Reformas, S.A. (Sesión de crítica)

Estos son los textos presentados a la sesión de crítica. El primero no dio tiempo a comentarlo de modo que podéis leerlo y dejar en comentarios vuestras sugerencias y vuestra crítica.
También podéis hacer lo propio con el resto


El herrero

Hace tiempo que conozco al herrero de mi pueblo, supongo que desde que me instalé con mi familia, hace ya algo más de dos años. Se llama Andrés y hace algunos trabajillos modestos para embolsarse unos euros que le complementen su trabajo diario en el Hospital. Es camillero ,“de competición “, escuché un buen día en el comercio y así me lo relato él una tarde que estaba en su taller reparando un frigorífico. Lo que no me contó el muy granuja es que en alguna ocasión  había volcado a pacientes por los pasillos haciendo carreras nocturnas junto a su compañero.  Dos de ellos no se percataron de nada, puesto que salían de quirófano sedados como una cuba y cuando despertaban lo que se preguntaban era el tiempo que les quedaba de vida.
Su fama en el pueblo se consolido con una anciana. La mujer había entrado en el Hospital aquejada de una amnesia global transitoria. Su hija la había sorprendido lavando sus bragas en la olla del cocido. Al parecer el detonante fue éste último; pensé yo, puesto que ya lo había intentado con una sopa de sobre y las judías verdes congeladas. Un cocido completo el Domingo son palabras mayores y si no que se lo digan a mi padre, que no desayunaba ni salía a tomar el aperitivo para dejarse medio estómago ante el condumio.
Los días que hay gente en el comercio uno se entera de muchas cosas, desde las goteras que tiene el párroco en su casa hasta la menstrua primera de la hija del alcalde.  Ante tanta algarabía a algunos se les olvida  comprar el pan, y luego vienen disculpándose de la mala cabeza que tienen. Cuando el tendero se da la vuelta para coger la fruta y en su boca con media sonrisa aparece el diente de oro, los clientes se apretujan ante el mostrador para oír el remate final de la historia. En el trance, el mostrador queda parcialmente destartalado y los fresones de invernadero ruedan entre zapatillas y tacones.
Después que la Buena Moza recuperó el bastón bajo el entarimado, y que los clientes ayudasen a poner en su sitio el mobiliario, el desenlace de la historia me llego lejos, pero audible, al final del pasillo donde curioseaba los artículos de ferretería.
La anciana cuando llegó al Hospital estuvo toda la tarde tranquila, a la espera de practicarla unas pruebas a la mañana siguiente. Estuvo mirando la televisión, aunque la misma permaneció apagada todo el día, ya que nadie había pagado por utilizarla. Su hija; barruntaban mis vecinos, tenía un curso de cocina en la Casa de Cultura y que por ello no acudió a estar a su lado.
Cuando Andrés tuvo que pasarla a otra habitación  por motivos que nadie conoce, se encontró con su compañero, que llevaba a otro enfermo en estado muy intranquilo. Se intentaba quitar la ropa de cama y desprenderse el cableado del gotero. Recordaba a un león-anciano mascullando entre sus dientes salivados improperios de ultratumba. Justo en el momento en que las camas se enfrentaban, como si fueran a demostrar la calidad que cada una escondía entre sus sábanas, el anciano logró zafarse y ponerse en pie dejando al descubierto su cuerpo marfileño. En la penumbra del pasillo y el foco de emergencia apuntando su haz al cimbreo loco de su miembro viril, el octogenario parecía una fiera desbocada, incapaz a que toda la medicación del Hospital pudiera derribar su potencial. La mujer ante la visión apocalíptica que presenciaba a escasos centímetros de su cama, se incorporó como un resorte y sus párpados se invaginaron del tal manera, que sus globos oculares parecían en algunos momentos descolgados de sus órbitas. Andrés y su compañero solo pudieron observar absortos como los dos ancianos se fundían en un abrazo carnal rodiniano más propio de lienzos y museos que de esta vida insulsa y terrenal. Cuando quisieron saltar sobre ellos, ambos estaban ya aderezados en un revoltijo de masa muscular y pelo blanco, imposibilitando el separarlos. Mientras los camilleros andaban también por los suelos, fatigados, buscándose los zuecos perdidos en la batalla y sujetando como podían a los amantes,  al final del pasillo pudieron vislumbrar la imagen de una joven que venía corriendo hacia ellos. La hija de la anciana quedo parada ante los cuatro y observó como su madre empezó a reír de una manera hilarante, mientras el anciano se encogía al parapeto de sus rodillas huesudas. La mujer le contó con pelos y señales que su amante momentáneo le había recordado mucho a su Nicanor el día de su noche de bodas y que había experimentado una sensación de libertad nunca manifestada. Mientras la hija, estupefacta aún, se llevaba del brazo a su madre al mostrador para recoger sus pertenencias, memorizaba algunas recetas aprendidas que tuvieran como requisito fundamental el empleo de la olla a presión bien tapada y sellada...
Atrás quedaban los alaridos del anciano, suplicando y maldiciendo a los camilleros, que no cansados de los acontecimientos acaecidos, desplazaban a toda velocidad por Radiología los últimos y apasionados ardores de un hombre ante sus postrimerías.

José Luis Moreno


Cruce de caminos

En su búsqueda de un lugar apacible donde relajarse un rato, una pequeña cafetería en la esquina de la plaza llama su atención. Parece un local coqueto y familiar. Alicia abre la puerta y entra. Una bocanada de aire caliente le acaricia la cara.
A la derecha está la barra, con su máquina de café emitiendo vapor y silbando mientras la camarera calienta la leche. Y a la izquierda se agrupan un puñado de mesas bulliciosas con el ir y venir de tostadas, churros, cruasanes... Alicia se adentra en el local, hacia una puerta que hay en el fondo, preguntándose si allí habrá algún espacio libre o se tratará simplemente de los lavabos. Para su agrado, se trata de un rincón acogedor y bastante silencioso, con sólo cuatro mesas vacías rodeadas de bancos enterrados bajo mullidos cojines.
Mientras se quita el abrigo y lo cuelga en la percha, una camarera se acerca a preguntarle qué desea. Alicia pide un café con leche, en vaso de cristal y con dos azucarillos, como siempre le ha gustado. Se acomoda entre los esponjosos cojines y saca de su mochila el libro que está leyendo: “El 8”, de Katherine Neville. Está tan enganchada a la historia, que aprovecha cualquier instante para leer.
La camarera regresa con su café humeante acompañado de una galletita y allí lo deja, junto a la lectora ensimismada entre las páginas.
El ambiente cálido y solitario del pequeño rincón no se ve alterado hasta mucho tiempo después, en que una chica con aire distraído entra en el lugar y toma asiento en la mesa opuesta a la de Alicia. Hace ya rato que el vaso yace frío y vacío sobre la mesa y Alicia está sólo esperando a terminar el capítulo del libro para salir de la cafetería y retomar su camino. Pero la chica que acaba de entrar llama su atención. Con el rabillo del ojo, la ve quitarse el abrigo y dejarlo en la percha. Luego se sienta apaciblemente, y cuando la camarera acude para tomar nota, ella le sonríe y le pide “un café con leche, en vaso de cristal y con dos azucarillos, por favor”. Aquí, Alicia no puede evitar levantar la vista de su libro y mirarla con curiosidad. La chica permanece ajena a esta mirada y se limita a abrir su bolso y sacar un libro para disponerse a leer.
“¡qué casualidad! Me pregunto qué estará leyendo...¿no será “el 8”?” El libro estaba encuadernado, y la vista no le alcanzaba para ver el título, con lo que siempre le quedaría aquella duda.
Alicia recogió sus cosas y se dispuso a marchar. Durante un instante estuvo dudando si saludar a aquella chica misteriosa y comentarle la coincidencia, pero por recelo a que pudiera pensar que estaba un poco loca, no lo hizo. Se limitó a pagar su café y salir del local pensando en lo sucedido.

Alicia Alonso


La casa de los espejos

Cuando estaba muy fatigado su mente se convertía en un puzzle mal encajado. Se miraba y observaba su cuerpo sin la proporción lógica. Se encontraba atrapado en un túnel oscuro, atascado con ideas trastocadas.
Entonces, ella entraba dentro de su casa y recomponía las piezas alineando cada trozo, alisando y nivelando milimétricamente los bordes, retrayendo los temores acechantes agazapados y situando a las dudas invasoras en su justo espacio.
Después de la intervención el espejo le devolvía la imagen que quería ver.

Antonia Oliva


Poesía loca

Robé de tus ojos tu mirada
cuando estabas pensando en otra cosa.

La guardé en el bolsillo
de arriba
de mi camisa
junto a mi pimiento rojo.

Cuando tu ausencia me castiga,
abro el cajón de mi mesilla,
busco en el bolso de mi camisa:
el de arriba,
leo la carta de amor
que nunca me escribiste.

Y pienso en otra cosa.

Porque me importas.
Me importas un pimiento.

