Recomendamos la conferencia de Juan Antonio González Iglesias titulada "La felicidad, fruto perfecto de la cultura clásica" en la que el profesor y poeta repasa, ilustrándolos con poemas, los componentes de la felicidad (equilibrios, amistad, amor, viajes, lecturas, vino, sencillez y límites) y las cosas que según Marcial, hacen la vida más feliz (Epigrama, 10,47):
¿Cosas que hacen la vida más feliz?
mi encantador amigo, aquí las tienes:
patrimonio que venga por herencia,
no con mucho trabajo. Un terrenito
agradecido. Siempre fuego en casa.
Nunca ir a juicio, pocas veces ropa
de etiqueta. Tener buena genética
y un cuerpo sano. Una equilibrada
sencillez. Los amigos, entre iguales.
Comida sobria, no sofisticada.
Noche sin embriaguez y sin agobios.
Alegría en la cama, aunque sin vicios.
Un sueño que haga breves las tinieblas.
Querer ser lo que eres, nada más.
La muerte, no temerla y no pedirla.
¿Cosas que hacen la vida más feliz?
mi encantador amigo, aquí las tienes:
patrimonio que venga por herencia,
no con mucho trabajo. Un terrenito
agradecido. Siempre fuego en casa.
Nunca ir a juicio, pocas veces ropa
de etiqueta. Tener buena genética
y un cuerpo sano. Una equilibrada
sencillez. Los amigos, entre iguales.
Comida sobria, no sofisticada.
Noche sin embriaguez y sin agobios.
Alegría en la cama, aunque sin vicios.
Un sueño que haga breves las tinieblas.
Querer ser lo que eres, nada más.
La muerte, no temerla y no pedirla.
La revista Litoral dedicó su número 272 a "La felicidad". Dejamos por aquí algunos textos de muestra, como el poema de Rocío Rojas-Marcos titulado "La felicidad" en el que la describe como un pez escurridizo:
Rozábamos con los dedos
lo que nunca supimos agarrar,
nunca nos perteneció.
Fue como el pez que salta de su pecera
imposible sujetarlo con las manos
imposible devolverlo dentro.
lo que nunca supimos agarrar,
nunca nos perteneció.
Fue como el pez que salta de su pecera
imposible sujetarlo con las manos
imposible devolverlo dentro.
En una de las páginas de la revista aparece un buen repertorio de frases que muestran diferentes conceptos a cerca de la felicidad, algunos más optimistas que otros:
La gente se conforma con un nivel de desesperación que puede tolerar y le llama felicidad. (Soren Kierkegaard)
Cuando sea vieja no quiero parecer más joven, quiero parecer más feliz. (Anna Magnani)
Sabemos que existe la felicidad, pero como ese borracho que va dando tumbos por la calle, sabiendo que tiene una casa, pero sin encontrarla. (Voltaire)
Si tienes la sensación de que puedes ser feliz, ten paciencia, pronto se te pasará. (Tennessee Williams)
Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo. (Sigmund Freud)
La gente se conforma con un nivel de desesperación que puede tolerar y le llama felicidad. (Soren Kierkegaard)
Cuando sea vieja no quiero parecer más joven, quiero parecer más feliz. (Anna Magnani)
Sabemos que existe la felicidad, pero como ese borracho que va dando tumbos por la calle, sabiendo que tiene una casa, pero sin encontrarla. (Voltaire)
Si tienes la sensación de que puedes ser feliz, ten paciencia, pronto se te pasará. (Tennessee Williams)
Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo. (Sigmund Freud)
Añadimos un microrrelato de Rodrigo Parra Sandoval titulado "Tanto ser feliz" en el que añora la infelicidad y un poema de César Vallejo titulado "Quisiera hoy ser feliz" con un verso inicial endecasílabo para enmarcar:
Todo lo que deseaba se me concedía: deseaba que me saliera un negocio, y me salía, que mi madre se mejorara, y se mejoraba, que me quisiera esa negra hermosa de la esquina, y me quería; que me ganara la lotería, y me la ganaba, que se le secara un brazo al grandulón que me había azotado contra el suelo, y se le secaba; que mi primita de quince años se acostara conmigo, y se acostaba; que mis manos se volvieran milagrosas en el arte de la mecánica, y se volvían... y así en todo. Hasta que, de tanto ser feliz, comencé a aburrirme porque las cosas eran demasiado fáciles. Y un día me encontré añorando mi infelicidad, mi tristeza de cuando nada se me daba. Añoré el peligro, el riesgo, la posibilidad de perder nuevamente. Añoré sobre todo la posibilidad de amar con la amenaza del abandono sobre mi cabeza, del sufrimiento, de la pérdida.
***
Quisiera hoy ser feliz de buena gana,
ser feliz y portarme frondoso de preguntas,
y abrir por temperamento de par en par cuarto, como loco,
y reclamar, en fin,
en mi confianza física acostado,
sólo por ver si quieren,
sólo por ver si quieren probar de mi espontanea posición,
reclamar, voy diciendo,
por qué me dan así tanto en el alma.
Pues quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.
Así las sensaciones de este mundo,
los cantos subjuntivos,
el lápiz que perdí en mi cavidad
y mis amados órganos de llanto.
Hermano persuasible, camarada,
padre por la grandeza, hijo mortal,
amigo y contendor, inmenso documento de Darwin:
¿a qué hora, pues, vendrán con mi retrato?
¿A los goces? ¿Acaso sobre goce amortajado?
¿Más temprano? ¿Quién sabe, a las porfías?
A las misericordias, camarada,
hombre mío en rechazo y observación, vecino
en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi esperanza...
Puedes asomarte también al artículo de Ignacio Echevarria titulado "Literatura y felicidad" publicado en "El Cultural"
Carta a la felicidad
Todo el mundo me dice que tengo todo lo necesario para que me acompañes en mi paseo por la vida, si " tenerte a tí felicidad". Soy consciente de que eso debería ser así.
Tengo amistades a las que pocas veces veo, tengo el amor de mi hija y mi familia. Me gusta viajar y leer aunque hace tiempo que no leo.
A pesar de todo, ahora no te siento " felicidad, donde estás?", no te encuentro ni en mi soledad ni en ningún otro sitio.
Quizá te has escondido para que yo me esfuerce en encontrarte o quizá soy yo quien no sabe cómo buscarte.
No sé que tienes previsto para mí o cómo he dicho antes mi tarea es buscarte.
Alomejor mi actual situación de desasosiego y tristeza, te cubren de niebla y no me dejan verte. Puede que más adelante ,cuando en mi mente haya paz, esa niebla desaparezca , aparecerás tu con la luz del sol y el azul del cielo.
Me despido de ti con la esperanza de salga el sol y podamos tomar un café.
Isabel Gallego
Grupo A
Nostalgias del tiempo
Volví después de mucho tiempo, seguían las mismas casas por fuera, pero ya no por dentro, había almas que volaban ya demasiado lejos, y otras que sin querer seguían sus pasos, en esos pisos ya ocupados por extraños.
Las calles eran solitarias, como siempre, en ese sentido el mismo ambiente, algún perro solitario, despistado paseaba a mi paso, hasta que de pronto encontró su espacio.
Como cambia la vida en tan solo unos años, ayer este lugar era mi casa, o mejor dicho mi hogar, toda mi vida, mis recuerdos de niña y adolescencia, y hoy ya no hay nada de mi presencia, ni siquiera el reflejo del espejo que me mira es el mismo, parece que de pronto he entrado en un abismo, entre lo que fui y lo que soy.
Que pronto se escribe la vida, cuando los años pasan ya tan deprisa, y la nostalgia aprieta a toda prisa.
