Pentavocalismo y monovocalismo

Ayer fuimos "aeiouistas", domadores de vocales. Menudo enjuague bucal el que hicimos en el taller. Mandamos todo a hacer gárgaras para jugar como hacen Marius Serra, o Perec o cualquier niño que descubre las posibilidades circenses del lenguaje y las palabras.
Hay una leyenda urbana que como Guadiana aparece y desaparece de forma cíclica en las redes sociales. Señala a Lucía Echevarría como responsable de unas declaraciones en una televisión en las que afirmaba que solo existe una palabra en nuestro idioma con las cinco vocales: murciélago. 
José Fernando Blanco Sánchez escribió una carta demostrando a Lucía que hay muchas palabras que contienen las cinco vocales. Escogió sólo algunas de las 42266 palabras que existen con estas características:

Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría diciendo que “murciélago” es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco vocales.
Mi estimada señora, piense un poco y controle su “euforia“. Un “arquitecto” “escuálido“, llamado “Aurelio ” o “Eulalio“, dice que lo más “auténtico” es tener un ” abuelito” que lleve un traje “reticulado” y siga el “arquetipo” de aquel viejo ” reumático” y “repudiado“, que “consiguiera” en su tiempo, ser “esquilado” por un “comunicante“, que cometió “adulterio” con una “encubridora” cerca del ” estanquillo“, sin usar ” estimulador“.
Señora escritora, si el “peliagudo” “enunciado” de la “ecuación” la deja “irresoluta“, olvide su “menstruación” y piense de modo “jerárquico“.
No se atragante con esta “perturbación“, que no va con su “milonguera” y “meticulosa ” “educación“.
Y repita conmigo, como diría Cantinflas: ¡Lo que es la falta de ignorancia!


Comenzamos la sesión cantando "Cuando Fernando VII usaba paletó" con todas las vocales y también probamos con alguna consonante como hace el grupo La Carraca. Bordaba el juego quien fuera capaz de añadir la frase colocando por orden todas las vocales: "Cande Firnondu Sáptémi osuba pelitó". Este juego heredado de padres a hijos era, sin entonces saberlo, nuestra contribución al panvocalismo y el pentavocalismo. 
Ya en la adolescencia había otro juego con el monovocalismo que se convertía en una obra. ¿Eres capaz de decir la frase "Mi moto Alpina derrapante" con la vocal "a"? Claro. Prueba ahora a decirlo con la "e". Y ahí estaba la trampa que suscitaba una sonrisa y quizá también una colleja.
¿Hay alguna palabra que comience, en diferentes idiomas, con distinta vocal? Sí. En catalán, la palabra "Inglaterra" comienza con "a" (Anglaterra), en inglés con "e" (England), en castellano con "i" (Inglaterra), en feroés con "o" (Ongland) y en swahili con "u" (Uingereza)


Este asunto de las palabras pentavocálicas viene de lejos, Màrius Serra, autor junto con Oriol Comas del juego "Verbalia", lo explica en su libro con el mismo nombre: (Verbalia. Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario):

Ya a principios del siglo XIV Dante Alighieri debía de enamorarse de esta conjunción vocálica, tal como demuestra el elogio del rarísimo verbo latino “auieo” que hace en su Convivio, una heterogénea miscelánea de textos eruditos que dejó inacabada. El amador de Beatriz adjudica a este verbo pentavocálico puro -tal vez emparentado con augeo- el sentido de “atar palabras”, lo analiza de modo sorprendente y lo ilustra con una cuerda que ata las cinco vocales en este orden: AUIEO. En 1939 el escritor italizano Alberto Savinio introduce el término “aeiouismo”. 

Las cinco vocales se pueden ordenar de 120 maneras diferentes. Tienes las secuencias de combinación en esta página.

Pero también hablamos de monovocalismo. Del refrán: «La mala llaga sana, la mala fama mata». De la canción "Efectos vocales" de Nach o de Javier Maroto y sus temas con palabras que solo contienen la vocal "a" o la vocal "e".
Hablamos de León Giego que hizo el mismo juego pero con la vocal "o" en "Ojo con los Orozco" y de Mamá Ladilla que juega con la "e" en su tema "En el vergel del Edén".
Nos reímos con Peli Almuedo y Rodolfo y Odón, dos hermanos gemelos que sólo hablan con la vocal "o"; con Clemente Pérez Meléndez, bedel que sólo habla con la vocal "e" y con Ana Tamara Sagasta Cañada que sólo habla con la vocal "a". 

