Menús de lectura

Como bien sabéis la Biblioteca Pública de la Casa de las Conchas está de celebración. Para conmemorar sus 20 años de vida podemos elaborar un menú de lectura (con textos propios o ajenos) tal y como hace Pepe Serrano en el cuento que tenéis a continuación.
Leedlo y seguid las indicaciones al pie de la letra para cocinar con éxito la tarea de esta semana.


El Bibliorante

El Bibliorante es un lugar muy especial, mezcla de restaurante y biblioteca, donde acuden aquellas personas que en vez de leer, devoran libros. Seguro que conoces a alguien así. Mi vecina Mafalda es una: lee por la calle, lee antes de dormir, lee en el parque, lee en inglés, lee en francés, lee gusta mucho leer.
En el Bibliorante puedes encontrar de todo: novelas policíacas a la plancha, crema de poema con guarnición de jamón, bocadillos de cómic, obras de teatro a las tres delicias…
Para los muy hambrientos recomiendan el plato fuerte: una enciclopedia de dieciséis volúmenes. Para los que sólo quieren algo de picar la especialidad son frases sueltas de libros de misterio. Y si estás a régimen, nada mejor que un revuelto de letras recién sacadas de un álbum infantil.
Los camareros van y vienen con sus bandejas repletas de libros y revistas, de páginas y hojas sueltas.
Los clientes son muy estrictos y críticos y a veces se oye:
-Camarero, hay un pelo en mi cuento.
-Es del autor
-Entonces me lo quedo.
Y también:
-Estas letras están frías.
O:
-Esta frase está un poco sosa, ¿podrían decirle al cocinero que le ponga más comas y un par de adjetivos?
Pero por lo general todo el mundo sale del Bibliorante satisfecho y, por supuesto, más guapo.
Hoy el Chef ha preparado un menú muy especial:
“Cocina Rápida para Tortugas 2”
Así que colócate la servilleta al cuello, siéntate cómodamente y elige un primero, un segundo y un postre.
Y… ¡Buen provecho!
O como dicen los italianos: Buon appetito!
Como dicen los austriacos: Mahlzeit!
Y como dicen los perros: Guau!


Esto del Bibliorante no está mal para saciar el apetito lector. Ahora os toca a vosotros elaborar un menú de lectura para el resto de compañeros del taller, como hace Pepe Serrano. Puede ser con textos propios o ajenos. En cualquiera de los dos casos es importante que figure el título y el nombre del autor. De primero estaría bien que cada cual sugiriera un poema a la plancha. De segundo un relato bien hecho. Y de postre tal vez algún microrrelato o haiku. Tenemos mucho apetito de modo que no tardéis en cocinarlos.
Y aquí están los trabajos de algunos de los componentes del taller:


Menú taller de escritura

Entrante
Me dispongo
a escribir
con todo
mi
empeño,
aliño
un poema.

2º Plato
Entre fogones y perolas he comenzado hoy esta andanza, que dando tiempo al tiempo acarreará un maestro guisandero. El fuego titilaba que digo titilaba quemaba, mi dedo fue el primer asado, no se si de buena calidad pues no me aventuré a catarlo. Una vez superada esta incipiente fase emprendí con renovado arrojo mi 2º plato, comenzaría por algo sencillo, un par de óvulos fecundados (más comúnmente huevos) fritos. Empuño una sartén con óleo abundante y la proyecto hacia el fuego, espero a que el óleo alcance una temperatura adecuada e aquí un dilema de las fórmulas culinarias, sentido común, cuando esté caliente, casco los huevos con suavidad sobre el borde de un escudilla o sucedáneo para producirles una hendidura de un tamaño proporcionado para lograr que no se evada la yema y la clara, vierto estos fluidos sobre la sartén con el óleo a temperatura óptima despojándolos de la cáscara, espero a que la yema cambie de color como la puesta de sol, la clara se torne como la nieve y aparezcan las puntillitas en los perfiles, en ese momento los extraigo de la sartén con una paleta ligeramente cóncava, y con agujeros (espumadera) y los deposito cuidadosamente en un plato sin que la yema se rompa. Para emplatar le añado un poco de presunto ibérico y listo para servir