Leonor Martín Merchán
Grupo A
Tenemos que volver
Llevo años repitiéndole a María que tenemos que volver.
Siempre andamos posponiéndolo por múltiples razones.
Hoy, por fin, hemos decidido volver.
Volveremos a aquel lugar donde estuvimos viviendo durante 10 años. Lugar donde nuestros hijos dieron sus primeros pasos; lugar donde nuestro hijo mayor comenzó a tener amigos; donde comenzó a ir a la escuela.
Aquella casita en pleno campo, rodeada de hierba, de árboles y donde alrededor de la misma llegué a cultivar un pequeño jardín. Teníamos rosales, rosas sin espinas, tulipanes, jacintos, lirios y dalias entre otras flores. Aquel lugar desde donde se veía la sonsierra de Cantabria; donde soplaba el viento con tal intensidad que llovía en horizontal. Aquel lugar que en invierno llegó a quedarse completamente aislado por la nieve; pero que calentábamos con leña en una chimenea del salón. Aquel salón con 7 ventanas y un balcón al que nos asomábamos para ver a los niños jugar. Con ellos estaba un gran pastor alemán que les quería y protegía; ningún animal se podía acercar a los niños sin que se encontrara con aquel perrazo de frente; las personas que andaban por allí se cuidaban muy mucho de acercarse cuando le veían.
Aquel lugar donde todos los familiares y amigos que nos visitaron se fueron encantados de haber pasado unos días en aquella zona tan paradisíaca. Claro que nunca nos visitaron en invierno.
Estos y otros recuerdos se acumulaban en nuestra mente. Algunos los comentamos días antes de salir y otros los íbamos hablando durante el trayecto hacia nuestro destino.
Por fin llegamos.
Llegamos y nada encontramos.
Nos bajamos del coche y nos pusimos a caminar. Caminamos y pisamos por donde habíamos vivido. Pisamos la hierba. Las casas habían desaparecido. ¡Solo había hierba!
Empezamos a caminar y a pisar, y estuvimos a punto de llorar.
Nos miramos, nos abrazamos, y recordamos casi a la vez de la película “ esplendor en la hierba” su famosa frase:” a pesar de todo, la belleza permanece en el recuerdo”.
José Luis Fonseca
Grupo A
Volver a Felicidad
El pasado lunes, bajo la dirección de Raúl Vacas, tuvo lugar en la Casa de las Conchas una nueva sesión del Taller de Escritura Creativa, en el que se abordó el tema de la Felicidad con la propuesta “Qué bonito nombre tienes”. Dado el interés del debate que se produjo durante su desarrollo, hemos mantenido una entrevista con uno de los participantes en el mismo, dela que transcribimos un sucinto resumen:
P. Buenas tardes
R. Buenas tardes
P.¿En qué consistió el Taller?
R. En la lectura de una recopilación de diversos escritos de autores conocidos, recogidos por Raúl, que nos ilustró sobre distintas formas de abordar este tema. Debatimos sobre aspectos variados y sobre la Felicidad en sí misma. Además hicimos un ejercicio.
P.¿Sacaron alguna conclusión de la lectura y del debate?
R. Que hay tantas opiniones como escritores o como participantes en el debate.
P.¿Puede comentarnos el ejercicio que hicieron?
R. Consistió en escribir una carta dirigida a la Felicidad…”Querida Felicidad:….”
P.¿Cuál fue el resultado?
R. Hubo muchas formas de abordar el tema. Unos participantes describieron su felicidad, otros interpelaron a la Felicidad, otros recordaron situaciones especialmente felices, otros fueron más poéticos… Siempre es muy enriquecedor comprobar la diversidad en la que nos movemos.
P.¿Algo más que reseñar?
R. También se propuso una tarea para enviar al blog.
P.¿Sí? ¿Cuál?
R. “Vuelta a un lugar donde fui/fuimos feliz/felices”.
P.¿Qué opinión tiene al respecto?
R. Que es imposible volver al mismo lugar y sentir la misma felicidad, el lugar habrá cambiado y las circunstancias también.
P.¿Cree que volvería a ser feliz?
R. Por supuesto, sería posible, pero sería otra felicidad, no una felicidad repetida.
P.¿Es usted feliz?
R. Yo no soy feliz, estoy feliz cuando toca, no creo en el concepto “ser feliz”, aunque parezca el objetivo último de nuestras vidas.
P.¿No es feliz ahora?
R. Ahora estoy feliz, durante esta entrevista, tomando esta cerveza y este queso, charlando, estoy más bien feliz que otra cosa.
P.¿Puede describir algún momento en el que “estuvo” feliz?
R. Hay muchos.
P.Por ejemplo, uno reciente.
R. Viniendo hacia aquí, pasé por la Plaza. Después de mucho tiempo, por fin llovía. La vista era preciosa. Pasaba un ciclista, saqué el móvil y tomé una foto, una buena foto. Por un momento estuve feliz.
P.Si volviera a pasar por la Plaza ¿volvería a “estar feliz”?
R. Dependería del momento, pero seguro que la felicidad y la foto serían diferentes.
P.¿Puede concluir la entrevista con una frase?
R. ¡Qué poco se necesita para estar feliz!
P. Buenas tardes
R. Buenas tardes
Manuel Medarde
Grupo A
Bucando la felicidad
Sin saber cómo, sin más, anidó en mi interior una sensación de paz largamente olvidada. No, no podía tratarse de la felicidad. Imposible que dejara atraparse de forma tan despreocupada. La había buscado hasta desfallecer, rastreando lugares absurdos e inimaginables, en vasos de líquido ardiente, en garitos inmundos y peligrosos, entre los colores alucinantes y destructores de mundos psicodélicos. Escurridiza y serpenteante, desaparecía, envileciendo más y más a un hombre acongojado. Caminé caminos de barrizales tortuosos y nunca se dejó atrapar.
Desde no hace mucho, no sé bien cuándo, he descubierto la belleza del amanecer y me ha embelesado el cielo rojizo de los atardeceres. He hallado sosiego en las melodías que las olas interpretan en su ondear continuo, mientras la brisa, estrellándose en mi rostro, me devuelve a otro tiempo lejano y añorado. He revivido el olor a tierra mojada y sentido un dulce cosquilleo interior con el abrazo tierno de mi niña chica, mientras resbala por mi rostro una gota amarga y dolorosa.
No sé cuándo ni cómo, pero me adormecí en estas cosas simples y cercanas. Ya no quiero despertar. Desisto de perseguir a aquella diosa cruel e inalcanzable, voluble y caprichosa, que va y viene, huye y se esconde, hasta conseguir que una densa bruma se instale en el alma.
Aún me queda perdonarme, y me perdono. Me resulta duro, pero no puedo seguir flagelando mi espíritu con el pasado.
Evaristo Hernández
Grupo B
ser feliz y portarme frondoso de preguntas,
y abrir por temperamento de par en par cuarto, como loco,
y reclamar, en fin,
en mi confianza física acostado,
sólo por ver si quieren,
sólo por ver si quieren probar de mi espontanea posición,
reclamar, voy diciendo,
por qué me dan así tanto en el alma.
Pues quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro.
Así las sensaciones de este mundo,
los cantos subjuntivos,
el lápiz que perdí en mi cavidad
y mis amados órganos de llanto.
Hermano persuasible, camarada,
padre por la grandeza, hijo mortal,
amigo y contendor, inmenso documento de Darwin:
¿a qué hora, pues, vendrán con mi retrato?
¿A los goces? ¿Acaso sobre goce amortajado?
¿Más temprano? ¿Quién sabe, a las porfías?
