Hablamos de El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, de Julio Cortázar y su particular Bestiario, lleno de seres cotidianos; de Juan José Arreola y su libro El gato de Cheshire; de Juan Perucho y su Bestiario Fantástico; de Lovecraft; de OPS; del poeta Ángel García López; de Pablo Neruda y del Bestiario-haiku de José Juan Tablada, entre otros.
Hablamos también de los volúmenes naturales de la Edad Media y de la relación de los bestiarios con la literatura y arte cristianos de occidente.
Hicimos una primera tarea, a partir del Bestiario de Adrienne Barman, de la editorial "El zorro rojo", un libro original con una acertada clasificación de las familias de animales.
Cada participante del taller abrió el libro y eligió un animal sobre el que tuvo que escribir un breve texto.
Nos detuvimos un instante en un magnífico libro, con un prólogo surreal y onírico firmado por Jean Fugére. Se trata del Bestiario de Stéphane Poulin:
Dejamos aquí un pequeño repertorio de textos. "El ave fénix" de Borges y Guerrero y "Caos y creación" de Enrique Anderson Imbert:
El ave fénix
En efigies monumentales, en pirámides de piedra y en momias, los
egipcios buscaron eternidad; es razonable que en su país haya surgido el mito
de un pájaro inmortal y periódico, si bien la elaboración ulterior es obra de
los griegos y de los romanos. Erman escribe que en la mitología de Heliópolis,
el fénix (benu) es el señor de los jubileos, o de los largos ciclos de tiempo;
Heródoto, en un pasaje famoso (II, 73), refiere con repetida incredulidad una
primera forma de la leyenda:
Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es
el de Fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en
tarde, que según los de Heliópolis, sólo viene a Egipto cada quinientos años, a
saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la
describen, su mole y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas,
en parte doradas, en parte de color carmesí. Tales son los prodigios que de
ella nos cuentan, que aunque para mí poco dignos de fe, no emitiré el
referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde Arabia hasta el Templo
del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de
mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso
después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después
vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre, el
cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que
el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía;
cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al Templo del Sol en
Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.
Unos quinientos años después, Tácito y Plinio retomaron la prodigiosa
historia; el primero rectamente observó que toda antigüedad es oscura, pero que
una tradición ha fijado el plazo de la vida del fénix en mil cuatrocientos
sesenta y un años (Anales, VI, 28). También el segundo investigó la cronología
del fénix; registró (X, 2) que, según Manilio, aquél vive un año platónico, o
año magno. Año platónico es el tiempo que requieren el Sol, la Luna y los cinco
planetas para volver a su posición inicial; Tácito, en el Diálogo de los
Oradores, lo hace abarcar doce mil novecientos noventa y cuatro años comunes.
Los antiguos creyeron que, cumplido ese enorme ciclo astronómico, la historia
universal se repetiría en todos sus detalles, por repetirse los influjos de los
planetas; el fénix vendría a ser un espejo o una imagen del universo. Para
mayor analogía, los estoicos enseñaron que el universo muere en el fuego y
renace del fuego y que el proceso no tendrá fin y no tuvo principio.
Los años simplificaron el mecanismo de la generación del fénix,
Heródoto menciona un huevo, y Plinio, un gusano, pero Claudiano, a fines del
siglo IV, ya versifica un pájaro inmortal que resurge de su ceniza, un heredero
de sí mismo y un testigo de las edades.
Pocos mitos habrá tan difundidos como el del fénix. A los autores ya
enumerados cabe agregar: Ovidio (Metamorfosis, XV), Dante (Infierno, XXIV).
Shakespeare (Enrique VIII, V,4), Pellicer (El Fénix y su Historia Natural),
Quevedo (Parnaso Español, VI), Milton (Samson Agonistes, in fine).
Mencionaremos asimismo el poema latino De Ave Phoenice, que ha sido atribuido a
Lactancio, y una imitación anglosajona de ese poema, del siglo VIII.
Tertuliano, San Ambrosio y Cirilo de Jerusalén han alegado el fénix como prueba
de la resurrección de la carne. Plinio se burla de los terapeutas que
prescriben remedios extraídos del nido y de las cenizas del fénix.
Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero. El libro de los seres
imaginarios.
Caos y creación
Al mundo le faltaba una criatura que pudiera consolar a todos. Entonces
los hombres crearon a Dios. Sea que lo concibieran pensando en sus mejores
sueños o, al contrario, que lo modelaran con el barro de la naturaleza y
siguiendo las líneas del miedo, lo cierto es que Dios salió con figura humana.
Ya el mundo estaba completo: tenía Dios.
Las bestias, con la cabeza baja, siempre miraban hacia el suelo; los
hombres, con la cabeza alta, a veces miraban hacia el cielo. Hacia dónde miraba
el Dios recién inventado nadie lo pudo saber. Solo, muy solo, se quejaba de
que, después de hacerlo tan parecido a los hombres, lo desterrasen sin embargo
lejos de los hombres; y paseaba por los baldíos del cielo preocupado por la
posibilidad de que un buen día, por inservible, los hombres lo deshicieran.
Enrique Anderson Imbert. El gato de Cheshire
Propuesta de escritura
Cada participante del taller extrajo una letra de una pequeña bolsa con el objetivo de escribir acerca de una bestia (real o inventada) y así conformar un bestiario colectivo.
Y estos son los trabajos recibidos hasta hoy (si llegasen todos los textos los organizaríamos, después, por orden alfabético, de momento los incluímos en el blog por orden de llegada):
Demonios
¿Quién no ha tenido el placer de conocer a alguno de estos… demonios…? Y es que los hay de toda forma y condición. Están los demonios burlones, que se asoman desde las alturas solemnes de nuestros monumentos para regalarnos sus… desvergüenzas, o los que, cuando más llueve y todos corremos como hormiguitas a refugiarnos del aguacero, se regocijan vomitando sobre nuestras cabezas sus bautismos celestiales. Están, también, ¡cómo no!, los demonios viciosos: glotones, lujuriosos, avariciosos, perezosones… Baste con dar un paseo entre el bullicio de las calles para ver, cual farsa descomunal y caótica, las muecas de todos ellos en un sinfín de rostros anónimos. Y es que… ¿a quién no le han llevado los demonios, ¡qué demonios!? Hay quien incluso dicen de él que tiene el demonio en el cuerpo, y quién no se ha puesto hecho un demonio exclamando a grito pelado: “¡cómo demonios! es que este niño es un demonio…?”. Hasta los hay con un talento del demonio y dicen de ellos que son unos genios, unos genios, a menudo, de mil demonios…
Pero lo cierto es que todos esos demonios, y muchos más, no son sino tenues destellos: obra muerta. Porque los verdaderos demonios, los verdaderos demonios… viven con nosotros. Sí, amigos, los verdaderos demonios son de carne y hueso, laten en nuestras entrañas, comparten un mismo aire y una misma sangre. Sin embargo, no hay que tenerles miedo, pues, al igual que los vinos fuertes, administrados con prudencia, son las grandes musas de la inspiración. Claro que… en ocasiones, pueden conducirnos a una ebriedad un tanto… ¡peligrosa!
No sé ustedes, pero, para mí, la verdadera tentación va de la mano de aquellos que se manifiestan, sin previo aviso, bajo la bellísima e irresistible apariencia de un cuerpo de mujer, dispuestos a seducirme, a hipnotizarme con sus encantos y arrastrarme a una dulce perdición. Y así, me embriagan, incendian mi alma y se divierten jugando prodigiosos malabares con mi frágil corazón. Sí, amigos, ese es el vino de los mil demonios con que yo acostumbro a emborracharme… Aunque después me imponga la cruel penitencia de una amarga resaca y, en el solar calcinado de mi alma, esos mismos demonios me dejen tan así… tan solito, removiendo rescoldos fríos y recogiendo uno a uno los mil añicos de un quebrado corazón… Y, por supuesto y pese a todo, suspirando: “Aaaaah… ¡Demonios!”.
Roberto Sánchez
Grupo A
Mierdas
Los que no ven al otro.
Los que extorsionan.
Los que dan codazos.
Los que se ríen de lágrimas ajenas.
Aquellos a los que no les importa que padres viajen con sus hijos en patera.
Los que humillan.
Los que no escuchan.
Los que maltratan.
Los que no se indigestan.
Aquellos a los que no les importa la dificultad de los maestros para educar en las escuelas.
Los que justifican el robo, aborrecen la cultura, miran desde arriba y de lado, acomplejan. Intimidan, subyugan, juzgan, sin listas de espera.
Mas duermen tranquilos. Esencial característica mierda.