Felipe Cortés


La rebelión zumbante

Hace dos meses falleció un funcionario de Higiene en un baño público. No había signos de violencia, ni móvil, así que lo enterramos sin más. Una semana después falleció otro, mismas circunstancias. Tres días después uno más. Ni rastro de veneno, de lucha, de nada. con la cuarta víctima ni el más estúpido y optimista creía en el azar. Empezamos a acompañar a los funcionarios de Higiene por seguridad. No queda claro si por su seguridad o para asegurar que continuaban haciendo su trabajo. Sólo logramos que cayeran inspectores y agentes. Y seguíamos, seguimos, sin una maldita explicación, siquiera un mísero dato al que aferrarnos. Pese a los denodados esfuerzos por mantenerlo oculto, la opinión pública se enteró. Lo más curioso del asunto es que ninguno de los usuarios de los baños públicos había visto nada, ni sufrido daños. Sea quien sea ese cabrón va contra la autoridad. Porque barajamos algún tipo de loco asesino en serie. Que fuese contra la autoridad sólo nos puso las cosas más difíciles. Alguna gente no entiende que la autoridad existe por el bien de todos, y hasta simpatiza con el que va a jodernos. Pero hace quince días dio un paso más. No creo que sea casualidad que coincida con la suspensión de las inspecciones de higiene. Necesita matar, y ha empezado con los civiles. Tres al día, en distintos baños. Es un animal sediento de sangre. Por decirlo de alguna manera, porque sus crímenes siguen siendo asépticos. Por eso he venido, directamente enviado por el Secretario General. Reconozco que no me ha hecho gracia el encargo. No me oiréis decir que tengo miedo, aunque tampoco soy tan cínico como para decir que estoy tranquilo. Y en un ataque de sinceridad reconozco que sí, es estúpido pensar que encontraré algo a simple vista donde un equipo de investigación completo no halló nada. Pero son manías de perro viejo, como la de estar hablando solo con este magnetófono.
No veo nada raro. Un momento, ¿por qué está tan negro el techo? ¡Joder, se está moviendo! ¡¿Qué es esto?! ¡Estoy delirando, debe haber un millón!...

Miguel Ángel Pérez


Óleo a mi amigo Carlos

Con mi pincel recreado sobre tu lienzo
plasmé el sentir de Zeus.

Con la miel obtenida de tu hiel
obtuve el color carmesí.

Con tu piel sin mi piel
fecundaré mi olvido.

Gracias por haberte amado.
Gracias por haberte conocido.
Gracias por haberte olvidado.

Manuel Palancares


Porque siempre tengo cosas que decir

Una obra en marcha, sí, articula un destino, pone argumento a los días, eje a las horas.
Estructura una conciencia, ayuda a vivir. Lo de menos, al final, quizá, sea la obra.

Francisco Umbral
Mortal y rosa

Frente a la hoja en blanco, empieza una andadura sin retorno como el arado al sembrar, como el tractor con sus siete cuchillas hundiéndolas en la tierra para arrastrarlas hasta el final del renglón. Hueco, suena a un nada que se va a todos los sitios. Quiero mirar y no veo, quiero decir cosas, que me salgan de dentro, un interior rebosante de neuras, prejuicios, deseos, complejos, ilusiones… donde se va tejiendo un vivir diario que a veces se hace cuesta arriba y otras se deja arrastrar por una modorra sensiblera dándole sentido a muchas cosas. No sé de donde sale esa máscara púrpura, que aparece en un estandarte trasnochado, entre penumbras, roída por arañas, anclada en piedras de montículos falsos. Parece de broma pero el sonido latente de microorganismos de ciencia-ficción, invade una diminuta célula de la existencia y se sumerge en un universo privado, que se quiere transformar en esponja. Es una lástima, nunca llegaré a creerme nada, pues nada tengo y nada soy.
Sales de ti para navegar no sabes donde. Hay una luz que ilumina los deseos de rasgar los papeles para que despejen las ideas que se escabullen por unos orificios amarillos, que se ciegan por los fuegos intencionados de corazones descreídos y deformes. Es el momento de sonreír, de ir aligerando una memoria desmotivada que quiere alzarse hasta llegar a las nubes para flotar y sentir el latido de las estrellas. Ha caído la tarde fría y ha dado paso a una noche que se enrosca con una luna llena que se parece a un melocotón dorado. Deseo caminar por los renglones del cuaderno y dejar una huella que sature el espíritu inquieto de un saltamontes del ánimo, que pretende ser milagro vital, capaz de rozar el azul inmenso de un cielo mesetario. Deseo acariciar las largas hebras del destino, que se resquebraja como un muñeco de nieve.
Me hundo en el mar para mojar los sentimientos, mezclarlos con las algas saladas y dejar que las olas los manipulen de aquí para allá, hasta hacerlos chocar contra unas escarpadas rocas para romperlos en añicos, como una taza china de porcelana. Podría terminar bajo las ruedas de un avión de pasajeros en un aeropuerto que va a cerrar la semana que viene y así, los fantasmas del bosque se adueñarán de la pista agrietada. Vuelvo por los derroteros que hicieron posible ser lo que soy, aunque reniego de tanta locuacidad banal y preparo las herramientas para desmontar las formas disimuladas que han convivido siempre debajo del mantel.  Fallezco con mis insomnios y mis deseos desconsolados, me aprieto junto a la ventana del tren que transporta las arenas movedizas del distrito de la fantasía.
Es hora de cenar, la mesa está puesta. Un color indefinible se quiere hacer dueño de la situación y fluye por debajo de las cejas hasta convertirse en sopa de fideos. El sofá está dispuesto, acoge con los brazos abiertos los músculos cansados que durante todo el día no han parado de ir y venir. La tele funciona lejana, hay un murmullo atroz que corroe las entrañas del sillón. Al final sucumbes acunado por un olor ocre de salón casero. Protegido por los ladrillos revestidos, te adhieres a unos recursos inventados, que se ramifican a lo largo del techo blanco de escayola y pintura plástica. Sopas y vino, con un pan de horno de leña, se asientan ágilmente junto al balcón, para escuchar como se deslizan las ruedas por el asfalto y el quejido de los motores, movidos por la combustión de petróleo refinado. Ha llegado el momento en el que la tarde pasa de puntillas y deja que los maléficos duendes de la noche se hagan con las riendas.
Sin respirar para que no llegue el aire contaminado de tantas mentiras volantes. Debajo de un puente imaginario, pretendo esconder el agrio sabor de unas pretensiones y evaporar los enigmas que se alimentan en las orillas de ríos contaminados,  en las ciencias exploradas por ambiciosos sabios, filósofos y magos de recónditos mundos diminutos. Cada mano se coloca en la posición que está determinada por una estrella a la que le queda un millón de años luz para que se pueda ver, cada pie marca un paso por suelos defectuosos en los que en cualquier momento se pueden hundir. Que raro se hace remar en un remolque tirado por bueyes chotos que han vendido sus cuernos por una vaca lechera. ¿Cuánto me queda? me queda el suspiro de ese aire de otoño que mece las hojas de los plátanos del jardín de mi barrio.
¡Huy! se me han caído los motivos al suelo, algunos ni se ven, confundidos con el polvo que se convertirá en barro en cuanto llueva. No sé si agacharme a recogerlos, total, solo son motivos, no hay que molestarse, ya se crearán otros. Es confortable sentarse en el sillón cuando despunta el día, un viernes final de noviembre, sintiendo como detrás de la ventana nieva débilmente, entonces se pone uno a pensar en unos motivos que se han caído y que ya no interesa recoger… hoy es un día cualquiera para hacer cualquier cosa, un día más, intenso y frío… me olvido de los motivos y contemplo los tejados blancos, distraído con el continuo ruido de vehículos afanados en llegar a sus destinos cargados de motivos.
Siempre estoy regresando al pasado para disculpar lo que ya nunca será y en las noches sin luna se pasean los sueños atormentando el descanso para luego despertar, respirar y tomar conciencia de que se pasó. Me dejo llevar hasta un infinito cualquiera para darme cuenta de lo que nunca va a poder ser y olvidar que los hilos los manejan otros, que está ardiendo un leño cuyo humo se escabulle entre los dedos y que ese humo es negro y aunque intento limpiarlo con el aliento, solo logro que me de la tos. Voy a tirarme a una piscina de aguas claras, llegar hasta el fondo para emerger sin aire. Voy a subir al monte más alto que se oculta en la imaginación para descender sin cuerdas y llegar rodando al valle donde ya se han secado todas las lágrimas.

(Continuará… ¿o no?)

Vicente M. Martín


Biblioteca: motor de la palabra

Cuando el silencio acuna un libro,
despierta los caminos de una idea.

Poros del pensar,
nido de encuentros
que el cuerpo derrite en su creación.
Cascada de palabras,
vestidas de coherencia,
doran un nuevo pensamiento,
tatúan los recuerdos,
para ser fruto de nuevos despertares.
Collar de textos,
pulsera de recuerdos,
ensartan siluetas de papel,
pedalean en el tiempo.
Lectura del ayer perfuma la inquietud
del sentir en el presente.

Sofía Montero García

Literatura de hoja perenne

La sesión del lunes 10 de diciembre la dedicamos a Miguel Hernández y a su libro El rayo que no cesa. Hablamos del poeta, de su compromiso con la poesía y con el pueblo, de su vida, de sus poemas. Y nos detuvimos en alguna que otra anécdota:

En El Eco Hernandiano, Rosendo Mas, amigo de Miguel Hernández recuerda algunos de los momentos compartidos con el poeta y habla del equipo de fútbol que formaron en Orihuela:

"Los chavales del barrio, de la calle Arriba principalmente, nos agrupamos formando el equipo de fútbol La Repartiora. Lo llamamos así ya que cada uno traía una cosa y la repartíamos entre todos. La mayoría, trabajaban en el campo y venían con naranjas, alcaciles u otros comestibles. Éramos muy amigos todos y jugábamos contra otros equipos de otros barrios de Orihuela. Miguel, aparte de jugar en el equipo, compuso también un himno con música de "Por la Calle de Alcalá", de Las Leandras, donde nos menciona, dice así:

Vencedora surgirá
porque lo ha mandado el “Pa”
la terrible y colosal Repartiora.
Por las calles marchará
y el buen vino beberá
porque siempre victoriosa surgirá.
En la tasca habrá de ver
la ilusión con que al vencer
mostrará siempre en su cara lisonjera
todo el mundo la verá
bulliciosa y “descará”
porque siempre victoriosa surgirá.
Grande es la triunfal defensa
el Rosendo y el Manolo,
Pepe, Paco y el “Botella”
todos formidables, saben convencer.
Ya la Repartiora
vence con gran poder,
mientras que el otro llora
por no poder vencer.
Salta ya Paná
brilla el moscatel,
que el vinillo está
que parece miel.
Ya venció la Repartiora,
su canción cantando va.
Surge clara y triunfadora
con su voz sonora
ya casi “apagá”. 

