Se ha escrito un crimen

La muerte es un tema que suscita reservas, sin embargo para apreciar la vida es importante profundizar en ella y aprender a conocerla y si esa aproximación es desde la escritura creativa mucho mejor.
Se ha escrito un crimen” es un taller en el que se habla de poesía, de filosofía y de autopsias. Porque el trabajo que ejercen poetas, forenses y filósofos es similar.
¿Quién no recuerda a la escritora de novelas policiacas Jessica Fletcher, interpretada por Angela Lansbury? ¿O al detective Hércules Poirot de Ágatha Christie?
Los participantes de este taller tendrán que resolver, a través de diferentes técnicas de escritura creativa, un caso de lo más extraño. Todo apunta a que es un crimen pero nunca se sabe.





Propuestas de escritura

Escribe la biografía del personaje que te haya tocado


Y estos son los trabajos enviados hasta ahora:


Gustavo Pocapasta

Gustavo Pocapasta nació en Soria en 1805, hijo del acomodado industrial Gustavo Muchapasta. Cambió de apellido al ser desheredado en 1825 debido a sus inclinaciones literarias.

A la temprana edad de doce años su madre se empeñó en suministrarle unas cápsulas vitamínicas, lo que le provocó una especial sensibilidad a las injusticias que se generaban a su alrededor, cualidad esta que mezclada con las propias del liberalismo que comenzaba a triunfar en la ciudad, le llevó a frecuentar a mujeres de dudosa moralidad a las que se empeñaba en regalar el último invento del momento, comercializado por su padre, el – posteriormente – famoso pintalabios.

Además de semejante artilugio – y como correspondía a su esmerada educación – intentaba con poco éxito emular a los clásicos que habitaban en su corazón, escribiendo sonetos amorosos que no eran apreciados ni por sus receptoras, ni por el único editor que habitaba en la ciudad, ni – por supuesto – por su desesperado padre que lejos de encontrar un digno sucesor acabó echándole de casa acusándolo de vago, pervertido y vividor.

Comenzó a tener problemas con los dueños de los establecimientos que frecuentaba; “ser una rosa no me da de comer” llegó a escribir en una de sus últimas obras, cuando ya estaba solo, sin blanca y con un avanzado problema hepático.

Esta mañana ha aparecido su cuerpo sin vida. A falta de los exámenes que determinen la causa final de su muerte, lo cierto es que él ya era consciente de su próximo fin y en uno de sus bolsillos apareció una nota que decía: “A quien me encuentre; me gustaría que se me recordara con el siguiente epitafio: “Soria existe. Yo, ya no.”

Javier Portilla
Grupo A


Raquel Secante
Raquel, nació en Madrid en 1910. Su padre trabajador del museo del Prado, pronto le metió el gusanillo del arte, hasta tal punto que cuando de mayor salieron plazas para trabajar en el museo, Raquel pronto tuvo acceso a una de ellas, empezando como vigilante de sala, para después ir pasando por distintas secciones.

Al principio de su trabajo, se involucró tanto en el mismo, que para poder dormir tuvo que tomar unas cápsulas para tranquilizarse, llegó a conocer todos los cuadros y sus historias; para entretenerse llevaba un bloc, donde dibujaba las caras más pintorescas y componía poemas y relatos entre los personajes de los cuadros.

Raquel vestía con un uniforme del museo, color azul, en el cual llevaba puesto en el ojal de la chaqueta una rosa de cerámica , regalo de un turista japonés; solía pintarse los labios con un rojo carmesí, que le resaltaba un poco su cara pálida.

Su corazón siempre lo tuvo dividido entre el museo y su familia.

Falleció un día estando en el museo, a la edad de 80 años, nadie vio como ocurrió, su cuerpo quedó tendido en el suelo, frente al cuadro “Los viajes de Mona Lisa Gioconda”

Luis Iglesias
Grupo B


Rocco Macoco
Profesión: Sus negocios.
Detroit, 1880 - Penal de Alcatraz, 1936

Era Rocco Macoco, el “ma coco” de la familia. No porque fuera poco agraciado físicamente, al contrario, siempre llamaron la atención sus enormes ojos azules y su pelo dorado, sino más bien porque presentaba cierta tendencia al mal.

