Literatura y moda

El lunes pasado nos pusimos nuestras mejores galas para ir al taller de escritura creativa. El tema lo requería, la moda.
Vimos desfilar por la biblioteca trajes y vestidos con la firma de Balenciaga o Cocó Chanel pero también diferentes textos extraídos del último monográfico de la Revista Litoral titulado "Moda. El arte de lo efímero".




Dejamos aquí algunos textos de esos textos:

La tela de Penélope o quién engaña a quién, de Augusto Monterroso

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.
Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.

El abrigo, de Luis Mateo Díez

El día que llegué a la oficina, un martes de noviembre de mil novecientos cincuenta y seis y, al colgar el abrigo en el perchero, su cuello quedó desprendido del resto como si, al fin, la polilla hubiese facilitado su definitiva decapitación, el dolor me hizo reconocer que las prendas familiares siempre mueren en el corazón de los humildes.
Tres generaciones yacían suspendidas en el perchero asesino y el calor de las mismas se fue desvaneciendo en el paño hasta enfriar mis manos y dejar en el tacto un maltrecho estertor de inviernos y orfandades.”

Las tejedoras, de Julio Cortázar

Las conozco, las horribles, las tejedoras envueltas en pelusas,
en colores que crecen de las manos del hilo
al cuajo tembloroso moviéndose en la red de dedos ávidos.
Hijas de la siesta, pálidas babosas escondidas del sol,
en cada patio con tinajas crece su veneno y su paciencia,
en las terrazas al anochecer, en las veredas de los barrios,
en el espacio sucio de bocinas y lamentos de la radio,
en cada hueco donde el tiempo sea un pulóver.
Teje, mujer verde, mujer húmeda, teje, teje,
amontona materias putrescibles sobre tu falda de donde brotaron tus hijos,
esa lenta manera de vida, ese aceite de oficinas y universidades,
esa pasión de domingo a la tarde en las tribunas.
Sé que tejen de noche, a horas secretas, se levantan del sueño
y tejen en silencio, en la tiniebla; he parado en hoteles
donde cada pieza a oscuras era una tejedora, una manga
gris o blanca saliendo debajo de la puerta; y tejen en los bancos,
detrás de los cristales empañados, en las letrinas tejen, y
en los fríos lechos matrimoniales tejen de espaldas al ronquido.
Tejen olvido, estupidez y lágrimas,
tejen, de día y noche tejen la ropa interna, tejen la bolsa donde se ahoga el corazón,
tejen campanas rojas y mitones violeta para envolvernos las rodillas,
y nuestra voz es el ovillo para su tejido, araña amor, y este cansancio
nos cubre, arropa el alma con punto cruz punto cadena Santa Clara,
la muerte es un tejido sin color y nos lo estás tejiendo.
¡Ahí vienen, vienen! Monstruos de nombre blando, tejedoras,
hacendosas mujeres de los hogares nacionales, oficinistas, rubias,
mantenidas, pálidas novicias. Los marineros tejen,
las enfermas envueltas en biombos tejen para el insomnio,
del rascacielo bajan flecos enormes de tejidos, la ciudad
está envuelta en lanas como vómitos verdes y violeta.
Ya están aquí, ya se levantan sin hablar,
solamente las manos donde las agujas brillantes van y vienen,
y tienen manos en la cara, en cada seno tienen manos, son
ciempiés son cienmanos tejiendo en un silencio insoportable de tangos y discursos.

Hilando, de Claudio Rodríguez
("La hilandera de espaldas", del cuadro de Velázquez)

Tanta serenidad es ya dolor.
Junto a la luz del aire
la camisa ya es música, y está recién lavada,
aclarada,
bien ceñida al escorzo
risueño y torneado de la espalda,
con su feraz cosecha,
con el amanecer nunca tardío
de la ropa y la obra. Este es el campo
del milagro: helo aquí,
en el alba del brazo,
en el destello de estas manos, tan acariciadoras
devanando la lana:
el hilo y el ovillo,
y la nuca sin miedo, cantando su viveza,
y el pelo muy castaño
tan bien trenzado,
con su moño y su cinta;
y la falda segura; sin pliegues, color jugo de acacia.

Con la velocidad del cielo ido,
con el taller, con
el ritmo de las mareas de las calles,
está aquí, sin mentira,
con un amor tan mudo y con retorno,
con su celebración y con su servidumbre.


