Animaladas

La sesión del lunes, 16 de junio, la dedicamos a los animales y las animaladas. Tomamos como referencia los libros de Daniel Nesquens "Hasta (casi)100 bichos" y "ABeCebichos". Pero también hablamos del "Animalario Universal del profesor Revillod" y "Abezoo" de Carlos Reviejo. 




Reproducimos aquí la "Nota del autor"

Todos mis amigos y conocidos saben de mi cariño por los animales, por todos los animales. Ya tengan dos
patas, tres, cuatro o cien. me encantan.
Nadie quiere venir a mi casa porque temen ser mordidos por Maika, una serpiente pitón de más de tres metros de longitud; cuando no, acorralados por Oscar, un león nacido en Tanzania; o atravesados por Delicado, un puerco espín que me traje de un viaje al Asia Central; o golpeados por un balonazo de Rafa, mi hijo, que tiene una pierna izquierda que ya la quisiese algún jugador de Primera División.
El cartero renuncia a pasar por delante de mi casa desde el día en que Escocia, una tarántula de más de veinte centímetros de pata a pata, lo capturó en su telaraña.
No hay fontanero que me quiera realizar un presupuesto, ni vendedor de seguros que se atreva a tocar el
timbre.
A todos los animales que viven conmigo los quiero por un igual. Todos me respetan, y todos me escuchan atentamente cuando les tengo que decir algo. No puedo señalar a ninguno de ellos como mi preferido. Por eso, y generalizando en la especie, quise redactar unas líneas con alguna de sus características más divertidas. Digo quise, porque estos folios quedaron en el cajón que tengo de asuntos pendientes hasta hace unos meses, en que, mientras tomaba café con hielo debajo de la sombrilla Estevenson, una cacatúa macho de plumaje verde con la cabeza naranja y la cola verde, estiró su cabeza y con voz de loro me preguntó por los folios que había estado escribiendo.
-¿Y los folios? ¿Y los folios?- me preguntó sujeta a la cuerda donde mi mujer tiende la ropa.
-¿Qué folios?, Estevenson- le pregunté, sorprendido por su pregunta.
-Los que escribiste de todos nosotros. Los que escribiste de todos nosotros- repitió como si no lo hubiese oído.
Terminé mi café con hielo y fui a mi despacho. Allí estaban, en el cajón de asuntos pendientes, debajo de un
catálogo de coches de una prestigiosa marca mundial.
Los volví a leer. Me sonreí. Retoqué algunas cosas y esa misma tarde reuní a todos mis animales y se los leí. Chumi, la hiena, no paraba de reírse; todos los demás también.
Alentado por todos ellos me vi obligado a mandárselos a un amigo editor, para se él lo creía oportuno publicarlos con la intención de que todos vosotros paséis un buen rato de lectura amena y divertida.

Muchas gracias

La propuesta de escritura de la sesión fue doble. Por un lado trabajamos con los tautogramas, tal y como hace Nesquens, en su libro "ABeCebichos". Y por otro, propusimos escribir sobre algún bicho o animal real o inventado. Aquí estás los trabajos de algunos de los participantes en el taller:


Águila alada alcanza ávida al ave aturullada al atardecer.
Cerdo come cascaras, conchas, cuscurros con comedido candor.
Mono malo manosea mandioca molida mientras masca moras, manzanas, mondas
León loco lanza largos lamentos lastimeros.
Pez pescado piensa: poco pan puso.

Carmen Alonso


Asno andaluz anda abriendo albaricoques apuradamente
Foca feliz fantaseaba fumando fortuna frente fotógrafo.
Toro tremendo tranquilizaba torero triste todas tardes
Jabalí jugaba jabonera justificándose
Zorro zoo zanjaba zafiamente zurriagazo

Luis Iglesias


Dinosauros

Doctor, después del disgusto del desahucio, de despertarme diariamente decaído, descubro dinosaurios detrás del dormitorio, debajo del desván, delante del descansillo...
¿Delineante? Desempleado desde diciembre. ¿Duerme? Demasiado. ¿Dolores? Depende del día. ¿Desamores? Desilusiones. ¿Desdichas? Desalientos, desánimos...
Descripción detallada: desaliño, desarraigo,desvanecimientos, delgadez (digestiones difíciles, desnutrición), decaimiento, desconfianza, débil desmemoria...
Descartado delirio. Diagnóstico: depresión. (Dispondrá del diagnóstico definitivo dentro de diez días). Descanse. Desaconsejo disgustos, drogas, desengaños, dormir demasiado...
Distraído divisó desconcertado decenas de diminutos dinosaurios danzando dentro del despacho, detrás del diván. Dañinos diceraptores, dilaphosurus de doce dientes, desafiantes dicraeosaurus, demoníacos dromaeosaurus, divertidos diplodocus... deambulaban diciendo despacio, débil, delicadamente: despierta, dinosaurio, despierta.

Enrique Galindo


RATA: Roedor, rescatado (del) relato revelador (de) ruidos roncos, reside relativamente (en) rodapiés.
OSO: Osado original organizador (de) objeciones (que) otros obedecen.
SERPIENTE: Sencillo ser sobrado (de) sebo (que) sabe salir (de) sí. Suele serpentear significando sudores sobre seres sociales
ZORRO: zoquete (del) zoológico (que) zozobra (en) zigzag zurciendo zalamerías.

María Teresa Mendoza


Sibila serpiente saborea sol sin sal.
Libélula liba, lame la lila.
Corta casa carga caracola.
Gato gris golosea gamba gabardina.

Aronbanda


SAPONA

Siete sapitos sollozan
Su señora Sapo, "Sapona", salió
Siete sapitos solitos, sin silueta, sin senda, sin sombra, suspiran.
Su señora Sapo, "Sapona", salió
Sintiendo su sombrio sentir, su señora, su "Sapona", susúrrales su serenata:
"Silencio sapitos, sapitos silencio...
Si sollozáis seréis sollozo
Si suspiráis suspiro seréis
Si sollozais, si suspirais... sin sentido sucumbiréis
Silencio sapitos, sapitos silencio...
Solitos... solitos... siempre seréis siete sapitos, siete sapitos solitos...
¡Sonreid sultanitos! Sois siete sultanitos, siete sapitos-sultanitos...
Sapitos... sapitos...
Sois siluetas sin silueta
Sois semillas sin sendero
Sois sonrosadas sendas, sois... sois... sois siete sorpresas
Silencio sapitos, sapitos silencio...
Sabéis sentir... ¡saltad!... sedosa seda seréis.
Sabéis saltar... ¡sentid!... sonetos sin sombra solfearéis"
Suave sopla su susurro.
Siete sapitos, siete sapitos solitos, se serenan
Sentaditos sobre sábanas silvestres, sueñan. Son siete sueños. Siete sueñecitos solitos.
Siete sueñecitos sin sombra, sin silueta, sin sendero.
Siete saltitos, siete sinfonías, siete sorpresas, siete sonetos

Ana Isabel Fariña


DUENDESAURIOS

Doce descomunales dinosaurios dormitan dentro de dos diminutos duendecillos.
Dos duendecillos diminutos dormitan dentro de doce dinosaurios descomunales.
Dormidos desean...
Desean descubrir dónde...
Dónde descansar despiertos.
Dónde decapitar dolores de destrozos delegados.
Dónde disfrutar daikiris diferentes.
Dónde despistar dictaduras, déspotas, doctos doctores deshumanizados.
Dónde deambular despistados.
Dónde disfrutar diferencias.
Dónde deleitarse dibujando diminutos dinosaurios, descomunales duendecillos despiertos, divertidos, descansados.
Dónde "daikirear" disfrutando
Dónde decir desenvueltos: danzaremos desnudos, danzaremos descalzos, disfrutaremos danzando
Durante décadas de décadas doce descomunales dinosaurios, dos diminutos duendecillos dormitan, dormitan deseando, deseando despertar desnudos, danzar desenfadados... delante, detrás, dentro de distintos descampados.

Ana Isabel Fariña


TORTUGAS

Tres traviesas tortugas, tomaban té tierno. Trasteando, trasteando... tras tres truncados troncos, tropezaron. Tremendo tamparrantán, terrible tropezón tuvieron.
Tras tragar tan tormentoso té, tosieron.
Tosieron tanto, tanto, tantísimo, tanto... tantísimo tosieron... Turbadas terminaron tartajando.
Tras tres tiempos tornasolados, tornaron tres timbres tersos, tisulados.
Tozudas, tras tener todo tasado... trasteando, trasteando.... tomaron té túrbido, tumefacto, terriblemente trenzado... Todo tras tres troncos truncados... Tropezaron, tropezaron, tropezaron...
Trepidantes tiempos trascurrieron... turbulentos... tortuosos... trasnochados...
Tres traviesas tortugas, tanteando, tanteando...; trastendo, trasteando...; tosieron. Tosieron tanto, tanto, tantísimo, tanto... tantísimo tosieron... turulatas terminaron, terminaron tartajando.
Tullidas tornaron tatuando troncos, tuneando tropezones, travistiendo temporadas, tejiendo tapaderas...
Tropezando, tropezando, tropezando.., tres terribles tiempos terminaron.
Tres traviesas tortugas, treparon.
Treparon tanto, tanto, tantísimo, tanto..., tantísimo treparon... "trepacistas" titularon...
Tras tornarse tripudas, tras tornar " trabajadoras" ... tomaron trajes troquelados... Tradicionalmente trajeadas, trasmitieron tres testigos. Tímidas testimoniaron : "tuvimos tiempos tormentosos... tranquilas trabajamos. Trabajamos tanto, tanto, tantísimo, tanto... tantísimo trabajamos... triunfadoras terminamos."
Tuturutú....

