In vino veritas

Las sesión del taller de escritura creativa del 18 de enero la dedicamos al vino y su relación con la literatura.
Recomendamos para profundizar sobre este tema el trabajo de Isidoro Villalobos titulado "El vino en las letras españolas", publicado en los Cuadernos de Estudios Manchegos. En él encontraréis muchas referencias y buen repertorio de textos sobre el vino.
Carles Cano, escritor, narrador y poeta visual, hizo su particular homenaje al vino con este seis de copas:


De entre los textos recogidos en la ficha de trabajo destacamos varios. El poema "Vino de crianza", de José Hierro, publicado en una etiqueta de un vino de Valdepeñas:

Dejadme que repose aquí, en mi cuna
de roble o de cristal, estoy cansado.
Para llegar hasta donde he llegado
sudé de sol a sol, de luna a luna.
Robé la claridad sumido en una
raíz de sombra. ‘El robo que he robado’
lo hice oro y rubí, transfigurado
por la sabiduría y la Fortuna.
Terminé mi tarea. Ahora descansa
en la sombra mi cuerpo, en ella amansa
el hervor jovencísimo de antaño.
Pero los dioses nunca mueren, juro
que respiro. Y espero: estoy seguro
de mi resurrección al tercer año.

Y destacamos también el poema de Rafael Morales, un poeta muy apegado al vino y al soneto, El título no podía ser otro "El vino":

El vino rojo encierra una gran rosa,
un demente clavel enardecido,
un palpitar de ensueños y de olvido
en la purpúrea entraña silenciosa.
Su roja soledad, su perezosa
materia sin contorno y sin sentido
es pulpa de esperanza y de gemido,
fruto caliente de locura hermosa.
La copa es una herida donde alienta
la sangre del olvido y la alegría
en una llama cálida y violenta.
Dame tus alas rojas, copa mía,
puebla mi corazón que se alimenta
de dolor de la vida cada día.

El Nuevo Mester de Juglaría, grupo de folk de Segovia, grabó un disco dedicado al vino, trabajo que titularon "La voz del vino". También el cantautor Alberto Córtez escribió y puso música al vino:



Pero también hablamos de las notas de cata, de las etiquetas de algunos vinos y de muchos mensajes curiosos que aparecen en alguna botellas.

En la sesión no faltó el vino, una botella de tinto con la etiqueta oculta y una botella de blanco, de cosecha casera, que nos regaló Tina Martín Mora. Acompañamos ambos vinos con unos frutos secos.
La propuesta de escritura consistió en probar los vinos y escribir una nota de cata para cada uno de ellos. Pero además había que pensar un nombre para darle identidad y aliarse con un buen repertorio de metáforas para describir el olor, la textura, el color y el sabor.
Nuestros escritores, convertidos en sumilleres, afinaron su nariz y afilaron el lápiz para escribir textos como los que siguen:


Bailón

Vino deslenguado
viste su color
en un cálido envase,
juega en la boca
despertando sensaciones.
Sabor a fuego,
manchado de rojo atardecido,
vibra en la piel
que besa los recuerdos
cuando el silencio habla,
despierta lucidez
con un grito de alegría
para mostrar colores a la vida.

Sofía Montero


Rubaiyat

Poesía en la boca, con este vino que usted tiene en sus manos, experimentará nuevas sensaciones, será un deleite sensorial. Aspecto visual rojo con tonalidades rubí. Aroma balsámicos y vainilla. Sabor tánico, cálido y persistente. Estas notables propiedades le harán disfrutar de una experiencia única, que evocará la grandeza el exotismo y la riqueza de Oriente.

Alfredo Domínguez


Botella vacía

Bebo para olvidar las penas del amor.
Compañero fiel,me alegras el alma.
Me sorprende el amanecer con la botella vacía
y entonces con el corazón encogido,
me vienen lagrimas a los ojos,
porque he olvidado por qué bebo
y la tristeza no se me ha ido.

* * *

Que incongruente es el ser humano,
porque busca el olvido,
y ahora que ha olvidado
quiere recordar porque ha bebido.

Carmen Alonso


Dolescencia 
(Bodegas Lolita)

Vino joven elaborado a partir de uva de las variedades Tempranillo y Chevignon. Color rojo suave con ligeros brillos rosáceos. En nariz aromas pretenciosos con fondo fresco de escaso recorrido. En boca sabor intenso con cuerpo tierno que va diluyéndose dejando una suave caricia de fondo. Leve punto de acidez debido a su escaso punto de maduración. Maridaje perfecto con pichón al horno poco hecho.

