Bestiarios

La sesión del lunes pasado la dedicamos a los Bestiarios, esos compendios de bestias (reales, mitológicas o de ficción) que interesan al naturalista, al ilustrador (o iluminador), al científico, al explorador, al aventurero y al escritor
Hablamos de El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, de Julio Cortázar y su particular Bestiario, lleno de seres cotidianos; de Juan José Arreola y su libro El gato de Cheshire; de Juan Perucho y su Bestiario Fantástico; de Lovecraft; de OPS; del poeta Ángel García López; de Pablo Neruda y del Bestiario-haiku de José Juan Tablada, entre otros.
Hablamos también de los volúmenes naturales de la Edad Media y de la relación de los bestiarios con la literatura y arte cristianos de occidente.
Hicimos una primera tarea, a partir del Bestiario de Adrienne Barman, de la editorial "El zorro rojo", un libro original con una acertada clasificación de las familias de animales.
Cada participante del taller abrió el libro y eligió un animal sobre el que tuvo que escribir un breve texto.


Nos detuvimos un instante en un magnífico libro, con un prólogo surreal y onírico firmado por Jean Fugére. Se trata del Bestiario de Stéphane Poulin:


Dejamos aquí un pequeño repertorio de textos. "El ave fénix" de Borges y Guerrero y "Caos y creación" de Enrique Anderson Imbert:

El ave fénix

En efigies monumentales, en pirámides de piedra y en momias, los egipcios buscaron eternidad; es razonable que en su país haya surgido el mito de un pájaro inmortal y periódico, si bien la elaboración ulterior es obra de los griegos y de los romanos. Erman escribe que en la mitología de Heliópolis, el fénix (benu) es el señor de los jubileos, o de los largos ciclos de tiempo; Heródoto, en un pasaje famoso (II, 73), refiere con repetida incredulidad una primera forma de la leyenda:

Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de Fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis, sólo viene a Egipto cada quinientos años, a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mole y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas, en parte doradas, en parte de color carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mí poco dignos de fe, no emitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde Arabia hasta el Templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre, el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al Templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.

Unos quinientos años después, Tácito y Plinio retomaron la prodigiosa historia; el primero rectamente observó que toda antigüedad es oscura, pero que una tradición ha fijado el plazo de la vida del fénix en mil cuatrocientos sesenta y un años (Anales, VI, 28). También el segundo investigó la cronología del fénix; registró (X, 2) que, según Manilio, aquél vive un año platónico, o año magno. Año platónico es el tiempo que requieren el Sol, la Luna y los cinco planetas para volver a su posición inicial; Tácito, en el Diálogo de los Oradores, lo hace abarcar doce mil novecientos noventa y cuatro años comunes. Los antiguos creyeron que, cumplido ese enorme ciclo astronómico, la historia universal se repetiría en todos sus detalles, por repetirse los influjos de los planetas; el fénix vendría a ser un espejo o una imagen del universo. Para mayor analogía, los estoicos enseñaron que el universo muere en el fuego y renace del fuego y que el proceso no tendrá fin y no tuvo principio.

Los años simplificaron el mecanismo de la generación del fénix, Heródoto menciona un huevo, y Plinio, un gusano, pero Claudiano, a fines del siglo IV, ya versifica un pájaro inmortal que resurge de su ceniza, un heredero de sí mismo y un testigo de las edades.

Pocos mitos habrá tan difundidos como el del fénix. A los autores ya enumerados cabe agregar: Ovidio (Metamorfosis, XV), Dante (Infierno, XXIV). Shakespeare (Enrique VIII, V,4), Pellicer (El Fénix y su Historia Natural), Quevedo (Parnaso Español, VI), Milton (Samson Agonistes, in fine). Mencionaremos asimismo el poema latino De Ave Phoenice, que ha sido atribuido a Lactancio, y una imitación anglosajona de ese poema, del siglo VIII. Tertuliano, San Ambrosio y Cirilo de Jerusalén han alegado el fénix como prueba de la resurrección de la carne. Plinio se burla de los terapeutas que prescriben remedios extraídos del nido y de las cenizas del fénix.

Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero. El libro de los seres imaginarios.


Caos y creación

Al mundo le faltaba una criatura que pudiera consolar a todos. Entonces los hombres crearon a Dios. Sea que lo concibieran pensando en sus mejores sueños o, al contrario, que lo modelaran con el barro de la naturaleza y siguiendo las líneas del miedo, lo cierto es que Dios salió con figura humana.
Ya el mundo estaba completo: tenía Dios.
Las bestias, con la cabeza baja, siempre miraban hacia el suelo; los hombres, con la cabeza alta, a veces miraban hacia el cielo. Hacia dónde miraba el Dios recién inventado nadie lo pudo saber. Solo, muy solo, se quejaba de que, después de hacerlo tan parecido a los hombres, lo desterrasen sin embargo lejos de los hombres; y paseaba por los baldíos del cielo preocupado por la posibilidad de que un buen día, por inservible, los hombres lo deshicieran.

Enrique Anderson Imbert. El gato de Cheshire


Propuesta de escritura

Cada participante del taller extrajo una letra de una pequeña bolsa con el objetivo de escribir acerca de una bestia (real o inventada) y así conformar un bestiario colectivo.


Y estos son los trabajos recibidos hasta hoy (si llegasen todos los textos los organizaríamos, después, por orden alfabético, de momento los incluímos en el blog por orden de llegada):


Demonios

¿Quién no ha tenido el placer de conocer a alguno de estos… demonios…? Y es que los hay de toda forma y condición. Están los demonios burlones, que se asoman desde las alturas solemnes de nuestros monumentos para regalarnos sus… desvergüenzas, o los que, cuando más llueve y todos corremos como hormiguitas a refugiarnos del aguacero, se regocijan vomitando sobre nuestras cabezas sus bautismos celestiales. Están, también, ¡cómo no!, los demonios viciosos: glotones, lujuriosos, avariciosos, perezosones… Baste con dar un paseo entre el bullicio de las calles para ver, cual farsa descomunal y caótica, las muecas de todos ellos en un sinfín de rostros anónimos. Y es que… ¿a quién no le han llevado los demonios, ¡qué demonios!? Hay quien incluso dicen de él que tiene el demonio en el cuerpo, y quién no se ha puesto hecho un demonio exclamando a grito pelado: “¡cómo demonios! es que este niño es un demonio…?”. Hasta los hay con un talento del demonio y dicen de ellos que son unos genios, unos genios, a menudo, de mil demonios…

Pero lo cierto es que todos esos demonios, y muchos más, no son sino tenues destellos: obra muerta. Porque los verdaderos demonios, los verdaderos demonios… viven con nosotros. Sí, amigos, los verdaderos demonios son de carne y hueso, laten en nuestras entrañas, comparten un mismo aire y una misma sangre. Sin embargo, no hay que tenerles miedo, pues, al igual que los vinos fuertes, administrados con prudencia, son las grandes musas de la inspiración. Claro que… en ocasiones, pueden conducirnos a una ebriedad un tanto… ¡peligrosa!

No sé ustedes, pero, para mí, la verdadera tentación va de la mano de aquellos que se manifiestan, sin previo aviso, bajo la bellísima e irresistible apariencia de un cuerpo de mujer, dispuestos a seducirme, a hipnotizarme con sus encantos y arrastrarme a una dulce perdición. Y así, me embriagan, incendian mi alma y se divierten jugando prodigiosos malabares con mi frágil corazón. Sí, amigos, ese es el vino de los mil demonios con que yo acostumbro a emborracharme… Aunque después me imponga la cruel penitencia de una amarga resaca y, en el solar calcinado de mi alma, esos mismos demonios me dejen tan así… tan solito, removiendo rescoldos fríos y recogiendo uno a uno los mil añicos de un quebrado corazón… Y, por supuesto y pese a todo, suspirando: “Aaaaah… ¡Demonios!”.

Roberto Sánchez
Grupo A


Mierdas 

Los que no ven al otro.
Los que extorsionan.
Los que dan codazos.
Los que se ríen de lágrimas ajenas.
Aquellos a los que no les importa que padres viajen con sus hijos en patera.
Los que humillan.
Los que no escuchan.
Los que maltratan.
Los que no se indigestan.
Aquellos a los que no les importa la dificultad de los maestros para educar en las escuelas.
Los que justifican el robo, aborrecen la cultura, miran desde arriba y de lado, acomplejan. Intimidan, subyugan, juzgan, sin listas de espera.
Mas duermen tranquilos. Esencial característica mierda.

Néstor Valverde
Grupo B


Jalafénix

Negro como el alma de un demonio, nocturno como la luna y grande como un carruaje. Así es el Jalafénix, rapaz mítica y casi desconocida, cuya leyenda empaña la verdad. Como su nombre indica, se alimenta del mitológico pájaro eterno, que contra de la creencia popular, sí puede morir definitivamente. Con su tamaño, cuando vuela proyecta una enorme sombra que impide apreciarlo, y ha alimentado la leyenda. No ayuda a desmentirla su dieta, pues al engullir al fénix, éste combustiona de forma innata en busca de su resurgimiento. Este fuego ha de ser exhalado necesariamente, por la supervivencia de nuestra criatura. Ya ven sus mercedes que todo tiene explicación. La próxima vez que escuchen que se ha avistado un dragón, no se dejen llevar por la superchería. Ahora saben que los dragones no existen.

Miguel Ángel Pegarz
Grupo B


Yaacabó
Ave insectívora de América. Desconocida por estos lugares. El pico y las uñas son muy fuertes. Cuando canta pronuncia las sílabas de su nombre para que sepamos que es ella. Se la distingue porque su pecho es rojizo, pardo en el lomo y el vientre parece que lleva camisa a rayas.
Los indios de aquellos lugares dicen que es un ave de mal agüero.
Es difícil confundirla con frases que solemos decir diariamente.
Los pesimistas nombran a menudo su nombre: "Lo nuestro yaacabó", "La Navidad yaacabó".
Los optimistas también se equivocan: "La guerra yaacabó" "El paro yaacabó"
El final de este relato, es muy fácil: "Yaacabó".

Luis Iglesias
Grupo B


Urutaú

Urú –pájaro-, taú - fantasma-
El pájaro fantasma, bien merece un sitio en nuestro bestiario.
En América Latina, Argentina, Colombia, Brasil….podemos encontrarlo en sus bosques o sabanas. Su nombre científico es nictibio urutaú (nyctibius griseus), pesa entre200 y 250 gramos, mide de unos 35 a 40 centímetros, sus plumas van desde el marrón al gris, tiene pequeñas pintas, negras, blancas y amarillas, así puede camuflarse entre las ramas de los árboles.
Por si no tienes la oportunidad de ir a conocerlo, ahí va una foto. Como ves destacan sus ojos saltones y amarillos, por la noche resplandecen, parecen lámparas, una de las leyendas dice que para ver a su amada, otros te dirán que si los miras directamente te volverás loco.
“La música del urutaú”, nos dice Neruda, dio origen a multitud de leyendas, leyendas de odio y amor, otras lo relacionan con brujas y el diablo.
“Alarido alto, espacioso y muy melancólico y lo repite con pausas toda la noche; haciendo creer a los bobos, que llora la ausencia del sol, porque comienza cuando éste se pone y acaba cuando sale”.
“ El canto y voz lúgubre de estas aves espanta, porque varias veces por la noche levanta su voz triste…”
“ Llena el silencio de los montes el eco de sollozos desgarradores que se agudizan en la sombra hasta producir angustiosa desazón”.