Postre
Café o té
infusión y pastel.
Se ha comido

Alfredo Domínguez


Menú taller de escritura

Rima
La vida es la ruleta
en que apostamos todos el amor es algo
maravilloso el tiempo
es oro nuestras vidas son los rios
que van a dar a la mar
que es el morir España
es una grande y libre
el trabajo es salud los sueños sueños
son obras son amores
y aparte de poesía -¿qué eres tú?-

Anibal Núñez


La cantina de Diego

Vos pensás que sabés comé porque sabés tragá. Vos no pensás. Vos no sabés. Vos sólo tragás.
No disimulés. No me engañás. Vos caminás. Vos hablás. Vos…
Prestáme un trís, una arena... no más.
Préstame un trís y sabrás lo que de vos se dice por acá: No olés a vos. Os perfumás, os perfumás, os perfumás… y apestás.
No me crees ¿verdad? Más decíme y decíme ya, ahora vos ¿qué cenás?
“Agriduldes de Chejov” –contestás- Deliciosos… -continuás-
¡Cuentos!
¿No te estremecés? ¿No temblás? ¿Por qué no temblás? ¿No llorás? ¿Por qué vos…?

Vení a bebé boludo. Vení de una vez acá. ¡Lanzáte! ¡Qué te costá!
“Las veinticuatro uvas de Ios” esperan por vos acá. Su zumo te cegará.
Vení boludo. Vení a tomár. "El que no ve". Un aedo. Un aedo invidente nos guiará.
La mesa inmortal nos reclama. ¿No la escuchás?
Anda vení ¡Lanzáte! ¡Qué te costa!

¿Vos no sabés? ¿Qué no sabés?...
Vos no sabés. Vos no pensás. Vos no temblás. Vos no tomás. Vos no com..
¡Mirá! ¡Oíme! ¡Brindá! ¡Por los dioses! ¡Por los mortales! ¡Por los cocineros inmortales!¡Vení acá! ¡Qué te costá!

¿Dudás? ¿por qué dudás? ¿Temés? ¡No temás!
Después de tomár, por fín ciegos vos y yo, entre sabios con sabios, entre genios con genios, cenaremos.
¿El qué? –decís-
Ya veremos. Algo habrá. Algo eterno. Algo bueno.

Vos… ¿qué me decís? ¿qué contestás? ¿qué..
“Las Texturas de Murakami” serán nuestro mate.…

¿Vos sabes?... Vos… Más vos podés…

Cuando haitos estemos dormiremos, y cual hijos de Ulises… regresaremos. Regresaremos y vomitaremos. Nada que no sea nuestro conservaremos. Devolveremos el fuego. No nos disfrazaremos. Olvidaremos… y poco a poco, un día…vos y yo veremos. Veremos con unos ojos que serán realmente los nuestros, y oleremos a un perfume que no será esencia de pelele o fragancia de aromas muertos.

“En un sauce rojo, una mujer dormía…”

Ana Isabel Fariña


Menú de lectura

Cóctel de rimas saladas
Pastel de versos con queso
Cuento con mora leja
Quinteto relleno de anchoa
Adivinanza con hueso

Crema de Palabra helada
Brocheta de letras
Chisme con salpicón
Anuncio con choque de copas

Todo ello entre recortes de cartón
servido en pasta de piel de melocotón

Para compartir
Sin mucha sal ni poca azúcar la lectura se ingiere en su punto.
Aunque cada uno con sus vicios
Si se ha de pecar que sea por exceso
Un menú variado, un saco con de todo,
Novelas de ficción, cuentos de terror,
Poemas desgarrados, artículos de opinión,
Ensayos urbanos, tratados de felicidad
Para beber, un refresco de jardinería,
Sangría de relatos cortos o Cuba libre histórico
El café con gotas de Libreto musical
Y las historias de amor para entre plato y plato

Plato ligero
Bolas de papel lanzadas
Sobre techo de escolares
Con aromas de libro nuevo
Y tintura de ceras Alpino

Plato fuerte
Medallones de Emperador
Con alas de vampiro y salsa de nuez rota
Corbatas dulces de policía
Y corazón trinchado a fuego lento

Canto de despedida
Guisando un colorín
Colorín colorado
Cuece la trama 

Antonia Oliva


Menú de lectura

Entrante "Lo fatal", de Rubén Darío
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos…!