El equipo titular de "La Repartidora" era: El Mella, Rosendo Mas, Sapli, Manolé, El Botella, Rafalla, Gavira, El Habichuela, Paná, Meno y El Barbacha (Miguel Hernández). Y los suplentes eran Pepe, Paco y José María

En 1927, aproximadamente, Miguel Hernández ironiza con otra copla contra los equipos rivales “los Yankes” nacidos de buena cuna y “los Iberia”, los de la vecina calle de la Acequia, entonada con la música de “Pichi”, de Las Leandras:

Nadie
Desde ahora en adelante,
Ni el “Iberia” ni los “Yankes”
Ni con su línea de ataque
Ha de poder combatirlos
Ni el Orihuela F.C. 


¡Hurra!
Hurra los repartidores,
Los mayores jugadores.
Además de bebedores.
En Madrid como en Dolores,
En el campo ha visto usted. 

Tráiganos ya, para chutar
Y “pa” marcar
El primer gol. 

Nuestra delantera
Corta el bacalao
Hay un medio centro
Que no está jugao, 

Para hacerlo bien
Hay un interior
Que en combinación
Marca el primer gol.

¡Anda que te zurzan
Ese calcetín,
Que por la rotura
Te vas a salir!

Tú eres, “Yankes”, para mí,
Para chutar y marcar
El gol.
¡Anda que te zurzan
Ese calcetín!

También comentamos otra curiosidad relacionada con el poeta.
Cuenta José Luis Ferris en "Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta" como Miguel conoce a Fenoll y colabora con él, como publicista, en los versos propagandísticos que entregan en la redacción del periódico El Pueblo de Orihuela:

"Carlos Fenoll, además de panadero y de organizar y repartir las tareas con sus hermanos, ha comenzado a trabajar como publicista de algunos periódicos locales, en El Pueblo de Orihuela y el semanario Actualidad. Se saca un sobresueldo haciendo versos de propaganda para los establecimientos y los productos que se anuncian en la prensa. Exalta así los excelentes caramelos de El Congreso, el coñac Fundador o comercios de ropa y confección, siempre con versillos tan primarios y tan propios como estos que le atribuye Francisco Martínez Marín: 

No lo dude, caballero, 
tenga vista, tenga idea, 
para vestir con esmero 
y economizar dinero 
casa Mariano Correa."

Tomamos como ejemplo estos dos juegos poéticos de Miguel Hernández para la propuesta de escritura de la sesión: un anuncio en verso o con tono literario o una canción con otra letra diferente.
Estas son las tareas de los participantes en el taller:

Imagina
Canción cambiando la letra de "Imagine" de John Lennon

Que hay paz en el mundo,
ningún odio entre la gente,

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que toda la gente tiene trabajo
y una vivienda digna

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que la gente es feliz con su familia
y disfruta de los amigos

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que los países ricos ayudan a los pobres
a salir de la pobreza

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que todas las personas son iguales,
teniendo las mismas oportunidades para ser felices

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que la enseñanza es gratuita
y no existen analfabetos en el mundo

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que la sanidad avanza en la cura de enfermedades
la gente sufre menos y tiene una vida mejor

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que se sigue investigando para que las personas
tengan una vida mas confortable

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que no existen diferencias de razas y religiones

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que no existen armas para luchar

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Que la gente utiliza el tiempo libre
para leer, hacer deporte, cuidar a los mayores, hacer amigos..

Dirás que estoy soñando,
pero somos muchos,

Luis Iglesias


Pongamos que hablo de mi tierra
Canción cambiando la letra de "Pongamos que hablo de Madrid" de Joaquín Sabina

Allá donde empiezan las montañas
Donde España sólo queda un recuerdo
Donde vuelvo a reponer cada verano
Pongamos que hablo de mi tierra

Donde corre libre y fresco el riachuelo
Cada mañana rima con respiro
Podría escuchar durante horas el murmullo
Pongamos que hablo de mi tierra

Los niños olvidan sus consolas
Aquí se corre sin coche y descalzo
Donde cigarra canta con hormiga
Pongamos que hablo de mi tierra

Padre madre hermanos hermana
Me acunan en un suavecito nido
Levanto los ojos hasta las estrellas
Pongamos que hablo de mi tierra

Cuando la muerte venga a visitarme
Que descanse junto al manzano querido
Allí muy cerquita  del riachuelo
Pongamos que hablo de mi tierra

Sara Pérez

Vientos del pueblo me llevan
Fragmentos del poema de Miguel Hernández transformado

Aires del pueblo yo siento
en mi corazón de grana.
Las voces lloran y claman
en el centro de mi alma.
Los bueyes miran al pueblo
con manso dolor y ansia,
delante de tantos daños:
los leones se levantan
y tratan de castigar
con su radiante venganza.

Sofía Montero García

Marketing

RECAREDO en el pasado rey visigodo, hoy tradición en Cava-Brut

Un placer a diario, sí con Ron LEGENDARIO

ZACAPA fuego de Guatemala

El exotismo de África en el bar o en casa con Gin MOMBASA

En mi casa siempre hay Gin BOMBAY

Yo soy veinticincochista y tú
Alhambra Reserva 1925

Perfume único SOLO de Loewe

Dos sinónimos
Red = Internet
Ordenador = MAC

Alfredo Domínguez

Turrones El Almendro

Porque las cosas florecen cuando florecen
El Almendro “La Navidad en tus manos”

UNICEF

Arquímedes                                     
Gutenberg
Fleming
Marconi
Falconi
Juan de la Cierva. Servet

Alejandro
Julio César
Gengis Kan
Atila
Anibal
Colón. Napoleón

Descubrir no es fácil
Conquistar posible
Descubre su sonrisa
Conquistarás el mundo.
UNICEF
Juntos podemos.

CASTILLA  Y  LEÓN

Trigales y Encinares
Reyes e Isabeles
Avutardas y Salamandras
Vetones, Vaceos y Comuneros
Celestinas y Marquinas
Herreras y Churrigueras
Trastámaras y Torquemadas
Delibes, Machado y Juán Ramón

Si la Eternidad se llama Cielo
Castilla y León
Porque el Cielo es más Grande.

CLUB  DE  LECTURA

Si al levantar la tapa, el papel huele a mar….
¡Peligro!.... Tendrás que zarpar, y no hay mapa.
¡Timonel! ¡Sé Bucanero!
Y….. ¡Qué rueden las cubiertas!
Entrepuentes, serás quien no eres
Entre pliegos, conocerás a quien no debes
En el epílogo, descubrirás quien eres.

Club de Lectura
Una aventura, solo para valientes.
                                                                     Valientes filibusteros.

(Club de lectura Barco de vapor)

Ana Isabel Fariña


ANUNCIOS EN RIMA

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Los señores de la noche
Llorarán a troche y moche
La linterna nunca se apaga
Con las nuevas pilas Taga.

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¡Que no le tomen el pelo!
Su peluquín en Cordero.

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Si gotea su tubería
llame a hermanos García
Si su puerta no se abre
coja su móvil y marque.
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pídaselo a la vecina.
Le pase lo que le pase
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Si sabe lo que se hace:
Hermanos García Reparaciones.

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El restaurante más fino:
Casa Celestino

Especialidad en langostino preñado
de lechuga caramelizada a las finas
hierbas con aroma de nubes de los
Cárpatos y un ligero sabor a nueces.

Para eliminar el sabor a cebolla,
no hay nada como el agua BEZOYA

San Miguel 0,0
quita hambre
quita sed
sin perder sensatez..

Vicente M. Martín

Cualquier parecido con la ficción

La sesión del lunes 3 de diciembre la dedicamos a la realidad y a la ficción. Nos acercamos al terreno de la fábula pero también al cuento y a su parodia.
Tomamos como referencia las Fábulas domésticas de Aníbal Núñez, uno de los libros más significativos del poeta salmantino muy olvidado en su propia ciudad.
Aníbal satiriza sobre la domesticación del individuo y su alienación social. Uno de sus propósitos es denunciar “cosas que saltan a la vista” como la represión franquista, el tratamiento de la mujer en la publicidad, la escuela de posguerra o el consumo y los mitos en la sociedad capitalista.