Así, desde bien pequeño, campa Rocco por sus anchas en la ancha Detroit, sumido en peleas callejeras y metido en bandas de mala muerte. Sus hermanas viven atemorizadas, apenas le saludan cuando marchan a la Iglesia. Su madre no sabe qué hacer -pronto lo sabrá-, su padre bastante tiene con su trabajo en el ferrocarril.

Con 7 años roba en la fonda del barrio, con 14 protagoniza una brutal paliza a dos esclavos negros, con 16 es ya la mano derecha del principal mafioso de la ciudad. Cuando su madre lo ve eligiendo trabajadoras para uno de los burdeles de su jefe, decide que aquella es la cápsula que colma el vaso y huye a Nueva York con sus hijas. Pronto el tren del padre se queda sin carbón, y Rocco se queda sin familia.

Sólo en casa, Rocco se convierte en el principal mafioso de principios de siglo en Detroit. Extorsión, robos, prostitución y asesinatos, son su labor diaria. Pero llegada la noche, se retira Rocco a su habitación harto de besar a mujeres y sus barras de labios, sin conseguir emocionarse, para emocionarse escribiendo cartas a su madre.

-Cuánto te quiero mamá, soy un líder mamá, por qué no me entendiste mamá, etc…

Con el corazón en su madre, sin corazón para el resto, decide Rocco ampliar negocio en Nueva York. Allá viaja en diligencia, pues es todo un clásico: “ha llegado a su destino señor, bienvenido”, y en un par de años es uno de los jefes de las bandas locales, que entre peleas continuas, dirigen la gran ciudad.

Mafioso evolucionado, también lo hace en las letras, donde pasa de las cartas a los poemas. “El gran jefe Rocco; al que todos temen; todos ganan; porque sin su jefa, es la nada”

Sucede en 1930. Paseando con sus secuaces por la Quinta Avenida, ve a una mujer sosteniendo un ramo de flores. Es ella, sin duda, y el poeta se estremece, mientras el mafioso advierte que está acompañada por un par de mozos con curioso parecido con él. Ambos se dirigen hacia la musa, quien al percatarse de la llegada Rocco, grita de pánico: ¡No!. Y el “no materno” parte el corazón del poeta, mientras el mafioso parte la cabeza de sus hermanastros con un bate de beisbol. Mamá vuelve a huir, Rocco es detenido.

¿Un última voluntad?, resuena una voz en la sala de la silla de Alcatraz, mientras las chispas se mezclan con algunos versos.

Néstor Valverde
Grupo A


La bailaora
A la orilla del Guadalquivir
nace Lola, Lolita Farola
Como una perla de sol morena
Con un clavel y una pena

Veloz infancia la de esta niña
Cuatro años y fandangos baila
La mano extiende en la ronda y dice:
“ te xapurreo lo que tu quiera”, mi arma

Cada día y cada noche
Por las tabernas una joven pasea
Y sin nadie pedirlo
Sin no más que tapas, pitos y palmas, danza

A la luz de la farola
Luce su arte y seduce La Lola
La sirena la aclama y rescata
En el Puerto de la Plata

Con Tango se casa y se tuerce,
Deslumbra, de éxito enloquece
Coquetea y se despeña
Alguien en la sombra, aparece

Lola, flor marchita soy
Prefiero la muerte a vivir sin tango,
Bulerías ni fandangos
Y así me despido, adiós

Antonia OlivaGrupo B


Marisa Floja
Marisa floja nació en Río de Janeiro, en el seno de una familia acomodada. Corría el año de 1965, que empezó con grandes expectativas y acabó como todos los años. El padre era “Registrador da Propriedade e Administrador de Condominios”, y la madre “Inspectora do Tesouro Público”. Al mirarlos desde la cuna empezó a reírse, ya fuera por el aspecto grave y ridículo que tenían, o como reacción a un primer pálpito de soledad que no iba a abandonarla nunca. Para callarla el médico le recetó cápsulas de saudade, que la tranquilizaban.

Usaba, ya cuando era joven y empezó a participar en una Escuela de samba, una barra de labios roja con la que se pintaba una especie de soles en las mejillas, y que le servía también para escribir mensajes cuando le daban accesos de silencio y melancolía.

A pesar de su belleza nunca la nombraron reina, ni la invitaron a la carroza principal porque no era nada sexy que se desternillase tanto de la risa. Tuvo algunos novios, que la terminaban abandonando porque no la entendían.

Así que con gran dolor de su corazón dejó la samba y empezó a pensar en qué iba a hacer cuando fuera mayor.