Propuesta de escritura

Elige alguno de estos cuadros y viste a sus personajes: 

1. "David" de Miguel Ángel
2. "Desayuno sobre la hierba"de Edouard Manet
3. "El nacimiento de Venus" de Botticelli
4. "La Venus de Urbino" de Tiziano 
5. "Maja desnuda" de Goya
6. "Mujer desnuda" de Toulouse Lautrec
7. "La venus del espejo" de Velázquez
8. "La creación de Adán" de Miguel Ángel




(Pincha en la imagen para ampliar)


Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


El traje de Adán

Estoy desnudo y semi recostado con una actitud de pereza sublime. No se si me interesa que me toque el dedo de Dios. Estoy muy agusto aquí, medio tumbado. En cuanto me toque me voy a tener que levantar. Yo no me quiero levantar, pues a continuación no se qué es lo que va a pasar.
! Vaya ! , me ha tocado y ahora tengo que vestirme.
Estoy valorando diversos tipos de hojas para confeccionarme un modelito, pero con los atributos que tengo me basta con una hoja de olivo.
El tal Miguel Angel debió de quedarse sin pintura y terminó con una pincelada. He sabido que a David también le ha dejado muy escaso de atributos, y en este caso no sería por falta de mármol.
Volviendo a la moda: me decanto por hojas grandes que sintonicen con la naturaleza, y que cubran gran parte de mi cuerpo, así los que me vean podrán imaginar lo que quieran. Pruebo varios tipos de hoja y me decido por las de parra y morera, pues las de higuera me provocan sarpullido.
Modelito: dos hojas unidas por delante y dos por detrás, atadas por lianas finas en los laterales y otra unión por debajo que pueda quitarse con facilidad. Compruebo lo bien que me quedan mirándome en el reflejo del agua.
Me he aficionado y tengo varios modelos y tamaños. Tengo uno de parra y otro de morera: moda de primavera.

José Luis Fonseca
Grupo A


All Star Street Style

Querrías verme como a la Maja, la de Goya, desde ese plano tan masculino en el que él solo y para sí la ha ido despojando de sus ropas, porque en realidad está vestida, porque hace frío y un corpiño ceñido a una camisa y a una enagua de lino blanco ribeteada le cubre el cuerpo, porque la insinuación está tan solo en su forma de imaginarla, en el ansia del guerrero. Pero yo estoy aquí, medio acurrucada, ausente, mi cuerpo no está terso, ha vivido, y tampoco te invita a nada. A medio vestir, porque tengo tantas cosas que resolver a lo largo del día que, al ponerme las medias me he quedado absorta, alejada de todo, de ti por supuesto, ajena; pensando en qué será lo más cómodo para salir corriendo de casa. Al final, creo que elegiré el vestido gris ceñido de punto y mis Converse.

Libertad Luengo
Grupo A


Consolando a David

Lo siento, David, te había reservado el Ministerio de Arte y Sapiencias. Era ideal para ti, tan blanquito que se te ve, tan guapo y seductor. No interpretes que me vuelvo atrás de mi decisión mirando a evitar la competencia en este campo; es que tal y como se han puesto las cosas, tu vestimenta no me parece adecuada para jurar o prometer el cargo ante el Rey; ten en cuenta que hasta Pabli se presenta con chaqueta. Hay además bastantes mujeres y Carmina (ya sabes cómo es ella para las cuestiones de género) podría tomarlo por donde quema; huelga decir que me refiero a lo incorrecto en el vestir, no aludo a tu anatomía.
Tampoco interpretes un «adiós muy buenas», por favor; si te vistes, podríamos pensar en algún otro cargo de responsabilidad. No veas la cantidad de dinosaurios que aún quedan y que podrías dedicarte a cazar a pedradas. A ti eso se te da.
Un abrazo.

PS

Pascual Martín 
Grupo B


Mujer desnuda. Toulouse-Lautrec
–¿Regresar a Lesmont? –musita mientras alza las medias hasta sujetarlas con las ligas.

Se demora un momento sopesando sus dos vidas, la resignada y miserable de su remota aldea o ésta de derroche y disipación en París. Recuerda la pobre casa en que nació, sus padres afanosos y tristes, su hermana tullida y desamparada. Mientras se coloca las bragas y el sostén de encaje recuerda sus manos cuarteadas por el agua helada del río. Revive estremecida el frío y la humedad de los días de colada en sus orillas. Introduce los brazos y luego la cabeza para asentar la camisola en los hombros. Admira un momento sus hermosas puntillas. Ahora puede vestir las ropas más lujosas, comer en los restaurantes más caros, pasear en carruaje por los bulevares más elegantes…

–Y entonces, ¿por qué la angustia oprime mi pecho?