Inés Izquierdo
Grupo A


El vigisonte besucón

El vigisonte es una bestia muy pequeñita mitad vigilante y mitad bisonte. La naturaleza le dio permiso para ser exactamente aquello que quisiera, puesto que en su andadura evolutiva mucho había recorrido ya: sabía lo que era vivir de día y dormir de noche, cazar de noche y dormir de día, pasar los lunes al sol y los martes a la sombra… Antes de decidir exactamente qué es lo que quería ser primero pensó en aquello que con más frecuencia iba a hacer durante su desempeño existencial. Pensó, pensó y repensó y entonces eligió: en esta ocasión quería cuidar a los seres humanos adultos durante su descanso. Le causaban mucha ternura estos seres: tanto trabajo, tanta rutina, tantas prisas, tanto dar la talla, tanto ser lo que esperan que seas y tanta falta de besitos que les reconfortaran después de tan prolongado esfuerzo. Para ello tendría que ser pequeñito para poder esconderse, tener algo que le protegiera la mollera de un posible manotazo volador y finalmente tener unos morros diminutos con transmisores nerviosos.

¿Cómo sé si un vigisonte besucón me acompaña? Es sencillo, a través de sus besitos transmite señales eléctricas a tu piel para que permanezcas unos instantes más arropado bajo las sábanas antes de retomar la rutina, las prisas y el dar la talla. El vigisonte besucón reparte besos a montón.

Fani Carrillo
Grupo A


Zorro tatuado

En su larga cola,
de piel de algodón,
pinto las palabras:
amigo del sol.
Su presencia llama
mucho mi atención.
Yo quiero sentir
su fuerza y mi amor,
para ver en él
un mundo mejor.
Deseo mirar
su gran hermosura;
su pelo, sus garras
me dan más frescura.
Tatúo su torso
de imágenes bellas;
las patas me piden
que pinte sus huellas.
Mascota atrevida
tengo en mi poder
tatuada de flores
la quiero tener.
¡Qué bonito queda
con su gran disfraz!
Animal de hierro,
cariño me da.

Sofía Montero
Grupo B


El Golem

Tenía que dilucidar que cuatro palabras, que Tetragramaton, podrían hacer que aquel ser que había construido con sus manos tuviera vida propia vida humana, que tuviera sentimientos aunque fueran malos que más daba los humanos no eran perfectos; no quería que fuera un autómata.
A él siempre le habían dicho que cualquier persona virtuosa y sin mancha podría llegar, si no a ser Dios, a parecérsele haciendo un ser de la nada como él hizo; a crear un ser que fuera capaz de hacer los trabajos más pesados, las tareas más penosas y así facilitarla vida de su comunidad que siempre había estado, desde tiempos arcanos, ridiculizada, perseguida y exterminada por el poder.
Tenía que tener el conocimiento del alfabeto de las 221 puertas, él que vivía escondido en Josefov,el ghetto de Praga y que llevaba desde niño estudiando las Sagradas Escrituras, el Talmud, la Tora, la Cábala y sabía que muchos antepasados suyos desde la creación de Adán,el primer Golem, habían intentado elucidar los misterios de la creación.
Sabía que en la Edad Media un rabino había creado un autómata de barro con vida propia pero sin sentimientos.Para que obedeciera introducía en su boca un pergamino con las cuatro letras del nombre de Dios y le grabó en la frente la palabra EMET ( verdad) y el autómata respondía cualquier orden. Acató hasta aquella que le dio la mujer del rabino de ir a buscar agua al Moldava y la cumplió tan al pie de la letra que inundó toda la parte vieja de la ciudad,el ghetto incluido hasta que secó el río; causando otros desmanes que los cronistas narran.
El sabía que cualquier fallo en el Tetragramaton ocasionaría una catástrofe; ya lo sabían sus antepasados que tuvieron que borrar de la frente del Golem y convirtieron EMET en MET (muerte).
Ese Golem destruido revivía cada 33 años y se aparecía en una ventana de a Gran Sinagoga de Josefov.
Adonai, Elohe, Eyon, Olam, Rohi, Yhvh, Yod, Hei Vav, Betel, Shofet, Eloah, Abba, El Chai, que palabra tendría contenido el nombre perfecto de Dios para dar vida al autómata?

Lucio Gómez
Grupo A


Tucán
Tucán, ave tropical, exótica, elegante, colorida. Símbolo de fidelidad, permanencia y colaboración. Pero en lo que me voy a fijar en esta descripción es en su desmesurado pico. Tal vez pienses que, por sus dimensiones, pudiera engullir gran cantidad de comida. Te equivocas. Su diminuto estomago se encarga de eliminar el alimento en menos de media hora.

Del mismo modo, las personas tucanes nos llevan a equívocos. Están limitadas por sus ansias de poder, su bien cultivado orgullo y no menos por la propia ignorancia e inconsciencia.

Magos de la realidad, creadores de imposibles. Demasiada palabrería que no conlleva actos pues están carentes de voluntad y compromiso. Imágenes de espejo sin fondo, boletos de feria trucados, sobres sorpresa que solo dicen “siga jugando”.

Carecen de melodías agradables y solo emiten graznidos de necesidad y reclamo.

Y me miro: ¿Seré una persona tucán?

Paloma Rodríguez Prieto
Grupo A


La Hidra de Lerna
Orígenes
La Hidra nació a orillas del lago de Lerna, de la unión entre Tifón, el dragón de cien cabezas, y Equidna, la mujer serpiente. Se dice que heredó de su padre su carácter polifacético y, de su madre, su actitud rebelde y movimientos sinuosos. Fueron sus hermanos Cerbero, Ortro, la Esfinge, Ladón, el León de Nemea, el Dragón de la Cólquida y la Cerda de Cromión. De acuerdo con algunos relatos, la Hidra era una criatura acuática de siete cabezas, pero otros alegan que eran tres, cinco, nueve, cien o incluso más. La variedad de versiones se explica fácilmente: si alguien cortaba una de sus cabezas, en su lugar crecían dos más. Por si fuera poco, una de sus cabezas tenía la propiedad de ser inmortal.

Juventud y trayectoria
Al igual que varios de sus hermanos y otros contemporáneos, la Hidra sufrió de ataques, malos tratos y acoso escolar desde muy temprana edad debido a su apariencia física, calificada de monstruosa. Como bien se sabe, en el mundo clásico se trataba como deporte el abuso, caza y asesinato de cualquier ser que no tuviera lo que por el momento se considerara el número estándar de cabezas o que presentara rasgos de más de una especie. Los ataques a la Hidra se tornaron aún más virulentos dado que esta padecía de un severo problema de halitosis, lo que no solo fue motivo de burlas, sino que llevó a algunos a acusarla de envenenar las aguas del Lerna. Ella aguantó con grandes muestras de valentía estas calumnias, las que, al parecer, solo tenían el efecto de multiplicar su perseverancia e inteligencia.

En vez de sucumbir al acoso de sus pares, la Hidra decidió utilizar sus supuestos defectos a su favor, por lo que siguió los pasos de su hermano Cerbero y comenzó a trabajar como portera de la entrada subacuática del inframundo. Fue así como entró en contacto con la diosa Hera, quien no tardó en darse cuenta de su gran potencial. Al conocer que el verdadero sueño de la Hidra era dedicarse a la investigación científica, Hera le ofreció su amparo y patrocinó varios de sus proyectos. Entre estos, cabe destacar su estudio sobre las propiedades curativas del plátano y sus investigaciones en torno a la contaminación ambiental en el lago de Lerna. La Hidra sospechaba que esta era la causa de las mutaciones en su familia.

Sin embargo, estos trabajos se vieron interrumpidos tras la muerte y desollamiento de su hermano, el León de Nemea, a manos de Heracles. El suceso sumió a la Hidra en una profunda depresión.

Trágico final
En este punto, debemos desviarnos un poco del tema para hablar del verdugo de la Hidra y, así, comprender mejor las circunstancias de su muerte. El criminal conocido como Heracles, o Hércules, dio muerte a su esposa, a sus propios hijos y a dos sobrinos. Heracles declaró ante las autoridades que el incidente se debió a un “arranque de ira” producido por la diosa Hera, quien, al momento de los hechos, ni siquiera se encontraba por los alrededores. En vez de ser condenado por su horrendo crimen, Heracles tuvo la opción de redimir su culpa por medio de una serie de actividades, en su mayoría, delictivas, que luego vendrían a conocerse como “los doce trabajos”, los cuales incluyeron cuatro robos, cuatro secuestros, tres asesinatos y la limpieza de un establo.

Heracles ni siquiera tuvo el valor de enfrentar a la Hidra solo. Dado que había oído hablar de sus capacidades regenerativas, recurrió a la ayuda de su sobrino Yolao. Heracles se encargó de cortar las cabezas de la Hidra, mientras que Yolao cauterizaba las heridas a fin de evitar el crecimiento de nuevas cabezas. Se cuenta que dado que una de las cabezas era inmortal, Heracles la enterró bajo una piedra. Durante la lucha, un cangrejo, íntimo amigo de la Hidra, intentó defenderla de sus atacantes y también perdió la vida. Hera recompensó tanto el sacrificio del cangrejo como el valor de su protegida creando las constelaciones de Cáncer e Hidra.

La Hidra en la cultura

A lo largo de los años, la Hidra ha sido representada en diferentes medios. Se han encontrado broches inspirados en esta que datan del siglo VII a.C., así como vasijas y otros artefactos. Su asesinato ha sido inmortalizado por artistas como Francisco de Zurbarán, Gustave Moreau y Antonio de Pollaiolo, entre otros. La Hidra también es una de las figuras que engalana el Cielo de Salamanca, obra del pintor Fernando Gallego que puede apreciarse en el Patio de Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca.

A pesar de que las únicas faltas cometidas por la Hidra fueron tener mal aliento e intentar defenderse al ser atacada por dos hombres, al día de hoy se la sigue catalogando como un monstruo maligno y despiadado. El escritor Jorge Luis Borges la incluyó en su bestiario y realizó un dibujo en el que esta servía como metáfora de la dictadura en el mundo moderno. Asimismo, Marvel Comics la ha utilizado para dar nombre e imagen a un grupo terrorista.

Para nosotros, sin embargo, la Hidra de Lerna no debe ser vista como una bestia malvada, sino como un ser fantástico, la clase de ser que no se rinde ante la adversidad.

Ismarie Díaz Flores
Grupo B


El corcodomo

Dícese de un ave de gran tamaño que, según los testigos, habita en los bosques de Siberia Central y Oriental. Su existencia no ha sido confirmada, ni por la comunidad científica, ni por las autoridades rusas.
De acuerdo a los testigos el corcodomo es un pájaro de color negro, con extremidades de color grisáceo. Su aspecto recordaría al de un cormorán aunque el corcodomo tendría un mayor tamaño y envergadura que éste y un pico más corto. Su hábitat sería diferente, pues el cormorán vive en zonas húmedas y el corcodomo en zonas frías y boscosas.
Sin embargo, la mayor peculiaridad del corcodomo es que contaría con cuatro alas de idéntico tamaño.
El exotismo de esta especie ha atraído a cientos de zoólogos, curiosos, aventureros y tarambanas que compiten por capturar un espécimen vivo o, al menos, fotografiarlo.
La especie no contará con un nombre científico hasta que no se demuestre su existencia.