* * *

Pisar de uvas
al sol del atardecer
Se acerca el vino.

* * *

Moraleja del Vino

Se hunden bodegas
por poner más acento
en hacer bajar botellas
que en cómo hacerlo.
Llegar no llega
pues a buen vino
mas da buena cena
con los amigos.
Luego no venga
el crítico a hablar,
mejor que a quien quiera
traiga a cenar.

Miguel Ángel Pérez


Blanco Tino

La copa vibra, la sujeta con veneración, los dedos temblorosos. La inclina con delicadeza, 45 grados. Un color amarillo verdoso se muestra, se recuesta, reposa. El ojo anota, en el pliegue de la frente, ese color que brilla cada vez más con cada vistazo. Unas lágrimas puras, vivas se deslizan, patinan alegres por el frágil cristal… Blanco Tino. Inconfundible.
La copa espera… una nariz limpia, exquisita, cuidada, educada en los frondosos jardines de las mil y una noches, allí donde las flores despliegan su perfume hasta en los muros de granito, se acerca. Un aroma primario inicia su viaje, conoce su fin, su destino: entregar su calidez al lado izquierdo del tabique nasal: uva verdejo de una parra que anduvo a gatas por la sierra extremeña donde se regala el mestranzo… Un poco de oxígeno y el néctar ambarino se mueve elegante por la copa. Baila cual danzarina de salsa que libera sus caderas de fuego y tierra al ritmo de la música. Un aroma secundario brota. Una fermentación cuidada, a la temperatura adecuada, consigue que el alcohol florezca. La crianza en barrica aromatizada por un roble de los escarpes de la Boya Grande prorroga una bocanada para dejar sin aliento. El bouquet es irrepetible. Blanco Tino, inimitable.
Los labios se disponen, se humedecen. Una lengua repleta de besos enamorados deambula por ella. Un líquido amarillo verdoso derrama su redondo sabor en una rueda dulce-salado-ácido-amargo. Una corona, una noria oxidada les encadena. Su textura es de seda oriental, su tacto evoca los palacios bizantinos de los canales de Venecia. Suave, untuoso como pecho virginal que se esfuma entre las manos. La larga retronasal que presenta, reconoce todas las sensaciones, definidas e indefinidas. Su solidez es inconfundible. Marca que se marca. Blanco Tino con sabor a mestranzo. Malvasía que acerca el Cielo al paladar.

Vicente Martín


Haiku

Bebo el vino
Lágrima en la copa
Sol en el alma

* * *

Se nos llenó la tarde de palabras,
palabras caprichosas que jugaban
jugaban y querían ser verso
y fue el verso:
redondo, fresco y goloso
fruta roja, vainilla, balsámico y anís
expresivo, complejo, mineral y terroso
madre tierra, sol, lluvia y luna
y a la postre sarmiento y uva
y fue el vino
se nos llenó la tarde ...
hace frío y tal vez llueva
que bueno es este vino y esta gente.

Fernando de Castro


Rizo dorado

Color. Puesta de sol, con matices de luna y notas finales violáceas.
Nariz. Melocotón, lima y un suave toque de chocolate.
En boca. Refrescante, ligero, con un sabor que se mantiene.
Se recomienda beber al fuego, en las noches de invierno en buena compañía.

Teresa Sánz


Sinestesia

Vino tinto de tacto sedoso y color rojo, como mancha de mora de moral.
A la nariz, quien tenga la suerte- buena o mala- de tener sinestesia, recuerda a notas bajas de violín aderezadas con un piano.
En boca, a los mismos que sufren de esta unión sensorial, inunda la vista de colores marrones rojizos con destellos dorados de fondo.
A los que no tienen esta curiosa forma de entenderse con el mundo, ha de saberles y olerles a vino, con su toque de alcohol, madera y uva. Quizás los de sentidos más afinados logren encontrar un matiz floral y terroso.
Marinar con una buena noche junto al fuego, a ser posible en buena compañía. Con un Gabriel García Márquez combina a la perfección

