En mi vida me he visto en tal aprieto II

La sesión del lunes, 10 de abril, la dedicamos al soneto, ese difícil arte de colocar las palabras y los acentos métricos en catorce versos y organizar las ideas y la rima.
Abrimos la sesión con las palabras de Charles Baudelaire:

“¿Quién es, pues, el imbécil (puede que sea un hombre célebre) que trata de manera tan ligera al soneto y no ve su belleza pitagórica’ Es lo forzoso de la forma lo que hace que la idea brote más intensa. todo va bien al soneto, la broma, la galantería, la pasión, el ensueño, la meditación filosófica. En él se dan la belleza del metal y del mineral bien trabajados. ¿No habéis observado que un trozo de cielo, visto por un tragaluz, o entre dos chimeneas o dos rocas, o a través de una arcada, etc., daba una idea más profunda del infinito que el gran panorama visto desde lo alto de una montaña?”



Después hicimos un breve repaso por la historia del soneto, desde Petrarca, Boscán y Garcilaso hasta los sonetistas actuales –pasando por Baltasar de Alcázar y Lope de Vega y sus sonetos relativos al arte de elaborar esta complicada estrofa– y, tras hablar del endecasílabo y los diferentes tipos de versos de once sílabas, leímos un amplio repertorio de textos tomados del libro “Un siglo de sonetos en español” una extraordinaria antología compilada por Jesús Munárriz y publicada en la editorial Hiperión.

Dejamos aquí varios botones de muestra:

Un soneto me manda hacer Quevedo

Desayunos noticias opiniones
martes lluvias atascos “buenos días”
clases fichas cafés bibliografías
facturas doctorados macarrones

semanas conferencias comisiones
alumnas primaveras guerras trajes
adioses onomásticas viajes
cartas amigos libros vacaciones

y se me van los años y me meto
ya en los últimos versos del soneto
y me alejo de mí en veloz huida

y contemplando tanta nada junta
mi casi medio siglo se pregunta
dónde demonios estará la vida

Miguel D’Ors

Divertimento

“Asísteme en tu honor, oh tú, soneto.”
“Aquí estoy. ¿qué me quieres?” “Escribirte.”
“Ello propuesto así, debo decirte
que no me gusta tu primer cuarteto.”

“No piedo tu opinión. Sí tu secreto.”
“Mi secreto es a voces. Advertirte
le cumple a estrofa nueva al asistirte.
Ya me basta de lejos tu respeto.”

“Entonces…” “Era entonces. Ahora cesa.
Rima y razón, color y olor, tal rosa,
tuve un día con Góngora y Quevedo.”

“Más Mallarmé…” “Retórica francesa.
En plagio nazco hoy, muero en remedo.
No me escribas, poeta, y calla en prosa.”

Luis Cernuda

Soneto

Es media noche y un soneto ensayo:
no es nada fácil, yo no soy poeta,
no viene a socorrerme el mes de mayo
ni me consuela, Lope, tu receta.

Procuro, pues, un quiebro isabelino
ante una inspiración tan torpe y parca
a ver si acaso es este el buen camino
para dejar la senda de Petrarca.

Pero también, ay, Fabio, aquí me pierdo,
me equivoco, tropiezo, cambio el paso
y oigo el eco lejano, dulce acuerdo,
dolorido sentir, de Garcilaso

Permitidme, por tanto, que concluya
en triste réquiem más que en aleluya.

Gonzalo Hidalgo Bayal


Propusimos como tarea escribir un soneto de encargo siguiendo el esquema métrico clásico ABBA ABBA CDE CDE con tema libre.Y estos son los trabajos de algunos de los componentes del taller de escritura:


Escribir un Soneto


Escribir un soneto es grave ciencia,
Tradición y vanguardia del idioma,
Medir cada vocablo, cada coma,
Entreverar sonido y coincidencia.

Hay que pensar primero en el mensaje,
Atender a la forma de la idea,
Y dejarse llevar por la marea
De música y palabra en maridaje.

Al final, todo es literatura,
Concepto que se borda en bello encaje
Entrelazando prosa con poesía.

Pepita de oro, criba de cultura,
Sustancia que no olvida el embalaje
Que rima o va por libre en armonía.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Un guiño a Rubén Darío
Me proponen hacer hoy un soneto
será al sol, las estrellas y la luna
no sé si me responderá la pluma
con frecuencia en qué líos yo me meto.

El sol como enorme circonita,
la princesa cogerá la estrella,
la luna es la bella Margarita
un prendedor decorará con ella.

La estrella en su pecho se ilumina
y el corazón de la princesa late
y así el camino ella lo adivina

tiene miedo que alguien la arrebate
y yo sin soneto, solo aspirina
y el prendedor sin decorar remate.

Inés Izquierdo PérezGrupo A


¡Sí!,¡Sí! La vida te lleva por caminos raros

a Quique González

Cuando apago la luz, yo siempre sueño contigo,
me imagino tu cara pegada a la almohada.
Con la sonrisa un poco pilla, pareces un hada,
si tu me preguntas que soñé, no te lo digo.

En cuestiones de amor, parezco un mal mendigo,
agradezco del labrador, su tesón y constancia,
de los marineros, su trabajo en la distancia,
de la higuera de mi corral, !Te daré un higo!