Óscar Fernández
Grupo B


El Saurón
Posee un exoesqueleto de capa negra y patas ingrávidas de caballo para circular por los sueños de los niños.
Le precede un sonido sordo de pánico que despierta sudorosos y asustados a unos y los otros, que intuyen la proximidad, se ven envueltos en un tornado desesperanzado en el que transcurre toda la noche.
Ni el grito de, ¡mamá! logra ahuyentarlo
Se desplaza por el aire y no le faltan víctimas de cualquier parte del universo onírico.
No se ha sospechado de desapariciones de niños por este ente atemorizador pero si se han comunicado casos de trastornos en la vigilia en la que el soñador queda mudo aferrado a la almohada. Se trata de casos aislados que duran unos minutos hasta que el recién despertado toma conciencia de que debe levantarse si quiere ver los dibujos animados de la tele.
Los delirios del Saurón coinciden con situaciones de celos de un hermanito, divorcio de los padres, gran afición a la lectura o con un exceso imaginativo del menor.
Para ocultar el pequeño orificio por dónde se cuelan las pesadillas, es suficiente con colgar un atrapasueños en el dormitorio con lo que el Saurón verá truncado su paso y dejará de interferir en los felices sueños de los niños.

Antonia Oliva
Grupo B


Leopardo
Al leopardo nunca le gustó el nombre que le había tocado. Odiaba cuando el profesor pasaba lista y cantaba ese Pantera Pardus. ¿No era aquel un nombre vulgar, sin clase? En su opinión, no representaba en ningún modo a su notable familia: los félidos. El leopardo siempre había pensado que sus familiares – el león, el jaguar, el tigre – habían salido mejor parados que él en el árbol genealógico animal. Por eso, en cuanto pudo, se cambió el nombre y “leopardo” se convirtió en su pseudónimo artístico.
Desde bien temprano, el leopardo sintió la necesidad de diferenciarse y marcar tendencia. Su primo, el león, se fue a hacer las américas y conquistar Hollywood con sus rugidos. El leopardo también sabía rugir, y no lo hacía nada mal, pero se quedó en África: quería que su carrera prosperase en su hábitat natural.
Su trayectoria despegó con la popularización del animal print en el mundo de la moda. Este estilo imitaba su piel moteada rubia salpicada de manchas marrones. El leopardo se servía de ella para cazar sigilosamente y camuflarse con el entorno. Nunca imaginó que pudiese usarse para llamar la atención en ropa, zapatos y complementos varios; pero sí que lo hizo y triunfó.
Sin embargo, la fama y el éxito no han cambiado al leopardo, que siempre ha hecho gala de un carácter solitario. Sigue calzando garras retráctiles en sus potentes patas y no ha renunciado a trepar árboles, diga lo que diga la gente. Continúa gustándole la vida nocturna y aprovecha el día para recuperarse de sus excesos, como toda estrella de la moda.
Con un ritmo de vida frenético, el leopardo puede permitirse una dieta a base de carne, muy variada, pero carnívora a fin de cuentas. Aunque esté mal visto, no hace ascos a nada y caza desde los típicos herbívoros ungulados hasta roedores y primates, pasando por pitónidos y aves – si bien es cierto que estas últimas, a pesar de su delicioso aspecto (véase la pintada vulturina) agotan su paciencia al tener que desplumarlas antes de devorarlas.

Cuando está repleto, el leopardo no puede evitar presumir de pelaje en las sabanas africanas. Acostumbrado a las cámaras, hace tiempo que se despreocupó de saber dónde terminan apareciendo las imágenes que graban. Alguien le dijo una vez que, con ellas, montaban documentales superventas sobre su vida. Y, satisfecho, el leopardo se apuntó otro tanto a su favor.

Beatriz González
Grupo B


Delfín
Caminando por las orillas de la playa me fijo que hay unos pequeños delfines.
Me acerco para meterme en el agua, mientras estoy metido en el agua observo que se acerca a la orilla unos delfines alargados.
El delfín tiene su cuerpo alargado y un aleta dorsal y dos laterales que cambian su forma de ser Después de bañarme en la playa y observar a los delfines me dispongo a salir..

David Álvarez
Grupo B


La raticornia
Como un ratoncito, con el pelo brillante y sedoso y una especie de protuberancia a modo de pequeño cuerno sobre los agujeros de la nariz, así era la raticornia. Soy biólogo, y trabajo para una gran multinacional química que abarca desde productos cosméticos hasta la última fórmula contra el cáncer. Cuando la vi por primera vez, en los escalones que bajan a la cochera de mi casa, sentí algo especial, como si fuera un genio protector bajo cuyo amparo podía confiar en que nuestro hogar siempre se encontraría a salvo de la infelicidad y el dolor. Recuerdo que aquella mañana me sentía estupendamente, porque las cosas habían mejorado mucho últimamente, tanto con mi mujer, con la que no hace tanto parecía que estuviéramos a punto de una crisis definitiva, para sentirnos sin solución de continuidad en una especie de renovada luna de miel, como con mi hija adolescente, con quien, de la noche al día era capaz de mantener largas y entrañables conversaciones.

En la oficina, en el laboratorio, en la Universidad, en todas partes se estaba produciendo un fenómeno similar. Aquellos animalitos habían aparecido por doquier, todo el mundo hablaba de ellos, y para todos eran como una promesa de felicidad. Aquellos bichitos parecían ayudarnos a ponernos en el lugar del otro sin ningún esfuerzo, como si nuestra conciencia se integrara con la de los demás, facilitándonos una nueva visión, una perspectiva global. Ahora lo sabemos, era el inicio de la Gran Mutación, los Albores de una nueva Era en la evolución de la Humanidad, la Era de la Empatía, el Tiempo del Hombre Nuevo.

En nuestro Laboratorio apareció un día una raticornia muerta, sobre la mesa donde estábamos preparando la fórmula de un tratamiento energético, que algún ayudante había recogido con evidente negligencia. No pude por menos de hacer la autopsia al pobre animal. Incluso muerto, su pelo parecía irradiar luz, y el pequeño cuerno todavía parecía emitir, cómo decirlo?, algo parecido a la esperanza.

Los resultados de los análisis fueron, literalmente, devastadores. Teníamos ante nosotros el germen del elixir de la eterna juventud, una especie de milagroso afrodisíaco que expulsaría el envejecimiento y la decadencia del horizonte de la humanidad.

Al ver mis informes los directivos de la empresa dictaron orden de caza de todos los animales que pudiéramos conseguir. Sin reparar en gastos. Se trataba de evitar la competencia a toda costa, teníamos que ser los únicos productores de aquella fórmula capaz de convertir a los hombres en semidioses. Otra mutación que tampoco veremos nunca. Me cubrieron de oro, claro, me ascendieron a lo más alto, me convertí en uno de ellos. De un día para otro se diría que había tocado el cielo.

El final, ya lo sabemos. Aquella fiebre del oro, aquella codicia desenfrenada, aquella locura colectiva, produjo el exterminio de la especie que el Cielo y el Infierno –ahora sé que son la misma cosa- habían transigido en enviar a los hombres. La Gran Mutación, la Gran Revolución Genética de la especie Humana, la Era de la Empatía, fue abortada por el propio ser humano antes de comenzar.

Y la mirada del Viejo Hombre sigue siendo un punto ciego incapaz de percibir otra cosa que no sean los fuegos fatuos de su pobre, solitario, y condenado yo.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas

Can Cerbero
Can Cerbero, Cancerbero, Can Can Cancerbero, los griegos nos contaron en su mitología que este ser era el perro de Hades, tenía tres cabezas, tres increíbles y feroces cabezas, cola de serpiente y otras muchas serpientes que le nacían del lomo.
Cerbero guardaba la puerta del Hades y se aseguraba de que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Tiene un pariente en la mitología escandinava que llama Garm y también tiene el mismo oficio.
Yo conocí a Cancerbero cuando era pequeña a través de los cromos que venían en los bollos, no era muy afortunada, me salían muchos repes y entre ellos estaba Cancerbero, a fuerza de verle me empezó a caer simpático y con sus tres cabezas me iba indicando que cromo pegar primero. Mis amigos le tenían miedo y enseguida se desprendían de èl.
Entonces se me ocurrió pegarle en el estuche y nadie se atrevía a cogerme nada.
Hoy en día que imagen tenemos de él!
En las puertas de los locales nocturnos, en las porterías de un campo de fútbol, protegiendo a algún corrupto… me dan risa!

Ángeles Díaz
Grupo A


El koala
Pequeño y juguetón, como un muñeco de peluche. Sus movimientos sobre el suelo son torpes. Quizá por miedo a los peligros que le acechan, quizá por intentar pasar de puntillas y no ser detectado por sus enemigos. Por eso es feliz en las ramas de los árboles de los que se alimenta encontrándose en las alturas fuera de los peligros del suelo y más cerca del arco del cielo.

Mueve sus orejas de una forma anárquica sin que aparentemente exista una sintonía entre ellas. Sin embargo, quizá cada una siga el ritmo que marcan los arpegios de una sinfonía que sólo el escucha.

Su mirada es triste, pero no exenta de un encanto difícil de descifrar. Quién sabe si esa expresión no es otra cosa que la manifestación de un recuerdo de su infancia feliz en el marsupio de su madre.

Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B


Animosuctor
El animosuctor es nativo de las profundidades más oscuras y recónditas habitables. Se conocen testimonios de su afincamiento por todo el mundo, aunque es más frecuente su presencia en lugares fríos y con poca luz.

Nadie ha podido verlo, pues se trata de un ser que actúa siempre en su forma invisible, por lo que se desconoce su aspecto. Sin embargo, todos los testimonios afirman su existencia ya que aseguran haber sentido su presencia.

Esta bestia se va acercando lentamente a su víctima a la que elige teniendo en cuenta su debilidad anímica en el momento del ataque. Es la única criatura fantástica que se dedica a agredir exclusivamente a los seres humanos, pues los prefiere a cualquier otra presa. Dada su habilidad para deslizarse por debajo de puertas, rendijas y agujeros minúsculos, es imposible escapar a su embestida una vez que ha seleccionado a su elegido quienes tampoco tienen posibilidad de defensa. Se alimenta de la alegría de la víctima, la cual va desapareciendo poco a poco de sus cuerpos, dejando en su lugar un vacío y melancolía que preocupan sobremanera a los familiares. Una vez instalada la bestia en los mártires, succiona su vitalidad durante un tiempo indeterminado hasta que éste se hunde en una tristeza tal que, en ocasiones, ve el suicidio como única salida a su desconsuelo.

El influjo es tan importante que es necesaria la ayuda de los únicos expertos humanos conocedores de este ser y de su forma de actuar. Se trata de psicólogos y psiquiatras, cada uno de ellos con métodos diferentes a la hora de erradicar la influencia del animosuctor. Ambos, sin embargo, aconsejan ser fuerte y no dejarse llevar por esa tristeza cenagosa que inunda el corazón, momento final del ataque en los que juntos, bestia y presa, se alejan finalmente del cuerpo abandonándolo a su suerte.