Leticia Vicente


Una cata sui generis

Por casualidad me apunté un día a una cata. Tomabamos café en la hacienda Zorita con unos amigos y comentamos con el camarero, si allí se realizaban catas; nos dijo que a las seis de la tarde había un grupo y que podíamos apuntarnos. Total eramos 10 personas, las que bajamos a la bodega por una escalera con 10 peldaños, y alrededor de una mesa rectangular nos dieron a probar 10 vinos distintos y 10 quesos diferentes.
Empezamos poniendo mucho interés en los primeros vinos, incluso había un portugués que tomaba nota, de la marca, año, buqué, diferencias a la vista, a la nariz, etc.
Lo único que recuerdo de aquella cata, era que en la subida de la bodega al exterior, conté 20 escalones y 20 personas, a las cuales nos querían cobrar 20 euros a cada uno. El portugués que era un cachondo, dijo que el solo tenía 10 euros y que el vino del marqués de gruñón no le había gustado nada, nada , nada.

Luis Iglesias


Vino: Dos rombos

Fino, largo y persistente con recorrido marcado de fruta jugosa y de abundante lágrima.
Entrada en boca suave y elegante, delicado pero intenso y arrogante.
A la vista limpio brillo de rubí, soez pero carnal, humano y afrutado, … delicioso.
En nariz es sorprendente y refinado, con aromas a deseo tibio y anhelo, dulces y picantes a la vez, extraño y conocido caramelo.

Maridaje: labios rojo cereza y esta fotografía:



Paz Mateos


Nota de cata

En vista, color de picota.
Fresco a la nariz, de ésos en que la botella se acaba en un desliz.
La lágrima alcohólica invita a una noche de verano lluviosa.
Se recomienda maridar con soledad, bombones, una mesa de madera, kikos, libros, luz tenue, risas, lana, tinta, y cualquier cosa que lleve a la felicidad…

Sara Villa


Gran Reserva

Fase visual: se aprecian los tonos clásicos de un reserva, aunque con matices de un crianza. Los tonos dorados finales prometen un más que notable gran reserva.
Fase olfativa: las notas primeras son de pedantería rebajadas por un divorcio, dos hijos y veinte años de peleas internas en su departamento. En las segundas, sobresalen una educación en colegio de curas y demasiado estudio. Tiene un bouquet incipiente con ciertas notas de ingenuidad, lo que le confiere un carácter distinto a los del resto de su añada.
Fase gustativa: Como todo reserva, sabor agridulce con toques picantes matizados por la edad. Se aprecia el gusto a los clásicos, sobre todo a Shakespeare y la literatura erótica francesa del siglo XVIII, lo que le haría demasiado pesado si no fuera por el interés en editoriales incipientes.
Su maridaje clásico es con mujeres rubias, cultas y sumisas, pero puede resultar interesante para mujeres morenas de pelo corto y lengua larga.

Elena Vicente


In vino veritas

Aroma robusto
teja con rubí
te probé y se
apagó la luz.

Pasión
en una lágrima,
riachuelo de lluvia
con septiembre.

Meses de ritual
atrapando
nuestros pies
vereda de uvas, hatillo
de caricias torrefactas
entre desnudos taninos.

Ciego por el sabor
resplandeció
una verdad retronasal.

Yo prefiero
tu luz líquida
sobre mi piel,
bandada de pájaros
que atraviesa mi boca;
sana fiesta de los pueblos,
escasa gota, en los caminos
de Cuba a Afganistán.

Copas de Syrah,
Paladar de Merlot,
sarmientos de
Toro o Mazuela…
no ahorres en prendas,
loco es el amor
y amante es quien te beba.

Chema García


Arrebato

Tinte medicinal, culmen del quehacer de pies ancestrales
Extracto depurado de sol, uva, tierra y agua enriquecido por dedos microscópicos
Concentrado de emociones.
Arrebato ofrece, “un sabor a madera seca de impregnación larga, aroma áspero que se saborea desde el color joven uniforme de su copa con una nota de fuerza azabache que en el retrogusto es rosa”.
Definirlo como un vino seco y delicado aunque con cuerpo, apto para los paladares más sensibles a los que agraden los contrastes de sensaciones.

