Las Sinsombrero

La sesión del lunes, 6 de febrero, estuvo dedicada a Las Sinsombrero, nombre por el que son conocidas un grupo de mujeres pensadoras y artistas españolas pertenecientes a la generación del 27 nacidas entre 1898 y 1914. El nombre responde al gesto rebelde de quitarse el sombrero en público que protagonizaron Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca en la Puerta del Sol de Madrid.



Hicimos un repaso por la vida y la obra de las componentes del grupo. Y trabajamos en torno a unos textos de los que dejamos aquí unas muestras como el poema "Búscame en ti" de Ernestina de Champourcín o "De qué trigal malherido" de Concha Méndez

Búscame en ti

Búscame en ti. La flecha de mi vida
ha clavado sus rumbos en tu pecho
y esquivo entre sus brazos el acecho
de las cien rutas que mi paso olvida.
Despójame del ansia desmedida
que abrasaba mi espíritu en barbecho.
El roce de tus manos ha deshecho
la audacia de mi frente envanecida.
Navegaré en tus pulsos. Dicha inerte
del silencio total. Ávida muerte
donde renacen, tuyos, mis sentidos.
Ahoga entre tus labios mi tristeza,
y esta inquietud punzante que ya empieza
a taladrar mi sien con sus latidos

De qué trigal malherido

¿De qué trigal malherido
te fueron a levantar
mi pobre ángel caído?
¿Acaso era tu destino
ir tan lejos a acabarte
y por eso tanta risa
tenías cuando marchaste?
¿Era la cita en Castilla
y esa noche castellana
para acogerte en sus brazos
a esa hora te esperaba?
¡Qué ajena estaba mi vida
a que tu vida marchaba
en un viaje de ida
sin más vuelta ni más nada!.

Las Sinsombrero es un proyecto transmedia que cuenta con una web con muchos recursos para conocer a este grupo espléndido de mujeres.
El proyecto parte del documental y de la investigación recogida en el libro "Las Sinsombrero" de Tania Balló. En la web encontramos la siguiente información al respecto:

En España, el año 1927 está asociado a la generación de artistas e intelectuales más fecunda del siglo XX. La denominada Generación del 27 se ha convertido en una de las marcas artísticas más reconocidas que identifica un momento crucial (1923-1936) en la historia cultural y social del país. El hecho de formar parte de esta Generación ha permitido que sus integrantes oficiales, entre los que se encuentran Federico García Lorca, Luís Buñuel, Salvador Dalí, Rafael Alberti o Luis Cernuda, hayan gozado de popularidad y hayan sido objeto de atención nacional e internacional.

Pero este reconocimiento solo existe hacia ellos, aunque en esta explosión creativa también había mujeres: surgió la que fuera la primera generación de mujeres que entró sin complejos en el mundo artístico.

Mujeres de gran talento, que compartieron entre ellas amistad, reflexiones y vivencias y que influyeron de forma decisiva en el arte y pensamiento español y, en algunos casos, debido a su producción en el exilio, en los estilos y géneros de artistas internacionales. La Guerra Civil supuso el fin de esa Generación, pero en el caso de ellas supuso también su condena al olvido.

Reconstituida la democracia, los nombres de sus colegas fueron recuperados y ensalzados, mientras que los de ellas permanecieron en silencio, perdiendo su lugar, de pleno derecho, dentro del relato oficial de la Generación del 27 y por consiguiente en la historia. María Teresa León, Ernestina de Champourcín, Rosa Chacel, Concha Méndez, Josefina de la Torre, María Zambrano, Maruja Mallo y Marga Gil Roësset son una representación de estas creadoras.




Propuestas de escritura

Escribe un texto homenaje a estas mujeres o a alguna de ellas en particular.


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:

Las Sinsombrero
No las conocía, ni siquiera había oído hablar de ellas. “Las Sinsombrero”. Sentí una gran curiosidad, ¡vaya nombrecito! Y, cuando supe quiénes eran, qué hacían, qué pretendían, “ ….Quitarnos el sombrero porque decíamos parece que estamos congestionando las ideas…..” sentí admiración, ¡eso sí que era ponerse el mundo por montera!, ¡desafiar, rebelarse! ¡qué bueno el testimonio que nos deja Maruja Mallo! “…Y salían al balcón a ver si era verdad que yo no llevaba sombrero llevando abrigo de nutria!” ¡Bien por ti, bien por Margarita Manso que te acompañaba! Y bien y, gracias a todas vosotras que luchasteis por abrir las puertas a las que vinimos detrás, no ya como poetas, sino como mujeres.

