De cuerpo presente

La sesión del lunes, 3 de mayo, la dedicamos al arte de ver. Para ello pasamos al aula de las autopsias y nos despojamos de la piel. Nuestro objetivo, mirarnos por dentro, autopsiar nuestros recuerdos.

El médico forense José Antonio García-Andrade señala en su libro Lo que me contaron los muertos:

Nadie se preocupa tanto por la muerte como los filósofos, los escritores y los forenses, que hacemos un estudio sistemático y exhaustivo de sus causas, tratando de analizar los más mínimos detalles para conseguir hacer hablar al muerto, lo que tiene una gran importancia judicial y sobre lo que gira, de forma fundamental, el quehacer forense. Ello nos hace amar apasionadamente la vida como valor supremo del hombre, pues lle-gamos a saber que un centímetro más arriba o abajo, o que una fracción de segundo en un antes o un después, son vitales [...] y es que los forenses somos unos poetas en potencia por nuestra actitud vital ante la muerte y la vida.

En el taller se confundieron las miradas del forense y el poeta utilizando, como instrumental relacionado con ambos, la observación, el análisis, la comparación, las preguntas, la reflexión, la hipótesis, las palabras y la imagen. Etimológicamente, el término autopsia significa lo mismo que el aforismo popular “ver con los propios ojos”. La palabra proviene del griego “autos” (yo mismo) y “ophis” (vista).



La tarea propuesta fue escribir sobre cualquiera de nuestros órganos internos. Tal y como hace Baldomero Fernández Moreno en su poema "Soneto a tus vísceras":

Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.
Canto a tu masa intestinal rosada
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.
Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.
Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.

Estos son los trabajos de algunos de los participantes en el taller de escritura:


Se rompió la médula espinal

¡CRASH!... Menudo golpe, estado emocional casi catatónico. No siento mi cuerpo del pecho para abajo… ¡Estoy…! Nadie me socorre, ha sido un instante, rompí mi control, rompí mi armonía, rompí mi columna vertebral.

Tras un par de meses hospitalizado he sufrido la patética situación de quedar tetrapléjico, mi columna de vertebras que acaba en el coxis (sin rabo), porque no soy de otra especie viva, soy un ser humano, pese a las circunstancias de mi desatino con el destino, mi choque, mi accidente… iba sobrado de alcohol y mi velocidad superaba la permitida. Soy culpable de mi propia desgracia, me choqué contra la mediana y di una vuelta de campana.

Mi cuerpo sufre. Aunque siempre me colocaba recto y correcto era real que no sufría dolor de espalda ahora mi peor sensación es la nada, el no sentir mi médula espinal, vivir la agonía de no poder moverme. Han cambiado mis condiciones físicas, vuelvo a nacer, renazco a una nueva vida:

Mi columna, mis vértebras, la rigidez de mis piernas, el dolor de mi postura, me siento neonato en un lugar lejos de mi propio conato por hacerme con la carretera. Mi nueva situación…, tenía pocas ganas de vivir al encontrarme con las nuevas condiciones… resulto ser discapacitado, pero creo que me han dado una segunda oportunidad… estoy arrepentido aunque no dolorido, mi estado físico es constante, me falta movilidad y me sobra desesperanza. Ha sido el instante más difícil de mi existir. Ya no iré corriendo, ni saltado, ahora con ayudas de instrumentos mecánicos adaptados a mi boca y a mis ojos, me moveré por el mundo imaginando que la segunda vez que vivo, viene hoy dándome una lección de coraje.

Seré a todos los efectos defensor de la seguridad vial, un ultra seguidor de la prudencia al volante. Es un mal irrevocable, no se puede solucionar y me veo abocado a estar tumbado, hoy necesito mucho más del coche… paradoja del destino… no camino sobre mis piernas… mientras pueda lo haré sobre las ruedas que hoy parecen rodar en pos de una vida nueva.

Mª Teresa Mendoza


Soneto a la vagina

Nadie me dio tu nombre exacto.
Con silencios te dijeron primero,
con el verbo helado de algún enero
ocultaron los fonemas del tacto.

Trabé palabras en ocultos pactos,
tímidas huellas hicieron sendero,
para anidar segura en tus aleros
de espumas tiernas y blandos actos.

Y te me diste nueva entre espesuras:
locuaz, desnuda, mordiente, clara.
Me arañaste el vientre con tu cintura,

y los salados gestos de mi andadura
silabearon humedades varias
hasta perderse libres en tu angostura.

Pilar Luengo


Bien sabía él

Bien sabía él hasta qué punto
la angustia se abría paso entre los huesos,
delirante,
hasta abrirse en la piel

Bien sabía él hasta qué punto
ese vaho que la tierra exhala, pulpa muerta
dulce, suspendida,
remonta por las venas.

