De cama en cama. Literatura de cabecero

La sesión del taller de escritura de esta semana transcurrió entre bostezos. Y no por falta de interés o por cansancio. Hablamos tanto de la cama que casi se nos quedan pegadas las sábanas, o los folios.
La canción "Camino de la cama" de Siniestro Total nos puso en contacto con algunas palabras afines al campo semántico del sueño: tronco, sierra, zetas, Morfeo, Valium 10, palmatoria, moscas tzé-tzé, cloroformo...
Abrimos nuestro repertorio de textos con algunos refranes sobre la cama. . Aquí dejamos algunos:

A buen sueño no hay mala cama.
Al que teniendo cama duerme en el suelo, no hay que tenerle duelo.
Cónyuge que tiene celos, encuentra en la cama pelos.
El que buena cama hace, en buena cama se acuesta.
En cama extraña, no se junta las pestañas.
En la guerra y en la cama, verás quien te ama.
A la cama no te irás sin saber una cosa más.

Dormitorio de Van Gogh en Arlés



Los artículos "La cama, el refugio de la literatura", "Encamados, tumbad
os y convalecientes: entre la literatura y la psiquiatría" de Sergio del Molino o "En la cama con Mark Twain y otros escritores 'horizontales" de Carlos Benito


Comenzamos la sesión con el texto "Discurso de apertura", un elogio a la cama, a la pereza, a la procrastinación:

Hoy mojo estas palabras en la taza de café (de Portugal) para cruzar bien la mañana. Porque después de tantos días despertándome a las diez y bostezando hasta las once, ya no hay juez que me levante de la cama ni cadáver. Lo reconozco, soy un ludópata de mi juego de sábanas (también de Portugal), un lirón careto.
Tal vez será mejor no hacer la cama y holgar hasta las doce. Con lo a gusto que se está en la piltra descontando las ovejas de la noche, desperezándose (como en las pelis de Charlot), o dándole a la tecla REW de nuestros sueños para leer, por orden de interpretación, los títulos de crédito.
Con lo bien que se está buscando entre la funda de la almohada algún regalo o una citación del Ratoncito Pérez por culpa de una muela, la del juicio. O aprovechando la propina del reloj, como el que apura un beso, antes de condenarse al lunes y a las clases.
No sé a vosotros pero a mí no hay despertador ni gallo de corral que me saquen de mi exilio voluntario cuando me arropo en la mañana y me prometo un rato más, cuando decido hacerme el remolón y me abrazo a las mantas como a una mujer a punto de partir en algún tren de lejanías.
Quién fuera Reig Martí para reinar en el país de los colchones, o Richeliu, para viajar de un lado a otro en una cama. Qué lujo recibir a las visitas en un cómodo triclinio como un emperador con algo de lumbago, hacer la guerra y el amor en un camastro, resucitar entre el olor a suavizante después de una resaca, rezarle como un niño a las esquinas de la cama y a los ángeles de Prosegur que las guardan.
Qué invento el de la cama. Qué deseada frontera para la migración nocturna. Qué territorio compartido con la muerte. Qué reino prometido. Qué nido para los enamorados. Qué coto de caza para los depredadores de la noche. Qué ring para los desenamorados. Qué patera para el soñador.
En una cama se reconciliaron Carlos VIII y el Duque de Orleans, y allí durmieron juntos como prueba de mutua confianza.
En una cama de oro inventó Alejandro Magno su imperio. En una cama se reunía Felipe IV el Hermoso. En una cama dormitó la depresión, durante casi un año y medio, Carlos XII de Suecia. Desde una cama dictaba Goethe sus obras y en una cama escribo yo estas líneas soñolientas. Ay, la cama. Qué bendición, qué táctica, qué excusa.
Hoy creo que no voy a ir a clase. Quiero quedarme aquí, durmiendo el sueño de los justos. Y si me ponen falta a mi plín…

Recomendamos el texto de Ana María Shúa "La cama o la vida" (pincha en el enlace y una vez abierta la página vuelve a pinchar sobre el documento "La cama o la vida" para descargar el cuento).



Propuesta de escritura

1. Continúa la siguiente frase: "Esa noche me metí en la cama y..."
2. Escribe un texto sobre la pereza, el sueño o el cama.


Y estos son algunos de los textos recibidos hasta ahòra:


En la cama no se fume, ni se come...