Vuestra vida y vuestra obra ha sido intensa y profunda, pero hoy sólo he visto una pincelada de ella, con calma hay que recrearse con vuestra poesía.

Acabo de leer Mapas: Los mapas de la escuela,/ todos tenían mar,/ todos tenían tierra./ ¡Yo sentía un afán/ por ir a recorrerla!../Soñaba el corazón/con mares y fronteras,/ con islas de coral/ y misteriosas selvas…/. Soñaba el corazón…/¡Oh, sueños de la escuela! Gracias Concha Méndez, me has hecho recordar ¡Mis sueños de la escuela!

Mi reto es conoceros.

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


Cómo te amo, mi rojaza!
(El 14 de diciembre de 1988, quince personas despidieron en un cementerio de Madrid a María Teresa de León. Enferma de alzheimer, pasó sus últimos años de vida en una residencia a las afueras de Madrid)

Victoria está de mal humor. Es lunes, llueve, comienza su cuadrante de tarde para las próximas dos semanas y eso la tiene irritada. Se ha pasado la mañana en la biblioteca preparando los exámenes que tan mal lleva. Mas tarde, marcha rápido a casa para preparar la comida. Al llegar, Alberto la recibe tumbado en el sofá viendo la televisión, el salón hecho un desastre. “Hola Vicky” le dice sin dejar de mirar la tele. Al poco se levanta e Intenta darle un beso, pero de aperitivo, se lleva cobra.

Han comido rápido, ensalada con atún, filetes de lomo con patatas. Han discutido como siempre por quien se lleva el coche. A regañadientes Alberto lleva a Victoria a la residencia y la recogerá a las 23.00, cuando salga. Un beso rápido, desgana de despedida, desgana de bienvenida, y cada uno a lo suyo.

Victoria saluda con mala cara a sus compañeras, y hacen el cambio de turno. Le explican cómo ha ido la mañana. Que Julián se ha caído al levantarse y se ha hecho una brecha en la frente. Que ha llamado la hija de Julia, “que vendrá a visitarla este sábado con sus nietos, o sea los bisnietos. Que la pongamos guapa nos ha dicho, ¡no te jode la bruja! si no ha venido a verla en los últimos tres meses”. Cambio de medicación para Ana María, Eduardo y María Teresa. “María Teresa sigue débil, ha preguntado por ti”. Victoria escucha atenta a sus compañeras, pero mirando el ordenador mientras ellas hablan. Sabe que es la única manera de que no se enreden más de la cuenta en chismes y tonterías, se vayan y la dejen trabajar tranquila.

Cuando al fin lo hacen, se sirve un café, que se toma mientras revisa su plan de trabajo para la tarde. Posteriormente se pone su pijama azul de cuidadora y se dirige a las habitaciones de los residentes para ver a sus “chicos”. El mal humor, como sucede siempre que llega ese momento, va haciéndose pequeño, más pequeño, pequeñito, muere, y al abrir la puerta de la habitación 7 ya es alegría lo que explosiona en el pecho.

- “¡Mari Tere! ¿Quien viene a darte un beso, Pasionaria de la Martinisa (nombre de la Residencia), enamoradora de viejetes, fusil y temblor de Paquito y Hitler?” Siempre le dice esas cosas cuando la ve, aparte de infinidad de besos y abrazos. María Teresa se deja hacer, sin entender la mitad de lo que su cuidadora dice, pero sonriendo y agradeciendo su pasión y cariño.
- “Te he echado de menos, Gloria”
- “¡Victoria! Me llamo Victoria, Maria Teresa. ¿O quieres que te llame yo a ti Eva Braun?”

Ríen la dos.