Néstor Valverde
Grupo B
Jalafénix
Negro como el alma de un demonio, nocturno como la luna y grande como un carruaje. Así es el Jalafénix, rapaz mítica y casi desconocida, cuya leyenda empaña la verdad. Como su nombre indica, se alimenta del mitológico pájaro eterno, que contra de la creencia popular, sí puede morir definitivamente. Con su tamaño, cuando vuela proyecta una enorme sombra que impide apreciarlo, y ha alimentado la leyenda. No ayuda a desmentirla su dieta, pues al engullir al fénix, éste combustiona de forma innata en busca de su resurgimiento. Este fuego ha de ser exhalado necesariamente, por la supervivencia de nuestra criatura. Ya ven sus mercedes que todo tiene explicación. La próxima vez que escuchen que se ha avistado un dragón, no se dejen llevar por la superchería. Ahora saben que los dragones no existen.
Miguel Ángel Pegarz
Grupo B
Yaacabó
Ave insectívora de América. Desconocida por estos lugares. El pico y las uñas son muy fuertes. Cuando canta pronuncia las sílabas de su nombre para que sepamos que es ella. Se la distingue porque su pecho es rojizo, pardo en el lomo y el vientre parece que lleva camisa a rayas.
Los indios de aquellos lugares dicen que es un ave de mal agüero.
Es difícil confundirla con frases que solemos decir diariamente.
Los pesimistas nombran a menudo su nombre: "Lo nuestro yaacabó", "La Navidad yaacabó".
Los optimistas también se equivocan: "La guerra yaacabó" "El paro yaacabó"
El final de este relato, es muy fácil: "Yaacabó".
Luis Iglesias
Grupo B
Urutaú
Urú –pájaro-, taú - fantasma-
El pájaro fantasma, bien merece un sitio en nuestro bestiario.
En América Latina, Argentina, Colombia, Brasil….podemos encontrarlo en sus bosques o sabanas. Su nombre científico es nictibio urutaú (nyctibius griseus), pesa entre200 y 250 gramos, mide de unos 35 a 40 centímetros, sus plumas van desde el marrón al gris, tiene pequeñas pintas, negras, blancas y amarillas, así puede camuflarse entre las ramas de los árboles.
Por si no tienes la oportunidad de ir a conocerlo, ahí va una foto. Como ves destacan sus ojos saltones y amarillos, por la noche resplandecen, parecen lámparas, una de las leyendas dice que para ver a su amada, otros te dirán que si los miras directamente te volverás loco.
“La música del urutaú”, nos dice Neruda, dio origen a multitud de leyendas, leyendas de odio y amor, otras lo relacionan con brujas y el diablo.
“Alarido alto, espacioso y muy melancólico y lo repite con pausas toda la noche; haciendo creer a los bobos, que llora la ausencia del sol, porque comienza cuando éste se pone y acaba cuando sale”.
“ El canto y voz lúgubre de estas aves espanta, porque varias veces por la noche levanta su voz triste…”
“ Llena el silencio de los montes el eco de sollozos desgarradores que se agudizan en la sombra hasta producir angustiosa desazón”.
Inés Izquierdo
Grupo A
El vigisonte besucón
El vigisonte es una bestia muy pequeñita mitad vigilante y mitad bisonte. La naturaleza le dio permiso para ser exactamente aquello que quisiera, puesto que en su andadura evolutiva mucho había recorrido ya: sabía lo que era vivir de día y dormir de noche, cazar de noche y dormir de día, pasar los lunes al sol y los martes a la sombra… Antes de decidir exactamente qué es lo que quería ser primero pensó en aquello que con más frecuencia iba a hacer durante su desempeño existencial. Pensó, pensó y repensó y entonces eligió: en esta ocasión quería cuidar a los seres humanos adultos durante su descanso. Le causaban mucha ternura estos seres: tanto trabajo, tanta rutina, tantas prisas, tanto dar la talla, tanto ser lo que esperan que seas y tanta falta de besitos que les reconfortaran después de tan prolongado esfuerzo. Para ello tendría que ser pequeñito para poder esconderse, tener algo que le protegiera la mollera de un posible manotazo volador y finalmente tener unos morros diminutos con transmisores nerviosos.
¿Cómo sé si un vigisonte besucón me acompaña? Es sencillo, a través de sus besitos transmite señales eléctricas a tu piel para que permanezcas unos instantes más arropado bajo las sábanas antes de retomar la rutina, las prisas y el dar la talla. El vigisonte besucón reparte besos a montón.
Fani Carrillo
Grupo A
Zorro tatuado
En su larga cola,
de piel de algodón,
pinto las palabras:
amigo del sol.
Su presencia llama
mucho mi atención.
Yo quiero sentir
su fuerza y mi amor,
para ver en él
un mundo mejor.
Deseo mirar
su gran hermosura;
su pelo, sus garras
me dan más frescura.
Tatúo su torso
de imágenes bellas;
las patas me piden
que pinte sus huellas.
Mascota atrevida
tengo en mi poder
tatuada de flores
la quiero tener.
¡Qué bonito queda
con su gran disfraz!
Animal de hierro,
cariño me da.
Sofía Montero
Grupo B
El Golem
Tenía que dilucidar que cuatro palabras, que Tetragramaton, podrían hacer que aquel ser que había construido con sus manos tuviera vida propia vida humana, que tuviera sentimientos aunque fueran malos que más daba los humanos no eran perfectos; no quería que fuera un autómata.
A él siempre le habían dicho que cualquier persona virtuosa y sin mancha podría llegar, si no a ser Dios, a parecérsele haciendo un ser de la nada como él hizo; a crear un ser que fuera capaz de hacer los trabajos más pesados, las tareas más penosas y así facilitarla vida de su comunidad que siempre había estado, desde tiempos arcanos, ridiculizada, perseguida y exterminada por el poder.
Tenía que tener el conocimiento del alfabeto de las 221 puertas, él que vivía escondido en Josefov,el ghetto de Praga y que llevaba desde niño estudiando las Sagradas Escrituras, el Talmud, la Tora, la Cábala y sabía que muchos antepasados suyos desde la creación de Adán,el primer Golem, habían intentado elucidar los misterios de la creación.
Sabía que en la Edad Media un rabino había creado un autómata de barro con vida propia pero sin sentimientos.Para que obedeciera introducía en su boca un pergamino con las cuatro letras del nombre de Dios y le grabó en la frente la palabra EMET ( verdad) y el autómata respondía cualquier orden. Acató hasta aquella que le dio la mujer del rabino de ir a buscar agua al Moldava y la cumplió tan al pie de la letra que inundó toda la parte vieja de la ciudad,el ghetto incluido hasta que secó el río; causando otros desmanes que los cronistas narran.
El sabía que cualquier fallo en el Tetragramaton ocasionaría una catástrofe; ya lo sabían sus antepasados que tuvieron que borrar de la frente del Golem y convirtieron EMET en MET (muerte).
Ese Golem destruido revivía cada 33 años y se aparecía en una ventana de a Gran Sinagoga de Josefov.
Adonai, Elohe, Eyon, Olam, Rohi, Yhvh, Yod, Hei Vav, Betel, Shofet, Eloah, Abba, El Chai, que palabra tendría contenido el nombre perfecto de Dios para dar vida al autómata?
Lucio Gómez
Grupo A
Tucán
Tucán, ave tropical, exótica, elegante, colorida. Símbolo de fidelidad, permanencia y colaboración. Pero en lo que me voy a fijar en esta descripción es en su desmesurado pico. Tal vez pienses que, por sus dimensiones, pudiera engullir gran cantidad de comida. Te equivocas. Su diminuto estomago se encarga de eliminar el alimento en menos de media hora.
Del mismo modo, las personas tucanes nos llevan a equívocos. Están limitadas por sus ansias de poder, su bien cultivado orgullo y no menos por la propia ignorancia e inconsciencia.
Magos de la realidad, creadores de imposibles. Demasiada palabrería que no conlleva actos pues están carentes de voluntad y compromiso. Imágenes de espejo sin fondo, boletos de feria trucados, sobres sorpresa que solo dicen “siga jugando”.
Carecen de melodías agradables y solo emiten graznidos de necesidad y reclamo.
Y me miro: ¿Seré una persona tucán?
Paloma Rodríguez Prieto
Grupo A
La Hidra de Lerna
Orígenes
La Hidra nació a orillas del lago de Lerna, de la unión entre Tifón, el dragón de cien cabezas, y Equidna, la mujer serpiente. Se dice que heredó de su padre su carácter polifacético y, de su madre, su actitud rebelde y movimientos sinuosos. Fueron sus hermanos Cerbero, Ortro, la Esfinge, Ladón, el León de Nemea, el Dragón de la Cólquida y la Cerda de Cromión. De acuerdo con algunos relatos, la Hidra era una criatura acuática de siete cabezas, pero otros alegan que eran tres, cinco, nueve, cien o incluso más. La variedad de versiones se explica fácilmente: si alguien cortaba una de sus cabezas, en su lugar crecían dos más. Por si fuera poco, una de sus cabezas tenía la propiedad de ser inmortal.
