El poeta Vicente Huidrobro señaló en la conferencia “Estética moderna” pronunciada en el año 1921 en el Ateneo de Madrid:
Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada.
El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir. Yo tengo derecho a querer ver una flor que anda o un rebaño de ovejas atravesando el arco iris, y el que quiera negarme este derecho o limitar el campo de mis visiones debe ser considerado un simple inepto.
El dramaturgo y narrador Quico Cadaval es quizá quien mejor ha definido qué es una metáfora:
Recuerdo que un viaje a Grecia vi un camión de transportes con el rótulo “Methaphoras Manolis”, que significa “Transportes Manolo”. Ahí entendí que la metáfora es un medio de transporte para pasar de la realidad a la fantasía. Un camión, tal vez de mudanzas, que transporta nuestra realidad a otra parte.
Pero salgamos del bosque y volvamos de nuevo al Ateno de Madrid para escuchar a Huidobro:
El poeta hace cambiar de vida a las cosas de la Naturaleza, saca con su red todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra de repente rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados.
AL LLEGAR A LA CASA vi un tigre caminar despacio y luminoso por el salón, entre los cristales de Bohemia y las cajas de porcelana Ming: «No es un tigre -se apresuró a decirme el mayordomo- ¡No lo mire, es sólo una metáfora, y los ojos de las metáforas contagian falsas emociones poéticas!
La greguería es la flor de todo lo que queda, lo que vive, lo que resiste más al descreimiento -como decía Ramón Gómez de la Serna quien las iba apuntando con tinta roja en un block de vendedor de comercio. Las greguerías, o gregues como las llamaba en la intimidad, “deben defenderse en conjunto –por eso deben ser muchas, que sean panorama no minusculería”, dice el propio Ramón.
Aprovechamos la ocasión para presentar el libro Flor de todo lo que queda, una antología de greguerías que nos encargó a Isabel Castaño y a mí la editorial Edelvives para su colección "Adarga".
El trabajo de Isabel Castaño es espléndido pues no se trata de una recopilación sin más, como en otros libros de greguerías, sino que las ha organizado por categorías temáticas, en forma de abecedario, y ha creado con todas ellas ficciones breves. El propio Gómez de la Serna afirmaba que las greguerías “deben defenderse en conjunto –por eso deben ser muchas–, que sean panorama no minusculería”,
El trabajo gráfico de Pablo Amargo, muy afín al universo de Gómez de la Serna, también es sorprendente.
Este es el texto que aparece en la contraportada del libro, o mejor aún, en la cuarta de cubierta, tal y como se define a este espacio en el lenguaje editorial:
Una noche, en mitad de un sueño, Ramón Gómez de la Serna lanzó todas sus papeles al aire y exclamó: “que los ordenen otros”. Este ejercicio de prestidigitación, digno de un autor que perfumó nuestro idioma con la nueva fragancia de las vanguardias, es el que Isabel Castaño y Raúl Vacas nos ofrecen en esta antología, donde las greguerías no solo están agrupadas por categorías temáticas sino tejidas entre sí para formar ficciones breves.
Ramón, tildado de iconoclasta y blasfemo de las letras por algunos y de genio por la mayoría, vivió entre acontecimientos históricos de gran magnitud como el inicio de la I Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, su principal legado son las greguerías. Hay quien señala que no se trata de un género como tal sino de la expresión natural y espontánea de su humor.
Las ilustraciones de Pablo Amargo, llenas de ingenio y poesía, completan un libro hecho para ver, oír, oler, tocar y gustar.
Y aquí tenéis una muestra de dos de las categorías temáticas: la P de "Profesiones" y la G de "Gastronomía":
P de profesiones
El creador guarda la llave de todos los ombligos.
I
En el fondo de los espejos hay un fotógrafo agazapado. • El rey cree que su calavera es de marfil y ningún cortesano se atreve a pronunciar la palabra «hueso». • «Hay oro en la luna», dijo el astrónomo, y comenzaron a subir como alpinistas los buscadores de oro. • El alpinista parece que tiene prisa en dar un recado a Dios. • Las monjas pasaban por el claustro como cerillas que se habían salido de la caja. • La mano que pide limosna muestra sin rubor las líneas de un destino aciago. • Usan melena el poeta, el músico, el pintor y el que da miguitas a los pájaros. • Al barrer la peluquería se mezclan todos los pelos caídos y se forma el gris verdaderamente humano.