Se ponía seria, incluso triste, cuando estaba sola, pero en sociedad, o en familia –con el registrador, con la inspectora, tan circunspectos- no podía evitar una risa que a veces atacaba sus defensas y casi llegaba a asfixiarla. Por eso –y para controlar esa risa floja, enormemente contagiosa pero con un final anémico- llevaba siempre consigo las cápsulas de saudade, igual que los enfermos del corazón llevan sus pastillas para prevenir el infarto.

En un anuncio de un circo que iba a pasar por la ciudad habían escrito este poema:

“Los payasos son la Sal
Los niños son la Vida
Y en el Mar de nuestro circo
Su Risa juega con las olas.”

Marisa leyó aquellos versos y se sintió predestinada. Así que se hizo payasa. Aparte de la nariz postiza, y el rojo de labios, y la flor en el pecho -con su chorrito de agua para el payaso tonto- y la risa floja, Marisa no tenía nada más en el mundo. Bueno, la herida en el corazón, como ocurre a veces con los mejores payasos.

En Rio de la Plata le ocurrió un hecho extraordinario y totalmente inédito. Estaba en la pista central haciendo su número cuando sintió que un silencio extraño y ominoso invadía hasta el último rincón de la carpa. Ella continuó riendo, en completa soledad, cuando todo el mundo había abandonado sus asientos.

Al día siguiente la encontraron sin vida en el centro de la pista. Si fue la incontinencia de su risa que la dejó sin fuerzas y sin aire, o fue la soledad, o el desamor, o simplemente que ese día había olvidado sus pastillas de saudade, no lo sabremos nunca.

En el espejo de su camerino había escrito con su querido lápiz de labios rojo, la siguiente frase, que le sirvió de epitafio:

“A llorar de risa.” 

Ignacio AparicioGrupo A 


Sueños rotos
En el hogar del matrimonio formado por Dña. Casilda Mendoza y Díaz de Guzmán y D. Pedro Pizarro, un caluroso día de julio de 1920, en la ciudad de Trujillo, y tras los muros de un viejo caserón, vino al mundo su primera hija, hecho insólito que trascendió no solo por Cáceres, sino por toda Extremadura. La tal señora contaba con cuarenta y seis años de edad. De este hecho también se comentaba que la niña, en lugar del llanto del recién nacido, emitió unos sonoros “la, la, la” que sorprendieron a los presentes, y la dificultad que tuvieron para ponerle sus primeros patucos, tal era la fuerza de su pataleo. A esto había que añadir que el día de su bautizo, cuando el Sacerdote le impuso el nombre, Casilda Dominica del Pilar, dio tal salto que faltó poco para que cayera en la pila bautismal, de los acompañantes salió un “¡oooh!” por eso y porque ella les regaló una amplia sonrisa.

La niña crecía rodeada del cariño de sus padres. Era una niña guapa e inteligente, muy simpática y dicharachera, ¿Cómo iba a ser Casilda o Dominica?, tenía que ser Pili, que es como se hizo llamar, inadecuado para una señorita, según su madre.

A la hora de los juegos, más que al corro, a las tabas o la comba, le gustaba jugar a hacer comedias, inventaba personajes, el suyo siempre bailaba, cantaba, contaba chistes, el armario de su madre le proporcionaba el vestuario, algunas veces hacía de señora elegante. Una institutriz venida de Francia se encargaba de ampliar los conocimientos que recibía de las monjas de su colegio, así se inició en el aprendizaje del francés, con ella desarrolló su afición por la música, por el baile.

Fue descubriendo un mundo más allá del que vislumbraba desde el torreón de su casona, los libros que leía y las revistas que le proporcionaba Madeleine, le dieron a conocer otra forma de vida, sintió que los muros le aprisionaban, que necesitaba, igual que sus antecesores salir, buscar nuevos mundos y vivir otra vida.

Al cumplir los dieciocho años, acompañada por Madeleine, marchó a Madrid bajo pretexto de acudir a una Escuela de Música. Con frecuencia acudía a fiestas en casa de amigos de Madeleine, allí conoció a Lys que le habló de su trabajo, quedó deslumbrada, descubrió que esa era la vida que ella quería.

Y un día la llevó al teatro, la esperaban, el encargado quedó impresionado. Lys no había añadido ni una palabra al describirla: joven, bellísima, morena, su cuerpo bien ajustado a los cánones de la época, una verdadera joya, quedó contratada. El primer paso que hubo de dar fue elegir un apellido adecuado, recordó un circo que pasó en ferias por su pueblo, Circo Hollyday, desde aquel día sería Pili Hollyday.