Ana Isabel Fariña


GERMÁN GODOY

Germán Godoy gatea grácil.
Germán Godoy gentil gatea.
"Guando" Guillermo García González, gallardo galopa, gime.
"Guando" Guillermo García González "gegresa", gozoso "gongonea".
Germán Godoy, griposo gime.
Guillermo García González, gigantón galeno, grandioso guardián guardavela, gatuno "ge" "gongonea"

Ana Isabel Fariña


FOCAS

Fragatas fúnebres fondean.
Fríos funestos fecundan fábricas.
Figuras fantasmales fusilan... flagelan futuros frutos festivos.
Focas felices fallecen.
Frívolos financieros fabuladores fulminan feroces "ferocidades".
Feos forros festonan feligresas flacuchas, feligresas fornidas, fondonas... fervorosas figurillas furtivas.
Francesas, Finlandesas, Florentinas, Flamencas... flores fatuas fanfarronéan.
Fétida fragancia femenina fluye. Fatigada fala.
Febriles focas fantasean: "Fallecerán fieros fantasmas filibusteros. Feneceran frias fragatas furtivas. Focas felices, felices focas... festejarán felices fiestas, fiestas felices, frutos futuros, fríos frondosamente fértiles."

Ana Isabel Fariña


* * *


El oso

El oso es aquel ser capaz de inspirar ternura y a la vez mostrarse osado y valeroso. Si en algo es el número uno es en la capacidad de protección. Hay diversidad de razas de osos, animales que se han adaptado a las circunstancias.
Normalmente son herbívoros pues comen semillas y frutos, pero también he oído hablar de osos carnívoros aunque no sé a ciencia cierta si son reales o fruto de leyendas sobre asesinatos a cazadores un tanto desorientados. El oso es capaz de hibernar medio año huyendo de la climatología propia de zonas frías incluidos los glaciales. Se cobija en su cubil y se reserva para durante el buen tiempo, ayudar a sus crías en su desarrollo como futuros ejemplares tan asombrosamente nobles como grandes. Tan patriarcas defensores de la vida como maestros de la supervivencia.
El cuento que más nos gustaría escuchar hoy es el de ese niño que crece conviviendo con animales… el llamado Mogli, quién tiene en Baloo un instructor, un consejero, un defensor. Me pregunto qué habría sido del cuento si en vez de un niño la protagonista fuese una niña. Quizás ella pecaría enamorándose o encariñándose. Si bien con alma de niña encuentra a su padre… un oso responsable que cuida de ella. Si bien con alma de mujer encuentra al hombre en el oso que cuánto más feo… más hermoso.
El oso además de todo esto es goloso y busca con serenidad la oportunidad de encontrar en las gachas de mamá osa un bocado a pedir de boca para satisfacer su paladar.
Oso precioso… no seas perezoso y ven conmigo a un lugar ocioso a disfrutar de lo grande de la vida. La vida salvaje en un mundo de verdad.

María Teresa Mendoza


El quesseyo

El quesseyo es un animal de especie rara y a extinguir, se encuentra protegida por Greenpeace. No tiene sexo definido ni se le conoce su época de reproducción.
Es un animal con muchas incertidumbres, no distingue frío ni calor, ni cuando dormir, por lo que lo podemos encontrar dormido en cualquier momento del día o la noche.
No emite ningún sonido por lo que suponemos que se comunica con seres de su misma especie por telepatía.
No sabemos si tiene patas debido a la especie de pelaje o lana larga que le cubre todo el cuerpo y con lo que se desplaza penosamente.
Su alimentación es escasa, nunca sabe como llegar a ella por lo que sobrevive con lo que le va llegando a su boca cuando se mueve.
Vive en solitario por su inseguridad. Difícil de localizar lo podemos encontrar por los barrancos o lugares prácticamente inaccesibles debido a que no sabe por donde salir.

Carmen Alonso

El loro verde

El loro Sebastián, aparentemente era un loro corriente, de color amarillo y algo parlanchín. Pero Sebastián tenía algunas diferencias que le hacían ser un loro peculiar. Durante el día solía dormir e imaginar historias fantasiosas, picantes y exageradas a más no poder. Además tenía un defecto en el habla, se le encasquillaba la lengua con el pico al querer hablar deprisa y se le producía una especie de tartamudez que le hacía muy divertido al contar sus historias, sus aventuras y sus ligues.
Los loros del barrio, por la noche, cuando sus dueños se iban a la cama, abandonaban sus jaulas y se reunían de tertulia hasta altas horas de la madrugada. Como ya conocían a Sebastían, a este le dejaban que contara sus andanzas en último lugar, el cual siempre conseguía la máxima atención, el mayor suspense, por el carácter picante y exagerado, y por la tardanza en narrarlos por su tartamudez; unos se quedaban dormidos y otros se tenían que ir pues empezaba a amanecer, con lo que Sebastián siempre posponía el final para el día siguiente, lo que hacía que todos acudieran intrigados.

(Continuará.....)

Luis Iglesias


Negrito

Te añoro en el presente donde habito.
Tu voz entrecortada recuerda mi pasado.
Tus patas en mi pecho
saciaban mi vacío.
Ojos de placer,
acurrucados en mi piel,
desviaban la mirada al infinito.
Tu imagen duerme,
anida entre mi piel,
descansa en mi regazo.
Los días se hacen miel
con el recuerdo de mi infancia
que grita tu cuerpo
de sueños y de vida.

Sofía Montero García
Poema dedicado a mi gatito negro de la infancia.


Polli-nomio, el pollito de biblioteca

Polli-nomio es un pollito que vive en la Biblioteca de las Conchas, se esconde entre las hojas de los libros. Hoy se paseaba por “La canción desesperada” de Pablo Neruda, acariciaba los versos: “Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,// el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.” En cuanto me vio escapó volando hacia la estantería de poetas actuales, creo que se introdujo en “Consumir preferentemente” de Raúl Vacas, lo abrí con mucho cuidado justo donde se notaba una pequeña protuberancia, ahí estaba, era la página 21, deletreaba: “aún sigo rebañando tu último beso”. Polli-nomio es un soñador fruto de las intensas lecturas a poetas. Todos los lunes lectivos a eso de las 7 de la tarde se acerca por la Sala Fondo Local, se coloca en la estantería que le recuerda los gallineros de sus ancestros y cómodamente disfruta del taller de escritura creativa. Es muy culto. A veces para cambiar de aires se cuela en algún libro de préstamo y va a la casa del
lector, allí se dedica a recorrer todas las habitaciones y a examinar todos los objetos que se encuentra. A polli-nomio le gustaría ser un poco más alocado como algunos de sus colegas que las saben liar de órdago. Lleva una temporada preparando la estrategia y tomando datos para introducirse dentro de los ordenadores. Allí se le abrirán oportunidades ilimitadas, entonces si que las podrá liar como sus colegas. Pero eso ya es otra historia.

Vicente M. Martín


Kundalini

Serpiente que amanece
de la adormecida del invierno.
Rayo que baña su cuerpo.
Silueta que ronronea y se deja acariciar.
Pálpito de sangre.
Kundalini se estremece.
Sabe del verano…
Le traerá el verdor, el frescor, el agua cercana…
Ya escucha el cascabel de las hojas al aire,
del manantial de luz.
Desplega la espiral.
El infinito dentro.
Arrastra su frío invierno.
Tirita, se estira, se retuerce.
Ha salido el sol.

Aronbanda


Sueños

Junto al charco
salta la rana.
Juega a ver
el pez estancado.
Peonza.
La rana croac.
El pez run ran run ran.
Espiral.
Junto al charco
salta el pájaro verde.
Juega a ver el pez estancado.
Peonza.
El pájaro verde aletea.
El pez run ran run ran.
Espiral.
El pico naranja
le trae al caudal.
Brinca el pez.
¡Chaaas!

