Cualquier parecido con la ficción

La sesión del lunes 3 de diciembre la dedicamos a la realidad y a la ficción. Nos acercamos al terreno de la fábula pero también al cuento y a su parodia.
Tomamos como referencia las Fábulas domésticas de Aníbal Núñez, uno de los libros más significativos del poeta salmantino muy olvidado en su propia ciudad.
Aníbal satiriza sobre la domesticación del individuo y su alienación social. Uno de sus propósitos es denunciar “cosas que saltan a la vista” como la represión franquista, el tratamiento de la mujer en la publicidad, la escuela de posguerra o el consumo y los mitos en la sociedad capitalista.

Reproducimos aquí el prólogo que hizo José Miguel Ullán para las primera fábulas de este libro y que el poeta trató de publicar sin éxito en los Cuadernos de María José, colección malagueña de poesía:

GALEATO

El compromiso retórico ayer en boga ha engendrado una antítesis complementaria –la parásita asepsia, el purismo ultraestético, la siniestra algarada manierista. Hopkins, allá en sus años mozos, ya advertía: “Toda época tiene sus falsas alarmas”. De hecho, este pendular permanente margina a una porción de juventud en pugna abierta contra el esquematismo y la pedantería. Lo real es desacralizado. El lenguaje adquiere su fecundo carácter revulsivo. Caiga quien caiga. A fin de cuentas, la creación poética sigue siendo una esfera (esencial) de los humano. Y el hombre es, todavía, la única posibilidad posible. Tan sólo en esta lucha cabe el canto, la cernudiana fusión de la palabra, el sentido y el ritmo. Reivindicando el don del sacrilegio, la ilusión del estallido, la alarma redentora…
De pronto, en tal rechazo y dirección avanzan nuevos hombres. Con juvenil audacia y madurez hostil. Es un viento sacrílego y purificador, aconfesional, historicista y necesario. (No adjetivizo: se denomina una vendaval en ciernes). Aunque albergue la magia y la ironía. Aunque nazca en un rincón ocioso de Castilla, donde vates oscuros alamean, se masturban con rosa o entonan elegías arcangélicas. Hasta que, ¡y va de veras!, un día asome el lobo.
Esto esbozan y enmarcan las fábulas feroces del bardo salmantino Aníbal Núñez. Un poeta nacido en 1945*, que hoy toca la guitarra en parques públicos, pinta en la victoriana imprenta paternal y hace atletismo por si acaso.
Toda época tiene sus falsas alarmas. Aníbal Núñez, sin embargo, es una alarma verdadera. Pasen y lean…

José Miguel Ullán

* Aníbal Núñez y algunos de sus íntimos amigos mantuvieron la ficción de este 1945 (y no 1944) como falsa data –apocalíptica- de nacimiento.

E incluimos, a continuación, dos poemas del libro:

Sueña -las manos al volante-

Sueña -las manos al volante-
con la princesa el caballero
sueña librarla de las garras
del dragón sabatino tan aburrido en casa

cruza raudo entre nubes de monóxido
de carbono el abismo
del paso de peatones salva ileso
arremetiendo audaz contra los ojos rojos
de los semáforos malignos

cruza soñando mil peligros
resplandeciente de cromados
y cuentan que hechizado
por unas malas hierbas ingeridas
que por doquier allí crecían
el caballero enloqueció creyendo
que su caballo deportivo era
la princesa rosada y que las riendas
es decir el volante eran las manos
de su adorada, la calzada el lecho
del amor del amor... y cada curva
una caricia, acelerando
a fondo contra un árbol expandiendo
en seminal abrazo a la muerte fragmentos
de chatarra, castillos en el aire
-cantaron tristes las sirenas-
como hoy podemos ver
en los diarios de la corte.

Aquí os quisiera ver astuto gato

Aquí os quisiera ver astuto gato
con botas pulgarcito
el valiente de nada
os iban a servir todas las tretas
argucias y artimañas contra batman
y supermán son pocas siete leguas
para alas supersónicas los ogros
tenían poco cerebro y mucho estómago
para poder hacer la digestión
de los tiernos infantes no tenían
sin embargo radares que les diesen
la pista de la carne ni i.b.emes
para contar en un segundo
cuántas migas dejaste en el camino

mal os ibais a ver frente a james bond
sus secuaces y cía:
expertos en karate
adiestrados en lucha submarina
apagan en silencio un corazón
a cien yardas tomándose un daiquiri

(conocen vuestros trucos tienen
previstos todos vuestros movimientos)

mal os ibais a ver aunque hay rumores
de que en un país remoto del oriente
ocurre exactamente lo contrario.