Beberé de tu vaso de cerveza sin avisar,
y cuando te despistes te cogeré la mano,
caminaré junto a tu sonrisa sin molestar.

Por la noche te llevaré a la luna a descansar,
y cuando no tengas sueño, nos vamos a Saturno,
verás como no te gustará a la Tierra bajar.

Luis Iglesias
Grupo B


Sobre el muro en blanco
Tenía el muro una pequeña grieta,
obra de ese temblor que cada día,
con ritmo seco y constante, ascendía
desde el corazón de la tierra inquieta.

Sobre el lienzo pétreo el trazo aprieta,
aquel eco de magma, en su osadía
de insuflar vida a un árbol que nacía
de una herida palpitante y secreta.

Como fruto de la diestra faena,
la cal luce un mosaico sin color
que solo a los fracturados resuena.

Y cuando ellos acarician su pena
los últimos vestigios del autor
caen como pétalos de azucena.

Ismarie Díaz Flores
Grupo B


Pincel de amor

Los árboles , rasgados por el viento,
sollozan con sus ramas atrapadas,
perdidas en el tiempo y deshojadas,
diluvian en la piel del sentimiento.

La brisa cristaliza el pensamiento
con hojas que ayer fueron destrozadas;
despiertas en el sueño de unas hadas,
se mueren con la luz del firmamento.

El tronco se tatúa de ilusiones
vestido de corteza maderada,
de gris, color vacío de tristeza.

Deslumbra su figura de rayones
pintados con cariño hacia la amada
que añora con mil fuerzas su belleza.

Sofía Montero García
Grupo B


No hay verso que no me dé respeto

No persigo ni hacienda ni dinero.
Ni diploma firmado en tinta china,
que esas cosas son dulce golosina
y yo ambiciono honor más duradero.

Un soneto escribir es cuanto quiero.
No me escuece encontrarlo en una esquina,
le daría su punto de sal fina
y a la sazón no resultara huero.

Que no es fácil, la cosa tiene miga,
pues no hay verso que no me dé respeto.
Más ya lo escucho hablar, y liga, liga.

Y acabo como empiezo ¡Qué fatiga!
Venga el honor a mí de este soneto
una vez el poeta lo bendiga.


Pepita Sánchez
Grupo B

Bajo tu casta sombra

La sesión del lunes, 3 de abril, la dedicamos a los árboles. Y pusimos la mirada de manera especial en la encina. Es nuestra manera de colaborar con la Plataforma Stop Uranio y de denunciar el desastre medioambiental que está provocando la empresa Berkeley en Retortillo (Salamanca).



Comenzamos hablando de "El príncipe de los enredos", un álbum ilustrado escrito por Roberto Aliaga e ilustrado por Roger Olmos muy a propósito para el contenido de la sesión.
Después leímos y contemos un breve repertorio de textos sobre las encinas.
Yo aporté un breve artículo que publiqué hace años en un periódico local:

La encina (en terminología botánica Quercus ilex) es, tal vez, uno de los árboles más admirables, no sólo por su longevidad sino por su belleza. Florece de abril a mayo y reparte sus frutos de octubre a noviembre.
Pasear entre encinas viejas es como asistir a una reunión de animales prehistóricos o mitológicos. Las formas retorcidas de sus ramas; el diámetro de sus troncos; la dimensión oculta de sus raíces; su corteza cenicienta y las señales que en su dura madera han dejado el paso del tiempo, las motosierras e incluso algunos rayos, avivan en la imaginación cientos de historias.
Plantar una encina es posiblemente el mayor acto de generosidad con los hijos y los nietos por nacer, y el mejor modo de sembrar en el presente la palabra futuro. 
Cuántos de nosotros no habremos jugado a colocarnos en los dedos los cascabillos (o cascabuyos) de las bellotas. Cuántos pastores no habrán dormido bajo sus extensas sombras. Cuántos niños no habremos seguido el rastro de las hormigas hasta lo más alto de sus copas. Y cuántas noches de invierno no habremos agradecido a la encina el calor de nuestras casas.
De un pueblo llamando La Encina* era el notable alumno de Nebrija, Juan del Enzina, músico, poeta y dramaturgo que dispensó su arte a reyes y papas y hoy da nombre a un teatro abandonado de Salamanca.
La Encina fue también el nombre de un sínodo, calificado de herético por Roma, que congregó a cuarenta y cinco obispos cerca de Calcedonia. Y Encinas es el apellido de un conocido músico y guitarrista salmantino.
Pero tal vez el mejor homenaje que podemos rendir a este árbol es con palabras de Claudio Rodríguez: “La encina, que conserva más un rayo / de sol que todo un mes de primavera, / no siente lo espontáneo de su sombra, / la sencillez del crecimiento, / apenas si conoce el terreno en que ha brotado.”

