que es algo tan natural como la propia vida.

-P: Un Lema
-R: No sabía qué ponerme y me puse Flamenca. Haciendo publicidad. Jajaja

Romy Martínez
Grupo A


A U T O E N T R E V I S T A N D O M E ( Por curiosidad)

¿Qué es el tiempo para ti? La empresa en la que tienes que trabajar durante toda la vida a pesar de saber que no puedes negociarle ni un minuto.

¿Para qué sirve el Arte? ¡¡Hoo el Arte!! Faro y anhelo de tantos y comedero de unos pocos( muchos de esos pocos , ni siquiera son artistas). Y a veces me pregunto,¿cuando harta el Arte?.

¿Si te dieran la oportunidad de reencarnarte, en que lo harías? En mi “ anti mente “; veo que “esto” va rápido y no creo que llegue a conectar con mi otro yo. Me gustaría que fuera como delfín(mamífero marino).

¿Cuales son los recuerdos más interesantes de los que te quieres apartar o a los que quieres aproximarte? Pregunta mal planteada. Los recuerdos más interesantes son los que no quiero apartar y si sentirlos próximos.

¿Quienes son tus heroínas históricas? Todas aquellas mujeres(mal estudiadas)que marcharon, en los siglos XV, XVI y XVII a las Indias. Y las indias que fueron claves en los pactos entre nativos y españoles. Para todas ellas mi profundo respeto y admiración

¿Qué significa recibir cartas o no recibirlas? Recibirlas y poder leerlas¡¡¡Bravo, estás vivo!!!. Solo comprendes la proximidad del Fin, cuando tus buenos y viejos amigos epistolares, bancos, Hacienda, Tráfico Ayuntamiento o diversas compañías de venta(por tu cumpleaños)comienzan a espaciar sus envíos.

¿Si tuvieras que empezar mañana persistirías en tu trayectoria? Por “deformidad conductual” haría cosas parecidas, seguramente. Pero esta es una pregunta retórica ¿Quién no empieza cada mañana? diría yo.

¿Tus héroes en la vida real? La gente corriente que todos los días trabaja y pelea por un futuro para ellos, sus familias y su sociedad, a pesar del constante bombardeo de consignas a las que están sometidos por videntes, iluminados y sectarios de uno u otro signo.

¿Cual es tu color preferido? Por qué conformarse con uno solo, pudiendo aspirar al Arco Iris.

¿Tus pintores favoritos? Rembrandt, el Bosco Velázquez, pero Goya, Van Gogh y Sorolla son…...muy buenos.

¿Qué es lo normal? Lo que los publicistas de las ideas, los arregladores de la opinión pública, los cruzados de las diferentes religiones y demás detentadores de “la verdad”, deciden validar en cada generación. Lo anormal es que les hacemos caso.

¿La cualidad que más aprecias en tus amigos? La inmortalidad( jode que se vayan cada vez más).

¿Te preocupa tu aspecto fisico? No generalmente. Solo empezaría a preocuparme, en la medida en que observara cara de preocupación en mis amigos al verme y estando seguro que su cara no está reflejando sus propias preocupaciones.

¿Qué es el progreso? El ombligo de las generaciones.

¿Para qué sirve el lenguaje? --¿Cual, el de ida o el de vuelta?.

¿Qué es un amigo? lo diré del siguiente modo: Diez amigos una peña o pandilla Nueve solo caben en dos taxis Ocho son cuatro parejas Siete una deliberación sin posibilidad de empate Seis media docena de personas conectadas de algún modo Cinco la mitad de la peña Cuatro una buena partida de mus Tres un buen viaje a cualquier parte Dos un gran abrazo al verse Un amigo, es un tesoro

¿Para qué sirve la imaginación? Para alimentar la esperanza.

¿Que es tener suerte? Conseguir un aparcamiento por la noche y que a la mañana siguiente tu coche no tenga encima ni una misera cagada de ave.

¿Qué es la curiosidad? El motor de la inteligencia.

Carlos Garcia Riesco
Grupo A


Entrevista
Teresa Sanz Sánchez entrevista a Sanz Sánchez Teresa


1. ¿Tienes un lema?
Sí, procuro seguirlo siempre. Haz lo que puedas con lo que tienes.

2. ¿Cuál es tu principal defecto?
Soy muy perfeccionista y exigente, tanto con los demás como conmigo misma. Ya he dicho 2 defectos, pero tengo más.

