Paso doble nacionalidad

El lunes pasado dedicamos la sesión al mundo rural y a los problemas a los que se enfrenta día a día como la despoblación y la falta de políticas que atiendan sus necesidades.
Tomamos como referencia el artículo de Sergio del Molino "La España vacía alza la voz" pues consideramos su libro, "La España vacía" como una certera radiografía de la situación y como detonante para que estos temas cobren actualidad y sean tenidos en cuenta en la agenda política.
Pero recomendamos también los artículos "La literatura toma tierra" y "Escritores y campo. Oda al mundo rural como modo de vida".
Vivimos un renacer de lo rural en la literatura de estos últimos años. Nombres como María Sánchez, quien acaba de publicar "Tierra de mujeres", Emilio Gancedo o el propio Sergio del Molino se suman a otros que tiempo atrás se ocuparon del campo y de los pueblos como Antonio Machado, Delibes o Julio Llamazares.
Pero también el arte nos ofrece una reflexión sobre el éxodo rural y el sentimiento de orfandad de los pueblos así que, aprovechando la inauguración de la exposición de Jean Claude Cubino "Paso doble nacionalidad" decidimos reflexionar sobre la identidad de los pueblos, su memoria, sus miserias, lo que queda de ellos.




Señala Ana Alonso Martín, documentalista, en el catálogo de la exposición:

Adentrarse en la obra de Jean Claude es caer precipitadamente en la madriguera de Lewis Carroll, una mirada singular a la cotidianidad.
El artista de origen francés y de padres españoles, de Cristóbal de la Sierra, reconstruye aperos de labranza que han quedado obsoletos y olvidados.
Genera una nueva lectura del campo a través de los objetos de la memoria apelando a la sensibilidad histórica y un arte participativo.
En esta nueva aventura, reconduce un debate humanista en que la ética prima sobre la estética y los conceptos como imagen y forma ceden ante este principio.
Aborda con especial sentido del humor y de una manera mordaz la problemática actual sobre la emigración haciendo alusión a la memoria: todos somos hijos del pasado.
Se trata de una experiencia sensorial que nos traslada inmediatamente a la tradición, a los olores del estío, a la tierra, a donde pertenecemos.

Dice Jean Claude sobre sí mismo:

Nací en Mourenx (Francia) en 1970, hijo de Remedios y Manuel emigrantes de la sierra de Salamanca a Francia. Mis primeros quince años de vida transcurren en el extranjero, a esta edad mis padres se separan y me traslado con mi madre a Salamanca, España, donde continúo formándome y curso mis estudios en Bellas Artes.
Mis padres eran de Cristóbal, un pueblo de la provincia de Salamanca, situado en el balcón de dos sierras (la Sierra de Francia y la Sierra de Béjar). Actualmente residen en este municipio alrededor de 230 habitantes, llegándose a triplicar este número en los meses estivales, ya que se produjo una emigración en masa alrededor de los años 50, a Salamanca, pero sobre todo a Francia. El sector primario (agrario) predominaba en la economía de aquella época, y por ello fue en el mundo rural donde empezaron a observarse los principales cambios: Los propietarios con más recursos mecanizaron las labores agrarias para conseguir mayores beneficios lo cual redujo las necesidades de mano de obra y obligó a los jornaleros a emigrar de las zonas rurales.
Mi condición de hijo de emigrantes ha derivado hacia un postulado mas interior del arte por lo que mi discurso creativo gira en torno a lo humano, integrándome en proyectos donde la falta de cohesión social, la desigualdad y la injusticia son sus características. De ahí mi interés, desde hace tiempo, en realizar una investigación y exposición de aperos antiguos que se utilizaban en la provincia de Salamanca (y así recuperar la herencia de mis padres y traer al presente recuerdos de mi propia infancia). Con el propósito de avanzar en la importancia cultural y social que impregna las costumbres de nuestros pueblos y que pareciera que lo nuevo y lo moderno han relegado a un rincón del olvido a lo viejo. Mi dese es rescatar y conocer nuestro pasado y que este perdure en la memoria., recuperar los aperos para recuperar la existencia del individuo particular asociado a él. Para conectar a través de sus formas con nuestros propios patrones de comportamiento, hábitos y creencias. El apero se transforma en artefacto humano, en recordatorio visible, un auténtico monumento a nuestro pasado, a nuestro ingenio, a nuestras conquistas y locuras.