A las misericordias, camarada,
hombre mío en rechazo y observación, vecino
en cuyo cuello enorme sube y baja,
al natural, sin hilo, mi esperanza...
Puedes asomarte también al artículo de Ignacio Echevarria titulado "Literatura y felicidad" publicado en "El Cultural"
Propuesta de escritura;
1. Durante el transcurso del taller propusimos escribir una carta a la Felicidad incluyendo en ella las palabras "amistad", "amor", "viajes", "lecturas" y dimos a elegir entre "vino" y "sencillez". Propusimos enviarla certificada y con acuse de recibo.
2. En la canción "Peces de ciudad" Joaquín Sabina dice "En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Este verso está inspirado en el poema de Félix Grande titulado "No debieras volver jamás" cuyo comienzo es: Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás: el tiempo / habrá hecho sus destrozos, levantando / su muro fronterizo / contra el que la ilusión chocará estupefacta. ¿En qué cosiste la tarea? En desmentir estos versos. Podéir volver a ese lugar (persona, libro, viaje) donde fuisteis felices y aunque el tiempo dejara su pequeña o gran huella aún sigue latiendo el rastro de la felicidad.
Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:
Carta a la felicidad
Todo el mundo me dice que tengo todo lo necesario para que me acompañes en mi paseo por la vida, si " tenerte a tí felicidad". Soy consciente de que eso debería ser así.
Tengo amistades a las que pocas veces veo, tengo el amor de mi hija y mi familia. Me gusta viajar y leer aunque hace tiempo que no leo.
A pesar de todo, ahora no te siento " felicidad, donde estás?", no te encuentro ni en mi soledad ni en ningún otro sitio.
Quizá te has escondido para que yo me esfuerce en encontrarte o quizá soy yo quien no sabe cómo buscarte.
No sé que tienes previsto para mí o cómo he dicho antes mi tarea es buscarte.
Alomejor mi actual situación de desasosiego y tristeza, te cubren de niebla y no me dejan verte. Puede que más adelante ,cuando en mi mente haya paz, esa niebla desaparezca , aparecerás tu con la luz del sol y el azul del cielo.
Me despido de ti con la esperanza de salga el sol y podamos tomar un café.
Isabel Gallego
Grupo A
Nostalgias del tiempo
Volví después de mucho tiempo, seguían las mismas casas por fuera, pero ya no por dentro, había almas que volaban ya demasiado lejos, y otras que sin querer seguían sus pasos, en esos pisos ya ocupados por extraños.
Las calles eran solitarias, como siempre, en ese sentido el mismo ambiente, algún perro solitario, despistado paseaba a mi paso, hasta que de pronto encontró su espacio.
Como cambia la vida en tan solo unos años, ayer este lugar era mi casa, o mejor dicho mi hogar, toda mi vida, mis recuerdos de niña y adolescencia, y hoy ya no hay nada de mi presencia, ni siquiera el reflejo del espejo que me mira es el mismo, parece que de pronto he entrado en un abismo, entre lo que fui y lo que soy.
Que pronto se escribe la vida, cuando los años pasan ya tan deprisa, y la nostalgia aprieta a toda prisa.
Ana Sánchez Taramon
Grupo C
Estimada felicidad:
Dónde te encuentras este anodino final de octubre... Te siento ausente. Hoy navego entre recuerdos con aroma de nostalgia donde abundan brindis y cenas de noches de verano sin prisas ni pausas en las q disfrutaba de la amistad. Sensaciones mágicas como el agua en la piel y la caricia del sol, el comienzo de un libro, la emoción del viaje, la mousse de chocolate, un beso y una canción, estrenar un vestido y visitar a la abuela, el diez en el examen y el amado en la esquina, la tortilla en familia, el primer destino y esperar el último. Ver crecer los tomates, las rosas y los días... De todas estas vivencias solo queda un poso agónico.
Felicidad dónde habitas estas tardes de lluvia en las que el cansancio bloquea mi dicha y una lista interminable de tareas aplaza mis lecturas y mis afectos
Felicidad, quiero reconocerte en algún recoveco de este oscuro otoño y que me acompañes sin pretexto.
Te saluda siempre.
Pilar Sánchez
Grupo C
Estimada felicidad:
Dónde te encuentras este anodino final de octubre... Te siento ausente. Hoy navego entre recuerdos con aroma de nostalgia donde abundan brindis y cenas de noches de verano sin prisas ni pausas en las q disfrutaba de la amistad. Sensaciones mágicas como el agua en la piel y la caricia del sol, el comienzo de un libro, la emoción del viaje, la mousse de chocolate, un beso y una canción, estrenar un vestido y visitar a la abuela, el diez en el examen y el amado en la esquina, la tortilla en familia, el primer destino y esperar el último. Ver crecer los tomates, las rosas y los días... De todas estas vivencias solo queda un poso agónico.
Felicidad dónde habitas estas tardes de lluvia en las que el cansancio bloquea mi dicha y una lista interminable de tareas aplaza mis lecturas y mis afectos
Felicidad, quiero reconocerte en algún recoveco de este oscuro otoño y que me acompañes sin pretexto.
Te saluda siempre.
Pilar Sánchez
Grupo B
Principio y fin
En aquel tiempo yo me sentía amado, protegido y feliz. Después cortaron el cordón umbilical y todo empezó a estropearse. Lo peor es que ya no hay forma de volver atrás. En mi desesperación sólo me queda la fuga hacia adelante. El viaje termina antes del principio, y después del fin.
Principio y fin
En aquel tiempo yo me sentía amado, protegido y feliz. Después cortaron el cordón umbilical y todo empezó a estropearse. Lo peor es que ya no hay forma de volver atrás. En mi desesperación sólo me queda la fuga hacia adelante. El viaje termina antes del principio, y después del fin.
Ignacio Aparicio
Grupo A
Ayer
Sentí tu vientre sesgado, rojizo,
marcando surcos de óxido por la lluvia y el temporal.Mientras tu robusto tronco se erguía, con los lánguidos brazos del abeto que se quiere descolgar, del añejo tiempo mantenido tras los siglos.Espectador anónimo de
largos besos, promesas inscritas
sobre tu piel de corcho, invisibles
huellas, transferidas en el deambular.
Si un día vuelvo, a tu querido seno, sé amable amigo, y acuna me en tus brazos, con las nanas del recuerdo, hacia un nuevo despertar.
Donde un día fui feliz.
Grupo A
Ayer
Sentí tu vientre sesgado, rojizo,
marcando surcos de óxido por la lluvia y el temporal.Mientras tu robusto tronco se erguía, con los lánguidos brazos del abeto que se quiere descolgar, del añejo tiempo mantenido tras los siglos.Espectador anónimo de
largos besos, promesas inscritas
sobre tu piel de corcho, invisibles
huellas, transferidas en el deambular.
Si un día vuelvo, a tu querido seno, sé amable amigo, y acuna me en tus brazos, con las nanas del recuerdo, hacia un nuevo despertar.
Donde un día fui feliz.
Leonor Martín Merchán
Grupo A
Tenemos que volver
Llevo años repitiéndole a María que tenemos que volver.
Siempre andamos posponiéndolo por múltiples razones.
Hoy, por fin, hemos decidido volver.
Volveremos a aquel lugar donde estuvimos viviendo durante 10 años. Lugar donde nuestros hijos dieron sus primeros pasos; lugar donde nuestro hijo mayor comenzó a tener amigos; donde comenzó a ir a la escuela.