- Qué ganas tenía de verte, rojaza. Estoy de muy mal humor, ya sabes. El imbécil de Alberto que no hace nada con su vida, y solo es una quiste en la mía. Los turnos de tarde que me tienen de culo todo el día, y no me da tiempo a estudiar, y no me da tiempo a aprobar, y yo no quiero ser siempre cuidadora, Teresa, ¿me entiendes?
- No estés triste, y ¡habla bien! Todo va a cambiar, todo depende de tu valentía. Me tienes que acompañar hoy a la facultad, tengo examen de Teoría de la filosofía antigua.

Vicky hace su trabajo. Ducha a Teresa, la ayuda a recoger y preparar su ropa de mañana y a ponerse el pijama. Luego la acompañará a merendar con el resto de sus compañeros, y más tarde al taller de memoria junto a Juan, el terapeuta.

Allí trabajan el libro de vida. María Teresa, débil, con las manos temblorosas, repasando su cuaderno de fotos y notas. A su lado, otros residentes hablan de sus padres, de sus amigos de la infancia, de su pueblo, contentos mientras revisan fotos de una vida que poco a poco está muriendo en su memoria.

Pero María Teresa no. María Teresa no habla, no disfruta, revisa su cuaderno con la mirada perdida, indiferente, mientras Juan y Victoria la ayudan a pasar páginas repletas de fotos y recortes de prensa donde lo mismo aparece en un mitin, que en una reseña de una obra de teatro de la que ella misma es directora. Noticias sobre sus libros, sobre homenajes de asociaciones obreras. Un artículo sobre ella, jugándose la vida en la guerra, para salvar cuadros del Museo del Prado de los bombardeos fascistas. Fotos en la URSS, en Bélgica, en Argentina, en Italia. Una foto en Orán junto a un señor muy atractivo, por el que Vicky siempre la pregunta.

¿Quién es ese guapo, rojaza?, ¿Le pusiste los cuernos con él al Rafa, pillina?-, le dice la cuidadora entre guiños.

No entiendo lo que dices- le contesta seria y algo indignada María Teresa. - Quiero que me acompañes ya a la facultad, llego tarde al examen.

- “Vale, vale, no te enfades, corazón!

Finalizado el taller, todos subirán un rato al salón a ver la tele, antes de que los llamen para cenar. Victoria aprovechará ese rato para preparar las medicaciones, apuntar notas sobre la tarde de los residentes. “María Teresa sigue mal de ánimo; Triste en general, no disfruta en el taller de memoria como el resto de sus compañeros. Le pregunto por qué y contesta lo siguiente, que apunto literal porque no entiendo: -Yo el pasado lo luché no para ahora celebrarlo-”

En la cena, Arturo vuelve a levantarse en mitad del primer plato. Se dirige a la mesa de María Teresa, le da un beso en la frente y regresa apresurado a su sitio, antes de que los cuidadores lleguen a reñirle por no dejarla en paz. “No lo entendéis, yo la amo” les grita Arturo mientras se monta algarabío general en el comedor. Y María Teresa indiferente, exiliada como siempre, del aquí y del ahora. Ella que supo más que nadie lo que es amar, y que más que nadie sabe que ni Arturo, ni Rafael, ni nadie, la amarán nunca la mitad de lo que amar es para ella.

Se va acabando el día, todos están ya en la cama, y Victoria pasa por la 7 para despedirse de su generala.

- Nos vemos mañana, bolchevicona de letras, ¿Sabes que te quiero más que a nadie de este antro, no?,- le dice mientras le da un beso (¡otro beso!) en la frente.
- ¡Anda! No me quieras tanto a mí, y quiérete a ti. Manda a ese fascista de novio tuyo a paseo, estudia, y llévame mañana a tiempo a la facultad.
- Jajaja. ¡Cómo te amo, mi rojaza! Hasta Mañana

Néstor Valverde
Grupo A


Las Sinsombrero

Mujeres escritoras
desvelan su pasión:
ser libres en el tiempo
y llenas de ilusión,
romper las ataduras
en su generación,
llamada el veintisiete
de España y su nación.
Reflejan sus ideas,
cargadas de emoción,
igual que sus colegas,
con su nueva visión
de abrir el intelecto
con fuerza y con tesón.
Dañadas por la guerra
que destrozó el amor,
fueron un anticipo
de la actual misión:
luchar, igual que el hombre,
por la liberación.