Juventud y trayectoria
Al igual que varios de sus hermanos y otros contemporáneos, la Hidra sufrió de ataques, malos tratos y acoso escolar desde muy temprana edad debido a su apariencia física, calificada de monstruosa. Como bien se sabe, en el mundo clásico se trataba como deporte el abuso, caza y asesinato de cualquier ser que no tuviera lo que por el momento se considerara el número estándar de cabezas o que presentara rasgos de más de una especie. Los ataques a la Hidra se tornaron aún más virulentos dado que esta padecía de un severo problema de halitosis, lo que no solo fue motivo de burlas, sino que llevó a algunos a acusarla de envenenar las aguas del Lerna. Ella aguantó con grandes muestras de valentía estas calumnias, las que, al parecer, solo tenían el efecto de multiplicar su perseverancia e inteligencia.
En vez de sucumbir al acoso de sus pares, la Hidra decidió utilizar sus supuestos defectos a su favor, por lo que siguió los pasos de su hermano Cerbero y comenzó a trabajar como portera de la entrada subacuática del inframundo. Fue así como entró en contacto con la diosa Hera, quien no tardó en darse cuenta de su gran potencial. Al conocer que el verdadero sueño de la Hidra era dedicarse a la investigación científica, Hera le ofreció su amparo y patrocinó varios de sus proyectos. Entre estos, cabe destacar su estudio sobre las propiedades curativas del plátano y sus investigaciones en torno a la contaminación ambiental en el lago de Lerna. La Hidra sospechaba que esta era la causa de las mutaciones en su familia.
Sin embargo, estos trabajos se vieron interrumpidos tras la muerte y desollamiento de su hermano, el León de Nemea, a manos de Heracles. El suceso sumió a la Hidra en una profunda depresión.
Trágico final
En este punto, debemos desviarnos un poco del tema para hablar del verdugo de la Hidra y, así, comprender mejor las circunstancias de su muerte. El criminal conocido como Heracles, o Hércules, dio muerte a su esposa, a sus propios hijos y a dos sobrinos. Heracles declaró ante las autoridades que el incidente se debió a un “arranque de ira” producido por la diosa Hera, quien, al momento de los hechos, ni siquiera se encontraba por los alrededores. En vez de ser condenado por su horrendo crimen, Heracles tuvo la opción de redimir su culpa por medio de una serie de actividades, en su mayoría, delictivas, que luego vendrían a conocerse como “los doce trabajos”, los cuales incluyeron cuatro robos, cuatro secuestros, tres asesinatos y la limpieza de un establo.
Heracles ni siquiera tuvo el valor de enfrentar a la Hidra solo. Dado que había oído hablar de sus capacidades regenerativas, recurrió a la ayuda de su sobrino Yolao. Heracles se encargó de cortar las cabezas de la Hidra, mientras que Yolao cauterizaba las heridas a fin de evitar el crecimiento de nuevas cabezas. Se cuenta que dado que una de las cabezas era inmortal, Heracles la enterró bajo una piedra. Durante la lucha, un cangrejo, íntimo amigo de la Hidra, intentó defenderla de sus atacantes y también perdió la vida. Hera recompensó tanto el sacrificio del cangrejo como el valor de su protegida creando las constelaciones de Cáncer e Hidra.
La Hidra en la cultura
A lo largo de los años, la Hidra ha sido representada en diferentes medios. Se han encontrado broches inspirados en esta que datan del siglo VII a.C., así como vasijas y otros artefactos. Su asesinato ha sido inmortalizado por artistas como Francisco de Zurbarán, Gustave Moreau y Antonio de Pollaiolo, entre otros. La Hidra también es una de las figuras que engalana el Cielo de Salamanca, obra del pintor Fernando Gallego que puede apreciarse en el Patio de Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca.
A pesar de que las únicas faltas cometidas por la Hidra fueron tener mal aliento e intentar defenderse al ser atacada por dos hombres, al día de hoy se la sigue catalogando como un monstruo maligno y despiadado. El escritor Jorge Luis Borges la incluyó en su bestiario y realizó un dibujo en el que esta servía como metáfora de la dictadura en el mundo moderno. Asimismo, Marvel Comics la ha utilizado para dar nombre e imagen a un grupo terrorista.
Para nosotros, sin embargo, la Hidra de Lerna no debe ser vista como una bestia malvada, sino como un ser fantástico, la clase de ser que no se rinde ante la adversidad.
Ismarie Díaz Flores
La Hidra de Lerna
Orígenes
La Hidra nació a orillas del lago de Lerna, de la unión entre Tifón, el dragón de cien cabezas, y Equidna, la mujer serpiente. Se dice que heredó de su padre su carácter polifacético y, de su madre, su actitud rebelde y movimientos sinuosos. Fueron sus hermanos Cerbero, Ortro, la Esfinge, Ladón, el León de Nemea, el Dragón de la Cólquida y la Cerda de Cromión. De acuerdo con algunos relatos, la Hidra era una criatura acuática de siete cabezas, pero otros alegan que eran tres, cinco, nueve, cien o incluso más. La variedad de versiones se explica fácilmente: si alguien cortaba una de sus cabezas, en su lugar crecían dos más. Por si fuera poco, una de sus cabezas tenía la propiedad de ser inmortal.
Juventud y trayectoria
Al igual que varios de sus hermanos y otros contemporáneos, la Hidra sufrió de ataques, malos tratos y acoso escolar desde muy temprana edad debido a su apariencia física, calificada de monstruosa. Como bien se sabe, en el mundo clásico se trataba como deporte el abuso, caza y asesinato de cualquier ser que no tuviera lo que por el momento se considerara el número estándar de cabezas o que presentara rasgos de más de una especie. Los ataques a la Hidra se tornaron aún más virulentos dado que esta padecía de un severo problema de halitosis, lo que no solo fue motivo de burlas, sino que llevó a algunos a acusarla de envenenar las aguas del Lerna. Ella aguantó con grandes muestras de valentía estas calumnias, las que, al parecer, solo tenían el efecto de multiplicar su perseverancia e inteligencia.
En vez de sucumbir al acoso de sus pares, la Hidra decidió utilizar sus supuestos defectos a su favor, por lo que siguió los pasos de su hermano Cerbero y comenzó a trabajar como portera de la entrada subacuática del inframundo. Fue así como entró en contacto con la diosa Hera, quien no tardó en darse cuenta de su gran potencial. Al conocer que el verdadero sueño de la Hidra era dedicarse a la investigación científica, Hera le ofreció su amparo y patrocinó varios de sus proyectos. Entre estos, cabe destacar su estudio sobre las propiedades curativas del plátano y sus investigaciones en torno a la contaminación ambiental en el lago de Lerna. La Hidra sospechaba que esta era la causa de las mutaciones en su familia.
Sin embargo, estos trabajos se vieron interrumpidos tras la muerte y desollamiento de su hermano, el León de Nemea, a manos de Heracles. El suceso sumió a la Hidra en una profunda depresión.
Trágico final
En este punto, debemos desviarnos un poco del tema para hablar del verdugo de la Hidra y, así, comprender mejor las circunstancias de su muerte. El criminal conocido como Heracles, o Hércules, dio muerte a su esposa, a sus propios hijos y a dos sobrinos. Heracles declaró ante las autoridades que el incidente se debió a un “arranque de ira” producido por la diosa Hera, quien, al momento de los hechos, ni siquiera se encontraba por los alrededores. En vez de ser condenado por su horrendo crimen, Heracles tuvo la opción de redimir su culpa por medio de una serie de actividades, en su mayoría, delictivas, que luego vendrían a conocerse como “los doce trabajos”, los cuales incluyeron cuatro robos, cuatro secuestros, tres asesinatos y la limpieza de un establo.
Heracles ni siquiera tuvo el valor de enfrentar a la Hidra solo. Dado que había oído hablar de sus capacidades regenerativas, recurrió a la ayuda de su sobrino Yolao. Heracles se encargó de cortar las cabezas de la Hidra, mientras que Yolao cauterizaba las heridas a fin de evitar el crecimiento de nuevas cabezas. Se cuenta que dado que una de las cabezas era inmortal, Heracles la enterró bajo una piedra. Durante la lucha, un cangrejo, íntimo amigo de la Hidra, intentó defenderla de sus atacantes y también perdió la vida. Hera recompensó tanto el sacrificio del cangrejo como el valor de su protegida creando las constelaciones de Cáncer e Hidra.