Se detiene otra vez. Sentada en la cama, medita; el dedo sellando su boca

–¿Merece la pena reír las estupideces de un borracho presuntuoso? ¿Soportar sus torpes caricias, que son como lija en mi piel? ¿Su saliva repugnante y pegajosa quemando mis mejillas?

Se viste la blusa y la abotona lentamente. No puede evitar un rictus de desagrado cuando sigue enumerando:

–Y tolerar su grosera intimidad. Sus fétidos sudores impregnando mis sábanas. Su ultrajante torpeza. La hosquedad de su sexo, duro, exigente y mezquino.

Sostiene en el aire los zapatos puntiagudos y acaricia con deleite el tacón finamente esculpido como si fuera una estatua. Se los calza y camina hasta el espejo. Estudia su cara con detenimiento. Descubre manchas y arrugas, pequeños estragos que las cremas apenas pueden esconder.

–¿Cuánto tiempo queda?

Se levanta apresuradamente e intenta borrar con un manotazo esos pensamientos que, cada vez con más frecuencia, conspiran para torturarla. Elige un sombrero de coloridas plumas, toma al paso su gabán y escapa corriendo a la calle.

Pepe Lorenzo
Grupo B


Del desayuno sobre la hierba. Edouard Manet

Manet, francés, siglo XIX, catalogado como pintor impresionista, las mujeres francesas siempre han sido muy liberales y los hombres más recatados, de ahí el cuadro, pero si tuviera que vestirlas usaría el traje típico de la sierra de Salamanca, y así no se cogerían un constipado.

Luis Iglesias
Grupo B


“Joven Desnuda” de TOULOUSE LAUTREC

La muchacha se sentía dolorida y confusa. Azorada, recogió las medias del suelo y cubrió sus piernas con prisa; pareció entrar en calor.

Se incorporó sin ganas, abandonó el hermoso kimono de seda sobre el perchero y recogió una a una las prendas de su humilde vestuario colocadas, con el mimo de quien sólo tiene lo que gasta, a los pies del diván: las polainas, la blusa de hilo basto, las enaguas, la tosca falda de lana marrón, el chaleco deslucido… Cuando terminó de calzarse las botas, cogió cuatro de los cinco francos que el viejo dejó entre las sábanas al terminar, se los guardó en la faltriquera y salió apurada de aquel cuarto oscuro y maloliente, jurándose a sí misma que “eso” no volvería a ocurrir.

Bajó corriendo la rue Lepic hasta la place Blanche y entró en la farmacia justo antes de que monsieur Feraud cerrara sus puertas; pasaban las siete de la tarde. Agradecida por la deferencia de aquel hombre, recogió las medicinas de su madre enferma y pagó lo que se debía. Ya sólo le quedaba una moneda en el bolsillo.

Al salir de nuevo a la calle, se dió de bruces con el crudo y húmedo invierno parisino que la carrera anterior le había ocultado; se arrebujó más aún en su capa y, desesperada, fue consciente de dos cosas: tendría que encargar leña para la estufa y nunca, !nunca¡ podría abandonar la casa de Madame Roussel.

Romy Martinez
Grupo A


La colcha de Doña Josefa

Doña Josefa Bayeu, a la sazón esposa de Goya, estaba ya harta. Y no porque, tarde tras tarde, aquella esbelta mujer se apoltronara desnuda en su propio diván para ser inmortalizada por su marido. No, esa no era la razón. Los celos no tenían cabida en aquella casa, el Arte estaba por encima de cualquier banal sentimiento humano.

Lo que Josefa no soportaba era el estado en el que aquel sudoroso cuerpo dejaba con sus posados la colcha de seda que su madre le había regalado en sus nupcias. Una colcha que había abrazado los cuerpos de incontables generaciones de Bayeu, incluidos sus benditos padres y abuelos, y que con gran mimo y cuidado había sobrevivido a los años conservando en todo momento su esplendor original. Ahora los colores se veían ligeramente ajados, y la inigualable seda comenzaba a perder la suavidad natural que una vez poseyó.

Era cierto que el diván estaba próximo a la chimenea, que permanecía encendida por orden de Don Francisco para acomodar de la mejor manera aquel cuerpo desnudo, pero, ¡por Dios, cómo sudaba aquella mujer! Cada gota que caía de su axila y se fundía con el desgraciado tejido era como un alfiler que se clavara en el delicado cuerpo de Josefa.

Y esa fue la razón del ultimátum.

- Francisco, querido, sabes que no me gusta entrometerme en tus quehaceres artísticos, pero, ¡o vistes a esa mujer o te vas a pintarla a la pradera de San Isidro!