Aronbanda


Zoquetis Bipedus

El zoquetis bipedus es un bicho muy curioso. Entiéndase curioso por extraño.
La curiosidad como tal, como deseo de aprender lo que no se sabe, es un atributo que el zoquetis pierde en sus primeros años de desarrollo.
El por qué de esta pérdida es una cuestión oscura. Así, aunque son muchas las teorías elaboradas al hilo de esta dramática mutilación, nada se sabe con certeza.
La escuela hipocrática ha opinado y opina que el hecho de alejarse del suelo y erguirse puede ser el detonante. La Soberbium Erecti, es una bacteria neurotóxica bastante común, sus esporas pueden penetrar a través de una fisura mínima y gangrenar el centro de interés del sujeto en formación necrosándolo. Sus secuelas no hace falta decirlo, aunque lo diremos, siempre son devastadoras.
Por su parte, la escuela beringuei graueri, defiende con la misma fuerza que esa erectud característica del zoquetis es fruto de su curiosidad innanta, y que por lo tanto, resulta imposible achacar a ella su extravio. Resulta complejo defender -argumentan- que la causa de su evolución sea la misma que la de su regresión.
Ambas doctrinas mantienen una pugna tan brutal como atractiva de la que cualquiera que no haya sobrepasado sus primeros años de desarrollo puede disfrutar.
Lo que es incuestionable para ambas es su realidad.
Su realidad y sus consecuencias: merced a su pérdida, el zoquetis, hijo directo de Prometeo, con tal menoscabo, se extravía, olvida su promesa de futuro y fuego y se convierte en un bipedus simplicísimus. Un bicho curioso que se diferencia del resto únicamente por erguirse sobre sus ancas traseras y liberar las delanteras.
A modo de anecdotario reseñar que a este animal una de las actividades que más le entretiene es utilizar sus ancas delanteras para quitarse los mocos. Cuando es infante lo hace casi constantemente y sin disimulo. Es más, si puede se los come. Cuando llega a la edad adulta, continúa haciéndolo, si bien procura que tal hacer se realice con discreción, considerando el bicho que tal reserva habita en la chatarra del vehículo que usa casi diariamente para casi todo . Es allí, donde creyéndose a salvo, hurga con placer en sus orificios hasta dejarlos lisos.
Otro uso tan frecuente como llamativo al que este bicho destina sus ancas delanteras es al de espantar moscas, mosquitos e insectos voladores tan minúsculos como potencialmente fieros. Cuando la potencialidad de la posible agresión se apoya en terroríficas historias como las que clásicamente protagonizan las abejas, las avispas y sus similares, el zoquetis se asusta tanto que prefiere utilizar las ancas inferiores para correr y acompañar su huida con gritos estridentemente estridentes.
Se ha demostrado que en muchas ocasiones esa estrepitosa disonancia es o ha sido la responsable de la sordera del presunto atacante. Siendo así, si el agresor es una abeja, tras los alaridos, nos encontraremos con una abeja sorda (que no es lo mismo que una abeja gorda, que por serlo y dar más miedo terminará más sorda). Abeja que como cualquier animal desorientado libará donde no debe y polinizará lo que no le corresponde, con el consiguiente desequilibrio universal que ese hecho siempre genera. Recuérdese la epidemia de "humus" que se vivió hace dos décadas en Tokio. Peste que como todos bien saben, nació de la jalea ocasional que se obtuvo con la anómala fertilización de las chimeneas.
Anécdotas aparte, el zoquetis sano es un animal omnivoro (puede comer de todo) Su dotación genética se lo permite. Nadie podría demostrar lo contrario. Ahora bien, dependiendo del grupo en el que se enciendan sus primeras luces, verá como ciertos manjares se excluyen de su dieta. Un Dios omnipotente y omnisapiente, siempre territorial, indicará en cada zona o región aquello que no es adecuado y lo prohibirá. En ocasiones, también prescribirá los días en que se debe ingerir y la forma en que se debe manipular el alimento desde el contacto inicial con el mismo hasta su tratamiento final. Lo habitual es que ese conjunto de indicaciones se conviertan en tradición, en dogma capaz de movilizar a toda la manada contra él o los supuesto infractores. La condena más habitual a cualquier comportamiento contrario al clan es el ostracismo, el destierro. Nombre que tiene su origen en aquel zoquetis anafalbeto que el día de su boda, ante sus invitados, se negó a comer ostras por estar vivas y las lanzó a la mar. Ningún comensal se lo perdonó.
A mayores, ahondando en el tema de la nutrición y relacionándolo con el anterior, la erectud (tema recurrente en este animal); conviene recordar que el bicho, este bicho, utiliza sus extremidades superiores para proceder a la ingesta. Uso que de nuevo carece de un proceder uniforme para la especie.
Un subgénero de la misma, "el zoquetis bipedus exquisitus", limpio "in extremis" , acopla a sus ancas delanteras unas prolongaciones cada vez que ingiere alguno de los bocados permitidos en su territorio. La finalidad de estas prótesis altamente ergonómicas, es evitar en la medida de lo posible, el roce con el sustento. Parece que la textura del elemento o el olor que desprende pueden resultarle asquerosamente repugnante.
Otro subgénero, "el zoquetis bipedus primitivus" cuando procede a nutrirse, utiliza directamente una de sus extremidades, la derecha. Con ella prepara la pitanza y con ella la deposita en la boca. Esta terriblemente mal visto y puede ser duramente castigado (amputación) el uso del anca izquierda para la realización de la actividad descrita. Su misión es otra, y aunque también tiene que ver con el cuidado de orificios, en su caso el cuidado ha de ceñirse a su aseo. Es así que lo que la derecha introduce en el cuerpo, una vez que destila sus nutrientes a las distintas células que lo conforman, la izquierda lo recoge cuando lo abandona.
Su extraordinaria capacidad adaptativa le permite sobrevivir en los ambientes más hostiles, incluidos aquellos donde se amontonan los cadáveres de millones de congéneres. Puede comer mientras ve como se matan sus iguales a través de un aparatito cuadrado que a modo de altar venera en alguna de las habitaciones de su guarida. También puede matar y comer sobre sus víctimas sin perder el control de ninguna de sus ancas.
En condiciones no tan extremas, cuando se encuentra en un hábitat que ha hecho suyo (hielo, lava, desierto, selva, sabana....) allí donde su rutina se desarrolla sin demasiados sobresaltos, suele ser un animal sociable. Gusta del trato con otros miembros de su especie, con ellos comparte tiempos de ocio y disfrute que le satisfacen, máxime cuando consigue ser el centro de atención de ese grupo con el que ha decidido relacionarse. Y es que, una vez que el zoquetis bebe del agua del pozo de los Narcisos, suele desarrollar un afán por sí mismo, una complacencia tan desmesurada con todo lo que hace, que la fiebre del encantado de conocerme le abrasa, noqueando en la mayor parte de las ocasiones el acercamiento sincero. Se han dado casos ( consultar textos apócrifos) donde grupos enteros de zoquetis sobrevivieron a ese patógeno acuoso. Épocas doradas de las que apenas alguien sabe. Y es que el zoquetis, puede parecer un bicho poco entrañable, un animal al que ningún miembro de otra especie envidiaría. Pero el zoquetis, tal como acabamos de indicar, no siempre es un zoquetis enfermo. Estudios científicos extremadamente rigurosos han demostrado que el curioso bicho que hoy examinamos puede ser un animal sano, maravillosamente maravilloso, y protagonizar sin saberlo actos cotidianos de dimensión heroica.
El apareamiento de esta bestia bípeda es un ritual soberbio, de duración indefinida, ajeno a patrones, pautas o preceptos, cuya finalidad excede los límites meramente reproductivos. Una ceremonia primitiva, salvaje y animalesca donde el macho y la hembra despliegan por igual el color de sus talentos para conseguir el acoplamiento. El placer que produce este juego puede llegar a ser de tal magnitud, que un macho o una hembra hagan pivotar su respiración y sus pasos en torno a él.
Consciente de ello, la manada a lo largo de la historia ha enfajado su proceder, ensalzando hasta el altar o denostando hasta la lapidación determinados cortejos.
Esta dicotomía entre el deseo natural y la conveniencia ha sido causa directa de múltiples males que van desde el suicidio Tolstiano a la invasión Troyana.
Por último, y ya para concluir -que el tiempo apremia-, reseñar que de todos los animales, el zoquetis es el único consciente de su dimensión mortal. Sabe que su tiempo es finito. Sabiduria que los dioses le concedieron con el fin de hacerle más libre y permitirle disfrutar de cada nanoinstante como si fuera el primero y el último.* Sabiduría que se convierte en su esclavitud en tanto de su garganta sale temerosa la palabra "No" y orienta su proceder a una continúa elusión del peligro que pudiera materializar ese conocimiento heredado de los dioses en una realidad fria y luctuosa.
Como habrán podido comprobar aquellos que hayan tenido la paciencia suficiente para llegar conmigo al final de esta disección, el zoquetis bipedus es un animal curioso. Entiéndase curioso como extraño, cuya evolución tal vez pase por resolver esa cuestión oscura que centró nuestra atención al inicio (La Soberbium Erecti) y por desenfajar costumbres y comportamientos enquistados en territorios minúsculos que le empequeñecen. Porque el zoquetis bipedus sano, no lo olviden amigos de "descubriendo la naturaleza" es un espécimen entrañable capaz de los actos más heroicos sin saber de su heroicidad.
Este será el tema que centrará nuestra mirada en el programa de mañana , cuando ustedes y yo, acompañados del equipo de profesionales que diariamente nos acompañan pasemos 21 días con el zoquetis bipedus en distintos hábitats y podamos presenciar en todos ellos sus diarias muestras de afecto, entrega o amor. Si pueden, no se lo pierdan. Ya saben les estaremos esperando.