Para su primera actuación, Lys le animó a tomar una cápsula, “sustancias naturales” le dijo. Pasaron unos cuantos meses y llegó a ser una más del grupo, una chica de conjunto, como les llamaban, si bien ella destacaba por su simpatía, su picardía al entonar las cancines, sus bailes en la barra, sus labios pintados con una barra de un rojo intenso, que hacían la delicias de los hombres, pero ese ambiente lujurioso, no era con lo que ella soñaba.

Una de las chicas le leyó un poema, hablaba de sueños, de ilusiones, de juguetes rotos, por un momento voló sobre ella una nube de melancolía, que los acordes de un piano borraron al instante.

Y un día, uno de los jefes le propuso salir de allí, formar su propia compañía, su corazón dio un vuelco, dejaría de ser Pili Hollyday, la chica de conjunto, y ser una vedette respetada y admirada. Él la introduciría y acompañaría en su nueva andadura. El destino que le propuso, Singapur, le sorprendió, pero se dejó convencer por el paraíso que él le aseguraba que encontraría allí, le hizo ver su nombre con luces de neón. Partió con una maleta llena de sueños.

Unas líneas del periódico local de Trujillo, del13 de febrero de 1943, recogió la noticia. Ha sido encontrada sin vida en un callejón de Singapur, la joven Casilda Dominica Pilar Pizarro Mendoza. En su autopsia encontraron su corazón roto, en su cráneo una maleta llena de sueños sin realizar y junto a ella una rosa. Nuestras más sentidas condolencias a sus padres. ¡Descansa en paz Pili Hollyday!

Inés Izquierdo PérezGrupo A


Marisa Floja
(Payasa de profesión) 18 de marzo de 2017

Marisa Floja nació en Río de Janeiro en 1965. Haciendo honor a su apellido era realmente una floja flojísima. Cuando tenía 10 o 12 años decidió que quería ser payasa de profesión. Cuando se lo comunicó a sus padres, estos creyeron morir y enfermaron de forma tan grave, sobre todo el padre, que fue necesario hospitalizarlo y se le tuvo que administrar cápsulas tranquilizantes a tutiplén porque bien creyeron todos que moría del tremendo ataque de disgusto y rabieta que le poseyó durante un largo periodo de tiempo, imposible de determinar con precisión. Pero, Marisa Floja era terca a morir y no dio su brazo a torcer. De modo que, se convirtió en payasa y de ello hizo su profesión. Los años fueron pasando rápidamente, la payasa Marisa Floja ponía mucho empeño en ejercer dignamente su profesión, pero el éxito no la acompañaba, sus chistes no provocaban la risa ni en grandes ni en chicos de todos los espectadores que acudían a diario a las representaciones circenses del circo ambulante que ahora era su hogar. Un día, a Marisa se le ocurrió la idea de pintarse los labios con una barra de labios multicolor para distraer a la audiencia con sus muecas, de este modo conseguía distraerlos de lo flojos, insulsos y faltos de gracia que eran sus insípidos chistes. Aunque realmente y en honor a la verdad, hay que reconocer que la pobre Marisa ponía todo su empeño y corazón esforzándose al máximo. Sin embargo, nada había gracioso ni en sus actuaciones ni en ella misma. Al cabo de veinte años de profesión de payasa, en continuo tour por todos los lugares más recónditos del cono sur americano y por supuesto todo Brasil, un día decidió que cambiaría los chistes por la lectura de sus poemas en sus actuaciones. Siempre había escrito poemas desde muy temprana edad, ya que era algo que no interfería con su flojera innata. De modo que, en lugar de dedicar y perder energías en encontrar chistes nuevos y situaciones graciosas, concentró todos sus esfuerzos en escribir poemas. Así fue como consiguió ser tan buena poetisa, que fue incluso laureada en los mejores circos a miles de kilómetros a la redonda. Desgraciadamente en el verano austral de 2014, un poeta fracasado y celoso de Marisa Floja le envió una rosa envenenada cuando estaba en plena actuación en Río de la Plata. Marisa Floja, cayó fulminada en el mismo centro de la pista central nada más aspirar el perfume de la mortífera flor. Y,¡colorín colorado el cuento de la Payasa Marisa la Floja ha terminado!