II
Si vais a la felicidad llevad sombrilla. • La vendedora de violetas da el ramito como si nos condecorase. • La linterna del acomodador nos deja una mancha de luz en el traje. • El pianista tiene el piano lleno de papeles como si siempre estuviese en vísperas de examen. • Atacaba con tal furia las notas, que parecía tocar a cuatro manos. • La cantaora tiene voz de mujer adormecida que canta mientras la peinan. • Cuando la bailarina flamenca levanta los brazos, todos aprovecharíamos el momento para hacerle cosquillas. • El arco del violín cose, como aguja con hilo, notas y almas, almas y notas. • El amor es algo así como bordar juntos.
III
El fotógrafo nos coloca en la postura más difícil con la pretensión de que salgamos más naturales. • El gesto que hace la planchadora al acercarse la plancha a la mejilla tiene coquetería de mirarse en un espejo de mano. • La criada tiene un alma con música de acordeón. • La campesina no se pinta, pero enseña sus rojas encías al reír. • El campesino que lleva un conejo colgando de la mano lo lleva con la elegancia con que un inglés lleva un paraguas. • El jardinero invisible saca el reloj y sabe a qué hora en punto debe abrir tal flor o morir tal otra. • No tiene importancia que el cazador mate un pichón, sino que haya matado un vuelo. • ¿Qué vieron los locos para volverse locos?
IV
El hombre más seguro que hay sobre el mundo es ese que en la tarde cabalga lentamente sobre un burro. • El único que cambia de verdad la faz del planeta es el que ara modestamente el terruño. • El arador desentierra el tesoro pobre de la tierra, pero que al fin y al cabo es un tesoro. • Millonaria. Los alrededores del descote llenos de moscas de oro. • Cuando el que está arando encuentra un esqueleto parece que lo hace revivir. • Aquella mujer me miró como a un taxi desocupado. • Era una de esas mujeres peligrosísimas que nos toca la nariz con una flor. • Siete balas de rouge llevaba en la cartera para las distintas horas del día, desde el amanecer hasta la alta noche.
G de gastronomía
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata
de la mesa que nos ha tocado en suerte.
I
Hay mesas frías en las que lo único que tiene alguna gracia es el salero. • En el poema del menú siempre están tachados los mejores versos. • Hay especialistas en pedir el único plato que se ha acabado en el menú. • Entre el género epistolar no hay que olvidar la «carta de los vinos». • El vino blanco se olvida. El vino tinto se recuerda. • Vinos «gran reserva» quiere decir que no dirán a nadie cómo han sido mixtificados. • Me pusieron tantos cubiertos alrededor del plato, que esperé con atroz apetito la víctima de mi cirugía.
II
El que afila un cuchillo con otro en la comida del restaurante es como si se desafiase consigo mismo. • El pescado nace con el cuello abierto, como si estuviese preparado para que le degüelle el cuchillo del comilón. • El tono de las conversaciones del restaurante va subiendo hasta que parece hervir como una cazuela de mariscos. • El langostino huele a todo el mar. • Las ostras son de rústica peña por fuera, pero por dentro son de la más fina porcelana. • A la media botella de vino siempre le faltará la otra mitad.
III
Los violinistas de café reparten lonchas de jamón de violín. • Al servirnos una ración de jamón parece que nos sirven un bello crimen en lonchas. • En el vinagre está todo el mal humor del vino. • El que come patitas de cordero parece volver a cuando de niño se le caían todos los dientes de leche. • Hay una azulosidad en los huesos jóvenes de algunos animales que nos comemos que se ve que aún estaban llenos de ilusión. • El humillo de la botella de champaña recién descorchada es como el de la pistola de desafío recién disparada.