3. ¿Cuál es tu color favorito?
El rojo.

4. ¿Qué esperas de tus amigos?
Que sean leales y que cuenten conmigo.

5. ¿Una figura histórica que le ponga mal cuerpo?
Hitler.

6. ¿Qué podrías decirme ahor del dolor? ¿Cómo lo sientes ahora?
Creo que el dolor es parte de la vida. No podemos aferrarnos solo a él, pero tampoco negarnos a sentirlo, porque hay situaciones que nos producen dolor irremediablemente. Yo procuro permitirme sentirlo cuando considero que es lo que debo hacer y me funciona.

7. Si te dijeran la palabra realidad, ¿Qué te sugiere? ¿cuál es tu mundo ahora?
Lo primero que me sugiere la palabra realidad es estar con los pies en la tierra, bien asentados.En el vacío que puede suponer contar con todo el tiempo para mí misma voy encontrando las actividades y las personas que me llenan y no siento la necesidad de correr a buscar ni más personas ni más actividades.

8. ¿Por qué seguir pensando en escribir ahora?
Porque es el mejor momento para hacerlo.

9. Si te dieran la oportunidad de reencarnarte, ¿en qué lo harías?
En un águila imperial.

10. ¿Todavía piensas en crear?
Sí, pienso que es una de las mejores cosas que puede hacer el ser humano. Dentro de mis posibilidades y con independencia del resultado, quiero seguir creando.

11. ¿Sientes gratitud? ¿por qué o por quién?
Sí, claro. Por la misma vida, por mi familia y mis amigos, por mi perro.. Siento gratitud por quien no me la pide.

12. ¿Crees que la sociedad ha avanzado respecto a las oportunidades y el trato a las personas con discapacidad?
Respecto a las oportunidades, creo que sí. Las personas con discapacidad somos más visibles y participamos más en la sociedad, de forma más normalizada, más inclusiva.
Respecto al trato que se nos dispensa, creo que hay mucha información sobre el tema, pero me sorprende que a veces las actitudes sean las mismas que tenían en mi pueblo hace 50 años.
Durante mucho tiempo pensé que cierto tipo de trato tenía que ver con el nivel cultural de la persona. Por eso me sorprende tanto ver a estudiantes de magisterio de 20 años haciendo las mismas preguntas que la Blasa de mi pueblo.
Yo siento que en cuestiones que tienen que ver con lo social en general hay mucha tontería, mucho postureo. Lo políticamente correcto es estar a favor, de alguna manera. Por eso las discriminaciones y los prejuicios a veces son más sutiles, pero existen.
No quiero dar una visión completamente pesimista del tema, porque es verdad que hay avances. Me frustra mucho empezar en un grupo, actividad, conocer a alguien y tener que empezar otra vez por el principio. Llevo toda la vida explicando qué hay que hacer y qué no hay que hacer con nosotros y me canso, la verdad.

13. ¿Cómo te gusta que se comporten contigo?
Con naturalidad, algo tan sencillo y tan difícil a la vez

14. ¿Te consideras independiente?
Sí, soy todo lo autónoma que puedo en lo que tiene que ver con la ceguera. Además, me considero independiente. A veces me gusta la soledad y me agobian las personas que siento que me exigen mucho tiempo compartido.

15. Te consideras líder?
La verdad es que no. Me suele pasar que los líderes de los grupos y yo no acabamos de encajar, chocamos un poco. Quizá soy líder a mi manera y por eso me pasa.

16. ¿Tienes sentido del humor?
Sí, me encanta. Hace muchos años me dijeron que tenía un sentido del humor muy fino.

17. ¿Te consideras irónica?,
Sí, me encanta la ironía y la retranca. Tengo que tener cuidado a veces, porque o no se entiende o se percibe como algo agresivo. No me gusta tratar a los demás como no quiero que me traten a mí.
Ahora tengo un problema. Tenía que hacerte 20 preguntas. Llevo 17 y no se me ocurre nada más que preguntarte.

18.¿Qué hacemos?
Dejarlo aquí sin más. No me hagas 2 preguntas tontas solo por preguntar algo. No lo soporto.

Se acaba la entrevista.
La entrevistada y la entrevistadora se van juntas a cenar.

Teresa Sanz
Grupo B