Bien sabía él hasta qué punto
el hombre aquel que se tendía oscuro,
pálido,
sobre su ayer amante, se enfría.

Bien sabía él hasta qué punto
el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe,
un interrogante...
cuya respuesta nadie sabe.

Bien sabia él hasta qué punto
la iba a echar de menos,
vacilando,
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne.

Bien sabía él hasta qué punto
un hoja cuya rama no existe,
es triste.

Triste como la rama que deja caer su fruto para nadie.

Bien sabía él hasta qué punto
no le importaba lo meritorio de su tristeza,
al cuerpo,
al despoblado, desértico, desvalido cuerpo.

Bien sabía él hasta qué punto
si no hay permiso para lo imposible,
la esperanza...
Su propio cuerpo iba a renegar de la cordura.

Bien sabía él
Bien sabía él
Bien sabía...
Bien...

Ana Isabel Fariñas


El arce rojo

Entre dos montañas de aire,
escorado hacia la izquierda,
palpita, escarlata, un arce.
Generoso en su ramaje,
por doquier extiende ramas,
ramas de rojo follaje.
Caminos son color sangre
Vida es, vida que mana,
vida que fluye, y entra, y sale.
vida circular y sana.

Entre dos montañas de aire,
escorado hacia la izquierda,
un dragón infatigable,
duerme un sueño interminable.
Es dragón que entre sus alas,
a una vena sin follaje
recibe antes de que se aje.
Cuando sana, renovada,
el dragón de cuatro alas,
relajarse es lo que hace.

Entre dos montañas de aire
escorado hacia la izquierda,
un arpa con nuevos aires
dirige un pulso vibrante
Sinfonías escarlata.
Glisandos de color sangre.
Frases de rojo follaje.
Sueños de un dragón con alas,
bermejo como los arces,
que porque duerme bien sabe

Que entre dos montañas de aire,
escorado hacia la izquierda,
en olvidado paraje
palpita en la tierra un arce.
Tiene ramas escarlata.
Para todos son iguales.
Savia de un dragón con alas
que reparte su follaje.
Pulsos de un arpa vibrante,
que con el mundo comparte.

Entre dos montañas de aire,
escorado hacia la izquierda...
Un arce, un dragón, un arpa,
en olvidado paraje
se unen, no se desgajan

¿Adivinas lo que pasa?

Ana Isabel Fariña


Glándula pituitaria

La glándula pituitaria se pasea por el cerebro a su antojo.
Es como un guisante ahuevado: rueda, rueda y rueda al son de una música tecno-eléctrica… ¡vaya marcha tiene “la muy jodía”!
Es la confidente del hipotálamo, vamos “la chivata”… todo lo que ve y nota “lo casca”.
No se lleva con el corazón, en cuanto puede le envía un impulso retorcido que lo deja todo acelerado, con arritmia y taquicardia…
Le encanta jugar al escondite, su “rinche” preferido es entre los pliegues de la materia gris en el lóbulo frontal izquierdo. Otras veces se va a la parte del cerebro que contrala el lenguaje y hace decir unas bobadas ¡“que no veas”!
La glándula pituitaria… ¡mira que es fea la jodía! y lo mal que suena.

Vicente M. Martín


Piel de un recuerdo

Dormida en sensaciones,
con la luz del silencio,
despierto en unos brazos
acariciados por la muerte.

Sueños de gris
rodean el espacio de mis horas,
ahogan las palabras con una sola voz
viva en la escritura del tiempo.

Sofía Montero

4 comentarios:

  1. Teresa: Tema muy actual de las lesiones que provoca el tráfico, a veces el que paga las consecuencias no es el que comete la imprudencia…
    “me siento neonato en un lugar lejos de mi propio conato por hacerme con la carretera”, curiosa la frase. Muy bien, Teresa

    Pilar Luengo: Me gusta tu soneto, “guardiana de la palabra”.
    “Trabé palabras en ocultos pactos,
    tímidas huellas hicieron sendero,
    para anidar segura en tus aleros
    de espumas tiernas y blandos actos.”
    Genial como siempre “profe”.

    Ana: como bien sabes soy “ana-adicto” declarado y confeso, tu sensibilidad me hechiza y tus palabras me embrujan…
    “Vida es, vida que mana,
    vida que fluye, y entra, y sale.
    vida circular y sana.”…
    …“Bien sabía él hasta qué punto
    si no hay permiso para lo imposible,
    la esperanza...
    Su propio cuerpo iba a renegar de la cordura.”…
    ¡Grande Ana, muy grande!

    Sofía: tus poemas son como las nubes, tienen la misma esencia pero distintas formas. Muy bien, Sofía.

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