Plato único "No te detengas", de Walt Whitman
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas …

Postre "Poema VI", de Pablo Neruda
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Mercedes Juan Mateos


Cuenco blanco con cerezas rojas

Acababa de entrar en el comedor. La luz atenuada por unas cortinas blancas inundaba las mesas sin molestar. Todo se mostraba diáfano y dispuesto en un orden sereno, apenas interrumpido por el metal de los cubiertos maniobrando en los platos o el discurrir de los licores sobre el vidrio. En la última mesa se encontraba él agotando las posibilidades de su smartphone; mi impuntualidad siempre le había irritado.
Intentando mostrar naturalidad me acerqué risueña, sin excesos, pero al llegar no pude evitar el gesto casi infantil:
¾ Lo siento. Soy incorregible. A estas alturas ya no voy a cambiar.
Él me devolvió una mirada amable que me hacía sentir aún más culpable porque a pesar de lo que pudiera incomodarle, me disculpaba. Un camarero afable y tremendamente correcto se acercó a nuestra mesa para ofrecernos la carta y advertirnos de que algunos de los platos habían sido sustituidos por otros de temporada.
Mientras elegíamos el menú, íbamos a tomar una copa de vino.
¾ Disculpe. ¿Podría sugerirnos alguno en especial para ir abriendo boca?
El camarero no pareció dudarlo demasiado:
¾ Si me lo permiten, hoy les Aconsejo beber hilo, de las bodegas Fuertes. Es fresco, pero de sabor penetrante en paladar. ¡Una gloria!
¾ ¡Ummm! Me parece una extraordinaria elección, no lo había visto en la carta. ¡Hace tanto que no lo bebemos!
¾ Es cierto, no aparece en carta. Pero solemos ofrecerlo a algunos de nuestros clientes de forma personal, especialmente en esta temporada.
Con una sonrisa cómplice nuestro camarero se despidió en busca del vino. Nuestras miradas se encontraron con una ligera sonrisa también, ligera porque parecía volar embobada en otro tiempo en el que solíamos acompañar las charlas con vino de Fuertes.
Con el vaso en la mano fuimos pasando de un plato a otro sin darnos cuenta de que repetíamos costumbres: ¿Pedimos varias entradas y cada uno un segundo? ¿Compartimos los boletus? Los endecasílabos son buenos ahora. Qué extraña manía la de querer probar tantos platos para llegar a un postre imposible.
Tras diversos devaneos entre plato y plato, probaríamos para picar un Completamente viernes acompañado de Luis García Montero, y El otoño de las rosas con Paco Brines. Parecían tener sabores evocadores; no sabía que luego pasarían a ser platos fuertes a lo largo de mis días. Aún paladeo el momento de las letras entrando en la boca por primera vez.
Entre bocado y verso fuimos deshilvanando el vino que con cada sorbo me volvía más elocuente. Ya no lo abandonamos. Maridaba bien con el segundo, que sorprendentemente era el mismo para los dos: Pollo con ciruelas. La descripción que le había hecho del plato lo convenció de que no podía dejar de degustar ese plato persa que parecía llevar melodías en su gusto, onomatopeyas vibrantes salidas de la cuerda, matices en blanco y negro perdurables. Además había leído algo acerca de la receta familiar de Marjane Satrapi, la cocinera que lo trajo a Europa.
Como era de esperar las ciruelas endulzaban la carne con notas sutiles que podrían transportarnos a lugares soñados, a imaginarnos otros envueltos en los vapores etílicos, a sentir que ese momento podría prolongarse entre silencios y miradas, confesiones triviales, recuento de anécdotas y emociones de aquello que debió ser y solo fue estar… ajenos todavía a una cuenta servida en bandeja con letra, pero sin ritmo: Pago yo, por favor. No, no, que te llamé yo y me apetece invitarte. A medias. Nooo. Por favor…
No suelo llegar a los postres. Cuando como fuera siento como se hincha mi estómago y el globo digestivo parece flotar durante horas. Sin embargo, arrastrada por la insistencia de mi acompañante, accedí a un sencillo y ligero postre.
Mientras mi amigo me ofrecía la última hebra de vino, sobre la mesa dispusieron un cuenco blanco con cerezas rojas, al que la nueva cocina nombraba: Cereza roja sobre losas blancas. Cuando mordí la fruta tersa, mis dientes mordieron unos versos de Maram al-Masri:

