Más por menos

La última sesión del año 2107 la dedicamos a la minificción. Después de explicar algunas cuestiones relativas al género y de ofrecer una serie de claves leímos y comentamos algunos textos de la ficha como el prólogo bonsai que Clara Obligado hace en la antología Por favor, sea breve de la editorial Páginas de Espuma:




Pulidos como una sentencia, como una piedra devuelta por el mar, los relatos mínimos se asemejan a la fotografía, al haiku, al poema. Aunque parecen sencillos de escribir, su minúscula composición exige pericia, ingenio, un oficio impecable, economía, máxima tensión.
Es en los intersticios de la prosa donde fraguan su sentido, sólo en la relectura se encuentra el eco de su verdadera voz. Son vértigo, seducción, vislumbre; el lector debe rematar su efecto, entrar en un proceso de3leciado de lectura desentrañadora y reiterada. Y resumirlos en sumarles palabras.
Recorren todos los géneros, todas las técnicas; se apoyan en otros textos, tejen vínculos con otras formas: son juego, poema, sentencia, bestiario, chiste, novela, fábula y hasta aviso clasificado. Todo vale cuando se trata de ganar tiempo.
Hay en su espíritu de fragmento una rebelión contra la literatura convencional, y en su transgredir los tópicos una ironía sobre nuestra época. Así se alzan contra la verborragia, la avalancha informativa, la vacía superabundancia de nuestra cultura. Estas inflamaciones de lo breve son asalto poético, efecto instantáneo, golpe al mentón.
Ya los conocía el Oriente, donde recorren los siglos. En castellano los escribieron. Darío, Jiménez o Cortázar, y Borges editó la primera antología del género. A partir de Monterroso los encontró la crítica: hoy en día, quienes los practican saben ya que se juegan la vida en cada línea.
Los textos hiperbreves, relatos mínimos, ficciones súbitas, relatitos, textículos, ultracortos, microscópicos, bonsái o como quieran llamarse con el cada vez más difícil de la literatura, el viaje a la semilla, el salto sin red, la pulpa, el no va más de la brevedad. Y para terminar ya con esta larga presentación permítaseme una cita: la brevedad, como decían los clásicos, es la madre del ingenio.


Y paseamos también por esta breve antología de minificciones. Los textos están tomados de los libros La mano de la hormiga; Por favor, sea breve y Por favor, sea breve 2


Mi abuela

A mi abuela, en el pueblo, todos la llamaban loca cuando se ponía a decir:
-Yo vieron subir la luna y nos me duele el fondo de los ojos.
Ahora lo dicen mis hijos, y les dan cinco en literatura

Imeldo Álvarez


La montaña

El niño empezó a treparse por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en su butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie.
–¡Papá, papá! –llamó a punto de llorar.
Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía.
–Papá, papá!
El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.

Enrique Anderson Imbert


Contiguos

Estaban tan acostumbrados a vivir juntos, a mirarse de cerca, que si se veían en la calle se turbaban.

Adolfo Bioy Casares


Lo real y lo imaginario: las trampas mito-lógicas

Un padre y una madre centauros contemplan a su hijo, que juguetea en una playa mediterránea. El padre se vuelve hacia la madre y le pregunta: ¿debemos decirle que solamente es un mito?

Kostas Axelos


El pozo

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años.
Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en su interior. Este es un mundo como otro cualquiera, decía el mensaje.

Luis Mateo Díez


Historia fantástica

Contar la historia del día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo.

Augusto Monterroso


El globo

Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.

Miguel Saiz Álvarez


Génesis

Contó los días. Eran siete.
En el primero, conectó los cables y dio luz a la casa.
El segundo día arregló el calefón y tuvo agua cliente y fría. Aprovechó el tercero para plantar flores en el jardín.
El cuarto, instaló luces con células fotoeléctricas en el parque que se encendían y se apagaban solas durante las cuatro estaciones. El quinto día fue al acuario, compró peces tropicales y los dejó en una gran pecera para que se reprodujeran. También llevó a la casa pájaros, gallos y gallinas. En el sexto, recogió un perro y una perra de la calle. Por la tarde, contrató a una mujer como sirvienta y al marido como jardinero.
El séptimo día despertó contento mirando la pecera, escuchando el canto de los gallos y los pájaros, mientras Eva le traía el desayuno a la cama y Adán cortaba el pasto del jardín.

Héctor Manuel Román


Despertar

Despertó cansado, como todo los días. Se sentía como si un tren le hubiese pasado por encima.
Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías.

Norberto Costa


La carta 

Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.