Esa noche me metí en la cama y traté de conciliar el sueño. Primero fue el pie, un leve picor me desveló. Luego, un hormigueo en mi espalda me molestó, me giré para buscar la postura. La comezón llegó hasta mi barriga. No había manera de dormir.
Yo sabía que no era buena idea celebrar el Lunes de Aguas en mi cama.

Tomás García Merino
Grupo B


La cama del "PARÍS"

No había nadie más. Yo estaba solo, contemplando como las excavadoras derribaban aquel edificio. Yo no entendía como la gente del pueblo no se daba cuenta del crimen que se estaba cometiendo, y todo por la salvaje especulación inmobiliaria. Estaban tirando abajo un edificio histórico para levantar en su lugar insulsos chalets pareados. Intenté hablar con el alcalde, le amenacé con encadenarme a la entrada del "Mesón París". Se rio de mí, en mi cara, como el resto de vecinos a los que propuse movilizarnos para evitar su derivo, me miraban como si hubiera perdido la razón. Y quizás estaban en lo cierto. El jefe de obras estuvo a punto de llamar a la policía cuando intenté salvar de la destrucción la cama de la suite nupcial. Esa cama había sido testigo de todas las noches de bodas del pueblo en los últimos noventa años. Todos los matrimonios habían pasado por allí, y otras parejas también. Allí, entre sus sábanas, se había concebido más de la mitad de la población de nuestra localidad. Esa cama tenía más historias entre sus cuatro esquinas que la biblioteca municipal. El Mesón París había sido el único restaurante del pueblo, allí se habían celebrado bodas, bautizos, comuniones y seguramente más de un encuentro clandestino. Solo yo era capaz de darme cuenta de lo que estábamos perdiendo con la desaparición de ese edificio. Mis ojos empezaron a llorar. Sería por el polvo de la demolición.

Tomás García Merino
Grupo B


Blanco Satén

En aquellas mañanas frías de mi infancia
fuiste el universo cálido y blanco
al que abandonaba
para ir a la escuela.

Has sido testigo principal
en los nacimientos de príncipes,
nobles, reyes y también,
de gente corriente.

Entre tus sábanas de satén
han gozado amantes ardientes
y mostrado su hastío,
matrimonios decadentes.

Eres la pieza indispensable de la casa
que se engalana de día, con colcha de seda
y se convierte, de noche,
en reina soberana.

Tu almohada ha sido pañuelo y consuelo
de adolescentes incomprendidos,
madres temerosas
y ancianos perdidos.

Has inspirado a escritores y poetas
que te han elegido para escribir
desde tu regazo,
sus poemas y novelas.

Marian Pérez Benito
Grupo A


En la cama

Te ocultabas bajo la sábana mostrando solo una mirada de simulada inocencia. Yo intuí que estabas a punto de abrir las hostilidades. Uno de tus brazos se desplegó hacia mi flanco derecho, tus dedos cabalgando veloces sobre mi espalda enuna carga de caballería ligera que me erizó el vello. Tus ojos, como un sol de amanecer, deslumbraron a los míos en una maniobra buscada de confusión y aturdimiento.
Luego la sábana se deslizó lentamente descubriendo las colinas de tus senos. Te incorporaste un poco para enseguida caer sobre mí, tus enhiestos pezones bayonetas en mi pecho.
Había contravenidocasi todos los principios de una buena defensa y tu cercanía me hizo cometer un error aún más peligroso: perder perspectiva del campo de batalla. En ese momento una pierna, infantería suicida de tus intenciones, hizo un movimiento envolvente que atenazó las mías. Como fuego artillero en cielo nocturno brillaron tus ojos con el orgullo de la victoria. Entonces supe que mis tropas tendrían muy difícil librarse de semejante asedio.
Y después, cuando tu arma más poderosa se dejó entrever en el bosquecillo de tu pubis comprendí que todo estaba irremisiblemente perdido.

Pepe Lorenzo
Grupo B


Nada como una buena cama.