* Su lugar de nacimiento no está claro. Algunos autores lo sitúan en Fermoselle (actualmente en la provincia de Zamora) y otros en alguno de los municipios de la provincia de Salamanca que llevan la palabra encina en el nombre como Encina de San Silvestre o La Encina. 
Son muchos los poeta que han escrito sobre la encina. Destacamos dos textos, el primero de Leopoldo Panero y el segundo de Claudio Rodríguez:

La gracia cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.
Como el silencio de la nieve fina,
vuela la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
de su secreta soledad divina.
La luz afirma la unidad del cielo
en el agua dorada del remanso
y en la miel franciscana del aroma,
y asida a la esperanza por el vuelo
la verde encina de horizonte manso
siente el toque de Dios en la paloma

* * *

La encina, que conserva más un rayo
de sol que todo un mes de primavera,
no siente lo espontáneo de su sombra,
la sencillez del crecimiento; apenas
si conoce el terreno en que ha brotado.

Con ese viento que en sus ramas deja
lo que no tiene música, imagina
para sus sueños una gran meseta.

Y con qué rapidez se identifica
con el paisaje, con el alma entera
de su frondosidad y de mí mismo.
Llegaría hasta el cielo si no fuera
porque aún su sazón es la del árbol.

Días habrá en que llegue. Escucha mientras
el ruido de los vuelos de las aves,
el tenue del pardillo, el de ala plena
de la avutarda, vigilante y claro.

Así estoy yo. Qué encina, de madera
más oscura quizá que la del roble,
levanta mi alegría, tan intensa
unos momentos antes del crepúsculo
y tan doblada ahora. Como avena
que se siembra a voleo y que no importa
que caiga aquí o allí si cae en tierra,
va el contenido ardor del pensamiento
filtrándose en las cosas, entreabriéndolas,
para dejar su resplandor y luego
darle una nueva claridad en ellas.

Y es cierto, pues la encina ¿qué sabría
de la muerte sin mí? ¿Y acaso es cierta
su intimidad, su instinto, lo espontáneo
de su sombra más fiel que nadie? ¿Es cierta
mi vida así, en sus persistentes hojas
a medio descifrar la primavera?

Y para cerrar este breve muestrario de textos "El mar de encinas" de Miguel de Unamuno, un escritor al que gustaba pasear bajo ellas y escribir y dibujar a las gentes y animales del campo:

En este mar de encinas castellano
los siglos resbalaron con sosiego
lejos de las tormentas de la historia,
lejos del sueño
que a otras tierras la vida sacudiera;
sobre este mar de encinas tiende el cielo
su paz engendradora de reposo,
su paz sin tedio.
Sobre este mar que guarda en sus entrañas
de toda tradición el manadero
esperan una voz de hondo conjuro
largos silencios.
Cuando desuella estío la llanura
cuando la pela el riguroso invierno,
brinda al azul el piélago de encinas
su verde viejo.
Como los días, van sus recias hojas
rodando una tras otra al pudridero,
y siempre verde el mar, de lo divino
nos es espejo.
Su perenne verdura es de la infancia
de nuestra tierra, vieja ya, recuerdo,
de aquella edad en que esperando al hombre
se henchía el seno
de regalados frutos. Es su calma
manantial de esperanza eterna eterno.
Cuando aún no nació el hombre él verdecía
mirando al cielo,
y le acompaña su verdura grave
tal vez hasta dejarle en el lindero
en que roto ya el viejo, nazca al día
un hombre nuevo.
Es su verdura flor de las entrañas
de esta rocosa tierra, toda hueso,
es flor de piedra su verdor perenne
pardo y austero.
Es, todo corazón, la noble encina
floración secular del noble suelo
que, todo corazón de firme roca,
brotó del fuego
de las entrañas de la madre tierra.
Lustrales aguas le han lavado el pecho
que hacia el desnudo cielo alza desnudo
su verde vello.
Y no palpita, aguarda en un respiro
de la bóveda toda el fuerte beso,
a que el cielo y la tierra se confundan
en lazo eterno.
Aguarda el día del supremo abrazo
con un respiro poderoso y quieto
mientras, pasando, mensajeras nubes
templan su anhelo.
En este mar de encinas castellano
vestido de su pardo verde viejo
que no deja, del pueblo a que cobija
místico espejo.



Propuesta de escritura

Quienes formamos parte del taller de escritura creativa de la Casa de las Conchas estamos convencidos de que escribir es un trabajo de reforestación permanente pues las palabras nos ayudan a recobrar la memoria, a fijarla sobre el papel.
De modo que por cada encina talada en Retortillo nosotros escribiremos un texto (poema o prosa).


Y estos son algunos de los trabajos enviados:


Réquiem por mil encinas asesinadas

Desandar los pasos y
volver a nacer:
Ser árbol,
mujer encina.

Busca la tierra mis piernas,
las atrapa hasta hundirme
en ella. Dos metros y medio,
tal vez más,
a esa profundidad encuentro
el agua de la vida.

¡Permaneceré en este lugar
hasta que mis raíces se sequen!

Un leve bostezo al amanecer y
comienzan a brotar mis brazos
llenándose de vida: Hojas,
nervios, color. Una auténtica explosión
de enormes ganas de querer
tocar el cielo.

Mimada por el sol, el viento y
las estrellas, siento la complacencia de
los astros hacia mí, hacia la tierra y
los árboles que me rodean, hacia el hombre
que vive generación tras generación
recreándose en mí, columpiando
sus risas en mis ramas -ramas de encina-
bajo cualquier atardecer,
llevando su memoria
hacia la eternidad.