La Hidra en la cultura
A lo largo de los años, la Hidra ha sido representada en diferentes medios. Se han encontrado broches inspirados en esta que datan del siglo VII a.C., así como vasijas y otros artefactos. Su asesinato ha sido inmortalizado por artistas como Francisco de Zurbarán, Gustave Moreau y Antonio de Pollaiolo, entre otros. La Hidra también es una de las figuras que engalana el Cielo de Salamanca, obra del pintor Fernando Gallego que puede apreciarse en el Patio de Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca.
A pesar de que las únicas faltas cometidas por la Hidra fueron tener mal aliento e intentar defenderse al ser atacada por dos hombres, al día de hoy se la sigue catalogando como un monstruo maligno y despiadado. El escritor Jorge Luis Borges la incluyó en su bestiario y realizó un dibujo en el que esta servía como metáfora de la dictadura en el mundo moderno. Asimismo, Marvel Comics la ha utilizado para dar nombre e imagen a un grupo terrorista.
Para nosotros, sin embargo, la Hidra de Lerna no debe ser vista como una bestia malvada, sino como un ser fantástico, la clase de ser que no se rinde ante la adversidad.
Ismarie Díaz Flores
Grupo B
El corcodomo
Dícese de un ave de gran tamaño que, según los testigos, habita en los bosques de Siberia Central y Oriental. Su existencia no ha sido confirmada, ni por la comunidad científica, ni por las autoridades rusas.
De acuerdo a los testigos el corcodomo es un pájaro de color negro, con extremidades de color grisáceo. Su aspecto recordaría al de un cormorán aunque el corcodomo tendría un mayor tamaño y envergadura que éste y un pico más corto. Su hábitat sería diferente, pues el cormorán vive en zonas húmedas y el corcodomo en zonas frías y boscosas.
Sin embargo, la mayor peculiaridad del corcodomo es que contaría con cuatro alas de idéntico tamaño.
El exotismo de esta especie ha atraído a cientos de zoólogos, curiosos, aventureros y tarambanas que compiten por capturar un espécimen vivo o, al menos, fotografiarlo.
La especie no contará con un nombre científico hasta que no se demuestre su existencia.
Óscar Fernández
Grupo B
El Saurón
Posee un exoesqueleto de capa negra y patas ingrávidas de caballo para circular por los sueños de los niños.
Le precede un sonido sordo de pánico que despierta sudorosos y asustados a unos y los otros, que intuyen la proximidad, se ven envueltos en un tornado desesperanzado en el que transcurre toda la noche.
Ni el grito de, ¡mamá! logra ahuyentarlo
Se desplaza por el aire y no le faltan víctimas de cualquier parte del universo onírico.
No se ha sospechado de desapariciones de niños por este ente atemorizador pero si se han comunicado casos de trastornos en la vigilia en la que el soñador queda mudo aferrado a la almohada. Se trata de casos aislados que duran unos minutos hasta que el recién despertado toma conciencia de que debe levantarse si quiere ver los dibujos animados de la tele.
Los delirios del Saurón coinciden con situaciones de celos de un hermanito, divorcio de los padres, gran afición a la lectura o con un exceso imaginativo del menor.
Para ocultar el pequeño orificio por dónde se cuelan las pesadillas, es suficiente con colgar un atrapasueños en el dormitorio con lo que el Saurón verá truncado su paso y dejará de interferir en los felices sueños de los niños.
Antonia Oliva
Grupo B
Leopardo
Al leopardo nunca le gustó el nombre que le había tocado. Odiaba cuando el profesor pasaba lista y cantaba ese Pantera Pardus. ¿No era aquel un nombre vulgar, sin clase? En su opinión, no representaba en ningún modo a su notable familia: los félidos. El leopardo siempre había pensado que sus familiares – el león, el jaguar, el tigre – habían salido mejor parados que él en el árbol genealógico animal. Por eso, en cuanto pudo, se cambió el nombre y “leopardo” se convirtió en su pseudónimo artístico.
Desde bien temprano, el leopardo sintió la necesidad de diferenciarse y marcar tendencia. Su primo, el león, se fue a hacer las américas y conquistar Hollywood con sus rugidos. El leopardo también sabía rugir, y no lo hacía nada mal, pero se quedó en África: quería que su carrera prosperase en su hábitat natural.
Su trayectoria despegó con la popularización del animal print en el mundo de la moda. Este estilo imitaba su piel moteada rubia salpicada de manchas marrones. El leopardo se servía de ella para cazar sigilosamente y camuflarse con el entorno. Nunca imaginó que pudiese usarse para llamar la atención en ropa, zapatos y complementos varios; pero sí que lo hizo y triunfó.
Sin embargo, la fama y el éxito no han cambiado al leopardo, que siempre ha hecho gala de un carácter solitario. Sigue calzando garras retráctiles en sus potentes patas y no ha renunciado a trepar árboles, diga lo que diga la gente. Continúa gustándole la vida nocturna y aprovecha el día para recuperarse de sus excesos, como toda estrella de la moda.
Con un ritmo de vida frenético, el leopardo puede permitirse una dieta a base de carne, muy variada, pero carnívora a fin de cuentas. Aunque esté mal visto, no hace ascos a nada y caza desde los típicos herbívoros ungulados hasta roedores y primates, pasando por pitónidos y aves – si bien es cierto que estas últimas, a pesar de su delicioso aspecto (véase la pintada vulturina) agotan su paciencia al tener que desplumarlas antes de devorarlas.
Cuando está repleto, el leopardo no puede evitar presumir de pelaje en las sabanas africanas. Acostumbrado a las cámaras, hace tiempo que se despreocupó de saber dónde terminan apareciendo las imágenes que graban. Alguien le dijo una vez que, con ellas, montaban documentales superventas sobre su vida. Y, satisfecho, el leopardo se apuntó otro tanto a su favor.
Beatriz González
Grupo B
Delfín
Caminando por las orillas de la playa me fijo que hay unos pequeños delfines.
Me acerco para meterme en el agua, mientras estoy metido en el agua observo que se acerca a la orilla unos delfines alargados.
El delfín tiene su cuerpo alargado y un aleta dorsal y dos laterales que cambian su forma de ser Después de bañarme en la playa y observar a los delfines me dispongo a salir..
David Álvarez
Delfín
Caminando por las orillas de la playa me fijo que hay unos pequeños delfines.
Me acerco para meterme en el agua, mientras estoy metido en el agua observo que se acerca a la orilla unos delfines alargados.
El delfín tiene su cuerpo alargado y un aleta dorsal y dos laterales que cambian su forma de ser Después de bañarme en la playa y observar a los delfines me dispongo a salir..
David Álvarez
Grupo B
La raticornia
Como un ratoncito, con el pelo brillante y sedoso y una especie de protuberancia a modo de pequeño cuerno sobre los agujeros de la nariz, así era la raticornia. Soy biólogo, y trabajo para una gran multinacional química que abarca desde productos cosméticos hasta la última fórmula contra el cáncer. Cuando la vi por primera vez, en los escalones que bajan a la cochera de mi casa, sentí algo especial, como si fuera un genio protector bajo cuyo amparo podía confiar en que nuestro hogar siempre se encontraría a salvo de la infelicidad y el dolor. Recuerdo que aquella mañana me sentía estupendamente, porque las cosas habían mejorado mucho últimamente, tanto con mi mujer, con la que no hace tanto parecía que estuviéramos a punto de una crisis definitiva, para sentirnos sin solución de continuidad en una especie de renovada luna de miel, como con mi hija adolescente, con quien, de la noche al día era capaz de mantener largas y entrañables conversaciones.
En la oficina, en el laboratorio, en la Universidad, en todas partes se estaba produciendo un fenómeno similar. Aquellos animalitos habían aparecido por doquier, todo el mundo hablaba de ellos, y para todos eran como una promesa de felicidad. Aquellos bichitos parecían ayudarnos a ponernos en el lugar del otro sin ningún esfuerzo, como si nuestra conciencia se integrara con la de los demás, facilitándonos una nueva visión, una perspectiva global. Ahora lo sabemos, era el inicio de la Gran Mutación, los Albores de una nueva Era en la evolución de la Humanidad, la Era de la Empatía, el Tiempo del Hombre Nuevo.
En nuestro Laboratorio apareció un día una raticornia muerta, sobre la mesa donde estábamos preparando la fórmula de un tratamiento energético, que algún ayudante había recogido con evidente negligencia. No pude por menos de hacer la autopsia al pobre animal. Incluso muerto, su pelo parecía irradiar luz, y el pequeño cuerno todavía parecía emitir, cómo decirlo?, algo parecido a la esperanza.
Los resultados de los análisis fueron, literalmente, devastadores. Teníamos ante nosotros el germen del elixir de la eterna juventud, una especie de milagroso afrodisíaco que expulsaría el envejecimiento y la decadencia del horizonte de la humanidad.