Hoy me estoy dedicando a una de mis distracciones favoritas: observar.
En unos grandes almacenes paseo por la sección de muebles, concretamente dormitorios y más concretamente camas.
Una pareja de jóvenes observa, comenta, habla, gesticula, y tras una indicación al dependiente deciden, con permiso por supuesto, probar una cama. Al cabo de unos minutos demuestran su conformidad con gestos, sonrisas, abrazos y otros movimientos. Se levantan con una actitud diferente a la de su entrada en la tienda; pues venían encrispados, con gesto tenso y actitud agresiva. Después del bálsamo del confort, todo ha cambiado a mejor.
La pareja abandona el local, acompañados por el dependiente; seguramente con el objeto de comprar aquel templo del placer y del bienestar que acaban de descubrir.
Aprovecho un momento de soledad y de que parece que nadie me observa, y caigo en la tentación, cayendo en aquella cama. Noto como cada centímetro de mi cuerpo se adapta, cómo se acopla a la superficie de la sábana , y me siento uno con el mullido de aquel colchón que apenas se hunde pero que me abraza; noto que me atrapa y comprendo a los que acaban de abandonar aquel lugar. Deseando que el tiempo se pare, cierro los ojos y me acuno en los brazos de Morfeo.
¡Oiga, oiga! ¡ Aquí no se puede estar!.
Me despierto de forma brusca con estas voces, y me levanto rápidamente; me disculpo amablemente y salgo del establecimiento con el siguiente convencimiento:
Nada me puede preocupar,
Si en una buena cama
Puedo descansar.

José Luis Fonseca
Grupo A


Carla lava las sábanas blancas para la cama ancha.
Ana la larga alza las mantasralas.
Clara, agachada, saca la lana atrapada tras las patas.
Sara canta blandas nanas, nada la calla.
La mañana las alcanza cansadas.
Salta, bala la cabra
Calla la charanga,
Canta la rana.

Enrique Martínez
Grupo C


La frase de Anastasio

Esa noche me metí en la cama y …
…me quedé dormido. No tuve ni tiempo de darme cuenta. Ningún sueño me asaltó. Fue el vacío. No sé cuantas horas después comencé a sentir un agradable estado de semiinconsciencia semejante a una gran borrachera. Así recordé la frase de un amigo que siempre me ha intranquilizado:
Si se está bien dormido ¿Cómo se estará muerto?
Salí de mi letargo sobresaltado . Él ya sabe como es, hace más de veinte años que goza de su descanso eterno.

Enrique Martínez
Grupo C


LA CAMA

No le aguantaba más. Definitivamente se le hacía insoportable. Dos meses hacía que lo había conocido y había intimado con él y, francamente, cada día era peor que el anterior. Ya el primer día entró de madrugada sudoroso en el cuarto, apestando a alcohol y a tabaco, y se le cayó encima, de una forma bestial. Ni siquiera se quitó los zapatos, que le renegrearon toda la ropa por su parte baja. El segundo fue aún peor, pues la obligó a darle cobijo a un compinche piojoso, tan desaseado como él o más. El tercero fue una sesión doble de sexo tan repulsiva que hubiera deseado ser la mesilla de noche o el perchero. Y así un día detrás de otro. Ay, si al menos el dueño le cambiara las sábanas cada día…, pero no; tenía que aguantar toda la semana con el mismo juego. Y aunque al principio se consolaba pensando que la abandonaría pronto, porque nadie solía pernoctar más de cuatro o cinco días en aquel hotel, con el paso del tiempo se empezó a desesperar. Encima, por alguna razón que se le escapaba, no era capaz de intercambiar comunicación alguna con ninguno de los otros muebles y objetos de la habitación. ¿Qué les pasaba? ¿Estarían muertos? ¿Les daría todo igual? Le irritaba tanto silencio o indiferencia o lo que fuera a su alrededor.

Pero una noche él llegó borracho como una cuba. Entró en la habitación tambaleándose y se fue directo al baño. Allí estuvo un buen rato vomitando con la cabeza metida en la taza del wáter. Salió del baño y abrió la ventana, asomándose bien para que le diera el aire. Al cabo, se dio la vuelta y se tiró boca abajo contra ella, dejando un rastro de baba y regurgitación sobre la almohada. Instantes después roncaba como un cerdo. De pronto, se incorporó y sacó la cabeza por un lateral del colchón para vomitar en el suelo, algo que solo logró a medias. Después se giró, colocándose boca arriba y siguió durmiendo el sueño de los hijos de Baco. Entonces ella se trastornó definitivamente, colmado el vaso de su paciencia. E hizo lo que jamás hubiera pensado que podría hacer. Movió alternativamente sus cuatro patas acercándose hasta la pared de la ventana, que seguía abierta.