Los Cuentos infantiles políticamente correctos, de James Finn Garner sirvieron para completar la sesión, una burla -según Jesús Sanz Rioja- de esa moral sustitutoria en que consiste la corrección política. Una moral al cabo mucho más arbitraria y opresiva que la tradicional. El autor ha sabido ver que no hay nada tan opuesto a ese moralismo absurdo como los cuentos infantiles, justamente por lo que tienen de tradicional, lo que es decir de nociones elementales y sensatas acerca del bien, del mal, de la realidad sexual, de la educación, de las relaciones con los demás y con el entorno.

Estos son los trabajos de los participantes en el taller de escritura creativa:



La ratita presumida viste de Gucci y Prada,
lleva Manolos en los pies, y Bulgary en la cara.

A la ratita presumida le tiemblan las tarjetas,
Vestida de Chanel, guarda queso rancio en la cartera.

A sus pretendientes les pregunta: ¿Por la noche qué harás?”
Desecha a los que contestan “dormir y callar”.

Sale de fiesta, le duelen los pies,
Sonríe para que la inviten a comer.

La ratita presumida no tiene calefacción,
Se gasta en trajes el dinero del carbón.

La ratita presumida se enamora de un ratón frívolo,
Se muere por sus huesos, ignora que es un gigoló

¡Pobre ratita! Ya no nada nada, ya no tiene trajes.
Sola, hambrienta y sin joyas, duerme en un garaje.

Elena Vicente


¿Los tiburones son peligrosos?

Siempre hemos visto reportajes en los cuales se acercaban a las orillas de las playas y algún que otro bañista perdía una pierna o la vida. Hoy cuando hablamos de tiburones peligrosos, nos referimos a otra clase de escuálidos, son los tiburones de las finanzas, personajes trajeados (a lo Armani ), con gomina en el pelo, varios móviles sobre la mesa, y pantallas de ordenador, en las cuales se reflejan en tiempo real las principales cotizaciones de todas las empresas que cotizan en bolsa. Estos personajes sin tener que saber nadar, son capaces de devorar los ahorros de personas incautas que habían confiados todos sus "dineros" a bancos y cajas de ahorros. Esta mañana, ha saltado la noticia, de haber capturado un tiburón de esta especie, y analizado su ADN, se sabe que procede de aguas de Alemania, y dentro de sus entrañas se han encontrado títulos de deuda de Grecia, Portugal, Italia y España. 

Luis Iglesias


Un gato en el Congreso

Érase una vez un gato emisario del Marqués de Carabás, que vestido con botas, traje, corbata y maletín, esta última prenda no se sabe si era llevada con buen o mal fin, apareció un día a la puerta del Congreso de los Disputados -órgano constitucional que representa al pueblo español- donde se celebraban debates en los que no se conocía muy bien que significado tenían, ya que no conducían a aclarar y determinar posturas sobre los diferente temas, pues las cuestiones que se debatían en el hemiciclo estaban pactadas previamente o se resolvían posteriormente en los pasillos, este lugar recordaba más bien un encuentro de charlatanes no muy buenos, ya que la mayoría de las veces el lugar estaba vacío.
Pero volvamos al relato de nuestro gato que si tenía un objetivo claro y conciso, lograr que su señor el Marqués de Carabás -título de enjundia y prosapia obtenido de un ogro- ascendiera en la escala social y que más fácil que comenzar a trabajar como asesor en el Congreso -una función de carácter técnico y jurídico dentro del círculo de confianza de un grupo parlamentario-, no había ninguna reglamentación para esta figura, simplemente que podrían cobrar 3.800€ al mes, dicho salario no estaba nada mal para alguien que como su señor no poseía ningún titulo universitario, pero esto entonces igual que hoy día no era ningún problema, ya que nadie exigía responsabilidades. Únicamente había un inconveniente, el gato no hablaba y sólo podía emitir maullidos, pero esto tampoco era obstáculo, pues llevaba en el maletín un escrito con la solicitud y los méritos del marqués, ninguno contrastado, pero como el marquesado era muy renombrado, le franquearon la entrada para poder tener una entrevista personal con el portavoz de un grupo parlamentario. Una vez realizada la entrevista, mejor dicho leído el escrito, el portavoz decidió atender la solicitud del gato y nombrar al Marqués de Carabás asesor, inicio de su meteórica carrera hacia las más altas instancias del poder y desde entonces tanto el gato como el marqués vivieron felices y comieron perdices.