- Pero querida, es un cuadro de interior, y aquí la luz es perfecta… además, es un desnudo, no creo que fuera demasiado decoroso hacerla posar desnuda en un lugar público…

- ¡Me da igual la luz y su decoro! O le plantas encima algo de ropa o se acabó el pintar bajo este techo… ¡Y no se hable más!

Y así, la maja desnuda cubrió sus vergüenzas para pasar a la posteridad por partida doble. Todo por la gloria y supervivencia de la colcha de los Bayeu.

Jorge Martín
Grupo B


El hat-trick de David

Todo empezó el lunes de la semana pasada. La imponente escultura del David apareció cubierta por la camiseta de la Juventus. Los guardas de seguridad afirmaron no oír nada durante toda la noche y garantizaron que los sistemas de alarma habían permanecido activos sin detectar nada extraño. Las cámaras de seguridad acabaron por confirmar que nadie había profanado la galería desde que se cerraran las puertas al público la tarde anterior.

La opinión pública se hizo eco de la noticia, que rápidamente invadió las redes sociales propiciando mil y un comentarios. A nivel local, lo que más molestó no fue que alguien hubiera burlado la seguridad del museo poniendo en riesgo la integridad de su más preciado tesoro, sino el hecho de que hubieran optado por la zamarra de la Juve en vez de la de la Fiorentina.

El martes la cosa fue a peor. A pesar de que la sala había sido sellada a cal y canto, custodiada por varios guardas en cada puerta, el David apareció de nuevo vestido con la camiseta, a la que ahora acompañaban el pantalón y las medias oficiales del equipo Juventino. Nadie se explicaba lo sucedido. La revisión de las cámaras confirmaba una y otra vez que el David seguía desnudo, pero la realidad de su nuevo atuendo era indiscutible al mirarlo cara a cara.

El miércoles se calzó las botas, y el jueves su postura había cambiado para aparecer ante todos celebrando un gol y señalándose el número 10 de su dorsal. Tanto la dirección del museo como las autoridades locales intentaron por todos los medios acallar la extravagante noticia, pero fue en vano. Pietro, uno de los celadores de la galería y tifosi de la Juve desde su más tierna infancia, sucumbió al amor por los colores subiendo a su cuenta de Twitter una foto del David goleador. Por supuesto fue denunciado de inmediato por quebrantar la orden interna del museo, pero su despido se convirtió en una temporal tourné visitando los platós de televisión de toda Italia.

El viernes el desastre se consumó. David había abandonado su pedestal para siempre. Así, sin dar explicaciones. Los rumores de su inminente fichaje por la squadra turinesa no se hicieron esperar, cifrando su traspaso en unos doscientos millones de euros.

Esa misma noche se hizo efectiva la cláusula, y el sábado David debutó con su nuevo equipo en el campo del Udinese. Debido a su bajo estado de forma al no haber completado ni un solo entrenamiento, el míster le dio los últimos treinta minutos del partido, suficientes para que marcara su primer hat-trick: dos contras y uno de cabeza a la salida de un córner. Algunos periodistas dicen que el gesto que dedicó a las cámaras tras su primer tanto iba dedicado a la Piedad.

El domingo, los dirigentes del museo, tras digerir el mal trago por la repentina pérdida de su estrella, decidían a contrarreloj quién o qué ocuparía el desierto pedestal que yacía abandonado en la sala principal. La sorpresa se desveló el lunes, cuando los primeros visitantes del museo pudieron observar una imponente escultura barroca de una Madonna de Bernini. Las malas lenguas dicen que la dirección del museo ha impuesto una cláusula de mil millones de euros, por si acaso.

Jorge Martín
Grupo B


Orden inverso

El sonido del teléfono alteró la quietud en el taller de costura. Era el mismísimo Giorgio Armani -el gran jefe- al aparato para confiarme un apasionante proyecto. Quería que me ocupara yo personalmente de una exposición que nos había encargado la Camera Nazionale della Moda Italiana para dar visibilidad al sector. Y me planteaba una propuesta rompedora. Se trataba de vestir al David de Miguel Ángel. Y no sólo de eso, si no de mostrarlo mandando un mensaje al mundo. Era el mayor reto al que me podía enfrentar. Primero entré en pánico, pero al momento tuve el mayor subidón que he sentido en mi vida.