Aquella casita en pleno campo, rodeada de hierba, de árboles y donde alrededor de la misma llegué a cultivar un pequeño jardín. Teníamos rosales, rosas sin espinas, tulipanes, jacintos, lirios y dalias entre otras flores. Aquel lugar desde donde se veía la sonsierra de Cantabria; donde soplaba el viento con tal intensidad que llovía en horizontal. Aquel lugar que en invierno llegó a quedarse completamente aislado por la nieve; pero que calentábamos con leña en una chimenea del salón. Aquel salón con 7 ventanas y un balcón al que nos asomábamos para ver a los niños jugar. Con ellos estaba un gran pastor alemán que les quería y protegía; ningún animal se podía acercar a los niños sin que se encontrara con aquel perrazo de frente; las personas que andaban por allí se cuidaban muy mucho de acercarse cuando le veían.
Aquel lugar donde todos los familiares y amigos que nos visitaron se fueron encantados de haber pasado unos días en aquella zona tan paradisíaca. Claro que nunca nos visitaron en invierno.
Estos y otros recuerdos se acumulaban en nuestra mente. Algunos los comentamos días antes de salir y otros los íbamos hablando durante el trayecto hacia nuestro destino.
Por fin llegamos.
Llegamos y nada encontramos.
Nos bajamos del coche y nos pusimos a caminar. Caminamos y pisamos por donde habíamos vivido. Pisamos la hierba. Las casas habían desaparecido. ¡Solo había hierba!
Empezamos a caminar y a pisar, y estuvimos a punto de llorar.
Nos miramos, nos abrazamos, y recordamos casi a la vez de la película “ esplendor en la hierba” su famosa frase:” a pesar de todo, la belleza permanece en el recuerdo”.
José Luis Fonseca
Grupo A
Volver a Felicidad
El pasado lunes, bajo la dirección de Raúl Vacas, tuvo lugar en la Casa de las Conchas una nueva sesión del Taller de Escritura Creativa, en el que se abordó el tema de la Felicidad con la propuesta “Qué bonito nombre tienes”. Dado el interés del debate que se produjo durante su desarrollo, hemos mantenido una entrevista con uno de los participantes en el mismo, dela que transcribimos un sucinto resumen:
P. Buenas tardes
R. Buenas tardes
P.¿En qué consistió el Taller?
R. En la lectura de una recopilación de diversos escritos de autores conocidos, recogidos por Raúl, que nos ilustró sobre distintas formas de abordar este tema. Debatimos sobre aspectos variados y sobre la Felicidad en sí misma. Además hicimos un ejercicio.
P.¿Sacaron alguna conclusión de la lectura y del debate?
R. Que hay tantas opiniones como escritores o como participantes en el debate.
P.¿Puede comentarnos el ejercicio que hicieron?
R. Consistió en escribir una carta dirigida a la Felicidad…”Querida Felicidad:….”
P.¿Cuál fue el resultado?
R. Hubo muchas formas de abordar el tema. Unos participantes describieron su felicidad, otros interpelaron a la Felicidad, otros recordaron situaciones especialmente felices, otros fueron más poéticos… Siempre es muy enriquecedor comprobar la diversidad en la que nos movemos.
P.¿Algo más que reseñar?
R. También se propuso una tarea para enviar al blog.
P.¿Sí? ¿Cuál?
R. “Vuelta a un lugar donde fui/fuimos feliz/felices”.
P.¿Qué opinión tiene al respecto?
R. Que es imposible volver al mismo lugar y sentir la misma felicidad, el lugar habrá cambiado y las circunstancias también.
P.¿Cree que volvería a ser feliz?
R. Por supuesto, sería posible, pero sería otra felicidad, no una felicidad repetida.
P.¿Es usted feliz?
R. Yo no soy feliz, estoy feliz cuando toca, no creo en el concepto “ser feliz”, aunque parezca el objetivo último de nuestras vidas.
P.¿No es feliz ahora?
R. Ahora estoy feliz, durante esta entrevista, tomando esta cerveza y este queso, charlando, estoy más bien feliz que otra cosa.
P.¿Puede describir algún momento en el que “estuvo” feliz?
R. Hay muchos.
P.Por ejemplo, uno reciente.
R. Viniendo hacia aquí, pasé por la Plaza. Después de mucho tiempo, por fin llovía. La vista era preciosa. Pasaba un ciclista, saqué el móvil y tomé una foto, una buena foto. Por un momento estuve feliz.
P.Si volviera a pasar por la Plaza ¿volvería a “estar feliz”?
R. Dependería del momento, pero seguro que la felicidad y la foto serían diferentes.
P.¿Puede concluir la entrevista con una frase?
R. ¡Qué poco se necesita para estar feliz!
P. Buenas tardes
R. Buenas tardes
Manuel Medarde
Grupo A
Bucando la felicidad
Sin saber cómo, sin más, anidó en mi interior una sensación de paz largamente olvidada. No, no podía tratarse de la felicidad. Imposible que dejara atraparse de forma tan despreocupada. La había buscado hasta desfallecer, rastreando lugares absurdos e inimaginables, en vasos de líquido ardiente, en garitos inmundos y peligrosos, entre los colores alucinantes y destructores de mundos psicodélicos. Escurridiza y serpenteante, desaparecía, envileciendo más y más a un hombre acongojado. Caminé caminos de barrizales tortuosos y nunca se dejó atrapar.
Desde no hace mucho, no sé bien cuándo, he descubierto la belleza del amanecer y me ha embelesado el cielo rojizo de los atardeceres. He hallado sosiego en las melodías que las olas interpretan en su ondear continuo, mientras la brisa, estrellándose en mi rostro, me devuelve a otro tiempo lejano y añorado. He revivido el olor a tierra mojada y sentido un dulce cosquilleo interior con el abrazo tierno de mi niña chica, mientras resbala por mi rostro una gota amarga y dolorosa.
No sé cuándo ni cómo, pero me adormecí en estas cosas simples y cercanas. Ya no quiero despertar. Desisto de perseguir a aquella diosa cruel e inalcanzable, voluble y caprichosa, que va y viene, huye y se esconde, hasta conseguir que una densa bruma se instale en el alma.
Aún me queda perdonarme, y me perdono. Me resulta duro, pero no puedo seguir flagelando mi espíritu con el pasado.
Evaristo Hernández
Grupo B
Querida Felicidad
Hace mucho tiempo que no nos vemos, que no nos sentimos. El destino lo quiso así, pero nada, ni nadie, se ha llevado los años donde fuimos tan felices.
Te acuerdas cuando llegamos a la Isla, los primeros años que solo necesitábamos mirarnos a los ojos y de la mano recorríamos la avenida frente al mar, proyectando nuestro futuro?
El nacimiento de nuestro primer hijo, era otoño, y a los pocos meses, recibía su primer bautismo en las aguas del océano, que nos acompañó durante los mejores años de nuestra vida. Después llegaron las niñas y fuimos haciendo camino.
Aquellos domingos, después de correr en el monte, tú, esperabas impaciente para ir a la playa. Como te gustaba pasear por la arena! Y de vez en cuando algún susto! Siempre se nos perdía algún niño.
Con el tiempo, dejamos la Isla, en contra de mi voluntad, porque a ti te hacía mucha ilusión volver con tu familia.
Nunca deje de ser feliz a tu lado. Tu eterna sonrisa me embriagaba.
Nos fuimos haciendo mayores, y era inevitable no programar alguna escapada al mar y si era rodeado de montañas, mucho mejor.
Aquellos viajes a Galicia, Asturias, y que me dices de Estoril! Ese viaje fue maravilloso, comiendo al lado del mar, los paseos hasta Cascáis y por la noche en el Casino, apurando nuestra última copa de vino antes de ir a dormir.