Alfredo Domínguez


Blanvanieves XXI

Blanca Snow era una niña de familia adinerada. Cuando contaba apenas 5 años, sus padres se divorciaron. Ella quedó, por orden judicial, con su madre. Nunca tuvo mayor interés en tenerla, pues la culpaba del divorcio, pero insistió ante el juez, sólo por fastidiar al padre. El padre se quedó sin custodia y con un régimen leonino de visitas. No pudiendo soportar la situación, se suicidó tres años más tarde. Se arrojó por un acantilado con su deportivo. Desde ese instante Blanca apenas recibió muestras de cariño; alguna de sus múltiples babysitters y alguna maestra. Mientras su madre llevaba una activa (y aunque no sea elegante decirlo, promiscua) vida social.
Cuando la niña cumplió 14 años, se desarrolló rápidamente. Se convirtió en una adolescente conflictiva con un cuerpo de infarto. Este cambio provocó los celos y aún más desprecio en su madre. No soportaba cómo sus conquistas miraban de reojo a “la niña” cuando bajaba a beber leche a morro de la botella, en braga y camiseta. Y aún soportaba menos mirarse al espejo y ver cómo el tiempo la alejaba cada vez más de se cuerpo perfecto que los genes le habían dado a su hija.
El día de su decimosexto cumpleaños, por aquello de las apariencias, se celebró una gran fiesta. Culminó en una terrible bronca con dos bandos: uno contra Blanca y otro contra la madre. Al día siguiente Blanca guardó su ropa preferida en una mochila y se fue de casa. Gasto su efectivo en comer y dormir los primeros días, pero pronto se acabó. Una semana después, mojada, hambrienta y aterida, se refugió en una casa abandonada llena de grafitis y gatos, y se tumbó en un colchón relativamente limpio en una de las habitaciones. Blanca se llevó un susto tremendo cuando, al despertarse, se encontró a unos tipos mirándola con curiosidad mientras otro par de ellos revolvían en su mochila. De hecho, despertó cuando uno dijo: “¡Joder, si va cargada de colorao! Se incorporó de golpe, navaja automática en mano, pero los tipos no querían problemas. Así que se quedó con ellos. Tenían sus movidas, no todas muy legales, colocaron su oro y cada cual hacía su vida. Y ella se los hacía de vez en cuando.
Un día, uno de sus amigos le presentó al Príncipe, un productor musical de poca monta, porque la había oído cantar y quedó flipado. El Príncipe la conquistó con su traje elegante y su limusina. Allí en el coche sellaron su contrato musical con un primer polvo. Tenía éxito y la coca corría a raudales. Las visitas de sus compañeros eran una alegría importante, pero empezaron a caer uno por uno: sobredosis, ajuste de cuantas, atropello, suicidio… Su mánager insistía en que no le convenían. Un día tuvo un momento de lucidez, cuando el Príncipe se le acercó furioso a levantarle la mano. No era la primera vez, pero ésta acabó con un tacón incrustado en su globo ocular y rematado a golpes.
Ahora Blanca Snow lleva una vida tranquila y ejemplar, tras los muros de la penitenciaría. Tiene para rato, le empaquetaron también lo de sus antiguos compañeros. Y aunque la comida es una bazofia, es lo más cerca que ha estado de ser feliz.