Reproducimos aquí el prólogo que hizo José Miguel Ullán para las primera fábulas de este libro y que el poeta trató de publicar sin éxito en los Cuadernos de María José, colección malagueña de poesía:

GALEATO

El compromiso retórico ayer en boga ha engendrado una antítesis complementaria –la parásita asepsia, el purismo ultraestético, la siniestra algarada manierista. Hopkins, allá en sus años mozos, ya advertía: “Toda época tiene sus falsas alarmas”. De hecho, este pendular permanente margina a una porción de juventud en pugna abierta contra el esquematismo y la pedantería. Lo real es desacralizado. El lenguaje adquiere su fecundo carácter revulsivo. Caiga quien caiga. A fin de cuentas, la creación poética sigue siendo una esfera (esencial) de los humano. Y el hombre es, todavía, la única posibilidad posible. Tan sólo en esta lucha cabe el canto, la cernudiana fusión de la palabra, el sentido y el ritmo. Reivindicando el don del sacrilegio, la ilusión del estallido, la alarma redentora…
De pronto, en tal rechazo y dirección avanzan nuevos hombres. Con juvenil audacia y madurez hostil. Es un viento sacrílego y purificador, aconfesional, historicista y necesario. (No adjetivizo: se denomina una vendaval en ciernes). Aunque albergue la magia y la ironía. Aunque nazca en un rincón ocioso de Castilla, donde vates oscuros alamean, se masturban con rosa o entonan elegías arcangélicas. Hasta que, ¡y va de veras!, un día asome el lobo.
Esto esbozan y enmarcan las fábulas feroces del bardo salmantino Aníbal Núñez. Un poeta nacido en 1945*, que hoy toca la guitarra en parques públicos, pinta en la victoriana imprenta paternal y hace atletismo por si acaso.
Toda época tiene sus falsas alarmas. Aníbal Núñez, sin embargo, es una alarma verdadera. Pasen y lean…

José Miguel Ullán

* Aníbal Núñez y algunos de sus íntimos amigos mantuvieron la ficción de este 1945 (y no 1944) como falsa data –apocalíptica- de nacimiento.

E incluimos, a continuación, dos poemas del libro:

Sueña -las manos al volante-

Sueña -las manos al volante-
con la princesa el caballero
sueña librarla de las garras
del dragón sabatino tan aburrido en casa

cruza raudo entre nubes de monóxido
de carbono el abismo
del paso de peatones salva ileso
arremetiendo audaz contra los ojos rojos
de los semáforos malignos

cruza soñando mil peligros
resplandeciente de cromados
y cuentan que hechizado
por unas malas hierbas ingeridas
que por doquier allí crecían
el caballero enloqueció creyendo
que su caballo deportivo era
la princesa rosada y que las riendas
es decir el volante eran las manos
de su adorada, la calzada el lecho
del amor del amor... y cada curva
una caricia, acelerando
a fondo contra un árbol expandiendo
en seminal abrazo a la muerte fragmentos
de chatarra, castillos en el aire
-cantaron tristes las sirenas-
como hoy podemos ver
en los diarios de la corte.

Aquí os quisiera ver astuto gato

Aquí os quisiera ver astuto gato
con botas pulgarcito
el valiente de nada
os iban a servir todas las tretas
argucias y artimañas contra batman
y supermán son pocas siete leguas
para alas supersónicas los ogros
tenían poco cerebro y mucho estómago
para poder hacer la digestión
de los tiernos infantes no tenían
sin embargo radares que les diesen
la pista de la carne ni i.b.emes
para contar en un segundo
cuántas migas dejaste en el camino

mal os ibais a ver frente a james bond
sus secuaces y cía:
expertos en karate
adiestrados en lucha submarina
apagan en silencio un corazón
a cien yardas tomándose un daiquiri

(conocen vuestros trucos tienen
previstos todos vuestros movimientos)

mal os ibais a ver aunque hay rumores
de que en un país remoto del oriente
ocurre exactamente lo contrario.

Los Cuentos infantiles políticamente correctos, de James Finn Garner sirvieron para completar la sesión, una burla -según Jesús Sanz Rioja- de esa moral sustitutoria en que consiste la corrección política. Una moral al cabo mucho más arbitraria y opresiva que la tradicional. El autor ha sabido ver que no hay nada tan opuesto a ese moralismo absurdo como los cuentos infantiles, justamente por lo que tienen de tradicional, lo que es decir de nociones elementales y sensatas acerca del bien, del mal, de la realidad sexual, de la educación, de las relaciones con los demás y con el entorno.

Estos son los trabajos de los participantes en el taller de escritura creativa:



La ratita presumida viste de Gucci y Prada,
lleva Manolos en los pies, y Bulgary en la cara.

A la ratita presumida le tiemblan las tarjetas,
Vestida de Chanel, guarda queso rancio en la cartera.

A sus pretendientes les pregunta: ¿Por la noche qué harás?”
Desecha a los que contestan “dormir y callar”.

Sale de fiesta, le duelen los pies,
Sonríe para que la inviten a comer.

La ratita presumida no tiene calefacción,
Se gasta en trajes el dinero del carbón.

La ratita presumida se enamora de un ratón frívolo,
Se muere por sus huesos, ignora que es un gigoló

¡Pobre ratita! Ya no nada nada, ya no tiene trajes.
Sola, hambrienta y sin joyas, duerme en un garaje.

Elena Vicente


¿Los tiburones son peligrosos?

Siempre hemos visto reportajes en los cuales se acercaban a las orillas de las playas y algún que otro bañista perdía una pierna o la vida. Hoy cuando hablamos de tiburones peligrosos, nos referimos a otra clase de escuálidos, son los tiburones de las finanzas, personajes trajeados (a lo Armani ), con gomina en el pelo, varios móviles sobre la mesa, y pantallas de ordenador, en las cuales se reflejan en tiempo real las principales cotizaciones de todas las empresas que cotizan en bolsa. Estos personajes sin tener que saber nadar, son capaces de devorar los ahorros de personas incautas que habían confiados todos sus "dineros" a bancos y cajas de ahorros. Esta mañana, ha saltado la noticia, de haber capturado un tiburón de esta especie, y analizado su ADN, se sabe que procede de aguas de Alemania, y dentro de sus entrañas se han encontrado títulos de deuda de Grecia, Portugal, Italia y España. 

Luis Iglesias


Un gato en el Congreso

Érase una vez un gato emisario del Marqués de Carabás, que vestido con botas, traje, corbata y maletín, esta última prenda no se sabe si era llevada con buen o mal fin, apareció un día a la puerta del Congreso de los Disputados -órgano constitucional que representa al pueblo español- donde se celebraban debates en los que no se conocía muy bien que significado tenían, ya que no conducían a aclarar y determinar posturas sobre los diferente temas, pues las cuestiones que se debatían en el hemiciclo estaban pactadas previamente o se resolvían posteriormente en los pasillos, este lugar recordaba más bien un encuentro de charlatanes no muy buenos, ya que la mayoría de las veces el lugar estaba vacío.
Pero volvamos al relato de nuestro gato que si tenía un objetivo claro y conciso, lograr que su señor el Marqués de Carabás -título de enjundia y prosapia obtenido de un ogro- ascendiera en la escala social y que más fácil que comenzar a trabajar como asesor en el Congreso -una función de carácter técnico y jurídico dentro del círculo de confianza de un grupo parlamentario-, no había ninguna reglamentación para esta figura, simplemente que podrían cobrar 3.800€ al mes, dicho salario no estaba nada mal para alguien que como su señor no poseía ningún titulo universitario, pero esto entonces igual que hoy día no era ningún problema, ya que nadie exigía responsabilidades. Únicamente había un inconveniente, el gato no hablaba y sólo podía emitir maullidos, pero esto tampoco era obstáculo, pues llevaba en el maletín un escrito con la solicitud y los méritos del marqués, ninguno contrastado, pero como el marquesado era muy renombrado, le franquearon la entrada para poder tener una entrevista personal con el portavoz de un grupo parlamentario. Una vez realizada la entrevista, mejor dicho leído el escrito, el portavoz decidió atender la solicitud del gato y nombrar al Marqués de Carabás asesor, inicio de su meteórica carrera hacia las más altas instancias del poder y desde entonces tanto el gato como el marqués vivieron felices y comieron perdices.

Alfredo Domínguez


Blanvanieves XXI

Blanca Snow era una niña de familia adinerada. Cuando contaba apenas 5 años, sus padres se divorciaron. Ella quedó, por orden judicial, con su madre. Nunca tuvo mayor interés en tenerla, pues la culpaba del divorcio, pero insistió ante el juez, sólo por fastidiar al padre. El padre se quedó sin custodia y con un régimen leonino de visitas. No pudiendo soportar la situación, se suicidó tres años más tarde. Se arrojó por un acantilado con su deportivo. Desde ese instante Blanca apenas recibió muestras de cariño; alguna de sus múltiples babysitters y alguna maestra. Mientras su madre llevaba una activa (y aunque no sea elegante decirlo, promiscua) vida social.
Cuando la niña cumplió 14 años, se desarrolló rápidamente. Se convirtió en una adolescente conflictiva con un cuerpo de infarto. Este cambio provocó los celos y aún más desprecio en su madre. No soportaba cómo sus conquistas miraban de reojo a “la niña” cuando bajaba a beber leche a morro de la botella, en braga y camiseta. Y aún soportaba menos mirarse al espejo y ver cómo el tiempo la alejaba cada vez más de se cuerpo perfecto que los genes le habían dado a su hija.
El día de su decimosexto cumpleaños, por aquello de las apariencias, se celebró una gran fiesta. Culminó en una terrible bronca con dos bandos: uno contra Blanca y otro contra la madre. Al día siguiente Blanca guardó su ropa preferida en una mochila y se fue de casa. Gasto su efectivo en comer y dormir los primeros días, pero pronto se acabó. Una semana después, mojada, hambrienta y aterida, se refugió en una casa abandonada llena de grafitis y gatos, y se tumbó en un colchón relativamente limpio en una de las habitaciones. Blanca se llevó un susto tremendo cuando, al despertarse, se encontró a unos tipos mirándola con curiosidad mientras otro par de ellos revolvían en su mochila. De hecho, despertó cuando uno dijo: “¡Joder, si va cargada de colorao! Se incorporó de golpe, navaja automática en mano, pero los tipos no querían problemas. Así que se quedó con ellos. Tenían sus movidas, no todas muy legales, colocaron su oro y cada cual hacía su vida. Y ella se los hacía de vez en cuando.
Un día, uno de sus amigos le presentó al Príncipe, un productor musical de poca monta, porque la había oído cantar y quedó flipado. El Príncipe la conquistó con su traje elegante y su limusina. Allí en el coche sellaron su contrato musical con un primer polvo. Tenía éxito y la coca corría a raudales. Las visitas de sus compañeros eran una alegría importante, pero empezaron a caer uno por uno: sobredosis, ajuste de cuantas, atropello, suicidio… Su mánager insistía en que no le convenían. Un día tuvo un momento de lucidez, cuando el Príncipe se le acercó furioso a levantarle la mano. No era la primera vez, pero ésta acabó con un tacón incrustado en su globo ocular y rematado a golpes.
Ahora Blanca Snow lleva una vida tranquila y ejemplar, tras los muros de la penitenciaría. Tiene para rato, le empaquetaron también lo de sus antiguos compañeros. Y aunque la comida es una bazofia, es lo más cerca que ha estado de ser feliz.