Estoy en el frío
y en la oscuridad,
¿por qué
no me abres
la puerta de tu camisa?

Pilar Luengo


Menú surrealista

Le damos la bienvenida a nuestro poético cliente. La casa Florida espera a través de su gran variedad de personajes, tramas, leyendas y palabras multifacéticas satisfacer sus más extravagantes e inesperadas lecturas.
De entrante le damos a elegir entre 3 maravillosos poemas del siglo xx.
-‘’El durmiente del valle’’ del joven rebelde Arthur Rimbaud. Le recomendamos expresamente su versión original.
-También le sugerimos el ‘’Poema xx’’ del incansable luchador Pablo Neruda, sin acompañamiento y sin canción añadida.
-Por fin podría optar por el legendario ‘’Romance de la luna luna’’ del simbólico Federico García Lorca en su salsa granadina con reminiscencias de jazmín del Albaicín.
El plato fuerte tiene dos volúmenes de categoría y de primera imprenta :
- ‘’Crónica de una muerte anunciada’’ del real maravilloso Gabriel García Márquez con jugo de frutabomba caribeña.
- o ‘’La espuma de los días’’ del sabroso Boris Vian a las mil caras, a la moda de Gouffé.
En su afán de agradar sus deseos más escondidos, la casa Florida propone, de postre, una variedad de sabores suavemente batidos en un cóctel de sensaciones inolvidables.
-Imprescendible ’’El Principito’’ del más letrado de los aventureros Antoine de St Exupery con esbozo de cordero incluido.
- No deje de probar ‘’La gloria de mi padre’’, ‘’Marius’’ o ‘’Jean de Florette’’ del esencial Marcel Pagnol que os dejará para siempre el sabor de lavanda, romero, tomillo y olivas de la luminosa Provenza Cezanniana.
-Para los más intimistas recomendamos ‘’Nosotras que nos queremos tanto’’ de Marcela Serrano, regado de Pisco Sour chileno.
Para acompañar tal copioso menú nada menos que el chispeante ‘’Tinto de verano’’ de la cuscurrante Elvira Lindo que tiene el secreto de reconstituir al más desanimado, o el sensual y exquisito ‘’Agua para chocolate’’ de Laura Esquivel.
Déjése tentar y sumérjase en el paraíso deliciosamente delicioso de la imaginación, el arte y la creación.

Sara Pérez


Menú de lectura

Sopa de cielo
Con mis labios ardientes
sacio el sabor,
preso en el calor de mi cuerpo.
Fuente de sosiego
toca mi lengua
en el jardín de la boca.
Sal de lluvia,
nácar de sombras
en un cielo de sabores
arden en la mesa del deseo.

Pechuga a la intemperie con salsa de palabras
Los sonidos pululan en la sala. El personal de servicio despierta de su
asombro al escuchar el grito del pollo. Sus alas desplumadas ocupan
el espacio de un brillante recipiente .El resto de su cuerpo despeinado
baila por los distintos rincones de la encimera. Huele a sal y a mostaza.
Sabores desperdigados reinan en la cocina.
El camarero, con su elegante traje, entra en el comedor.
El cliente le pide “Pechuga a la Intemperie con salsa de palabras”.
El camarero, sorprendido, responde no tener esa comida tan extraña.
El cliente, enfadado, sale del restaurante, al no ser comprendido.
Su cuerpo sabe a palabras de sal, letras de mostaza, pensamiento de
olores...
Camina sin fuerzas en busca de otro lugar donde poder saciar su apetito.
La vida no le comprende, pero sigue saboreando con su imaginación.