Sofía Montero García
Grupo B


Una más


No quiero ser más
Solo mejor
Quiero gritar
Que no decaeré
Que ya me lo sé
Que sufra quien quiera

Que no, que no tengo intención
Que me sobra imaginación
Para colmar al corazón
De bombones, de vino y más

Que no, no importa
Estar en retaguardia, no importa
No importa morir
Nace con más fuerza
El rasurado en creciente

Y aunque la bandeja
Se arroje en el vacío
Y suenen vanas las palabras,
No hay que darlo por perdido

Amar sin esperar
Esperar amar
Esperar sin esperar

Antonia Oliva
Grupo B


Marga amor amargo

“Te quiero como se quiere
lo que no se tiene ni se puede
ni se debe, con locura”…

Marga Gil, la amante ninguneada,
mientras trabajaba EL POETA
DE GRAN SOMBRERO NOBEL.

“No me miras, mi amor,
te enseño mi diario
va entre mis brazos,
como un reclamo que no ves.
te amo como solo aman algunas mujeres,
como luchan algunos por el poder.
Dos alas tú y yo
que no formarán ave…
No quiero ser la sola que arde
frente a tus POEMAS INDELEBLES.
Yo desdeño mi obra y mi existencia,
por un amor maldito,
que esta vez me asesina.

Emilia González Fernández
Grupo B


Las Sinsombrero

Ante vosotras, mis admiradas mujeres, hay que “ quitarse el sombrero” en señal de respeto y admiración por todo lo que hicisteis en una época encorsetada y difícil para todo aquel que quisiera “ romper normas” pero, sobre todo, para las mujeres , relegadas en ese momento en España, al papel de madres y esposas..

Y si en vida, estuvisteis la mayoría de vosotras a la sombra , (algunas, incluso de vuestros maridos o compañeros sentimentales), nunca dejasteis de luchar por vuestros ideales , entre los que estaba la igualdad intelectual de la mujer, con los mismos derechos que el hombre .Fuisteis la primera generación de mujeres que entró sin complejos en el mundo artístico y con vuestra obra influisteis de forma decisiva en el arte y pensamiento español de la época y, en algunos casos, os costó el exilio Y ya ha llegado el momento aunque tardío, de daros amplia visibilidad, de sacaros a la luz para que todos os conozcan y admiren vuestra obra.

Os he descubierto tarde, sólo me hablaron de vosotras algunos profesores, pero de una manera superficial (así conocí a tres grandes mujeres : Mª Teresa León, una de las voces más importantes y activas del testimonio español en el exilio, María Zambrano ( a quien descubrí desde la asignatura de Filosofía ), y Rosa Chacel, una de las escritoras, creo, más importantes de la cultura literaria española del siglo XX..

Del resto de vosotras, de las más representativas, claro, porque erais más de las que aparecéis ahora como Las Sinsombrero, no tenía la más mínima idea

Hace un par de años, os descubrí con el documental emitidopor televisión sobre vuestras vidas y empecé a indagar más profundamente sobre vosotras

Me emocioné mucho Marga Gil, gran poeta y escultora. al conocer tu trágico final, una mujer tan brillante como tú, con ese gran talento.. ¡ cómo es posible que no pudieras sobreponerte a ese amor “fou”que te llevó a la muerte! …

En cuanto a ti, Josefina de la Torre, te conocí como actriz televisiva en aquélla serie que te dio mucha popularidad ya hace unas décadas, pero no sabía de tu importante faceta literaria..

Y qué decir de ti, mi admirada Ernestina de Champourcin,¡ qué hermosa es tu poesía¡ y te tenía totalmente ignorada…

A ti, Concha Méndez, qué decirte? Que eras una mujer muy adelantada para aquélla época, y que con la imprenta que abristeis tu marido y tu, pudieron ver la luz, textos de vuestros colegas españoles en el exilio.

Maruja Mallo, te he dejado para el final, a pesar de ser una pintora “ de cabecera”.Tuviste una larga y fascinante vida, codeándote con artistas, escritores y cineastas de gran talla y dejaste una importante y sugerente obra pictórica que hasta Andy Warhol alabó..