*(Entiéndase disfrutar por el acto de diluir los límites materiales y temporales en la actividad que se realiza, siendo así que a veces el disfrute resulta doloroso)

Ana Isabel Fariña


Una relación muy familiar


Los zánganos viven tres meses rodeados de atenciones.
Se despiertan por la mañana y se dan la vuelta en el lecho de cera virgen. Acompañan con un buen bostezo su primer batido de alas y crean una corriente de aire refrigeradora necesaria en la colmena por las elevadas temperaturas que generan las abejas obreras con su intenso trabajo desde el amanecer.
Diariamente se les proporciona alimentos ricos en fructosa, principal nutriente de los espermatozoides, proteínas y vitaminas y se someten a sesiones de masajes y gimnasia pasiva con una entrenadora personal que descarga sus vibraciones para tonificar su musculatura. Así se preparan para el paso decisivo que es el de copular con la reina.
Cuando la seleccionadora reconoce en el exterior el zumbido de la reina buscando compañía, lanza al vuelo al grupo de zánganos que considera mejor dotados para que le entren. La reina aceptará en vuelo a un buen número de ellos hasta saciarse y asegurar la descendencia.
Eso si, después del apareamiento uno tras otro irán cayendo muertos con los órganos genitales desgarrados.

Antonia Oliva

El cristal con que se mira

La sesión del lunes, 2 de junio, la dedicamos a los hombres y mujeres de cristal.
Hablamos de la osteogénesis imperfecta, enfermedad conocida con el nombre "huesos de cristal". Leímos el cuento "Jaime de cristal" de Gianni Rodari y algunos pasajes de El licenciado Vidriera de Miguel de Cervantes.



Transcribimos aquí el texto "El hombrecillo de cristal" de Gianni Rodari publicado en su maravilloso libro Gramática de la fantasía:

Dado un personaje, real (como la Befana o Pulgarcito) o imaginario (como el hombre de vidrio, por decir el primero que me viene a la cabeza), sus aventuras podrán deducirse lógicamente de sus características. ¿”Lógicamente” se usa aquí en relación con una lógica fantástica o con un lógica-lógica? No sabría decirlo. Tal vez con las dos.
Sea, pues, un hombre de vidrio. Él deberá actuar, moverse, contraer relaciones, sufrir percances, provocar acontecimientos sólo obedeciendo a la materia de la que lo imaginamos hecho.
El análisis de esta materia nos ofrecerá los rasgos del personaje.
El vidrio es transparente. El hombre de vidrio es transparente. Pueden leerse sus pensamientos. No necesita hablar para comunicarse. No puede decir mentiras, porque se verían inmediatamente en su cabeza, a menos que vaya cubierto con un sombrero. En el país de los hombres de vidrio, es un mal día aquel en que se lanza la moda del sombrero, o sea la moda de ocultar los pensamientos.
El vidrio es frágil. La casa del hombre de vidrio debe estar por lo tanto, totalmente acolchada. Las aceras se tapizarán con colchones. Está prohibido el apretón de manos. Prohibidos los trabajos pesados. El verdadero médico del país es el vidriero.
El vidrio puede colorearse. Es lavable, etc. En mi enciclopedia, al vidrio se le dedican cuatro largas páginas, y casi en todas las líneas se encuentra una palabra que podría llenarse de sentido en la historia de los hombres de vidrio. Está allí, muy negra sobre el blanco, junto a todo tipo de noticias químicas, físicas, industriales, histórico-comerciales, y no lo sabe: pero tienen un puesto asegurado en un cuento.
El personaje de madera debe cuidarse del fuego que puede quemarle los pies, en agua flota fácilmente, un puñetazo suyo es seco como un bastonazo, si lo ahorcan no muerte, los peces no lo pueden comer: todas estas cosas le suceden justamente a Pinocho, porque es de madera. Si Pinocho fuese de hierro, le ocurrirían aventuras de otra clase.
Un hombre de hilo, de helado, o de mantequilla, puede vivir sólo en una nevera; si no, se derrite: sus aventuras se producen entre el “freezer” y la lechuga fresca.
Un hombre de celofán tendrá aventuras diferentes de las de un hombre de mármol, de paja, de chocolate, de plástico, de humo, de pasta de almendras.
En este campo, el análisis de los materiales y el análisis fantástico coinciden casi totalmente. Y no se me diga que, antes que cuentos, es mejor hacer ventanas con el vidrio o huevos de Pascua con el chocolate; en este tipo de historias, más que en otro, la fantasía se mueve entre lo real y lo imaginario, en un juego pendular que considero muy instructivo y hasta indispensable para dominar lo real hasta el fondo, remodelándolo.


1. A la hora de traducir vetro, dudé entre “cristal” (más generalizado) y “vidrio” (correcto, pero menos usado). Opté por el segundo término para hacer más “textual” el homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, ya preocupado con la verdad –transparencia y locura- y la fragilidad humana en El licenciado Vidriera: “… cuando alguno se llegaba a él, daba terribles voces pidiendo y suplicando con palabras y razones concertadas que no se le acercasen, porque le quebrarían: que real y verdaderamente él no era como los otros hombres: que todo era de vidrio, de pies a cabeza”. Habría que crear historias, además, a partir de frases hechas como aquella de “pagar lo vidrios rotos” o, hablando de personajes, retratar al “hombre de la mirada vidriosa”. La base de la fantasía, en definitiva, está en aquello de que “todo depende del cristal con que se mira”.


Recordamos aquí el pasaje de Amelie en la que la protagonista habla con Raymond Dufayel, el hombre de cristal. En otro momento de la película, en un mensaje grabado en vídeo, el Señor Dufayel invita a Amelie a ir un busca de su amor. Lo hace con estas palabras: "Verá mi pequeña Amelie, usted no tiene los huesos de cristal, podrá soportar los golpes de la vida. Si usted deja pasar esta oportunidad, con el tiempo su corazón se irá volviendo seco y frágil como mi esqueleto. A qué espera, ande, vaya a por él"





Siguiendo los consejos de Gianni Rodari propusimos como tarea escribir sobre un hombre o una mujer de hilo, de hierro, de bronce, de celofán, de plástico, de humo, de chocolate... Estos son los trabajos de algunos de los componentes del taller.


El Hombre Humo

Siempre fue muy volátil. De pequeño fumaba colillas recogidas por la calle. En su juventud liaba canutos y junto a la pandilla de amigos los fumaban a escondidas en el parque o en la discoteca.
Encontró un puesto en la política, se presentó a unas oposiciones en las cuales necesitaban gente que vendiera humo, sacó el número uno. Varias veces han intentado echarlo, mejor dicho evaporarlo, pero se escabulle por cualquier rendija, nadie logra verlo, ni tampoco atraparlo, aunque deja un olor característico de haber estado allí, pero nadie lo ve.
Siempre ha sido un fiel servidor de sus jefes, estos le tienen mucha estima, conoce secretos de todos y los transmite a sus superiores, por lo que está muy bien considerado dentro del partido. Cuando ve la cosa mal se esfuma y siempre aparece cuando el aire ya no está tan viciado.

Luis Iglesias


Nena: pompa de jabón

Mirar amanecer y pensar que tiene que adquirir su personalidad, la cual le viene de las pompas de jabón con que su madre frotó anoche la colada, le hace sentir bien.
Aquellas pompas de jabón al entrar en contacto con su piel, le transferían una cualidad que se consideraba innata por los hombres de justicia, puesto que lavarse es lo primero que se hace al levantarse tras sus horas de sueño, así pues Nena se convertía en una gota de agua impregnada de aséptico y límpida de olor, una materia que alcanzaba su clímax cuando se frotaba mezclada con un poquito bajo el agua: ser de jabón implicaba siempre la capacidad de “darle la cara” con un limpísimo contorno carnal que nadie podía abrazar pues se resbalaba en el intento.
A ella eso de ser de sosa y perfume le encantaba mas no sabía en que podría terminar su historia. Quizás hacerse pompa y poder observar desde el cielo la ciudad impregnada de sucios orines, cacas de perro, chicles y colillas de tabaco…
- Si hoy fuese el día internacional de la higiene podría enseñar a los demás a mantener ecológicamente con políticas personales de sostenimiento… para dejar todo fresco, limpio y reluciente.
Aquel día llegaría tarde o temprano… ella transformada en pompa observó en sí misma de nuevo su cualidad que pasaba a desaparecer como “por arte de magia” quizás sólo con tocarla con el dedo índice débilmente… pero entonces ella volvía a buscar el agua y retornaba a su estado.
Era criticada por algunos vagabundos del lugar que nunca se aseaban y lo único que percibían era un olor tal que les producía dentera. Uno de ellos, el más joven vio la pompa y trató, como si de un niño se tratara, de asirla y protegerla con su mano, ¡no se puede coger!, pero quedaba aquel olor especial de perfumado jabón que se contraponía con su apestoso olor a sudor humano.
Ella, la pompa de jabón, pronto se dio cuenta de que había mucho qué hacer. Desaparecer muchas veces y dejar impregnado todo de asepsia e higiene era una idea especial, empezó a pensar cómo habían hecho los dirigentes o alcaldes, pensar en su ciudad la cual estaba sucia… habría trabajo mucho trabajo por hacer, lo cual era verdad, y estudiando la situación reconoció el lema que habían inventado en su ciudad natal: “Salamanca culta y limpia”- tanto el eslogan como la realidad servirían para que ella desarrollase una labor a todas luces interesante… se decía: brilla, limpia y da esplendor… tal y como se entiende en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua… todas estas cuestiones le hacían sentir culta pero también limpia.
El día internacional llegaría y hasta entonces tenía mucho que recorrer y muchas superficies que pulir con su encanto de pompa de jabón.
Si todo hubiera sido un sueño, tendría que inventarse “el ser de jabón” sino ya sabes… estropajo en mano habría que dar solución a toda cotena del lugar.