Vivimos tiempos difíciles donde ni siquiera, en ocasiones, hay lugar para la esperanza. Este vídeo es un ejemplo de las serias dificultades que ponen las administraciones para quienes tratan de recuperar la vida y la memoria de los pueblos. Dificultades que pasan incluso por penas de cárcel para quienes plantean otros modos de vida, lejanos al que dicta el capitalismo.
Fraguas es un pueblo de Castilla La Mancha donde un grupo de jóvenes se planteó recuperar las casas que fueron dinamitadas años atrás cuando el gobierno expropió el pueblo para convertirlo en una zoa de prácticas militares.





Señalamos, por último, algunas claves de la exposición de Jean Claude que nos vendrán bien para afrontar la tarea de esta semana:

"Paso doble nacionalidad" es una exposición de aperos y enseres manipulados. Es la propuesta de un proceso creativo basado en la recuperación y manipulación de utensilios que conforman un dialogo entre tradición y modernidad .Un discurso cuya finalidad es convertirse en una actitud moralizante de proyección educativa. Arte que apela a la conciencia para fortalecer el compromiso con el medio ambiente. El objeto recuperado, reciclado, oscila entre el rigor conceptual, la evocación poética y la seducción comercial.
Esta obra explora temas como el rol del diseño en la artesanía tradicional, la relación entre tradición y cultura local, los acercamientos críticos a la sostenibilidad o el significado de los objetos como conductas culturales. Rinde homenaje a lo sencillo, lo simple y lo cotidiano. Sugiero a través de este trabajo una vía alternativa para producir bienes en la que los conocimientos heredados se utilizan para encontrar soluciones simples y sostenibles.
Las herramientas agrícolas, también denominadas aperos de labranza o aperos agrícolas, son utensilios o instrumentos usados en la agricultura con una o ambas manos. Son necesarias para llevar a cabo tareas como desbrozar, labrar, cavar, preparar y acondicionar la tierra; mover, cargar y transportar materiales; sembrar y plantar, regar, abonar, limpiar y mantener; podar, segar, cosechar y recolectar; trillar, cribar, seleccionar, desecar y moler, entre otras. En definitiva son instrumentos que sirven para trabajar la tierra o para desarrollar las tareas agrícolas.
Las siguientes palabras hacen referencia a elementos hoy casi inexistentes, dado el uso de la tecnología actual, así como a cosas cotidianas de la vida de los labradores y ganaderos que por motivos parecidos también están a punto de desaparecer. A pesar de todo, la memoria de las gentes mantiene vivo el recuerdo de su uso y su significado. Por eso, es a veces posible escuchar su utilización cuando alguien rememora viejas historias del pasado más reciente.
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Veamos algunas piezas que forman parte de la exposición y que nos servirán

















Propuesta de escritura

Visita la exposición de Jean Claude y escribe un texto donde tenga cabida este diálogo entre lo urbano y lo rural, entre la tradición y la vanguardia. Pero elige antes alguna de las piezas para señalar, como si de un hito se tratase, el camino que te llevará a ahondar en tus propias raíces y tu propia memoria.

Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:



Crucifijo y martillo

A “machamartillo”, palabra muy de pueblo, hace muchos años se colgaba un crucifijo sobre el lecho conyugal, como signo de un yugo de dolor, sacrificio, lucha indefectible. La joven pareja, hierática en la foto de bodas, parecía intuir su destino, ya marcado de antemano por el poder fáctico más poderoso que dominaba el país con su moralina católica omnipotente.
Nada que ver el ingenuo cristianismo con la violencia, pero el martillo expresa con elocuencia el trabajo, a veces inmisericorde, que esperaba a aquellos jóvenes de pueblo. El sacrificio, la lucha por seguir adelante, los hijos que nacerían en el mismo lecho seguramente, muchos en general, como carne de martillo o de hoz, con clavos inexorables…
Es un ejemplo de cómo el artista Jean Claude nos presenta todo un bodegón surrealista de elementos y utensilios de una vida rural que se fue pero dejó su huella indeleble en muchos de nosotros, herederos pero sumidos en una modernidad que también nos ahoga y nos domina sin que nos demos cuenta.
Mezcla inteligentísima de objetos de la vida más cercana que expresan en su conjunción con la nobleza de las piezas del pasado, nuevas criaturas llenas de poesía y humor. Gracias por la sorpresa, artista, y por devolvernos ecos de nuestros ancestros que se quedaron o tuvieron que emigrar: maletas rellenas de crueles alambres o bustos descabezados, gafas fuera de su quicio…

Nos has regalado pedazos de nuestros recuerdos y con ellos de nuestra alma.