Desandar esta primavera que
no ha de llegar,
que no verán mis ojos, ni los de
de la extensa planicie de una parte
del campo de Castilla.

Esta primavera abortada
que gime de dolor,
el profundo dolor de
unas entrañas vacías allí
donde cayeron los brazos de
mil encinas mutiladas, desangradas,
muertas: Asesinadas.

Ya el horizonte queda desnudo
a la espera de una
primavera nuclear que
florecerá a partir del espectro
de un paisaje sin brazos,
sin ramas, sin raíces.

Desandar el camino y
volverlo a empezar,
con ellas vivas.

Muere, lentamente, el alma
de una parte
del paisaje de Castilla.

Tina Martín Mora
Grupo A
http://tinamartinmora.wixsite.com/tinamartinmora/single-post/2017/03/28/R%C3%89QUIEM-POR-MIL-ENCINAS-ASESINADAS


Soneto a la encina

Me quedaría mirando eternamente
En el hogar tus brasas crepitando,
Música celestial que va acunando
Recuerdos ancestrales en mi mente.

Tus anillos, del tiempo son memoria,
Sabiduría del fuego para el hombre,
Bendito sea, encina, tu buen nombre,
Tu humilde porte que nos hace historia.

Poderosa, amable y dura encina,
Son tus brazos, tu copa y tu corteza
Que entre el bosque y las casas habitamos

La lumbre en que tu leña se calcina,
Doméstica y culta naturaleza
Que abrazo, y acaricio con mis manos.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas.
Grupo A


Parda Encina

Hacía tiempo que no me trataban con tanto mimo, con tanto esmero, cuando tus manos me han cogido ha sido como una caricia, me has mirado, me has elegido y me has puesto en el sitio preciso para sacar de mí lo mejor que ya puedo dar, mi luz, mi calor, cuando la fuerza del viento prendiera la chispa, iban a salir de mi llamas cual “rojas lenguas de fuego”, que a ti te sumirían en un ambiente plácido, de ensoñación y que yo aprovecharía para sumirme en mis recuerdos, tú y yo teníamos mucho en común, tu enfermedad te hacía pensar en un final próximo, el mío lo estaba, quedaría reducida a cenizas.

Pero quería terminar feliz, reviviendo aquel mi encinar, “un mar verde”, donde el viento unas veces nos mecía suavemente y nuestras hojas al rozarse parecía que cantaban una nana, pero cuando el viento nos azotaba con fuerza era como si la fuerza de las olas chocaran contra el acantilado, allí se hacía sentir nuestra bravura, nuestra fuerza, nuestro recio ser. Y recordaba el griterío de los chiquillos revoloteando a mi alrededor recogiendo mis frutos, iban a bellotas, y también oía el bramido de la manada de toros que en una charca muy próxima a mí, se refrescaban en aquellos ardorosos días del verano y a la piara de cerdos que se contoneaban, merodeaban a mi alrededor y alimentándose con mis bellotas producían los mejores jamones.

Los susurros del viento me contaron muchas cosas, que mi otro nombre, un nombre muy raro, significaba “árbol hermoso”, que nuestra leña era muy apreciada y junto al carbón de encina era el combustible en muchas casas, que hacia muchísimos años los hombres nos consideraban árboles “sagrados”, formábamos “encinares sagrados”. ¡Me contaron tantas cosas!

Estoy oyendo un chisporroteo, mi fuerza se va debilitando, pero todavía me queda para añorar aquellos tiempos en que se nos valoraba tanto, entonces los hombres nos respetaban, daban preferencia a nuestra existencia sobre otros intereses que lleva a una tala masiva.

Y recuerdo un poema que alguien susurró junto a mí “Y el campo mismo se hizo árbol en ti parda Encina”.

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


El Roble

Cerca de mi casa del pueblo está el roble. Sus raíces se emplean para algunos remedios caseros. Recuerdo el día en que mi vecina hizo un preparado para que le cicatrizaran las heridas de la lenta curación de las hemorroides .
Al caminar por los calles del pueblo me acerco al roble. Tiene un olor penetrante a la tierra, madera y hierva.
Esta mañana pasaba por los alrededores de mi casa y vi que al roble le falta varias ramas caídas, el otro día en el pueblo dijeron que alguien se está dedicando a romper las ramas del roble.
Antes de irme para mi casa me imagino que si el roble tuviera alas se podría mover.

David Álvarez
Grupo B


La encina

Te tengo entre mis recuerdos de niña.
En las primeras miradas que te dediqué, te vi como un árbol elitista , vivías cerca de la gran ciudad , y para mí eras un árbol de las lejanías .
Te adjudiqué movimiento , pero no movimiento en tus hojas , te movías majestuosamente . Los árboles de mi pueblo, no se movían, pero tú sí.
Te conocí camino de Salamanca, a través de los cristales del autobús , te veía venir hacia mí.
El autobús avanza y tú te acercas a nosotros , vienes a nuestro encuentro, después, te dejamos atrás y de nuevo te pierdes en la lejanía .
Me pregunté ?Qué árbol es ese que se mueve con elegante libertad?
Me contestaste, soy La Encina.
Todavía cuando voy en un medio de transporte , y te veo, a través de sus cristales me evocas los primeros momentos en que te descubrí , y te sigo considerando el árbol de la libertad

Mª del Carmen Ledesma Martín
Grupo A


La encina


Verde eterno
descansa entre las ramas.