Al ver mis informes los directivos de la empresa dictaron orden de caza de todos los animales que pudiéramos conseguir. Sin reparar en gastos. Se trataba de evitar la competencia a toda costa, teníamos que ser los únicos productores de aquella fórmula capaz de convertir a los hombres en semidioses. Otra mutación que tampoco veremos nunca. Me cubrieron de oro, claro, me ascendieron a lo más alto, me convertí en uno de ellos. De un día para otro se diría que había tocado el cielo.
El final, ya lo sabemos. Aquella fiebre del oro, aquella codicia desenfrenada, aquella locura colectiva, produjo el exterminio de la especie que el Cielo y el Infierno –ahora sé que son la misma cosa- habían transigido en enviar a los hombres. La Gran Mutación, la Gran Revolución Genética de la especie Humana, la Era de la Empatía, fue abortada por el propio ser humano antes de comenzar.
Y la mirada del Viejo Hombre sigue siendo un punto ciego incapaz de percibir otra cosa que no sean los fuegos fatuos de su pobre, solitario, y condenado yo.
Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Can Cerbero
Can Cerbero, Cancerbero, Can Can Cancerbero, los griegos nos contaron en su mitología que este ser era el perro de Hades, tenía tres cabezas, tres increíbles y feroces cabezas, cola de serpiente y otras muchas serpientes que le nacían del lomo.
Cerbero guardaba la puerta del Hades y se aseguraba de que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Tiene un pariente en la mitología escandinava que llama Garm y también tiene el mismo oficio.
Yo conocí a Cancerbero cuando era pequeña a través de los cromos que venían en los bollos, no era muy afortunada, me salían muchos repes y entre ellos estaba Cancerbero, a fuerza de verle me empezó a caer simpático y con sus tres cabezas me iba indicando que cromo pegar primero. Mis amigos le tenían miedo y enseguida se desprendían de èl.
Entonces se me ocurrió pegarle en el estuche y nadie se atrevía a cogerme nada.
Hoy en día que imagen tenemos de él!
En las puertas de los locales nocturnos, en las porterías de un campo de fútbol, protegiendo a algún corrupto… me dan risa!
Ángeles Díaz
Grupo A
El koala
Pequeño y juguetón, como un muñeco de peluche. Sus movimientos sobre el suelo son torpes. Quizá por miedo a los peligros que le acechan, quizá por intentar pasar de puntillas y no ser detectado por sus enemigos. Por eso es feliz en las ramas de los árboles de los que se alimenta encontrándose en las alturas fuera de los peligros del suelo y más cerca del arco del cielo.
Mueve sus orejas de una forma anárquica sin que aparentemente exista una sintonía entre ellas. Sin embargo, quizá cada una siga el ritmo que marcan los arpegios de una sinfonía que sólo el escucha.
Su mirada es triste, pero no exenta de un encanto difícil de descifrar. Quién sabe si esa expresión no es otra cosa que la manifestación de un recuerdo de su infancia feliz en el marsupio de su madre.
Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B
Animosuctor
El animosuctor es nativo de las profundidades más oscuras y recónditas habitables. Se conocen testimonios de su afincamiento por todo el mundo, aunque es más frecuente su presencia en lugares fríos y con poca luz.
Nadie ha podido verlo, pues se trata de un ser que actúa siempre en su forma invisible, por lo que se desconoce su aspecto. Sin embargo, todos los testimonios afirman su existencia ya que aseguran haber sentido su presencia.
Esta bestia se va acercando lentamente a su víctima a la que elige teniendo en cuenta su debilidad anímica en el momento del ataque. Es la única criatura fantástica que se dedica a agredir exclusivamente a los seres humanos, pues los prefiere a cualquier otra presa. Dada su habilidad para deslizarse por debajo de puertas, rendijas y agujeros minúsculos, es imposible escapar a su embestida una vez que ha seleccionado a su elegido quienes tampoco tienen posibilidad de defensa. Se alimenta de la alegría de la víctima, la cual va desapareciendo poco a poco de sus cuerpos, dejando en su lugar un vacío y melancolía que preocupan sobremanera a los familiares. Una vez instalada la bestia en los mártires, succiona su vitalidad durante un tiempo indeterminado hasta que éste se hunde en una tristeza tal que, en ocasiones, ve el suicidio como única salida a su desconsuelo.
El influjo es tan importante que es necesaria la ayuda de los únicos expertos humanos conocedores de este ser y de su forma de actuar. Se trata de psicólogos y psiquiatras, cada uno de ellos con métodos diferentes a la hora de erradicar la influencia del animosuctor. Ambos, sin embargo, aconsejan ser fuerte y no dejarse llevar por esa tristeza cenagosa que inunda el corazón, momento final del ataque en los que juntos, bestia y presa, se alejan finalmente del cuerpo abandonándolo a su suerte.
La raticornia
Como un ratoncito, con el pelo brillante y sedoso y una especie de protuberancia a modo de pequeño cuerno sobre los agujeros de la nariz, así era la raticornia. Soy biólogo, y trabajo para una gran multinacional química que abarca desde productos cosméticos hasta la última fórmula contra el cáncer. Cuando la vi por primera vez, en los escalones que bajan a la cochera de mi casa, sentí algo especial, como si fuera un genio protector bajo cuyo amparo podía confiar en que nuestro hogar siempre se encontraría a salvo de la infelicidad y el dolor. Recuerdo que aquella mañana me sentía estupendamente, porque las cosas habían mejorado mucho últimamente, tanto con mi mujer, con la que no hace tanto parecía que estuviéramos a punto de una crisis definitiva, para sentirnos sin solución de continuidad en una especie de renovada luna de miel, como con mi hija adolescente, con quien, de la noche al día era capaz de mantener largas y entrañables conversaciones.
En la oficina, en el laboratorio, en la Universidad, en todas partes se estaba produciendo un fenómeno similar. Aquellos animalitos habían aparecido por doquier, todo el mundo hablaba de ellos, y para todos eran como una promesa de felicidad. Aquellos bichitos parecían ayudarnos a ponernos en el lugar del otro sin ningún esfuerzo, como si nuestra conciencia se integrara con la de los demás, facilitándonos una nueva visión, una perspectiva global. Ahora lo sabemos, era el inicio de la Gran Mutación, los Albores de una nueva Era en la evolución de la Humanidad, la Era de la Empatía, el Tiempo del Hombre Nuevo.
En nuestro Laboratorio apareció un día una raticornia muerta, sobre la mesa donde estábamos preparando la fórmula de un tratamiento energético, que algún ayudante había recogido con evidente negligencia. No pude por menos de hacer la autopsia al pobre animal. Incluso muerto, su pelo parecía irradiar luz, y el pequeño cuerno todavía parecía emitir, cómo decirlo?, algo parecido a la esperanza.
Los resultados de los análisis fueron, literalmente, devastadores. Teníamos ante nosotros el germen del elixir de la eterna juventud, una especie de milagroso afrodisíaco que expulsaría el envejecimiento y la decadencia del horizonte de la humanidad.
Al ver mis informes los directivos de la empresa dictaron orden de caza de todos los animales que pudiéramos conseguir. Sin reparar en gastos. Se trataba de evitar la competencia a toda costa, teníamos que ser los únicos productores de aquella fórmula capaz de convertir a los hombres en semidioses. Otra mutación que tampoco veremos nunca. Me cubrieron de oro, claro, me ascendieron a lo más alto, me convertí en uno de ellos. De un día para otro se diría que había tocado el cielo.
El final, ya lo sabemos. Aquella fiebre del oro, aquella codicia desenfrenada, aquella locura colectiva, produjo el exterminio de la especie que el Cielo y el Infierno –ahora sé que son la misma cosa- habían transigido en enviar a los hombres. La Gran Mutación, la Gran Revolución Genética de la especie Humana, la Era de la Empatía, fue abortada por el propio ser humano antes de comenzar.
Y la mirada del Viejo Hombre sigue siendo un punto ciego incapaz de percibir otra cosa que no sean los fuegos fatuos de su pobre, solitario, y condenado yo.
Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Can Cerbero
Can Cerbero, Cancerbero, Can Can Cancerbero, los griegos nos contaron en su mitología que este ser era el perro de Hades, tenía tres cabezas, tres increíbles y feroces cabezas, cola de serpiente y otras muchas serpientes que le nacían del lomo.
Cerbero guardaba la puerta del Hades y se aseguraba de que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Tiene un pariente en la mitología escandinava que llama Garm y también tiene el mismo oficio.
Yo conocí a Cancerbero cuando era pequeña a través de los cromos que venían en los bollos, no era muy afortunada, me salían muchos repes y entre ellos estaba Cancerbero, a fuerza de verle me empezó a caer simpático y con sus tres cabezas me iba indicando que cromo pegar primero. Mis amigos le tenían miedo y enseguida se desprendían de èl.