Antonia Oliva


Etiquetar

Nueve, diez, once… ¿Qué edad tenia? No lo recuerdo. Pero si recuerdo con que sutileza deslizaba una botella entre mis manos, por miedo a que se pudiese romper. Era una botella de anís “La Castellana”. No tenia etiqueta, pero sabía que era “La Castellana” por los rombitos en relieve del exterior del vidrio. No contenía anís…, tenía vino. Un vino que en varias ocasiones intente etiquetar, pero no supe hacerlo. Invoco a los Dioses de los recuerdos, y es ahora, después de más de cuarenta años, cuando quiero hacer de sumiller improvisado de ese vino y confió en mi propio criterio para que la cata sea la más adecuada y adjudicarle un etiquetado apropiado. Dicha botella se guardaba en la sacristía; dentro de un armario centenario, sobre una estantería que había por cima de las perchas con las vestimentas del cura:

Fase Visual:
Para cogerla me tenía que poner de puntillas. El vino se removía y era la única vez que el corcho se humedecía, ya que la botella siempre estaba boca arriba. La superficie del vino no era ni brillante… ni mate. Tenía poca transparencia pero si afinaba la vista, me parecía ver posos en forma de alas de abeja. El color era de uva pasa. Un color que se fulminaba ante los colores vivos del verde, morado y rojo de las casullas.

Fase Olfativa:
De forma casual, arrimaba la nariz a la boca de la botella. Y los aromas de la uva, los de la fermentación y el bouquet…, yo no sabía ni que existían. A mí me olía a humedad a cera fundida a mecha “chamusca” de vela y a sotana rancia.

Fase Gustativa:
Debería haber dejado pasar el vino lentamente por lo largo y ancho de la lengua y así despertar mis papilas, pero eso de los pequeños sorbos no iba conmigo. Lo de escarcear y oxigenar, tampoco… Yo bebía a morro de la botella y cuando el vino se deslizaba gaznate abajo, me sabía a gloria vendita. Era un sabor muy dulce y cuando me relamía hasta casi llegar a la nariz, me sabía a miel virgen de los panales recién centrifugados en pleno campo. También me parecía que este vino era blando en boca, sobre todo después de comerme un polvorón.

Fase del Volumen:
Esta fase no es muy común, pero a mí, en su momento me pareció oportuno tenerla en cuenta.

Una tarde de invierno, cuando el día languidecía a pasos agigantados, una luz tenue entraba por una de las vidrieras de colores de la iglesia. En ese momento “empine” la botella para beber y al tras luz pude ver una muesca… ¡Siiii! Era una marca de carmín hecha en uno de los rombitos. Comprendí que la sacristana del cura estaba haciendo la cata de la cantidad del vino que había en el interior de la botella. ¡Gracias a Dios! Nunca me pillaron.

Tiempo de Reposo:
Hablando de reposar, puedo asegurar que yo reposaba más que el vino. Reposaba entre padres nuestros, credos y homilías somnolientas. Me quedaba dormido despierto, y así tuve mis primeros sueños eróticos. Eran sueños raros, desordenados, sin pies ni cabeza por haber tenido una educación sexual precaria…o ninguna. El leve escarceo de vino que hacia el cura con la pequeña jarra de cristal sobre el cáliz, me hacia volver a la realidad. Con un asentimiento, me indicaba que ya podía retirar las vinajeras. Cuando lo hacía, las miraba con el rabillo del ojo, por si hubiese algo que escurrir.

Cuando tenía la botella de anís “La Castellana” entre mis manos, la miraba y la trataba con sutileza; llegue a pensar que este vino dulce no necesitaba estar en barricas ni en bodega alguna, que simplemente con estar bajo un artesonado de madera de más de doscientos años y con la temperatura fría de la iglesia…, le bastaría para coger solera y ser un gran reserva… ¡Cosa de niños!

Hoy día, sin mas preámbulos en la etiqueta pondría:

VINO DULCE GRAN RESERVA 1972
“EL MONAGUILLO”
APROPIADO PARA ACOMPAÑAR
TOCINILLOS DEL CIELO
Y RECORTES DE HOSTIAS

Nicolás Hernández López


La vie en rose
(Bodegas Piaff)