Emilia González
Grupo B


Señora marquesa

—¿Una foto, señora marquesa?
—Encantada, sí, pero me tome usted del lado derecho. Y esmérese, por favor, que en la última entrevista me sacaron fatal en el periódico.
—Descuide, señor marquesa. Si me permite... precioso su andador.
—¿Verdad que sí? Muchas gracias. Decidí ponerle la estrella del Mercedes y no vea usted la sensación de velocidad cuando camino. Además, y no es porque se me haya ocurrido a mí, gana mucho en estética, ¿no lo ve usted así?
—Un horror, gana un horror. ¿Y qué me dice, señora marquesa, de la virgen con cabeza de pájaro?
—¡Válgame Dios!, virgen con cabeza de pájaro. Yo lo veo justo al revés. A mí que no me vengan con patochadas, una cabeza no se trasplanta. Más bien un pájaro que se disfrazó de virgen.
—¿Y el martillo del crucifijo?
—Otra que al contrario. A esta gente se le ve el plumero; el crucifijo del martillo, así es como hay que decirlo. Quitas el martillo y siempre te quedará un crucifijo. Quitas el crucifijo y ¿qué te queda? Nada, un martillo es nada. Ni aunque le hayan puesto la hoz por ahí un poco retirada, para despistar.
—¿Y el altavoz con el orinal?
—Eso, mire usted, ya casa mejor. Mierda sobre mierda, con perdón. Un orinal no vale más que para depositar la mierda, y por ese altavoz cualquiera sabe las consignas de mierda que se habrán gritado en las manifestaciones, en las algaradas. No sé si me explico.
—Perfectamente, señora marquesa. Y por último, ¿su impresión si es tan amable, acerca de la exposición en general?
—Pues qué quiere usted que le diga, que a mí estas cosas de sin pies ni cabeza me repatean; con Franco esto no pasaba. Y ahora si es tan amable y me acerca el andador... Muchas gracias, que no sabe usted como estoy de la artrosis, ya no es una la que era.
—Por favor, señora marquesa, yo la veo a usted hecha una rosa.
—¿Una rosa dice usted? Pues cuánto lo siento joven, créame. Ahora no voy a tener más remedio que denunciarle por acoso, que a ustedes les parece que solo hay que defender la dignidad de los progres.

Pascual Martín
Grupo B


Unos chorizos
representan un mapa
¿Será realidad?

Alfredo Domínguez
Grupo B


De Antonio Machado a Rafael Alberti

Cae la tarde y el sol crepuscular tiñe de oro el "ancho mar de Castilla".
Los haces de trigo yacen desparramados en círculo sobre la era. Siento el fuerte sudor de los hombres y de las bestias, el olor a paja cortada, a polvo entre los dientes...
Llega la trilla al pueblo con aires de fiesta y ahora, finalizadas el grueso de las labores, toca nuestro turno.
Los niños ocupamos alborozados el trillo, no sin puyas por sentarse el primero en la tajuela del medio. Pronto se tensa la gruesa cuerda y la pareja de mulas arranca mohína el camino aprendido y da vueltas alrededor de la parva una y otra vez más, como en un carrusel de feria.
Risas como cascabeles que suenan a cantos de trilla y siega en las infinitas tardes de verano. Recuerdos de infancia.
Hoy ya no suenan risas ni canciones. Las máquinas sustituyeron hace tiempo las cuadrillas de segadores que venían del sur con vientos nuevos. Y los niños ¡Ay!; los niños hace tiempo que abandonaron el campo.
Varado en un mar de pacas reposa triste el Trillo-Barco (que lo fue) y una gaviota desorientada y nostálgica, alegoría de aquel "Marinero en Tierra" que cantara don Rafael. Una nave sin tripulación anclada a la inamovible y rancia Castilla que ve perder a sus hijos y no sabe cómo retenerlos. Poética crítica a una España Vacía.

Romy Martínez
Grupo A


La rueda de los libros

He metido en la maleta algunos enseres del abuelo y entre ellos sus libros. Ahora ya son míos.
Algunas de sus pertenencias están aquí conmigo. ¡Qué sentimientos de nostalgia y soledad me provoca esta herencia! Estos libros, que admiro y manoseo una y otra vez, fueron un preciado regalo que le hizo el maestro del pueblo cuando se jubiló. Él recogió el testimonio de una época marcada por la pobreza y la opresión. Ahora me traen recuerdos, añoranzas, ausencias… Me transportan a las tardes frías de invierno cuando salía de la escuela y mi abuelo a la luz de la ventana me leía párrafos del Quijote y de Azorín,de Miguel Delibes y de Dickens… Así comencé a conocer a muchos protagonistas que lentamente fueron entrando en mi alma. Tarde a tarde me acompañaron las andanzas de muchos de ellos, anhelando siempre querer saber que les sucedía. Estas aventuras me descubrieron otros mundos , cauterizaron mis miedos y mis locuras. Pero sobre todo me incitaron a soñar.
Ahora estos libros,que forman parte de mi patrimonio emocional, descansan en mi mesilla como símbolo visible de todo lo que soy.