Entonces se me ocurrió pegarle en el estuche y nadie se atrevía a cogerme nada.
Hoy en día que imagen tenemos de él!
En las puertas de los locales nocturnos, en las porterías de un campo de fútbol, protegiendo a algún corrupto… me dan risa!
Ángeles Díaz
Grupo A
El koala
Pequeño y juguetón, como un muñeco de peluche. Sus movimientos sobre el suelo son torpes. Quizá por miedo a los peligros que le acechan, quizá por intentar pasar de puntillas y no ser detectado por sus enemigos. Por eso es feliz en las ramas de los árboles de los que se alimenta encontrándose en las alturas fuera de los peligros del suelo y más cerca del arco del cielo.
Mueve sus orejas de una forma anárquica sin que aparentemente exista una sintonía entre ellas. Sin embargo, quizá cada una siga el ritmo que marcan los arpegios de una sinfonía que sólo el escucha.
Su mirada es triste, pero no exenta de un encanto difícil de descifrar. Quién sabe si esa expresión no es otra cosa que la manifestación de un recuerdo de su infancia feliz en el marsupio de su madre.
Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B
Animosuctor
El animosuctor es nativo de las profundidades más oscuras y recónditas habitables. Se conocen testimonios de su afincamiento por todo el mundo, aunque es más frecuente su presencia en lugares fríos y con poca luz.
Nadie ha podido verlo, pues se trata de un ser que actúa siempre en su forma invisible, por lo que se desconoce su aspecto. Sin embargo, todos los testimonios afirman su existencia ya que aseguran haber sentido su presencia.
Esta bestia se va acercando lentamente a su víctima a la que elige teniendo en cuenta su debilidad anímica en el momento del ataque. Es la única criatura fantástica que se dedica a agredir exclusivamente a los seres humanos, pues los prefiere a cualquier otra presa. Dada su habilidad para deslizarse por debajo de puertas, rendijas y agujeros minúsculos, es imposible escapar a su embestida una vez que ha seleccionado a su elegido quienes tampoco tienen posibilidad de defensa. Se alimenta de la alegría de la víctima, la cual va desapareciendo poco a poco de sus cuerpos, dejando en su lugar un vacío y melancolía que preocupan sobremanera a los familiares. Una vez instalada la bestia en los mártires, succiona su vitalidad durante un tiempo indeterminado hasta que éste se hunde en una tristeza tal que, en ocasiones, ve el suicidio como única salida a su desconsuelo.
El influjo es tan importante que es necesaria la ayuda de los únicos expertos humanos conocedores de este ser y de su forma de actuar. Se trata de psicólogos y psiquiatras, cada uno de ellos con métodos diferentes a la hora de erradicar la influencia del animosuctor. Ambos, sin embargo, aconsejan ser fuerte y no dejarse llevar por esa tristeza cenagosa que inunda el corazón, momento final del ataque en los que juntos, bestia y presa, se alejan finalmente del cuerpo abandonándolo a su suerte.
Toñi Martín del Rey
Grupo A
Los Flamencos
Hubo una época donde el mundo era tan grande que cabía en una mirada. Quienes tienen un recuerdo del recuerdo de su existencia llaman a ese periodo la Edad Blanca. En aquel entonces, cualquier ser vivo -y todo era vivo- hablaba el mismo lenguaje. Un idioma de calado profundo ajeno a la la forma. Una jerga sin careos. Un habla sencilla que los eruditos de hoy tildarían de primitiva; unos por carecer de sistema, otros por pivotar entorno a lo que consideran el pantanoso territorio falaz de la magia. Supercheria sería su diagnóstico. Y es que ese verbo universal, ignorante del hermético argot que en nuestros días proclama el manual "De la taxonomía y sus comarcas", perforaba las palabras. Como dentro era fuera, como arriba abajo, como el que habla el que escucha, como el que vé, lo visto. El Aleph era la única realidad.
En ese habitat jamás se escuchó que el león fuera rey, el elefante grande o la piedra dura. Hobitts, Elfos, Ninfas, Enanos, Sirenas, Dioses, Diosas, Cíclopes, Titanes, Faunos, Duendes, Centauros... todos esos personajes que considerais de ficción eran reales. Sus gestas se trenzaban con hilo de cáñamo o hebras de seda, poco importaba. Su voz era la misma. Cuando la oscuridad avanzaba, el relincho del unicornio los unía. Era hermoso verles llegar al Oasis de Casandra -un punto neutral que estaba en todas partes-, abrir los ojos, mirarse sin miedo y permitir que sus pupilas se escucharan. En un instante, la eternidad renacía. Sin esferas numéricas, sin manecillas pautadas y sin la cuerda inmortal que hoy doblega los rios, el tiempo era tan grande que cabía en un estar. Cualquier espacio -y todo era espacio- compartía la misma memoria. Nada, nadie escondía nada, y ya sabeis que sin secretos, la luz es una honda. Ni Goliat ni Sauron pueden frenarla.
Más las sombras son ladinas. Descubrieron que cuanto más suave fuera su avance, más posibilidades tendrían de extender su corona. Bostezaron tenues límites a la confianza. Sigiloso, su aliento sibilino susurró su sueño siniestro. Su soplo se enredó en las alas de Morfeo. Sus alas se hicieron ruidosas. Su vuelo lento. Sin el reposo común, la puerta del iris se veló poco a poco. El olvido barrió las estrellas. La mar se cubrió de betún. La tierra se quebró. En cada hueso roto anidó una falla. Sobre la más profunda se edificó una torre: "Etemenanki". Desde entonces nadie escucha a Casandra.
De todas las posibilidades que la vida ofrece, nací humana. La suerte o la desgracia me dotó de un oido fino. Fué mi maldición o mi bendición. Todos tenemos alguna. Pero os aseguro que escuchar voces cuando las hoces bucales gritan batalla, es duro. Decidí huir. Me refugié en el desierto de Uyuni. Tras flotar durante cuarenta días y cuarenta noches en ese mar milenario que desconoce el agua, un tiburón de sal me devoró.
No se si alguna vez os ha sucedido. Es una experiencia extraña. El interior de un escualo es como la bodega de un bajel. La parte superior y lateral es de cartílago y la disposición de sus elementos muy parecida a la boca de Baset. Lo se porque tuve una gata que arropó mi infancia. La parte inferior es membranosa, ligeramente húmeda y de un tono rojizo. Parece rugosa pero no lo es. Una capa viscosa la recubre. Pequeños bulbos carnosos milimétricos alfombran su superficie. La mayoría esconde una especie de botón. Algo parecido a una mata de juncos finísimos los protege. Es curioso pasear sobre ese suelo donde los sabores se aúnan. El sonido de la paz es melodioso. En su abrazo me dormí. No sabría deciros si mi letargo duró tres días, treinta o tres mil. El despertar fué abrupto. Un espasmo tan grande como la profundidad de mi sueño, me devolvió al desierto. Que no estaba solo lo supe por el ruido. Una especie de graznido ronco lo envolvía todo. Cuando conseguí acomodar la vista, miles de flamencos se abrían a la vida. Blanco roto sobre blanco puro. Eso ví. Dulce sobre salado. Eso pensé. También había una joven. Una doncella ataviada con un quitón dórico por la largura y jónico por la textura y la confección. Era una arquera. De su torso pendía una aljaba con nueve flechas de plata. Su mano derecha asía un arco del mismo material. Tenía el porte sereno. Junto a ella, tan pegados a ella que en ocasiones parecían parte de ella, caminaban seis ciervos con la cornamenta vestida por la luna y varios perros y perras a cual mas hermoso. Todos de caza.
Creí que la locura jugaba conmigo y temí. Como bien sabéis una vez que escuchas su canto tu barco encalla. Ningún marinero se salva. Iba a correr cuando el mismo tiburón que me llevó en sus entrañas me detuvo. Con su cola dibujó un ciprés. Su sombra era alargada. Su tronco inmenso. Fué allí, al amparo de Artemisa, niña con niña, en el oasis de Casandra, como supe cuanto os cuento.
Al abrigo de un árbol que surgió de la nada, el marrajo se convirtió en una voz de viento. Su timbre tierno como el de una flauta escobó mis recelos. Los polluelos se aproximaron.