Haikus de postre
Tarta de labios
acuna nuestra piel
junto al recuerdo.

Olor a fresas
ilumina mi sed,
sabor a cielo.

Miel de recuerdos,
paladar de silencios,
tiñe mi boca.

Sofía Montero


Menú de lectura

De primero “poema en ensalada” (Otoño y llueve)
Cruzo por todos los charcos
que tengo que cruzar
y me apego como hiedra
a esa encina centenaria
que me abre sus brazos
porque siento ganas de abrazarme a todo
y porque el día ha nacido como yo...
buscando olores y colores
que adornen un poco la vida.

Marcé Venttini, publicado en www.poesiapura.com

De segundo “cocido bibliótico con sopa de estrellas”
Voy a preparar un cocido… un cocido de palabras, elaborado un jueves a primera hora, a fuego lento, en una lumbre de madera de encina vieja y con agua cristalina recién sacada del pozo en los cangilones oxidados de la noria perezosa…
Son palabras: sustantivos, verbos, adjetivos… todos mezclados, sin sentido y con sentido… para zamparlos con avidez pero reposadamente… para sentirlos recorrer el cuerpo y mezclarse con los fluidos y convertirse en reflejos, en impulsos eléctricos que harán guiñar un ojo o besar apasionadamente a nuestr@ acompañante. Es un cocido de vida, donde las palabras son juguetes refrescantes que pueden hacer reír o llorar o simplemente dejarnos en una indiferencia prolongada… Este es mi cocido “palabril o palabrero o bibliótico o todo a la vez, palabril-bibliótico-palabrero”:

-¿Y ahora a dónde quieres ir?

-Ahora voy a las estrellas porque aquí las alcantarillas han asaltado los museos y no han dejado espacio para las caricias… las caricias que me brotan en los dedos, que me crecen en los labios… las quiero cortar y regalárselas a aquella estrella que ya apenas brilla… porque las estrellas también se agotan y sus destellos languidecen ante la burla de las más fuertes… sí, las más fuertes, las que todo lo pueden, las que se pasean orondas apagando a las débiles y se pavonean mostrando sus impecables rayos que los árboles de la tierra se beben de un trago… ese trago que hará evaporarse el mar y crear la lluvia, para mojar los cuerpos enredados de dos enamorados retozando sobre un campo dorado de trigo cosechado…

-¿Puedes bajarte de las estrellas?

-Sí, ahora quiero diluirme con la espuma de las olas de esa playa a la que el “chapapote” no llegó, porque sé que hay noches que la luna conversa con ella y un toro solitario se acerca a lamer la arena…

-¿No vas a irte por las nubes?

-No, esta vez no, me voy a pasar por los maizales para verlos crecer y sentir todos sus granos amarillos, juntos, muy juntos, apretados, muy apretados…

-¿Podrías escribir algo coherente, puede que tanto sin sentido no se digiera bien?

-¡ah! quieres que me apee en la realidad, pero es que en la realidad ¡hay tanta mentira!... la sufro y la llevo sobre mis espaldas, la meriendo por las tardes en el café lamentando el ayer y despreocupándome del futuro… intento pisotear la falsedad y la manipulación pero me puede. De esa realidad que habla de crisis, de esa en la que los ricos lo son cada día más… de esa en la que los listos engañan más y mejor a los que no lo son tanto. La realidad me habla de competencia, de fracaso, de miedos… ¿sigo?

-No, mejor súbete al caballo de la fantasía y vuela lejos… ¡cuida el puchero no se vaya a estropear el cocido!

-Sí, creo que ya está a punto para servirlo.

De postre “natillas de poema breve” (Beso)
Como la mariposa
cuando se acerca a la flor,
mis labios revolotean tu boca,
solamente quieren sorber un suspiro
y luego volar.