María Teresa Mendoza


Mirada de cristal

Espejo de luz
envuelto en mi piel
despierta con el gesto.
Caen los pensamientos
en el cristal de mi tez,
con la caricia del verso.
Mis manos,
junto a su imagen,
cristalizan mi cuerpo
con lágrimas de atardecer,
perfil dorado
que pule la mirada.

Sofía Montero García


Hilo sin ache

Hacinados hen hun hovillo hensangrentado, hombres hilo hortográficamente henfermos, hescriben horribles historias hinterminables.
Huelen ha hodios henredados
Herrados hierran.
Hencienden haño ha haño hebras henlutadas. Hilachas hoscuras.
Hasentados hen huna hache hinexistente, henhebran heridas hentre haceros hy harmas hinfatigables.

Entre ellos Oracio, un individuo insinificante y asustadizo, enloquece.
Orate, entierra una ache en un erial abandonado.
Aedo inesperado, escribe odas en un abecedario original e insólito.
Algo estrafalario, alumbra aventuras imposibles.
"Ilo" ortográficamente inexacto urde existencias inolvidables.
Ilusionado, esculpe edenes en el aire. Engalana estepas y arenales.
Ido, ajeno a unos asientos inexistentes, omite esas espirales odiosas ensilladas en una ahce. Una ache invisible y áfona. Un espectro espantoso, inexistente y asesino. Entonces avanza.
Enciende utopías.
Ovillos, otrora ensangrentados, encuentran en el alunado y su abecedario un alivio eternamente esperado.
Entusiasmados encienden encuentros.
Encuentros en ocasiones imaginados. Encuentros extraordinarios.
Se puede escribir sin ache.

(El ombre-ilo)
Ana Isabel Fariña


El hombre de hilo

El día que nació mi hombre podía haber sido de humo, de agua, de hielo, de hierro, incluso haberse quedado de piedra, o ser simplemente verbo que al soplo de los vientos fuera pronunciado verdad. Pero mi hombre nació de hilo y no importa el día, la hora, ni el dónde. Un lugar cualquiera, una hora concreta entre tal y cual minuto, en un día remoto en que el tiempo podríamos decir circular.

El hombre de hilo al romper a la vida vino todo enmarañado balbuceando no sé qué enredos que solo su madre pudo descifrar y que nunca reveló a nadie. Cuando el pequeño estalló en llanto los pulmones se abrieron en árboles a punto de cruz, las neuronas se expandieron en bordados exquisitos mientras hilvanaban un alma flexible de vainica. Y solo ella supo que el fin de esos balbuceos serían balbuceos sordos y olvidados.

Durante sus primeros años el pequeño de hilo entretenía el tiempo sentado en los bordillos arrastrando piedrecillas que enganchaba en una hilera de vagones imaginarios hasta que descarrilaban en los riachuelos minúsculos de las aceras. Hablaba poco y permanecía horas dejándose envolver en las madejas que las viejas deshacían para convertir en ovillos, mientras su imaginación se perdía en los rollitos multicolor que unas manos femeninas ordenaban en los estantes de la mercería.

Ya desde niño fue anidando en él el temor a deshacerse. Su temor a prenderse en el óxido del alambre de la verja de la ventana, a soltarse subiendo las tapias, o si en la mesa enganchaba su mano mientas buscaba los tesoros escondidos en las tablas ocultas. Los temores y el silencio fueron tejiendo un ovillo espeso tras el que los pensamientos permanecían ocultos, aunque no el alma. El alma era blanda, hecha de delicadas puntadas. Así acudía para unir lo desunido, o corría en auxilio de los zurcidos gastados. Algunas tardes la loca de Maricaca si lo veía en la esquina lo invitaba a una taza y siempre salía de su costura sin entender por qué hablaba tanto y por qué siempre cosía con hebra tan larga que acababa enredada y tan mal anudada. Pero nunca la contradecía, era tan buena y tan loca; no hacía daño, aunque a veces entre puntada y palabra perdiera el hilo.

Sus días pasaban en ese continuo del carrete sin fin: hoy un pespunte en casa de Pedro, <>, un botón aquí, esos bajos de más allá… Siempre amable, siempre dispuesto. Y siempre con ese silencio dentro.

Nunca dijo su nombre, ni pronunció los besos que le hicieron el siete, ni dejó señal en una pared de su descosido. Prendió con alfileres su duelo, repasó el agujero con esmero. Quizá iría dejando de ser desenhebrando sus dedos para arrancar algún diente de leche; quizá algún día prendido a un globo infantil pudiera volar errático en el cielo. O se dejara perder en la caída de la tarde mientras bobinas transparentes salpican su blandura.

Mi hombre de hilo logró vivir el dolor con aceptación y siempre provisto de aguja, los rotos pasaron a ser costuras hilvanadas por las que de vez en cuando dejaba escapar una lágrima. Hasta que un día la tristeza fue tanta que acabó arrugado en su rebujón de nudos imposibles, olvidado y mudo, bajo un sillón entre las pelusas.

Pilar Luengo


Chocolat-man

Ya desde niño tenía escrito su destino en los ojos color chocolate con leche. Esa noche había dormido mal. Pesadillas recurrentes le habían despertado una y otra vez. Al levantarse por la mañana se sintió más ligero. Notó un fuerte olor a chocolate en la habitación. Pensó: “¡Qué rico huele! ¿De dónde vendrá ese olor?”

Se acercó a la ventana y la abrió. Miró al jardín, a la carretera, a las casas de enfrente. Nada extraño. Al cerrar la ventana algo rodó por el suelo. “Pero qué es esto, ¡diosmío!, si es mi dedo meñique… ¡soy de chocolate!”. Se agachó para recoger el meñique que temblaba en el suelo inconsciente del destino que le aguardaba. “Si soy yo el que huelo a chocolate”. De repente le habían entrado unas ganas irrefrenables de comer… ni corto ni perezoso se introdujo su propio dedo en la boca. “Huum!, está delicioso…” Por un momento olvidó todo lo que se le echaba encima y degustó su propio meñique. “¡Es el chocolate más rico que jamás he probado en mi vida!”

Cuando se le pasó el agradable sabor a chocolate, los nervios se apoderaron de él. “Tengo que tranquilizarme, pensar… pensar… en la vida todo tiene solución, menos la muerte y yo sigo vivo y soy de chocolate. Tengo que sacarle partido”. Mientras Chocolat pensaba, milagrosamente el dedo meñique había vuelto a brotar. “Anda, pero si tengo otra vez el meñique. Debo estar soñando. Pues nada voy a probar con el dedo gordo”. De un mordisco, sin miramientos se lo introdujo en la boca. “Si es que está magnífico”. Lo trituró con delectación con sus duros dientes de chocolate y se sentó en la cama sin perder ojo de la mano a la que le faltaba un trozo del dedo gordo. Poco a poco vio como el dedo se iba reconstruyendo, exactamente igual al que había degustado hacía unos instantes. Todo tipo de ideas se le venían a la mente. Posibles negocios que le reportarían pingües beneficios. Pero para qué quería nada, si lo que más le gustaba en la vida lo tenía al alcance de la mano. Unas dudas atroces se le vinieron a la cabeza. “Esto ¿cuánto me durará?... ¿resistiré el calor o me derretiré y me convertiré en un simple batido? ¿cuáles son las enfermedades del chocolate?, ¿si me como un ojo también se me regenera?”. Andaba en estas cavilaciones cuando notó algo debajo de su cama. “¿Qué es eso que se ha movido?”. Dentro de su cerebro notó como una voz le decía: “Soy RoK-noK procedo de un mundo de otra galaxia muy parecido a vuestra tierra que llamamos Kcrakliac, nos alimentamos de chocolate, primero convertimos a los seres vivos en chocolate regenerativo y luego lo fundimos con nuestros órganos digestivos para que sirva de energía, con esa energía podemos tele-transportarnos a cualquier punto de las millones y millones de galaxias existentes con solo un pensamiento. De un momento a otro vas a ser ingerido Chocolat-man, necesito marcharme de esta tierra y llevo tres días sin probar bocado”. De repente un enorme insecto amarillo brillante como el oro salió de debajo de la cama. Chocolat-man fue devorado en una milésima de segundo. A continuación el insecto gigantesco desapareció como por arte de magia. En el suelo de la habitación junto a la ventana quedó un polvillo de delicioso chocolate.

Vicente M. Martín




El  Bombardino

En una tubería estrecha, una de las más estrechas que hay en el mundo, tocando el cielo, al final de la alameda infinita que se recorre en veintiún nadas, vive Humo, el nigromante, uno de los mas grandes nigromantes que hay en el mundo.
Hijo del rayo primigenio que un día fecundó a la arboleda madre, se alimenta del aire. Todo aquel que escucha su voz afirma que tiene un matiz metálico.
Todo aquel que le ha visto asegura que es como el éter, capaz de estar y no estar, de ser y no ser al mismo tiempo.
El agua es su más amada amante. Una amante imposible, inalcanzable. Sólo ella, con un susurro de raíces compartidas, le calma.
Hay quien dice que ese lugar del que os hablo es inverosímil, que de existir se halla en ninguna parte. Pero también hay quien jura y perjura que es muy fácil tropezar con él, se  puede inventar en todas partes.