RIP

Descanse en Paz
Ja, ja, qué risa.
La gran Marisa Floja:
Payasa fracasada
Pero sobre todo gran poetisa

Mª Nieves C. Martín Magdalena
Grupo B


Yanis CarambolosMillonario. Atenas, 1912 - Beisut, 1997

Yanis Carambolos nace en Atenas en el año 1912, es el tercero de los hermanos, su familia es de clase alta, se dedican a la agricultura y la ganadería. Yanis recuerda el día que le detectaron los dolores en el cuerpo y por eso tiene que tomarse unas cápsulas para el dolor, a la hermana de Yanis le gusta pintarse los labios.
Ademas Yanis recuerda que no ha tenido suerte en el amor y que le han roto el corazón, algunas parejas que han tenido.
Yanis en sus ratos libres le gusta escribir poesía, recuerda el día que se presentó a un concurso y ganó. Fue el día más feliz de su vida.
Yanis murió en el año 1997, de madrugada, su familia y amigos le dejaron flores en la tumba y se despidieron de él como merecía.
Yanis quiere que se le recuerde por su forma de escribir .

David Álvarez Sánchez
Grupo B


Gustavo Pocapasta 
Soria, 1805-1830


Gustavo Pocapasta fue un reconocido poeta soriano, pese a su corta vida (El apellido, hoy en día parecería ser una burla del destino pues, sus padres, acomodados hidalgos, no carecían de fortuna pero en su época no tenía ningún matiz peyorativo)
Fue un niño enclenque desde su nacimiento, a menudo estaba enfermo, y sus progenitores no sabían qué hacer para fortalecer a su retoño .Afortunadamente, unas cápsulas medicinales recién inventadas, hicieron su labor y el niño mejoró notablemente y pudo llevar una vida normal, aunque siempre bajo cuidados especiales por parte de sus padres.
Desde niño se sintió atraído por la poesía, sin duda influído por su maestro de escuela, el cual les recitaba frecuentemente poemas que les hacía aprender y declamar. También en casa, su madre, mujer culta y refinada, le inculcó, desde muy pequeño, el gusto por la literatura. Gustavo la adoraba y la escuchaba con embeleso, cuando cada noche le leía algún cuento o poema. Y cuando iba a buscarlo a la salida de la escuela, se sentía el niño más feliz, se le salía el corazón de gozo al verla allí, tan guapa, con sus labios rojos que a él le llamaban especialmente la atención ( y ella, mujer coqueta, no salía de casa sin sus labios bien pintados y la barra de carmín en su bolso por si tuviera que retocárselos)
Acabados brillantemente sus estudios en un instituto soriano, se traslada a Madrid para cursar carrera de Letras . Lleva en su equipaje, un montón de poemas que ha escrito en su adolescencia ,y el sueño de llegar a ser un día un poeta reconocido . Se instala en una Residencia estudiantil y comienza una carrera que termina brillantemente.A los 22 años es ya un licenciado en Letras¡ Su estancia en Madrid, durante sus años de estudio, ha sido muy fructífera, ha contactado con otros poetas, entre ellos Espronceda, el poeta pacense al que admira y que ya tiene cierto prestigio en los círculos literarios. Animado por él y otros escritores, decide presentar sus poemas a un editor que , entusiasmado con su poemario, decide publicárselos. Gustavo no podía creer que el sueño que albergaba al dejar su Soria natal iba a hacerse realidad.
El libro es un éxito y Gustavo empieza a ser reconocido en el mundo literario. En Soria, le hacen diversos homenajes , reconociendo su valía.Sus padres no pueden sentirse más orgullosos de su retoño. Consigue un puesto de profesor en un instituto madrileño y sigue editando pequeños poemarios. Corre el año 1924 y en el otoño empieza a sentirse mal, tose, se encuentra muy cansado y su rostro tiene un aspecto bastante macilento pero, no le da demasiada importancia y no acude al médico . Llega la Navidad, y como todos los años, va a Soria para pasar las fiestas con su familia, aquejado ahora de fiebres altas y ya muy debilitado.Su estado es muy deplorable y sus padres alarmados, acuden a los mejores médicos.Demasiado tarde : el diagnóstico es terrible : tuberculosis aguda, no hay nada que hacer. Muere el 15 de Enero de 1830. Una rosa roja,de procedencia desconocida acompañaba su tumba ...

Rosa Celia González Monterrubio
Grupo B

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