Madurez, abierta al pensamiento,
brota de tu imagen,
despierta eternidad
en un tiempo
que vive la inquietud de las horas.

Piel de hojas
permanece entre las ramas,
cobija con su sombra
un sol amanecido
que irradia con su luz
el tronco centenario de una vida.

Sofía Montero
Grupo B


La encina
Que en el taller del lunes se habló de la encina, le dije. La encina sonrió complacida. Yo no sabía que las encinas sonreían.
Y que qué pasaría si los árboles tuvieran alas, añadí; que eso se preguntó en la propuesta de texto. La encina abrió unos ojos incrédulos, como de encina esperanzada. Yo no sabía que las encinas podían abrir esos ojos.
Que, naturalmente, se trataba de una metáfora —me creí en la obligación de advertirle—, que cómo va a levantar el vuelo un árbol y marcharse a otro lugar. A la encina se le cayeron unos lagrimones que partían el alma. Yo no sabía que las encinas lloraban.
Al día siguiente llegaban las máquinas de la Berkeley.
(O este último párrafo lo cambiamos por: «Tampoco sabía yo, pero me enteré después, que al día siguiente llegaban las máquinas de la Berkeley»).

Pascual Martín
Grupo A


Ecosistema


Los niños juegan en el campo marrón de pintitas verde oscuro
Dentro de un tronco habita un hada que los hace desaparecer
Por eso es la encina el mejor escondite

Un pájaro tiene allí su casa
Los niños le llaman Quirquir por que es lo que repite al piar
Quirquir sale cerca y regresa enseguida

El sol lanza sus agujas
Que atraviesan a los niños y pegan contra el tronco
Y Las ramas crecen para alcanzarlas primero y quedárselas

Alguna noche me acerco a mi encina
El hada y el pájaro cenan a la luz de la barita, bajo la luna
Les veo en mis sueños

Varios buitres recorren el paisaje
A veces la noche se manifiesta ejecutora
Quirquir aprovecha y regresa

La encina es testigo de vida
Unos se irán y otros ya vienen

Antonia Oliva
Grupo B


Haikus 

Nadie la observa
acabó con su vida
la mina mortal

Mucho viviste
dehesa centenaria
ahora mueres

Un agujero
donde preexistía vida
nada perdura

Encina muerta
acaricia el suelo
sin reverdecer

Encina corté
nada consideré
historia rota

Un árbol vivo
no ofrece resistencia
sufre talado

Encina caída
arrancada de cuajo
excavadora

Madera cisco
arcaico carbonero
nada tendrás

Contemplarás
uranio suicida
la nada mortal

Historia viva
quedará en la memoria
de ningún mortal

Parque Natural
turismo sostenible
fuera la mina

Frondosos árboles
futuro sin existencia
minera mortal

Una catedral
en la naturaleza
herida mortal

A cielo abierto
Retortillo olvidado
abandonado

Exhumación
agujero rojizo
uranio mortal

Perennifolio
que ya no lo será
error habrá

Rojo por verde
mineral por vegetal
cambio monstruoso

En la dehesa
árboles centenarios
no existirán

Tronco robusto
poderoso copete
una fagácea

Amentiformes
color amarillento
flores de encina

Alfredo Domínguez
Grupo B


Morir de pie

Has muerto de pie.
Después de toda una vida dando sombra y cobijo,
despertando amaneceres, cantando soledades,
volando letanías, acariciando brisas, criando retoños.

Has muerto de pie.
Un siglo después de romper a vivir sin poder contarlo,
tal vez sin saberlo, sin más constancia de ti misma que cuatro papeles
– ya ajados- y el cariño de los tuyos que quedaron
y que –pronto- habrán olvidado.

Has muerto de pie.
Atrás quedaron los esfuerzos,
la miseria, la alegría, las –muchas-penas,
las tormentas y el pedrisco, los aromas a incienso,
los silencios y los ruidos.

Has muerto de pie, alma de la Meseta,
mujer mutada en encina,
encina en mujer transformada.
¿Quién te arrancó de la tierra sin permitirte ni un solo grito?
La vida pasó a tu lado, pero talaron tus raíces
y –ahora- ya no queda nada: ni sombra, ni aliento, ni refugio.
Ni siquiera tu esperanza de un mejor mañana.

Javier Portilla
Grupo A


¡300 encinas, o más!

Se me ponen los pelos de punta ( y eso que tengo pocos), cuando me entero, del comienzo de una posible explotación de una mina de uranio a cielo abierto, en la provincia donde vivo.
Es curioso de entrada, que una empresa australiana sea la encargada de dicha explotación, cuando Australia es la nación con más reservas del mundo.
Ya han comprado, 3000 has, y obtenido el permiso para hacer una planta para la obtención de concentrado de uranio.
La empresa solo habla de creación de empleo en la zona.
Prohibido hablar de tala de encinas, de contaminación radiológica, de gases, de partículas en suspensión, de residuos radiactivos, contaminación de ríos y acuíferos, metales pesados, radio 226, radio 222, lixiviar, cromo, vanadio, molibdeno, cobre, níquel, cobalto, ácido sulfúrico, carbonatos, bióxidos, enfermedades, etc.