Toñi Martín del Rey
Grupo A


Los Flamencos
Hubo una época donde el mundo era tan grande que cabía en una mirada. Quienes tienen un recuerdo del recuerdo de su existencia llaman a ese periodo la Edad Blanca. En aquel entonces, cualquier ser vivo -y todo era vivo- hablaba el mismo lenguaje. Un idioma de calado profundo ajeno a la la forma. Una jerga sin careos. Un habla sencilla que los eruditos de hoy tildarían de primitiva; unos por carecer de sistema, otros por pivotar entorno a lo que consideran el pantanoso territorio falaz de la magia. Supercheria sería su diagnóstico. Y es que ese verbo universal, ignorante del hermético argot que en nuestros días proclama el manual "De la taxonomía y sus comarcas", perforaba las palabras. Como dentro era fuera, como arriba abajo, como el que habla el que escucha, como el que vé, lo visto. El Aleph era la única realidad.

En ese habitat jamás se escuchó que el león fuera rey, el elefante grande o la piedra dura. Hobitts, Elfos, Ninfas, Enanos, Sirenas, Dioses, Diosas, Cíclopes, Titanes, Faunos, Duendes, Centauros... todos esos personajes que considerais de ficción eran reales. Sus gestas se trenzaban con hilo de cáñamo o hebras de seda, poco importaba. Su voz era la misma. Cuando la oscuridad avanzaba, el relincho del unicornio los unía. Era hermoso verles llegar al Oasis de Casandra -un punto neutral que estaba en todas partes-, abrir los ojos, mirarse sin miedo y permitir que sus pupilas se escucharan. En un instante, la eternidad renacía. Sin esferas numéricas, sin manecillas pautadas y sin la cuerda inmortal que hoy doblega los rios, el tiempo era tan grande que cabía en un estar. Cualquier espacio -y todo era espacio- compartía la misma memoria. Nada, nadie escondía nada, y ya sabeis que sin secretos, la luz es una honda. Ni Goliat ni Sauron pueden frenarla.

Más las sombras son ladinas. Descubrieron que cuanto más suave fuera su avance, más posibilidades tendrían de extender su corona. Bostezaron tenues límites a la confianza. Sigiloso, su aliento sibilino susurró su sueño siniestro. Su soplo se enredó en las alas de Morfeo. Sus alas se hicieron ruidosas. Su vuelo lento. Sin el reposo común, la puerta del iris se veló poco a poco. El olvido barrió las estrellas. La mar se cubrió de betún. La tierra se quebró. En cada hueso roto anidó una falla. Sobre la más profunda se edificó una torre: "Etemenanki". Desde entonces nadie escucha a Casandra.

De todas las posibilidades que la vida ofrece, nací humana. La suerte o la desgracia me dotó de un oido fino. Fué mi maldición o mi bendición. Todos tenemos alguna. Pero os aseguro que escuchar voces cuando las hoces bucales gritan batalla, es duro. Decidí huir. Me refugié en el desierto de Uyuni. Tras flotar durante cuarenta días y cuarenta noches en ese mar milenario que desconoce el agua, un tiburón de sal me devoró.

No se si alguna vez os ha sucedido. Es una experiencia extraña. El interior de un escualo es como la bodega de un bajel. La parte superior y lateral es de cartílago y la disposición de sus elementos muy parecida a la boca de Baset. Lo se porque tuve una gata que arropó mi infancia. La parte inferior es membranosa, ligeramente húmeda y de un tono rojizo. Parece rugosa pero no lo es. Una capa viscosa la recubre. Pequeños bulbos carnosos milimétricos alfombran su superficie. La mayoría esconde una especie de botón. Algo parecido a una mata de juncos finísimos los protege. Es curioso pasear sobre ese suelo donde los sabores se aúnan. El sonido de la paz es melodioso. En su abrazo me dormí. No sabría deciros si mi letargo duró tres días, treinta o tres mil. El despertar fué abrupto. Un espasmo tan grande como la profundidad de mi sueño, me devolvió al desierto. Que no estaba solo lo supe por el ruido. Una especie de graznido ronco lo envolvía todo. Cuando conseguí acomodar la vista, miles de flamencos se abrían a la vida. Blanco roto sobre blanco puro. Eso ví. Dulce sobre salado. Eso pensé. También había una joven. Una doncella ataviada con un quitón dórico por la largura y jónico por la textura y la confección. Era una arquera. De su torso pendía una aljaba con nueve flechas de plata. Su mano derecha asía un arco del mismo material. Tenía el porte sereno. Junto a ella, tan pegados a ella que en ocasiones parecían parte de ella, caminaban seis ciervos con la cornamenta vestida por la luna y varios perros y perras a cual mas hermoso. Todos de caza.

Creí que la locura jugaba conmigo y temí. Como bien sabéis una vez que escuchas su canto tu barco encalla. Ningún marinero se salva. Iba a correr cuando el mismo tiburón que me llevó en sus entrañas me detuvo. Con su cola dibujó un ciprés. Su sombra era alargada. Su tronco inmenso. Fué allí, al amparo de Artemisa, niña con niña, en el oasis de Casandra, como supe cuanto os cuento.

Al abrigo de un árbol que surgió de la nada, el marrajo se convirtió en una voz de viento. Su timbre tierno como el de una flauta escobó mis recelos. Los polluelos se aproximaron.

"Son hijos de Diana -continuó-. El recuerdo vivo de una Época Blanca. Un tiempo donde la palabra imposible no había salido de la forja coja que alimenta el miedo. Un entonces donde el tiempo era tan grande que cabía en un estar y el mundo tan inmenso que una mirada era suficiente para abarcarlo. Todos y cada uno de ellos nacen de su pensamiento. Crecen en él. Son un jeroglífico. Una ilusión de ilusiones que cubre una forma. Las patas serán largas como cañas. Papiros tubulares y esbeltos. Cofres cilíndricos que custodian un áncora de fuego, el ancla de Pandora. Se asientan sobre una peana cardinal. Una palma. Cuatro dedos. Cuatro puntos. Una misma materia. Una idéntica membrana. Aire, tierra y agua alimentados por una brasa de calado profundo, un verbo sin careos ni comarcas. Su estela aúna la memoria en una huella. Pronto aprende su pico que el trazado rectilineo de su diseño es un dogma infantil que les condena a la hambruna. Por eso se curvan. Porque no hay caminos rectos. Más allá de la superficie, hasta el fango mas espeso oculta savia sana. Hay que buscarla. Su cuello es un interrogante que se agranda. Imagen de la sospecha tenue que rompió huesos y sembró fallas. Evoca la desconfianza que cimentó con betún una torre tan alta como falsa. El plumón de lana se voverá rosado cuando la lumbre que portan en su zancas arda en su pecho con esa fuerza que sin consumir abrasa. Míralos bien. Son los hijos de una arquera que negó las sombras. Nacen de su pensamiento. Crecen en él. Son las flechas de plata que anidan en una aljaba. Al albor de la noche y en el introito del día ejecutan sin esfuerzo una sinfonía de saetas rosa. Su vuelo confiado dibuja la esperanza. "Etemenanki" lo sabe. Una sola de sus plumas puede restaurar el Aleph.

Ana Isabel Fariña
Grupo B


Tortuga mediterránea.
Camina, muy lenta, lenta.
Le pesa y ante el paso de sus pies arrastra su colita y va dejando huella.
Cuando sale el sol, se solea en su roca favorita que da al río.
Y entre los meses octubre- Enero
guarda el calor, hibernando.
No corre y deja de moverse.
De esta manera, conserva el calor
y no gasta energía.
Come insectos de río, pero fundamentalmente, es vegetariana.

Con la letra P
Iria Costa
Grupo B


Pesadillas (Basadas en el juego Heroes IV que juego aún)
Vinieron cuando aquel horrible sueño apareció, todas las noches soñaba lo mismo, y me despertaba ahogada, llena de sudor... aquellos preciosos caballos negros, de patas naranjas con pelo, pelo largo y anaranjado si, las Pesadillas.
Había mucha gente que no creía en ellas, y daban a entender que no existían.
Pero, yo siempre creí en ellas igual que creo en mi ángel de la guarda.

Aparecen para evitar que algo malo pueda pasarte o que la misma pesadilla te lleve.

Era tarde y decidí darme un baño en Agua de Rosas, mi crema hidratante, música relajante...

Iria Costa
Grupo B


Zorro
Por la lejana “llanura”
va “caminando” un jinete…

Dicen las malas lenguas que eres agresivo y ladino; astuto y sibilino.
Pinocho se encontró contigo en su camino y Pepito Grillo no supo librarle de ti ni de tu amigo.
Sí. Tienes mala prensa. Al cuervo adulaste y de la cigüeña te burlaste.
Dejando la leyenda a un lado, no veo en ti tal desagrado.
Inteligente, nocturno, superviviente… siempre errante.

(…)

Algunas veces, tengo la dicha de verte.
Solitario. Lejos, muy lejos. Perdido.
Cuando la mañana te alcanza,
con ese andar desabrido,
fuera del mundanal ruido…
Tu pelo rojo cimbrea entre los campos de trigo.
El cielo tienes por techo y por suelo, camino.
Nadie te conoce como yo, amigo.

Concha González
Grupo B

Servicio de urgencias

La sesión del lunes pasado la dedicamos a los hospitales, lugares de peregrinación -ya sea como pacientes o visitantes- que inspiran todo tipo de historias.
Entremos por un momento en una consulta y observemos todo cuanto sucede allí dentro, entre el médico y el paciente. La misma exploración que hace el galeno en nuestro cuerpo vamos a hacerla a nuestro alrededor hasta un diagnóstico perfecto.

Si estableciésemos una comparación entre la medicina y los diferentes géneros literarios deduciríamos, según Carlos Rey, que “El prospecto equivaldría a la poesía, pues es un texto breve, producto de una iluminación; la autopsia tiene las dimensiones y la estructura interna de un relato corto; y el historial médico equivale, sin duda, a la novela.”