Luis Mateo Díez


Numeración incorrecta

"Un día me compraré un caballo de éstos. Rosa y con alas", dice la niña y señala, en el libro abierto sobre sus muslos, la foto de un flamenco. El hombre, alentado por tanta inocencia, se quita la chaqueta, estrecha su acercanza y escarba los bordes de la hoja sesgada mientras le explica que alguien arrancó una página entre definición e imagen, que después del doce no viene el quince y que imagínate si Genghis Khan hubiera dominado Mongolia sobre un ave de tan frágiles patas. Como si la niña no supiera. Como si no apretara en su puño la hoja extirpada. Como si las cosas no pudieran ser de otra forma.

Isabel González


Cerramos esta entrada con el cuento de navidad de Auggie Wren, de Paul Auster. Es el final de la película Smoke. Este cuento puede servirnos de patrón para la tarea de escritura encomendada para las vacaciones.




Tarea de escritura:

Escribe un microrrelato sobre la Navidad. Procura evitar los tópicos.


Estos son algunos de los relatos recibidos hasta ahora:


Navidad negra

Abrió la ventana del salón, ya avanzada aquella noche de frío e insomnio.

Los vio trepar a la ventana de un piso frente al suyo, eran tres jóvenes que, entre risotadas, estaban rasgando la efigie en tela del Niño Jesús, prendida en la ventana de un primero donde sabía que vivía una anciana vecina.

Entrecerró la ventana obligado por el frío y el asco.

-Ja ja ja…¡Que carcas! -llegó a entreoír-, seguro que son fachas.

Su asco aumentaba mientras ellos culminaron su tarea nocturna tirando la tela al suelo… la impotencia le ahogaba mientras se alejaban los modernos sujetos.

Lo denunciaría, con pocas esperanzas porque ¿Qué habían roto aquellos bárbaros?.

Emilia González
Grupo B


Otra Navidad

Los días antes de Navidad, la terminal de “llegadas” del aeropuerto estaba colapsada de gente esperando los vuelos procedentes del extranjero. Miles de personas aguardan a sus seres queridos aparecer para abrazarlos después de un largo año. La misma imagen se repite en la terminal de “salidas” al final de la navidad, silencio y lágrimas en los ojos en las despedidas.

Luis Iglesias
Grupo B


Pastorcillo cuatro

Dicen que la práctica religiosa no hace mal a nadie, pero puedo demostrar con pruebas que eso no es cierto. Hace un año por estas fechas mi cuñado interpretaba el papel de pastorcillo cuatro en el belén viviente de su pueblo, con tan mala suerte que se le vino encima parte del decorado, causándole la muerte en el acto.

Poli Rubia
Grupo A


Cuento de navidad

Soy médico, un buen médico, aunque no he hecho carrera ni la haré –ya he cumplido los cincuenta y cinco-, no tengo don de gentes.

Me casé hace un año con una mujer mucho más joven que yo, hermosísima, hija única de una familia de tronío, realmente adorable. Se enamoró locamente de mí, nadie sabe por qué.

Mi suegra me odia con un refinamiento propio de un sicópata, y sé de lo que hablo. Mi mujer me pide paciencia, le tiene miedo. Ha venido a pasar las Navidades en casa. Ahora duerme en la habitación del niño, junto a la cuna, donde hemos instalado un sistema de vigilancia. Miro la pantalla del móvil. Una imagen nítida. El niño duerme plácidamente. Mi suegra está incorporada en su cama, le mira con una expresión horrible, alarga un brazo y se lleva la mano al pecho, gime. Tengo que actuar con la mayor celeridad, es cuestión de vida o muerte. Voy hacia el pasillo y encuentro a mi mujer junto a la puerta del bebé. Cojo los abrigos y la llevo al ascensor. Vamos a tomar una copa, tu madre está con el niño, tenemos la alarma en el móvil. Se deja llevar.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


Soneto a la Navidad

Qué bonitas que son las Navidades,
arbolitos y luces de colores,
el niño Dios, la vaca, los pastores,
y los hombres de buenas voluntades.

Suegras y bendiciones celestiales,
los niños destrozando los jarrones,
borracheras y broncas y tostones,
parientes y daños colaterales.

Pero aguantas carretas y camiones,
buscando de Cupido la morada,
acechando el mejor de los turrones.

Promesa de los reyes cabalgada,
entre brindis, sonrisas y achuchones,
Nochebuena feliz, con la cuñada.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


Sabor a Nochebuena

Siluetas de luz cuelgan sobre el asfalto. Encuentro de voces armonizan las calles; se felicitan y abrazan a lo largo de la noche. En casa, junto al calor, alimentos, diálogo y canciones acompañan al portal en una larga velada.