IV
Las rosquillas tienen una forma votiva, bíblica, antigua, ingenua, simpatiquísima, exquisita. • Hay unos tipos de restaurante que no miran a las mujeres de las otras mesas hasta la hora del cigarro y el café. • Elegía el puro como si eligiese una flauta en vez de un cigarro. • La única disculpa de que sea tan chica la taza de café es que preconiza la repetición: —¿Otra tacita? • Los que esperan que se vacíe una mesa en el restaurante lleno logran que nos atragantemos. • Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que nos ha tocado en suerte.
El trabajo de Isabel Castaño es espléndido pues no se trata de una recopilación sin más, como en otros libros de greguerías, sino que las ha organizado por categorías temáticas, en forma de abecedario, y ha creado con todas ellas ficciones breves. El propio Gómez de la Serna afirmaba que las greguerías “deben defenderse en conjunto –por eso deben ser muchas–, que sean panorama no minusculería”,
El trabajo gráfico de Pablo Amargo, muy afín al universo de Gómez de la Serna, también es sorprendente.
Este es el texto que aparece en la contraportada del libro, o mejor aún, en la cuarta de cubierta, tal y como se define a este espacio en el lenguaje editorial:
Una noche, en mitad de un sueño, Ramón Gómez de la Serna lanzó todas sus papeles al aire y exclamó: “que los ordenen otros”. Este ejercicio de prestidigitación, digno de un autor que perfumó nuestro idioma con la nueva fragancia de las vanguardias, es el que Isabel Castaño y Raúl Vacas nos ofrecen en esta antología, donde las greguerías no solo están agrupadas por categorías temáticas sino tejidas entre sí para formar ficciones breves.
Ramón, tildado de iconoclasta y blasfemo de las letras por algunos y de genio por la mayoría, vivió entre acontecimientos históricos de gran magnitud como el inicio de la I Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, su principal legado son las greguerías. Hay quien señala que no se trata de un género como tal sino de la expresión natural y espontánea de su humor.
Las ilustraciones de Pablo Amargo, llenas de ingenio y poesía, completan un libro hecho para ver, oír, oler, tocar y gustar.
Y aquí tenéis una muestra de dos de las categorías temáticas: la P de "Profesiones" y la G de "Gastronomía":
P de profesiones
El creador guarda la llave de todos los ombligos.
En el fondo de los espejos hay un fotógrafo agazapado. • El rey cree que su calavera es de marfil y ningún cortesano se atreve a pronunciar la palabra «hueso». • «Hay oro en la luna», dijo el astrónomo, y comenzaron a subir como alpinistas los buscadores de oro. • El alpinista parece que tiene prisa en dar un recado a Dios. • Las monjas pasaban por el claustro como cerillas que se habían salido de la caja. • La mano que pide limosna muestra sin rubor las líneas de un destino aciago. • Usan melena el poeta, el músico, el pintor y el que da miguitas a los pájaros. • Al barrer la peluquería se mezclan todos los pelos caídos y se forma el gris verdaderamente humano.
II
Si vais a la felicidad llevad sombrilla. • La vendedora de violetas da el ramito como si nos condecorase. • La linterna del acomodador nos deja una mancha de luz en el traje. • El pianista tiene el piano lleno de papeles como si siempre estuviese en vísperas de examen. • Atacaba con tal furia las notas, que parecía tocar a cuatro manos. • La cantaora tiene voz de mujer adormecida que canta mientras la peinan. • Cuando la bailarina flamenca levanta los brazos, todos aprovecharíamos el momento para hacerle cosquillas. • El arco del violín cose, como aguja con hilo, notas y almas, almas y notas. • El amor es algo así como bordar juntos.
III
El fotógrafo nos coloca en la postura más difícil con la pretensión de que salgamos más naturales. • El gesto que hace la planchadora al acercarse la plancha a la mejilla tiene coquetería de mirarse en un espejo de mano. • La criada tiene un alma con música de acordeón. • La campesina no se pinta, pero enseña sus rojas encías al reír. • El campesino que lleva un conejo colgando de la mano lo lleva con la elegancia con que un inglés lleva un paraguas. • El jardinero invisible saca el reloj y sabe a qué hora en punto debe abrir tal flor o morir tal otra. • No tiene importancia que el cazador mate un pichón, sino que haya matado un vuelo. • ¿Qué vieron los locos para volverse locos?