Transcribimos, a continuación, algunos textos que nos servirán como jarabe reconstituyente para sentarnos a escribir. Nuestros médicos de cabecera serán, por este orden, Julio Cortázar, Susana Barragués y Pío Baroja. Al texto de Susana lo acompaña el poema visual de García de Marina "Electrocardiograma":

Lucas, sus hospitales

Como la clínica donde se ha internado Lucas es una clínica de cinco estrellas, los-enfermos-tienen-siempre-razón, y decirles que no cuando piden cosas absurdas es un problema serio para las enfermeras, todas ellas a cuál más ricucha y casi siempre diciendo que sí por las razones que preceden.
Desde luego no es posible acceder al pedido del gordo de la habitación 12, que en medio de plena cirrosis hepática reclama cada tres horas una botella de ginebra, pero en cambio con qué placer, con qué gusto las chicas dicen que sí, que cómo no, que claro, cuando Lucas que ha salido al pasillo mientras le ventilan la habitación y ha descubierto un ramo de margaritas en la sala de espera, pide casi tímidamente que le permitan llevar una margarita a su cuarto para alegrar el ambiente.
Después de acostar a la flor en la mesa de luz, Lucas toca el timbre y pide un vaso de agua para darle a la margarita una postura más adecuada. Apenas le traen el vaso y le instalan la flor, Lucas hace notar que la mesa de luz está abarrotada de frascos, revistas, cigarrillos y tarjetas postales, de manera que tal vez se podría poner una mesita a los pies de la cama, ubicación que le permitiría gozar de la presencia de la margarita sin tener que dislocarse el pescuezo para distinguirla entre los diferentes objetos que proliferan en la mesa de luz.
La enfermera trae enseguida lo solicitado y pone el vaso con la margarita en el ángulo visual más favorable, cosa que Lucas agradece haciéndole notar de paso que como muchos amigos vienen a visitarlo y las sillas son un tanto escasas, nada mejor que aprovechar la presencia de la mesita para agregar dos o tres sillones confortables y crear un ambiente más apto para la conversación.
Tan pronto las enfermeras aparecen con los sillones, Lucas les dice que se siente sumamente obligado hacia sus amigos que tanto lo acompañan en el mal trago, razón por la cual la mesa se prestaría perfectamente, previa colocación de un mantelito, para soportar dos o tres botellas de whisky y media docena de vasos, de ser posible esos que tienen el cristal facetado, sin hablar de un termo con hielo y botellas de soda.
Las chicas se desparraman en busca de estos implementos y los disponen artísticamente sobre la mesa, ocasión en la que Lucas se permite señalar que la presencia de vasos y botellas desvirtúa considerablemente la eficacia estética de la margarita, bastante perdida en el conjunto, aunque la solución es muy simple porque lo que falta de verdad en esa pieza es un armario para guardar la ropa y los zapatos, toscamente amontonados en un placard del pasillo, por lo cual bastará colocar el vaso con la margarita en lo alto del armario para que la flor domine el ambiente y le dé ese encanto un poco secreto que es la clave de toda buena convalecencia.
Sobrepasadas por los acontecimientos, pero fieles a las normas de la clínica, las chicas acarrean trabajosamente un vasto armario sobre el cual termina por posarse la margarita como un ojo ligeramente estupefacto pero lleno de benevolencia. Las enfermeras se trepan al armario para agregar un poco de agua fresca en el vaso, y entonces Lucas cierra los ojos y dice que ahora todo está perfecto y que va a tratar de dormir un rato. Tan pronto le cierran la puerta se levanta, saca la margarita del vaso y la tira por la ventana, porque no es una flor que le guste particularmente.





El electrocardiograma

Caso Clínico: Mujer invicta y húmeda aquejada de fuerte punzada negra en el pecho.

Cuadro eléctrico: Tendencia arrítmica, no existencia de patrón de pulso constante, frecuencia de punta cardiográmica 7 veces por encima del valor medio generacional.

Impresión de onda: Longitud armónica desaforada.
La paciente insiste en que no puede controlar la tracción de su diástole. Diáspora abrupta, conmoción, crisis vaso dilapidatoria.

Impulso palpitante: WWKS 576 008.
No se declaran estímulos adicionales contracción, aparte de la propia pasión convulsionando en el olvido.

Comentario Vs Diagnóstico previo: La paciente presenta claros síntomas de desviación vasculo-amatoria. El diagrama eléctrico muestra patrones salvajes y la impresión del latido es exaltada. tendencia a l palpitación ecuestre, ecograma de animales en el latido, y otros patrones transitorios del desamor a carreras.

Se procede a dosis de secuestrante emocional JKKoSp (0435) y calma de irradiancia sublime. Asegurar evolución pausada, laxitud de pulso, ausencia de impresión anímica.
No proceden otros comentarios.

S.S.C.C:
B.L:
Ca/Mag/Na:
6.4.02/17.50/Hab 889/Num. 776/
Atendió

Canción de los artítricos

Somos la flor y nata
de los artríticos.
Somos la quinta esencia
de los nefríticos
Tenemos casi siempre
hipertensión
y una vaga hipertrofia
del corazón.

Nuestra elegancia es cosa
bien manifiesta.
Nuestra presencia nunca
es muy molesta.
Somos unos Petronios
de selección,
más fervientes del plato
que de Platón.

No pueden compararse
con los artríticos
los gafos ulcerosos
o sifilíticos.
Somos productos natos
de alta tensión,
que vamos por la vida
con distinción.

Pío Baroja


Propuesta de escritura

Escribir una historia inspirada en alguna de las bromas y chistes que forman parte de la página de Facebook Acción Poética Clínica:


(Pincha en la imagen para ampliar)


Y estos son los trabajos recibidos hasta ahora:


Nueva consulta médica

Hasta ahora, en la mayoría de las consultas médicas, los principales problemas tratados, eran el colesterol, el tabaco o el sobrepeso.
Para controlar el colesterol, el baremo era no sobrepasar los 200 mg/dl, y para todo lo demás recomendaban la dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado y mucho ejercicio físico.
Pero ha surgido una nueva enfermedad, "El tratamiento del ego personal", de difícil cura, solo un especialista, el Doctor YO, al que están acudiendo personas muy importantes. Han visto salir de su clínica, a Messi, Ronaldo, Rajoy, Putin, Merkel, Vargas Llosa, Florentino, etc, etc.
En el primer tratamiento, les recomiendan pasar una semana con alguna ONG en Irak, Gaza, Nigeria, Sudan del Sur, Siria, Afganistán, o en asentamientos de refugiados.
Si el primer tratamiento no se realiza, la enfermedad se convierte en crónica y no tiene cura posible. Los primeros síntomas detectables son perdida del sueño y un malestar general.

Luis Iglesias
Grupo B



— Y dígame, ¿usted escucha voces en su cabeza?
— (No, dile que no)
— No doctor.


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—(Bien. ¡Esa es mi chica!)
—Bueno…en realidad sí, doctor. A veces.
— (¡Qué haces!, Te he dicho que le digas que no! ¡Impresentable!)
— Entiendo…Vamos a hablar de esas voces, Laura.
—No son voces, doctor. Es una voz.
—(Es una voz que va a hacer que te enteres).
— Y esa voz, ¿es conocida?
— Sí. Es mi voz, pero más contundente. No tartamudea, a veces chilla.
— (No tartamudeo porque no soy una cobarde como tú).
—Bien Laura. ¿Y la voz aparece mucho?
—(Dile que no).
—No. Bueno… a veces. En realidad muchas veces, todas las veces.
— (Te vas a enterar hoy, ya verás luego).
— ¿Y ahora, le está hablando?
—Sí. Dice que me voy a enterar luego.
—(No, bonita. Digo que no te imaginas ni un poco lo que te vas a enterar luego).
—Entiendo. Laura, mírame a los ojos. Tranquila, todo está bien, estamos solos tú y yo. Quizá serías capaz de intentar no escucharla, y contarme tranquilamente, como dos amigos que se toman un café, pero no un café cualquiera, ¿eh? un café rico y espumoso, pongamos en… ¿Nueva York? Sí eso en Nueva York. Imagina esa ciudad, ese café, ¿vale? Quiero que me cuentes lo que te suele decir, pero que ahora no la escuches. Sólo cuéntame. Sólo habla.
—(Jajajaja, ¡sólo habla! ¡Pero si no sabes ni hablar! ¡Nueva York y un café! Pero, ¡si no se quieren tomar un café contigo ni en el instituto!
—Me dice muchas cosas doctor. Ahora mismo, que nadie querría tomarse un café conmigo.
—No la escuches. Yo querría tomarme un café contigo.
—(Claro, porque le pagas 60 euros cada vez que hablas con él).
—Me dice que no valgo para nada, que todo lo hago mal. Que soy débil, que no soy sincera y que hago bien, porque si la gente me conociese me aborrecería aún más.
—(Te digo lo que hay, bonita. Alguien tiene que decirte la verdad)
— ¿Has hablado con tu familia de esa voz, Laura?
— No. Me da vergüenza.
— (Te da no, eres una vergüenza).
— ¿Qué crees que te diría tu familia?
—No lo sé. ¿Que estoy loca?
—(Sí lo sabes. ¡Que estás loca!)
—No. No te dirían que estás loca. Te escucharían, te ayudarían. Ellos se preocupan mucho por ti.
—(Yo me preocupo mucho por ti. Ellos no).
—No lo sé doctor. Quizá no tanto.
—Laura. ¿Sabes que tu madre y tu padre vienen a terapia también para tratar de aprender a ayudarte?
— (jajajajaja ¡Genial! ¡Tres locos en la familia!. Dile que si va a atender también al perro! jajajaja ¡por favor!¡Díselo Laura!
— Cállate!!! (grito, Laura se pone a llorar).
—Tranquila Laura. Todo está bien. Toma un pañuelo. Bebe agua. Tranquilízate.
—No lo sabía doctor, no sabía que usted veía a mis padres también.
— Están muy preocupados por ti. No saben, no sabíamos lo de la voz. Pero sí que sufres, y que no mereces sufrir. Y quieren aprender a ayudarte.
—( Aprender a ayudarte. Vaya padres, ¿eh, Laura? Inútiles como tú)
— ¿Cómo saben que sufro, doctor?
—Porque piensan en ti todo el tiempo. Y te conocen. Y saben que eres una persona sensible, especial. Que te preocupas por los demás. Y saben que eso a veces duele, que a ti te duele. Y te quieren ayudar. Saben que estás en un bache, y te quieren ayudar. Nada más.
—(Sabes que es mentira. Sabes que sólo tú y yo podemos ayudarnos, porque somos las que nos conocemos de verdad. Que eres sensible y que eso no sirve de nada. Como mucho para ser consciente de lo invisible que eres. Que eres especial, sí, y por eso estás sola. Que te preocupas por los demás, porque los demás no son alcanzables para ti, Laurita. Eso lo sabemos tú y yo)
—No sé si esas cosas que dicen mis padres son verdad, doctor.
—Lo son. Lo piensan ellos, lo piensan tus hermanos. Tus profesores. Lo piensan Carla y Marga.
—¿Carla y Marga?
—(Se lo está inventando).
—Sí. Carla y Marga acompañaron a tus padres el otro día. Ellas también están muy preocupadas y quieren echar una mano.
—Pero, ¡si pensé que estaban enfadadas conmigo! Hace semanas que no las llamo, que no hablamos.
—(…y seguro que lo han celebrado).
—No lo están. Al contrario. Están preocupadas y tristes por ti, nada más. Y tu tutora se reunió con tus padres también. Dice que eres una estudiante y una persona excelente.
—(Excelentes los 60 euros! venga Laura, vámonos!)
—¡No!
— ¿Perdón?
—¡No!. No le digo a usted doctor, le digo a ella. NO!!!!!
—(Tranquilízate no hagas el ridículo. Sabes que no sabes decir que no, y sabes que a mí no puedes decirme que no)
—¡¡¡¡¡¡NOOOOO!!!!!
—(Uy! ¡qué valiente Laurita! ¿hemos acabado ya el show? venga, ¡vámonos!)
— Doctor, no quiero irme con ella.
— Mírame Laura. No te vas a ir con ella. Vamos a ir haciéndola desaparecer poco a poco.
—(No loquero. Yo te voy a ir haciendo desaparecer poco a poco).
—Vete!
—(Ok, Laurita, pero volveré. Para protegerte, para que te acabes rindiendo).
— ¿Estás mejor, Laura?
—Sí. Se ha callado. Dice que me acabaré rindiendo.
—¿Y crees que te acabarás rindiendo?
— Quizá, pero cuando la mate.