—Puedo hacerlo —se dijo—, puedo hacerlo.

Y vaya que si lo hizo. Flexionó las patas del cabecero para coger impulso y luego salió catapultada en vertical. Él, entonces, quedó sobre el alfeizar, despertándose terriblemente desconcertado. Se agarraba con ambas manos contra los marcos de la ventana, pero ella no dejaba de golpearlas con las bolas que adornaban las patas delanteras por su parte superior. Soltó por fin el cerdo una mano, viéndose caer irremisiblemente. Pero como había que morir matando, sacó del bolsillo de su pantalón una pistola y disparó tres veces al colchón antes de caer al vacío. Y mientras él se estampaba contra el asfalto, ella lo hacía contra el suelo de la habitación. A pesar de los agujeros de bala, sintió un alivio infinito.

Óscar Martín
Grupo A


CAMAS

¡Cuantas camas!.
Cuentas cientos.
¿Cuántas cuentan?.
¿Cuatro?. ¿Cuarenta?. ¿Cuatrocientas?
Como cuando cria, cada cama contaba cuentos correctos, cercanos, confortables. Cuando creces, ¡compartes cada cama!.
Camas caóticas, con carencias coreografiadas,
cruzas cuencas,
conquistas cimas,
confundes cuerpos.
Camas casuales, clandestinas, canallas,
crujen con certezas,
cóncavas,
convexas.
Camas con caricias codificadas, cíclicas, cáusticas,
cubiertas con cicatrices culpables.
Camas con conocimientos cutáneos, crónicos, censurados,
custodiados con costuras caducadas.
Camas con comedias corales, cínicas, celosas,
controladas con cadencias consentidas.
Cada cama, cada curva, cada centímetro, cada conexión, cada comienzo, cada conclusión…
Cuantas cosas,
cuantas camas,
cualquier cama.

Beatriz Gorjón
Grupo A


Imaginación

Topkapi, en Estambul, un palacio fabuloso. Hablamos del imperio otomano, de modo que imagina el harén, un ejército de mujeres bellísimas, verdaderas huríes. Y que no pare la imaginación, el sultán y su cama, sobre todo la cama, una cama de ensueño, con dosel por supuesto, sedas y brocados, maderas preciosas, oro por todas partes.
¿Sería demasiado pedir que imagines también a Eloísa? Quizá sí; mejor déjalo entonces, no te calientes la cabeza, te lo damos sabido: es una mujer de hoy día, mediana edad, agraciada, rubia, simpática; pero sencilla, nada que ver con una hurí. De Villar del Río, cómo podía suponer Eloísaque dos siglos y medio después de marchar de palacioAbdulmecid, el último sultán, habría de ser abierta la cama para ella y se la arroparía con tanto amor.
Y ahora, porfa, un último ejercicio de imaginación. Hay finales abiertos y cerrados, pero un relato no debe quedar así, tan a medias. Venga, exprímete la meninge. Piensa un final para la historia. Los del Grupo B más o menos ya saben.