Miguel Ángel Pérez


Polvo de hadas

Hace mucho, mucho tiempo; ayer; cuando las hormigas soñaban el mundo en que vivimos; su sueño era diferente. En él; el sol se recogía cada noche en brazos de la luna; y allí, engendraban estrellas que engendraban hormigas que engendraban realidades y cuentos tan perfectos, que ninguna de ellas sabía cuál era cuál; y así, el cuento se llamaba realidad y la realidad cuento y el cuento realidad y la reali…
Hasta que un día; nadie sabe cómo; una hormiga; nadie sabe cuál; tuvo una pesadilla, nadie sabe por qué; y en esa ignorancia se engendró un personaje tan diminuto como tenebroso. Y todo cambió.
Desde la más absoluta oscuridad, el engendro recién llegado, soñó que una muralla tan alta como larga impedía que el sol abrazara a la luna; y que una hoguera tan absurda como insaciable devoraba estrellas, hormigas, cuentos y realidades, realidades y cuentos, cuentos y reali…
Cuando el Universo gritó, era demasiado tarde.
El mundo que esconde los mil y un mundos se cubrió de cenizas y de escombros y de llantos y de sangre. Seres de cuento y personajes reales, en un instante; olvidaron que eran iguales. Indefensos; sin pasado que recordar y sin abrazos que los resucitasen; comenzaron a soñar el sueño del indeseable; y hubo más cenizas y más escombros y más llantos y más sangre.
Mientras tanto; el sol perseverante porque amaba; encontró una fisura en la muralla. Era tan diminuta que casi no era. Extendió su dedo, la atravesó y encontró a la luna, que porque le amaba, le esperaba. Un roce… y se engendró una estrella que engendró una hormiga que engendró un cuento y una realidad tan perfectos, que ninguno de ellos sabía cuál era cuál y así el cuento se llamaba realidad y la realidad cuento y el cuento realidad y la reali…
Al ver la estrella; los escasos supervivientes de las mil y una batallas; fueron a buscarla. Destrozados, acamparon a su alrededor. Allí, la hormiga que soñaba, les relató la historia de un Titán de Fuego que después de vagar y vagar por los siglos de los siglos, atravesó el ojo de una aguja para besar a su amada; y de una Dama Blanca encarcelada por una muralla tan alta como larga que confiando en su Amor, encontró una fisura en la muralla; tan diminuta que casi no era; y que no pudiendo atravesarla, esperó a su lado por los siglos de los siglos, a que él la encontrara; y que ahora, todas las noches, un dedo del Titán reposaba en el pecho de la Dama Blanca y que cada vez que lo hacía, una estrella se creaba y una hormiga soñaba… y que la fisura, poco a poco, se agrandaba y que hace muchos, muchos años…
Así soñaba la hormiga; cuando la alfombra de Aladín, contagiada de esperanza, se ilusionó. En un estornudo, se sacudió el polvo que tanto la afeaba, recuperó el color, recompuso sus lanas y comenzó a elevarse; ¡Volaba!. Campanilla al verlo, sintió que un suave cosquilleo le movía las alas; y feliz, comenzó a perseguir a la alfombra que a ratos sí, a ratos no, se le escapaba. De sus risas, brotó polvo de hadas. Los ojos de todos se abrieron. Sabían quienes eran y lo sabían porque de nuevo, contagiados, se soñaban; y sus sueños eran tan perfectos que...
El murmullo fue creciendo; soy Hansel.., soy Bella.., soy Esmeralda.., soy Merlín.., soy la niña Ana.., soy el niño Tomás.., soy una preciosa Gárgola.. y yo una Lámpara…
Soy Peter.., soy Garfio.., soy la Bruja mala.., somos los Siete Enanitos.., yo soy el Ogro..; yo soy Blanca..; soy el abuelo Manuel.. y yo, yo soy la abuela Ignacia.. ; yo soy una Lámpara…
Soy Papá.., soy Mamá.., yo soy una Lámpara.., Soy Alicia.., soy Carlitos.., somos los Tres Cerditos.., soy el Lobo.., soy Simbad.. y yo, yo soy una Lámpara… Y todos contaban sus historias que eran tan reales como imaginarias.
¿De quién es esta cesta? ¿y estas botas? ¿y este pan? ¿y este bastón? ¿y estas gafas? ¿de quién es esta capa? ¿y está Lámpara que no calla?
El bullicio era tan grande que apenas se oía la batalla.
¡Increíble! Dijo un niño. Y le creció la nariz 
Dicen que del golpe derribó definitivamente la muralla.
Y es que como diría Gaya “Hay que aprender a soñar para evitar la batalla”

Ana Isabel Fariña


Pedrus y el lobo

Pedrus era el pastor de las cabras de los vecinos de un pueblo en mitad de la sierra llamado Ribus. Lo quería casi todo el mundo porque era un tipo “muy cachondo” al que le gustaban mucho las bromas.
En Ribus hacía más de 40 años que no se veían lobos. Pedrus de aquellos años guardaba una piel de lobo que había cazado su abuelo Genarus y estaba muy bien conservada.
Tenía mucho tiempo para pensar mientras cuidaba de las cabras, siempre estaba urdiendo cosas que hicieran gracia (a algunos no les gustaba), pensó que podría hacer algo sonado:
- ¡Ya lo tengo! con la piel del abuelo Genarus y la careta de lobo de la tienda de la Carola puedo disfrazar a la cabra del tío Facundus en un lobo… ¡je..je!
Así lo hizo, un jueves después de que recogió las cabras de todos los vecinos, las llevó a un recodo del río, allí había dejado la tarde anterior todos los aperos que iba a necesitar, y procedió a la transformación de la cabra tal y como tenía planeado. Terminada la faena miró a la cabra y exclamó asombrado:
- ¡Joder, parece un lobo!
Llevó el rebaño hasta las cercanías del pueblo a un prado amplio y desde allí se puso a gritar:
- ¡Hay un lobo entre las cabras!, ¡hay un lobo entre las cabras!
Algunos vecinos que en ese momento estaban en la calle miraron hacia donde Pedrus daba las voces y se fueron acercando despacio para ver. En esto el tío Facundus, que no se andaba con chiquitas, llegó corriendo con su escopeta de cazar jabalíes, y sin encomendarse a dios ni al diablo, disparó contra la pobre cabra disfrazada.
Pedrus se echó las manos a la cabeza:
- ¡Noooo…!
El Facundus llegó donde yacía el cuerpo, le quitó la careta agujereada entre los ojos y reconoció a su mejor cabra. Se volvió con la cara desencajada, buscó con la mirada a Pedrus, al que ya le empezaban a temblar las piernas.
- No, no, no. – gritaba Pedrus.
- ¡Bum! – sonó un disparo.

MORALEJA: Hay que tener “cuidadito” con las bromas.

Vicente Martín


El huso y el carmín

A la edad de quince años
con un carmín se pinchó
y el augurio del letargo
de inmediato se cumplió.

Dormida está la doncella
en su lecho de cristal,
miles de espejos la ciegan
¡no se deja de mirar!

“Soy Guapa. Soy Linda. Soy Bella
me verán y me querrán”
Y mientras se mira y tontea
un caballero que viene,
un caballero que va.

Sin darse cuenta la dama
su vanidad engordó
y aunque muchos la encontraban
ninguno la besó, besó.

El tiempo corría raudo
su corcel era veloz.
Y la pobre damisela
cada vez peor, peor.

El lecho donde dormía
casi no la sostenía.
Las sedas con que vestía
apenas la convencían.

“Soy Guapa. Soy Linda. Soy Bella
Me verán y me querrán.
Mis espejos me lo gritan
¿Por qué todos se me van?”

La angustia llegó a su cama
se juntó con vanidad
y el letargo de la dama
se cubrió de frialdad.

La bruja estaba contenta
en su país, una más.
Y tras una risotada,
cuando lo iba a celebrar

un topillo despistado
apareció en el lugar.
Como estaba congelado,
se puso a buscar, buscar.

En un lecho vio a una dama
No quería despertar
“morirá de frio” dijo
y al punto la fue a rescatar.

Atravesando ropajes
un túnel se construyó.
Y sin pagar los peajes,
hasta la dama arribó.

Una mano le colgaba,
y aunque estaba amoratada
con grande fuerza aferraba,
una cosa extraña, extraña.

Sin pensarlo, la mordió.
Un chillido se escuchó.
La garra, aflojose.
El objeto, resbalose.

El carmín, por fín, cayó.
Liberada de su yugo,
la doncella respiró
y el frío se evaporó.

Vio la damisela al topo
cuando a marcharse iba
y bloqueando la salida;
Le dijo:“espera un poco,

quédate a comer conmigo,
seré tu amiga, mi amigo,
quédate a vivir conmigo,
seré tu amiga, mi amigo.”