Néstor Valverde Merlo 
Grupo A


Reconciliación

De pronto un volantazo. ¿Por dónde apareció aquel coche?
Sirenas, gritos, frenazos.
Alguien me desató el cinturón, salí por mi propio pie, pero él, ¿dónde estaba él? ¡cómo actúan de rápidos! ya estaba en la ambulancia.

En otra me trasladaron al hospital, me acompañaron a una habitación, la 215, segunda planta; sorprendentemente no tenía ni un rasguño por fuera, pero por dentro mis entrañas se removían, mis manos y mis pies no paraban, querían salir de allí, pedí que me llevaran a la puerta del quirófano, necesitaba estar lo más cerca posible de él, para que el amor que había dentro de mi corazón, por lo misteriosa que es esa fuerza de alguna manera llegase a él y, aún en su estado inconsciente actuara como un bálsamo que le diese fuerzas, luchar por vivir y, que mi energía fluyera y guiase las manos del cirujano.

Traumatismo craneal abierto, amén de otras fracturas, de menor importancia.

Paseaba por aquel pasillo desangelado, frío, techos altísimos, paredes blancas, de pronto me encontré ante una puerta: Capilla; sentí que podría ser un buen lugar para refugiarme, empujé la puerta, me recibieron unos acordes del Adagio de Albinoni, penumbra, olor a limpio de monjas, en el frontal una palabra: Hágase.¡¡No, no!! el grito no salió al exterior, retumbó dentro de mí. No quiero que se haga su voluntad, no lo acepto, no me resigno, me rebelé contra el “Fiat”, ¡ yo no! En mi mente se hizo una niebla, me venían flases ¿Por qué decimos “Hasta mañana si Dios quiere”? Es que ya admitimos que no va a querer, o “ Que sea lo que Dios quiera”.

Me debí dormir, me despertó el móvil: -¿Sra. de José Manuel Díaz?, el doctor la espera en el despacho de información a familiares, está al lado del quirófano; tranquila, ya está en reanimación-

Recorrí esos metros como si me hubiesen puesto alas.

-Todo ha ido bien, hemos limpiado, no hay ningún coágulo, su cerebro no está dañado, dentro de un rato pasará a verlo, esta noche permanecerá en la UCI-

Todas las lágrimas que no había derramado empezaron a fluir como un rio, fue como una lluvia purificadora que arrastraba las sensaciones que habían atenazado su mente.

Y aquel pasillo se transformó, ya era una primavera, todo luz y color, el gorjeo de los pájaros lo pusieron el -¡mamá, abuela!-, había llegado la familia.

Y volvió a la capilla, había que reconciliarse con Dios.

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


Anestesia 

Con mi cuerpo herido,
susurro palabras
que duermen mi latir.
Perdida la consciencia,
navego por un mundo
de horas dilatadas.
Diálogo de imágenes,
de voces incoherentes
acarician mi sueño,
desatan mis sentidos.
Nuevas sensaciones
despiden el pasado
para curar la piel en la que habito.

Sofía Montero
Grupo B


La Séptima: Unidad de psiquiatría

Hay nidos que se construyen con los pájaros caídos
Trinos que quebró el rumor de un tornado que la tierra desconoce
Bailarines del aire que secuestró una nube.
Aves de plumón brillante y aleteo turbio.

Hay nidos que se construyen con heridas subterráneas
Versos que supuran rimas rígidas de métrica concéntrica
Frases poéticas de acento turbio y pausa confusa
Estrofas de luz monolítica y renglón dislocado

Hay nidos que se construyen con los perfumes náufragos
Aromas que zozobran bajo el cetro de un matiz déspota que los gangrena
Esencias que se evaporan en una gota de alcohol sátrapa
Fragancias de maceración incierta y cedazo umbrío

Hay nidos que se construyen con partituras fantasma
Pentagramas que enloquecen entre líneas ficticias de trazo demente
Pergaminos musicales que intoxican el espacio con acordes falaces
Monodias de tono irrefutable y timbre vesano

Hay nidos que se construyen con los vinos agrios
Néctar que se oxida en la barrica invisible de un roble agusanado
Zumos que se enfangan entre hollejos y pepitas que trituró la locura
Uvas de fermentación volcánica y sabor glaciar

Hay nidos que se construyen con la hojarasca que sembró un embudo
Hay nidos que se construyen con la maleza de un poema ulcerado
Hay nidos que se construyen con las zarzas de un olor hundido
Hay nidos que se construyen con el follaje de notas disonantes
Hay nidos que se construyen con la broza de un elixir acedo

El mundo órbita ajeno a su piar
Ayer ví uno
Está en la parte más alta de la copa de un edificio, cubierto de llaves y silencio
Sus polluelos son tan ruidosos como secretos

Un halcón custodia el enjambre de mazmorras que corroen su llama
Una lechuza y un búho barren los nudos de la red que dinamita su gorjeo

Hay nidos que se construyen cerca del sol
Tal vez Icaro sea el padre su plumón sin brújula

Hay árboles de hormigón donde se esconde un nido
Ayer trepé por su tronco. Lo ví. El universo vibra ajeno a sus versos.
Hoy rondo sus raiz y sus ramas.
Bajo su sombra busco luz. Espero.

Ana Isabel Fariña
Grupo B


Dos montes y valle llevan,
con sensibilidad exquisita.
Que a los hombres vuelve locos
y a los niños tranquiliza.
¡Un quitapenas, señores!
que no tiene parangón.
En pequeños o en grandotes,
siempre molan mogollón.

Luisa M. Sánchez Mayorga
Grupo B


La primera vez

Pijama blanco, bata azul, ¡cámbiate!
Nuevo en un viaje sin maleta, sin ruta programada, sin dinero, sin saber. Como un niño, aprieta la mano de su mujer buscando seguridad.
Una cortina testigo de su soledad. Lentamente se quita los zapatos, la ropa, las joyas. Despojarse de lo externo y sentir el alma desnuda. La herida del miedo le abrasa, la duda... ¿Dios, la ciencia, la suerte...?¿Las manos de quién lo van a sostener?

Y se siente masa; cambió el “Don” por un número de habitación, el curriculum pasó a historial. ¡Es uno más!
Su deseo profundo, cerrar los ojos y despertar sin que todo eso fuera realidad

* * *

Su nombre bordado en el bolsillo de su bata. ¡Suena bien!

Era la primera vez; brillante en sus estudios, prácticas para aprender y ahora por fin tocaba ejercer. Su consulta limpia, la pluma regalo de sus papás, el móvil en su chaqueta y ganas de empezar. Todo se lo había ganado, se lo merecía.
Hacia él volaban los deseos y ansiedades de los pacientes. ¿Cuánto darían por conocerlo para que les sanara y abriera caminos? Todos buscaban su mirada, ser importantes para él ¿podría hacerse respetar y querer?
Y se cree especial, afortunado, sabio. Orgullo de su familia. Ahora es “Don”, ahora se siente “Dios”.

Su deseo profundo, no despertar de ese sueño maravilloso que, con su lado amargo, el éxito le brinda ya.

Paloma Rodríguez Prieto
Grupo A


Anecdotario

—Bueno, dígame Aquilino, ¿qué le ocurre?
—¿No es usted el médico? Pues dígamelo usted a mí.

***

— A ver Rafael. La intervención ha ido a la perfección.
— Muchas gracias doctor, me parece mentira encontrarme como me encuentro, si pienso en como estaba hace unas pocas horas, después del navajazo.
— Ya sabe doctor, si hay alguien a quien no quiera o que le sea molesto por cualquier asunto, no tiene más que decírmelo.

***

Entre compañeros. Enfermera de 22 años, por cierto un bombón, que da a luz y le atiende el residente de ginecología con el que se ve diariamente a lo largo de la jornada laboral y con el que existe una cierta química.
En el parto la mujer sufrió un pequeño desgarro en el perineo que cosió el compañero con esmerada delicadeza.
Al día siguiente al proceder a la revisión de los puntos de la episiotomía, la enfermera ruborizada se abre de piernas para que la pueda observar y el residente exclama: —¡Te lo he dejado, de cine!, expresión que acompaña con un “ok” con sus dedos.

***

En una consulta de farmacia de hospital dónde los medicamentos no los abona el paciente
— Disculpe, doctora, este tratamiento será muy caro ¿verdad?
— Mírelo usted mismo
— ¡26.000 € el tratamiento de un mes!. Se asombra el paciente.
— Tranquilo, si esto sirve para que usted se cure, o para lograr que tenga una vida con mayor calidad, merecerá la pena eso y más. Ya está pagado.

***

Llega a una consulta una antigua compañera de colegio de la médica con la que había tenido un altercado. Llamada de la paciente por megafonía,
— Puede pasar María Dolores Beltrán.
Después de tres minutos se interrumpe la entrevista, la médica le mira a los ojos con profundidad y afirma,
— Te conozco, pero entonces no te llamabas así. Ya te recuerdo, ¡eres Mirian!. ¿No te acuerdas de mí?,
— Teresa Lamas. No, ni idea. Contesta la paciente
— Cuando yo tenía siete años, tú y yo nos sacudimos en el patio por unos gusanos de seda. ¡Abusaste de mí!, tú eras cuatro años mayor. Créeme, nunca me había golpeado con nadie, ni después ha vuelto a ocurrir. Hombre, ¡no se le pega a una niña menor!. Desahoga la médico.

Antonia Oliva
Grupo B


Técnico en Anatomía Patológica o EL CARNICERO POSTMORTEM

Hago autopsias, siempre a los demás, aunque ese prefijo ”auto”…Así que me dedico a ver las cusas de la muerte de otros.
No me gustaba del todo mi especialización en la vida del hospital, pero es que me gusta analizar las cusas de las cosas. Como dijo un autor francés “morir es convertirse en objeto” y como además el morbo me poseyó siempre, a veces parecía tener el poder del asesino, aunque los vivos me consideraban buena persona, incapaz de vampirizarme con tanta sangre.
Así que soy detective de cadáveres que me hablan desde su mudez absoluta.
Busco causas de la muerte ajena, no podré hacerlo con la mía. En ocasiones eso de diseccionar, observar, manejar instrumentos cortantes extraños y amenazadores, me desahoga de otros instintos. El color blanco que me rodea parece borrar la perversión de los hechos. Estoy en el reino del frío y de la muerte, blanca y radiante como una novia solitaria… Soy el dueño de la muerte y a veces más inteligente que ella. Asunto freudiano sin duda. Podría ver los higadillos del más poderoso de la tierra.
De modo que me parece administrar una segunda muerte con elegancia y precisión, o con odio medido ante esos miembros que quizá habían amado tanto.
Siempre recordaré la frase aullante y desesperada que una gitana pronuncia ceca del depósito donde están troceando a su hija: ¡Ay queme la están matando otra vez! Es de la novela Tiempo de silencio…Curiosa coincidencia.