Vicente Martín


El menú de la tristeza

Primero: Poema a la plancha (Pablo Neruda, "Poema XX")

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Segundo: Relato bien hecho (Julio Cortázar, "Instrucciones para llorar")

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Postre: Microrelato (Lucía Livianos, "Adolescencia")

Acordaron volverse a ver y seguir queriéndose toda la vida.
Pero olvidaron que los ojos olvidan más rápido que la mente
y que lo que parecía eterno se olvidó en unos días.

Lucía Livianos Arias-Camisón

2 comentarios:

  1. Necesito más de un día para digerir semejantes “menús”, a cada cual más sabroso, según he podido degustar de un primer vistazo. Así que me coloco la servilleta, me paso la lengua rápidamente por los labios y preparo mis ojos:
    • Alfredo
    “Los óvulos fecundados fritos en óleo y con puntillitas” para comienzo alegran mi estómago y hacen brotar una sonrisa…
    • Ana Isabel
    Ya la entrada hace arrodillarme… Aníbal Núñez.
    “Vení a bebé boludo”… ¿los argentinos no ponen mucho picante a las comidas?...
    “En un sauce rojo una mujer dormía”. ¿Este es el postre…? ¡Delicioso!
    • Antonia Oliva
    Qué buen sabor me deja el
    “Pastel de versos con queso
    Cuento con mora leja
    Quinteto relleno de anchoa
    Adivinanza con hueso” el resto lo engullo como si no hubiera comido en dos semanas.
    • Mercedes Juan
    Fantástico menú: Rubén, Whitman, Neruda… para no pasar hambre en mucho tiempo… “No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo”.
    • Pilar Luengo
    “Entre bocado y verso fuimos deshilvanando el vino que con cada sorbo me volvía más elocuente”… parece que siento las hebras del vino hilvanando mi estómago y rindiéndome al cuenco blanco con cerezas rojas:
    “Estoy en el frío
    y en la oscuridad,
    ¿por qué
    no me abres
    la puerta de tu camisa?”
    • Sara Pérez
    La casa Florida me deja plenamente satisfecho con sus exquisitos menús… ¡me gustaría probar todos!... copio las recetas.
    • Sofía Montero
    Me pirra la “Pechuga a la Intemperie con salsa de palabras” … la vida tampoco me comprende, lo saborearé también con mi imaginación, me conformo con los haikus de postre.
    • Vicente M.
    No hay nada mejor que un “poema en ensalada” del genial y desconocido candidato al “novel” de literatura del 2022 Marcé Venttini… ¡je..je! ¡Por ahí vamos bien!.
    Tu cocido impresionante, impecable… sigue así.
    • Lucía Livianos
    El menú de la tristeza… lo masticaré con mucho cuidado que tengo mucha aprensión y enseguida cualquier cosa me afecta.
    Neruda, se menciona en tres menús (recomendado en casa Florida, de Sara, exactamente el Poema XX)… sabroso sabroso.
    Me quedo con el postre: “Acordaron volverse a ver y seguir queriéndose toda la vida. Pero olvidaron que los ojos olvidan más rápido que la mente y que lo que parecía eterno se olvidó en unos días.”
    Con cariño, Marcé Venttini

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    1. Acabo de quitarme el delantal para poder sentarme a la mesa con todos. Me parece que me va a apetecer cenar con vosotros; entre las cazuelas presiento buenos cocineros, buenas cocineras sobre todo. Porque en esta cocina sigue predominando el manejo de pucheros por manos femeninas, y eso que es gratísimo cocinar juntos hombres y mujeres. Hombres y mujeres, bienvenidos a la cocina de las palabras.
      Quizá poco a poco me anime a hacer crítica, espero siempre constructiva, para crecer en esta tarea de escribir y dialogar con el hombre, y jugar con las palabras, que tiempos de crisis, esa pizca de humor y de voltereta en el absurdo, puede salvarnos.
      Por esta vez, permitidme que agradezca a Venttini sus cariñosos comentarios, sus empujoncitos semanales. y a todos deciros que es un placer compartir estos ratos de letras.
      He apuntado todas las recetas, y aunque algunas ya las he experimentado, volveré a probar sus sabores.

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