Y de Biarritz! cuando después de haber pasado un día maravilloso, de vuelta a San Sebastián, el GPS nos jugó una mala pasada y después de haber dado unas cuantas vueltas sin conseguir salir de allí, nos llevó hasta la puerta del cementerio diciendo: —ha llegado a su destino— Aun recuerdo tu cara de asombro, cuando cabreado apagué el dispositivo y salimos de allí como alma que lleva el diablo.
Tu risa contagiosa me abrió el camino hacia San Sebastian. Días fantásticos paseando por la Concha y recordando, nuestro mar, lejano pero siempre presente de nuestra querida Isla.
Tu recuerdo, me hace sentir el hombre más feliz del mundo.
Paradojas de la vida, cariño! con lo feliz que eras y nunca te gustó tu nombre.
Pedro Gómez Rodríguez
Grupo C
Y volví al lugar
donde fui tan feliz
a pasear de la mano
de tus recuerdos.
A caminar por las montañas
entre nubes de algodón.
A sumergir entre las aguas
del océano
mis sueños.
Pedro Gómez Rodríguez
Grupo C
Quise volver
Quise volver, ya era tarde.
Las vías ya desmanteladas,
la casa vacia.
las maletas demasiado llenas.
Quise recordar sueños,
cortarme el pelo
como un tazón,
y me seguía creciendo
como le crecen a los muertos.
Quise que esos viejos lánguidos
con mirada extraviada, infinita,
que pasean, como yo,
descaminados,
fueran los jóvenes vigorosos
que yo admiraba de niña.
Quise sandalias nuevas,
y jugar a la rayuela,
un bocadillo,
ir al río en verano,
no tener hipotecas.
Quise
llamar a mi madre,
quise llamar a mi padre,
y que respondieran.
Ya era tarde.
Ahora,
por lo menos,
quiero ser un paisaje solaz,
afirmativo,
un bosque templado,
un llano abierto y hermoso en primavera,
una laguna cálida y transparente,
una marisma generosa.
En resumen,
quiero ser ese lugar feliz
donde tú vuelvas.
Marisa Sánchez
Grupo C
Eché la vista atrás hacia mi infancia,
a aquél tiempo feliz entre algodones,
quise volver allí por mil razones,
borrar, por un momento, la distancia.
Envolverme otra vez en la fragancia
de los días repletos de ilusiones
y repasar de nuevo las lecciones
que sacan de la vida la sustancia.
Volver a ser la niña soñadora
que volaba, sin alas, en los cuentos
pintando de ilusión la realidad.
Y escapar de la prisa que devora
las ganas de soñar y los intentos
de disfrutar la vida de verdad.
Pura felicidad
vivir solo pensando en lo primario
sabiendo priorizar lo necesario.
Aurora Zarco
Grupo B
Búsqueda de instantes felices
Volvió al lugar de los sueños, donde nunca había estado.
Siempre imaginaba cómo sería ese estado inconsciente, donde fluyen las sensaciones, donde respiras y sientes, desde la sensibilidad extenuante y dolorosa, mientras flotas sobre nubes que dispersan la luz de las palabras. Toda su vida en un estado de prueba y error.
Y mientras el mundo giraba con ritmo inverso, ilógico y sin orden, Ada sintió que la templanza de su mano recorría su mejilla, y esquivando lágrimas de despedida, le daba la seguridad del instante. Sintió la fortaleza, el bienestar de la contemplación, y sola allí, frente al paisaje de ocres, azules y verdes, decidió por primera vez, que con su brújula, manejaría el timón de su vida.
Inició la marcha, giró por el camino y supo que hacía lo correcto.
Guadalupe Sanchón
Grupo C
Todo ha cambiado menos la iglesia
Cuando pienso en un lugar en el que fui feliz, regreso a una iglesia. No es una iglesia especialmente hermosa ni siquiera estoy dentro de ella. En mi recuerdo feliz, estoy en la puerta en un atardecer de verano. Cuando el calor no es tan intenso, salgo con mis padres y mis hermanas a pasear por las huertas que rodean la ciudad. Muchas veces terminamos en el puente sobre una acequia que lleva a la puerta de la iglesia, es muy corto y tiene un pretil donde sentarse. Allí mientras nos comemos los bocadillos que mi madre ha preparado como merienda-cena jugamos al veo veo.
Lo que se ve no es mucho, la única iluminación cercana es una bombilla triste que deja ver la imagen de la Mare de Déu de Mont-Olivet que se encuentra sobre la puerta cerrada. El retablo es de azulejo y resulta algo naíf, la imagen de la virgen sobre un olivo en el que duerme el cruzado de Russafa al que se apareció en Palestina. Junto al olivo se puede ver la iglesia rodeada de huertas con sus palmeras. Al fondo, el mar con dos veleros surcando sus aguas.
Comienzan a aparecer otros actores secundarios de esta obra, los mosquitos atraídos por la bombilla; los murciélagos y las salamanquesas a comérse a aquellos. Un coro de ranas ensaya timidamente no muy lejos. Es hora de irse y dejar que cenen tranquilamente.
Hoy la iglesia con su retablo sobre la puerta sigue en un entorno muy cambiado. Está rodeada de edificios que no han dejado ni un palmo de huerta. No hay rastro del puente ni de la acequia que salvaba. A escasos doscientos metros se unen el jardín de Turia con la Ciudad de las Artes y las Ciencias en lo que fue el lecho del río, ahora desviado. Allí mismo arranca la autopista del Saler.
Tampoco sería posible reunir a todos los que jugábamos al veo veo. Quizás sea posible encontrar a algunos personajes secundarios. Tengo que ir una noche de verano a comprobarlo.
Enrique Martínez
Grupo C
Mi primer beso
Paseábamos aquella tarde. Tú, a mi lado,yo, a tu lado.No recuerdo de qué me estabas hablando,sólo sé que estaba nervioso,temblaba como un pájaro mojado. De repente te quedaste quieta,mirándome.
Al contemplar tu rostro tan cerca,me invadió una fuerza extraña. Oía tu respiración,una respiración agitada;luego me fui acercandohasta que junté tus labios con los míos,menos que un segundo,con el pensamiento volando.
Así fue mi primer beso de adolescente,de inocente enamorado.De aquella tarde conservo también el recuerdo de un árbol,como mudo testigo de nuestro beso,de nuestra tierna aventura iniciada.
Sin embargo, hoy he pasadopor ese lugar exacto.El árbol ya no existe,tampoco estás tú a mi lado.Pero por un instante he sentidoel temblor de ese momentoy el sabor salado de tus labios,que bebí con mi primer beso.
Jaume Castejón
Grupo B
Mi carta a la felicidad.
Querida felicidad: Qué oportunidad me ha dado el taller al sugerir escribirte una carta, ¡tengo tantas cosas que decirte!, no es porque haga mucho que no nos vemos, sino que el estar oyendo hablar de ti toda la tarde, me ha emocionado tanto, hasta una lagrimilla se me ha escapado, que quiero que me oigas darte las gracias, porque siempre has estado conmigo, porque te siento. Hubo un tiempo en que, el que estuvieras conmigo no lo valoraba, me dabas, me has dado tantos momentos, me parecía normal, estando arropada por una familia fenomenal,un trabajo que me gustaba, buenos libros, divertidos viajes... casi casi de color de rosa.