Reuní a todo el equipo del atelier para empezar a pergeñar las piezas que cubrirían el cuerpo del joven de 5,16 metros de altura y 5,5 toneladas de peso. Buscamos todas las imágenes del pastor marmóreo, desde todos los ángulos posibles, para estudiar ese cuerpo casi perfecto, que se ha convertido en el canon de la belleza universal. Miguel Ángel Buonaroti estuvo meses estudiando el bloque de mármol de carrara y cuatro años esculpiéndolo, mientras que nosotros contábamos con apenas unas semanas para vestirlo.

Decidimos utilizar los modelos de la última colección de la marca. La idea era clonar al David en diversas figuras realizadas en una resina ligera que imita fielmente la apariencia del mármol y ataviarlo con piezas que se iban a superponer en cada una de las copias hasta llegar a la última en la que aparecería completamente equipado, luciendo un conjunto completo de GArmani. La elección de la ropa no fue complicada puesto que jugábamos con los elementos de una sola serie. La elección de la gama de color tampoco supuso gran problema, porque nuestra marca se decanta principalmente por los grises oscuros y el negro absoluto.

La exposición se iba a realizar en las diferentes estancias del palacio de la Cámara Nacional de la Moda Italiana. El planteamiento de la muestra era un recorrido por las diversas efigies del David, que se iniciaba con la desnudez, como encarnación de la sencillez y la inocencia y finalizaba con una vestimenta completa, como personificación del progreso y la sofisticación.

Primero le pusimos un calzoncillo slip negro de algodón puro orgánico. A la segunda escultura le añadimos una camiseta en tejido de ondas horizontales, confeccionada en punto Jacquard, de corte relajado, que contrastaba con la representación de la fortaleza, la ira, la libertad, la tensión y la fuerza contenida, de la imagen del héroe bíblico. El pequeño error anatómico confesado por el propio Miguel Ángel quedaba oculto a la vista con esta prenda.

La tercera estatua lucía, además, unos pantalones deportivos de punto a rayas, con ceñidor elástico en la cintura y cierre de botón y cremallera. La cuarta, recogía la esencia G.A con la prenda que ha escrito su historia: la chaqueta, con un modelo recuperado del archivo histórico de la casa y reinterpretado en clave actual. Una prenda confeccionada en lana virgen bicolor de efecto punto con cuello alto acanalado, bolsillos aplicados y costuras visibles. Todas las piezas de ropa jugaban con los tonos grises.

Una vez cubierto completamente, el emblema de Florencia debía hacer honor a la sofisticación del atuendo masculino italiano, como símbolo universal de la elegancia. Removimos todos los books y los cajones para encontrar los complementos adecuados. Al quinto David le pusimos botas de piel de becerro estampada inspiradas en la ropa militar, como muchas de las prendas más utilizadas en el armario masculino. Al sexto, un cinturón reversible de piel. Al Séptimo, una mochila de un solo tirante de piel de becerro. Y al octavo, unas gafas de sol oscuras de acuerdo con el legado estilístico exclusivo de Giorgio Armani, que ofrece una silueta irresistiblemente masculina.

El día anterior a la apertura de la exposición no me sostenían las piernas. Como comisaria de la muestra era responsable no solo del éxito de un acto cultural de primer orden, también lo era del acierto en la idea que se lanzaba al universo. El mundo entero estaría pendiente de la capacidad de la industria de la moda, en general, y de nuestra firma, en particular. Pero sobre todo en cómo se utilizaría al David de Miguel Ángel, la escultura más importante de todos los tiempos, símbolo de belleza y de libertad. De repente, supe que nos habíamos equivocado en el planteamiento.

Para la inauguración me vestí con mi mejor traje y me adorné con los más vistosos complementos. Nadie había visto la exposición al completo, únicamente los montadores y yo sabíamos qué había en las salas de la Cámara. Las puertas se abrieron al público y a las autoridades, quienes pudieron admirar en las diferentes estancias la colección de estatuas ordenadas inversamente a la idea inicial, pasando del vestido, en sus diferentes fases, a la desnudez. En la última estaba el David, tal como lo creó su autor, situado en el centro. A su alrededor, en el suelo, aparecía la siguiente inscripción: David no mejora con la ropa. Miguel Ángel no quiso vestirlo ¿Por qué íbamos a hacerlo nosotros?

De repente, todas las miradas se dirigieron a mí.