IV
El hombre más seguro que hay sobre el mundo es ese que en la tarde cabalga lentamente sobre un burro. • El único que cambia de verdad la faz del planeta es el que ara modestamente el terruño. • El arador desentierra el tesoro pobre de la tierra, pero que al fin y al cabo es un tesoro. • Millonaria. Los alrededores del descote llenos de moscas de oro. • Cuando el que está arando encuentra un esqueleto parece que lo hace revivir. • Aquella mujer me miró como a un taxi desocupado. • Era una de esas mujeres peligrosísimas que nos toca la nariz con una flor. • Siete balas de rouge llevaba en la cartera para las distintas horas del día, desde el amanecer hasta la alta noche.
G de gastronomía
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata
de la mesa que nos ha tocado en suerte.
Hay mesas frías en las que lo único que tiene alguna gracia es el salero. • En el poema del menú siempre están tachados los mejores versos. • Hay especialistas en pedir el único plato que se ha acabado en el menú. • Entre el género epistolar no hay que olvidar la «carta de los vinos». • El vino blanco se olvida. El vino tinto se recuerda. • Vinos «gran reserva» quiere decir que no dirán a nadie cómo han sido mixtificados. • Me pusieron tantos cubiertos alrededor del plato, que esperé con atroz apetito la víctima de mi cirugía.
II
El que afila un cuchillo con otro en la comida del restaurante es como si se desafiase consigo mismo. • El pescado nace con el cuello abierto, como si estuviese preparado para que le degüelle el cuchillo del comilón. • El tono de las conversaciones del restaurante va subiendo hasta que parece hervir como una cazuela de mariscos. • El langostino huele a todo el mar. • Las ostras son de rústica peña por fuera, pero por dentro son de la más fina porcelana. • A la media botella de vino siempre le faltará la otra mitad.
III
Los violinistas de café reparten lonchas de jamón de violín. • Al servirnos una ración de jamón parece que nos sirven un bello crimen en lonchas. • En el vinagre está todo el mal humor del vino. • El que come patitas de cordero parece volver a cuando de niño se le caían todos los dientes de leche. • Hay una azulosidad en los huesos jóvenes de algunos animales que nos comemos que se ve que aún estaban llenos de ilusión. • El humillo de la botella de champaña recién descorchada es como el de la pistola de desafío recién disparada.
IV
Las rosquillas tienen una forma votiva, bíblica, antigua, ingenua, simpatiquísima, exquisita. • Hay unos tipos de restaurante que no miran a las mujeres de las otras mesas hasta la hora del cigarro y el café. • Elegía el puro como si eligiese una flauta en vez de un cigarro. • La única disculpa de que sea tan chica la taza de café es que preconiza la repetición: —¿Otra tacita? • Los que esperan que se vacíe una mesa en el restaurante lleno logran que nos atragantemos. • Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que nos ha tocado en suerte.
Propuesta de escritura
Explicamos unas nociones sobre cómo crear una greguería. Y propusimos escribir algunas del tipo "A actúa sobre B". Un ejemplo de Ramón Gómez de la Serna: "La pulga hace guitarrista al perro"
Estos son algunos de los trabajos recibidos:
Greguerías
Diccionario es el banquillo donde esperan las palabras antes de salir a jugar un
partido.
Una mariposa es un verso que ha salido volando de un soneto titulado Primavera.
El pitido del tren es la obertura de un concierto de adioses.
El camello lleva en su espalda una representación de las dunas del desierto.
El mar se pasa la vida diciendo hola.. hola.. hola…holaa.
Los cuernos de los toros son los manillares de la Harley Davidson en la que Europa
huyó de una vida aburrida junto a Zeus.
Aurora Martín
Grupo C
Las vidrieras tamizan la luz con arco iris.
Las cenefas rompen la monotonía.
La cafetera italiana eleva la esencia del café.
El pasapuré aleja los tropezones de la vida.
La radio ilumina el silencio con ondas invisibles.
El sonido del reloj delata los segundos.
Ana María Calvo
Grupo C
GREGUERÍAS
-La escalera de color, actúa como el primer paso hacia un viaje al infinito.