Emilia González
Grupo B


Sala de espera y en la consulta

A primera hora de la tarde voy al hospital por un dolor de pecho, cuando llego me siento a esperar en la sala de espera , mientras estoy esperando saco un libro para leer, después de estar esperando por mas de dos en la sala de espera me dispongo a escribir para relatar lo que está ocurriendo allí , justo cuando empiezo a relatar me llaman por megafonía para entrar en la consulta.
Entro, me dirijo al doctor, buenas tardes, el doctor me pregunta qué me pasa.
Le digo que vengo al hospital porque llevo desde esta mañana con un dolor de pecho. Vamos a examinarle , me pregunta: ¿lle duele a usted por aquí?
Yo le digo por ahí no me duele. Me duele en esta parte del pecho, el médico me ve una parte muy inflamada y dice
Vamos hacer unas pruebas. Llama al celador, acompañe al enfermo que vamos a hacerle unos análisis.
Después de hacerme los análisis, voy a la sala de espera a esperar los resultados. Mientras estoy esperando en la sala de espera me encuentro con el escritor Mario Vargas Llosa esperando y que va con el mismo motivo que yo. Le pregunto que le pasa Mario, me responde voy con un dolor de pecho, yo le respondo a mi me pasa lo mismo que a usted. Mientras estamos hablando me llaman para entrar en consulta , yo le deseo que se recupere pronto .
Entro en la consulta , le pregunto al doctor que me pasa , el doctor me dice lo que tiene usted es por la alimentación , le voy a mandar a su médico para que le haga un seguimiento..

David Álvarez
Grupo B


Consulta médica

Me dices que estoy enfermo
y no te falta razón.
Mis males no son visibles
son males del corazón.

***

Y tan desgraciado soy
-mis males no tienen cura-
que arrastrándolos yo voy,
con pena a la sepultura

Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B


Salmonelosis

El Señor es mi Pasteur;
nada me infectará.


Fue un chiste tonto, muy tonto, que me envió mi mujer. Un meme de esos, con fotito del señor Pasteur y todo. Yo le estaba hablando de los beneficios de la leche desnatada y enriquecida con calcio y ella, sin siquiera prestarme atención, sigue en su móvil y me envía eso. No debería sorprenderme, nadie se toma en serio mis problemas. “Hipocondríaco”, me dicen, cuando yo solo soy una persona que se preocupa por su salud como debería hacerlo todo el mundo. Ahora algunos hasta se han puesto más creativos y me han llamado “obsesivo compulsivo”. Ellos no entienden que me enfermo con mucha facilidad, que por eso tomo las precauciones necesarias. ¿De cuándo acá es pecado lavarse las manos y tomarse unas cuántas vitaminas? Para prevenir, nada más. No lo escuchan a uno y, entonces, pasa lo que pasa.

En verdes salas me hace esperar,
por zonas asépticas me conduce…


Ahora sí que estamos mal. Si hay algo que detesto es tener que ir a Urgencias. Esperar entre otros enfermos. No he podido protegerme con una de mis mascarillas porque no he parado de vomitar. No soporto estos lugares. Sale uno peor que cuando llegó. Eso le pasó a mi tío José, que en paz descanse, que fue por un golpe de nada, agarró una bacteria y no duró ni dos semanas. Aunque la verdad sea dicha, ya estaba bastante mayor.

Me da nuevos remedios
y me lleva por la ruta de las farmacias,
haciendo honor a mis enfermedades.


Hoy día la ciencia está muy avanzada y es un crimen no cuidarse con tantas alternativas. Ahora han quitado el jabón antibacteriano porque supuestamente hace más daño que bien. Sin embargo, todavía nos quedan los complejos multivitamínicos, los yogures con fibra, el café instantáneo enriquecido con magnesio. Y no olvidemos tampoco los remedios caseros. Hay que ver cómo duraban nuestras abuelas.

Aunque coma en el más oscuro de los chiringuitos,
no temeré intoxicación alguna,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tus antiácidos y antidiarreicos me inspiran confianza.


El caso es que no me gusta salir porque las enfermedades siempre están al acecho, pero se han burlado tanto de mí que ya no aguantaba más. Me decidí a aceptar la invitación de unos viejos amigos que se encontraban de visita en la ciudad. Se empeñaron en ir al cine, de todos los sitios, que estornuda uno de la última fila y nos bautiza a todos con sus gérmenes. Sabía que después, seguramente, mis amigos querrían irse a comer a algún sitio poco higiénico, así que decidí tomar medidas.

Me has preparado un botiquín
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido Purell® en mi cabeza,
y mi vasito medidor rebosa.


De hecho, me puse a ver qué restaurantes había en la zona y me entró el pánico. Así que decidí comerme una ensaladita antes de salir: un poco de lechuga y tomate ungidos con aceite de oliva y condimentados con una pizca de la sal de la vida, pura salud. Cuando uno se prepara las cosas en su casa, sabe de dónde vienen. Luego, jugaría con la comida un poco, pero sin echarme un solo bocado.

Tu antibiótico y tu antihistamínico me acompañan
a lo largo de mis crisis,
y por la consulta, oh Señor, por siempre me apareceré.


Al final, la pasamos muy bien. En el cine, me tapé la boca con un pañuelo y, en el restaurante, me tomé un poquito de vino, algo de pan y poco más. Sin embargo, en mitad de la noche, cuando ya estaba durmiendo, me sorprendió un fuerte dolor abdominal, seguido de fiebre, escalofríos, vómitos, diarrea, pensé que moriría. Por eso estoy aquí, en Urgencias, y el médico ha dictaminado que tengo salmonelosis. Dice que no soy el único. Ha sido una epidemia de dimensiones apocalípticas. “La lechuga”, dicen; “contaminada”, por lo visto. Y después se atreven a acusarme de hipocondríaco.

Ismarie Díaz Flores
Grupo B


Madre no hay más que una
—Buenos días, doctor.
—Buenos días, señora. Dígame, ¿qué le ocurre?
Verá usted, me siento triste, abatida… frustrada.
A qué se debe su estado anímico? Usted parece radiante y bella, hermosa, si me permite la apreciación…
Eso dicen, doctor, pero de un tiempo para acá noto que estoy envejeciendo muy deprisa. Me falta el aire, noto como que la sangre en mis venas está intoxicada y espesa, no descanso, tengo pesadillas y ansiedad.
Cualquiera lo diría, señora, ¿no estará exagerando un poco?
No lo creo. Yo siempre he sabido adaptarme a mis circunstancias, he pasado momentos peores y momentos mejores; siempre he salido adelante, pero esta vez estoy muy tocada…
 ¿En qué sentido, señora?
Mire doctor, soy madre de muchas criaturas. Todas muy diferentes entre sí, pero nunca hubo problemas de entendimiento. Se han cuidado y respetado los unos a los otros. Yo quiero a todas por igual, sean fuertes o débiles, guapos o menos agraciados. En esta gran familia que formamos, cada uno ocupa su lugar y desempeña las tareas que yo le he encomendado y creo que nunca les ha faltado de nada; tienen todo lo que necesitan para vivir felices.
¿Entonces cuál es el problema, señora?
El problema es uno de mis retoños. Me hace la vida imposible. Creo que ya no me quiere. Hace todo lo que está en sus manos para que sus hermanos se peleen, crea crispación; es descuidado y destructivo. Es egoísta, calculador y muy soberbio. ¡Parece mentira que haya salido de mis entrañas! ¡Créame, yo no lo eduqué así! Me está destrozando, y yo, doctor, ¡ya no puedo más! Lo peor de todo, ¿sabe qué es?
 Dígame, señora. Porque por lo que veo, sí que tiene usted un problema y gordo…
   Lo peor es que he empezado a odiar a la criatura que creí la más inteligente de todas, en la que había depositado todas mis esperanzas… de la que creí, además, que iba a cuidarme toda la vida. Y resulta que está empeñado en hacerle daño a la que más le quiere y no se da cuenta de que mi sufrimiento va a ser el suyo y que si yo muero, también será su fin.
 Pues solo veo una solución señora: usted se debería deshacer de su criatura, por mucho que duela. Las personas tóxicas, cuanto más lejos mejor.
¿Usted cree, doctor, no es un poco drástica esa medida?
Es lo único que puede hacer para recuperar la paz y la armonía, y verá cómo se siente mucho mejor. Volverá a lucir esa bella imagen a la que nos tiene acostumbrado y recuperará la salud en poco tiempo.
Supongo que no me queda otra que hacerle caso, doctor, por el bien de mis otros hijos, que no se merecen todo esto. Pero comprenderá que para una madre tomar semejante decisión es como arrancarse una parte de su corazón.
 Lo sé, señora, lo sé, me hago cargo. ¿Puedo preguntarle cómo se llama su criatura?
 ¡Cómo no! Pero ya le digo que su nombre le queda grande. Se llama Humanidad.

Caroline Rott
Grupo A


Cómo revivir un niño (búsqueda en Google)