Yo sé que existe.
El destino o la casualidad lo puso en mi camino.
Fue una tarde de verano. Recuerdo que hacía calor. Mucha calor. La piscina estaba sola, vacía.  Era mía, tan mía como yo -igualmente sola y vacía- lo era del libro que hojeaba. Serían las tres o las cuatro, la hora de la siesta.
Me diréis y con razón que esa hora en Castilla, en pleno verano, es la peor, que hasta las lagartijas buscan cobijo. Sin embargo, ya veis, para mí esa hora, en verano, es un oasis del que disfruto como el elefantito del lodo mojado. Acercarme al borde del agua, dejar que las piernas se sumerjan en ese cielo acuoso, arroparme con el silencio, esa mudez cálida del estío, esa paz que siempre esta y nunca se escucha, olvidarme de mí, ser otros... leer, es un placer que sólo entenderéis si alguna vez habéis sido elefantes y vuestras madres os han acercado a una charca de barro. En ese momento la realidad se dibuja  fresca, sin nada que la ensucie.

Esa tarde, la tarde de la que os hablo; nadie, absolutamente nadie podría haberme hecho imaginar lo que estaba a punto de suceder, de sucederme.


"... Guardo un secreto en mi corazón.  Como dicen que la anestesia provoca delirios,  tengo miedo.  Si no pueden curarme sin dormirme, entonces no me operen. No lo hagan.
Si mis oídos no me traicionaban, la  condesa Kifune temía abrir su corazón y desvelar su secreto durante algún delirio y por ello quería protegerlo aun  con su muerte. Me pregunté  como se sentiría su marido al escuchar tal cosa. Unas palabras así provocarían un escándalo en una situación normal. Sin embargo, quienes acompañaban a la  condesa no podían tratar de ignorar sus deseos y más aún teniendo en cuenta la firmeza con la que protegía la intimidad de su corazón.
El conde se acercó a la  cama y le  preguntó dulcemente:
          _¿Tampoco me lo puedes contar a mí?
          _No. No puedo contársel..."

No pude continuar.
Algo tiró bruscamente de mis pies. Me vi arrastrada al fondo de la piscina. 
Mientras me hundía, pude ver como el libro, abierto sobre mi cabeza, flotaba.
Absurdamente no me preocupaba morir ahogada, me preocupaba morir sin saber cuál era el secreto de la condesa.

No entendía por qué alguien como ella podía no defender su  vida o de hacerlo podía solicitar que la intervención quirúrgica se realizara sin arrebatarle la consciencia. No comprendía. Qué hipotético delirio podía ser tan aterrador... qué podía esconderse en la intimidad de un corazón como el suyo, como el tuyo...  ¿qué?...
El sumidero me absorbió. No pude pensar más.

Un tornado de fuego me envolvió.
Viajé entre sus brazos atravesando todos los océanos.
Cuando me soltó, una vereda de tierra húmeda muuuuuuuuuuuuuuuuuuuy larga flanqueada por cientos y cientos de árboles era mi única senda.
Podía haber aparecido algún conejillo amable que me indicara la hora o algún posible atajo, pero no apareció nadie. Estaba claro que yo no era Alicia y que este cuento era otro.

Pronto me dí cuenta...
Con cada paso que daba el camino se reducía de una forma nada habitual. Los conté,  veintiún pasos, veintiuna zancadas fueron suficientes para atravesar esa tierra infinita y acuosa que la madera custodiaba.
Al final del recorrido encontré una secuoya. Era tan grande que tarde en verla. Junto a mi, junto a ella, dos ardillas comían avellanas. Me ofrecieron una. Iba a cogerla cuando un pájaro enorme parecido a un águila, un águila con las plumas color esmeralda, me agarró con sus zarpas y me alejó del suelo. 
Arriba, en la copa del árbol había un nido. Allí me dejó.
Curiosamente, lo único que había en el refugio del ave era un bombardino. Recuerdo que pensé lo difícil que le tenía que resultar hacer vibrar el instrumento con ese pico y manejar los pistones con esas garras.  Yo que no sabía música,  lo tomé. Sin pensar lo que hacía aproximé mis labios a su boquilla y vibró. Un sonido azucarado, largo y profundo salió de su campana. En el corazón de un si bemol desaparecí un instante. Cuando desperté estaba en el tudel del bombardino. Era muy estrecho y olía a cobre, de ahí que su sonido fuera tan ancho y dulce.
Sentado frente a mí había un hombre. Tenía la cara terrosa, las manos de madera, la nariz aguileña y los ojos de cristal. Si mirabas dentro de ellos en uno había un incendio,  en el otro un diluvio inmenso.
Me pidió que le siguiera y así lo hice.
Durante un tiempo que no sabría estimar, deambulamos a través de pulsadores, llaves, bombas y soportes. Colgados en sus paredes había probetas donde una combinación aleatoria de elementos formaba figurillas que se movían constantemente. Eran como esas bolas de cristal que tanto gustan a los pequeños.  Esos vidrios semiesféricos donde la nieve o los papeles de colores al menor movimiento caen sobre el motivo que encierran. En este caso, cuando alguien o algo hacía vibrar la boquilla, una de las cápsulas de cristal salia convertida en un armonio metálico que volaba al exterior a través de la campana.
En ese momento creí estar en presencia del mejor nigromante del mundo y temblé. Por primera vez tuve miedo, más aún,  sentí pánico.
Sin darme cuenta, en la curva del pistón número cinco tropecé con mi guía.  Se hizo humo.
Un extraño instinto de supervivencia me recomendó regresar al tudel. Todo seguía igual. Él también estaba. Sentado sobre una hoguera contenida por el agua me esperaba. Sus ojos ahora eran cristal puro donde toda yo me podía ver reflejada. Y en ese reflejo, vi que como él era humo. Madera que brotaba de una tierra fértil.  Madera que de cuando en cuando se abrasaba y pasaba a ser llama alimentada por  un aire que al vibrar, para no morir consumida,  convocaba al agua y fluía ligera sobre una tierra que una vez más regalaba brotes de madera que arderían en llamas. El suave hilo musical que brotaba de una campana lo permitía.

Dicen que me encontraron al borde de la piscina, inconsciente.
Afirman que deliraba. Estuve veintiún días en cama. Casi medio verano.
No me importó.
El sonido azucarado de un bombardino constantemente me recordaba que todo era de la materia que vibraba.
Es curioso pero fue en ese tiempo aparentemente estéril cuando aprendí a fluir como el agua y a regalarme como la tierra.  A ser madera y a abrasarme. A no temer ser.
Cuando lo supe pude ver.
Cientos y cientos de  motivos encapsulados se negaban a romper el cristal que les aislaba. Unos decían ser de mantequilla, otros de margarina, otros de cemento, otros de amalgama, unos de seda, otros de lana... Todos el mejor armonio de una campana metálica.

Si pudieran desaparecer en el corazón de un si bemol durante un instante, solo un instante... estoy segura de que al despertar se sabrían hijos de Humo, uno de los más grandes nigromantes que hay en el mundo, y como tales igual de pequeños e igual de grandes. Es saberte humo y fluir la cualidad dormida que te convierte en nigromante.

Por cierto, la condesa Kifune murió.
Nadie le dijo que ese secreto que la abrasaba, ese íntimo conocimiento que no deseaba que nadie conociera, solo necesitaba recordar el susurro de las raíces compartidas con el agua para ser humo y romper el cristal que la asfixiaba.

El texto en cursiva corresponde al relato "El quirófano" de Izumi Kyoka.

Ana Isabel Fariña


El triste cuento del hombre de helado
El Hombre de Helado, al que vamos a llamar HH, vino al mundo en la maldición de un clima suave. Pasaba el día huyendo de sombra en sombra, amparándose en la noche, covirtiéndose en una criatura deforme a golpe de rayo de sol o gota de lluvia en cada descuido.
Tan pronto como reunió confianza en sí mismo, decidió huir al norte, primero en un camión frigorífico y luego de polizón en un carguero.
En su lugar de origen HH era querido, los niños se acercaban a él, sus deformidades eran causa de risas y broma. Sin embargo en el norte su vida era plácida pero terriblemente solitaria. Los niños, embutidos en sus anoraks y forrados de guantes, bufandas y pasamontañas, le ignoraban; los adultos se mostraban hoscos, y algunos incluso le rehuían asustados.
HH acabó por abandonar la ciudad y vagar sin rumbo por la tundra, donde apenas tenía que ver a nadie, y aún así los pocos que encontraba mostraban el mismo recelo.
Finalmente HH tomó conciencia de que no había lugar para alguien tan diferente como él. Un día, bajo el testimonial sol de mediodía, se introdujo poco a poco en el agua, disolviéndose suavemente.
Así es como HH acabó sus días como unas pobres lágrimas dulces, desperdigadas en el Océano Ártico.