Mostramos el libro "Cuentos de las cinco menos cuarto", cinco cuentos ilustrados en un sólo volumen, con imágenes de Inma Grau y textos de Oswaldo Felipe editado por Diego Pun.

Dejamos aquí, por último, una breve historia que recoge Márius Serra en Verbalia, un texto escrito por Josep María Albaigés con la vocal "i":

Id, viril Idris: dirigid, insistid, dividid, imprimid vil Iris; dirimid civil, difícil lid; infligid ministril crisis; fingid bilis, sífilis, tisis sin fin; vivid mil brindis, y… gris fin, dimitid. 


Propuesta de escritura

Escribe un texto donde incluir como mínimo 10 o 20 palabras pentavocálicas puras.
Los personajes para tu historia, junto con su apellido, oficio y lugar de procedencia puedes seleccionarlos de este listado:

-Nombres: Aurelio, Esculapio, Eufrasio, Eufronia, Eulalio, Eulogia, Eustasio, Eutropia, Gaudencio, Gualterio, Laudelino, Laurencio y Laurentino-
-Apellidos: Aguilero, Buenamigo, Buencamino, Anzorregui, Aróstegui, Figueroa, Fuensalido, Goizueta, Leguizamón, Mangueiro, Mirabueno, Nogueira y Salgueiro-
-Oficios: arquitecto, barquillero, borriquera, buscapleitos, butifarrero, esquilador, guitarrero, piragüero, porqueriza, quincallero, rosquillera, subdirectora y taquillero.
-Pueblos: Bustarviejo, Castilnuevo, Fuengirola, Galleguillos, Humilladero, Legutiano, Orihuela, Ortiguera, Porqueira, Puertomarín, Sorihuela. Valderrubio y Villoruela.

Y te facilitamos también una selección de palabras pentavocálicas. Pincha en el enlace para descargar el listado. Ojo, en ambos listados no todas son palabras pentavocálicas puras, deberás tener en cuenta estas consideraciones a la hora de seleccionarlas:

a) Condición fonética: las cinco vocales deben sonar al pronunciar la palabra, lo que excluiría términos como albaricoque, dominguera y arquitecto que incluyen la “u” como elemento de los dígrafos gu- o qu-.
b) No se admiten formas verbales como participios: denunciando o repudiando.
c) Tampoco plurales: auditores
c) Quedan fuera de consideración los diminutivos: abuelito, cuadernillo; 
d) No son válidos los nombres propios compuestos como Julio César o las uniones de nombre y apellido como Jesús Molina, Martín Lutero o Rubén Darío.

Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


Eulalio Figueroa, buscapleitos de Sorihuela, republicano, como su bisabuelo, aguileño y larguirucho con los ojos color eucalipto e impetuosa personalidad, está en contra de lo que él considera la putrefacción del sistema y se ha lanzado a la reconquista de los valores perdidos y por eso llama a la sublevación.
Su quijotesca aventura promete ser resolutiva, pero su quebradizo plan, tiene más de eufórica estrategia que de auténtico combate.
Se le ha ocurrido la genial idea de obsequiar con una orquídea a todo aquel que siga su peliagudo proyecto.
Tal ocurrencia parece poco resolutiva y equívoca ya que en su cuadernillo aún no se ha apuntado nadie que quiera seguirle en tan neurótica misión.
Su batalla unipersonal provoca burlas y risas pero él mantiene el entusiasmo y expone su ocurrencia allí donde haya concurrencia de público ya sea en la cola del cine o en el vestuario de la piscina.
Ha denunciado al conductor de un autobús interurbano que lo echó en mitad del trayecto por lo que él considera una vulneración del derecho a la libertad de expresión.
“No le hago mal a nadie” ha declarado de malas maneras, mientras da esquinazo a este humilde tertuliano cuya única intención es informar.