Espero que prime la cordura, abandonen el proyecto y la encinas taladas sean repuestas, por el bien de todos y no de unos pocos.

No al Uranio- Si a la Vida- Stop Uranio. Campos de Salamanca.

Luis Iglesias
Grupo B


La encina

A través de mi ventana, veo campos, los campos de mi querida Castilla.
Campos donde han crecido miles de encinas.
Y entre todas y cada una de esas encinas, se encuentra la que nos dio sombra cuando más calor hacía.
Y un pequeño arroyo fluía al lado.
Y llevaba siempre mucha agua
incluso en la época de mayor sequía.

Rodeada siempre de flores, de muchos y tantos colores.
Volvió sobre el mismo lugar,
donde se cortaron tantas,
sin el mayor cuidado y afectando
a las demás.

De sus fabulosas raíces,
de su poderosa savia
y de sus lujosas ramas,
iba brotando la vida.

Porque ella siempre estará en ese lugar tan especial.

Donde guardó en su cajita
nuestros deseos, nuestros sueños.
y hasta nuestros fabulosos viajes,

Daría lo que fuera por volverla a ver, tocar sus ramas, dejarme llevar por la tranquilidad del lugar.
Tanto daría por volverla a cultivar,
en mi hogar.
Por volverla a soñar
en mis largas y calurosas
noches de verano
al lado del mar.

Daría lo que fuera
por terminar con esta masacre,
que nos involucra a todos.

Muchos son testigos y no hacen nada para evitarlo.

Te echaré de menos, mi querida encina,
incluso cuando las demás luces se apaguen y la tuya se encienda alumbrándome el camino.

Iria Costa

Grupo B

La oficina de objetos perdidos

La sesión de lunes 27 de marzo la dedicamos a los objetos y las cosas.
Charles Simic nos señaló cómo alumbrar y acercarnos a dichos objetos para verlos por dentro:

"A ojos de la imaginación, dentro de cada objeto hay otro objeto escondido. El objeto que está dentro es totalmente distinto del que lo contiene, o el objeto que está dentro es idéntico al que lo contiene, solo que más perfecto. Todo depende de la metafísica de uno, es decir, de si se inclina del lado de la imaginación o bien opta por la razón. Probablemente lo cierto es que el afuera y el adentro son idénticos y distintos a la vez."



Y María José Ferrada nos mostró que hay escondido en cada objeto y cual es el lenguaje secreto de las cosas:

Las cosas duermen,
sueñan pequeños sueños
y despiertan.
A veces incluso les da por hablar,
y es un idioma que parece un zumbido
o un pestañeo.
Por eso dentro de la casa hay un secreto.

“Ffrrrrr srrsrsrs jjajajja trrrrrrrr
Frrrrrrrr zzzsrrrrrrrr”.
Suena el secreto de las cosas.



Pero también Carlos Bousoño y Jorge Luis Borges hicieron inventario de cosas para nosotros.

Vosotras, cosas, duras y reales, 
escándalo en la luz y permanencia
sutil. Profunda es vuestra ciencia
de estancia lenta en frescos manantiales.

Porque brotáis de chorros virginales
y la honda vida recibís de herencia.
¡Manad, manad, callados inmortales,
manad y dadme ser, amor, presencia!

Manad, callada piedra, azul montaña,
súbita cresta del amor, hondura
de luz enorme. Dadme ser, entraña

donde pueda beber la honda bravura:
realidad que subleva su maraña
total, contra le enorme noche oscura.

Carlos Bousoño


El bastón, las monedas, El llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

Jorge Luis Borges



Propuesta de escritura


¿Cuáles son los temores de una cerilla encendida? ¿Con qué soñará una batidora? ¿Por qué los frigoríficos suspiran hondamente en medio de la noche? ¿De qué se sonrojan los interruptores de las regletas de la luz? ¿Reconocen los picaportes de las puertas nuestra piel? ¿Qué hará la cama con los sueños no soñados? ¿Qué clase de ideas tendrán las bombillas?


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Libro de Calificación Escolar

A simple vista, es un libro de calificación de notas obtenidas en un periodo muy importante de mi vida. La edad de 10 a 17 años; hojeándolo se ve en primer lugar la diferencia entre ambas fotografías, ¡Vaya cambio!
Del análisis de notas, destacaba en matemáticas, educación física y, religión, luego añadí el dibujo, la química y los idiomas.
Vivíamos en una sociedad en la que no se sabía cada año, lo que iba a ocurrir al siguiente, dejaban de estudiar muchos compañeros, se iban del pueblo, se ponían a trabajar. Profesores que dejan huella, por que se preocupaban de enseñar o de avanzarte un horizonte lleno de dudas.
Las ilusiones y decepciones van a la par, no sabes lo que quieres, ni tampoco donde el destino te lleva.
Los recuerdos de todos estos años son muchos y variados, ha pasado mucha gente por tu vida, de una manera demasiado rápida.
Con los medios que había, se compaginaba, el estudio en invierno, con el trabajo en verano; en mi casa daban por hecho que se aprobaba, y cuando acabó el bachillerato una pregunta ¿Ahora qué?
P.D: Al comienzo del libro, este no indica algo muy importante que pudo cambiar mi destino y el de otros 10 niños del pueblo; estábamos apuntados para ir a un colegio de curas. ¡Menos mal que pusieron el instituto !, ! Mi mujer cuando se lo cuento, se ríe y me imagina dando sermones desde el púlpito!