Pascual Martín
Grupo B


Barcelona

Vamos a suponer que mañana tuvieras una competición de atletismo, ¿a que no se te ocurriría dormir hoy en una casa de citas? Naturalmente que no; ni porque los catalanes que son muy finos le digan meublé. Pero las circunstancias mandan a veces y en aquella ocasión mandaban. Se habla de mediados de los sesenta. Costó, pero al fin Pedro y yo acabamos convenciendo a la mujer gobernanta de la cosa (lo mismo había que decir dona, o senyora), de que no éramos mari… eso; a mediados de los sesenta no había gays. Y estaríamos inspirados al argumentar, porque hablamos por los otros doce y se nos acogió a los catorce.
A la vista de nuestras dotes diplomáticas, Pedro y yo fuimos autorizados a quedarnos con la mejor habitación. Ventanas clavadas como todas las demás y a la postre resultó ser la peor. Porque estaba prohibido salir de allí sin llamar al timbre para que vinieran a buscarte (se trataba de no propiciar encuentros no deseados en los pasillos), pero los compañeros se saltaron la prohibición y recibimos la visita de todos ellos, ya que Pedro y yo éramos los únicos que contábamos con ducha, y veníamos de competir en Gerona, hoy habría que decir Girona. Pasaría de las dos cuando se marcharon los últimos.
Y a todo esto, la cama. La cama era de dimensiones campo de baloncesto, sedas y finezas que nos venían grandes, impensable colchón y en el techo grandes espejos dorados al igual que en las paredes, llenas lo mismo, te veías reflejado por todas partes. Del cuarto de baño nos separaba un gran vidrio impreso, decorado con motivos chinos. Y todo bañado en luz roja, la que mejor induce (alguien nos enteró después) al amor. ¡¡¡Oh!!!
No detallaremos los resultados a la mañana siguiente sobre la pista, enfrentados a los de Barcelona; y no lo haremos porque nos daría vergüenza confesar nuestras marcas. Pero hay que darse por satisfecho, pudo haber sido bastante peor, la cosa amenazaba de una noche entera al sereno. Había fallado nuestra reserva hotelera y resultó imposible hallar una sola cama libre en toda la Ciudad Condal. Ni en el Ritz, seiscientas pesetas la noche según dijeron luego.
Pero siempre que ha llovido ha escampado, lo dicen en mi pueblo. Acertamos a pasar por el teatro justo cuando salían los artistas tras la sesión de noche. Y actuaba por suerte un paisano, charro donde los haya, de modo que… «Pues no, chico» —se lamentó—, «no sabes cuánto lo siento, yo de eso ni puñetera idea. Aunque… aguarda, que me informo con el que sabe». Y a los pocos minutos: «Ya está, chaval, arreglado. Carretera del Prat, según vais a la derecha. Hay un luminoso de neón rojo que no dice nada pero de todos modos el taxista sabe seguro. Es un meublé, la única opción, me aseguran». Con todo el cariño lo dijo. Y aquella reconfortante palmadita en la espalda deseándome lo mejor. Es fama que siempre fue muy de sus paisanos el de Martinamor. DEP.

Pascual Martín
Grupo B


Soneto al desamor

Esa noche me metí en la cama
soñando que estarías ya dormida,
pero solo me vi, se abrió mi herida,
la del que quiere amar, pero no ama.

Tantas veces buscando la salida
del amargo dolor que me reclama,
la pena al ver que no arde más la llama
del beso y la caricia más querida.

Ahora por las noches me desvelo
abrazando tu cuerpo en el vacío,
desnudando tu ausencia y mi valor.

En mi ansia me veo tocando el cielo
terrenal de tu cuerpo junto al mío,
pero encuentro, tan solo, desamor.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


Multiaventura

Subo al puente de mando, cojo el timón, ordeno desplegar las velas y apremio al vigía para que divise en el horizonte nuestra nueva víctima. Soy el capitán Henry Morgan a bordo del Satifaction.
En la plataforma del tren que conduce a Arizona, saco el revolver de la cartuchera y compruebo que el tambor esté lleno. Soy Pat Garret, camino de enfrentarme a Billy the Kid.
Aferrado al pasamanos, aliento al perro guía, con gritos para mantener el rumbo y la velocidad, navegando disparado sobre el hielo antártico. Soy Roald Amundsen, surcando la superficie traicionera del continente helado, camino de la gloria.
Sentado a los mandos, describo piruetas sobre los cielos de Francia, lanzándome a la persecución de los aviones enemigos, esquivando sus acometidas y derribando uno más, hasta completar ochenta derribos y la obtención de la Cruz Azul. Soy el Barón Rojo pilotando el Albatros D II, que me dio fama mundial.
Agarrado a la barandilla me dispongo a saltar a la cancha, con el brazalete de capitán y mis capacidades para el regate, la asistencia y el disparo afinadas en los últimos partidos. Soy Leo Messi, dispuesto a ganar el mundial de fútbol para Argentina.
Barco pirata, tren del Oeste, trineo de perros, avión de guerra, cancha de fútbol,… esto y mucho más, muchísimo más, puede llegar a ser la cama de un niño. 00Solo hace falta tener imaginación y a ellos les sobra.

Manuel Medarde
Grupo A


Esa noche me metí en la cama…

Esa noche me metí en la cama y esperé que vinieras, hasta que me quedé dormido. No sé cuantas horas pasaron hasta que me desperté. A mi lado, la huella de tu cuerpo en las sábanas, me hablaba de que allí habías estado. No te había sentido ni te había soñado, pero tu paso por mi lado había dejado allí tu firma. Tu olor. La marca de tu cabaza sobre la almohada. Una percepción intangible en mi corazón. ¿Por qué ya no estabas?. Entonces me zambullí en el hueco que habías dejado y me volatilicé en su inmensidad.