Miguel Ángel Pérez


De la transparencia a la invisibilidad(La Increíble Historia del Hombre que se Convirtió en Vidrio)

Eliseo era un tipo al que se le veía venir de lejos, como suele decirse. Era incapaz de ocultar sus emociones o pensamientos. Resultaba tan transparente que adquirió progresivamente un aspecto vítreo. Primero su piel, luego los músculos y finalmente sus órganos. Poco a poco fue convirtiéndose en una botella de su alma, con todos sus sentimientos expuestos y la zozobra que siempre le había acompañado elevada a la enésima potencia. Afortunadamente para él, el proceso continuó, hasta adquirir una absoluta transparencia también su alma.
Ahora Eliseo es virtualmente invisible, y desde el desapercibimiento consustancial a su nuevo estado, ahora es él, al que a base de observar sin ser visto, cada vez le resultan más transparentes los demás.

Miguel Ángel Pérez


La mujer de cristal

Crece en una cueva con cada gota que le resbala y se recrea con un soplo que la empaña
Eclosiona y se viste de color y se revela en foco y baila con él
Mimetiza a formas que se miran en ella
Lustra sus huellas como un zapato y hieren sus protuberancias de falanges frágiles
Y un día se rompió al clonarse
El hombre de tierra se sacudió los añicos y los dispersó como insecto para iniciar el ciclo

Antonia Oliva

Poesía a la carta

La sesión del día 19 de mayo la dedicamos a la gastronomía. Fue un gusto de actividad. Tomamos "Renglones al roquefort", "Cocido de ceros", "Chuletas de Matemáticas" y "Helado de lágrimas", un menú cocinado por José Ramírez Lozano y aliñado con las ilustraciones de Riki Blanco (Sopa de sueño y otras recetas de cococina, Kalandraka).


En la sesión hablamos de Alejandro Dumas, un gran cocinero, además de escritor. Él ya intuía por dónde iría la cocina moderna y la deconstrucción de los platos:

El gran escritor Alejandro Dumas era un famoso gourmet y cocinero que escribió un libro de recetas de cocina donde figura la del famoso "Asado Emperatriz", que es como sigue: «Se toma una aceituna rellena con anchoas, y se coloca en el interior de una alondra limpia; la alondra se coloca dentro de una codorniz, ésta dentro de una perdiz y ésta a su vez se pone en un faisán. El suculento y aristocrático faisán se coloca a su vez cariñosamente dentro de un pavo, y el pavo, por fin, se embute en la cavidad abdominal de un cochinillo no demasiado grande, que se cierra al exterior muy pulcramente. Todo este paquetito se pone en una cazuela de asar bien untada de manteca y, según arte, vertiendo constantemente encima el mismo jugo que de él se desprende, se le deja asar a fuego lento. Cuando uno juzga que ya está a punto, se va procediendo en el sentido inverso, o sea, se sacan el pavo del cochinillo, el faisán del pavo, etc. Y así hasta que se llega al colmo de esta delicia culinaria, es decir, a la aceituna, en cuyo interior se alberga la sabrosa sinfonía de la anchoa». 

La tarea propuesta fue escribir una receta literaria. Aquí están algunos de los trabajos presentados:


Hoy menú

Adivina
Veo tus ojos mirones y oigo tus quejidos al caer en el aceite humoso.
Chas chas que teje tu can-cán de puntillas de sol, que ya esculpido toco con mi lengua.
Bailas.
Inspiro aroma de oliva

Luna de cebolla
La cebolla es la cara de mi regordeta amiga.
Con la cebolla yo hago una marioneta.
Cuando la pelo, la cebolla sabe a noche de luna llena.
Un día probé la cebolla y me llené de luna.
Si la cebolla tuviera alas yo tendría una amiga marioneta de cara regordeta volando en las noches de luna llena.

Receta mortal
Poner al muerto sobre la cama sin miedo, entre sábanas blandas, limpiamente, con paciencia.
Masticar con cuidado palabras y besos.
Tragar poco a poco durante las noches de otoño.

Aronbanda



Promesas rellenas de sueños

Prometo firmemente cocinar dulces sueños a fuego lento, removiendo con cuchara de palo el quemado y negro poso dejado por los malos sueños.
Ya ablandada la costra de sueños rotos, se entierra en el jardín en noche de luna nueva.
Agregar en cazuela de barro, ya limpia y puesta entre las cálidas brasas, dulzuras y ternuras.
Una vez cocido todo, con paciencia, retirar lo amargo y dejar sólo lo sabroso y exquisito.
Probar ya, y saborear los sueños dulces ya cocinados.

Aronbanda


Promesas rellenas

Tomamos nuestra promesa y la ponemos a pochar (tiempo imprescindible para que transcurra el tiempo acordado, quizás una eternidad).
Picamos unas palabras de sinceridad y las rehogamos con una pizca de compromiso.
Mezclamos las promesas con la sinceridad y el compromiso haciendo una masa rica en comprensión y leal hasta el final, la rellenamos con amor.
Ponemos en el horno o en el ara de nuestra devoción, tras aderezarlo con especias de súplicas, ruegos y oraciones universales.
Tras una larga jornada, emplatamos de tal manera que la promesa sea el grueso del convite en esta realidad matrimonial para lo bueno y para lo malo.
Acompañamos con vino rosado y pan de cebolla, los postres harán que la promesa nos haga protagonistas de un enlace para toda la vida.
Salud.

Mª Teresa Mendoza


Unte de paté de higaditos de pollo

El sabor de un montadito
en la boca de Manuel
se derretía con fuerza
al bañarlo de “paté”,
de higaditos con el pan
jugoso y rico a la vez.
Cristina se lamentaba
al no poder comprobar
lo rico que esto sabía
y no podía probar.
-Es sabroso, - le decía
Manuel, cuando masticaba.
Y Cristina respondía:
-Dame un poco, tengo ganas.
-No quiero que te haga daño,
ni te sientas mal por mi.
-¡Qué fresco!,- dijo Cristina;
cuando tenga mi paté,
no comerás ni un poquito
por egoísta y cruel.
-Probarás por esta vez.
-Son higaditos picados,
¡qué delicioso paté;
acompañados con pan
en mi boca lo sabré.

Sofía Montero


Suspiros fritos (2 personas)

Ingredientes:

· 50 suspiros recién emitidos de poeta enamorado de la vida.
· 2 lágrimas con rímel de estudiante de 4º de psicología en Salamanca.
· 7 granos de arena recogidos al amanecer en una playa iluminada por la luna llena.
· 1 lechuga de “hoja de roble” cultivada por el poeta de los suspiros en tierras cantalapetrenses a orilla de la ermita de nuestra señora de la misericordia.
· 2 campanillas con un pétalo de rosa roja cada una.
· 50 gramos de polvo de hadas procedente de bosque gallego en las riberas del Miño.
· 3 cucharadas de aceite puro de oliva virgen.
· 2 besos de enamorada.
· Sal… entra… vuelve a sal-ir… y te quitas los calcetines.
· 1 grito… ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Elaboración:

Se ponen a pochar en una cazuela con un poco de aceite las 2 lágrimas con rímel de estudiante de 4º de psicología de Salamanca, los 7 granos de arena recogidos al amanecer en una playa iluminada por la luna llena, lo sazonamos ligeramente.
Limpiamos cuidadosamente los suspiros, les quitamos todo rastro de tristeza, solamente le dejamos emoción.
Calentamos la sartén con el aceite puro de oliva virgen, vamos depositando con cuidado y de uno en uno los suspiros limpios y dejamos que se vayan friendo a fuego lento.
Mientras se van friendo los suspiros en un bol después de lavar la lechuga “hoja de roble” la troceamos y la mezclamos con el polvo de hadas, sazonamos y lo dejamos a un lado.
Emplatamos por un lado el contenido de la cazuela que pochamos, la mitad para cada plato, luego vamos colocando de dos en dos cada suspiro hasta completar los 25 por cada plato, en el lado izquierdo de cada plato servimos la lechuga con el polvo de hadas. Terminamos de emplatar colocando en el centro la campanilla con el pétalo de rosa roja y el beso de enamorada
El grito queda para el final una vez lo probemos. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAh!

Vicente M. Martín


Ensalada de besos

Ingredientes: (para dos personas)
Selección de besos al azar. De primavera, verano, madrugada, nocturnos y uno de compromiso para ponerle picante. ( minimo 10)
Aire en soplo suave.
Saliva virgen extra de primer roce en frio.
Pellizco de mejillas sonrosadas.

El bol lo pone una con su arrebol, trenzas largas como cucharones de remover para servir templada porque fria no gusta y caliente no se haria otra cosa.
Este plato es para acompañar(se).

Carmen Alonso

La cebolla es el remolino de un regato al ser engullido por una alcantarilla.
Con la cebolla yo recorro el mundo entero una y mil veces sin salir de casa.
La cebolla sabe a caracol que no ha sabido salir de si mismo.
Un día probé la cebolla y no dejé de darla vueltas hasta el dia siguiente.
Si la cebolla tuviera alas yo la enseñaría a volar haciendo círculos y sería mi peonza de las nubes bajas.

Carmen Alonso


Puré de lágrimas

En una cazuela honda se mete el desamor, bien desamado durante días, los recuerdos macerados en vino, clavo y unas gotitas de limón. Se rehogan lentamente hasta que comiencen a erizarse en el fondo del recipiente. Antes de que empiecen a saltar, se les añade un puñado de traiciones, variadas y sin tamizar, alguna mirada esquiva, una palabra a destiempo y alguno de los largos silencios que solemos guardar en la despensa. A fuego lento y con cuchara de palo mover pausada y uniformemente hasta que la mezcla alcance consistencia.
Al punto de la ebullición, indispensable: estar dispuesto a triturar o ser remolino.