En la cuna de un tulipán, dibujado sobre un lienzo, descansa un enigma, un misterio: es el brillo de un sonajero. Melodía de cascabeles que germinó bajo el sol arrullada por el viento. Brisa que la tierra parió. Susurro de parra y cielo. Aire de pies y uva. Loa de sudor y esfuerzo. Sonata limpia que fermentó con tiempo. Pasión pura sin hollejos.
Tiene el color del sueño, del reposo sonrosado que mece a un niño pequeño. Es fresa. Es frambuesa. Es pomelo. Es cielo que en un bostezo, evapora sin esfuerzo, los telares más opacos y los papiros más negros. Es coral que dejó el mar porque quiso ser viñedo.
Tiene un aroma franco, sin el dejo avinagrado que deposita el engaño. No tiene acordes quebrados. Sus matices no son rancios. No es un arpegio zafio. Posee un olor arpado, un perfume floral y afrutado. Intenso como el placer de encontrar lo que siempre se ha buscado. Más su fragancia es ligera como cometa que vuela, como la lluvia queda de una dulce primavera, como el paseo en velero cuando la mar fue tormenta y en un nada, se serena. Huele a juglar y princesa, a monarca y mesonera. Huele a Provenza. Sin dudar, huele a leyenda.
Entregarse a su sabor es un goce delicado. Sorbo a sorbo, paso a paso, te devuelve el caminar que tropezó en un mal trago. Tiene batuta de raza. Un palillo asilvestrado, elegante y refinado. Una varilla melosa, que con viveza solfea, los tonos de un pentagrama que se creó sin tacha. Sin humos, sin goma quemada. Su firmeza orquesta un coro, un orfeón. Una coral equilibrada donde el arándano tararea su melodía estival. Tonada que brota entre las coplas plenas de las moras, las ciruelas y las grosellas.
Es su partitura briosa. Tiene savia. Es poderosa. Es libreto abocado que destiló su nobleza, sin saber de su proeza. Su paladeo, un vibrato aterciopelado. Un pizzicato amistoso, un puntilleo sedoso, un trémolo redondo que desata un fugaz cosquilleo. Un efímero y cálido hormigueo que devuelve al que lo ingiere al juego sano de la vida donde sin más se confía. Alameda que las Moiras incendiaron con turbios chatos inesperados, y cuartillos severos, en extremo oxidados, muy desequilibrados.
En la cuna de un tulipán dibujado sobre un lienzo, descansaba un enigma, un misterio: Era la flauta de Hamelin barriendo todos los miedos
Era el corazón del beso que derrotó al hechicero.

Ana Isabel Fariña


Vokial

Denominación del vino: Vokial (en memoria de mi héroe favorito del Heroes III)
Origen: de Toro (Zamora)
Color: negro-rosáceo
Olor: ligero aroma a uva roja (como la del mosto) y una mezcla de alcohol que se difumina perfectamente.
Sabor: se aprecia el alcohol pero tiene un ligero sabor a frambuesa.
Muy fuerte al principio, y suave a medida que lo vas degustando. Me recuerda al Rivera. Al tomarlo con frutos secos me ha venido una textura y sabor imprescindible.
Presentación: botella bordada y plateada, me recuerda a la de la sidra El Gaitero.
Apuntes: el color puede variar en función del sabor, la hora del día, el momento.

Iria Costa


Nombre del vino: Roja pasión

Este caldo ha sido producido para uso y disfrute de dos selectos comensales. Compartir en agradable compañía. Tomar en lugar cálido y sereno al calor del fuego y la tenue luz de las velas.
Producción limitada a un encuentro, extensible y repetible siempre que se considere oportuno.

Bodega: Cagigas Martín.
DOC: Ribera del Tormes.
Variedad de uva: erótica 20%, placentera 20%, apasionada 20%, romántica 15%, otras variedades 5%.
Elaboración y crianza: Fermentación y maceración en lecho de roble francés de 2x2 a una temperatura de 38 grados durante tiempo ilimitado. 7 años de unión pecaminosa y algunos meses de misterioso cortejo antes de salir al mercado.
Graduación: 14%.
Añada: Gran Reserva 2015, intensa y fragante.
Presentación: Botella de 75 cl.
Maridaje: Acompañar con otros productos afrodisíacos.
Precio medio: Estar a tu lado no tiene precio.

Nota de cata

Vista: Intenso color rojo pasión y ribete granate oscuro con ligeros reflejos de color carmesí y notas picantes. Limpio y brillante.
Nariz: Aroma intenso, sudoroso y duradero combinado con suaves toques afrutados que le dan cierta complejidad y sutileza. La fruta madura le aporta cierta sabiduría con recuerdos de juventud.
Boca: Entrada en boca es suave y prolongada con ciertos tonos picantes que rascan los sentidos al tomar contacto en el paladar. Se muestra voluptuoso y corpulento, pero sabroso, sedoso y agradable con un regusto final dulce y cremoso que le aporta elegancia y lo convierte en un delicioso acompañamiento para un momento especial e inolvidable. Muy amable.