Aurora Zarco
Grupo B


El baile de las 5 vocales

Mi amigo Laurentino Goizueta quiso emular a Esculapio a pesar de ser barquillero en Sorihuela.
Al ser un poco descuidado no tuvo precaución en la depuración de la leguminosa, y al emulsionar el resultado tras el centrifugado, la masa se llenó de anticuerpos blanquecinos que al inhalarlos le provocó una neumonía.
Su mujer que era algo neurótica, al ver el tono aceituno de su piel, de forma impetuosa le obligó a ir al hospital.
La actitud del médico fue resolutiva y al cabo de unas horas, Laurentino parecía haber resucitado.
El paciente quedó niquelado, y al volver al hogar tuvo la ocurrencia de obsequiar a su esposa Eulogia con una orquídea.

José Luis Fonseca
Grupo A


El cristal con que se miran las vocales

AEIOU
EIAUO
OUEIA
IOUAE
UAOEI

Graduación resultante:
Vidrio esférico D: -1,50
Vidrio esférico I: -3,50. Para cerca: -2

La óptica me entrega las nuevas gafas y veo peor que antes. Vuelvo al oculista, y el doctor Eulalio Mirabueno, arquetipo aceituno, aguileño, cuellilargo, barbiluengo y de gran corpulencia, demuestra que, con su piquito de oro, tiene más de Eulalio que de Mirabueno. Más que oftalmólogo parece un superlativo buscapleitos. Legutiano tenía que ser. Protesto, y todo se vuelve un griterío freudiano, una sublevación de paciente impaciente por su mala numeración. Le digo que parece un taquillero: F1, A4, y si no ve bien saque otra entrada; le digo que ha confundido el optómetro con el audímetro. Todo es un pandemónium, y cuando me llama ojituerta mi carácter sanguíneo se altera y a gritos comienzo a cuestionar su equívoca e informulable graduación, y sin llorisquear, resolutiva como soy, receta en mano, me largo de la consulta, dándole esquinazo en un zigzagueo ultraligero, me subo al interurbano, y me voy a tomar una copichuela y una buena degustación de foie (fuá), manutención que me va a subvencionar, con lo que me he ahorrado de la consulta, el quincallero de lentes ferruginosas de murciélago.

Ignacio Aparicio
Grupo A


El acuífero

Eulogia Salgueiro, subdirectora de la compañía de aguas de Puertomarín descolgó el teléfono. Al otro lado de la línea estaba Aurelio Figueroa, un buscapleitos de Valderrubio, el pueblo vecino con el que tenían un sinfín de litigios.
Esta vez la acusaba de encubridora, de tapar la contaminación ferruginosa del acuífero en su confluencia con la planta de depuración. Semejante Ocurrencia solo podía salir de él. Ella era una persona estudiosa que revisaba todos y cada uno de los documentos que llegaban a sus manos. No se rendía a ninguna persuasión externa ni a informaciones equívocas. Por lo tanto, estaba segura de que no existía ninguna vulneración de los códigos sanitarios, ni se habían descuidado los métodos de análisis del agua.
Era la duodécima llamada de Aurelio, que inmerso en su mundo de surrealismo pretendía cuestionar la gestión de la compañía por la nueva captación del riachuelo de Castilnuevo, cuyo cauce discurre por unas tierras de su bisabuelo Laudelino que, tras muchos años de querellas había heredado él.
Eulogia se limitaba a escuchar sin entrar a debatir ese tema ya enquistado. Harta de tanto tono superlativo y de escuchar su repetida queja unipersonal, optó por aplicar su característica más conocida y, de forma resolutiva, le colgó el teléfono, no sin antes recomendarle precaución.

29 palabras que contienen las cinco vocales: Eulogia, Salgueiro, subdirectora, Puertomarín, Aurelio, Figueroa, buscapleitos, Valderrubio, encubridora, ferruginosa, acuífero, confluencia, depuración, ocurrencia, estudiosa, persuasión, equívocas, vulneración, descuidado, duodécima, surrealismo, cuestionar, riachuelo, Castilnuevo, bisabuelo, Laudelino, enquistado, superlativo, unipersonal, resolutiva, precaución.