Pilar Sánchez
Grupo B


Cruce de generaciones

La obra de Jean Claude, no puede dejar indiferente a nadie que la haya visto. Allí había cantidad de jóvenes de la facultad de Bellas Artes, hablando y opinando de algo que no han conocido. Los aperos de labranza que allí se exhiben, no tienen utilidad alguna en las tareas agrícolas actuales, la mecanización ha hecho que estos solo sirvan para decorar casas rurales o alguna bodega. Las personas han tenido que emigrar a las ciudades o a otros países donde se demandaba mano de obra. El trillo que se expone, con una pequeña caseta y un ave, me recuerda al arca de Noé, y los tiempos en que de niño llevaba la merienda a mi padre a la era, en un fardel, y me dejaba dar vueltas a la parva con el trillo enganchado a una mula que se llamaba “andaluza”.
Las distintas maletas que se exponen, nos hacen pensar en todas las personas que tuvieron que emigrar a sitios desconocidos huyendo de la pobreza y miseria que había en España después de la guerra.
En mi pueblo paraba el ferrocarril y nunca se me olvidarán los andenes llenos de personas despidiéndose de los familiares, con maletas rodeadas de cinturones para que no se abrieran, de cajas de cartón atadas con cuerdas, y del tren marchándose echando humo negro.
Por eso a los emigrantes que vienen hoy llamando a nuestro país solicitando ayuda, debemos acogerlos con el cariño que lo hicieron otros países a nuestros emigrantes. Nunca debemos olvidar de donde venimos y puede que así sepamos a donde vamos. (Como dice un amigo mío: "La vida es muy corta")

Luis Iglesias
Grupo B


Mundo rural

Casi me obligó a montar a su todoterreno para acompañarle a la parcela del Valle de las Lagunas. Oscurecía y se hacía hora de ordeñar las ovejas. Admirado. ¡Qué educación!. ¡Qué estudiadas!. Abrió la puerta de la nave y del cercado en que se hallaban entraron, a la carrera, veinticinco. Exactamente el mismo número que aparatos de ordeño. Cada una ocupó el puesto que le tienen asignado. Otro turno. Otras veinticinco. Así hasta terminar. Electrificación, rapidez, limpieza.
Vuelo a mi infancia, a mi pequeño rebaño, a las mañanas de chupiteles en invierno, con la manta y las alforjas al hombro y el pequeño cayado colgado del brazo. Con mi perrita Alegría, carbón y nieve, buscaríamos los mejores pastos por los baldíos y las cañadas. El día sería largo, muy largo, si no me encontraba con amigos, pastores como yo. Con Riñones acordaba el lugar de encuentro, pero su padre lo mandaba al otro extremo del término. Sólo con mucha, mucha, suerte, coincidía con Noe. Cuando la veía, me recorría un cosquilleo que me dejaba sin fuerzas. Por más que lo intentaba, las palabras se me anudaban en la garganta y me sentía incapaz de declararle lo desgarrado que estaba mi corazón. No era necesario. Con su mirada de diosa lo descubría y lo sanaba al instante.
Al atardecer, con el fardel de la merienda vacío, regreso a las corralizas de cañizas, simples o bardadas. Luego, preparar el callejón, separar las paridas de las de ordeño y, a golpe de dedo, vaciar sus tetas en la colodra. Las cagalutas se retiraban, aunque decía el señor Pedro que aumentaba la graduación de la leche. Luego vendría el cuajo, el aro y el cincho. Al final el queso sería estupendo, sin esterilizaciones ni pausterizaciones.
Nada necesito que me una a la tradición. Soy parte de ella, como Canito y Riñones, como Gonza y el Vidal. Desde siempre, mi vida ha estado unida al campo. Forman parte de mí las coyundas, el yugo o las angarilla, las rejas y la ahijada, la zacha o el mullidor, los bujes y las llantas. Pero la tradición agoniza, pues se mueren las palabras, y con ellas una filosofía, un modo de vida.
He vivido el campo, que nada tiene con vivir en él. Y es que vivir el campo supone enraizarse en la naturaleza, como el roble, o el milano, como la nube o la lluvia. Es fundirse y sentir la presencia de los pájaros, de las zarzas, del zorro o el lagarto, como compañeros de vida. Existe el drama y la tragedia y se acepta. Con dolor, sí, pero con naturalidad. Trágico el chillido agudo del conejo en la boca de la jineta, o el relevo del toro viejo corneado por el joven. Trágico el ternero desgarrado por el lobo, o el cordero sacrificado a manos de quien puso tanto cariño en su crianza. La cadena de la vida.
Me vuelvo a mis recuerdos. A sentirme libre gateando paredes para coger nidos en los aleros de los tejados; libre trepando las ramas de los álamos para cortar la vara más derecha, bamboleando al ritmo del viento, ajeno al peligro de la caída. Marcho a romper el hielo de la charca, a poner el lazo en la gatera y el ramo de S. Juan en la ventana de Noe. Y en las noches de verano, entre la paja trillada, en la era, volveré a escuchar el ulular del búho, el aullido del perro o el jijear alegre de Canito, convocatoria de asalto a las sandías maduras del Morito y a las manzanas reinetas del Patolo.