Cuando podría haber desaparecido ese rosa de mi vida, no llegó el gris ¿por qué? Desde antes de nacer, Felicitas me esperaba, era el nombre de mi madre,y tú Felicidad, ¿también estabas preparada para para acompañarme?, aunque cambias de nombre, energía, optimismo, ganas de vivir, aprender a valorar lo que me rodeaba, tener amigos, familia…
Yo me esfuerzo para que sigas conmigo, para que me ayudes a caminar en esta nueva vida que me ha tocado ahora, ¡fíjate!, ahora mismo estoy charlando contigo, ¿verdad que es así cómo lo tengo que hacer?
Gracias, a los que me ayudan a conseguirte.
Inés Izquierdo
Grupo A
El revés del tiempo.
Volver
al pasado
retornar
al trastornado titán.
Azotar el tiempo
bocabajo.
Volver
a sentir el miedo primigenio
la distancia misma.
Desollar el declive
y desgarrar tiras de alma
y darles vuelta por regresar
donde no se estuvo.
Quizás
solo se puede volver
a lo que nunca fue eterno.
Volver
es marchar,
y rebosar el instante
con lo que siempre fue
y es en cualquier tiempo.
Morir y renacer
en el mismo compás.
Levantar los ojos,
danzar ligero.
Sí
volví ya, pues partiré,
siempre.
José Carlos Gómez
Grupo A
Cinco variaciones sobre la felicidad
1. Una adivinanza que me enseñaron de niña decía: “Alto como un pino y pesa menos que un comino”. La solución era el humo, la que yo pensaba: la felicidad.
2. Nadie sabe dónde está ni cómo se encuentra. 00Cambia de consistencia. Tanto puede ser el resultado de tener como de no tener. Y parara colmo, de ella nace la tristeza pero no ocurre al revés.
3. Ayer quizá fui feliz, un rato. Y estoy rebobinando para saber cómo lo conseguí y hacer que dure más, pero el caso es que no logro llegar a ese sitiopor voluntad. Desconozco si fue no haciendo nada o haciendo lo que me gusta. Si soñaba con lo que no es verdad o ignoraba lo que pasa en el mundo durmiendo a pierna suelta, con la tranquilidad que da saber que no te van a caer bombas encima.
4. Aunque no soy feliz, quiero seguir fuera, no quiero volver, no me da la gana. ¿Quién ha dicho que hay que regresar a la casa, a la familia a la patria? No, nada de eso me interesa; con los viajes me he ido desmemoriando y deshilachando, se acabaron las Ítacas. No quiero llegar zarrapastroso a demostrar que puedo tensar el arco con el que mantenía a raya a los enamorados de Penélope. Las mujeres ya no esperan a los héroes, ni necesitan crearlos para justificar su existencia. No, yano soy quien fui, no me dicen nada las estatuas. Así, perdida, soy más feliz.
5. Sabes, hija: Cuando el tiempo se acaba, no hay felicidad que valga. Todos queremos tiempo, todo lo demás es artificio.Solo somos felices cuando escapamos a su medida. Cuando amamos sin límite, cuando nos salimos del orden de las cosas. Cuando estamos dispuestos a morir por ese instante sin retorno.
Sagrario Martínez
Grupo B
Felicidad
Llegas con empeño y engaño,
Pero te vas y dejas silencio y ausencia
Sorprende el amor y arrulla
La amistad reconforta y mece
Pero tú dueles cuando se acaba el vino
Y ya no eres luz de mediodía
Ni plácida lectura bajo el sol naciente
Eres ángel insumiso y yo,
Al final de este viaje
Con mucho recelo entiendo
Que aunque parezca apariencia
Eres regalo y presencia.
Grupo B
Felicidad
Llegas con empeño y engaño,
Pero te vas y dejas silencio y ausencia
Sorprende el amor y arrulla
La amistad reconforta y mece
Pero tú dueles cuando se acaba el vino
Y ya no eres luz de mediodía
Ni plácida lectura bajo el sol naciente
Eres ángel insumiso y yo,
Al final de este viaje
Con mucho recelo entiendo
Que aunque parezca apariencia
Eres regalo y presencia.
Pilar Sánchez Barbero
Grupo B
Grupo B
El despertar
Advierto que estoy en el límite entre el sueño y la vigilia, dónde nada es real, donde todo es posible.
No tengo fuerzas para abrir los ojos, solo puedo percibir lo que tu boca, sin hablar, me manifiesta.
Empiezo a tensarme, a estar alerta ante el desasosiego que comienza a consumirme.
No hago nada, espero, respiro , siento y me deslizo por la pendiente del gozo.
Tú sigues degustando los placeres del rito que nos une, suscitando una danza de quejidos guturales y susurros que redoblan los timbales del placer.
Quedamos atrapados por el torrente del delirio, hasta que los rápidos de la corriente nos depositan, desmadejados, en las riberas de la pasión.
La mirada brillante y el postrer abrazo, lento, profundo, que erige montañas de lazos, tan fuertes que no atan; incitan a renovar los votos del deseo.
Hoy desperté sintiendo la felicidad de ser amado.
Calgari
Grupo A
La felicidad
Grupo A
La felicidad
La felicidad es volátil, como un globo que se te escapa de las manos, y se lleva todos tus sueños, tus ilusiones y tus esperanzas.
Luis Iglesias
Grupo B
Regresé
a sus palabras, a sus ojos miopes. Al cigarrillo a medias y a un café para dos.
Mirando como a través de una gasa suspendida en el aire, volví a ese lugar feliz, a ese lugar que el maestro dice que no has de volver...
La música había cesado y la piel estaba un poco más seca y ajada pero el carmín en los labios seguía gritando ven.
Eva Hernández
Grupo A
Regresé
a sus palabras, a sus ojos miopes. Al cigarrillo a medias y a un café para dos.
Mirando como a través de una gasa suspendida en el aire, volví a ese lugar feliz, a ese lugar que el maestro dice que no has de volver...
La música había cesado y la piel estaba un poco más seca y ajada pero el carmín en los labios seguía gritando ven.
Eva Hernández
Grupo A
Tierra sin pan
Comarca histórica castigada por el olvido.
Calles estrechas y retorcidas.
El hambre, las enfermedades y la indiferencia habían condenado a las Hurdes
Se reducía a una de vasto pedregal
Escabrosa, salpicada de alquerías pequeñas.
Los habitantes transitaban por las calles intransitables.
La pobreza extrema dificultaba mirar el horizonte
Gabriel y Galán expresa de tal forma la pobreza que te hace entrar
en el dolor de la jurdana, sientes sus lágrimas y penas tan profundas por ella y su hijo.
Ni un trozo de mendrugo para llevárselo a la boca.
Por la cuesta del serrucho va bajando
La paupérrima jurdana.
Lleva el frío de las fiebres en los huesos,
Lleva el frio de las penas en el alma,
Lleva el pecho hacia la tierra.
Lleva el hijo a las espaldas.
Lleva frio.
Josefa Redondo
Grupo A
Buscando la felicidad
Había una vez una mujer anciana a la que toda la gente del lugar consideraba una persona inteligente, sensata y sabia.
Tenía tres hijas llamadas Melancolía, Esperanza y Ahora, tan distintas entre sí como la vida misma.
Una mañana de un gris septiembre, la anciana las convocó entorno a su lecho de muerte: "Queridas hijas, sabéis lo feliz que he sido en mi vida aunque, como es natural, no siempre. Vosotras sois muy jóvenes por lo que he decidido donar toda mi herencia a aquella que consiga acercarse en la mayor medida a la felicidad. Buscadla, pretendedla, cortejadla, cultivadla, perseguidla con tesón como os dicten vuestros corazones pero sin darle la espalda a la sensatez".
Dicho esto, expiró con una expresión serena en su rostro.
Cuando se les agotaron las lágrimas por el dolor de la pérdida, se sentaron las tres hermanas alrededor de la mesa de la cocina.