Para todas vosotras, y también para el resto del grupo, aún invisibles, vaya mi pequeño homenaje.

NUNCA, aparecisteis en los textos asociadas al movimiento llamado “ Generación del 27” grupo al que pertenecéis , con todos los derechos .Cuando estudiábamos esa Generación , no figurabais , sólo los hombres . Ya es hora de enmendar el error..

Rosa Celia González
Grupo B


El gato de Cheshire

Cuando Alicia se quitó el sombrero, encontró que dentro de él, había un conejo. Era blanco, llevaba chaleco, chaqueta y un  extrañísimo reloj de bolsillo. En su esfera siempre era tarde.  Afirmaba perseguir su destino, pero en su forma de correr había algo desacostumbrado. Cualquiera habría jurado que el perseguido era él. Como no podía ser de otra forma, la pequeña le siguió hasta su hura. Gracias a que llevaba la cabeza descubierta, pudo entrar en su madriguera. Lo que pasó luego, lo sabéis todos. El tunel se quebró y cayó en las antípodas del mundo. Una tierra donde se puede ver a través del espejo. Comió y bebió de sus frutos. Lo imposible se hizo sonido. El sonido, verbo. Cambiaron colores  y formas. Un sentimiento desconocido rasgó los conceptos que con tanto empeño habían sembrado en su huerto y, éstos, sin la más mínima resistencia, se abrieron.
Con tanta  maravilla a su alcance, los años se hicieron soplo, los instantes una medida sin otro pilar que la increíble aventura de bucear en ellos. Aún asi, no fue fácil. Es cierto, que el tiempo es un gran personaje, pero no todo es tiempo.  En las antípodas también hay peligros. Uno de ellos sus estructuras. Apareció un techo. Chocó con él. Lloró. El mar de las lágrimas se interpuso en su camino. Casi se ahoga. Fue ahí donde descubrió que otros como ella, braceaban con la esperanza de no sucumbir en ese charco salado donde no hay certezas. Cuando llegó a tierra firme, no estaba sola. Para secar tanto miedo, un dodo que no podía volar, organizó una carrera. No fue un correteo al uso. La galopada consistía en una simpleza, dar vueltas en círculo. Según el organizador, el aire libre haría el resto. No hubo más normas. Todos ganaron y todos recibieron su premio: confeti. Todos menos ella, puesto que cuando llegó el momento de coronar su victoria, los presentes afirmaron que la serpentina se había terminado. Para salvar la situación, el dodo le otorgó un dedal. Un escudo cónico y hueco con el que  laureó su dedo. Lo más curioso es que el utensilio que le entregó a modo de galardón, era el mismo que ella guardaba en su costurero. Sin que el hecho la apocara, la jovencita volvió al camino prohibido.
La curiosidad la hizo grande, tanto que cualquier casa le resultaba pequeña. Tuvo que aprender a modelar su tamaño. Comprobó que el mismo manjar, un hongo por ejemplo, comido desde extremos opuestos, producía resultados contrarios. Algunos muy desagradables. Maridar forma y fondo le costó tantos sustos que si los enumerarámos  todos, no acabaríamos nunca. Pero lo consiguió, y cuando lo hizo os juro por la osa polar que resplandecía. Fue un resplandor casi siempre solitario. Y digo casi, porque Alicia como todas las pequeñas, participó de meriendas y juegos. En ninguna de esas actividades,  a pesar de su evidencia, se hizo publico su brillo. Y es que, a veces, incluso en las antípodas, cuesta reconocer la belleza que se talla sin maquillaje. Puede ser que las gotitas de mercurio que el sombrerero ponía en el té propiciaran esa mudez ridícula, ese silencio insufrible, que para camuflarse, anudaba la tertulia con acertijos, etiquetas y disparates. Todo era absurdo. Los juegos también,  sobre todo el croquet, el divertimento favorito de la Reina de Corazones. Según esta "dama", tan minúscula  como malvada, cualquier naipe que se opusiera a sus caprichos, debía ser decapitado. Solo así, se podía mantener el orden. Cuando nuestra protagonista sin protagonismo se opuso a su estridente voz, la sentencia fue tan terrible como clara. Cómo mantuvo la vida y consiguió eludir la condena es un misterio. Hay quien afirma que la ayudó un gato, un felino extraño que la enseñó a desaparecer y diluirse tras una sonrisa. Y  es que parece ser que en esa tierra donde se puede ver a través del espejo, hasta los piojos saben que no todos los gatos tienen sonrisa, pero todas las sonrisas tienen gato.