Miguel Ángel Pérez


Polvo de hadas

Hace mucho, mucho tiempo; ayer; cuando las hormigas soñaban el mundo en que vivimos; su sueño era diferente. En él; el sol se recogía cada noche en brazos de la luna; y allí, engendraban estrellas que engendraban hormigas que engendraban realidades y cuentos tan perfectos, que ninguna de ellas sabía cuál era cuál; y así, el cuento se llamaba realidad y la realidad cuento y el cuento realidad y la reali…
Hasta que un día; nadie sabe cómo; una hormiga; nadie sabe cuál; tuvo una pesadilla, nadie sabe por qué; y en esa ignorancia se engendró un personaje tan diminuto como tenebroso. Y todo cambió.
Desde la más absoluta oscuridad, el engendro recién llegado, soñó que una muralla tan alta como larga impedía que el sol abrazara a la luna; y que una hoguera tan absurda como insaciable devoraba estrellas, hormigas, cuentos y realidades, realidades y cuentos, cuentos y reali…
Cuando el Universo gritó, era demasiado tarde.
El mundo que esconde los mil y un mundos se cubrió de cenizas y de escombros y de llantos y de sangre. Seres de cuento y personajes reales, en un instante; olvidaron que eran iguales. Indefensos; sin pasado que recordar y sin abrazos que los resucitasen; comenzaron a soñar el sueño del indeseable; y hubo más cenizas y más escombros y más llantos y más sangre.
Mientras tanto; el sol perseverante porque amaba; encontró una fisura en la muralla. Era tan diminuta que casi no era. Extendió su dedo, la atravesó y encontró a la luna, que porque le amaba, le esperaba. Un roce… y se engendró una estrella que engendró una hormiga que engendró un cuento y una realidad tan perfectos, que ninguno de ellos sabía cuál era cuál y así el cuento se llamaba realidad y la realidad cuento y el cuento realidad y la reali…
Al ver la estrella; los escasos supervivientes de las mil y una batallas; fueron a buscarla. Destrozados, acamparon a su alrededor. Allí, la hormiga que soñaba, les relató la historia de un Titán de Fuego que después de vagar y vagar por los siglos de los siglos, atravesó el ojo de una aguja para besar a su amada; y de una Dama Blanca encarcelada por una muralla tan alta como larga que confiando en su Amor, encontró una fisura en la muralla; tan diminuta que casi no era; y que no pudiendo atravesarla, esperó a su lado por los siglos de los siglos, a que él la encontrara; y que ahora, todas las noches, un dedo del Titán reposaba en el pecho de la Dama Blanca y que cada vez que lo hacía, una estrella se creaba y una hormiga soñaba… y que la fisura, poco a poco, se agrandaba y que hace muchos, muchos años…
Así soñaba la hormiga; cuando la alfombra de Aladín, contagiada de esperanza, se ilusionó. En un estornudo, se sacudió el polvo que tanto la afeaba, recuperó el color, recompuso sus lanas y comenzó a elevarse; ¡Volaba!. Campanilla al verlo, sintió que un suave cosquilleo le movía las alas; y feliz, comenzó a perseguir a la alfombra que a ratos sí, a ratos no, se le escapaba. De sus risas, brotó polvo de hadas. Los ojos de todos se abrieron. Sabían quienes eran y lo sabían porque de nuevo, contagiados, se soñaban; y sus sueños eran tan perfectos que...
El murmullo fue creciendo; soy Hansel.., soy Bella.., soy Esmeralda.., soy Merlín.., soy la niña Ana.., soy el niño Tomás.., soy una preciosa Gárgola.. y yo una Lámpara…
Soy Peter.., soy Garfio.., soy la Bruja mala.., somos los Siete Enanitos.., yo soy el Ogro..; yo soy Blanca..; soy el abuelo Manuel.. y yo, yo soy la abuela Ignacia.. ; yo soy una Lámpara…
Soy Papá.., soy Mamá.., yo soy una Lámpara.., Soy Alicia.., soy Carlitos.., somos los Tres Cerditos.., soy el Lobo.., soy Simbad.. y yo, yo soy una Lámpara… Y todos contaban sus historias que eran tan reales como imaginarias.
¿De quién es esta cesta? ¿y estas botas? ¿y este pan? ¿y este bastón? ¿y estas gafas? ¿de quién es esta capa? ¿y está Lámpara que no calla?
El bullicio era tan grande que apenas se oía la batalla.
¡Increíble! Dijo un niño. Y le creció la nariz 
Dicen que del golpe derribó definitivamente la muralla.
Y es que como diría Gaya “Hay que aprender a soñar para evitar la batalla”