Melancolía, la mayor, comunicó con orgullo a las demás: "Mañana partiré en busca de la felicidad que ya he vivido". Y comenzó a preparar su maleta de recuerdos.
Esperanza las miró altanera y sentenció: "Yo iré a buscarla en los momentos felices que han de llegar". Y se puso manos a la obra llenando su maleta de sueños y proyectos.
Ahora, la más pequeña, las miró con su habitual humildad: "Yo, hermanas queridas, me quedaré aquí y en este momento, viviendo el día a día. Así no dejaremos la casa a merced de malhechores".
Sus hermanas la miraron con sarcasmo y le reprocharon con altivez: "¡Qué simplona que eres, Ahora! ¡Hasta tu nombre es insulso y carente de interés! No como los nuestros: evocadores, oníricos, inspiradores... ¡Perfectos! ¡Quédate aquí y "Ahora"!"- se mofaron sin dejar de reír acarcajadas.-"¡Así no supondrás ninguna competencia!".
A la mañana siguiente, emprendieron sus viajes ilusionadas.
La más madrugadora fue Melancolía que, mientras tiraba de su maleta con ruedas, pensaba con una mirada anidada en la nostalgia: "Allá donde fui feliz, volveré a serlo. ¡Allí está mi felicidad! Donde crecí, donde jugué, donde amé, donde reí, donde poseí, donde me sentí alguna vez viva".
Caminó sin descanso, noche y día, dirigiendo sus pasos hacia el pasado añorado.
Creyó que estaba cerca de lograrlo cuando se topó con una valla que no permitía el paso. Un cartel viejo y descolorido anunciaba perentorio: "Carretera sin salida. Disculpen las molestias. Final de trayecto".
No podía creer lo que veían sus ojos, los cuales, en ese preciso instante, se llenaron de nada. Fue entonces cuando recordó las palabras que su madre le solía repetir cuando era pequeña: "Mi querida niña, mi Melancolía, el pasado solo se puede rozar en los fragmentos perdidos. Y el gozo que produce es efímero en comparación al vacío que deja en quien se obstina en aletargarse en su regazo."
La depresión por lo que había sido y se fue y ya nunca sería, se apoderó de su mente ennegreciendo sus pensamientos hasta desangrar por completo su optimismo inicial.
Quedó prisionera del ayer, en un mundo que ya no existía. Consumiéndose poco a poco con recuerdos cada vez más borrosos y tristes hasta convertirse en un cuerpo momificado, sin vida.
A Esperanza no le gustaba madrugar. Tendente a procrastinar, se levantó con calma y con su característica mirada de ensoñación, se puso en marcha.
Empujando su maleta con ruedas, en dirección al futuro, se decía a sí misma: "Conoceré al amor de mi vida, viajaré por todo el mundo, disfrutaré a más no poder, aprenderé muchas lenguas, tendré una casa enorme con un jardín, ganaré mucho dinero, compraré, haré, seré, tendré, llegaré, iré... y volveré feliz a por mi herencia".
Ensimismada en sus infinitos proyectos, caminó y caminó y caminó hasta tropezar con una valla infranqueable. Sorprendida, se paró en seco sin entender qué sucedía.
Alcanzó a ver un cartel de neón parpadeante donde se leía: "Carretera en construcción. Disculpen las molestias. Final de trayecto".
No podía creer lo que veían sus ojos, los cuales, en ese preciso instante, se llenaron de nada. Fue entonces cuando recordó las palabras que su madre le solía repetir cuando era pequeña: "Mi querida niña, mi Esperanza, los proyectos de futuro son bellos y ayudan muchas veces a seguir con ilusión y a perseguir nuestras metas. Pero no son, porque aún no existen. El futuro solo se puede rozar en los sueños de un avenir ideal. Y el gozo que proporcionan es efímero comparado con la frustración que generan en quienes solamente se atreven a soñar".
La ansiedad por lo que hubiera querido que fuera pero nunca sería, se amarró a su pecho dificultándole la respiración e impidiendo que el aire penetrara en sus pulmones. Los músculos agarrotados no obedecieron y su mirada se congeló hasta convertirse toda ella en un holograma, un avatar sin vida.
Ahora se levantó como cada día. Sin pretensiones inalcanzables. Sin recuerdos paralizantes.
El otoño se insinuaba por medio de un viento tibio y delicado.
Ahora cogió su cesta de mimbre y se sintió feliz adentrándose en el otoño mientras recogía setas en el bosque. Observando cómo las hojas de los árboles se teñían de oro para rendirse después dejándose caer mecidas por el viento, en un vuelo acrobático y ligero.
Y fue feliz chapoteando en los charcos con sus katiuskas amarillas en los días de lluvia. Asando castañas en el fuego.
Abrazó la felicidad con cada copo de nieve que besaba sus mejillas durante el frío invierno. Contemplando boquiabierta las luces que anunciaban la llegada de la Navidad a la ciudad. Acercando sus manos congeladas al calor de la leña que ardía en su chimenea. Consumiendo a sorbitos un humeante caldo derpollo que le calentaba el alma.
Su sonrisa floreció con las primeras amapolas silvestres, que crecieron anárquicamente en un campo cercano con la llegada de la primavera.
Regaba cada día sus plantas que, agradecidas, la premiaban con flores de colores alegres y con perfumes intensos que la llenaban de dicha.
¡Hum! ¡Y qué suculentas las cerezas del Jerte! ¡Y los fresones de Huelva!
¡Achís! ¡Salud!
Caminó día a día de la mano del verano dejándose invadir por cada rayo de sol.
Saboreando con calma granizados, gazpachos y helados con gesto goloso.
Atravesó cada estación mirando a la cara el presente, buceando en cada segundo de vida, sin tratar de inmortalizarlo. Sabiendo que el ahora es ahora. Y cuando se va, se ha ido. ¡Mejor que se vaya bien exprimido!
Y recordó con cariño las palabras que solía repetirle su madre: "Mi querida niña, mi Ahora, haz un ramillete de recuerdos, no renuncies a tus sueños. Pero, ante todo, nunca olvides que LA VIDA dura el tiempo que transcurre entre los unos y los otros".
Y comprendió que las enseñanzas de su madre y hasta aquel nombre que le había dado al nacer, eran su mejor herencia.
¿Qué pone en ese cartel? "Carretera sin final. Se ruega no obstruir el paso. Gracias".
Ibone Bueno Vicente
Grupo C
La felicidad como estado es falso,
y nunca se es feliz a tiempo entero,
son una serie de instantes que pasan,
y dan color a la gris existencia.
Y volver a aquel momento, a una historia
se me antoja del todo inverosímil,
yo ya no soy aquella, ni la siguiente
y la de ahora está un poco perdida.
Prefiero recordar sin atreverme,
a volver y percibir que ya no es,
escojo la añoranza a la certeza,
que lo idílico solamente eso es.
Beatriz Gorjón
Grupo A
En retorno por la felicidad
Aprovechando que se acercaba el Día de Muertos, me pasé por una florería y compré un ramo de cempasúchil para llevarlo al panteón, desde que murió y fuimos al panteón no volví a ese lugar.
Cuando iba de camino recibí una llamada de mi madre para pedirme que fuera a la antigua casa de mi abuelo porque había olvidado sus anteojos, ahora la casa se usaba como negocio o al menos solo una parte de ella. Tuve un mal presentimiento de volver a aquella casa y no porque haya sido infeliz allí, pero ya sin el no lo veía sentido a ese lugar.