M. Maximina Moreno 
Grupo B


Informulable quijotesca surrealista ecuación, ni con ni sin hipotenusa

La cuestión era de un cariz cuando menos peliagudo, ni siquiera un tertuliano de Sálvame sabría como tratar superlativo tema. Aritméticamente no había ecuación que nos diera una solución inequívoca. Intentamos recurrir al catedrático Laurencio Salgueiro Soponcio, quien nos recomendó discutir el peliagudo asunto al bar Santa Ana, a escasos metros del Humilladero., donde dadas las horas vespertinas estaría allí bebiendo vino su colega Laurentino Buencamino, que además de arquitecto había sipo guitarrero en un grupo de música folk en su natal Orihuela,
Eufrasio y yo, junto a un buen picapleitos que frecuentaba una taberna cercana, ubicada en las porquerizas de un antiguo palacio, ahora centro de la antigua edad, donde es habitual mi abuelo Laurencio. Al final de bar en bar, pero lo freudiano del asunto lo requería, y tampoco era un camino especialmente desagradable. Copichuela en mano íbamos degustando zumo de uva fermentado. Eufrasio decía que se le iba a ir en caldos regulares la manutención de su amante Eulogia. Yo ya le dije, que ella sin ser una premiada rosquillera ganaba más que el, subdirectora de cine de mañana, taquillera de teatro de tarde.
Encontramos por fin al sabio, que sentó catequismo sobre las bondades del vino Toro sobre el de Las Arribes. Bueno, el informulable tema no tenía solución alguna, dijo. Así que a por otro pago, murciélago. Algo huerfanitos de conocimientos no supimos otra cosa que cometer una vulneración de nuestras costumbres. Googleamos la dichosa cuestión de forma concienzuda. Incluyendo el término “hipotenusa”, para darle más solera.” Error #4056 y medio” nos devolvió el buscador: El auténtico problema: la ecuación era informulable, con o sin logaritmo neperiano de “e “, el número univocálico por excelencia.
Por no lloriquear cogimos el interurbano hasta La Coruña, haciendo gala de nuestro irredento galleguismo. El viaje duró poco, no por la enumeración de los aconteceres surrealista del día., simplemente se pinchó un neumático. Volvimos como dos jóvenes autoestopistas, decidiendo no volver a reformulaciones abstractas ni, por si acaso, dar por determinadas cosas veredes…

Javi Martín
Grupo A


El pentavocálico de Eulogia y Esculapio

Esculapio Buenamigo, oriundo de Castilnuevo, ejercía de barquillero en Fuengirola. Barbiluengo, rostro aguileño y aceituno, gran corpulencia y sentir republicano, aspectos heredados de su bisabuelo Gaudencio, constituía una confluencia de atributos que le hacían el arquetipo de hombre conquistable.
Eulogia Figueroa, menorquina, concienzuda trabajadora de una droguería de Puertomarín, era impetuosa, llena de entusiasmo y de espíritu viajero. Desde que una neumonía desahució a su abuelo Gaudencio, un aguerrido arquitecto que le dibujaba orquídeas, dándole esquinazo a la vida, ella tuvo la ocurrencia de viajar de forma consecutiva por el Sur. Sin mucha congruencia se dedicó a curiosear todo, probar degustaciones o copichuelas como una estudiosa, anotándolo en un cuadernillo que era un muestrario de educación. Con precaución dio esquinazo a un esquiador, un guineano, un cuidacoches y un refugiado que de forma quijotesca quisieron enamorarla sin persuasión.
Ambos se encontraron entre la concurrencia dominguera del paseo de los eucaliptos y en el autobús interurbano que les trasladaba a Humilladero. En la verbena junto al riachuelo Charcón, un dulzainero, un guitarrero y una cantante teutónica, con el vestuario niquelado, les hicieron bailar un auténtico, exhaustivo y estudiado tango. Se enamoraron junto al parquímetro.
Sin precaución él la siguió a O’ Barqueiro, trabajando de taquillero, en una subestación y en el marisqueo. Como no le gustaba anduvo meditabundo y quebradizo, hasta que se colocó de esquilador. Eulogia era resolutiva, llegando a ser subdirectora de un grupo con negocios de centrifugado, buñolerías, mosquiteras, leguminosas y neumáticos. Sus ingresos no eran escuálidos pero sin llegar a la opulencia, por lo que estando bien guarecidos para su manutención, se casaron. Fueron testigos Eufrasio Buencamino, Eulalio Mangueiro, Eutropia Nogueira y Eufronia Salgueiro, tertulianos del bar el Murciélago, situado en un punto neurálgico de Ortiguera, donde una equívoca instalación escultórica propia del surrealismo representaba un paquidermo blanquecino.
Eran ejemplo de galleguismo y su reputación de matrimonio superlativo era general, pero en la reproducción no conseguían un auténtico éxito de fecundación por la problemática menstruación. Esto les había perjudicado, produciendo una neurótica perturbación con paupérrimo y peliagudo resultado. Aunque intentaron una reconquista o refundación de su relación, todo quedó esquilmado por un adulterio, pulverizado sin posibilidad de ser resucitado y a pesar de no ser secundario en sus vidas, se fue por la hipotenusa sin una salida supletoria.
Al final, después de lloriquear un poco y estar algo desubicados, sus vidas no eran equívocas y sin dejarse sugestionar cada uno siguió su camino.