Maxi Moreno
Grupo B


Venus de Botticelli
Bajo el Farol

Alemania 1943. Un cabaret de la ciudad de Colonia se ve asediado por jóvenes soldados que entre ofensiva y retirada, buscan un paliativo a los desgarros del combate. Agitación, alegría, exabruptos llevados al caos, es el sentir de estos supervivientes de barro para los que su quebradiza existencia, mañana puede ser blanco seguro de una bala asesina.
Mientras en el camerino, la de Botticelli, tras abandonar su concha marina, decide si ponerse la gabardina beige y tocarse la cabeza con la gorrita que tanto le gusta a Hans Leip o el uniforme blanco de la marina con la gorra cartagenera que tanto juego le da a la bella Dietrich. Tras una decisión meditada, se decanta por un escotado vestido de raso negro que realza su tez nacarada y la desnudez de sus hombros. La falda, bajo la rodilla, muestra una abertura sugerente dejando al descubierto la recta vertical de la longitud de sus piernas. Y al no estar habituada a llevar ropa interior, decide prescindir de ella. Con exquisita suavidad va deslizando las medias de seda sobre su piel desnuda para después ajustarse el vestido. Se mira en el espejo y sonríe “Perfecto” dice para sí. Elige unos zapatos negros de tacón de aguja y sale al escenario para seducir a los vocingleros muchachos que esperan impacientes en una atmósfera viciada de tabaco y vapores de alcohol. Pasa indiferente ante la Cruz Gamada, se sitúa bajo la luz macilenta de un farol y enciende un cigarrillo con estudiada provocación para soliviantar a los soldados. Éstos, enardecidos de entusiasmo, alagan la vanidad de la diosa con requiebros no exentos de malicia. La delicada mano de la diosa se aferra al farol, mientras su cabello de oro, con ondulaciones marinas, baja en cascada por la pendiente de su espalda hasta rebasar el canal de su cintura. De sus labios de coral, surge una canción que los combatientes corean anegados sus ojos en lágrimas. Añoranza, temor, esperanza contristan sus corazones por la esposa, novia, o madre que sufre y reza en la distancia.

“Cuando llega un parte
y debo marchar,
sin saber querida
si podré regresar…
Y sé que me esperas
siempre fiel,
bajo el farol, frente al
cuartel…
Lili, mi luz de fe.
Eres tú, Lili Marlen.
Eres tú, Lili Marlen.”

Pepita Sánchez
Grupo B


Desayuno entre la hierba
Edouard Manet

Entre árboles
dos parejas descansan
ellas desnudas

Alfredo Domínguez
Grupo B


Adán, mensajero de Dios

Aunque visiblemente reposado y pasivo ante su creación, como cualquiera que nace sin elegirlo, Adán apunta con su dedo a Dios, y le dice:
Tú sabes muy bien que no soy perfecto, así que quita esa cara de satisfacción.
¿Qué voy a hacer cuando me expulses de El Paraíso que también has hecho aparentemente inalterable?
¿Cómo sabes lo que ocurrirá? Si obedeces mis designios tendrás una vida sin altibajos. ¿Si me has hecho a tu semejanza, cómo no voy a saber lo que tienes en tu cabeza? Me pintas todo como ideal para que yo crea en tu superioridad, y en la mía, y luego me pones las trampas, para humillarme. Hasta tú caerías en esos artilugios, sabes muy bien lo que significa el poder omnipotente y el placer sin límites…
Luché tanto con ese arcángel en la pre-creación, para que me eligieras a mí como el primer hombre, el primer padre y patriarca de la raza humana, y resulta que el papelito que voy a hacer no es nada agradable: voy a perder toda mi imagen de perfección ante mis hijos. Y después me vas a reclamar que ¿por qué le hice caso a Satán? No tienes autoridad moral…No quiero ser un títere de tus designios. Necesitaré un poco de libertad, aunque después sé que con lo de los mandamientos la culpa nos va a corroer…
Pero ahora quiero ir más allá. Si me toca vivir fuera de El Paraíso, ni desnudo, ni ingenuo, ni pendejo puedo ir por la vida. Ya será suficiente con ser un proscrito y un emigrante. Ahora dime ¿los ropajes y atuendos bien enmascarados, no los irás a convertir en un pecado?, porque eso es lo único que vamos a tener para ocultarnos mejor y ostentar la estética de las emociones.
¡Oh, Adán e hijos! Ciertamente hemos hecho descender para vosotros (el conocimiento de la confección de) vestidos para cubrir vuestra desnudez, y como adorno: pero el vestido de la consciencia de Dios es el mejor de todos. En esto hay un mensaje de Dios para que el hombre pueda tenerlo presente.
¡Ah sí, es muy fácil decirlo, angelitos! No va a ser pecado, pero nos va a estar vigilando. Si me han creado para sufrir, lo que quiero decir es que aunque esté por el piso, siempre voy a poder mostrarme superior con las modas, el maquillaje y los flequillos bien cortados, repitiendo que “la vida sigue” y “qué se le va a hacer”. Por lo menos eso me compensará.
Por cierto, Dios, lo de maquillaje lo dice la mujer que hay en mí. No era difícil adivinar que me la vas a arrancar de adentro y presentármela como una compañera, para que yo me crea que en la vida no estás solo. Bueno, tengo que reconocer que lo del pene y la cavidad vaginal fue genial, pero eso no me va quitar la soledad y el desvalimiento. Tengo que inventármelas toda la vida para aliviarlo, ¿voy a tener que creer en eso que llaman amor? Son temas complicados de dilucidar…
Por eso, los trapos y las tendencias, las modas, me van a hacer sentir que pertenezco a algo más que a unas cuantas personas que siempre te van a mentir y te van a decir que luces bien. Yo creo que hasta poder me pueden dar, si logro tener las que valen lo que el oro, o hago algún sacrificio abismal. Porque la vida se trata de sacrificios, ¿no?