Evaristo Hernández
Grupo


Vaca,baca,vaca, baca
Una vaca reunió el capital
que permitió apilar en la baca
el equipaje siempre evocador
del regreso al prado, a la vaca
y al fruto del laurel,
como no…. la baca.

Maxi Moreno
Grupo B


Paso doble nacionalidad

“Paso doble nacionalidad” es una exposición artística centrada en la dualidad y, por ello cada obra, se basa en una yuxtaposición de dos elementos aparentemente contrapuestos. Unas veces es un diálogo entre el pasado y el presente, otras, un choque entre lo rural y lo urbano, en ocasiones lo sólido se enfrenta con lo inmaterial o se convierte en una disputa entre lo físico y lo espiritual.

Cubino ha sabido construir una intensa atmósfera sensorial. El sonido de una música que evoca paisajes africanos y nos trae ecos de aventura, sacrificio, éxodo y esperanza. El tacto sugerido en materiales primarios como el hierro o la madera. El olfato saturado con esos aromas emanados de la paja o de las viejas maletas. Y hasta los imaginados sonidos de los insectos y pájaros que pueblan la muestra.

Todas las obras se construyen de forma similar. El artista toma un objeto, que quizás sea un arado o una maleta y le añade otro elemento aparentemente distante, como una rueda o unos alambres de espino. Esa composición es siempre radical porque hay entre sus elementos una distancia insalvable, bien en el tiempo, bien en su utilidad, y quizás, en su misma significación.

La intervención del autor es escasamente invasiva de manera que el mensaje de la obra no está claramente explícito y empuja al observador a realizar su propia creación, a transitar por el mundo de las sensaciones físicas y emocionales que los objetos provocan, a elaborar, finalmente, sus propios significados.

Hay quién quiere ver en esa rueda de carro llena de libros el movimiento, el progreso sin fin de la sabiduría. Otros vieron la ciencia (los libros) como fuente de toda tecnología (la rueda). Y alguno verá la libertad, ese camino abierto que el conocimiento pone ante ti. Y cientos de otras visiones…

Ahí está, sin duda, el valor del trabajo de Jean Claude: con unos pocos objetos cotidianos, muchos de ellos antiguos aperos de labranza, consigue dar un fuerte impulso a nuestra imaginación, a nuestra creatividad.


¿Qué pasó con nuestras viejas canciones
que aliviaban fatigas en la siega?
¿Perdimos los romances susurrados
en torno a las antiguas chimeneas?
Juntemos los retazos de esos sones
entonados en bodas ya lejanas
Reunamos ecos de tiernas melodías
cantadas bajo floridas ventanas
Vertamos todo en el viejo embudo,
opere la fórmula magistral
que destile las gotas de música
y surja una esencia pura e inmortal.