Hace relativamente poco, algún soñador rico en delirios y torpe de movimiento, se acercó al pozo donde se fragua la luz. Como no podía ser de otra forma, tropezó. En la caida, perdió el  sombrero.  La maldición de lo eterno despertó de su letargo. Era un susurro cubierto de maleza. Un murmullo colmado de arte. Era, la melodía aúrea de una cascada polifónica y sin cerrojos.
Cuando hizo público su descubrimiento, los que lo escucharon, tomaron nota. Tras ponderar con sumo cuidado la importancia de su hallazgo, decicieron recompensarlo. Un bombín fue su premio. Su copa era ligeramente distinta al hongo tradicional, pero a poco que lo tocaras, podías comprobar que estaba fabricado con el mismo fieltro rígido.
En las antípodas del mundo, la Reina de Corazones celebró  la cruel decisión. Un séquito de lirones la acompañó en sus festejos. Una vez más, el peligro había desaparecido. Nada perturbaría el orden en su reino. Nadie vería con libertad a través del espejo. Y mientras así fuera, los huertos se seguirían secando bajo el ridículo peso de un sombrero.

Esta noche dejé la ventana abierta. Hacía calor. Un gato entró por ella. Me sonrió. Después desapareció. Pensé que había sido un sueño. Pero esta mañana cuando desperté, su sonrisa, sólo su sonrisa permanecía en el cuarto.

Ana Isabel Fariña
Grupo B


"Chapeau"

En la biografía de todas aquellas mujeres denominadas " las simsobrero", hay muchas cosas en común. Toda su obra fue silenciada durante la guerra civil. Eran artistas, pensadoras, escritoras, escultoras, poetas, procediendo en la mayoría de los casos de niveles burgueses.
Por ello el reconocimiento a su labor intelectual, aunque les ha llegado tarde, al final ha sido valorado.
Yo me quiero quitar el sombrero ante todas aquellas mujeres "anónimas" que en las mismas circunstancias que las anteriores, nunca tendrán un reconocimiento de nadie, nada más que de su propia familia, que sabía lo que hacían, "sobrevivir" con todo en contra.
Por eso "chapeau" a todas aquellas mujeres "anónimas" que son las que han mantenido este país en pie, usando a veces el sombrero para protegerse de las inclemencias del sol en el campo.

Luis Iglesias
Grupo B


Hijas de Lilith


“Vuela torcida la humanidad,
pájaro de un ala sola”
(Eduardo Galeano)



He vuelto a susurrar tu nombre, Lilith,
enredando tu historia con la suya
y disfrutando aquella dicha – por fin –
de celebrar vuestros rostros, una a una.

He vuelto a recordar contigo tantas
mujeres caídas y silenciadas,
tantas hijas escondidas, robadas
sin ojos pero con manos. Me espanta.

Me pierdo en el silencio de tus gritos
que recuerdan la terrible condena
impuesta a tu estirpe por los siglos.

¿Pensarán que la historia - cual colmena –
la hicieron ellos, pobres y mezquinos,
sin mujeres libres y sin cadenas?

Javier Portilla Serrano
Grupo A

[1] Según la leyenda, “Lilith fue la primera mujer de Adán que, habiendo sido creada como su igual, surgida del polvo, no quiso someterse a su voluntad y se separó de él” (Dra. Laura Bo
rrás)


A Marga Gil- Roesset
Tras ver las últimas esculturas, que muchas veces me han llevado a campos...
Campos completamente desconocidos para mi, he aprovechado para acercarme a tu casa, y que compartieras conmigo tus textos del diario de amor escrito a Juan Ramón Jiménez
y que de esta locura de amor no te lleve, al descontrol ni a la desesperación.

Iria Costa

Grupo B

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