Manuel Medarde
Grupo A


Poner puertas al campo. Visita guiada.

Queridos visitantes y amigos,

Estamos a punto de iniciar un viaje que nunca olvidarán. Nuestro deseo es que, tras el mismo, descubran un pasado que, a pesar de lo lejano en el tiempo, sigue muy presente en nuestras vidas. La importancia de lo que van a ver nos ha animado a solicitar la declaración del conjunto de restos como Bien de Interés Cultural y que se incluya este espacio en el inventario del Patrimonio Histórico para su protección para generaciones futuras. El paseo dura una hora y media, tiempo en el cual podrán disfrutar de un museo al aire libre donde la intervención humana en la naturaleza nos traerá historias únicas y daremos valor a las vidas de los que nos antecedieron. Así, iniciamos la visita.

Nuestra primera parada es frente a la humilde casa de tío Crispo y tía Crispa. El somier de su cama lo podemos admirar haciendo de cancela y entrada a su huerto. Atado con simples cuerdas a dos postes de piedra, sus muelles de hierro, en perfecto estado de conservación, nos recuerdan sus 60 años de vida en común, de penurias que se retuercen en espirales formando una galaxia quizás de sueños. Debemos mencionar a sus doce hijos que esos muelles y un jergón de paja y grano engendraron, todos ellos emigrados hace tiempo. Con cada hijo que se iba, el somier perdía un muelle, no es que se cayera, no, sino que la pieza desaparecía. A tía Crispa nunca le sorprendió el sortilegio, como no le extrañaba que un arrendajo la hubiera visitado cada vez que se quedaba preñada sobre ese camastro. Hay que dar crédito a las señales del Señor.

Seguimos por el camino de las viñas. A derecha e izquierda podemos contemplar bañeras que sirven como comedero para el ganado, pesebres improvisados que alguna vez limpiaron nuestros cuerpos. Una vez me robaron la bañera de mi niñez. No puedo hablar de ello porque el caso está bajo secreto de sumario, pero sí que la reconocí enseguida en el prado de los caballos. En ese hierro fundido, mi madre me frotaba bien detrás las orejas. Mientras yo lloraba ella me vertía el agua caliente sobre la piel, y algunas palabras de consuelo. Cómo no reconocer aquel objeto de fantasía y quimeras.

Observen el gran fresno. A su lado podemos apreciar los hierros torneados del cabecero de la cama de D. Arsenio Sandemetrio, el que fue alcalde y el hombre más rico del pueblo. Llegó a poseer la mitad de las fincas y las mejores. Esta joya de forja todavía brilla con la luz de poniente debido al bronce de las rosetas que se encuentran en la unión de sus barras. La decoración es exquisita: flor de lis, hojas de vid se contonean en los vacíos de los hierros. Su geometría, su delicado diseño, alguna pieza de marfil, no pudieron predecir la desgracia. Dicen que compró la cama en su único viaje a la capital, de donde vino con una joven y bella esposa y con un sombrero que nunca se quitó hasta que ella falleció, se rumorea que del dolor por no poder tener hijos. Ese día trajo el cabezal hasta este lugar, como un altar al sol. La maraña de zarzas ha encontrado el mejor soporte para trepar. Naturaleza y mano del hombre. El conjunto es de una gran belleza, como pueden comprobar. Podemos imaginarnos con un gran amor perdido en la memoria.

El siguiente objeto es el más moderno de la colección. Parte de una cama de latón tapa el portillo de la finca La Condena. Está el soporte de malla metálica con sus alambres y ganchos, que más parecen garabatos, y el cabecero con barras recortando ondas, como olas de un mar lejano. Ya no tiene le brillo de su baño y en algunas zonas se vislumbra la herrumbre. Creemos que esta pieza pertenecía al guardagujas, hombre solitario que debió de pasar mucho frío en la garita ya inexistente de la estación de tren que, como saben, transitaba muy cerca de esta vereda, paso antiguo de merinas también. Dejaron de pasar las merinas y dejó de pasar el tren. El ferroviario abandonó la garita y sus enseres. Ya sabemos que el re3ciclado no es de ahora.