Pepe Lorenzo
Grupo B


El eje del mundo

Correteando como loco de acá para allá, el niño miraba asombrado todos aquellos objetos como si se hallara en una verdadera máquina del tiempo. Treinta minutos antes, cuando cruzaban la puerta que daba paso a la exposición, su estado de ánimo se encontraba en las antípodas. Estar allí no había sido originalmente un premio, sino más bien todo lo contrario, ya que había sido su padre quien le había obligado a acompañarlo como respuesta a su comportamiento de las últimas semanas. No era realmente un castigo, pero si una forma de que entendiera quien tiene siempre las de ganar en ese continuo tira y afloja al que el pequeño les sometía a diario. El niño acababa de cumplir los 12, pero ya apuntaba verdaderas maneras como pequeño rebelde sin causa. No es que fuera malo, para nada, pero cada vez más a menudo le salía esa vena mafiosa que convierte a los niños en verdaderos negociadores de sentimientos. Lo último había sido esa misma tarde, un triple combo compuesto por una mentira, una mala contestación y una pataleta ¡Toma ya!  ¡El premio gordo! Así que, adiós entrenamiento, adiós consola, adiós móvil… hola exposición.
Después de la recomendación de un compañero de trabajo, el hombre llevaba días buscando un hueco para poder visitarla, así que decidió hacerlo por fin aquella tarde de miércoles. El motín de su hijo había estado a punto de arruinar los planes, pero no estaba dispuesto a ceder ante el pequeño.
- Te vienes conmigo, y punto
- ¿A una exposición? ¿De qué? ¿De piedras? ¿Cuadros? Venga papa….
- No, de algo que quizás te haga entender por qué debes respetar a los mayores. Vamos a ver una exposición de objetos que mezclan el pasado y el presente. Cosas antiguas de la vida de los pueblos tuneadas y combinadas con otras de la ciudad. Es difícil de explicar, mejor lo vemos y ya verás cómo lo entiendes.
- Vamos papá…  ¡Y a mí que narices me importan esas cosas!
- ¡Esa boca!
- ¡Si encima hoy hay Champions, y me dijiste que veríamos el partido juntos! ¡Esto lo haces para fastidiarme!
- ¡Ni Champions ni Champians!  Además, después de la que has montado hoy, tampoco ibas a ver el partido… Te vienes conmigo, ¡y punto!
1-0 para papá.
Aunque vivían a pocas calles del lugar, les llevó más de media hora llegar hasta allí. El pequeño, enfurruñado hasta límites insospechados, había vuelto a sacar el manual del pequeño Corleone para intentar exasperar a su padre en la medida de lo posible. Que si me quedo a mirar este escaparate, que si se me caen los calcetines, ahora me ato las zapatillas otra vez, … Todo muy sutil y necesario, pero calculado hasta el más mínimo detalle para poner a prueba la paciencia del culpable de su situación. No llegaba a ser un gol, pero ya rondaba el área con bastante facilidad.
Cuando llegaron, el empate estaba a punto de caer, pero fue entrar en el recinto y la cosa comenzó a cambiar. Al principio de manera sutil, con el niño haciéndose el remolón y formulando comentarios despectivos sobre lo que tenía frente a él. El padre le ignoraba, sabedor de que el niño, tarde o temprano, caería de maduro. Lo veía en sus ojos. Lo conocía demasiado bien para saber que, en breve, recurriría a él para saciar su curiosidad. Como esos gatos en apariencia ariscos que, al principio te niegan la caricia, para más tarde buscar tu regazo y acabar ronroneando de placer.
- Papá… ¿qué es eso?
Papá 2 – Hijo 0
- ¿Eso? Es un andador.
- ¿Un andador? ¿Y para qué sirve?
- Pues para andar… Verás, eso lo utilizaban las personas mayores para poder caminar. Se apoyaban en él y avanzaban despacito por el pasillo. Así evitaban caerse, y podían ir donde quisieran sin depender de nadie.
- ¿Cómo un patinete eléctrico?
- Sí, algo parecido. Pero menos peligroso.
- ¿Y por qué lleva el símbolo de los Vengadores?
- No es de los Vengadores… Ese es una A mayúscula dentro de un aro. Este es el símbolo de la Mercedes. Una marca de coches alemana.
- ¡Ah, vale! ¡Es lo que lleva Hamilton en su coche, y en el mono!
- ¡Eso mismo!
- ¿Y qué significa, papá?
Dentro de sus posibilidades, y desconocedor de una verdad absoluta, intentó explicarle lo mejor que pudo su teoría sobre aquel extraño y original híbrido. Y lo mismo hizo con el resto de objetos. Un crucifijo con un martillo, una flauta acoplada a una bota de vino, una máquina de escribir con un rodillo de cocina haciendo las veces de carro, un antiguo gramófono cuya corneta era un embudo de metal, …
El niño escuchaba embelesado las teorías de su padre, intercalando preguntas y comentarios ingeniosos cada vez que su curiosidad rebasaba el límite de activación, cosa que sucedía antes incluso de que las frases quedasen completadas. Observaba con atención cada objeto como si se hallase ante la mayor complejidad tecnológica del mundo, tratando de vislumbrar como una persona podía haber basado parte de su vida en aquellas toscas, pero sencillas piezas. No acababa de comprender como podían haber funcionado así sin más, sin un triste enchufe o algún tipo de conexión. Era un mundo nuevo, desconocido, maravilloso.
- ¡Hey, mira papá! ¡Eso sí lo conozco! Es un globo terráqueo, tenemos uno en la biblioteca del colegio. Ahí se puede ver el mundo en perspectiva.
- En escala….
- Eso, en escala ¿Y por qué lleva un garfio alrededor?
 - No es un garfio. Es una hoz.
- ¿Una hoz? ¿Como el mago ese del cuento?
 - No, ese era sin h. Esto es un apero de labranza. Se utilizaba para cortar sin esfuerzo hierbas, rastrojos, tallos, … Había otra parecida más grande, que tenía un palo largo, como de fregona, y que se manejaba con todo el brazo. Se llamaba guadaña.
 - ¡Vaya nombres! Vale, ¿y entonces esto qué significa? Una hoz y un globo terráqueo… ¿Para cortar el mundo? ¿Dividirlo en dos?
- Mhhh… Podría ser… Pero yo creo más bien que se trata de otro mensaje. Ya sabes lo que te he explicado antes de las metáforas. En este caso es sobre lo que nos sostiene a todos. Ya sabes que la tierra gira, y nosotros con ella, aunque no lo notemos. Pero también es una forma de decir que el mundo avanza, evoluciona de manera natural. Vosotros ahora no podríais vivir sin los móviles, internet, la tecnología… Y probablemente tus nietos no lo podrán hacer sin algo que tú ni siquiera conoces aún. Se trata del paso del tiempo, de cómo todos giramos en este mundo sin saber muy bien qué nos espera al final de cada giro. Ya lo verás más adelante en las clases de Historia, pero algunos han intentado cambiar el ritmo o el ángulo de ese giro a lo largo de los tiempos. Casi lo consiguieron, pero no del todo.
- ¿Por qué?
- Pues por esta hoz, por ejemplo. Supongo que representa ese eje fuerte y robusto en el que el mundo descansa, y gracias al cual gira sin parar a pesar de los problemas. Es el pasado, nuestras raíces, nuestras tradiciones. Somos nosotros mismos, que podemos cambiar en apariencia, pero no en nuestra naturaleza.
- ¿Quieres decir que nunca cambiaremos?
- Eso es. Siempre seremos los mismos, con nuestras cosas buenas y malas. Por eso no debemos olvidar el pasado, porque además de enseñarnos la lección, es lo que nos mantiene en movimiento. El pasado para mejorar el futuro ¿Lo entiendes?
- Sí, creo que sí.
 El niño se quedó pensativo, mirando hipnotizado aquel objeto. Quién sabe lo que pasó por su cabeza en aquellos pocos segundos, pero sus ojos iluminados desprendían algo parecido a la admiración.
- Papá, gracias por traerme a ver todo esto. Y… siento lo de esta tarde. Oye, ¿crees que podríamos ir este fin de semana al pueblo? Quizás podamos encontrar por allí cosas así y montarnos nuestra propia exposición… ¡Tengo algunas ideas geniales!
- No sé, ya veremos… Luego se lo comentas a tu madre.
3-0 para papá.
Y así, el niño cogió la mano de su padre y salió del improvisado santuario. En su cabeza, una pequeña e imaginaria hoz se había instalado en su cerebro, ayudando a sus pensamientos a girar de una manera más rítmica y ordenada.