Sofía Montero García
Grupo B


Una Navidad imborrable


Oí ruidos y encendí la luz. Miré el reloj. Las siete en punto.
Bajé, sigiloso, las escaleras. De la sala de estar emergía una luminosidad intermitente. Empujé la puerta entreabierta. Mi padre colocaba los últimos adornos en el árbol.
“¡Feliz Navidad!”, me dijo. “Diles a mamá y a Jorge que bajen. Me gusta que desayunemos todos juntos”.
“Claro, papá”, contesté después de un minuto paralizado ante aquella escena.
Volví sobre mis pasos, subí las escaleras y, envuelto en una sensación extraña, observé las dos maletas, listas, al lado de la cama. Saqué las toallas de playa, bañadores, protectores solares…y los devolví a su sitio.
Me senté en el suelo y recordé: diez años ya que mamá se enamoró de otro hombre y nos abandonó. Mi hermano se había casado y cientos de kilómetros nos separaban. Hoy empezaban mis vacaciones estivales y prometí a papá que las disfrutaríamos juntos.
Cerré los ojos y comprendí entonces la fragilidad de la memoria y el poder del olvido.
Bajé de nuevo. Me acerqué a él, besé suave su frente y, haciendo un esfuerzo para evitar que la tristeza nublara mis ojos, le abracé: “Feliz Navidad, papá. Feliz Navidad. Te quiero. No lo olvides nunca, por favor, no lo olvides nunca.”

José Manuel Romero
Grupo A


Dulce navideño

Contemplo el Sol y la tierra llana,
espigas de trigo serán harina
cerdos descansando bajo la encina
toros y vacas color avellana.

Veo del almendro su flor temprana
la remolacha será azúcar fina
todo lo tengo ya en la cocina
colocado en platos de porcelana.

Leche, manteca y harina empalma
distribuyo la almendra a discreción
lo mezclo con amor y mucha calma.

Lo más parecido a la creación
toque de canela alegra el alma
el único, el inefable polvorón.

José Luis Juan Fonseca
Grupo A


Mi perrita Lola

Hoy me traen a Lola vestida con un trajecito de lana con la figura de Papá Nöel; se acerca, me huele,me reconoce y salta hacia mis rodillas demostrándome cariño y pidiendo una caricia que siempre recibe. Casi inmediatamente corre hacia la cocina donde tiene agua y comida, pero su comidita la rechaza e incluso la tira al suelo de un manotazo; entonces acude a mi me acaricia la pierna y me mira con cara de pena.
Lola ha conseguido lo que todos deseamos: casa, comida y cariño. Además es feliz al desconocer los peligros de comer grasa y sal, por lo que adora el paté.
He visto la película " La Gran Comilona" y tampoco quiero que muera de un atracón, pero de vez en cuando te daré, de vez en cuando Lola te daré paté, porque te requetechupeteas y porque eres feliz ignorando que te vas a morir.

José Luis Juan Fonseca
Grupo A


Montó en trineo

Navidades rodeada de blanco. Blanca nieve salpicada por pinos verdes, de vez en cuando algún trineo. Esa blancura la ponían las blancas sábanas, las blancas paredes, las blancas batas, los pinos verdes también batas, de cirujanos y enfermeras, los trineos las camas camino de realizar un TAC o al quirófano, los carros de curas, porque estas navidades las ha pasado en el hospital. Pero como era Navidad siempre había un hueco para la esperanza.

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


A veces, la Navidad pasa de largo

El pequeño viste pantalones desgastados, gorra, abrigo remendado, zapatos viejos, y un par de guantes por los que se escapan algunos dedos con sus uñas sucias.

A lo lejos, divisa la silueta de una dama. La envuelven luces de colores intermitentes. Se mueve al son de cancioncillas que le resultan familiares. Avanza rodeada de niños alegres y risueños que la jalean y le tienden sus manos.

Algunas madres cogen a sus hijos en brazos, los levantan a su paso y los acercan para que la gran dama los acaricie, bese y se funda en un abrazo.

Poco a poco, el pequeño ve cómo la distancia que lo separa de aquella silueta se acorta. Crece en él el ansia por tocarla, besarla y abrazarla como hacen los demás niños. Canturrea canciones oídas en labios de sus padres y abuelos; en su hogar, en días señalados. Es feliz.

Ante la proximidad de aquella figura que ahora se muestra en contornos perfectamente definidos, el pequeño rompe del todo la distancia, extiende sus brazos, intenta rozar su mano pero la gran dama, altiva, voltea la cabeza en ademán de desprecio, se inclina, abraza a un niño, acaricia el rostro de otro, se aleja y continúa su camino, triunfante, envuelta siempre en luces de colores intermitentes, al son de las mismas canciones, repartiendo sonrisas.

Entonces oye, susurrante, la voz de su madre: “la Navidad, ya sabes, es esa gran dama engalanada que pasa de largo delante de los niños pobres”.