Fin de mundo...

Carmen Elena Ochoa
Grupo A


La mujer desnuda de Toulouse Lautrec

Te veo pensativa, con las medias negras. Levántate. Ve en busca de tu amado.
Ponte el vestido blanco de organdí con puntillas y transparencias. ¡Suelta tu melena al viento!
Te encontraste con Bécquer. Os mirasteis.
Te preguntó:
- ¿Quién eres tú?
Sólo le pudiste decir:
-Soy la mujer la mujer que te ama. La mujer que conoce  tu  espíritu dolido ¡Deja que me acerque a ti! Soy Elisa mujer casada y bien casada hasta que tus ojos penetraron de tal forma que dejé de pensar en mí para pensar sólo en ti. Tu sensibilidad me atrajo como un imán. Sé  que nunca serás mío y créeme que lo siento. Tu amor es de otra, a la que hiciste tu musa.
Estando a tu lado paseando por el parque de María Luisa dijiste:
-¡Silencio!¡ Es el amor que pasa!
Te pregunté:
-¿Qué es poesía?
 Sin pensártelo contentaste:
-Poesía eres tú.
 Y mis labios quedaron cerrados pero mi corazón henchido.
 Hoy te busqué. No te vi. Recordé los paseos a la orilla del Guadalquivir apoyándonos en el árbol recitabas las poesías que en la noche las musas traían a tu memoria.
 Después de un tiempo, todo se desvaneció.

Josefa Redondo
Grupo A


Mujer desnuda -de ser (de Toulouse Lautrec)

Lo valoré,
reflexioné sobre ello,
medité:

Adolfo Domínguez, Giorgio Armani, Coco Chanel, Oscar de la Renta, Jean-Paul Gaultier, Carolina Herrera, Christian Dior, Amaya Arzuaga, Ralph Lauren, Pierre Gardin, Agatha Ruiz de la Prada, Paco Rabanne,… y el sastre de la esquina, también.

Asenté mi cuerpo,
lo cubrí, lo disfracé,
lo disfrutaron;
en carne y hueso,
lo experimenté:
faldas, blusas y blusones,
pañuelos y pantalones,
chaquetas y vestidos,
bragas, calcetines, calzoncillos;
jerséis y camisetas,
zapatos, collares,
bolsos y chancletas,
pajaritas, abrigos y fulares;
medias con brillantinas,
corbatas con malabares,
camisas de seda fina,…

¿Y para qué?.
¿Para que Ves –t- ir?
¿para qué?,

Si en la desnudez
me siento inocente, libre,
real, auténtica,
en la dicha y el goce
de Ser.

YO; sin ahora, sin ayeres,
ni mañanas, ni después. 

Vestida de sublime Desnudez.

María José Arrojo 
Grupo B


Noche de bodas
Mujer desnuda de Lautrec

Mientras Emilia se desnuda lentamente piensa que es una mujer poco agraciada. Se ve bajita ­­­-apenas supera el metro cuarenta - y delgaducha -no llega a los 40 kilos-. Su pequeño torso, ligeramente cargado de espaldas, muestra su vientre marchito y los muslos redondeados. Con su flequillo enmarañado, el cuerpo fláccido y las medias negras a punto de caer a los tobillos como única vestimenta, la joven recién casada- todavía casta y pura-, espera sobre un viejo y raído diván la visita de su esposo para pasar el mal trago de la noche de bodas.

Al oír sus pasos subir por las escaleras mira resignada hacia la puerta, sabiendo que no puede huir del destino que le espera junto a un hombre que no conoce, fruto de un matrimonio concertado, y obligada a casarse porque su afeado aspecto, su escasa cultura y, sobre todo, las deudas de su padre no le dejaban más opción.