"Son hijos de Diana -continuó-. El recuerdo vivo de una Época Blanca. Un tiempo donde la palabra imposible no había salido de la forja coja que alimenta el miedo. Un entonces donde el tiempo era tan grande que cabía en un estar y el mundo tan inmenso que una mirada era suficiente para abarcarlo. Todos y cada uno de ellos nacen de su pensamiento. Crecen en él. Son un jeroglífico. Una ilusión de ilusiones que cubre una forma. Las patas serán largas como cañas. Papiros tubulares y esbeltos. Cofres cilíndricos que custodian un áncora de fuego, el ancla de Pandora. Se asientan sobre una peana cardinal. Una palma. Cuatro dedos. Cuatro puntos. Una misma materia. Una idéntica membrana. Aire, tierra y agua alimentados por una brasa de calado profundo, un verbo sin careos ni comarcas. Su estela aúna la memoria en una huella. Pronto aprende su pico que el trazado rectilineo de su diseño es un dogma infantil que les condena a la hambruna. Por eso se curvan. Porque no hay caminos rectos. Más allá de la superficie, hasta el fango mas espeso oculta savia sana. Hay que buscarla. Su cuello es un interrogante que se agranda. Imagen de la sospecha tenue que rompió huesos y sembró fallas. Evoca la desconfianza que cimentó con betún una torre tan alta como falsa. El plumón de lana se voverá rosado cuando la lumbre que portan en su zancas arda en su pecho con esa fuerza que sin consumir abrasa. Míralos bien. Son los hijos de una arquera que negó las sombras. Nacen de su pensamiento. Crecen en él. Son las flechas de plata que anidan en una aljaba. Al albor de la noche y en el introito del día ejecutan sin esfuerzo una sinfonía de saetas rosa. Su vuelo confiado dibuja la esperanza. "Etemenanki" lo sabe. Una sola de sus plumas puede restaurar el Aleph.
Ana Isabel Fariña
Grupo A
Los Flamencos
Hubo una época donde el mundo era tan grande que cabía en una mirada. Quienes tienen un recuerdo del recuerdo de su existencia llaman a ese periodo la Edad Blanca. En aquel entonces, cualquier ser vivo -y todo era vivo- hablaba el mismo lenguaje. Un idioma de calado profundo ajeno a la la forma. Una jerga sin careos. Un habla sencilla que los eruditos de hoy tildarían de primitiva; unos por carecer de sistema, otros por pivotar entorno a lo que consideran el pantanoso territorio falaz de la magia. Supercheria sería su diagnóstico. Y es que ese verbo universal, ignorante del hermético argot que en nuestros días proclama el manual "De la taxonomía y sus comarcas", perforaba las palabras. Como dentro era fuera, como arriba abajo, como el que habla el que escucha, como el que vé, lo visto. El Aleph era la única realidad.
En ese habitat jamás se escuchó que el león fuera rey, el elefante grande o la piedra dura. Hobitts, Elfos, Ninfas, Enanos, Sirenas, Dioses, Diosas, Cíclopes, Titanes, Faunos, Duendes, Centauros... todos esos personajes que considerais de ficción eran reales. Sus gestas se trenzaban con hilo de cáñamo o hebras de seda, poco importaba. Su voz era la misma. Cuando la oscuridad avanzaba, el relincho del unicornio los unía. Era hermoso verles llegar al Oasis de Casandra -un punto neutral que estaba en todas partes-, abrir los ojos, mirarse sin miedo y permitir que sus pupilas se escucharan. En un instante, la eternidad renacía. Sin esferas numéricas, sin manecillas pautadas y sin la cuerda inmortal que hoy doblega los rios, el tiempo era tan grande que cabía en un estar. Cualquier espacio -y todo era espacio- compartía la misma memoria. Nada, nadie escondía nada, y ya sabeis que sin secretos, la luz es una honda. Ni Goliat ni Sauron pueden frenarla.
Más las sombras son ladinas. Descubrieron que cuanto más suave fuera su avance, más posibilidades tendrían de extender su corona. Bostezaron tenues límites a la confianza. Sigiloso, su aliento sibilino susurró su sueño siniestro. Su soplo se enredó en las alas de Morfeo. Sus alas se hicieron ruidosas. Su vuelo lento. Sin el reposo común, la puerta del iris se veló poco a poco. El olvido barrió las estrellas. La mar se cubrió de betún. La tierra se quebró. En cada hueso roto anidó una falla. Sobre la más profunda se edificó una torre: "Etemenanki". Desde entonces nadie escucha a Casandra.
De todas las posibilidades que la vida ofrece, nací humana. La suerte o la desgracia me dotó de un oido fino. Fué mi maldición o mi bendición. Todos tenemos alguna. Pero os aseguro que escuchar voces cuando las hoces bucales gritan batalla, es duro. Decidí huir. Me refugié en el desierto de Uyuni. Tras flotar durante cuarenta días y cuarenta noches en ese mar milenario que desconoce el agua, un tiburón de sal me devoró.
No se si alguna vez os ha sucedido. Es una experiencia extraña. El interior de un escualo es como la bodega de un bajel. La parte superior y lateral es de cartílago y la disposición de sus elementos muy parecida a la boca de Baset. Lo se porque tuve una gata que arropó mi infancia. La parte inferior es membranosa, ligeramente húmeda y de un tono rojizo. Parece rugosa pero no lo es. Una capa viscosa la recubre. Pequeños bulbos carnosos milimétricos alfombran su superficie. La mayoría esconde una especie de botón. Algo parecido a una mata de juncos finísimos los protege. Es curioso pasear sobre ese suelo donde los sabores se aúnan. El sonido de la paz es melodioso. En su abrazo me dormí. No sabría deciros si mi letargo duró tres días, treinta o tres mil. El despertar fué abrupto. Un espasmo tan grande como la profundidad de mi sueño, me devolvió al desierto. Que no estaba solo lo supe por el ruido. Una especie de graznido ronco lo envolvía todo. Cuando conseguí acomodar la vista, miles de flamencos se abrían a la vida. Blanco roto sobre blanco puro. Eso ví. Dulce sobre salado. Eso pensé. También había una joven. Una doncella ataviada con un quitón dórico por la largura y jónico por la textura y la confección. Era una arquera. De su torso pendía una aljaba con nueve flechas de plata. Su mano derecha asía un arco del mismo material. Tenía el porte sereno. Junto a ella, tan pegados a ella que en ocasiones parecían parte de ella, caminaban seis ciervos con la cornamenta vestida por la luna y varios perros y perras a cual mas hermoso. Todos de caza.
Creí que la locura jugaba conmigo y temí. Como bien sabéis una vez que escuchas su canto tu barco encalla. Ningún marinero se salva. Iba a correr cuando el mismo tiburón que me llevó en sus entrañas me detuvo. Con su cola dibujó un ciprés. Su sombra era alargada. Su tronco inmenso. Fué allí, al amparo de Artemisa, niña con niña, en el oasis de Casandra, como supe cuanto os cuento.
Al abrigo de un árbol que surgió de la nada, el marrajo se convirtió en una voz de viento. Su timbre tierno como el de una flauta escobó mis recelos. Los polluelos se aproximaron.
"Son hijos de Diana -continuó-. El recuerdo vivo de una Época Blanca. Un tiempo donde la palabra imposible no había salido de la forja coja que alimenta el miedo. Un entonces donde el tiempo era tan grande que cabía en un estar y el mundo tan inmenso que una mirada era suficiente para abarcarlo. Todos y cada uno de ellos nacen de su pensamiento. Crecen en él. Son un jeroglífico. Una ilusión de ilusiones que cubre una forma. Las patas serán largas como cañas. Papiros tubulares y esbeltos. Cofres cilíndricos que custodian un áncora de fuego, el ancla de Pandora. Se asientan sobre una peana cardinal. Una palma. Cuatro dedos. Cuatro puntos. Una misma materia. Una idéntica membrana. Aire, tierra y agua alimentados por una brasa de calado profundo, un verbo sin careos ni comarcas. Su estela aúna la memoria en una huella. Pronto aprende su pico que el trazado rectilineo de su diseño es un dogma infantil que les condena a la hambruna. Por eso se curvan. Porque no hay caminos rectos. Más allá de la superficie, hasta el fango mas espeso oculta savia sana. Hay que buscarla. Su cuello es un interrogante que se agranda. Imagen de la sospecha tenue que rompió huesos y sembró fallas. Evoca la desconfianza que cimentó con betún una torre tan alta como falsa. El plumón de lana se voverá rosado cuando la lumbre que portan en su zancas arda en su pecho con esa fuerza que sin consumir abrasa. Míralos bien. Son los hijos de una arquera que negó las sombras. Nacen de su pensamiento. Crecen en él. Son las flechas de plata que anidan en una aljaba. Al albor de la noche y en el introito del día ejecutan sin esfuerzo una sinfonía de saetas rosa. Su vuelo confiado dibuja la esperanza. "Etemenanki" lo sabe. Una sola de sus plumas puede restaurar el Aleph.
Ana Isabel Fariña
Grupo B
Tortuga mediterránea.
Camina, muy lenta, lenta.
Le pesa y ante el paso de sus pies arrastra su colita y va dejando huella.