Jorge Martín
Grupo B


Matanza

De la máquina
de triturar dinero
han nacido alambradas.
La carne es vil metal.
Sobre las viejas ollas
ya los auriculares
a punto de estallar.
¿Y que se está cociendo?
Aún cuelgan los chorizos,
¿quién dará cuenta de ellos?
Soldaditos de plomo nos vigilan,
engreídos enanos que un día fueron niños,
fueron juegos de niños inocentes,
nunca inocentes juegos.

Ya no hay restos de sangre en la encimera.
Sobre ella, impoluta,
como una sala de operaciones,
la rendición más cruel, la ausencia
de horizontes y de libertad.

Han nacido alambradas:
La carne es vil metal.

Marian de Vicente
Grupo B


El viaje posible

Memoria de un viaje, memoria de partir.

KonTiki se transforma, se reinterpreta con aperos de labranza.
De menú: una balsa de sueños sobre cama de paja.
Abordaje impasible. Sacar a flote los sueños, sobre balas de paja.
Todo apunta al desastre, el miedo era el equipaje de salida
¿Dónde viviremos? ¿Sobreviviremos?
La incertidumbre era la respuesta inmediata.
Sin embargo, el viaje fue de ida con vuelta; tuvo que ser…de otra manera.
Hasta los pájaros que se posaban tenían la boca de pata.
Refugio aprovechado;
el perro se quedó en tierra, pero dejó la puerta roída.
A+M legó la pala de sal, único remo encontrado.
Objetos de memoria.

Clara Lurueña Miguel
Grupo A


De la cruz a la rueda

Menos mal que me telefoneó mi Tata. Me ayudó a encontrar el tono de este texto. Una vez más vino a mi rescate, al estilo de una vieja heroína. Esta vez sin saberlo.
Sigue viviendo en el mismo pueblo que la vio nacer. Allí ha pasado toda su casi octogenaria vida, salvo los años que cuidó de mí.