El topo dijo que sí,
y comió y vivió allí.
Y entre los dos escribieron
el cuento que ahora leyeron.

Dicen las lugareñas
que al poco tiempo llegó
un caballero con greñas
y con ellos se quedó.

Y que una topa coqueta
que viajaba en su zurrón;
al ver al topo valiente;
sin dudar, se declaró.

La bruja, no lo esperaba.
Rabiosa, rabiaba, rabiaba.
Hasta que cierto día
cuando se abría el día

y con su escoba volaba,
en una dulce morada
vio a una niña que jugaba
y se oyó una carcajada.

Ana Isabel Fariña


Soy la máscara de Pinocho y me ha vendido un artesano carpintero veneciano el día de Carnaval. (Tenía la nariz demasiado larga y ya no entraba en el baúl).
La cara que me encaja corresponde a la de un político que nunca miente. Como yo. Al intentar desprenderme de él, no lo ha logrado y de este modo me he convertido en de carne y hueso.

Soy una flauta electrónica y he sido recientemente adquirida por el HIP HOPNOSIS, programa de televisión de máxima audiencia con horario ininterrumpido durante las 24 horas.

Soy el gato con botas de microchip y juego al futbol en el Equipo de los bajos fondos.

Somos los tres cerditos de la especulación y nos dedicamos a la construcción de viviendas no protegidas.

Soy Caperucita Blanca y me caso, con cuatrocientos invitados entre ellos, buitres y demás aves rapaces, linces, zorros, perros, buhos, topos, ratas, murciélagos y resto de la familia de roedores, algún cerdo y camello, gacelas, yeguas, ratitas, elefantes, bisontes, armiños, alguna víbora, arañas, también gusanos, orugas y una buena representación de parásitos.

Antonia Oliva


Caperucita Blanca

Caperucita Blanca siempre había tenido frío.
Tanta nieve, tanta nube, tanto hielo habían acabado con sus colores naturales hasta el punto que se había vuelto transparente.
Sentía frío en todas partes. En su cuerpo, en su alma, y peor aún, en su corazón.
No hablaba nunca con nadie porque la naturaleza le había dado otra forma de hablar distinta de la de los demás y tampoco entendía como éstos hablaban. Eso hacía que se sintiera muy sola, con cantidad de cosas sin contar y aún más cosas sin comprender. Y era una pena porque ella sentía que tenía muchas cosas sin decir y lo tenía guardado todo como un tesoro de piedras rutilantes que brillaban en el fondo de su corazón.
Al alba de un día de invierno con mucha niebla (en esas tierras todos los días eran invierno), su padrastro, que sin embargo no parecía reparar nunca en su presencia, se acordó de ella y le encargó llevar a la abuela Albina una bolsa de cubitos de leche (y es que en esa tierra hasta la leche se hacía hielo), al otro lado del bosque nevado.
Caperucita se puso el pluma de plumas de oca, se secó las lágrimas cristalizadas de sus ojos pálidos (era costumbre que Caperucita llorara muy a menudo) y se puso en marcha.
Mientras se hacía a duras penas camino entre la inmaculada espesura, le pareció percibir una sombra detrás de un árbol. Primero se extrañó un poco pero cuando la sombra se acercó hacia ella notó cómo algo iba cambiando…
El lobo era negro, de pies a cabeza, como el ébano De sus ojos oscuros se desprendía un fuego interior que le proporcionó una ola de calor que le llegó hasta el alma.
Se dirigió a Caperucita Blanca con unas palabras suaves y coloradas que le sonaron como a notas de música. El lobo negro le ofreció un caramelo de fresa que ella llevó suavemente a la boca y dejó que se derritiera dulcemente el azúcar en su boca. Le dibujó entonces una sonrisa rosa y para que no notara el rubor naciente de sus mejillas echó a correr hasta la casa de la abuela.
La abuela Albina seguía igual de desagradable como siempre. No le agradeció los cubitos de leche, sólo se dirigió a ella con un tono seco e insípido.
Caperucita, cansada, se dejó llevar hacia sus sueños y empezaron a bailar las notas negras en el fondo blanco de su corazón.
Y se empezaron a oír latidos…
Se despidió distraída de la abuela y al abrir la puerta se asomó un rayito de sol amarillo y brillante que le llenó de cielo azul los ojos. Notó un sabor nuevo en la boca, color fresa.
Abrió la puerta en grande y la sangre volvió a correr en sus venas.
El lobo la estaba esperando.

Sara Pérez

A franquear en destino (las cartas)

La sesión del lunes, 26 de noviembre, la dedicamos a las cartas. Nos parecía oportuno reivindicar el género epistolar y recuperar del olvido la tarea de escribir cartas de puño y letra.
Hubo muchas referencias en la sesión pero tomamos como punto de partida el libro 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff, donde no sólo descubrimos el amor por las cartas sino también por los libros y por la buena literatura.
Reproducimos a continuación una de las cartas que forman parte del libro:

84, Charing Cross Road. Helene Hanff

14 East 95 th St.
New York City

A todo el personal del 84 de Charing Cross Road:
Mil gracias por su maravilloso volumen. Jamás he tenido un libro con todos los cantos dorados. ¿Creerán ustedes que, además, me llegó justamente el día de mi cumpleaños?
Habría deseado que no hubieran sido ustedes tan excesivamente correctos dedicándomelo en una tarjetón adjunto, en lugar de escribir su dedicatoria en la página de guarda del propio libro. Pero ustedes son libreros, claro..., y se les nota: han temido que una dedicatoria manuscrita en el libro le hiciera perder valor..., cuando para su actual propietaria lo habría incrementado muchísimo. (Y posiblemente también para un futuro propietario. A mí me encantan las inscripciones en las guardas y las notas en los márgenes: me gusta el sentimiento de camaradería que suscita el volver páginas que algún otro ha pasado antes, así como leer los pasajes acerca de los que otro, fallecido tal vez hace mucho, llama mi atención.)
¿Y por qué no han firmado con sus nombres? Me imagino que Frank no les debe de haber dejado hacerlo: ¡probablemente no está dispuesto a consentir que yo escriba cartas de amor a nadie más que a él de esa casa!
Les envío saludos de América..., de esa amiga infiel que está derrochando millones en reconstruir Japón y Alemania, mientras permite que Inglaterra pase hambre. Algún día, si Dios quiere, iré a pedirles personalmente disculpas por los pecados de mi país (y cuando llegue el momento de regresar a éste, sin duda tendré que pedirles disculpas también por los míos propios).
De nuevo gracias por este hermosísimo libro. Pondré especial cuidado en evitar mancharlo de ginebra o ceniza, porque realmente es demasiado bello para una persona tan descuidada como yo.
Con el afecto de

Helene Hanff

Hablamos también de las antiguas cartas de amor, de su contenido, del efecto que producían en el destinatario. He aquí un modelo:

Modelo antiguo de una carta de amor

Srta. Alberta Corbachán

Sueño mío: Hoy he tenido la dicha de volverla a cruzar ante mí y otra vez mi corazón ha latido apresuradamente. ¡Pobres paredes maltratadas de mi pecho!
Créame que no sé hasta dónde podría llevarme este sueño, que más que sueño, es ya una pesadilla. Su recuerdo acapara todos mis pensamientos. Siempre la veo ante mí. Usted es la mujer presentida, la única que ha llevado calor de ilusión a esta vida mía, que hasta ahora había transcurrido fría, desolada, huérfana de amor.
Ofrezco a usted, Alberta, mi nombre, un nombre sin tacha, y con él le ofrezco mi corazón.
Sufro pensando cómo recibirá usted estas líneas que han sido dictadas por el amor más apasionado que pueda imaginarse; pero ilumina mi alma un rayo de esperanza, y confío en que su respuesta ha de devolverme la tranquilidad perdida, ha de quitarme las zozobras que me atormentan, y ha de colmarme de dicha.
Con esta carta, Alberta, pongo mi vida en sus manos, y al hacerlo así le ruego que medite su respuesta, pues ella ha de hundirme en el más negro de los abismos o elevarme hasta el reino de la felicidad.
Con angustia infinita espera su respuesta su devoto admirador.

Baltasar de la Escordilla

El poeta Ángel González dice en uno de sus versos: ¿Sabes que un papel puede cortar como una navaja? / Simple papel en blanco, / una carta no escrita / me hace hoy sangrar. 
Gloria Fuertes, por su parte, escribe una breve pero entrañable carta, a pesar de la triste noticia que contiene: Querido "Gorge" / Pongo tu nombre con “g” / porque la jota es alegre / y se me ha muerto mi madre.

Y hablamos también de las cartas en la literatura, de las cartas en el cine y de las cartas hechas canción como la "Carta al Rey Melchor" de Albert Pla:

Y estos son los trabajos realizados por los participantes en el taller de escritura creativa:

En la piel del sentimiento

Mi amor:

Sueño tus palabras entre mis dedos
con  agobio y  placer en mi vida.
Silencios de tu voz
emanan mi piel,
como una fuente de recuerdos
que hidrata la sed de mis sollozos.
Necesito tus sonidos,
sellados en el papel de mis días,
para colmar mi llanto;
tu mirada
para teñirme de nuevas sensaciones
en un tiempo hiperbreve.