Luis Iglesias
Grupo B


Temores de una cerilla encendida

Luz de un único deseo,
llama que transforma
la materia.
En la cabeza el poder,
que enciende la noche
y la oscuridad aleja.
El chasquido del fósforo
que hace prender
la madera.
Mas es el aire del abanico,
la brisa que mueve las ramas
noche y día
de encinas, robles y olivos,
el aliento en la voz quebrada
de la canción y del grito,
esos pequeños temores,
y, en tal caso, enemigos
de la cerilla encendida,
la misma que jugó conmigo
en aquellos años inocentes,
a descubrir nombres secretos
y entregar besos debidos.

Tina Martín Mora
Grupo A
http://tinamartinmora.wixsite.com/tinamartinmora/single-post/2017/04/01/TEMORES-DE-UNA-CERILLA-ENCENDIDA


Caracola

Dentro de ti,
melodías de mar
susurran en el aire.

El viento se hace agua,
roba mis sentidos.

Caverna de secretos
aletea en tu interior,
bañada de imágenes.

Sonidos de mar
son ecos de un silencio,
sueños de la tarde,
junto a la arena
que dora tu perfil
en la soledad de las horas.

Sofía Montero
Grupo B


Mi sueño

Dicen que soy una enchufada, me da la risa cuando lo oigo, según cómo se interprete es que sí, paso mucho tiempo enganchada al enchufe, dicen que estoy en un sitio preferente, muy a mano, que soy única, pues sí, los demás son muchos y no siempre les toca a ellos ser protagonistas, creo que me tienen un poco de envidia, porque todos en la casa me quieren y les gusta lo que hago. Los más pequeños empiezan a comer conmigo, soy capaz de mezclar cosas que no les gustan y que con mi girar, girar, transformo en purés multicolores, desde anaranjados, cuando llevan más zanahoria, a verdosos si tienen espinacas o morados si les ponen lombarda. ¡Y cómo les gustan las meriendas de papillas de frutas! Yo disfruto de su variedad, de los distintos colores y sabores, pruebo de todas, ¡así estoy de fuerte!, cómo las combinan para para que reciban distintas vitaminas y minerales, les oigo hablar de que las fresas aportan vitamina C, potasio, calcio, magnesio, fósforo, que la manzana es rica en betacaroteno, ácido fólico, vitamina C y muchas con la B. Hago de todo, en algunos momentos lo paso un poco mal, me hacen un poco de daño cuando tengo que triturar cabezas de gambas, pero ni se enteran, me compensan cuando oigo decir ¡si no fuera por ti!, así que estoy contenta, cumplo con mi tarea, no les fallo.

Pero llevo una temporada preocupada, me estoy enterando de lo que pasa ahí fuera, les oigo hablar de guerras, injusticias, hambre, refugiados corrupción, maltratos y me pongo a pensar cómo podría yo ayudar en eso, y sueño, sueño con tener unas aspas tan grandes como los molinos de D. Quijote y empezar a moverlas y triturar toda esa basura, y poder añadir vitaminas muy especiales: solidaridad, justicia, adhesión, defensa, amor, identificación, honradez. No creo que yo sola consiga mi sueño, necesitaría que los brazos de todos actuaran como aspas.

Inés Izquierdo
Grupo A


Tic, tac

Luzco siempre en mi muñeca el regalo más preciado, presumo de él sin atisbo de humildad porque lo recibí de las manos de una princesa, que en ese mismo instante me regaló el espíritu del tiempo. Se trata de una joya, no sólo por sus propias características, dado que se trata de un Tank de Cartier, con el prestigio que ello supone, sino porque se ha convertido en mi talismán y, aunque nadie lo crea – hasta yo, a veces, suelo tener mis dudas- siento su protección y su amparo. Porque, no contiene únicamente un mecanismo de contar horas, minutos, segundos… ¡Es una máquina de vivir!

Mi reloj mágico está impulsado por un hada delgadita y largirucha, a la que conoceréis si os adentráis en el engranaje que se esconde bajo su esfera dorada. Allí, entre ejes, ruedas y tramoyas vive ese geniecillo de ojos almendrados, que encarna la esencia del futuro y que, diente tras diente, desahucia pasados y recibe alegres presagios de vivencias y aventuras.

Con cada tic-tac, esa sílfide maravillosa esparce polvos mágicos que impulsan la vida, incansable en su caminar constante, paso a paso, beso a beso, mimo a mimo, tic a tac….