Por aquéllos tiempos, ella era una mocita oronda y sonrosada como si fuera un melocotón, con piel de melocotón. - ¡Qué bien olía!- . Yo, una niñina de cinco años. La tata era el vivo retrato de la Venus de Willendorf pero en tecnicolor. En tecnicolor y con brazos. Y con la cara de Heidi. Y encima se llamaba Mari Tere, que por alguna misteriosa razón, el pronunciar su nombre me hacía imaginar una deliciosa tortilla de patata.

Desde la primera vez que la ví, decidí amar al campo y a todo bicho viviente que habitara en él. Incondicionalmente.

Mari Tere apenas sabía escribir su nombre y contar hasta diez. Ni falta que le hacía. –O eso creía yo-.

Pero sabía contar historias de su pueblo. De su pueblo y sus gentes, que a mí me parecían fascinantes. Allí no solo había casas como en la ciudad. Había corrales, pajares, establos, pocilgas, tenadas, apriscos y hasta ermitas. Además de huertas, tesos, pinares y charcas. Igual me hablaba de la kika como de la tuerta, como del chochín, así como de gallinas, conejos o paisanos, hasta el punto de que yo a veces no sabía a qué clase de animales se refería si a los racionales o a los otros. Crecí tanto, al arrullo de sus pechos y de sus cuentos, que mi mundo se me quedó pequeño.

Creo que por eso, en cuanto pude, me fui a vivir al campo. Para meterme en un traje del tamaño de mis sueños infantiles. De ese sueño desperté nada más pisar tierra, al tiempo que descubrí que para la exaltación de lo campestre ya Beethoven compuso “La Pastoral”.

Cuando se casó con su primo del pueblo, mi tata cambió a su niña por otros cuatro, a los que les dio la vida. La suya fue una exigua existencia marcada por la lucha contra los elementos y la precariedad de una España en blanco y negro. Son los valores del trabajo y del esfuerzo, la abnegación, la renuncia y el sacrificio los que han conformado cada uno de sus actos, prueba inequívoca de que lo que sembró la moral católica tuvo sus frutos.

Mari Tere no supo ser de otra manera. Nadie la enseñó. Por contra, otros como sus hijos, sí lo consiguieron. Ninguno de ellos se dedica al campo. Tan solo uno vive en el pueblo. Así lo quiso. Hombres y mujeres ya adultos, no crecieron entre algodones pero sí entre libros y ruedas. Las de los tractores y otras. También las del conocimiento que todo lo mueve.

Las olas del saber anegaron los campos. También los de Castilla. Aprendieron a navegar en ellos y por eso pudieron elegir dónde y cómo vivir. Y hasta con quién. Como su madre, ellos han recogido sus frutos. Lo que tienen es otro sabor.

Hoy hay para comer tortilla de patata.

Concha González
Grupo A


Pez

Escamas esclavas del tiempo.
Veremos pasarlo y disfrutarlo.
Bajo el mismo andaremos. 
Nacerán frases que escriban canciones. 
Nacidas del tiempo.

Somos partidarios de nuestro tiempo, por ello nos vemos obligados a no complementarlo 
con otras actividades con las que dispongamos de nuestro tiempo libre.
Por ello usamos el reloj constantemente, 
nos incita nos mueve nos llama.
Incluso cuando queremos descansar disponemos del reloj.
En cada día, para situarnos donde más nos guste, momento, situación...
Abrimos líneas en el tiempo y dependemos de esas líneas.
A los peces de los mares o los ríos les llegan constantemente los plásticos que van saliendo y llegan y se hacen partidarios del mismo tiempo. 

¡Pobre pez! Aún le queda sufrir toda la contaminación. ¡ Pobre pez partidario del tiempo del reloj!

Iria Costa
Grupo B

4 comentarios:

  1. Excelente metáforas que, desde lo literario, son disparadores de ideas para escribir.
    Saludo esta entrada y, por supuesto, a su creadora.

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  2. Mundo hoz

    Desaparecidas las ideologías de la faz de la tierra, sobreviven los quebrantos y el cruel destino de los seres humanos que todavía no comprender su signo: Ser pasados por la filosa demagogia en todos los tiempos.

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  3. Evaristo Hernández, me ha encantado tu escrito. Y me quedo con esta frase:
    "He vivido el campo, que nada tiene con vivir en él."

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  4. Gracias. Casualmente me encuentro hoy tu comentario. Seguramente eres de quienes conocen el campo y no de esos visitantes que no conocen de el sino las fotografías que guardan en sus móviles. Gracias por tu comentario

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