Manuel Medarde
Grupo A


La cuasinvención de la guitarra hipnótica
(versión pentavocálica Oulipiana)

Gaudencio Aureochsmeir Puertomarin, guitarrero de complexión escuálida, asociado a su célebre primo, el luthier Helmut Aureochsmeir, trabajaba en su taller subterráneo con maderas de eucalipto, a las que decoraba con incrustaciones semejantes a bellos atauriques y otros detalles arquitectónicos. Recibió el encargo del concejo de confeccionar, como parte de un muestrario de instrumentos, una guitarra eufónica.
Eulogia Anzorregui Legutiano, subdirectora de *Emulsionamientos Aróstegui & Anzorregui S.L.*, amiga íntima del alcalde Aurelio Fuensalido de Porqueira, arquitecto y regidor de la villa de Atentialmiocuore, que le propuso, entre otras cosas, trabajar en un novedoso proyecto de la municipalidad. Ella aceptó el encargo del ayuntamiento para supervisar la construcción de un instrumento capaz de sugestionar y reconquistar el entusiasmo de la irresoluta plantilla de trabajadores del consistorio. Eulogia, eufórica y plena de cuestionamientos ante la luminosa ocurrencia del cabildo y el estatuario porte de su primer edil, exhibió la superioridad de escalafón de su cometido en su primer encuentro con Gaudencio:
—¡Exijo la manufacturación de un instrumento con diseño aeronáutico que dé un resultado superlativo, en sentido terapéutico! —vociferó.
Antes de que Gaudencio pudiera objetar algo ante el surrealismo de la propuesta, apareció el Dr. Esculapio Buenamigo del Humilladero, médico del consistorio, hombre de talante jerárquico y humor cáustico que debía controlar, de modo autárquico, el aspecto científico del proyecto y vigilar las propuestas con la debida precaución.
La irrupción del galeno no sentó bien a la nada virtuosa Eulogia, que, engolada por su relación personal con Aurelio, admitió con precaución la presencia de Esculapio, para no hacer patente el hecho de la coincidencia de su nombramiento, con la concurrencia de un supuesto adulterio con el presidente del concejo.
Esculapio, que era hombre de ocurrencias, comenzó a desplegar un zigzagueo mental apriorístico, cuestionándolos a ambos, lo que descolocó al guitarrero y a la subdirectora, sobre todo al sugerirles que rellenaran un cuestionario sobre la evolutiva del proyecto y manifestó:
—Si el constructo resulta tener una manutención de carácter superlativo, y no sirve para la acentuación del arquetipo educativo previsto, certificaremos su defunción como éxito artístico.
Aquel ninguneamiento por parte del facultativo provocó, amén de la protesta, de los otros dos, la convicción de que el matasanos estaba bajo el influjo de algún alucinógeno. Por lo que ambos reaccionaron con una genuina gesticulación de discordancia, consistente en levantar el dedo anular de la mano y tras mostrarlo ante sus ojos, elevar el índice a la altura de la propia sien. Y así fue como Esculapio entendió que le estaban afeando el sentido agridulce, unipersonal y secundario de la propuesta.
A lo que el doctor, lejos de lloriquear, reaccionó con otra nueva ocurrencia y con voz sosegada pero resolutiva, exclamó:
—Si por el contrario evita, con su resonancia, la encubridora acción tertuliana a deshoras del café y su discusión equívoca sobre la adulteración del verso alejandrino, si se acompaña de dulzainero y tamboril, lo consideraremos curación oficial.
Gaudencio, desubicado y preso, no solo de la neurótica actitud de sus compañeros, si no de su propia perturbación debido al enquistado ambiente de trabajo, en un arrebato de culteranismo, impropio de su ascendencia teutónica, añadió al instrumento de cuerdas metalúrgicas otras de murciélago disecado.
Al sonar las primeras notas, la eurítmica simultánea del departamento municipal se tornó impetuosa; los funcionarios entraron en trance burocrático y comenzaron, de forma consecutiva, a archivar documentos, inmersos en un pandemónium con inequívocas muestras de ausentismo.
—Efectos secundarios indeseados —aseveró Eulogia—. Y añadió asumiendo su ultraligero liderazgo:--- Me veo adulterando las actas para evitar mi depuración.
—Perturbación poética —dictaminó Esculapio, recetando whisky edulcorado con veneno para el caso.
Gaudencio, auténtico artífice del caos, desahuciado ante la confluencia de la equívoca evolutiva de la jerarquía, cuestionado por la disposición neurótica del cabildo, sugestionado por su propia perturbación y convencido de la imposibilidad de que el concejo volviera a subvencionar alguna obra suya, se retiró a un terreno aurífero para cultivar orquídeas venenosas.
El universo municipal enmudeció, mostrando un entusiasmo algo enquistado y de tintes gubernativos, con la sublevación funcionarial y, para evitar cuestionamientos, guardó la guitarra en un almacén del ambulatorio, junto a otros adminículos del argumentario terapéutico.