Ana Isabel Fariña


Pedrus y el lobo

Pedrus era el pastor de las cabras de los vecinos de un pueblo en mitad de la sierra llamado Ribus. Lo quería casi todo el mundo porque era un tipo “muy cachondo” al que le gustaban mucho las bromas.
En Ribus hacía más de 40 años que no se veían lobos. Pedrus de aquellos años guardaba una piel de lobo que había cazado su abuelo Genarus y estaba muy bien conservada.
Tenía mucho tiempo para pensar mientras cuidaba de las cabras, siempre estaba urdiendo cosas que hicieran gracia (a algunos no les gustaba), pensó que podría hacer algo sonado:
- ¡Ya lo tengo! con la piel del abuelo Genarus y la careta de lobo de la tienda de la Carola puedo disfrazar a la cabra del tío Facundus en un lobo… ¡je..je!
Así lo hizo, un jueves después de que recogió las cabras de todos los vecinos, las llevó a un recodo del río, allí había dejado la tarde anterior todos los aperos que iba a necesitar, y procedió a la transformación de la cabra tal y como tenía planeado. Terminada la faena miró a la cabra y exclamó asombrado:
- ¡Joder, parece un lobo!
Llevó el rebaño hasta las cercanías del pueblo a un prado amplio y desde allí se puso a gritar:
- ¡Hay un lobo entre las cabras!, ¡hay un lobo entre las cabras!
Algunos vecinos que en ese momento estaban en la calle miraron hacia donde Pedrus daba las voces y se fueron acercando despacio para ver. En esto el tío Facundus, que no se andaba con chiquitas, llegó corriendo con su escopeta de cazar jabalíes, y sin encomendarse a dios ni al diablo, disparó contra la pobre cabra disfrazada.
Pedrus se echó las manos a la cabeza:
- ¡Noooo…!
El Facundus llegó donde yacía el cuerpo, le quitó la careta agujereada entre los ojos y reconoció a su mejor cabra. Se volvió con la cara desencajada, buscó con la mirada a Pedrus, al que ya le empezaban a temblar las piernas.
- No, no, no. – gritaba Pedrus.
- ¡Bum! – sonó un disparo.

MORALEJA: Hay que tener “cuidadito” con las bromas.

Vicente Martín


El huso y el carmín

A la edad de quince años
con un carmín se pinchó
y el augurio del letargo
de inmediato se cumplió.

Dormida está la doncella
en su lecho de cristal,
miles de espejos la ciegan
¡no se deja de mirar!

“Soy Guapa. Soy Linda. Soy Bella
me verán y me querrán”
Y mientras se mira y tontea
un caballero que viene,
un caballero que va.

Sin darse cuenta la dama
su vanidad engordó
y aunque muchos la encontraban
ninguno la besó, besó.

El tiempo corría raudo
su corcel era veloz.
Y la pobre damisela
cada vez peor, peor.

El lecho donde dormía
casi no la sostenía.
Las sedas con que vestía
apenas la convencían.

“Soy Guapa. Soy Linda. Soy Bella
Me verán y me querrán.
Mis espejos me lo gritan
¿Por qué todos se me van?”

La angustia llegó a su cama
se juntó con vanidad
y el letargo de la dama
se cubrió de frialdad.

La bruja estaba contenta
en su país, una más.
Y tras una risotada,
cuando lo iba a celebrar

un topillo despistado
apareció en el lugar.
Como estaba congelado,
se puso a buscar, buscar.

En un lecho vio a una dama
No quería despertar
“morirá de frio” dijo
y al punto la fue a rescatar.

Atravesando ropajes
un túnel se construyó.
Y sin pagar los peajes,
hasta la dama arribó.

Una mano le colgaba,
y aunque estaba amoratada
con grande fuerza aferraba,
una cosa extraña, extraña.

Sin pensarlo, la mordió.
Un chillido se escuchó.
La garra, aflojose.
El objeto, resbalose.

El carmín, por fín, cayó.
Liberada de su yugo,
la doncella respiró
y el frío se evaporó.

Vio la damisela al topo
cuando a marcharse iba
y bloqueando la salida;
Le dijo:“espera un poco,

quédate a comer conmigo,
seré tu amiga, mi amigo,
quédate a vivir conmigo,
seré tu amiga, mi amigo.”

El topo dijo que sí,
y comió y vivió allí.
Y entre los dos escribieron
el cuento que ahora leyeron.

Dicen las lugareñas
que al poco tiempo llegó
un caballero con greñas
y con ellos se quedó.

Y que una topa coqueta
que viajaba en su zurrón;
al ver al topo valiente;
sin dudar, se declaró.

La bruja, no lo esperaba.
Rabiosa, rabiaba, rabiaba.
Hasta que cierto día
cuando se abría el día

y con su escoba volaba,
en una dulce morada
vio a una niña que jugaba
y se oyó una carcajada.

Ana Isabel Fariña


Soy la máscara de Pinocho y me ha vendido un artesano carpintero veneciano el día de Carnaval. (Tenía la nariz demasiado larga y ya no entraba en el baúl).
La cara que me encaja corresponde a la de un político que nunca miente. Como yo. Al intentar desprenderme de él, no lo ha logrado y de este modo me he convertido en de carne y hueso.

Soy una flauta electrónica y he sido recientemente adquirida por el HIP HOPNOSIS, programa de televisión de máxima audiencia con horario ininterrumpido durante las 24 horas.