Sofía Montero García


Carta de ruptura de relaciones

Querida María:
Después de mucha reflexión he decidido dejar de verte. No me preguntes cuáles son los motivos porque ni yo mismo lo sé. Sólo sé que necesito estar solo. No puedo decirte si te he querido porque ahora estoy muy confuso, quizá más adelante pueda hacerlo. Siento mucho defraudarte pero creo que es lo mejor para los dos. Estoy seguro de que enseguida vas a encontrar a alguien que te hará muy feliz, yo así lo deseo.
Sin otro particular recibe un abrazo. Hasta siempre.
Vicente

(Contestación de María)

Querido Vicente:
Eres un capullo... ¡que te den!
Hasta nunca.
María

Vicente Martín


Dª Ana Isabel Fariña Fernández; mayor de edad, D.N.I. 1234567, natural de Salamanca y con domicilio en C/ Pieria sin número bajo B; por la presente

EXPONE:

QUE con fecha 8 de Octubre de 2012 se incorporó al taller de escritura creativa organizado por la casa de las conchas de Salamanca cara al curso académico 2012-2013

QUE en su inconsciencia habitual, la interesada presumió su desarrollo, limitándolo al hecho de ir, escuchar, leer y reflexionar

QUE tal presunción resultó equivocada, toda vez que el contenido de cada sesión añade a lo citado en el epígrafe precedente, la realización de una o varias tareas que un hombre (al que conocerán pues comparte su sangre) prescribe a los presentes

QUE entendiendo que  tal hacer es el adecuado; tal adecuación no merma su dificultad; y sí, las horas de descanso de quien suscribe.

QUE tal dificultad podría diluirse de contar quien refiere los hechos con cualidades de las que carece, parece ser por razones de nacimiento.

QUE tras consultar distintas fuentes en busca de solución; todas pasan por abandonar el taller o solicitar su intervención, dado que son ustedes –las nueve musas hijas del gran Zeus- quienes custodian y reparten las gracias necesarias.

QUE no queriendo optar por la primera (el abandono); esta humana insomne se pregunta si no contarían ustedes con un excedente de dones para emergencias del que puedan hacer uso con adultos; y siendo así, si tendrían a bien ponderar la situación descrita y en su caso tipificarla como supuesto susceptible de inclusión en tal capítulo. Sólo así; cabría la posibilidad de subsanar el defecto de nacimiento responsable de tanta desdicha y sueño.

QUE no queriendo importunarlas con más cuitas intrascendentes, la abajo firmante; confiando en su sensibilidad y en la intercesión de Homero (al que lee y reza todos los días)

SOLICITA:

QUE sin mofa, reconsideren lo expuesto y de estimarlo oportuno, bendigan a esta humana, mortal y torpe, con su aliento.
                                                              
En Salamanca a 29 de Noviembre de 2012
                                                                                                                                                                                            
Fdo: Ana Isabel Fariña Fernández
DIVINÍSIMAS HIJAS DE ZEUS,  MUSAS DEL PARNASO    


Salamanca, 29 de Noviembre de 2012

Poco a poco los días van recuperando el pulso. La rutina, inicialmente forzada, se impone a la indolencia que nació tras tu partida. En breve, me llegará la paz y podré liberarme de alguna de las actividades; que en el delirio que me produce tu ausencia; devoro. La primera en caer será el gimnasio. Cada vez soporto menos el pedaleo estático. Me esfuerzo. Me agoto y el mismo punto me acorrala. Siempre el mismo punto inamovible dibujando  mi impotencia. Lo sé; esta forma de ver, no es más que un reflejo de mi ánimo.
Tranquilo. No he olvidado. Mis muñecas no me dejan. Cada una de sus costuras me recuerda tus palabras blancas, en el agudo jardín de aquel sanatorio tan estrecho  “cuando todo es oscuro y  no es noche hay que buscar el pomo de la puerta”.
Dices que no te gusta la comida que te dan. Me extraña. Me extraña y me preocupa. ¿No eres tú el que afirma que no hay comida mala? No comas solo, amor; a veces, la soledad gangrena el paladar. Invita a Hans, a Marcela a Filipo. No temas importunar. Es más, hazlo. Por lo que me cuentas de ellos, son también aves sin jinete. Vectores, muones, óptica, …espacio, tiempo, gravedad… rayos cósmicos… ¡tenéis tanto en común! ¿No lo ves?
La Bolsa continúa mezquina. Los oportunistas sangran empresas prometedoras. Juegan a céntimos. Abortan futuros. Arruinan la confianza y nos condenan a la deriva. Hasta ahora; haciendo honor a tu amado Kostolany y su lema “quien ansia pequeñeces, no merece grandezas”; he esperado. No obstante; de seguir así los mercados, es posible que venda algún título; acciona por ejemplo. Liquidarlo a día de hoy, nos reportaría lo suficiente para pagarme; ya que tú no puedes abandonar el observatorio; el desplazamiento y la estancia en Malargüe  durante mis dos semanas de vacaciones. ¿No es eso grande?
Ayer comí con tu madre. A las 7 la dejé en su clase de pintura. Leonardo, ya sabes cuán atento es con ella, la esperaba en la puerta; al verme, se empeñó en mostrarme el  último trabajo de su alumna favorita. ¡Qué te puedo decir! En un lienzo pequeño; el rojo el verde y el azul juegan de forma contenida sin que su encuentro perfile motivo alguno; y sin embargo, sus trazos siembran inevitablemente la melancolía. Te echa de menos.
               
Cuídate mucho viejo. Yo también te quiero.

PD: Acertaste al inscribirme al taller de escritura creativa. Me estresa tanto que me relaja. Eso, sólo tú, podías saberlo.

Ana Isabel Fariña Fernández


¡Queridísimo André!

Necesito verte.
Esta mañana me he levantado con un presentimiento oscuro. No dudé. Con firmeza; prescindiendo de cuanto me decían en casa; quemé tres ramitas de romero en el bol de arcilla virgen. Dejé reposar sus cenizas en un lugar soleado. Me purifiqué con un baño. Me vestí con la magnífica túnica de seda blanca que te compre con el bol; y,  mientras repetía el mantra que no se puede escribir –tal es su grandeza-; las esparcí por todos los rincones de todas las habitaciones de la casa. El aire recogió mi plegaria: “Romero, romero; que se vaya lo malo. Romero, romero; que se quede lo bueno”. Barrí y abrí las ventanas.
Como ves fue un proceder inmaculado. Y sin embargo; Clarisa vomitó; y no una vez, ¡Tres! Una de ellas, en la magnífica túnica blanca.
¡Fue horrible! Mi pequeña ¡tan chiquitina! ¡tan dulce! ¡tan indefensa! ¡tan desamparada! Si hubieras visto su carita, sus ojitos gritando auxilio… Estoy desesperada. El pienso no puede ser. Es el mejor. El frío tampoco. No sale nunca sin abrigo, camiseta y bufanda.
¡Ay André! ¿Qué hice mal? ¿Alteré el orden? ¿Omití algún paso? ¿Debí disponer las cenizas también en su cama cual si fuera su casa? Pero su casa es mi casa.
¡Ay André! ¡André! ¡André! ¿Puedes venir a casa? No soportaría que le pasara nada.
Mi hijo mayor; Dimas; ya sabes el que estudia cuarto de veterinaria; dice que es normal, que estoy loca, que esto no es nada, que estará empachada.
¿Qué sabrá él de los presentimientos? ¿Qué sabrá de lo que nos dijeron las cartas la semana pasada? Todo se ha cumplido.
El papel –la herencia-; la disputa –la herencia-; las envidias –la herencia-; el regalo –la herencia-; el viaje inesperado –la herencia-. Y tú, André,  lo viste todo. Todo sin saber nada.
No me quito de la cabeza, la última carta de la última tirada: la muerte.
Ya, ya sé que me dijiste que forzosamente no era mala. Que sólo significaba un cambio. Pero André; acertabas; la muerte es un cambio; el último cambio.
¡André ven a casa! ¡Come en casa! Invoca al Universo, haz el hechizo de protección a Clarisa y recuperaré la calma.
Mi demanda es precipitada. Lo sé. Tu agenda siempre está llena. Pero André; si me quieres, por todos estos años, hazme un hueco. ¡Pagaré! Pagaré mi cita y las canceladas. Ven y come conmigo en casa. ¡Salva a Clarisa! ¡Sálvame de nuevo! Impide que el presentimiento se convierta en el aviso inútil de la desgracia. Ven y evita la desgracia.
                                                                             
Tuya siempre

Amanda

Esta misiva fue encontrada en el suelo de la habitación de Amanda por su hijo Dimas, cuando sobresaltado por el sonido rotundo de un golpe, subió a investigar de que se trataba. Sobre el parquet, envuelta en seda blanca y con la cara desencajada, yacía su madre. Una mano buscaba su pecho; otra un papel: una carta.
Clarisa, escondida bajo el escritorio; temblaba. A su lado, la libreta de escritura de Amanda. No contenía una palabra.
Un ataque al corazón dijeron.
Dimas en su estrenada locura, repetía, “un presentimiento oscuro”… “lo dijeron las cartas”… Poco después comía con André.

Ana Isabel Fariña


Lo que pudo ser

Y no fue.
(Carta a un nuevo amigo)
El tiempo todo lo cura, mi querido amigo,
Pero, a veces, los años llegan de rodillas
y hasta que se elevan, compañero querido
¡Cuánto duele la herida!
Ahora desde el ritmo  de la vida,
el recuerdo se olvida,
se hace más tenue y se apaga
¡Pero cuánto dolió en su día!
Quiero decirte, leal amigo,
que tú haces que la esperanza
 se avive en mi vida.
En otro momento quizás…
Esta carta no hubiese tenido vida
y es ahora que todas sus letras
Bailan de alegría.
“Lo que pudo ser y no fue”
ya se olvida.
“Lo que es y será”
Llena de luz mi vida.
Con esta carta que te escribo,
y que leerás algún día,
quisiera decirte mil cosas,
Pero es pronto todavía…
No me despido de ti
Pues no me gustan las partidas.
Sólo quiero que sepas
Que en mí tendrás siempre a una amiga.