Calgari
Grupo A


Entre acordes

Aurelio Figueroa, de profesión guitarrero, natural de Orihuela, paisano de Miguel Hernández, amante de la palabra hecha música, amigo de sus amigos, de la juerga y de la noche que la vive con entusiasmo viendo amanecer, envuelto en los acordes de su guitarra.
Buen tertuliano, y mejor gesticulador, siempre con una copichuela en la mano, mientras su guitarra descansa después de haber resucitado la mejor de las bulerías.
Entre el cante y la palabra transcurre la noche con un quebradizo lamento en forma de soleá.

P.G.
grupo C


Arquitectos del idioma

Aurelio Figueroa y Eufrasio Nogueira, de Legutiano (Álava) el uno, murciano de Orihuela el otro, barbiluengo el primero, cuellilargo el segundo, fundadores ambos y únicos miembros de la “Santa Cofradía de la meticulosa depuración de la Lengua”, se detuvieron frente al montón de porquería. Habían conseguido colarse en el área duodécima del basurero municipal.
-¿Escudriñamos este guarrerío?
-Dale, Legutiano, ya sabes que yo soy pro-suciedad -contestó Figueroa alardeando de la opulencia de su imaginativo lenguaje-. Recuerda nuestra consigna: “Nunca repudiamos la putrefacción”.
-Un lema excelso, megasucio, basuríneo y hasta diría, funerario. ¡Eres el arquetipo de los conquistadores del idioma. Tu talento es superlativo! -entonó con gesticulador entusiasmo Eufrasio.
-¡Calla, basta de adulaciones! Pareces un tertuliano televisivo.
Se mantuvieron un rato en silencio mientras cada uno escarbaba en una ladera del montículo. A pesar de lo sigiloso de su incursión, no tardó en escucharse una voz resolutiva. El guardia de seguridad los había descubierto.
-¡Figueroa, Nogueira, otra vez habéis vuelto a las andadas!
-Agente Ansorregui. Esto no es más que una inocente exhumación. Hemos de ganarnos la diaria manutención -comenzó a lloriquear el aguileño Legutiano.
-No disponen de licencia unipersonal que los acredite como ribuscadores , así que me veo en la impetuosa ubligación de ponerles una sanción y expulsarlios de las instalaciones —exclamó sacando un cuadernillo el guarda, que se consideraba a sí mismo un pionero de la lengua y que tenía a gala, permitirse vulneración tras vulneración de las reglas de la gramática.
-¡Esto es un pandemónium peliagudo, un atropello rufianesco, una injusta depuración! No nos deja más salida que la sublevación -se quejó amargamente el murciano.
A pesar de las amenazas, la pareja había comenzado a caminar sumisamente hacia la salida.
-Un auténtico desahucio que merecería la actuación de un picapleitos. Ni que este paquidermo custodiase un tesoro -murmuró entre dientes Figueroa.
-Venga, fuera. Se expulsionan de aquí irso facto. Vayan a tomarse una copichuela en el garito de Valderrubio que ya debe estar abierto —les sugirió el guarda mientras cerraba la ferruginosa valla a sus espaldas.
-Murciélago, taquímetro, sahumerio, jaguarizo —gritó gesticulando Eufrasio, cuando ya habían alcanzado el riachuelo y se consideraron a salvo.
-Burricegato, pisahuevos, culicebolla, ceñoviuda -remató el ocurrente Aurelio.