Cuando sale el sol, se solea en su roca favorita que da al río.
Y entre los meses octubre- Enero
guarda el calor, hibernando.
No corre y deja de moverse.
De esta manera, conserva el calor
y no gasta energía.
Come insectos de río, pero fundamentalmente, es vegetariana.
Con la letra P
Iria Costa
Grupo B
Pesadillas (Basadas en el juego Heroes IV que juego aún)
Vinieron cuando aquel horrible sueño apareció, todas las noches soñaba lo mismo, y me despertaba ahogada, llena de sudor... aquellos preciosos caballos negros, de patas naranjas con pelo, pelo largo y anaranjado si, las Pesadillas.
Había mucha gente que no creía en ellas, y daban a entender que no existían.
Pero, yo siempre creí en ellas igual que creo en mi ángel de la guarda.
Aparecen para evitar que algo malo pueda pasarte o que la misma pesadilla te lleve.
Era tarde y decidí darme un baño en Agua de Rosas, mi crema hidratante, música relajante...
Iria Costa
Grupo B
Zorro
Por la lejana “llanura”
va “caminando” un jinete…
Dicen las malas lenguas que eres agresivo y ladino; astuto y sibilino.
Pinocho se encontró contigo en su camino y Pepito Grillo no supo librarle de ti ni de tu amigo.
Sí. Tienes mala prensa. Al cuervo adulaste y de la cigüeña te burlaste.
Dejando la leyenda a un lado, no veo en ti tal desagrado.
Inteligente, nocturno, superviviente… siempre errante.
(…)
Algunas veces, tengo la dicha de verte.
Solitario. Lejos, muy lejos. Perdido.
Cuando la mañana te alcanza,
con ese andar desabrido,
fuera del mundanal ruido…
Tu pelo rojo cimbrea entre los campos de trigo.
El cielo tienes por techo y por suelo, camino.
Nadie te conoce como yo, amigo.
Concha González
Grupo B
Tortuga mediterránea.
Camina, muy lenta, lenta.
Le pesa y ante el paso de sus pies arrastra su colita y va dejando huella.
Cuando sale el sol, se solea en su roca favorita que da al río.
Y entre los meses octubre- Enero
guarda el calor, hibernando.
No corre y deja de moverse.
De esta manera, conserva el calor
y no gasta energía.
Come insectos de río, pero fundamentalmente, es vegetariana.
Con la letra P
Iria Costa
Grupo B
Pesadillas (Basadas en el juego Heroes IV que juego aún)
Vinieron cuando aquel horrible sueño apareció, todas las noches soñaba lo mismo, y me despertaba ahogada, llena de sudor... aquellos preciosos caballos negros, de patas naranjas con pelo, pelo largo y anaranjado si, las Pesadillas.
Había mucha gente que no creía en ellas, y daban a entender que no existían.
Pero, yo siempre creí en ellas igual que creo en mi ángel de la guarda.
Aparecen para evitar que algo malo pueda pasarte o que la misma pesadilla te lleve.
Era tarde y decidí darme un baño en Agua de Rosas, mi crema hidratante, música relajante...
Iria Costa
Grupo B
Zorro
Por la lejana “llanura”
va “caminando” un jinete…
Dicen las malas lenguas que eres agresivo y ladino; astuto y sibilino.
Pinocho se encontró contigo en su camino y Pepito Grillo no supo librarle de ti ni de tu amigo.
Sí. Tienes mala prensa. Al cuervo adulaste y de la cigüeña te burlaste.
Dejando la leyenda a un lado, no veo en ti tal desagrado.
Inteligente, nocturno, superviviente… siempre errante.
(…)
Algunas veces, tengo la dicha de verte.
Solitario. Lejos, muy lejos. Perdido.
Cuando la mañana te alcanza,
con ese andar desabrido,
fuera del mundanal ruido…
Tu pelo rojo cimbrea entre los campos de trigo.
El cielo tienes por techo y por suelo, camino.
Nadie te conoce como yo, amigo.
Concha González
Grupo B
Todos los comentarios los hago desde la humildad de quien no se dedica a esto, pero desde el convencimiento de que sacamos mucho más de la crítica que de la complacencia. Y por supuesto, hechos con todo el respeto y cariño del mundo. No pretendo ni descalificar ni molestar a nadie. Y agradeceré el mismo trato crítico para mis textos.
ResponderEliminarROBERTO:
Me gusta tu texto. Es hermoso y bien escrito. CReo eso sí que pierde fuelle a medida que avanza, la primera parte parece mucho más cuidada.
NÉSTOR:
Para mi gusto, demasiado explícito y poco "bestial". Creo que debemos jugar más para dar los mensajes.
LUIS:
Buen juego de palabras el que te marcas.
INÉS:
Un texto que da mucha realidad a la criatura. Creo que en la segunda aparte te has cegado un poco en tu homenaje a Neruda y pierdes un poco el tono. Y un detalle tonto, si relees el texto, le has puesto dos nombres científicos al pájaro.
FANI:
Te quedó un bonito cuento.
SOFÍA:
Tu capacidad de sacar versos de cualquier extensión para realizar las tareas es impresionante. Sin embrago, como ya hemos hablado en alguna ocasión, creo que deberías lanzarte a "prosear" más. Si no nos arriesgamos a salir de nuestra zona de confort aprendemos menos.
LUCIO:
La historia es buena, pero si la relees, coincidiremos, pienso, en que abusas del "que". Esa historia merece un buen pulido.
Genial! Nada como el ojo externo para salir de la complacencia y crecer. Es muy cierto, sobretodo el último párrafo estaba bastante guarrete, jeje! Le pegué un buen repaso y creo que el texto brilla más. Gracias por tu trabajo crítico!
EliminarPD: Tengo un texto que salió de la sesión más extenso, demasiado para un blog. Lo guardaba para la sesión de crítica, pero será para la del siguiente trimestre. Esta no podré ir.
ResponderEliminarPALOMA:
ResponderEliminarPara mi no has respetado el espíritu del ejercicio. En vez de buscar una criatura fantástica para recrear tu idea, utilizas una criatura real para establecer una comparación. Pienso que ayuda mucho más a la creatividad ceñirse a las normas. Pero es sólo un consejo.
ISMARIE:
Me gusta en tu texto sobre todo la ironía de los primeros párrafos y ese cuestionamiento de qién es en realidad "el malo del cuento". Acortaría el "trágico final" porque se dispersa un poco y desvía la atención.
OSCAR:
Hecho de menos que me cuentes más cosas de tu ave. Me gusta el planteamiento comparativo pero yo utilizaría en presente en vez del condicional. Me chirría, eso sí o de sus "extremidades", en un pájaro.
ANTONIA:
Me gusta tu criatura y como lo narras. "Introduciría" un pelín el texto, porque entras a bocajarro.
BEATRIZ:
Me gusta tu texto, pero estaría bien que te hubieras sacado una criatura fantástica. Me remito a lo comentado a Paloma al respecto.
DAVID:
Dale caña, ni has entrado en el ejercicio de inventar ni has desarrollado mucho.
IGNACIO:
Buena historia, yo escondería un poco más el mensaje y hablaría un poco más de la criatura, pero me parece un buen texto.
ÁNGELES:
Creo que abusas de la repetición en el primer párrafo, y entiendo que es intencionado. Por el resto, bien llevado, aunque la criatura sea fantástica pero no inventada.
RAMÓN:
Bien llevado, aunque se corresponde a la primera tarea más que a la segunda. Auqnue empiezo a sospechar que muchxs habéis enviado ésta.
TOÑI:
Me gusta tu criatura. Y más el primer párrafo que el segundo.
Hola Miguel Ángel,
ResponderEliminarAprecio tus comentarios sobre los textos y estoy de acuerdo: la crítica ayuda a mejorar más que la complacencia. Sin embargo, me remito a las instrucciones del ejercicio: “cada participante del taller extrajo una letra de una pequeña bolsa con el objetivo de escribir acerca de una bestia (real o inventada) y así conformar un bestiario colectivo”. Como ves, se deja libertad, por lo que no considero que me haya desviado de las normas al haber elegido un animal real.
Aprovecho para comentar tu texto, puesto que es el único que se ha quedado sin valoración. Me han gustado las comparaciones que haces al inicio, en apenas una frase permites que el lector se imagine la bestia. El desarrollo me ha parecido un poco confuso, ya que creo que no dejas claro qué dice la leyenda. Al final se descubre con un desenlace original que permite atar cabos pero, eso sí, después de haber leído un par de veces el texto.
¡Un saludo!
Beatriz
Entonces sería yo quien entendí mal la tarea. Mi texto es muy confuso, no me gusta, estamos de acuerdo. Necesita 20 pulidos, incluído que el nombre es muy forzado.
EliminarSalud.