Pilar Luengo


Sueños crudos

Por más que intento cocinarlos:
un hervor,
dos,
vuelta y vuelta,
un golpe de horno,
a la plancha y con guarnición…
el día me los devuelve sangrando.

Pilar Luengo


Verbos Fritos

Veo tu clara expandirse en anárquica libertad,
sin perder la referencia de tu corazón de yema.
Oigo tu crepitar bullente de ideas caprichosas y profundas.
Toco tu yema tan erguida por principios y que tan frágil cede al pan.
Huelo tu aceite, hirviente en la conciencia de saberse incoherente.
Pruebo tu todo, sabrosa mezcla de contradicciones.

Miguel Ángel Pérez


Ensalada de Sueños

Puntualizar que se necesita una cantidad muy variable de lechuga para su elaboración, que tiene mucho que ver con la fantasía, la ambición y los deseos del cocinero o cocinera.
Se recomienda utilizar la mayor variedad posible de lechugas, pero predominando las de hoja verde esperanza. Las personas poco fantasiosas y muy ambiciosas suelen preferir la variante preparada con pasta.
En la variante que vamos a preparar hoy utilizaremos un camión lleno hasta arriba de lechugas frescas, recién cortadas. Las lavaremos dejándolas en remojo en agua de río o arroyo, nunca de estanque (en caso de apuro recurrir a agua de lago). Verter en el agua de lavado unas lágrimas, mezclando las de emoción y de pena, en pequeña cantidad o se pochará la ensalada.
Añadiremos una casita, no demasiado opulenta (las mansiones son mucho más insípidas), lo más acogedora posible.
Pelar y picar cuatro o cinco ocupaciones. Que a lo sumo dos sean trabajo, el resto pasatiempos.
Espolvorear a partes iguales recuerdos de viajes realizados con anhelos de viajes pendientes.
Salpimentar con una compañera o compañero (a elegir) con el que se coincida en al menos dos tercios de los ingredientes de esta ensalada.
Añadir niños al gusto.

Miguel Ángel Pérez


Promesas rellenas

Tomar sueños en conjunto,
Rellenarlos de verdad
Y servirlos a la amada
A la hora de cenar.

Tomarse bien calentito
Cuando se vaya a dormir,
Sazonados de arrumacos,
Y dan sentido al vivir.

Miguel Ángel Pérez


Caricias Salteadas

Ingredientes:
Un Homo Sapiens (macho, hembra, mambra o hemcho)
Aceite de lavanda (imprescindible)
Sal
Pimienta
Un pellizco de azucar
Licor (opcional)
Aceite del salto de un Delfín violeta (recomendado)
Para la maceración (si fuera necesaria) ver procedimiento.

Procedimiento:
Seleccione con cuidado la pieza que desee saltear.
Antes de trabajarla, valórese su estado.
Todas sin excepción son apropiadas para este hacer, pero no todas han de trabajarse de idéntica forma. No responden igual.
Existen algunas piezas muy fáciles de cocinar, es cierto. Pero también existen otras que compartiendo idéntica materia prima, demandan una elaboración ligeramente más compleja. Cubiertas por una costra fina apenas perceptible son, sin duda alguna, un reto culinario inolvidable. Saber ver esa cubierta y aprender a derretirla es la clave para que el plato se convierta en un manjar exquisito. Capricho gastronómico por el que los mismos dioses -en más de una ocasión- han llegado a renunciar a su destino inmortal.

Para realizar adecuadamente este paso, -estimar su naturaleza-, conviene no dejarse llevar únicamente por la vista. Hay que utilizar todos los sentidos.
Su presentación en el mercado puede resultar equívoca, bien por el envoltorio con el que el establecimiento donde se adquieren las adorna; bien por esa característica propia del cuerpo que en esta ocasión se ha de manejar -ese jugo interno que en ocasiones fluye al exterior del mismo y se petrifica, esa película de escaras fina e invisible de la que hablábamos hace un momento- Ambas circunstancias, si no se identifican, pueden trasformar el goce creativo de los fogones en pesadilla de tal magnitud que fuerce a quien la sufre a enfriar sine die el entusiasmo del más paciente Chef de Cuisine.
Siendo así, para realizar adecuadamente este paso, -estimar su naturaleza-, puede proceder del siguiente modo:

Unte ligeramente las palmas de sus manos con aceite de lavanda -el de la Provenza es delicioso por sus evocaciones, pero los hay de idéntica calidad en cientos y miles y millones de lugares-
Roce con sus yemas una zona cualquiera del elemento a tratar.
Si nota cierta tensión inicial que al instante cede, y con un ligero temblor se abre, esta en su punto.
Si no es así, habrá que macerarla.

Para la maceración -cuando es necesaria-; hay quien opta por cubrir el fragmento endurecido con un agua de fuego escocesa durante un periodo de tiempo más o menos considerable. Nuestra experiencia profesional indica que este procedimiento por si solo, ablanda pero no esponja. Lo mismo sucede cuando se empapa en leche sin más.
Es por ello que, nuestro jefe de partida, cuando se enfrenta a una situación de este tipo, lo que recomienda es preparar un ungüento con los siguientes ingredientes:

- Un cuarto de Baba del Caracol más viejo del mundo (de venta en establecimientos húmedos)
- Cinco gramos de raíz de loto rosa
- Tres lágrimas de búho
- Dos colas de lagartija
- Un pellizco de rayadura de horizonte (sirve el más cercano)
- Una hebra de la melena de un león dormido (opcional)
- Tres alas de la libélula
- Una gota de leche de elefanta (más cantidad ahoga la mezcla) y
- Dos dedos de sangre de dragón (si no es temporada, la de unicornio también es apropiada)

Mézclense todos estos fundamentos con la remera de un águila en el caparazón de una tortuga gigantesca. Cúbrase con la piel de una nube blanca y déjese reposar a temperatura constante.
Cuando los elementos citados se acoplen, introduzca la pieza y espere.
En breve, una espuma oscura saldrá a la superficie. Si la prueba, comprobará su triste sabor a amargura. De hacerlo, escúpala inmediatamente, puede resultar tóxica. La cate o no la cate, retírela con una pata de pato. Hágalo con mucho cuidado. Un pequeño resto es capaz de contaminar todo el plato e intoxicar a quien lo ingiera.
Una vez limpio el cuerpo, cuele la pomada y deje que la pieza repose. No tenga prisa, que la mantequilla la penetre, que se fusione con su materia. Esto puede llevar un infinito, medio o dos. Depende de lo que tarde en germinar el loto.

Prepare la sartén. Engrásela con un buen aceite, (el que se obtiene del salto de un delfín violeta da mucho juego).

Mientras todo esto sucede, prepárese una copita de licor y disfrute de alguna golosina Distraerse en la espera es fundamental. No olvidar lo que se esta haciendo también. El distralvido (del que hoy se habla tanto en las escuelas gastronómicas de alto standing) le hará no molestar constantemente el reposo de la pieza que yace bajo una nube en el lecho de una tortuga. Hacerlo, podría cortar la mezcla. Y recuerde, recuperarla es labor bastante más complicada que recuperar una mahonesa cortada. No sirve sólo con batir huevos.
Cuando comience a oler a mar, encienda el fuego (si es de gas mejor por razones obvias)
Tome el cuerpo ya macerado con las manos, notará cierta tensión inicial, que cede rápidamente. Se abrirá sin esfuerzo.
Salpimientelo
Un pellizco de azúcar dará más fuerza al sabor.
Fraccionelo con mimo y colóquelo sin más en la sartén.
El fuego hará el resto.
Si quiere que el "bronceado" resulte perfecto, saltee a la temperatura adecuada. Ha de conseguir que sea alta. Que las llamas abracen cada fragmento con fuerza suficiente para que la caricia se haga también por dentro. De lo contrario obtendrá un plato chamuscado, doradito y crudo. Un menú poco grato.
Hay quien antes de emplatar flambea con un licor.
Hay quien emplata directamente.

En este punto señalar que la versatilidad de esta receta es tal, que el emplatado puede ser tan variado como desee. Hay quien lo consume únicamente con crema de luna. Un lujo, no hay duda. El jefe de partida de esta casa recomienda jugar con otros ingredientes. Asegura que el resultado puede ser divino.

Dicho esto, recuerde, si la cocina le llama escuche bien la voz de los elementos culinarios que vaya a manejar antes de comenzar su faena y continúe escuchando hasta finalizar la misma. Saber ver y saber escuchar, aprender a oler y a tocar, harán de usted un verdadero chef, capaz de preparar cualquier tipo de receta con los ingredientes más sencillos y los utensilios más rudimentarios. Sólo entonces podrá ofrecer y disfrutar del exquisito sabor de lo cotidiano, como por ejemplo, unas caricias salteadas.

Ana Isabel Fariña


Sopa castellana de amor
(Para toda la familia)

Al calor de la lumbre, se arrima un cazo, relleno con agua de manantial recién recogida, cuando hierva de amor, se salpica generosamente de vocales y consonantes, un puñado por cada persona, y se remueve sin parar durante diez minutos, cuando se sirve en los platos, siempre aparece la frase "amor a fuego lento".

Luis Iglesias