Releí las notas de Julián otra vez. Su redacción era ágil y su letra impecable; pero lo difícil no era escribir aquello, sino comunicarlo. Suspiré, dando vueltas a cómo explicar las conclusiones de mi compañero a la madre y al propio niño. Nunca me había enfrentado a una situación similar: pediatría no era lo mío. Y sin embargo, allí estaba: portando la bata blanca en la consulta de Julián.
Maldije en silencio el momento en que aquel médico jovial había cedido al “venga, anímate, solo será una pachanga” y había acabado con una luxación de codo: baja para un mes. Así había terminado yo en ese embrollo. Nunca se me habían dado bien los enanos. Los niños, no los pacientes que sufren de acondroplasia, cretinismo, síndrome de Wolf-Hirschhorn… Me desvío. Volvamos: nunca se me habían dado bien. Y justo tenía delante el informe de Julián: adultalgia severa. ¿Cómo se dirige uno a un niño que no es niño? ¿Se explica la situación mirando a la madre o se habla directamente con el pequeño aquejado de adultez?
La gente piensa que los médicos terminamos por tratarlos como máquinas, evaluando de manera rutinaria sus deficiencias y fallos. Nadie se imagina que, en ese compás de espera, los médicos sufrimos complejos circunloquios internos. A veces San Google da buenas ideas en esos momentos…
En eso estaba cuando llamaron a la puerta y esta dejó paso al torbellino. Carlos, el niño que había examinado mi lisiado compañero Julián, entró con celeridad y sin esperar respuesta. Vestía uniforme típico, mochila en forma de maletín a la espalda, mocasines negros, gafas de pasta, peinado con raya a un lado, Smartphone en la mano y una pila de libros que dejó con estruendo encima de mi mesa, ya de por sí abarrotada, mientras se sentaba sin pedir permiso. Su madre le siguió, cabizbaja y con un ademán que no sé si escondía timidez o vergüenza.
Fue el pequeño el que rompió el silencio:
- ¿Dónde está el doctor Robles?- preguntó con impertinencia Carlos. Primer síntoma identificado.
- Buenos días, doctor.- dijo la madre, intentando tapar los malos modales de su hijo.
- No me habrán hecho venir para nada… espero. Pues, como comprenderá, yo me encuentro perfectamente y tengo mucho que hacer y mucho pendiente. No estoy como para tirar el tiempo aquí. – retomó la palabra Carlos, amenazante, solo dignándose a mirarme cuando su Smartphone tardaba algo más en cargar las pantallas.
- Buenos días Carlos, Sonia.-dije yo por primera vez- Mi compañero Julián, el doctor Robles, está de baja y ha dejado en mis manos vuestro caso. No te preocupes, Carlos. No te vamos a hacer perder el tiempo, ni a ti, ni a tu madre. – intenté transmitir cercanía con el tuteo…
- Muchas gracias, doctor.- dijo la madre.
- Al grano.- replicó el niño.
- Perdone la brusquedad de Carlos. – la bata blanca parecía imponer aquel trato deferente.
- Estoy al tanto y me consta que estáis aquí para solucionar esta actitud, entre otras cosas. – “¿era la amabilidad la mejor manera de afrontar aquello?,” me pregunté a mí mismo. – El diagnóstico es claro: Carlos sufre una adultalgia severa, agravada por unos altos niveles de cortisol y adrenalina, que disparan el estrés y el mal carácter.
El teléfono del niño empezó a vibrar y Carlos respondió la llamada, indicando que no podía atenderles en ese momento.
- ¡Carlos! El doctor te está hablando, por favor.-dijo su madre. Me miró: - ¿Qué solución tenemos?
- La prescripción es relativamente sencilla y no es necesaria la medicación al uso. – me levanté, rodeando la mesa, y arranqué el móvil de las manos espasmódicas de Carlos. El muchacho protestó, airado, y se abalanzó para recuperar el teléfono.
- Nada de Smartphone, tableta u ordenador.
- Doctor, está usurpando una propiedad privada. – dijo el chico con ese lenguaje impropio de un niño. Síntoma número dos identificado. “¿Habíamos llegado demasiado tarde? ¿Se había consumido ya el espíritu de aquel niño?,” pensé.
Ojeé los libros que había dejado allí Carlos: Advanced English Grammar, Lenguaje musical: volumen II, Iniciación al idioma chino… A simple vista, todos aquellos libros correspondían a las actividades extraescolares del niño. Exceso de obligaciones: identificado el tercer síntoma. Todo encajaba con las notas de Julián.
- Se acabó el exceso de las clases extraescolares de Carlos.
- ¡¿Cómo se atreve?! ¡Está usted jugando con mi futuro!- replicó el niño, furioso.
- Doctor, vine aquí pensando en otro tipo de tratamiento: nunca espere tal falta de respeto hacia la educación de mi hijo. – dijo su madre de repente. Y ya no pude contenerme, adiós tuteo, adiós cercanía:
- El problema de su hijo es que se ha adelantado al futuro y encima se lo ha traído al presente. Si no me quieren hacer caso, pagarán muy caro ese futuro que tanto persiguen alcanzar antes de tiempo. La adultalgia acelera el ritmo de la vida, los años se embalan y, cuando sea de verdad adulto, sufrirá achaques de anciano. Escúcheme: tire estos libros a la basura. Desconecte su teléfono, la televisión también si es posible. Obligue a su hijo a salir a la calle con las manos en los bolsillos. Déjele que corra y que juegue con sus amigos: que pierda todo el tiempo que quiera. Cómprele una buena novela, de esas que inspiran. Carlos tiene déficit de imaginación… déjele gozar con la lectura. Y tenga mucha paciencia. Tratar la adultalgia se basa en la espera y la generosidad: no se puede revivir el espíritu de un niño de la noche a la mañana. ¿Les ha quedado claro?

Beatriz González
Grupo B


Desvaríos de la última noche

Lo reconozco. He tenido que hacer uso de un tinto acercado para empezar a tintinar las teclas. Llevo toda la semana dándole vueltas a la cabeza sobre qué escribir, quizás más sobre el cómo. Para no caer en la banalidad de hacer una canción protesta, no mas. Me encantaría poder hacer una sátira no secuaz de lo que veo( siento) cada día. Me encantaría tomar distancia y no alcohol para hacer un ejercicio de diez que dibujara sonrisas. No puedo.
Yo he elegido estar al otro lado del muro. Sí, es un muro. Por mucho que nos digan. Hay un muro que empieza en las aulas y la memorización sistemática de un lenguaje distanciador y que pasa por decir: “tengo una insuficiencia cardiaca descompensada en el box seis”. No sé aún donde terminan los ladrillos. Quizás terminen en el por qué yo me siento del otro lado.
Analizando el asunto: siendo especialmente crítica: siendo humana ( qué paternalismo, ¿no?): los médicos no tenemos nada, no somos dueños de nada, como no debería serlo nadie, qué triste que nos tengamos que hacer dueños de la vida de alguien para justificar nuestra relación de poder. “ Una insuficiencia cardiaca descompensada”: así os llamamos, así os vemos. Nos han metido tanta anatomía que no somos capaces de ver el todo. Yo que sé, quizás necesitamos fragmentar para no ver(n)os, quizás debamos faltar(n)os al respeto para seguir trabajando veinticuatro horas seguidas sin derrumbarnos.
En mi última guardia asistí a una escena ( por otro lado común) de lo más bizarra: una compañera, sentada en su silla, intentando mediar con las horas impuestas de asalariada, hablaba del cómo le gustaría morir, de cómo elegiría morir…Evidentemente, haciendo alarde de sus conocimientos sobre la fisiología humana y por supuesto, de la farmacología. Hasta ahora bien, parece un debate de egos entre equipo asistencial..¿no? A menos de diez metros, en una cama, estaba Feliciano( nombre ficticio, por supuesto). Tenía la mirada perdida o perdía la mirada a propósito para no molestar, para no entrar en contacto con nosotros. Feliciano estaba esperando a que fueran las ocho de la mañana para que alguien le hiciera caso, para poder dormir sin luz. Feliciano tenía un cáncer terminal no escogido.
Yo me sentí mejor cuando me acerqué a él y le pregunté cómo estaba, intentando descubrir de qué color eran sus ojos e imaginándome que quizás era profesor por sus gafas y por su fisonomía ( se me da muy bien juzgar). Pero no fui capaz de decirle a esa compañera que quizás el box número tal se estaba sintiendo mal…
Y es que es así, sépanlo,por favor. Los médicos gozamos de un sistema ultra-jerárquico y militar que nos impide ser personas. Nos promocionamos al no serlo. Nos da miedo serlo.
Tengo una amiga del alma, bonita, preciosa, compañera de carrera, que me enternecía al decirme: “yo sólo quiero poner tiritas”. Y ahora se me destruye la serotonina al pensar que no quiero ponerlas, sino que lo natural es que quien tenga la herida tenga la herramienta para sanarla. O por lo menos se crea con derecho a decir cómo quiere morir.

Tania Hermida
Grupo A


HOSPITAL VIRGEN DEL ROCÍO

NOMBRE: Doña Inés de Ulloa
DOMICILIO: Sevilla
FECHA DE NACIMIENTO: 15- 8- 1999
FECHA DE INGRESO: 31 – 10 - 2016                         HORA DE INGRESO: 17:05
MOTIVO DE INGRESO: Taquicardias, dolor intenso en el pecho, sudoración.
ANTECEDENTES PERSONALES: Paciente sano sin intervenciones quirúrgicas.
ALERGIAS: No alergias medicamentosas conocidas.
SÍNTOMAS: Dificultad respiratoria. Dolor intenso en el pecho. Sudoración. Falta de apetito. Insomnio. Taquicardias. Ataques de ansiedad. Imposibilidad de articular palabra. Desmayos.
EXPLORACIÓN: Se realizan las siguientes pruebas: electrocardiograma, análisis de sangre, radiografía del tórax, ecografía cardiaca, ergometría.
DIAGNÓSTICO: Enamoramiento agudo.
TRATAMIENTO: Se administran cápsulas “PLACEBOL”. Tomar 1 comprimido cada 8 horas. Control a los 6 meses.
FECHA DE ALTA: 1 – 11- 2016


DIARIO PERSONAL DEL CARDIÓLOGO

Mujer de 17 años, novicia del convento de Santa Clara (nunca ha salido de él desde su ingreso a la edad de 12 años) acude a urgencias manifestando diferentes síntomas (arriba prescritos) que le hacen pensar en un ataque al corazón. No presenta fiebre. La saturación es normal y la tensión baja. En la exploración muestra buen estado general y colabora activamente ante las preguntas del cardiólogo. Ningún tipo de lesiones o hallazgos patológicos.
Se procede a realizar diferentes pruebas ante la insistencia de la novicia y la madre superiora (muy asustadas por los síntomas de la paciente). Todos los resultados son negativos. El profesional de cardiología pregunta por la situación en que se dan estos síntomas. La paciente manifiesta haberlos sufrido en diversas ocasiones, la primera de ellas en presencia de Don Juan Tenorio, notorio personaje de la sociedad sevillana. Las siguientes ocasiones su mera mención o la presencia cercana de éste desencadena este cuadro que empeora progresivamente.

El cardiólogo, tras valorar los hechos, pruebas y resultados, determina tratarse de un agudo enamoramiento. La inmadurez y juventud de la paciente, así como la incomprensión de sus colegas de mayor edad, llevan a pensar en una patología grave del corazón, lo cual es rechazado por el experto. Ante la incredulidad del diagnóstico, la insistencia y alarma de la paciente y su tutora legal, se prescribe tratamiento a base de “PLACEBOL”, 1 comprimido cada 8 horas. Se trata de un medicamento cuyo componente principal es el placebo 90%, azúcar 5 % y suero inocuo 5 %.

Toñi Martín del Rey
Grupo A


La vida es suero y los sueros... vida son

Cuando ingresas en un hospital
Sea cual sea tu dolencia
Suero te han de poner
Con la mayor vehemencia
La enfermera con premura
Te aprieta el brazo buscando
Cual es tu mejor vena
Para así irte pinchando
Te lo ponen glucosado
Salino o glucosalino
Todo va a depender
De cuál sea tu destino
Una vez q sólo estas
Ya tienes tarea pendiente
Vigilar q no se agote
Este líquido que entra inminente
Y a partir de ese momento
A penas puedes dormir
Porque siempre piensas
Que algo pueda ocurrir
Cada vez q la gota no ves
Llamas al timbre corriendo
No vaya a ser que una burbuja
Te provoque un desfallecimiento
Y así transcurren tus días
Sin más tarea que hacer
Que estar pendiente del suero
Para poderte restablecer

Mª José Marín
Grupo A


Sala de cadáveres 1.30 madrugada. Médico forense.
Tengo la costumbre de quedarme solo
cuando en el hospital apagan todas las luces.

Y delante de mi, se encontraban todos los cadáveres que me habían llegado durante el día.

Me costaba abrirlos, examinarlos, dar el diagnóstico, fecha y hora de la muerte...
Y en fin..todo lo que debe hacer un médico forense bajo su responsabilidad.
Miré el reloj de la sala central y vi que eran las dos, volví a meterlos en las cámaras frigoríficas y, desde allí, apagué todas las luces.
Dejé todo como estaba y me metí en el ascensor. Solté un suspiro largo y profundo.

"Mañana será otro día- me dije- por hoy tuve suficiente".

Iria Costa
Grupo B