La puerta se abre y antes de que su marido entre se recuesta y apaga la luz. El hombre forcejea con el picaporte y consigue entrar a duras penas. Emilia oye como se desploma. Se levanta asustada y se recuesta contra él. Tiene la cara pálida y no le encuentra el pulso. Horas después el medico dictamina que ha fallecido presa de un ictus fulminante.

Por suerte, ha venido su madre rápidamente para consolarla y prometerle, que una vez pasado el luto, le volverá a buscar un nuevo esposo.

Manuel Vara
Grupo A


Desayuno sobre la hierba

Soy una mujer sin nombre. Sin embargo, podría decir que me conoce mucha gente. Aparezco desnuda en el cuadro “Desayuno sobre la hierba” de Monet. Los hombres que me acompañan en el cuadro están vestidos, ¡qué casualidad! El pintor podría habernos dejado a todos desnudos o a todos vestidos. Estoy cansada, por no decir harta de que me miren con esos ojos de lascivia tanto mis amigos, los del cuadro, como todos los turistas que me miran desde fuera.
Un día me cansé y cuando más me abrumaban con sus flashes un grupo que casi podría definir como una manifestación de turistas japoneses, me salí del cuadro.
Regresé a los 3 días, después de haber comprobado cómo se viste la gente en estos días, en el año 2020 cuando va al campo. Volví al cuadro vestida con un chándal y unas deportivas. Me siguen mirando más que a los otros.

Teresa Sanz
Grupo B


Cita al desnudo

“Puedes conseguir lo que quieras si vistes para ello” Edith Head ( diseñadora).

Sentada en el borde de la cama llevaba ya un buen rato pensando, había vestido sus piernas con unas medias negras, transparentes, que le subían por encima de sus rodillas y acababan en unas anchas ligas bordadas con motivos florales. Esa elección había sido relativamente fácil pues casi siempre solía ponerse ese tipo de medias. Lo difícil venía ahora, se preguntaba cómo vestiría su delicado cuerpo, qué clase de tejido acariciaría cada rincón de su piel. No podía descuidarse, era su primera cita y muy importante ,tenía que causar buena impresión.
Miró el reloj de pared que tenía enfrente, tenía tiempo suficiente, exactamente dos horas y quince minutos para el encuentro. Se levantó despacio de la cama y se dirigió hacia el armario ropero dónde la esperaban colgados en sus respectivas perchas, una serie de vestidos, pantalones, blusas, faldas y toda clase de vestimenta dónde poder elegir. Miró, remiró y volvió a mirar las ropas que habitaban aquel armario pero no acertaba con la indumentaria adecuada, no encontraba en ninguna de sus prendas esa magia que, a veces, veía en las ropas que vestían esas mujeres glamourosas que salían por televisión.
Después de probarse una y otra vez todo el vestuario, se rindió, ya no le quedaba tiempo, su cita estaba a punto de llegar. Pensó que quizás a él no le importaría excesivamente el atuendo con el que ella se vistiera, al fin y al cabo,no llegaría ni a diez minutos el tiempo en el que permanecería vestida. Sonó en ese momento el timbre, se dirigió con paso firme, como si de un desfile de moda se tratase y con su cuerpo desnudo, le recibió. Lejos de asombrarse, el hombre sonrió, la abrazó y se fundieron en un largo y apasionado beso.

María Dolores Marcos
Grupo A


Desayuno en la hierba

Y me puse las braguitas esas que te llegaban al ombligo, y unos calcetines super largos de invierno calentitos tipo peluche. Unos pendientes, me recogí el pelo y me puse esa diadema echa de flores de nenúfar. Me puse un buen sujetador y añadí un vestido largo que pasaba de las rodillas. Además me puse un colgante que estilizaba el cuello. Como era primavera, y abundaban las flores por campos y ríos decidí darle un toque muy personal. Así rompía el estilo de la época, completamente.

Iria Costa
Grupo B

3 comentarios:

  1. Me encantó el relato de Pepita Sánchez, "Venus de Botticelli
    Bajo el Farol": original, hermoso lenguaje, muy bien escrito.

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  2. A mí me encantó el texto de Pepe Lorenzo, y el título, el tema, esa exposición de la lucha contigo mismo, frases cortas, el hacerte partícipe de algo tan personal y ese final tan solemne.... Escribe muy bien este hombre.

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  3. Me ha gustado. Desayuno sobre la niebla. De Teresa Sanz

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