José Manuel Romero
Grupo A


El regalo extraviado

Se le encendió la bombilla muy pronto este año. Tendría bastante tiempo para diseñar y personalizar su regalo. Con tiempo, se puso manos a la obra. Buscó fotos, pensó frases alejadas de los tópicos, compuso y descompuso escenas familiares. Sorteó con relativa facilidad los ataques tecnológicos, publicitarios, lo asediaban con ofertas que cambiaban de un día para otro. Estaba orgulloso de su resultado final.
El día que pulsó el intro para enviar su trabajo para que se lo imprimieran, sintió un gran escalofrío por todo su cuerpo, ¡lo había conseguido!.
Puntualmente fue informado del viaje de ida y vuelta de su regalo. Con tiempo suficiente, el regalo llegó a su destino. Recogido el paquete, nunca supo por quien. Después del largo viaje, se perdió entre los entresijos de la oficina.
En el momento de intercambiar los regalos, su regalo tan original se había esfumado como lo harán las hojas del calendario que con tanto mimo diseñó.

Antonio Castaño Moreno
Grupo A


Alfred

Juliette vivía sola en Arlés. Hacía un año que había puesto fin a una relación y aún no había superado las consecuencias. Una mañana el oncólogo la llamó para citarla. Le confirmaría la existencia de un tumor, a la vista del resultado de la última prueba concluyente realizada.
Al salir de la Clínica no quería más que llegar a casa y tumbarse a esperar a que su aliento dejara de fluir.
No podía serenar sus emociones. De repente, recordó un día en que jugaba con su hermano. Su Alfred querido, su hermano mayor adorado, modelo a imitar y protector, había logrado encontrar la pieza del cerebro extraviada.
Al acoplarla, una corriente luminosa se propagó por todo el muñeco y sonó una musiquilla lo cual Juliette celebró levantando las manos triunfal.
Esta imagen consiguió alejarla por unos minutos de la fatalidad. Acto seguido se incorporó y retomó su vida.

Antonia Oliva
Grupo B


Empatía

Es el día de Nochebuena por la tarde, pasea sin prisa, cenan en casa de sus cuñados. Le encanta la Navidad. Las calles están tan bonitas, ricos dulces tradicionales, villancicos, regalos debajo del árbol, cenas familiares, todos son buenos deseos y felicitaciones. Es como un paréntesis en el que paran los malos pensamientos y el corazón de la gente esta lleno de bondad. Una sonrisa asoma a sus labios sin querer. Ve una tienda abierta, mira el horario, aún quedan cinco minutos para que cierren, entra. Ya no hay clientes, solo las dependientas afanadas en colocar, que la miran con cansancio.

- Todavía está abierto, ¿verdad? - dice mientras desdobla un jersey.

Beatriz Gorjón Martín 
Grupo A


De Navidad el espíritu

Un espíritu inunda las calles de la ciudad cuando se acercan las fechas navideñas. Un espíritu de luces, de colores, de felicitaciones, de buenos deseos... Un espíritu de paz. Un espíritu de amor. Podría decirse que sobrevuela la tierra un ángel.

Un ángel que cae desde la altura cuando se detiene a mirar los caídos.

Mercedes González
Grupo A


El otro espíritu navideño

Un mal matemático se perdió entre los números y, habiendo comenzado diciembre contando con positivos enteros, se dejó llevar por el "espíritu navideño" porque todo invitaba a ello.

Ahora tararea esta compleja canción:

Es de mis males el colmo
de enero en el calendario
pedirle peras al olmo
contando en imaginarios.

Mercedes González
Grupo A


Navidad – Reencuentro

Desde que murieron mis padres, la navidad es diferente.
Yo traté de reproducirla con mi propia familia pero los tiempos, las costumbres, las personas y las percepciones cambian con el paso del tiempo o eso pensaba yo.
La palabra que más me sugería la Navidad era “el Reencuentro” viejos y nuevos amigos, amores, el preceptivo familiar que, aun siendo un clásico, no dejaba de tener sus peligros a medida que crecían los cuñados, espigaban los sobrinos, y envejecían los progenitores.
Pasados los años, sustituidos algunos cuñados, fallecidos incluso, algunos buenos amigos y antiguos amores, y aun con la alegría de ver la siguiente generación en los hijos de mis sobrinos, aun así, no fui consciente de lo que de joven me sugerían esas fechas, hasta que, mi única hija, no pudo-quiso, asistir a la cita esa Navidad. Casi no hubo fiesta para mi y solo su promesa de venir después de fin de año atemperó mi espíritu y me llevó a pensar que cualquier época es Navidad si hay esperanza y deseo en el Reencuentro.

Carlos García Riesco
Grupo A

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