Servir a temperatura ambiente para caldear el paladar y los sentidos.

Toñi Martín del Rey

10 comentarios:

  1. Sofía:
    “Bailón”… sugerente título.
    “Sabor a fuego,
    manchado de rojo atardecido”
    Se deja “leer”. Muy bien.

    Alfredo:
    Exquisito y delicioso Rubaiyat… ya solo el olor me embriagó. Exótico muy exótico. Bravo Alfredo.

    Carmen Alonso:
    ¡Ay las penas del amor!… se confunde quien las pretende ahogar en vino… que lo intente con la poesía ¡je…je!
    “Que incongruente es el ser humano,
    porque busca el olvido,
    y ahora que ha olvidado
    quiere recordar porque ha bebido”
    La verdad es que suena bien… y dice verdad. Molto bene.

    Miguel Angel:
    ¡Hombre! Con usted quería yo hablar… Soy VENTTINI, deletrea conmigo: Vent - ti - ni… no sé qué manía se ha cogido usted de confundirme con Vicente y encima dedicarle una canción en “facebook”… a ver si le queda a usted claro, Venttini, soy yo, una persona y Vicente es ese de pelo cano con un borrón por bigote y es un heterónimo. Dicho esto vamos a lo que nos interesa.
    “Dolescencia” bonita palabreja para un vino… me recuerda mis tiempos jóvenes (por eso de la adolescencia)… el aroma pretencioso me convence poco, el sabor con esa caricia de fondo me encanta y el maridaje pues no me va, los pichones me gustan verlos volar.
    Un haiku, como casi todos los haikus, idioma indio de película del oeste de los 60.
    “Llegar no llega
    pues a buen vino
    mas da buena cena
    con los amigos.
    Luego no venga
    el crítico a hablar,
    mejor que a quien quiera
    traiga a cenar.”
    No están nada mal las “coplillas” tienen su punto desenfadado. Bien en general a mi humilde parecer. (Soy Venttini, no olvidar)

    Fernando:
    Me gusta tu haiku…
    “y fue el verso:
    redondo, fresco y goloso
    fruta roja, vainilla, balsámico y anís
    expresivo, complejo, mineral y terroso
    madre tierra, sol, lluvia y luna
    y a la postre sarmiento y uva
    y fue el vino”
    Colección de palabras bien traídas. Muy bien, Fernando.

    Teresa:
    “Rizo dorado”… Me pido 6 botellas. El fuego lo tengo, la buena compañía también, ahora solo me queda la noche de invierno. Genial, Teresa.

    Leticia:
    “Sinestesia”. Diría que este vino tuyo es mágico. Las “notas bajas de violín aderezadas con un piano” me llegan a la planta de los pies con una fuerza inusitada, luego se encuentran con el “matiz floral y terroso” y se asientan en el bajo vientre provocando sensaciones deliciosas. Si me disculpas, cambio a Gabriel García Márquez por una escritora a ser posible creativa. Perfecto, Leticia.

    Luis:
    Simpático, alegre… de esos que hacen sonreír, el toque final del marqués de gruñón está magistral. Super-bien, Luis.

    Paz:
    Preciosa la foto de auténtica profesional… (Lo que eres… ¡ejem!)
    “con aromas a deseo tibio y anhelo, dulces y picantes a la vez, extraño y conocido caramelo.” 12 botellas, por favor y la fotografía. Me faltarían los “labios rojo cereza”… ¿los quieres poner tú? ¡je…je! (que es broma, licencia literaria…) Fenomenal, Paz, gracias.

    Sara:
    “Se recomienda maridar con soledad, bombones, una mesa de madera, kikos, libros, luz tenue, risas, lana, tinta, y cualquier cosa que lleve a la felicidad…”
    Pues también me apunto… para mí que ya voy algo “colocadete” espero no cometer ningún desliz al meter la nariz… ¡ja…ja! (no si ya me sale la risa fácil… pues todavía me quedan 2 más).
    Muy bien, Sara, gracias por regalarnos tu tarea.