Al entrar a la casa cogí rápidamente los lentes de mi madre y no pude evitar asomarme a la antigua casa: el largo pasillo, los dormitorios, la cocina, todo seguía oliendo igualito, solo que ahora se sentía un silencio penetrante. Me invadió un sentimiento de profunda tristeza y cariño por volver a ver todo, comencé a divagar por los cuartos creyendo que podría encontrar a mi abuelo leyendo en su mecedora con los anteojos negros que usaba para leer y al llegar a la que era su habitación sentí impulsivamente la necesidad de tocar a la puerta como hacía siempre que iba a verlo, pero una parte de mi se rio al pensar que yo fuera a hacerlo, opté ni siquiera por tocar la puerta, estaba demasiado en juego y no fuera a ser que alguien me respondiera.
Al entrar en la sala me quedé observando aquel cuarto donde viví tantas cosas: travesuras con mis primos, peleas, regaños de la tía Chelita, cenas navideñas, regalos, chismes, pláticas con mi abuelo, comidas de domingo, la silla de la cabecera: subió rápidamente todo a mi cabeza y sentí mucha paz, pareciera ahora un sueño, fábrica de mi imaginación, solo yo estoy segura de que todo fue cierto y eso es algo que nadie me puede quitar.
Daniela Perales Bosque
Grupo C
Felicidad
Si evoco momentos de felicidad me vienen fogonazos luminosos de sábanas blancas moviéndose con el viento, sujetas por pinzas en una cuerda, o tendidas en la hierba resplandeciente, o secas y dobladas oliendo a jabón casero y a color verde.
Si vuelvo a esos momentos luminosos, siempre es con la iglesia presente, como dice Enrique. Campanas repicando porque es fiesta o domingo o hay bautizo, y grupos de niñas en el portalillo cubierto, disfrutando de nuestros vestidos recién estrenados, o sentada en un banco en misa, doblando un pañuelo a la mitad, en tres partes, haciendo formas, procurando dejar al descubierto la primera letra de mi nombre bordada en una esquina. La voz del cura de fondo, el eco del arrullo de las palomas, un trueno atenuado por la distancia, o el sonido de un avión lejanísimo.
Y por supuesto, la vivencia inequívoca de la existencia de Dios y de que el universo tiene sentido porque estamos nosotros, reyes absolutos y elegidos,que vamos creando el mundo con nuestra canción, como creían los aborígenes australianos,nombrando las cosas por primera vez: “Ahí está la peña de la escuela”, “este es el transformador de la luz”, “el leñero de Manolo” o “los pontones del rio”.
Merienda en el campo, tardes de trilla, y primeras noches en la calle y en libertad, piedras perfectas para la rayuela bajo el agua transparente del rio, anocheceres frente al fuego, adormeciéndome escuchando una historia iniciática o la caída por la chimenea de una gota de lluvia en las brasas. Los miedos también existían pero duraban un día.
Mi patrimonio feliz, la mayoría de mis acciones en Felicidad están en mi infancia.
Con el paso del tiempo esos instantes felices ya son otra cosa; no hay seguridad de la existencia de Dios, nos han destronado muchas veces y el universo cambia continuamente de sentido. Los días a veces no son azules y los miedos son más duraderos, y siempre hay una guerra cada vez más bestia que va cambiando de nombre.
Pero encaramados en la cresta de ola del paso del tiempo, seguimos persiguiendo cualquier atisbo de luzy celebramos de vez en cuando que estamos vivos a pesar de todo, que atesoramos ese patrimonio feliz de la infancia y que de vez en cuando recibimos cartas maravillosas, llenas de sentido, cartas de amor absoluto y en las que en letras grandes nos comunican que NO SE HAN OBSERVADO SIGNOS RADIOLOGICOS DE MALIGNIDAD.
Aurora Martín Fiz
Grupo C
Felicidad imaginada
Siento plenitud cuando me miras, cuando te acercas, cuando me acaricias, cuando me rodeas con tus brazos, cuando me besas, oigo tus palabras y en ellas escucho un te quiero. Agárrame de la mano y paseemos nuestro amor.
Felicidad soñada.
Sueño con el instante en el que mis sentidos aviven mi interior y generen el milagro de sentirme, sin mas pretensiones y ese momento contagie mi día para que preste mi atención, presencie el momento y ser consciente de ello.
Felicidad propia
Bajo el telón, retiro las máscaras, desaparen los personajes, ser yo misma será el único papel, sintiendo plenitud al recordarlo….
Sin nombre
Felicidad entre rejas
Dicen que uno reconoce la felicidad en aquellos momentos en que el tiempo vuela.
De ser así, todo el que pasé entre esas cuatro rejas fui feliz.
Acudíamos cada semana a encerrarnos voluntariamente durante al menos unas horas.
No cumplíamos un castigo. Entonces no lo sabíamos, pero lo hacíamos para sentirnos vivos.
Tampoco éramos un peligro para la sociedad, sino todo lo contrario. Sin saberlo, nos protegíamos a nosotros mismos del resto del mundo. Esos barrotes nos aislaban de la gente en la que más tarde nos convertiríamos.
Puede que no tuviéramos grandes problemas, pero aquellas horas entre rejas eran más efectivas que días enteros de terapia con el mejor psicólogo del mundo.
Era ver el recinto a lo lejos y sentir una fuerte energía positiva irradiando de nuestro interior.
Una vez allí, el último cerraba la puerta y, por fin, echaba el balón al suelo.
Era entonces cuando el tiempo comenzaba a fluir a una velocidad más rápida de lo normal.
Es irónico cómo algo tan parecido a una prisión podía hacernos sentir tan libres.
Pasábamos horas y horas sin parar de correr. Unas veces detrás del balón. Otras, con el doble de ganas para no ser el último en tocar el poste después de un gol en contra.
El ruido de las zapatillas sobre el asfalto tan sólo lo interrumpían los gritos que nos proferíamos unos a otros. Muchos eran insultos que ahora sólo nos atreveríamos a compartir desde la seguridad del interior de nuestros coches.
Pero en aquel entonces no nos importaba. Al menos durante esas horas éramos felices, y ninguna mala palabra podía impedírnoslo.
También era nuestro networking de la época. La única forma que teníamos de ampliar nuestra red de contactos y conocer a alguien de otros círculos.
No he vuelto a aquel lugar. Y soy consciente de que nunca podré hacerlo. Tal vez pueda volver a correr detrás de un balón y sentir que el tiempo pasa fugaz. Pero ya no podré hacerlo durante horas, ni con aquella compañía, ni mucho menos sentir lo mismo que sentía entre aquellas cuatro rejas.
Lo único que puedo hacer ahora es recordarlo, y tratar de buscar otra prisión en la que me sienta al menos una parte de lo feliz que fui en aquella
Jesús Salado
Grupo C
Trajiste de la mano la felicidad. Se quedó aquí acurrucada en su lugar preciso y me llenó de dicha. No puedo dejar de mirarte, de sentir latir con fuerza tu corazón y mi vida sonríe de nuevo.
Las horas se deslizan entre días llenos de sentido. Nada se parece a esos momentos en los que te siento tan próxima.
Volveré a tenerte en brazos, acariciaré tu cara sonrosada y me dedicarás la mejor sonrisa.
No vas a irte de mi lado, ahora que te has acomodado en mis brazos. Surcaremos juntas los senderos de hayas enrojecidas con ensueños mágicos.
Tu llanto asustará al tranquilo gorrión de la tarde y mis caricias lograrán apaciguar tus lágrimas, para verte otra vez sonreír.
JB
Grupo C
Precioso soneto Aurora.
ResponderEliminarIgnacio
Me alegra que te guste 🙂
Eliminar