 (7-octubre-2012)

Ada Terrón Béjar


En Salamanca, a tres de diciembre de dos mil doce

A ti van dedicados mis pensamientos.
Me gustas porque eres hexagonal y coqueta. Porque me miras cada día que vuelvo de trabajar y descargo sobre ti toda mi ansiedad, porque no me reprochas mis malos momentos, porque siempre me esperas.
Eres bella. Las aristas de tu cuerpo son perfectas. Tus vértices alineados con mis ojos y ese pañuelo de seda que cubre tu desnudez me hablan de otros tiempos. De aquellos días de mi niñez cuando eras más morena y guardabas secretos.
Cada día recibes cartas cuya destinataria no eres tú. Cartas de amor, cartas que piden, cartas negras, cartas de brisca, cartas de luz, cartas sin fondos.
Hoy ya has recibido una carta con tu nombre; sin apellidos y sin remite. No lo necesitas. Sabes quién te escribe.
Gracias preciosa. Gracias por acompañarme todos estos años. No me tengas en cuenta si mañana u otro día sólo eres depositaria de mis llaves y mi cartera.
Un beso, mesita bonita.

Felipe Cortés Chamoso


RESTAURANTE CON CARTA

Hola Manuel
Hoy que he por fin he acudido a tu restaurante pero no estabas, pues según me indicaron habías acudido a un encuentro de cocineros.
A veces es complicado compaginar la labor diaria con estar al día, pero es necesario para mantener un nivel apropiado, hay que gestionar el tiempo adecuadamente, contrastar opiniones y descubrir nuevas técnicas para mejorar un poco cada día.
En este mail quería reflejar un pequeño comentario sobre tu Restaurante Mística y mastica, especialmente centrado en la carta, que en tu restaurante viene a ser como un libro, la textura, el color del papel, la tipografía, el pequeño texto del comienzo a modo de prólogo, hace pensar en una práctica mística de recogimiento a la vez que te prepara para disfrutar de una comida sosegada. El menú con el nombre  de los platos su descripción poética del contenido, el origen de las viandas, creo responde a  una filosofía culinaria de deleite para todos los sentidos a la vez que respetuosa con el medioambiente y consigue que el acudir a tu restaurante sea una experiencia inolvidable.  
Te deseo mucho éxito

Alfredo Domínguez


CARTA DE RECLAMACIÓN

Estimado Sr. Samsumg:
Si es que usted se llama así, cosa que dudo. No se lo tome a mal, pero he hecho mis averiguaciones, es usted coreano, y Samsung, suena más bien al norte de Europa.
Pues bien, a lo que vamos. Recientemente he adquirido uno de sus productos, un televisor. Muy soso, negro, plano, eso sí, le reconozco que con una calidad de imagen excelente, que al fin y al cabo es de lo que se trata. No voy a quejarme pues de ello, pues que era feo, lo sabía al comprarlo, y tampoco difiere mucho de los de la competencia. Ahora bien, al instalármelo en casa, como es de recibo, venía su correspondiente libro de instrucciones. Soy un hombre inquieto, que le gusta vivir la vida deprisa. Compré su aparato para ver series, no películas, y leo cuentos o a lo sumo novela corta. ¡Y me vienen ahora con esto! He de decirle que no puedo calificar su manual, pues no lo he leído (en ninguno de sus idiomas). Cuando quiera complicarme varios meses de mi vida con la misma lectura escogeré “Los Pilares de la Tierra”, que la serie estaba bien.
Ruego pues me manden ustedes nuevo manual de instrucciones acorde con las características del electrodoméstico: una simple pantalla que reproduce imágenes. Absténgase también de traducírmelo a siete idiomas. No quiero imaginar el volumen del manual de uno de sus ordenadores o cámaras, visto lo visto.
Si no atienden mi ruego, dado que forma un conjunto con el televisor, me vería en el trance de devolverlo. Espero que dado que no está el mercado para desperdiciar clientes y que ahorrarían notablemente en papel e imprenta, atiendan mi razonable petición.

Atentamente:
Julián Macías

Miguel Ángel Pérez


CARTA A UNA EXNOVIA

Estimada Julia:
Sí, estimada, aunque no te lo creas, si es que has llegado a abrir el sobre. Estimada, que no querida; ya no, eso lo tengo muy claro. Te escribo estas líneas para darte las gracias.
Gracias por dejarme. Su por mi fuera habríamos seguido con nuestra relación, y hoy no sería yo. Hoy viviría pendiente de a que tienda toca ir, del maquillaje nuevo que te pusiste, de los 100 gramos que engordaste y todas esas cuestiones vitales para el desarrollo de la humanidad. Ahora, después del duelo, disfruto del cine, de los paseos, de los libros… y nadie me agobia si me da por pensar en temas serios. He recuperado a mis amigos y mi familia no ha vuelto a decirme que me ve agobiado.
También quería darte las gracias porque al no estar juntos he podido conocer a una chica estupenda. Sabe que hay música más allá de la radiofórmula y que los libros no se estropean si se abren ni se borran si se leen. Está gordita, pero si salimos de pinchos con los amigos se salta la dieta. Dice que si no daría la nota no tomando nada, y que es normal que quiera ver a mis amigos. Y ¡no te lo vas a creer! ¡No le impora despeinarse cuando follamos! No le hace mucha gracia que lo diga así, pero no se pone hecha un basilisco si no digo practicar sexo.
Así que con todo esto estoy tan feliz que no he podido evitar escribirte. Porque sin ti, nada de esto había sido posible. Deseo que tu estés tan contenta como yo.
Antes tuyo:

Román

Miguel Ángel Pérez


SOLICITUD DE CITA

Por la presente yo, Ramiro Bengoechea González, con DNI 99 000 123, y domicilio en C/La Garricha 17 de Salamanca.

EXPONE
Que su sonrisa nacarada y espontánea es preciosa. Que sus pupilas son de un verde que parecen esmeraldas. Que tiene una figura que verla ir a por los formularios marea. Que su escote, nunca excesivo, me hace distraerme de los asuntos por los cuales la frecuento. Y que las breves conversaciones que mantenemos me parecen cantos celestiales.
Ante todo lo cual
SOLICITA
Permiso para invitarla a comer a la salida del trabajo el día que escoja. O mejor aún, si no le resulta demasiado atrevido, me dé cita para invitarla a cenar, preferentemente en fin de semana para conocernos sin prisas.

En Salamanca a 29 de noviembre de 2012

Firma.
Miguel Ángel Pérez


Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:
Ya sé que en estas fechas estáis muy atareados preparando los regalos, por eso seré breve en mi petición. El año pasado os pedí el barco pirata y no pudo ser; comprendo que también vosotros andáis con la crisis a cuestas y por eso este año solo os voy a solicitar un pirata, la pata de palo y el parche se lo pongo yo.
Gracias por anticipado.
Domingo

P. D. Atended primero las solicitudes de las niñas

Luis Iglesias


Carta de un príncipe a su rana

Mi muy querida batracia:

¡Qué difícil es escribirte! Primero el paje no era capaz de encontrar papel impermeable y tinta indeleble. Y luego he tenido que esperar a que se fuera la princesa. Seguro que ya lo has visto en las noticias, están todas este fin de semana en Badem-badem, celebrando la despedida de soltera de la Leonor. Otra que ha enganchado a un sapo.
Te echo de menos. Cada día mas. Me miro en el espejo y maldigo mi pelo rubio y ojos azules. Mis dientes blancos y mi lengua incapaz de atrapar un saltamontes. Maldigo una y mil veces al que tuvo la genial idea de hacer que nos besaran las princesas para convertirnos en príncipes. ¿Acaso a él le habría gustado que le besara una rata y se convirtiera en ratón? ¿o en jirafo? ¿porqué no en mastodonte? ¿y por qué tenemos que ser todos rubios con los ojos azules y mandíbula cuadrada? Parecemos clones. Claro, que ellas tampoco son distintas. Déspotas, malcriadas, frívolas. A veces nos juntan y hacen concursos a ver quién escogió al mejor sapo al que besar.
Yo espero que algún día esto acabe. Que haya alguien que escriba cuentos de sapos y ranas, y no llenen a los niños la cabeza con tanta bobada frívola, machista y antropocéntrica. Mientras tanto, cuídate y cuida de los niños. A Gustavo déjalo que sea reportero, y a Gustava que siga siendo maestra, pero que escoja mejor los pueblos, el último en el que estuvo no me gusta mucho.
Y a ti, ¿qué te puedo decir? Que te quiero, pero eso ya lo sabes. Por las noches me voy al estanque y miro la luna reflejada en agua. Pienso que ves lo mismo que yo, y esa visión es universal y nos une con un vínculo que ningún cuentista podrá romper, por mucho que se empeñen las princesas. Ese reflejo es el mismo que había la noche en la que nuestras lenguas se chocaron al ir a cazar una mosca, y el mismo bajo el que crecieron nuestros hijos. Dentro del agua tengo un saco lleno de horas para disfrutarlas contigo. Se las voy robando al resentimiento y la melancolía.
Así, poco a poco, cuando te vuelva a ver, tendremos una vida casi entera para estar juntos.
La princesa vuelve, tengo que dejarte. Adiós, amor.
Tu sapo que siempre será sapo y siempre te querrá.

Elena Vicente


Jaime,
no te odio pero ya no te quiero.
Necesito alejarme de ti para limpiar la conciencia de remordimientos. No me gusta en lo que nos hemos convertido. Así es que mañana tomaré el primer avión que salga a cualquier parte y huiré.
Adiós

Antonia Oliva