Soy el gato con botas de microchip y juego al futbol en el Equipo de los bajos fondos.

Somos los tres cerditos de la especulación y nos dedicamos a la construcción de viviendas no protegidas.

Soy Caperucita Blanca y me caso, con cuatrocientos invitados entre ellos, buitres y demás aves rapaces, linces, zorros, perros, buhos, topos, ratas, murciélagos y resto de la familia de roedores, algún cerdo y camello, gacelas, yeguas, ratitas, elefantes, bisontes, armiños, alguna víbora, arañas, también gusanos, orugas y una buena representación de parásitos.

Antonia Oliva


Caperucita Blanca

Caperucita Blanca siempre había tenido frío.
Tanta nieve, tanta nube, tanto hielo habían acabado con sus colores naturales hasta el punto que se había vuelto transparente.
Sentía frío en todas partes. En su cuerpo, en su alma, y peor aún, en su corazón.
No hablaba nunca con nadie porque la naturaleza le había dado otra forma de hablar distinta de la de los demás y tampoco entendía como éstos hablaban. Eso hacía que se sintiera muy sola, con cantidad de cosas sin contar y aún más cosas sin comprender. Y era una pena porque ella sentía que tenía muchas cosas sin decir y lo tenía guardado todo como un tesoro de piedras rutilantes que brillaban en el fondo de su corazón.
Al alba de un día de invierno con mucha niebla (en esas tierras todos los días eran invierno), su padrastro, que sin embargo no parecía reparar nunca en su presencia, se acordó de ella y le encargó llevar a la abuela Albina una bolsa de cubitos de leche (y es que en esa tierra hasta la leche se hacía hielo), al otro lado del bosque nevado.
Caperucita se puso el pluma de plumas de oca, se secó las lágrimas cristalizadas de sus ojos pálidos (era costumbre que Caperucita llorara muy a menudo) y se puso en marcha.
Mientras se hacía a duras penas camino entre la inmaculada espesura, le pareció percibir una sombra detrás de un árbol. Primero se extrañó un poco pero cuando la sombra se acercó hacia ella notó cómo algo iba cambiando…
El lobo era negro, de pies a cabeza, como el ébano De sus ojos oscuros se desprendía un fuego interior que le proporcionó una ola de calor que le llegó hasta el alma.
Se dirigió a Caperucita Blanca con unas palabras suaves y coloradas que le sonaron como a notas de música. El lobo negro le ofreció un caramelo de fresa que ella llevó suavemente a la boca y dejó que se derritiera dulcemente el azúcar en su boca. Le dibujó entonces una sonrisa rosa y para que no notara el rubor naciente de sus mejillas echó a correr hasta la casa de la abuela.
La abuela Albina seguía igual de desagradable como siempre. No le agradeció los cubitos de leche, sólo se dirigió a ella con un tono seco e insípido.
Caperucita, cansada, se dejó llevar hacia sus sueños y empezaron a bailar las notas negras en el fondo blanco de su corazón.
Y se empezaron a oír latidos…
Se despidió distraída de la abuela y al abrir la puerta se asomó un rayito de sol amarillo y brillante que le llenó de cielo azul los ojos. Notó un sabor nuevo en la boca, color fresa.
Abrió la puerta en grande y la sangre volvió a correr en sus venas.
El lobo la estaba esperando.

Sara Pérez

3 comentarios:

  1. ELENA para considerar que la poesía está sobrevalorada ha encajado perfectamente el cuento en verso.
    LUIS, ese tiburon no era demasiado peligroso, los hay peores si sólo llevaba eso y se le ha podido localizar.
    Voy a ver si remato el mío :-).

    ResponderEliminar
  2. ALFREDO, una ácida crítica social.
    ANA ISABEL, onirismo puro, me gusta esa "circularidad" reiterada.

    ResponderEliminar
  3. Interesantísimos cuentos a los que no les sobra su correspondiente moraleja. ¿Por qué será que "el lobo" está en casi todos los trabajos? Me aventuro a decir que los políticos se nos meten por todos los resquicios. Cuando estudiaba yo en Salamanca tenía la pensión, "La Perla Salmantina" muy cerca de la librería de Anibal Sanchez y recuerdo el interés que despertaba entre la gente, su cultura, y en honor a la verdad las niñas estaban locas por él. Después conocí su poesía y algo más de su vida, una vida vivida con intensidad.

    ResponderEliminar