78 palabras y palabros con las cinco vocales.

Pepe Lorenzo
Grupo B


Eufonía

Esculapio Nogueira Aguilero, de apodo el aceituno, vecino de Sorihuela y de oficio esquilador, contrajo nupcias con Eutropia Goizueta Aróstegui, hija de Gaudencio Mirabueno Leguizamón, un emigrante republicano, de profesión quincallero y refugiado en el pueblo castellano antes citado.
Su vida matrimonial era demasiado monótona y pese a la impetuosa que resultó ser Eutropia, no consiguieron, a pesar del entusiasmo de ambos, tener descendencia.
Sus gustos eran muy distintos pues a ella le gustaba salir de noche para contemplar el vuelo de los murciélagos a la luz de las luciérnagas y él, para olvidar sus intensos dolores reumáticos, coleccionaba muestrarios de diferentes servicios funerarios que le llevaba de vez y en cuando Aurelio, el cartero.
Esculapio soñaba con viajar a Australia para aprender nuevas técnicas de esquile. Ella prefería curiosear por la ventana la vida de los demás y hacerse rosquillera profesional para vivir en la opulencia con las ganancias de sus originales y escultóricas roscas.
Pasaron los años y seguían en el pueblo alimentando sus freudianos sueños. Él esquilando cada verano, a la sombra de los eucaliptos y al frescor del riachuelo, a las afueras del pueblo, las ovejas propias y la de los vecinos. Ella pasando los días entre la ventana y la cocina, olisqueando las rosquillas, con forma de orquídeas, que moldeaba con mucha precaución para venderlas en las fiestas de los pueblos de alrededor.
Una neumonía acabó con ellos en el duro invierno del 52.

Marian Pérez Benito
Grupo A

Todo o nada

Esta semana retomamos la actividad del taller de escritura creativa, pero solo tuvimos sesión con el grupo C. La dedicamos a hablar de todo y de nada. Dicho así puede sonar extraño pero cuando tratamos de discernir con palabras ambos conceptos puede suceder todo o no suceder nada.
Después de leer y comentar brevemente el maravilloso álbum titulado ¿Nada? de Patrick Mc Donnell emulamos a su protagonista, el gatito Morro, y parte del taller le regaló de todo a la otra parte y éstos le devolvieron su nada más valiosa.




Tienes más información sobre este libro aquí.

Comentamos después algunos textos como "Sobre la nada" de Ángel Crespo:

La nada: ese inmenso cajón, alacena o lago del que Dios ha exiliado a todas las cosas; bosque en el que se escucha el balido de todos los pájaros habidos y por no haber.
Desgraciado de aquel que no tiene su nada, habrá de conformarse con lo que le den los demás, sacando de sus bolsillos o de sus terribles armarios; vivirá  como nuncio, como vicario, como ministro, pero jamás con soberanía, porque no tendrá nada.
La mía es el recuerdo, las escamas de los pescados que platean en los mares de medianoche –y del mediodía en que el sol nada–; la nada por crear.
O bien el largo olor a vida de la nada.

Y propusimos como tarea imitar el juego que el poeta José Hierro hizo con las palabras "todo" y "nada" en su soneto "Vida":

Después de todo, todo ha sido nada, 
a pesar de que un día lo fue todo. 
Después de nada, o después de todo 
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!». 
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!». 
Ahora sé que la nada lo era todo, 
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada. 
(Era ilusión lo que creía todo 
y que, en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada 
si más nada será, después de todo, 
después de tanto todo para nada.


Vimos algunas versiones de dicho soneto publicadas en el libro homenaje Todo y nada (Cuadernos del Episcopio, Aula de Poesía José Hierro) como el soneto firmado por Carlos Aganzo con el título "Todo o nada":



Quiso del ansia preso tomar todo,
beberse el mundo y no dejarse nada,
mas no logró saber apenas nada
más que dudar de todos y de todo.

Quiso jugarse el todo por el todo
y al final su ganancia no era nada
pues el que suma nada sobre nada
en su locura va perdiendo todo.