Su pelo acaracolado, que huele a polvo de estrellas, se enreda con las desiguales manecillas para bailar la danza de los ángeles marcando siempre los pasos hacia adelante, un… dos… tres…De las cadenas tiran sus brazos que, aunque tienen textura de algodón, mantienen con firmeza la cadencia temporal del ritmo infinito, mientras los ecos de su voz de sirena impulsan el volante y éste, a su vez, transmite su energía a la corona, que continúa sus interminables pasos al frente y reclama sistemáticamente la escolta inquebrantable de lo efímero… Tic…Tac

Cuando alguien me pregunta por el reloj siento un enorme orgullo y lo muestro de forma ostentosa –un pequeño pecado del que yo misma me perdono-, y le paso la mano por encima pensando que acaricio a la ninfa que vive en su interior -que estará riñéndome de forma cariñosa por mi vanidad- Y es que me encanta renovar la sensación que me produce llevarlo conmigo, y con él a mi princesa.

Maximina Moreno
Grupo B


Feliz y fugaz

Dentro de un cuaderno de notas de una adolescente hay suspiros con resuello, llantos diluidos, comas pensativas, punto y después seguimos, puntos y aparte definitivos, puntos suspensivos de verano, esperanzas tras el llanto, anhelos desconocidos, secretos entre tú y yo, desesperaciones….

Aparece la palabra deseo repetida varias veces, la de esperanza cuando ya se ha agotado todo y ansia e impaciencia por acortar el tiempo para que se vuelva a repetir otra vez lo mismo

Momentos fugaces de felicidad como una sonrisa, como un paseo vigilado de cerca, un susurro, un silbido, la risa alegre y bulliciosa, la despedida embobada.

Deseos de morir para ser rescatada

La palabra ojalá de aperitivo fresco y salado

Pulseras cortadas y regalos que salen de un sobre

También para arrancar el ánimo, hay sin embargos escritos, para tomar impulso.

Corazones de témpano, de lágrima viva, corazón con pesares, corazón abierto sin reparo, a degüello

No es cuando escampa si no que es cuando llega la lluvia cuando ya se han pasado todas las dudas y cuando el corazón se cierra con una promesa, un beso lo abrirá de nuevo…. o quizás no

Contiene manchas de llantos sonoros y llantos a solas precedidos de portazos y consolados después por la banda sonora a todo volumen

Adioses para siempre, irremediables, ni entre los vivos ni entre los muertos, nada, la búsqueda es estéril.

Y muchos interrogantes

De cuando fue el último hasta luego, no puedo precisar ninguno, sencillamente se fue.

De cuando fue el final, no lo hubo, sencillamente pasó

Antonia Oliva
Grupo B


¿Qué hay dentro de mi ANILLO?

Dentro o más bien en mi anillo, está la historia de una vida .Si el pudiera hablar os contaría que está conmigo desde que yo era una adolescente pues fue un regalo de mi madre al cumplir yo 13 años.. Desde entonces, me ha acompañado siempre sin tener que retocarlo; antes me quedaba más ajustado, yo estaba más gordita y ahora, baila un poco en mi dedo pero sin peligro de poder abandonarme y luciendo brillante como el primer día.

En todas mis vivencias, lúdicas o tristes, me ha acompañado..Ha recorrido mucho mundo porque viajar es una de mis pasiones y sigue estando ahí, en mi dedo anular ( es curioso que no me haya cansado de verlo siempre en mi mano como si formara parte de mi anatomía) .Solamente en una ocasión puntual, lo desplazo de mi dedo durante un corto espacio de tiempo: el 31 de diciembre , y lo introduzco en mi copa de cava para brindar, después de tomar las uvas, por el nuevo año que llega..Dicen que da buena suerte. 

Rosa Celia González 
Grupo B


El billete de Avión

Dentro del objeto está el recuerdo que no voy a olvidar en la vida. El objeto al que me refiero es un billete de avión, en el avión vuelo lo más alto, puedo observar desde lo más alto de la tierra las hermosas playas que hay en diferentes países, puedo observar los monumentos de diferentes países, además en el avión puedo conocer a gente desconocida de diferentes países.
Antes de echarme a dormir observo el billete de avión, primero lo huelo para ver como huele el billete, después lo guardo.

David Alvarez
Grupo B


Idea fugaz
Presionó el interruptor. Se le encendió la bombilla. ¡Eureka!
La idea era brillante… Pero tan fugaz como la velocidad de la luz.
Se desvaneció al mismo tiempo que la lámpara estallaba haciéndose añicos.

Toñí Martín del Rey
Grupo B



La oficina de objetos perdidos

Dentro de la cartera del osito del lazo rosa, hay una foto que me hice para el título de técnico en atención sociosanitaria, el DNI pasado, un pétalo de una flor que me regaló Alex, un pequeño texto que escribí un día de lluvia, una manta que me regaló mi abuela, fotos de Paul Walker, una cáscara de almendra que cogí del jardín y un rabo de fresa que cogí del jardín.

¿Qué hace la cama con los sueños no soñados?
Guardarlos, asearlos, olerlos, darles colonia, enjabonarlos. Los sigue guardando en oro.
Hasta que llegue el momento de sacarlos a la luz, de cultivarlos, bienvenidos sean.
Los sueños no soñados son conservados.
Hasta el momento oportuno de sacarlos, es ese momento, cuando los vives y los disfrutas.
Es el momento de disfrutar de aquello que realmente te importa.

Iria CostaGrupo B