    Elena:
    Ingenioso, irónico, buena composición…
    “las notas primeras son de pedantería rebajadas por un divorcio, dos hijos y veinte años de peleas internas en su departamento. En las segundas, sobresalen una educación en colegio de curas y demasiado estudio.” De este vino paso que ya voy cargadito con los otros…
    Muy bien, Elena, no pierdes facultades (como los buenos vinos)

    Chema:
    “Meses de ritual
    atrapando
    nuestros pies
    vereda de uvas, hatillo
    de caricias torrefactas
    entre desnudos taninos.”
    En el vino está la verdad y en el se fue el desengaño…
    “Pasión
    en una lágrima,
    riachuelo de lluvia
    con septiembre.”
    Exquisito, magistral, amigo Chema. Gracias.


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    Respuestas
    1. Gracias por los comentarios V.
      Los Haikus buenos sobre vino los gasté en la última edición del concurso que comentaba Raúl (sin éxito tampoco).
      La perpetración poética es por dar que hablar a mi pueblo de adopción reciente.

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  2. SOFÍA:
    Lo veo de anuncio con unas buenas imágenes fíjate.

    ALFREDO:
    También lo veo en una etiqueta.

    CARMEN:
    Me gusta más el primero que el segundo.

    MIGUEL ÁNGEL:
    No me puedo pedir maravillas cuando el vino es algo que todo el mundo sabe de lo que habla y yo no, porque no lo bebo. Así que no me pidan nivel.

    VICENTE:
    Tu texto acaricia entre profusión de adjetivos. Muy en tu estilo.

    FERNANDO:
    Hermoso el haiku.
    Buena enumeración de sensaciones el segundo texto pero me deja la sensación de que lo puedes trabajar más.

    TERESA:
    Te has quitado la tarea de encima :-) Te lo puedes trabajar mucho más y lo sabes.

    LETICIA:
    Un texto muy sugerente y muy original.

    LUIS:
    Divertido texto y con un buen juego de números y repeticiones. Ahora bien, si me permites un consejo, suéltate un poco más de la realidad.

    PAZ:
    Muy sugerente y gracias por el regalazo de la foto.

    SARA:
    Como he dicho a otros, creo que te lo puedes currar más, me da la sensación.

    ELENA:
    Más que interesante paralelismo. Eso sí, no me hagas pensar mal, con ese maridaje alternativo jaja.

    CHEMA:
    Una buena mezcla de vino y experiencia vital que creo que tendré que probar un par de veces para poder apreciarla en todo su volumen.

    Salud y a escribir.

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    1. Gracias por tu comentarios Miguel Angel..
      Ah! atrévete a decir Venttini (V.) solo es de origen italiano, no muerde... je...je (de buen rollo)

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    2. Hay que forzar la mente que si no luego se acostumbra a no pensar y es peor Sr. Pegarz.

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  3. Vicente:
    Precioso, amigo Vicente.
    Brillan mis ojos al leer tu texto, y no es porque haya bebido. Un texto elaborado con mucha, mucha ternura. "...Blanco Tino con sabor a mestranzo. Malvasía que acerca el cielo al paladar." Maravilloso. La Sierra de Gata está a tus pies. Gracias.

    Enhorabuena a todos los escritores:
    Exquisitos todos los textos. Intuyo que el lunes hubo algo más que poesía... Gracias por compartir.

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  4. Antonia:
    Tu vino arrebatador, “un sabor a madera seca de impregnación larga…” “apto para los paladares más sensibles a los que agraden los contrastes de sensaciones.” Es decir, a mí. Me gusta tu vino “arrebato”. No sé, hace como levantarme de la silla. Magnífico, Antonia.

    Nico:
    Sobresaliente, cum laude, amigo Nico. Me ha encantado tu texto. Perfectamente estructurado, maravillosamente contado, fácil de leer, con gracia, ironía… Sorprendente Nico, enhorabuena. Ahora solo te falta escribir y leer en el taller. Destacado. Original. Gracias.

    Ana:
    ¡Oh mondieu, exquisito vino francais authentique!! Elaborado, muy elaborado, extraordinariamente elaborado. Inigualable, Ana. Gracias

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  5. ANTONIA:
    Tiene imágenes muy hermososas, para mi destaca ese "dedos microscópicos". Me falla el "Defnirlo"; a mi modo de ver debería ir en imperativo.

    NICOLÁS:
    Vas creciendo rápidamente en tus textos.

    ANA:
    Muy en tu linea una embriagadora profusión de metáforas e imágenes.

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