-Los pavos reales se han hecho republicanos.
-Cuando el Sol, la Tierra y la Luna juegan al escondite, nacen los eclipses.
-La llave maestra abre y cierra el corazón.
-Las mariquitas salen siempre de día para lucir su vestido de faralaes.
M.L. Fidalgo
Grupo C
El poeta se alimenta de sus entrañas. Los poetas veganos se convierten en acelgas para poder seguir alimentándose.
La luna y la arena juegan con las mareas todas las noches.
Diccionario quiere decir amansaburros según el de la RAE.
Nostalgia: la nostalgia nos convierte en viejos cuando se desboca.
El pitido del tren sólo sirve para divertir al maquinista las noches sin luna.
Las olas esculpen la cabellera de la mar rizada.
El hielo se derrite porque quiere ser agua. El agua se evapora porque quiere ser nube. La nube, aunque no lo quiera, se convierte en charco.
Los cuernos del toro buscan al fantasma que los tortura.
El día que la luna se compre un automóvil necesitará un seguro de lunas.
El camello tiene prisa por pasar su mercancía prohibida.
El mar se pasa la vida sosteniendo barcos cada vez mayores, de vez en cuando se traga alguno.
Las mariposas son polillas guapas.
Las mariposas convierten a las muchachas en enamoradas.
El mar recoge todas las lágrimas derramadas.
El reloj de carrillón es el pavo real de las horas.
El reloj trata de hacer todos los días iguales pero no lo consigue.
El ascensor es un tranvía sin ventanas ni asientos.
El ascensor descansa cuando le dejan.
El tiempo es un fugitivo enmascarado.
El tiempo usa el calendario como espejo-
La lluvia convierte la nube en charco.
La lluvia es un mar calado.
El amor es la antesala del desamor.
El amor es como la luna con sus fases.
Enrique Martínez
Grupo C
Greguerías lunáticas
El día que la luna se compre un automóvil, pagará un precio desorbitado.
Si la luna viaja en automóvil, el armario irá en un side-dark.
Si la luna compra un automóvil,
las llantas serán llantos,
la ruedas, serán ruedos,
los faros trajes de luces y
tendrá varios volantes.
Y claro, Federico irá de copiloto.
El automóvil que se compre la luna irá equipado con elevasoles eléctricos, funcionará con gasoluna y el depósito estará siempre lleno.
AMF
Grupo C
Gargarismos
Estas no son greguerías esto son gargarismos:
¿Se puede conocer el amor en un ascensor? Sí. Todo es cuestión de: ignorar el tiempo, el espacio y la ley de la gravedad; de no mirar el reloj escondido del móvil; de observar tus y sus zapatos mojados, la lluvia no respeta la piel; o, podéis hablar de la que se ha armado en la playa cuando El Mar ha montado en la moto. Entonces el tiempo fluye y las mariposas amorosas olvidan las pupas y el gusanillo del amor se asoma a los labios y el ascensor panorámico no para hasta llegar a las nubes.
Araceli Sebastián
Grupo C
Greguerías
La mariposa, orgullosa y burlona, aplaude las pestes que echa el hortelano. Este año su desove en el patatal ha sido un éxito.
La vida, el camión de la mudanza.
La vida, empresa de riesgos automáticos.
La muerte, una tienda anticuaria. Ahí todos los relojes están parados.
El ascensor del bloque de 12 pisos repasa las letras y los números con los niños que vuelven de la escuela.
Al tiempo se le antojó entrenarse para correr la maratón. ¡Y va tan rápido!
Un día la lluvia se dio cuenta de que era río y mar.
El Amor me sacudió el polvo y las telarañas del alma.
El acerico, el woodoo de la costurera
Marisa Sánchez
Grupo C
Cuando hacen una lazada, las manos bailan un tango.
La sonrisa de un niño es la levadura del corazón.
El final de los versos demuestra la posibilidad de los amores imposibles.
Los girasoles son las flores más frioleras, por eso buscan el sol.
En cada vendaval mueren una media de mil molinillos por estrés.
El número cinco está harto de su rima.
Elena Vicente
Grupo C



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