Como ven, son muchas las historias tras el ajuar. Espero que estén disfrutando de estas piezas que hablan de vida, de amor, de sangre y tragedia. ¿Alguna pregunta? Síganme. Continuamos la visita…

Marisa Sánchez
Grupo C


Sucedió en Hervás

Por razones de trabajo, varios compañeros de auditoría nos desplazamos un lunes a revisar oficinas de la zona de Plasencia. Para aprovechar el viaje hacíamos horario continuo de mañana y tarde. En la oficina de Hervás se nos hizo de noche y decidimos quedarnos a dormir por la zona, ya que al día siguiente tocaba ir a otra oficina cerca de Plasencia.
El director muy amable, nos aconsejó un hotel de la carretera, enfrente de la gasolinera, no tenía pérdida, no se acordaba del nombre, pero había oído que lo habían inaugurado el sábado. Allí acudimos los cuatro compañeros desplazados en esta ocasión, era de noche y comenzaba a llover un poquito. Lo localizamos sin ningún problema y nada más aparcar nos fuimos a la cafetería a tomar algo para irnos a descansar.
Una cafetería normal, con mucha luz en el interior, la barra llena de tapas y bastante gente joven charlando en las mesas.
Solicitamos cuatro habitaciones individuales al camarero, y este muy amable nos dio las llaves y nos subimos al primer piso con las bolsas de viaje.
El primero que abrió la habitación se quedó un poco extrañado, una cama grande, con colchas y sábanas de colores, luces indirectas, cojines, alfombras, todo nuevo, pero como estaba cansado se metió en la cama y pronto apagó la luz.
Los demás según abríamos las nuestras, hicimos parecido, todo nos extrañaba pero no le dimos más importancia, pensamos que era nuevo el hotel y por eso tanto color y tanta luz.
La noche fue larga y ruidosa, risas de parejas, música alta y continuo abrir y cerrar habitaciones.
A las siete de la mañana todos estábamos en la cafetería desayunando y contando lo que habíamos oído. El camarero muy amable otra vez, nos comunicó que en el hotel acudían a dormir las prostitutas de un club de alterne que había al lado y, que el hotel se distinguía muy bien porque estaba todo pintado de rosa y el letrero con luces de neón.

Luis Iglesias
Grupo B


Cama

Eres mi compañera más asidua; a nadie visito tanto tiempo diariamente:Tú me cobijas, me envuelves maternalmente y, cuando ovillada concilio el sueño, tú lo velas..
Si no te tuviera, mi vida no sería la misma. Cuando me siento muy cansada; estoy deseando lanzarme a ti y, cuando alguna angustia me atrapa, también te busco en soledad para apaciguarme.
Y, de niña, eras la reina de mi fantasía con los cuentos que mi madre me contaba, después de recitar las jaculatorias habituales.Qué inmensa emoción sentía! Yo, bien abrigadita, con la ropa ajustada a mi diminuto cuerpo, solo la cabeza sobresalía sobre una mullida almohada y, a mi lado, mamá desgranando palabras que me llevaban a otros mundos .
Y tú también has sido testigo mudo de mis encuentros amorosos de los que prefiero no hablar ahora..
Sí, mi eterna y fiel compañera a ti, tengo mucho que agradecerte.

Rosa Celia González Monterrubio.
Grupo B


La cama

Después de un intenso día admirando ruinas de civilizaciones precedentes, estaba exhausta y no veía el momento meterme en la cama para encontrar el merecido descanso. Al principio pensé que el estrepitoso ruido de la habitación seria algo momentáneo, me envolví con el embozo e intenté conciliar el sueño, la cama era hermosa con sabanas bien parchadas, con olor a limpio … sin embargo lejos de caer en los brazos de Morfeo, el ruido me iba despejando más y más.
El cansancio dio paso primero al cabreo y este a la desesperación, el estrepitoso ruido impedida incluso oír los sonidos de la noche, estaba en medio de una pesadilla de la que no era posible despertar, estaba bien despierta, y entonces caí en la cuenta que, la habitación de la cama hermosa con sabanas bien parchadas y olor a limpio, estaba al lado de los motores del barco… deseé con todas mis fuerzas estar en mi cama y soñé con ella hasta bien entrada el Alba.

M. Victoria Gl.
Grupo B

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