Quiso mirar y comprenderlo todo,
y más miraba más veía nada.
¿Cómo saber que al fin nada era todo?

Acabó así perdiéndose en la nada,
paso a paso lo fue entendiendo todo;
lo tuvo todo al fin, y tuvo nada.


O el soneto de Jorge Arco:

Ser cuanto somos y saber que todo
lo que Dios no consienta será nada.
Ser cuanto somos y saber que nada
habrá tras el dolor y el frío. Todo

será tan solo de un color. Pues todo
tendrá una luz tan blanca que ya nada
ni nadie dictarán su olvido: nada
que no sea el ciprés que enluta todo.

¿Pero dónde termina aquella nada,
pero dónde comienza el fugaz todo
que finge vida y que se llama nada?

Los años serán sombra; y cuando todo
se haga cristal, aliento roto, nada,
galopará la muerte sobre todo.


Propuesta de escritura

Escribe un texto, en verso o en prosa, en el que aparezcan las palabras “todo” y “nada” al menos cinco veces. Procura que el texto sea legible. Toma como ejemplo los trabajos de la ficha.


Y aquí están las tareas presentadas hasta ahora:

Todo nada

Todo es siempre,
Nada es nunca.
Pero nunca es nada siempre ,
nunca es todo a la vez.
Nada y Todo,
baile eterno,
lleno y vacío,
el todo lleno de nada,
la nada impregnada de todo
en simbiosis perfecta.
Y nosotros , intentando descifrar si es mejor Todo o Nada,
como si todo fuera posible…
cuando nada nos pertenece.

Pilar Sánchez Barbero
Grupo C
 
 
¿Quién soy yo que buscándolo todo

me quedé sin nada?
Yo, que no soy nada por quererlo todo,
que busco consuelo en tus ojos
y solo encuentro el reflejo de la nada.
Tú, para mí lo eres todo.
Yo, para ti no soy nada.
En mi silencio recurro a todo y,
recibo sombras, soledades, NADA.
Llegué a este mundo sin nada
dispuesto a realizar un largo viaje.
En mi maleta deposité todo lo necesario:
Alegrías, tristezas, sin sabores, éxitos;
luché por conseguirlo todo
y al llegar al final del viaje
tendré que abandonar mi maleta
para irme como llegué, sin NADA.

P.G.
Grupo C


Todo por la pasta, nada sale gratis

Todo se fue a la mierda. Nada le quedaba, nada tendrían en el futuro. Todo estaba en manos del siniestro y cabrón picapleitos del que nada les empezaba a extrañar. Ahora todo estaba claro. Allí estaba ese tipo contando todos los cuentos sin nada de verdad. Seguía sin aclararnos nada del accidente, todas las mentiras salían intactas de su boca. Exigía cobrar todo antes del juicio y, además, no devolvería nada si el pleito se perdía. Jodido picapleitos, siempre dispuesto a quedarse con todo. Nada de ética había en su cabezota, ni es su sebosa barriga.
Pero ella no estaba dispuesta a permitirle ese abuso, prefería perderlo todo, antes de que este aprendiz de leguleyo les dejara sin nada. Decidida, levantó la mano dispuesta a hablar.
–Es mejor que vayamos por nuestra cuenta antes de que lo perdamos todo, de que no consigamos nada 
–dijo bien alto, sacando todo lo que tenía dentro.
Nada dijeron los demás; sólo asentían, mientras todos se miraban entre sí. Al final, efectivamente, todo se torció esa tarde plagada de negros nubarrones. A la vez, nada importante perdieron, sólo al gordo abogado que quería todo su dinero. Por el contrario, se alejaron contentos pues ahora el futuro estaba en sus manos, nada estaba totalmente perdido, todo volvía a ser posible.

Gabriel Risco
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Todo o nada, el juego eterno

Todo se rompió sin hacer ruido. Ocurrió sin darnos cuenta, sin apreciar nada extraño. Lo habías dado todo, decías con tristeza. Pero yo no quería renunciar a nada. Siempre había sido así: tus ojos veían sólo los extremos, todo o nada. Todo el tiempo, todo el dinero, todo el placer. Nada era suficiente, nada quería ya compartir contigo, nada querías si no era todo. Así nos quedamos sin nada después de tenerlo todo. ¿Todo? ¿Nada? Elegir todo el tiempo para tener la nada

Gabriel Risco
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